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LOS ASPECTOS DE LA NARRATIVA EN EL PERSONAJE

DE JUANA
GARCÍA
EL CARNERO, DE JUAN RODRÍGUEZ FREYLE
Universidad Autónoma de Yucatán / UADY
Br. Daniel Sibaja

Introducción

La primera edición de El Carnero está registrada en Bogotá, por la imprenta de Pizano y


Pérez, en el año de 1859. Hasta el momento, no se especulaban las discusiones porvenires
sobre la obra escrita entre los años 1636 y 1638 por don Juan Rodríguez Freyle, criollo
oriundo del territorio del entonces Nuevo Reino de Granada en el siglo XVII.

Si bien ya se ha expuesto sobre la valerosa vida y obra de Freyle en el Nuevo Mundo,


hemos de notar un poco la reconsideración de los aspectos “casi” narrativos, y digo “casi”
por el motivo de polisemia hecha y derecha dentro del mismo nombre y de la obra en
general. De modo que cabe reforzar el ámbito del sema vinculado a la narrativa,
específicamente, a los aspectos del relato fantástico, poniendo como ejemplo a uno de los
personajes figurados en la obra. Muy bien

Para la siguiente indagación al mundo narrativo he de basar mis argumentos


totalmente en textos especializados en el tema. Asimismo, en el propio texto y finalmente,
en una tesis para la titulación en Licenciatura Latinoamericana de la Universidad Autónoma
de Yucatán.

Corresponde inferir toda característica del cuento en El Carnero. Por este motivo se
analizará el capítulo IX, centrándonos en el personaje de Juana García, para acrecentar los
argumentos de la narrativa. Finalmente, hemos de especificar los motivos del personaje y el
papel que desempeña en la narración. El objeto es revalorizar a El Carnero como una
crónica cargada de aspectos cuentísticos, fantásticos, propias de la narración implícita.

Hacia los aspectos narrativos

La obra de El Carnero es sin duda un texto apoyado excesivamente de la excursus1. Una


forma de observar cada de sus partes, es asimismo, comprender la esfera narrativa que
carga; esto hace exaltar el estilo narrativo de Freyle y su semejanza con algunas otras obras
crónicas, en especial con la obra de Bernal Díaz del Castillo, y su historia con rasgos
1
También podemos designarlo como una digresión, si bien, la definición específica es: “Acción y efecto de
romper el hilo del discurso y de introducir en él cosas que no tengan aparente relación directa con el asunto
principal”. Esto según la Real Academia de la Lengua Española, en su vigesimotercera edición, publicada en
octubre de 2014 como colofón de las conmemoraciones del tricentenario de la Academia, es fruto de la
colaboración de las veintidós corporaciones integradas en la Asociación de Academias de la Lengua Española
(ASALE).
novelescos. De esta forma, si hemos de evidenciar un atributo y un carácter en su estilo, es
en su educación inmersa en las letras.

Esto es lo que expone Darío Achury Valenzuela, en la parte “Entre la cruz y espada”
de su prólogo:

…nos encontramos con éste que dice que era estudiante de la escuela de Segovia, y
como tal corrió con todos sus condiscípulos a curiosear el lugar donde ocurrió la trágica
muerte de Juan de los Ríos, hecho que tuvo lugar en 1580. Luego anota que era estudiante
de Gramática cuando, con su condiscípulo Villardón, estuvo curioseando la llegada de los
alguaciles embaucados por Roldán desde un corredor de la casa de Monzón, hecho que
ocurrió también en el mismo año de 1580. (Rodríguez Freyle, 1979: xvii)

De modo que inferimos parte de la perspectiva de Freyle y su erudición desarrollada, sobre


todo en las “escuelas públicas”, así en una mera clasificación a la materia de “estudio de la
lengua latina”, atribuido en el siglo XVI y XVII (Rodríguez Freyle, 1979: xvii). Justamente
estamos, no sólo ante los indicios de su formación de carácter en su estilo narrativo sino
también ante su gusto por los rumores, la narración popular fonológica, abundante y muy
rica para la narrativa cuentística.

Por otro lado, en su afán de cronologías históricas, nos encontramos con el arraigado
vínculo con algunos cronistas en su momento. Y es que fue cotidiano y vivencial su
contacto con este tipo de escritura, así lo demuestra también Achury Valenzuela, en
“Cronistas e historiadores concurren en Santafé”:

Tres años antes del arribo de Ocáriz a Santafé, fray don Pedro Simón fue elegido
Custodio o Provincial de la Orden franciscana del Nuevo Reino. En el mismo año
—1623— comenzó a escribir sus Noticias Historiales. Rodríguez Freyle tenía a la sazón 57
años y fray Pedro andaba por los 49. Es posible que éstos hubieran tenido un trato y
comunicación. Rodríguez cita en cinco ocasiones distintas, por haberla leído, la primera parte
de la Noticias Historiales, publicada en Cuenca en 1626. (Rodríguez Freyle, 1979: xliii)

Entonces nos encontramos con los indicios hacia algunos de los propósitos del autor, una
justificación y su motivo, todo esto en dirección a la polisemia del título: “La palabra
Carnero significa: osario, fosa común y sepultura de muertos, según los diccionarios de
Percivale, Oudin, Franciosini, Henríquez Hyberno, Sobrino, Covarrubias y Diccionario de
autoridades.” (Rodríguez Freyle, 1979: l). Es producto de una correspondiente definición
de varios significados, o es en la intención de un debate ante el título de la obra, esto
también se puede ampliar siguiendo el prólogo de Achury Valenzuela: “A la palabra
Carnero se le da igualmente el significado de lugar o depósito donde se echan o guardan los
papeles inútiles o viejos en vez de ser incinerados.” (Rodríguez Freyle, 1979: li). Otro
ejemplo2. Concierne especificar en palabras del autor, esta varia significación, y observar su
intención en “Amigo lector”:

Y volviendo a mi propósito digo, que aunque el padre fray Pedro Simón en sus escritos
y noticias, y el padre Juan de Castellanos, en los suyos trataron de las conquistas de estas
partes, nunca trataron de lo acontecido en este Nuevo Reino, por lo cual me animé yo a
decirlo; y aunque en tosco estilo, será la relación sucinta y verdadera, sin el ornato retórico
que piden las historias, ni tampoco llevará ficciones poéticas, porque sólo hallará en ella
desnuda la verdad. (Rodríguez Freyle, 1979: 6)

Notamos la negación a toda forma literaria. Pero, ¿no es acaso, la obra, quien por su género
puede atrapar con su perspectiva la realidad? La atemporalidad se vuelve entonces un
acierto para no relacionarla. En el ensayo de Juan Manuel Cuartas dice: “En relación con el
género de El Carnero, resalta un fenómeno de gran interés: el género literario practicado
por Freyle en su obra está determinado en su forma por el momento histórico en que se
dio.” (Cuartas, 1991: 500) Sin embargo, los aspectos narrativos se dan implícitamente, y
son producto de riqueza en la obra. Cuartas nos recalca que:

El relato corto no abarca entonces el mundo que expone, sino que, como forma
contestataria de determinada regencia ideológica, describe lo extraño, lo anormal, lo
contradictorio, lo estrambótico, etc., con el fin de identificarse más bien con la naturaleza
humana (o forma individual y controvertible de las estructuras ideológicas de una sociedad
y de un momento determinados). (Cuartas, 1991: 502)

Asimismo, Raquel Chang-Rodríguez menciona y nos esclarece en su análisis al prólogo:


“Aunque el cronista quiera evitar el 'ornato', no podrá evadirse de la influencia del gusto
literario imperante: su narración se adornará con razonamientos filosófico-morales para
ubicar los acontecimientos en un plano universal. Los sucesos de la vida neogranadina
emanan de la matriz común de la conquista y colonización.” (Chang-Rodríguez, 1974:
179).3 (BIEN)

Antonio Flores Ramayo, en su tésis nos habla de la ambigüedad en el análisis de su


género: “Así, El carnero navega entre diversos géneros y emplea, en su mayoría, elementos
pertenecientes a la crónica, las relaciones, las colecciones exemplum y la picaresca, que
forman parte de la tradición escolástica del autor.” (Flores Ramayo, 2013: 7) . Sin embargo,
su relación con el relato gira entorno a su posición social de la época, puede entonces
recibirse el ambiguo objetivo del autor en tanto a su tiempo, esto nos lo dice Cuartas en su
ensayo: “Ante esta realidad socio-histórica, Rodríguez Freyle opta por la realización de una
colección de historíelas que, miradas particularmente, reflejan la incapacidad del autor para
globalizar el mundo al cual alude.” (Cuartas, 1991: 501). Así, pasamos a señalar que las
“historielas” son la base del excursus en cada uno de los capítulos.

2
Para más información se recomienda leer “De la palabra ‘Carnero’ y su polisemia”, del prólogo de Achury
Valenzuela. (Rodríguez Freyle, J. 1979: l-lvi).
3
Las intenciones del autor siguen siendo un tema de discusión, sin embargo, exhorto a leer el análisis de
Raquel Chang-Rodríguez, para una compresión sobre el objetivo que plantea Freyle en su obra.
Entonces sabemos que “En contraposición, la historíela se diferencia de la crónica por
sus imprescindibles precisiones de fechas, nombres, cifras, lugares, además de su
recurrencia a ejemplos históricos que sirvan de espejo a los intereses morales del relato.”
(Cuartas, 1991: 503). ¿Cuál es la relación entre la historiela y el cuento? Cuartas menciona
que en similitud es: un relato breve, y por otra, es el desarrollo de una anécdota. Las
múltiples voces narrativas al gusto del autor constituyen una autonomía en su expresión,
esto es: una realidad histórica o imaginada. (Cuartas, 1991: 503)

Juana, “La Bruja” y el agua

Podemos encontrar estos aspectos centrándonos en el capítulo IX de la obra, para llevarnos


finalmente a ejemplificar los aspectos de la narrativa en los personajes y en la estructura
hibrida de Freyle. Pasemos entonces a relacionar éstas características con el texto. Es
extraordinario como el autor construye a Santafé, lugar donde se desarrolla la siguiente
anécdota. Podríamos señalar un acercamiento a la diégesis en el que vemos al personaje de
Juana García, esto es muy bien relacionado con las referencias a la biblia. Asimismo, me
rememora a la importancia del nombre de los personajes y los artefactos que en ellos
propone el autor. Tanto así, podríamos hasta compararlo con la construcción del personaje
de Susana San Juan en la novela de Pedro Páramo, de Juan Rulfo. Una referencia bíblica
inmediata, intencionada. Entonces hay que separa la narración crónica de la historiela (o
bien, relato, cuento; en esa brecha que hay entre ficción-realidad).

Al principio del año 1553, entró en este Nuevo Reino el señor Obispo don fray Juan de los
Barrios , del orden de San Francisco, el cual nos trajo consigo a mis padres. En este tiempo
había una cédula en la Casa de Contratación de Sevilla, por la cual privaba a su Majestad el
Emperador Carlos V, nuestro rey y señor, que a estas partes de Indias no pasasen sino
personas españolas, cristianos viejos y que viniesen con sus mujeres. Duró esta cédula
mucho tiempo. Ahora pasan todos; debióse perder. (Rodríguez Freyle, 1979: 209)

Como se observa, en este párrafo podemos inferir el rasgo cronístico de la obra. Un tanto
autobiográfica, y a fin de describir la situación social y política del momento. Se refiere al
destinatario, “el Emperador Carlos V”, y se nos presenta al personaje de fray Juan de los
Barrios, el cual tomará un papel importante en el capítulo, pues no es sino el oidor, y el que
lleva la batuta de la historia de Juana García.

Más adelante notamos el excursus pues toma lugar la historia de Juana García y se
deja a un lado las labores de oficio del fray Juan de los Barrios. Cabe señalar que hay que
prestar mucha atención al nombre “Juan”, que por mera coincidencia resalta mucho su
vínculo durante la crónica, la autobiografía, y en el personaje mismo de “La Bruja”.

En las flotas que fueron y vinieron de Castilla después de la prisión de Montaño, pasó
en una de ellas un vecino de esta ciudad, a emplear su dinero; era hombre casado, tenía la
mujer moza y hermosa; y con la ausencia del marido no quiso malograr su hermosura, sino
gozar de ella. Descuidóse e hizo una barriga, pensando poderla despedir con tiempo; pero
antes del parto le tocó a la puerta la nueva de la llegada de la flota de Cartagena, con lo cual
la pobre señora se alborotó e hizo sus diligencias para abortar la criatura, y ninguna le
aprovechó. (Rodríguez Freyle, 1979: 211)

El cambio viene una vez incluido el diálogo, pues en ello se abate el centro del relato, una
relación entre ficción y realidad. La protagonista pasa a ser Juana García: una mulata,
considerada bruja, en cuanto a sus dotes y remedios.

Procuró tratar su negocio con Juana García, su comadre; ésta era una negra horra que
había subido a este Reino con el Adelantado don Alonso Luis de Lugo; tenía dos hijas, que
en esta ciudad arrastraron mucha seda y oro, y aún trajeron arrastrados muchos hombres de
ellas. Esta negra era poco voladora, como se averiguó; la preñada consultó a su comadre y
díjole su trabajo, y lo que quería hacer y que le diese remedio para ello. (Rodríguez Freyle,
1979: 211)

Entre el diálogo se sugieren los remedios; la usanza del agua se hace presente una vez
direccionada las características fantástica, porque qué es sino fantasía, los dotes de Juana
García.

Al día siguiente volvió la comadre, la cual la noche pasada había hecho apretada la
diligencia, y venía bien informada de la verdad. Díjole a la preñada: “Señora comadre, yo
he hecho mis diligencias en saber de mi compadre: verdad es que la flota está en Cartagena
pero no he hallado nueva de vuestro marido ni hay quien diga que viene en ella”. La señora
preñada se afligió mucho, y rogó a la comadre le diese remedio para echar aquella criatura,
a lo cual le respondió: “No hágais tal hasta que sepamos la verdad, si viene o no. Lo que
podéis hacer es… ¿veis aquel lebrillo verde que está allí?”. Dijo la señora, “sí”. “Pues,
comadre, henchídmelo de agua y metedlo en vuestro aposento, y aderezad que cenemos,
que yo vendré a la noche y traeré a mis hijas, y nos holgaremos, y también prevendré algún
remedio para lo que me decís que queréis hacer”. Con esto se despidió de su comadre, fuese
a su casa, previno a sus hijas, y en siendo noche se fue justamente con ellas a la casa de la
señora preñada, la cual no se descuidó en hacer diligencia del lebrillo de agua. (Rodríguez
Freyle, 1979: 212)

La primera presencia del agua nos hace inferir el artefacto mágico del personaje. Cabe
señalar el parecido de su oficio a la de La Celestina, y la herramienta de intermediador, que
juega su papel, pero en aquí en búsqueda del adulterio. De esta manera, el agua, pasa a ser
el elemento principal, representativo del personaje de Juana García. Si bien, esto es
referencia a San Juan Bautista, en su aspecto bíblico y en tanto a su rol en la historia. Su
nombre, su oficio y su objeto mágico. Por medio del agua, revela las malas hazañas del
marido, y hace presente la manga que de ella saca y traspasa a la preñada.

Hay que tomar en cuenta también, la situaciones de la sociedad en la época, de esto


nos puede hablar la tésis de Flores Ramayo, el cual nos explica de esta manera: “Dentro de
la cultura occidental, la Iglesia se había apropiado de un papel importante en la producción
de la ‘verdad’, reglamentando la conducta de los individuos; apoyada sobre todo en el
dominio que había adquirido en lo concerniente a uno de los ámbitos más vulnerables y
privados del ser humano: la sexualidad.” (Flores Ramayo, 2013: 18). En tema de un
análisis en cuanto al rol de la mujer y de los tabúes que se nos presenta, es bien referido
todo lo que implicaban las leyes hasta ese momento. Flores Ramayo nos recalca que
“El sistema de confesión adquirió la dimensión de mecanismo penitencial que jugaba un
doble papel: al mismo tiempo que mantenía a la sociedad sujeta a la ejecución de una moral
escrupulosa, también funcionó como una primordial fuente de información para el clero,
que de esta manera podía vigilar a la comunidad, y en consecuencia realizar determinadas
acciones en beneficio de intereses particulares.” (Flores Ramayo, 2013: 18). La autoridad
eclesiástica toma un papel importante y es clara la ejemplificación encontrada. Todo esto
sigue recayendo en un objeto simbólico entorno al agua. “Según cuenta Freyle, García mete
la mano en el lebrillo y, de la escena que presencian en el agua, toma unas tijeras y corta
una manga del vestido, la cual entrega a su comadre como muestra de la infidelidad.”
(Flores Ramayo, 2013: 20). De modo que el agua es el aspecto fantástico, el elemento
importante que da pie a la narrativa en su conflicto durante toda la anécdota y por supuesto,
el ejemplo de referencia bíblica, que argumenta la construcción en una diégesis
extraordinaria e implícita en el capítulo.

Conclusiones

Juana García representa un lugar importante en la obra de Juan Rodríguez Freyle. Es un


personaje esencial para el entendimiento del aspecto narrativo en El Carnero. Una mezcla
entre la narrativa fantástica, que toma como elemento al agua. En su ímpetu de contar una
historia y de evidenciar los pasajes de la costumbre y sociedad de Santafé, ella toma lugar
como protagonista del capítulo. Cabe recalcar que el carácter del autor está presente, y los
objetivos implícitos son a su vez: una base que demuestra el porqué de los hechos, la
mezcla de los géneros literarios, que toma lugar en cada confrontación de un análisis libre,
asimismo, la acreditación de su ambigüedad. Advierte, de este modo, la actitud de la época;
corrigiendo todo acto inmoral, tomando apoyo en el reflejo sacado de la digresión: un valor,
una aprehensión, una paradoja entre los comportamientos cristianos y la inmoralización de
la sociedad neogranadina. En el ámbito narrativo es y seguirá siendo, un personaje que
representa todo este sistema adoptado por el Nuevo Mundo. Una obra que está enteramente
apegado a los aspectos cuentísticos.

MÉRIDA, MARZO DE 2017

EXCELENTE DANIEL. FELICIDADES…. LAS NOTAS SOLO SON PUNTOS DE DISCUSIÓN, PARA
GENERAR UNAS IDEAS; EN CUANTO EL ARGUMENTO, TRABAJAS MUY BIEN LA OBRA Y LAS
FUENTES CONSULTADAS, PODRÍA MEJORAR EL ENSAYO EN CUANTO ORGANIZACIÓN DE IDEAS –
DESARROLLAR CON MAS CLARIDAD EL EJE DEL ARGUMENTO –ES VECES TRATAMOS DE ABORDAR
“TODO”, Y QUEDA DISPERSO, PERO EN REALIDAD ES MUY BUENO EL TRABAJO.
Bibliografía

Chang-Rodríguez, R. (1974). “El 'Prólogo al lector' de 'El Carnero': guía para su lectura”.
Bogotá, Colombia: Thesaurus, No. 1 (Tomo XXIX). Consultado en:
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/29/TH_29_001_177_0.pdf 1 de marzo de 2017.

Cuartas, J. (1991). “El género narrativo de ‘El carnero’ en relación con su momento histórico”.
Bogotá, Colombia: Thesaurus. Boletín Del Instituto Caro Y Cuervo.,
No. 3 (Tomo XLVI). Consultado en:
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/46/TH_46_003_125_0.pdf 1 de marzo de 2017.

Flores Ramayo, A. (2013). La crónica de la transgresión: rumor y redes de poder en "El Carnero".
(Licenciatura). Mérida, México: Universidad Autónoma de Yucatán.

Rodríguez Freyle, J. (1979). El Carnero. Caracas: Biblioteca Ayacucho. Consultado en:


http://www.biblioteca.org.ar/libros/211557.pdf 1 de marzo de 2017.

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