Este mundo de utilidades, márgenes de ganancias y rentabilidad, de pronto, trae como efecto que a la hora de escoger una carrera universitaria el joven y sus familiares se planteen la pregunta en cuestión: ¿para qué sirven las humanidades?, ¿de qué van a servir esas carreras de letras? Si uno revisa la cantidad de postulantes a las diferentes carreras que existen en la universidad, se dará cuenta que son las carreras “pragmáticas” (aquellas que generarán un beneficio económico principalmente) las más escogidas y las más peleadas. Rotunda e indudablemente. Un alumno que piensa estudiar música, por ejemplo, que siente que es su inclinación o vocación, al final termina estudiando una carrera que garantice su futuro: negocios internacionales, ingenierías, administración, etc., porque ser músico de profesión como que no va a ser muy rentable. Y es así que a la pregunta planteada podríamos ensayar algunas respuestas: Las Humanidades: las Artes (plásticas, dramáticas, la música), la Filosofía, la Literatura son las llamadas a proporcionar las bases fundamentales para formar personas (antes que profesionales) con principios y valores (que harta falta nos hacen en todos los ámbitos) extraídas de las lecturas y experiencias de los clásicos y pensadores de toda una vida. Las Humanidades, por otro lado, podría hacer que retomemos lo que fuimos siempre, desde el inicio: seres solidarios, desprendidos, gregarios. Nunca fuimos solitarios, ermitaños o anacoretas. Podría hacer que pensemos más en el colectivo y dejemos de lado ese individualismo enfermizo que día a día nos aleja del otro. El cultivar las Humanidades podría, finalmente, hacer de nosotros personas más conocedoras, más reflexivas. Personas con opiniones propias (sic), con puntos de vista que puedan enfrentar este mundo nuestro de desinformación y noticias falsas. Dejar de lado los esquemas, los manuales, las secuencias, lo mecánico que nos convierten en meras piezas de maquinarias. Efímeras y prescindibles. Tal vez, a través de las Humanidades podríamos ser seres libres, no solo para escoger el producto y la marca a comprar, sino para elegir la manera en que queremos vivir, cuánto debemos disfrutar de la vida y cuánto le debemos dar.