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Ámbito jurisdiccional.

Es el poder- deber del estado político moderno, emanado de su soberanía,


para dirimir, mediante organismos adecuados, los conflictos de intereses que se
susciten entre los particulares y entre éstos y el estado, con la finalidad de
proteger el orden jurídico.

En el análisis de esta definición, se destaca lo siguiente:

a) la actividad jurisdiccional es un poder-deber del estado. Una de las formas


de manifestación del poder del estado es mediante el poder jurisdiccional, no
solamente porque el constituyente haya seguido la orientación de la teoría de
la separación e independencia de los poderes del estado, atribuyendo
la función jurisdiccional al Poder judicial, sino porque la función jurisdiccional es el
único
medio que tiene el estado para ejercitar el control de legalidad y
de legitimidad para la legislación y de la administración.

Es además un monopolio del Estado. Salvo casos excepcionales en que


el ordenamiento legal tolera la autotutela de los derechos, el estado concibe su
propia subsistencia mediante la prohibición de la defensa particular o por mano
propia de los derechos, y ello impone al estado el poder-deber de establecer
una organización adecuada para sustituir la defensa privada por la tutela del
estado.
B) es un poder-deber que emana de la soberanía . Esta alusión a la soberanía del
estado político moderno contribuye a depurar
el concepto de función jurisdiccional y de jurisdicción, de otras actividades que
concretándose finalmente en un juicio, no son expresión de la jurisdicción, por
ejemplo, la llamada jurisdicción internacional, la llamada jurisdicción eclesiástica y
la función arbitral.
C) el poder-deber del estado se ejercita mediante la actividad de
un organismo apropiado, la llamada Administración de justicia del estado,
estructurado más o menos complejamente para cumplir con la misión de juzgar: el
órgano judicial, que por su complejidad da nacimiento a la pluralidad de
órganos juzgadores y a la determinación de la competencia de cada uno de ellos
para no producir superfetaciones de poder (conflictos de competencia).

D) el ámbito de la actuación de estos organismos jurisdiccionales son los conflicto-


expresión más amplia que la de controversia- que se producen entre
los particulares y entre éstos y el estado, pero solamente los conflictos
de intereses o sea aquellos que afectan solamente la aplicación y actuación de
una norma preexistente; el órgano jurisdiccional no puede emitir declaraciones
abstractas; ni dictar decisiones normativas relativas a conflictos de derecho.

E) los sujetos de los conflictos de intereses que resuelve el


órgano jurisdiccional son los de cualquier particular, sea ciudadano o extranjero.

F) la tesis de la función jurisdiccional del estado consiste en proteger el orden


jurídico establecido. El órgano jurisdiccional decide con la ley por la ley,
respetando la jerarquía de las normas vigentes.

Aunque han sido los administrativistas franceses quienes primero advirtieron que
la función jurisdiccional formaba parte de la función administrativa del estado (Ver
Gr., Berth lemy, Hauriou), ha sido Kelsen, teoría general del derecho y del estado,
quien ha dado los fundamentos jusfilosoficos de esta corriente de opinión: "la
usual tricotomía se basa en realidad en una dicotomía. La función legislativa suele
oponerse a un mismo tiempo a las funciones ejecutivas y judicial, que, de manera
obvia, tienen entre si una relación mayor que la que guardan con la primera.

La legislación (legislativo del derecho romano) es la creación de leyes (leges). Si


hablamos de ejecución, tenemos que preguntarnos qué es lo que se ejecuta. La
respuesta no puede ser otra sino la de que lo que se ejecuta son las normas
generales, es decir, la constitución y las leyes creadas por el Poder legislativo.
Sin embargo, la ejecución de leyes es también función del llamado Poder judicial.
ESte último no se distingue del denominado Poder ejecutivo en el hecho de que
solamente los órganos del segundo ejecuten normas. En tal respecto,
la función de ambas es realmente la misma. Las normas jurídicas generales son
ejecutadas tanto por el Poder ejecutivo como por el Poder Judicial; el diferencia
estriba solamente en que, en un caso, la ejecución de las normas generales es
confiada a los tribunales, en el otro a los llamados órganos ejecutivos o
administrativos.

La tricotomía usual es, pues, en el fondo, una dicotomía, es decir, la distinción


fundamental entre legislativo y legis executio. La última es subdividida en las
funciones judicial y ejecutiva en sentido estricto... " Caracteres de jurisdicción.
Hasta ahora se ha hablado de la función jurisdiccional del estado como sinónimo
de la actividad de un poder del estado: el Poder judicial. La función jurisdiccional
es, sin embargo, más comprensiva, porque el estado ejercita actividades
jurisdiccionales que no incumben al órgano judicial; pero donde ambas
expresiones encuentran el punto de confluencia es en la jurisdicción, que
tautológicamente podría definirse como función jurisdiccional ejercida por el Poder
judicial.
Principios éticos.

Los principios son reglas o normas que orientan la acción de un ser humano
cambiando las facultades espirituales racionales. Se trata de normas de carácter
general y universal, como, por ejemplo: amar al prójimo, no mentir, respetar la vida
de las demás personas, etc. Los principios morales también se llaman máximas o
precepto constitucional.

Los principios éticos son declaraciones propias del ser humano, que apoyan su
necesidad de desarrollo y felicidad, los principios son universales y se los puede
apreciar en la mayoría de las doctrinas y religiones a lo largo de la historia de la
humanidad.

Immanuel Kant fundamenta la ética en la actividad propia de la razón práctica.


Considera principios aquellas proposiciones que contienen la idea de una
determinación general de la voluntad que abraza muchas reglas prácticas. Los
clasifica como máximas si son subjetivos o leyes si son objetivos.

Los principios éticos son declaraciones propias del ser humano, que apoya su
necesidad de desarrollo y felicidad. Se hace un principio ético como consecuencia
del descubrimiento humano para catalogar una acción beneficiosa o perjudicial
para sí mismo o su raza. Estas declaraciones guían su conducta, su percepción de
la realidad y su pensamiento.

Por otro lado, Stephen R. Covey define los principios como faros y como leyes
naturales que no se pueden quebrantar. Tal como observó Cecil B. de Mille en
torno a los principios contenidos en su película "Los Diez Mandamientos":
"Nosotros no podemos quebrantar la ley. Sólo podemos quebrantarnos a nosotros
mismos y en contra de la ley". Así, la "realidad objetiva", el territorio del ser
humano, está compuesto por principios (faros) que controlan el desarrollo y la
felicidad humana. Son en sí, leyes naturales enraizadas en la estructura de todas
las sociedades civilizadas a lo largo de la historia y de aquellas instituciones que
han perdurado. Algunos de estos principios son la rectitud, integridad, honestidad
(Estos dos últimos crean los cimientos de la confianza), la dignidad humana, el
servicio o idea de contribuir, el potencial, entre otros. Tales principios son
verdades profundas, de aplicación universal. Se aplican a los individuos, las
familias, los matrimonios, y organizaciones de todo tipo. Es decir, son directrices
para la conducta humana que han demostrado tener un valor duradero,
permanente. Para captar su naturaleza únicamente basta con considerar vivir una
vida basada en sus opuestos tales como la mala fe, el engaño, la bajeza, la
inutilidad, la mediocridad, entre otros.

Autonomía.

¿Qué es la autonomía?

Se entiende por autonomía a la capacidad de decidir de manera propia,


independiente, sin la coerción o la influencia de terceros. Este término se aplica
dentro del pensamiento filosófico (ética), psicológico (psicología evolutiva) e
incluso legal y político (soberanía), pero siempre con significados semejantes,
vinculados con la capacidad de autogestión y la independencia, cuando no la
libertad.

En el desarrollo cognitivo y emocional de las personas, la autonomía se convierte


en una cualidad cada vez más marcada y esperada del individuo. Quizá porque de
niños (y aún de adolescentes) somos seres vulnerables, que en gran medida
dependen de las decisiones de sus padres (lo que en materia jurídica consagra la
patria potestad) tanto para lo logístico como lo afectivo. Esta última forma de
dependencia es la última en desaparecer, a medida que nos hacemos más
autónomos y empezamos a tomar nuestras propias decisiones.

Los individuos adultos, así, poseen una capacidad de autonomía que los convierte
en sujetos de derecho, o sea, en personas capaces de tomar sus propias
decisiones sin consultar antes a nadie (aunque puedan elegir hacerlo). En este
sentido es lo contrario de la heteronomía o la dependencia. Desde luego, con la
autonomía, como con la libertad, también se adquieren obligaciones y
responsabilidades. En ese sentido es un rasgo de madurez o adultez.

En materia política, similarmente, es un rasgo de soberanía de las naciones como


tales: un país que tenga autonomía en materia legal, económica y cultural será un
país independiente, por ende, un país más libre y más capaz de hacer frente a la
comunidad internacional.

Autonomía moral

La autonomía moral es la capacidad de juzgar moralmente una acción o situación.

En la autonomía convergen, desde un punto de vista filosófico, tanto la visión del


individuo ante los demás, como ante sí mismo. Algo vinculado a la noción
psicoanalítica del superyó o superego: el conjunto de normas a las que el individuo
decide ceñirse más o menos conscientemente. Esto se hace particularmente cierto

en asuntos morales, en los que el individuo responde a una tradición cultural que
ha recibido de sus progenitores y su entorno.

La autonomía moral, por ende, será la capacidad de juzgar moralmente una


acción, una situación o un evento, determinando así si se trata de algo aceptable o
no. La moralidad es susceptible a la presión de los pares, claro está, pero en la
medida en que los individuos poseen criterios bien formados y están conscientes
de su capacidad de toma de decisiones, se esperaría de ellos una fuerte
autonomía moral. Lo cual no significa, claro está, que no se pueda cambiar de
opiniones.

Autonomía de la voluntad

La autonomía de la voluntad es un principio básico y primordial del derecho


contractual y de las relaciones entre particulares: el deseo expreso, manifiesto, sin
presencia alguna de coacción u obligación, de decidir por la propia persona o los
propios bienes, y para suscribir los contratos que se deseen, o de negociar sus
contenidos y efectos.

Su fundamento proviene de las legislaciones liberales nacidas de la Revolución


Francesa (1789), que planteaban la libertad e igualdad entre los seres humanos,
bajo ciertos límites impuestos por la mutua consideración. Dichas limitaciones
suelen ser:

Los términos suscritos de un contrato no pueden firmarse, so pena de romper o


hacer nulo el documento.

Ninguna cláusula del contrato puede contradecir el ordenamiento legal o la


jurisprudencia del Estado de derecho.

Autonomía y heteronomía
Heteronomía

La heteronomía es la necesidad de que alguien más tome las decisiones propias.

La heteronomía es, en dos platos, lo contrario de la autonomía: la necesidad de


que los preceptos y las determinaciones de un individuo, sociedad u organización
provengan de otro. Visto así, se trata de una forma de dependencia, cuando no de
sumisión, ya que los criterios de otro son los que resultan valederos, en ausencia
(o en lugar de) los propios.

Dichos criterios, además, se asumen sin reflexión, tal y como ocurre con los
valores que se nos inculcan cuando somos niños: provienen de afuera, de
nuestros padres, y sólo en la medida en que nos volvemos autónomos podemos
escoger abrazarlos o reemplazarlos por un código propio.

Fuente: https://concepto.de/autonomia/#ixzz67ALJXALA
Indepedencia.
Independencia. Es el antónimo de dependencia. Es todo ser o toda cosa que
puede existir o funcionar por sí mismo, sin que deba aceptar, tolerar o permitir
ingerencias externas. Un ser humano es independiente cuando puede valerse por
sí mismo, asumir sus responsabilidades y satisfacer sus necesidades sin recurrir a
otras personas, objetos o sustancias. Como concepto político, independencia es la
situación de un país o nación que no está sometido a la autoridad de otro.
La Independencia es un valor moral y ético que tiene que ver con la capacidad que
un sujeto demuestra para valerse por sí mismo y no estar sometido a la tutela o
dominio de un ente superior.

La independencia es, en otras palabras, la no dependencia. Así entendido, el


término significa la posibilidad de tomar decisiones de manera autónoma y libre.
La noción de independencia se vincula profundamente con la de libertad, por lo
que resultan uno de los elementos más importantes y esenciales para la vida
humana.

Al mismo tiempo, la noción de independencia se puede aplicar a la vida cotidiana


de una persona común y corriente. En este sentido, una persona independiente es
aquella que puede valerse por sí misma ya sea en cuanto a cuestiones
económicas, sociales, laborales o habitacionales.

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