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ses eeeeeen enero varie aera ptsi La frontera indémita En torno ala construccién y defensa del espacio postico Graciela Montes Fowpo pe CutTuna, EooNoMica, La frontera indémita (Cada ed sol el ora de a Tera roves orm ry de so depron anocce. Amo mucho esos versos de Salvatore Quasimodo? los evoco sempre y en circunstancias muy divesas. Son para mi un re= cordatorio ya la vez, una especie de conjuro contra a estu- pider y contra las vanidades. No conozco ninguna imagen sms apretada y genuina de la precaria ~y laminosa— condi- cién humana, del fugaz eintenso destello de la conciencia y su obra, ‘Curiosamente, suelen encabalgérseme en a memoria con ‘otros versos, menos prestigiosos tal vez, pero seguramente ‘mas populares: Juguemosn bose ment eb no et lobo, que esté ahi nomds, la vuelta de la esquins se pa- rece mucho a la noche indefectible; l bosque es, como la Tierra, Ia casa, el sitio donde se est, provisoriamente; el jugar se parece mucho al rayo de so! que nos atraviess. Por ‘otra parte, ambos poemas coinciden en lo fgil dela estan- cay un dramatico de pronto” en los versos de Quasimodo y ° un sabio “mientras” en la ronda infantil se ocupan de recor- ddarnos la precariedad del juego. ‘Ambas citas me parccen pertinentes cuando se propone ‘uno hablar del lugar que ocupan los cuentos la ficién, la li ‘teraturs, los mundos imaginarios~ en la vida de ls personas, Al fin de cuentas, es sdlo en esa breve cuha de conciencia oportunidad, en esa estecha y dramatica frontera -el rayo se luz que precede ala indefectible noche, el jugar mientras ellobo todavia est lejos- donde tienen lugar todas las cons- ‘rucciones hismanas su cultura y por supuesto, su literatura, Habla de literatura sin tener en cuenta ese contexto elemen- tal puede conducira muchas equivacos,y sobre todo a mu chos vacios. Es ese contexto el que le otorga sentido alo que hacemos. (Caro que hay muchos para los que el sentido noes algo co- diciable, que descreen de las signifcaciones. No es mi caso; s9y de los que creen, justamente, que la bisquedsa siempre di fell muchas veces dramstica ya veces insatiefactora de signi ficaciones es exactamente lo que nos compete alas personas Por qué hacer literatura? ;Por qué leer teratura! :Por qué citar Viteratura? Por qué enselarlteraturaé Por qué ins tiren quela literatura forme parte dela vida de las personas? Dine esté esto que amamos literatura! ;Dénde debemos ponerlat Pertenece, estoy convencida, a la frontera indémita, all precisamente tiene su domicilio. ‘Acsta altura voy @tomarl prestada una dea aun pensador ‘que quiero mucho: Winnicott. Y silo quiero y lo admira es porque desarrolla su tori sin dare a espa ala condicién humana -mis bien partendo de su punto més dramético: [a soledad, la separacin irremediable-, y porque, una ver des plegada la teria, no se deja atrapar por ella, como sucede a ‘eos, sino que sigue pensando, hasta el final, libremente. Py A B ie i : Winnicott empieza por el principio. Su punto de partida x4 nino recién arrojado al mundo que, esforzada y crtati vamente, debe ir construyendo sus fronterasy, paradéjica mente, consolando su soledad, ambas coses al mismo tiempo. Por un lado, est su apasionada y exigente subjtivi dad, su gran deseas del otto lado, el objeto deseado: la madre, ysen el medio, todas las construcciones imaginables, una di ficle intensa frontera de transcién, el nico margen donde realmente se puede ser libre, es decir, no condicionado por lo dado, no obligade por las demandas propias ni por los limi- tes del afuera. EI nifo espera ala madre, y en la espera, en lt ddemora, crea ‘Winnicot llama a este espacio tercera zone o lugar poten- cial ‘A esa zona pertenecen los objetos que Winnicott lama ttansicionales-Ia manta cuyo borde se chupa devotamente, 1090 de peluche al que uno se abraza para tolerar la ausen- cia-loerituales consoladores el juego en general también, Ja cultura.0 Esta tercera zona no se hace de una very para siempre, Se trata de un tertitorio en constante conquista, nunca con- roe shana contami cx Winn. Ls enn el Doge es mone vl ‘opto? de ey agg nd ay, 197 pone scp pe Se ee dine enone ee el eae cl) gesod te Sct tee stmann decir aos) su co nor ero me oon ar recente si quistado del todo, sempre en claboracién, en permanente bacerse; por una parte, oma de intercambio entre el adenteo {el afzera, entree individuo y el mundo, pera también algo ‘ids tinica zona liberada, El lugar del hacer personal La literatura, como el arte en general, como la cultura, como toda marca humana, eté insalada en esa frontera, Una frontere espesa, que contiene de todo, e independiente: aque no pertenece al dentro, alas puras subjetividedes, nial fuera, el teal 0 mundo objetivo. Un teritorio necesario y saludable, el nico en el que nos sentimos realmente vivos, el nico en el que brilla el breve rayo de sol de los versos de Quasimodo, el tinico donde se pueden desarrollar nuestros juegos antes de la llegada del lobo. Si ese terrtorio de frontera se angosta, si no podemos habitarlo, no nos queda més que la pura subjtividad y, por tend, I locura, Ia mera acomodacién al afuera, que ena forma de muerte. La condicin para que esta fronterasigasiendo lo que debe ser es, precisamente, que se mantenga indémita, es decir, que 1o caiga bajo el dominio dela pura subjetividad ni de lo ab- solutamente exterior, que no esté al servicio del puro yo ni del pparo no-yo, La educaci6n, en un sentido mas generoso que la ‘mera ensefianza, puede contribuir considerablemente al an- gostamiento 0 ensanchamiento de este territorio necesaro, Es abi donde esta la literatura; ahi se abre Ia Grontera in-

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