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Sara Ahmed Fenomenologia Queer: orientaciones, 2 objetos, mW Iza Consejo editorial ‘Maria Eugenia Aubet - Manuel Cruz Rodrfguez - Josep M. Delgado Ribas - Oscar Guasch Andreu - Antonio kzquierdo Escribano - Raquel Osborne - R. Lucas Platero - Oriol Romanf Alfonso - Amelia Saiz Lopez - Verena Stolcke - Olga Vifluales Sarasa Serie General Universitaria - 224 SARA AHMED FENOMENOLOGIA QUEER: ORIENTACIONES, OBJETOS, OTROS Tradwectén de Javier Séez del Alamo edicions bellaterra isto de acetals: Joaquin Monelds Dice den eubicra: ivi Garcia Apuime ‘snw-cartonve nt ‘Thao orginal: Quer Phenomenology © Sara Abed, 2018 Pblicad por Duke University Press, 2006 © Javier Sez del Alamo por I uaducin 2019 (© Escions Belaera, S1..2019 ‘Navas de Toes, 289s 08026 Baeelone www ed ellaera com ‘esto dm de deo nie taco yy jor pesto legen ress. epoca prc de exo ar moons se ere o cinco male nexmayakue’ cau So ea cee enchant pray pr ero exes el copia Eons CDR (Cea spat de ern Hepopi pwn aim ot) nea ors se tmpmens decane agree eo Priel Sn ISBN: 978.84.7200.936-7 {pres por Romanya Vals. Capes (Barclon) ‘He disfrutado mucho escribiendo este libro. Nunce pensé que acabarta ‘escribiendo sobre mesas queer, me divert{ con algunos visitantes ines- Prados. Amplio mis agradecimientos a todas las personas que me han Aayudado, especialmente a mi familia y @ los amigos y amigas de Aus- ‘alia. He sido muy afortunada por poder estar en un grupo de escrito- ‘fas con Mimi Sheller e Imogen Tyler. Gracias a ambas por haber sido ‘unas agudas y cuidadosas lectoras de todo el texto, asf como verdade~ ‘as amigas. Sarah Franklin ha compartido numerosas conversaciones ‘conmigo sobre mesas, iineas y otros puntos, y he aprendido mucho de ‘sus reflexiones sobre las ovejas. Mi agradecimiento también es para Ken Wissoker y Courtney Berger por su excelente apoyo editorial. ‘Saludos a quienes me han visitado en Londres, especialmente Simon ‘O'Sullivan, Jonathon Keane, Elena Loizidou, Catarina Landstrom y ‘Mariam Fraser. Gracias también a mi equipo del proyecto de divs ddad: Elaine Swan, Sevgi Kilic, Shona Hunter y Lewis Turner. Ha sido enial estar involucrada en un proyecto empitico mientras eseribta ¢ste libro porque eso le ha dado un Fundamento diferente a mi trabajo. Asum/ un nuevo puesto en el Goldsmiths College durante la época en ‘que escribi este libro, y me gustaria agradecer a mis nuevos colegas [por proporcionarme un espacio tan agradable y atractivo para trabajar. Y, finalmente, gracias a todas las personas que asistieron a los semina- tios que impartf en la Universidad de Leeds Metropolitan, la Univer- sidad de Stony Brook, el Instituto Universitario de Dublin, la Univer- sidad London Metropolitan, la Universidad de Durham, Five Colleges ‘Women’s Studies Research Center, la Universidad de Essex, el Insti- tuto Goldsmiths, y el Kings College por sus aportaciones en diferen- tes partes de este proyecto, Estoy especialmente agradecida a todas las personas que me contaron historias, anéedotas y referencias sobre esas, indice Introduccion, 11 1, Orientaciones hacia los objetos, 43 2. Laorientacién sexual, 95 3. Oriemey otros otros, 155 Conclusion: Desorientaciny objtos queer, 217 Referencias bibliogrificas, 245 Introduccién Encuentra tu camino 2Qvé significa estar orientado? Este libro comienza con la cuestiGn de la orientacién, de como Hegamos a encontrar nuestro camino en un mundo que adquiere nuevas formas, dependiendo de qué camino siga- mos. Si sabemos dénde estamos cuando vamos hacia aqui o hacta ald, tentonces estamos orientados. Tenemos nuestras referencias. Sabemos ‘qué hacer para llegar a este lugar 0 a aquel. Estar orientado también supone dirigirse hacia ciertos objetos, aquellos que nos ayudan a en- ‘contrar nuestro camino. Estos son los objetos que reconocemos, de ‘modo que cuando estamos ante ellos sabemos en qué direceién va- ‘mos. Puedlen ser puntos de referencia u otras signos familiares que nos ‘dan nuestros puntos de anclaje. Estén dispuestos en el suelo y erean tun terreno sobre el cual podemos reunimnos. Y, sin embargo, 1s obje- tos se disponen de muy diferentes maneras, creando diferentes terre- nos. {Que diferencia marca «eso» hacia lo que estamos orientados? ‘Mi interés en esta amplia cuestién de a orientacién est motiva- do por un interés en la cuestiGn especifica de la orientacién sexu {Qué significa vivir la sexualidad como orientada? ;Qué supone hacia «qué» o hacia «quién» estamos orientados en la propia direcci¢n de nuestro deseo? Si la orientacién es una cuestién de cémo habitamos el espacio, ‘entonces la orientacién sexual también podria ser una cuestién de re- sidencia: de cSmo habitamos los espacios, asf como «con quién» o ‘«con qué habitamos los espacios. Después de todo, gedgrafas queer ‘nos han mostrado emo se sexualizan los espacios (Bell y Valentine, a ____rerectogia gueet 1995, Browning, 1998, Bell, 2001). Si ponemos en primer plano el cconcepto de «orientaciGn», entonces podemas teorizar de nuevo esta sexualizacién del espacio, asf como también la espacialidad del deseo sexual. ;Qué significarfa para los estudios queer plantear la cuesti¢n de «la orientaciGn» de la corientacién sexual» como una cuestisn fe- nomenol6gica’ En este libro abordo el concepto de orientacién como luna forma de situar los estudios queer en un didlogo mas cercano con la fenomenologta. Exploro el concepto de «orientacién» a través de diferentes lugares, espacios y temporalidades. De este modo, intemtaré plantear una nueva forma de pensar sobre la espacialidad de la sex lidad, del género y de la raza. Ademés, en este libro ofrezco una apro- xximacin a ¢6mo los cuerpos toman forma ditigiéndose hacia objetos {que son alcanzables, que son accesibles dentto del horizonte corporal. Este enfoque deriva de mi compromiso con fa fenomenologia, aunque ‘no es «propiamente» fenomenoldgico; y, de hecho, sospecho que una fenomenologia queer podria mas bien disfrutar de ese fracaso en ser lo apropiado. Aun asf, es apropiado preguntar: ;por qué comenzar con I fenomenologia? Comienzo con ella porque la fenomenologia hace de la «orientacidn» algo central, en su propia idea de que la conciencia siempre est dirigida «hacia» un objeto, y por su énfasis en la expe- riencia vivida de habitar un cuerpo, lo que Edmund Hussert llama el ‘cuerpo viviente» (Leib).' La fenomenologta puede ser un recurso 1._Lafenomensogia tos aporta un conjuto de beraments par pensar sobre lo en orginal inglés, por Ia referencia a tables; N. del tambien es un elemento ‘sanvencional en In escritura filosfica Tal y como nos mucstts Michel Foucault sie ‘mete> cuando se ulin en ext vedo funciona como un dispositive de orden, gue erite «tl peesumiento evar cabo un ordenanient de os seres. una repartiidn on lass un agrupamicnin nominal pore cual se designan sts semejanras y sus deren, ins (2002, p. xi). Noes casualidad que Ia palabra emesas apumte a et ncn tn able es ya vo forma de ordena betes, de reunilos 3 ae. vi gas.en tomo al el podemos tb. Tambien e il recordar 9249 para also come na metafora esencial. Por ejemplo, be ropa conciencia hs sido represenada por media de la metafors dela wee: but asa a pigarr en benc0 ldabula en lat, table en inglés, mese cn castellan Nd loge sespera» una escrtua, esas «marease que Lantana! po Fealdad dels. La vida comienza con un esritra see la ‘esa, que e¥osa el futuro como una marca del present: cuando decimos sla ev ‘sth en i mesa eso implica que un fur especticn ya ba sido decid, Le pare! de la mesa como dispositivo de apoy9 toma diferentes formas, depenieade de que ‘ipo de apoyo le pe que aporte Introduces 15 Perficie horizontal «destinada» a la escritura. La mesa podrfa incluso tomar la forma de esta intencién (ver capitulo 1). Como apunta Ann Banfield en su maravilloso libro The Phancom Table: «Mesas y sillas, las cosas mas cercanas para el fildsofo sedentario, que viene a ocupar las cétedras’ de filosofia, son los muebles de “esa habitacisn propia” desde la cual observamos el mundo real» (2000, p. 66). Las mesas estén «cerca, a mano», junto con las sllas, como muebles que asegu- ran el «lugar» mismo de la filosofia. El uso de las mesas nos muestra ‘en parte le orientacién misma de la filosoffa, mostréindonos lo que est ppréximo al euerpo del fildsofo 0 filésofa, 0 «eso que» entra en contac- to «com> su cuerpo. EI modo en que aparece la mesa puede depender de las diferentes orientaciones que la filosofia toma respecto a los ab- {jetos con los que entra en contacto* Ee scar eet a eo caiscueecieree emir Secrets ier, eee eraser mee 7 See oceania me aearnetis an aneawagmneee amie eee cence crea ene creer een etree eee ree oy ed eccrine rae een name ee Seana anes Sores ene eer ee eee ae siemens eee eee emer ear oeerencmneee Mano enna J Deez como le Sees ej cn el dbl setida de tbls en ae Eee eee etapa eee smanrre rete eee Pt easier eee ereicsecanmem erect one 16. Fenomenologia queer ‘Aunque no sea sorprendente que el cbjeto sobre el cual se produ ‘e la escrtura aparczca en la misma, también podemos setialar que sta escrtura le dala espalda a la mesa. Asi, incluso sila mesa apare- €, parece que lo hace solo como los rasgos de fondo en un paisaje {ue est leno de muchos objetos que se entrevén. Tal y como propon- g0 en el capitulo 1, este destiero de a mesa al fondo es evidente en la ‘obra de Husser, aunque este nos haga volver al objeto. Aunque la mesa se materialice, a menudo desaparece de la Vista, como un objeto «des- dle» el que pensar y hacia el eval dirigimos nuestra atenci6n. En este libro coloco la mesa «en la parte delantera» de la escritura, en parte ara mostrar emo ese «qué» pensado «desde» es un dispositive de ‘rientacin. Al llevar a frente lo que ests sdetris» podemos queeri- 2a la fenomenologia creando un nuevo éngulo, en parte leyendo desde ¢! dngulo de la escritura, en el «qué» que aparece, Queetizar la feno- ‘menologia supone proponer un «punto de vistan* diferente del con- ‘cepto mismo de orientacisn. ‘Qucerzar ia fenomenologa también es proponer una fenomenolo- ‘fa queer. En otras palabras, lo queer no tiene una relacin de exterio- Tid respecto a aquello con lo que entra en contacto. Una fenomeno- Jogia queer puede identificar lo que hay de queer en la fenomenologia {¥ usar ese cualidad queer para proponer puntos de vista bastante dife- tentes, Después de todo, Ia fenomenologia esté lena de momentos queer; por ejemplo, los momentos de desorientacién que propone Maurice Merieau-Ponty implican no solo «la experiencia intelectual del desorden, sino la experiencia vital del vértigo y de la néusea que la consciencia y el horror de nuestra contingencia» (2002, p. 296). Fenomenologia de (a percepcién wos explica cémo esos moments se ‘amos una exposicion del papel especfio de las emesis» en la trac filostica britniea, come su ejemplo Bisco de un objeto extero y familar.) ademas se ner. ‘8 porel iso que hace Virginia Wool de las mesa ens esritera, como una forma de Ailopar com es tradicion 5. Trntucimos el verbo to queer por queetzer, dado ve eta palabras ura ya en ‘muchos textos en castellano. Este verbo tcne don sighficado e ingles, malograr © ‘strnpear (aqui, aruinaro subvert la fenomencloga) hacer ue algo se vuelva raoe,y ambi apicar una leetura erica desde la dsidencia stl radical, no he ‘ecovis-centmda, de minorisrciles 0 de clase bjs (a ranorariconiza, bolle ‘aia fevomenologh) La uaora fo utliza en los do sentdos ala ver. (¥.delT) 6. Juego de palabras con slant, que signi punto de vat, pero tami inbino> «a, La autora utiliza mackas palabras lopoldpoas 0 de posicitn con dobe sentido, (Wiel, Anwextccion 7 superan cuando los cuerpos se reorientan, Pero si nos mantenemos en 505 momentos podemos lograr una orientacicn diferente respecto a ‘ellos; tales momentos pueden ser una fuente de vitalidad, y también de Vértigo. incluso podemos encontrar placer y exeitacidn en el horror. ‘En esta propuesta de fenomenologia queer, estoy en deuda con Ia obra de feministas, queer y antiracistas de la academia que han traba- Jado de forma creativa y rfica eon Ia tradcién fenomenol6gica. Esto incluye a fil6sofas del cuerpo feministas como Sandra Bartky (1990) Itis Marion Young (1990, 2005), Rosalyn Diprose (1994, 2002), Judith Butler (19974), y Gail Weiss (1999); trabajos anteriores de mujeres jogas como Edith Stein (1989) y Simone de Beauvoir T1997}; obras recientes sobre fenomenologia queer (Eryer, 200% fenomendlogos de Ia raza como Frantz. Fanon (1986), Lewis R. Gor- ‘don (1985), Linda Alcoff (1999), ‘Alo largo de la redaccicn de este trabajo, he aprendido no solo a ‘pensar emo la fenomenolopia se puede universalizar a partir de una " yivencia corporal especifica, sino también qué se deriva «de forma ‘eteativay a partir de esta critica, en ¢] sentido de lo que nos permite “pensar y hacer. Fildsofos y filésofas feministas, queer y eriticas de la ‘raza nos han mostrado que las diferencias sociales son un efecto de “e6mo los cuerpos habitan los espacios con otras personas, y han hecho é en los aspectos intercorporales de habitar un cuerpo. Tam- ‘estoy en deuda con generaciones de escritoras feministas que nos ‘emplazado a pensar desde los «puntos» en los que estamos situa- 'y que han reivindicado una politica de! lugar como una forma de situada (Lorde, 1984; Rich, 1986; Haraway, 1991; Collins, slat, or semplo qu oh de Fath tins Iasmpat conse a en alge Gace. Popons que In empatinpicsonentatncs cambios shes istyran on tcc a} mon cc oblong igen neve del tun espa mae pst 7 enn 6p. Fal ec ao ea rns re Wzho shri ls ness de ene con Has con urs menoo wo ovban conic ue sume e Hassel) ae iene manure fs pobicno psamaretecomocl gun lumen ear, Sts bce hiner en asecortercpores de experi vd fopercsicedare en del ccurpo atmos Como cviviens~y come sooo UBB. 3)En macs aspect ene poner come Ort Wels 3 Ro- ‘apse, quienes esac ns inensincsimeyerprls dea experienia Iurien vnc como sgsdnas Sel tbajo Se ti sngue a feacin noc Fenomenclogis quest 1998), ¥ con las escritoras feministas negras que han afrontado le diff- cil tarea de pensar en oémo se articulan la raza, el género y la sexuali- «dad, como lineas que se cruzan y se encuentran en diferentes puntos (Lorde, 1984; Brewer, 1993: Smith, 1998). Mi tarea aqui es besarme en este trabajo reconsiderando Ta natal la» de estos pun- ae fo Ta haturaleza «orientada» de estos pun La fenomenologta no ¢s el inico material utlizado para formular tun modelo queer de las orientaciones: ademas de los estudios queer, la teorfafeminista y la teorfa critica de la raza, este libro también toma ‘ideas del marxismo y del psicoanlisis por su interés en e6mo los ob- Jetos y los cuerpos adquieren orientaciones en parte por cémo xapun- tan» unos a otros. Por medio del uso de dos estrategias simultdneas —dueerizar la fenomenologiay llevar la weorfa queer hacia la fenome- nologia— el libro quiere mostrar eémo los cuerpos son marcados por «1 género, sexualizados y racializados en funcign de cémo se disponen cen el espacio, como una disposicién que diferencia entre «izquierda> Y «derecha», adelante» y «detrés», «arriba» y «abajo», asi como «cer. ca» y lejos». Lo que propongo, en otras palabras, es un modelo de ‘cémo los cuerpos llegan a orientarse en funcién de como consideran €l tiempo y el espacio, Mi objetivo no es decidir qué tipo de fenomenologia deberia dopase, come isc eneno sme aver que maa forme de ste libro. Después de todo, tanto los estudios queer como la fenome- ‘nologta implican diversas historias intelectuales y politicas que no Pueden estabilizarse como objetos que pudieran darse a los demés. En su lugar, mi tarea es trabajar desde el concepta de worientaciones tal ¥ como ha sido elaborado en algunos textos fenomenolégicos, y hacer de ese concepto mismo el lugar para un encuentro. ;¥ qué ccurre si ‘empezaimos desde este punto? Puntos de partida Para lograr orientarnos, podemos suponer que primero tenemos que ex- Perimentar Ia desorientacidn. Cuando estamos orientados puede que ni siquiera nos demos cuenta de que lo estamos: puede que incluso no ensemos en «pensar» sobre este hecho. Cuando experimentamos la Introduces 18 desorientacicn, podemos sentir la orientacidn como algo que no tene- ‘mos. Después de todo, ls conceptos a menudo se muestran a sf mismos como cosas «con» las que pensar cuando no consiguen ser traducidos en una realidad © en una accién. Con este tipo de desoriemtacién po- ddefamos empezar & preguntarnos: ;qué significa estar orientado? {gCémo empezamos a saber o a sentir dénde estamos, 0 incluso a da de vamos, alineéndonos con las caracteristicas de los tertitorios que habitamos. el cielo que nos rodea, las lineas imaginarias que atravie- ‘san los mapas? ¢Cémo sabemos hacia qué lado girar para llegar a nuestro destino? Si entendemos emo logramos orientarnos en momentos de de- sorientacién podemos aprender en primer lugar qué significa estar orientado. Kant, en su ensayo clisico «;Cémo orientarse en el pensa- Imiento?» (1786, citado en Casey, 1997) comienza precisamente con ‘este punto. Utiliza el ejemplo de andar con los ojos vendados en una hhabitacién desconocida. No sabes dnde estés, o emo se relaciona ta posicidn con la forma de la habitacién, entonces jesmo encontrarfas tu camino a través de la habitacién? {Cémo encontrarfas el camino hhasia la puerta para salir de 1a habitacin? Kant explica que lograr Crientarse en esta situacién depende de conocer la diferencia entre el Jado izquierdo y el lado derecho del cuerpo. Esta diferencia, a su ver, -muestra que la orientacién no depende tanto de la relacidn entre los ‘objetos dispuestos en el espacio (por ejemplo, entre ta sila y la mesa), ‘sino de cémo el cuerpo ocupa ese espacio. Solo podemos encontrar ‘nuestro camino en un cuarto oscuro si conocemos la diferencia entre Jos lados dei cuerpo: «no tardo en orientarme gracias al mero senti- ‘miento de una diferencia entre mis dos lads» (citado en Casey, 1997, 1p. 20: ver también Kant, 1992, p. 367). Fl espacio por tanto se con- vierte en una cuestién de «orientarse», de las direcciones tomadas, 10 {que no solo permite que las cosas aparezcan, sino que ademds nos habilita para encontrar nuestro camino través del mundo al situarnos en telacidn con esas cosas. El concepto de «orientacidn» nos permite asf repensar la feno- ‘menalidad del espacio —es decir, edmo el espacio depende de la vi- ‘vencia corporal. Aun ast, para mi, diferenciar izquierda y derecha, este yyoeste, delante y detras no necesariamente significa que sepa a dénde fsioy yendo, Puedo estar perdida aunque sepa emo orientarme, a este Jado 0 a aquel lado. Kant describe las condiciones de posibilidad para 20 Feaomenologia queer {a orientacién, no eémo conseguimos orientarnos en situaciones con- cretas. En Ser y riempo, Martin Heidegger retoma el ejemplo de Kant de andar con los ojos vendados en una habitacicn a oscuras, Para Hei- degger la orientacién no se basa en diferenciar entre los lados del ‘cuerpo. que nos permite saber hacia qué lado giraros, sino en la fa~ millaridad con el mundo: «Yo me oriento necesariamente en y por un ya estar siendo.en medio de un mundo «conocido» (1973, p. 144). La familiaridad es —por asf decirlo— lo que viene dado, y al venir dado “le da» al cuerpo la capacidad de orientarse en este sentido o en aquel Por tanto, la orientacidn se convierteno solo en una cuestin de eximo sencontramos nuestro camino», sino de esimo llegamos a «sentienos encasan. Analicemos fa diferencia que supone caminar con los ojos ven- dados en una habitacién que nos es familiar en comparacién con una {ue no Io es. En una habitacién que nos es familiar ya nos hemos des- Plazado antes. Podemos tocar algo,,y al sentir eso que sentimos —por ejemplo, la esquina de una mesa— descuirimos en qué direccicn es- tamos orientados. Orientarse implica alinear el cuerpo y el espaci solo sabemos en qué direccién girar una vez que sabemos en qué sen- tido estamos orientados. Si estamos en una habitaciGn desconocida, una cuyas formas no forman parte de nuestro mapa mental, la ubiea. iGn no es tan fécil. Podemos tocar algo, pero lo que scntimos no ne- ‘cesariamente nos permite saber en qué sentido estamos orientados: es ‘una carencia de saber que supone una inseguridad sobre hacia dénde gira Al mismo tiempo, nuestra familiaridad con cieras habitaciones, incluso oscuras, puede permitimos determinar nuestro rumbo, Pode mos extender Ia mano y sentir una pared. Saber odio es el tacto de una pared, o incluso lo que hace (que marca, por asf decirlo, el limite de la habitacicn) ya hace que esa habitacién oscura nos resulte fami liar. Podemos andar lertamente, siguiéndola, hasta que llegamos a la Puerta, Entonces sabemos qué hacer y hacia dénde movernos, De esta forme la diferenciacion entre lo extra y lo familiar no ‘8 mantiene. Incluso en un entorno exirafio 0 desconocido podemos nlarnos, por tuestra familiaridad con las formas sociales, por ‘e6imo esté dispuesto lo social. Esto no quiere decir que no nos perda- Mos, 0 que a veces no Heguemos a nuestro destino. Y esto no quiere decir que en algunos lugares no nos sintamos desconcertados, incapa ‘ees de reconocer donde estamos, Pero auin ast «perderse> nos lleva a eatin uni parte; y estar perdido es una forma de vivir el espacio resis- shine soe fnllac oer eae ey errata Tirse en un sentimiento familiar, La familiaridad cobra forma por me- dio del «sentir» el espacio o por emo los espacios «impresionan» os {euerpos. Por tao, esta familiaridad no esta en el mundo como algo que viene ya dado. La familiaridad es un efecto dela vivencia: no es- {amos simplemente en lo familiar, sino que lo familiar es configurado [por acciones que llegan a entrar en contacto con objetos que ya estén A nuestro aleance. Incluso cuando las cosas estan a nuestro alcance, Tenemos que acerearnos a esas cosas para aleanzarlas. El trabajo de hhabitar los espacios implica una negociacin dindmica entre lo que es familiar y lo que es desconocido, de ta modo que atin es posible que ¢} mundo cree nuevas impresiones, dependiendo de hacia dénde nos dirijamos, algo que afecta lo que esta nuestro alcance. Ampliarnues- {ra ocupacidn del espacio también amplia lo que es «casi» familiar 0 o.que esta wcasi» a nuestro aleance ae logeamos orientarnos por medio de una tendencia hacia el casi», entonces estar orientado es también ampliar el aleance del cuerpo. Si tomamos nota de la importancia de este punto podemos volver a Ia cuestién de los lados del cuerpo planteada por Kant. Es Jmeresante observar que para Husserl, aunque las orientaciones no Implican simplemente diferenciar los lados derecho e izquierdo del {euerpo, sf que implican la cuestin de los lados. Tal y como Husserl ‘expone en el segundo volumen de deas: «$i consideramos la forma ‘earateristica que tiene el cuerpo de presentarse asf mismo y hacemos lo mismo para las cosas, encontramos la siguiente situacin: cada Pg0 {iene su propio dominio de cosas peroepkuales y necesariamente per- tie las cosas con una cierta orientacisn. Las cosas aparecen, y lo hacen desde este lado 0 desde aque, yen esta forma de aparecer est incluida irreyocablemente una relacién a un agut y a sus ditecciones Inisicas» (1989, pp. 165-166). Las orientacionestratan de e6mo empe- zamos; de cémo continuamos a partir de «aqut», lo cual influye € mo aparece e! «all, en emo se presenta a s{ mismo. En otras pa Jabras, nos encontramos con «las cosas» como algo que viene de dife- rentes lados, y como ago que tiene diferentes lados. Husser relaciona Jas cuestiones sobre «este lado 0 aqueb> con el punto del «aqut>. que también deseribe como el punto cero dela orientacién, et punto desde cl que el mundo se despliega y lo que crea lo que esté «aqui respecto 22. Fenomenologa queer 8 «all(» (1989, p. 166; ver también Husseri, 2002, pp. 151-153). Es en este punto, el unto cero, por lo que cerea y lejos son experimentados como marca- dores relativos de la distancia. Alfred Schutz. y Thomas Luckmann también describen la orientacin como una cuestién que depende del punto de partida de cada uno: «el lugar en el que me encuentro, mi “aqur™ actual, es el punto de partida para mi orientacién en el espa- cio» (1974, p. 36). El punto de partida para la orientacisn es el punto desde el que el mundo se despliega: el «aqui» del cuerpo y el xdnde» ‘que habita Por tanto, las orientaciones tienen que ver con la intimidad de los ‘cuerpos y los lugares que habitan, En Fenomenologta de la percep- ‘ién Merleau-Ponty propone que «las formas espaciales o las distan- cias no son tanto relaciones entre diferentes puntos del espacio obj ‘yo como relaciones entre estos puntos y un centro de perspectiva: ‘nuestro cuerpo» (1964, p. 5), El cuerpo nos da una perspectiva: cl cuerpo esté xaqui» como un punto de partida desde el cual el mundo se despliega, esté ala yez mas ally menos allt. El «aqui» del cuerpo no se refiere Solo al cuerpo, sino a xddnde» vive el cuerpo. El «aqui» de la vivencia corporal es por tanto lo que saca al cuerpo de si mismo, ‘dado que esta influido y ¢s modelado por lo que le rodea: la piel que parece contener el cuerpo es también donde la atmésfera crea una im- PresiGn; pensemos por ejemplo en la carne de gallina, texturas en la superficie de la piel, como huellas corporales de la frialdad del aire Los cuerpos pueden orientarse por medio de esa respuesia al mundo ue les rodea, dada su capacidad de ser influidos por él. A su vez, a partir de la historia de esas respuestas, que se acumulan como impre~ siones en la pel, los cuerpos no viven en espacios que son exteriores ‘ellos: mas bien los cuerpos les dan forma al vivir en ellos, y cobran su forma al habitarlos, Si las orientaciones tienen tanto que ver con sentirse en casa ‘como con encontrar nuestro camino, entonces resulta importante con- siderar emo «encontrar nuestro camino» implica lo que podemos lla mar «dispositives localizadores». En cierto sentido, aprendemos lo que significa el hogar, o c6mo ocupamos el espacio en casa y como un ho- ‘gar, cuando abandonamos el hogar. Reflexionar sobre las experiencias vividas de la migracicn puede permitirnos plantear de nuevo la cues- i ‘ign de la orientacién.* La migracién puede describirse como un proce- ‘so de desorientacién y de reorientacién: los cuerpos «se van» y tam- bbign «llegan>, yuelven a habitar unos espacios. Como ya he comentado, Ja fenomenologia nos recuerda que los espacios no son exterioes alos 5: €f realidad Tos espacios son como un segunda piel que se llega en los plicgues de cue irange Encounters: Embo- 1 Others i (2000)finaliz0 e6mo la migracién im- ‘lica habitar dé nuevo Ta pel: las diferentes «impresiones» de un nuc- ¥0 puisaje, el aire, 1os olores, los sonidos, que se almacenan como puntos, para crear Ifneas, © que se almacenan como lineas, para crear nuevas texturas en la superficie de Ia piel. Tales espacios se simpri- men» en el cuerpo, aportando la marca de impresiones desconocidas, Jo que a su vez redefine la superticie del cuerpo, Lo social también es pt come wn ont ce eo fered nor it impresiones» dejadas por otros (Probyn, 1996, ie crososban pia eosaecai aries} enacts ‘entes cuerpos, creando nuevas Iineas y texturas a partir de la disposi- id de las cosas. Esto no quiere decir que uno tenga que ise del hogar [para desorientaro reorientar ls cosas: los hogares también pueden ser lugares ) | ectiramaereityineirner te a aan é 24. -Fenomenologé gueer noes un hopar.Y, sin embargo, la orientacisn migratoria no necesaria- mente se ubica dentro del cuerpo migrante, como el «punto doble» de su punto de vista. En cierto modo, reflexionar sobre la migracisn nos ayuda a estudiar c6mo Megan los cuerpos y eémo son dingidas en esta ‘en aquelladireccion como una condiciéa de llegada, lo que-asu vez tiene que ver con emo se establece el «ent el Tuga». No quiero decir “ue los puntos de vista de fos cverpos migrantes no importen. Después de todo, es mi propia experiencia como sujeto migrante, y como al- ‘guien de una familia de migrantes, lo que me ha llevado a pensar en la ‘ofientaci6n y a preguntarme e6mo llegamos a habitar 1os espacios ‘como si ampliaran nuestra piel. De hecho, podria comenzar la historia qu Lo que recuerdo, to que me deja sin alieno, no son tanto las ex- periencias vertiginosas del movimiento y la desorientacisn de estar fuera de lugar, sno las formas que tenemos de asentamos; es deci, de habitar espacios que, en primera insancia, no nos son familiares, pero ‘que posdemos imaginar, veces con miedo y otras veces con deseo, que Hegarfamos a sentir como un hogar. Este proceso no es inevitable. No siempre es obvio en qus lugares podemos sentimos como en casa. Nos asentamos de estas formas, Cambiar de casa. Odio hacer las maletas: recogerme, separarme. Desnudr el cuerpo de la casa: las pa- tedes, [os suelos, los estantes. Lego Hlego, wna casa vaefa, Parece un caparazéin. Cudnto me gusta deshacer las maletas. Saca las cosas, po- ner las cosas alrededor, desplegarme por todas las paredes. Me muevo por all, tratando de distribuirme uniformemente entre las babitacio- es. Me concentro en la cocina. El olor familiar de las especias lena el aire. Dejo que el comino se derrame, y luego lo recojo de nuevo. Me siento como si me enviaran de vuelta a otro lugar. Nunca estoy segura de dénde me lleva el olor de las especias, ya que me ha seguido «todas partes. Cada olor que se acumula me devuelve a alguna parte: no siempre estoy segura de donde esti ese Lugar. A veces el regreso es bienvenido,a veces no. A veces es el llanto o Ia risa lo que me hace darme cuenta de que me han arrastrado a otro lugar y a otro tiempo. Tales recuerdos pueden implicar un reconocimiento de emo se siente ‘Yael propio cuerpo. después del evento. La sorpresa cuando nos sen- imos emocionacios de esta forma o aquella. Entonces formulames la pregunta, mis tarde, ya menudo parece ser demasiado tarde: ;qué es lo que me ha alejado del presente, a otro lugar y a otro tiempo? ;Cémo he Megado aqui o alld? Anwoecion 25, Después de la cocina, la habitaciGn en la que espero vivir es slempre el estudio. O el lugar que he decidido que sea el lugar donde ‘yoy a escribir. Ahi, ese sera mi escritorio. O podria ser simplemente a mesa de escribit, Es aqui donde recopilaré mis pensamientos. Es ‘agut donde escribité,e incluso escribiré sobre la eseritura. Este libro fest escrito en diferentes mesas de escritura, que me orientan de dife- rentes maneras 0 que vienen a «materializarse» como efecto de di erentes orientaciones. Sobce las mesas se agrupan diferentes objets. Hacer que un lugar se convierta en un hogar, o sentirme en casa en un espacio, para mi es estar en mi mesa. Pienso con carfioen Una habi- tacién propia de Virginia Woolf. Qué importante es, especialmente ‘para las mujeres, reclamar ese espacio, ocupar ese espacio através de Joque se hace con el propio cuerpo. ¥ cuando estoy en mi mesa, tam- bién rectamo ese espacio, me conviero en escitora al ocupar ese es- Cada vex que me mud, me stv, probando esta puerta, miran- ‘do aqut, mando hacia all, Al estirarme, mudarme de casa para mi es Jograr habitar espacios, incorporaros, donde mi cuerpo y las habita- cones en las que se recoge —sentado, durmiendo, escribiendo, ac- tando como lo hace, en esta habitacidn y en esa habitacion— deja de ser distnto, Se necesita tiempo, pero este trabajo de habitar llega a jproducitse. Es un proceso llegar aintimar con el lugar donde se est: ‘ia intimidad que se siente como vivir en una habitacidn secreta que festé oculta ala vista de los demas. Amar su propio hogar no supone ‘esta fijoen un lugar, sino mas bien convertise en parte de un espacio ‘onde uno ha desplegado su propio cuerpo, saturando el espacio con a materia corporal: el hogar como desbordamiento y como flujo sobre as cosas, Por supuesto, a veces no nos sentimos como en casa; pode ‘mos sentir incomodidad y extraeza en un espacio que todavia esté ‘leno de recuerdos. © podemos sentir nostalgia; distanciados de nues- tra ubicacién actualy anhelando un espacio que alguna vez. habitamos ‘como hogar. © puede que n0 te sienas como en casa, y bailes de ale- ‘gia ante el anonimato de las paredes desnudas, que 0 han sido toca- {as por Ios rosiros de los seres queridos que remiten el cuerpo otra ‘voiro lugar. Tatars de hablar implica isostvos de reo: formas de desplegar los cuerpos en los espacios que crean nvevos pliegtes, 0 ‘muevos contomos de lo que podrfamos llamar un espacio vivible o scence habitable. Sila orientacién es hacer que lo extraio sea familiana tra- YS de la disposicién de los cuerpos en el espacio, entonces la deso- “ientaciin ocure cuando esa disposicion fala. podrfamos decir abe algunos espacios disponen cites cuerpos,y simplemente, no dejan espacio para otros. Ahora, al vivir una vida queer, el acto de time a «asa o volver al lugar donde me criaron tiene cierto efecto desorienta- dor. Como analizo en el captiulo 2, «el hogar familian- parece tan leno de huellas de intmidad heterosexual que es difiit ocupar mi lar sin sentir esas huellas como puntos de prsién. En esos momen. ‘0s, cuando los cuerpos no se despliegan en el espacio, pueden sent se wfuera de lugar» all donde se lesa dado «un lugar», Tales sent Imientosa su vez apuntana otros lugares, incluso aquellos que ain no han sido habitados. Mi propia historia de orientacisn constituye prec. Samente un punto muy queer. Lineas que nos dirigen ‘i pensamos en los euerpos y los espacios como orientados, entonces feanimamos el concepto mismo del espacio. Como coneluye Henri Lefebvre en La produccién del espacio: «Hablamos de una orienta- cid nada més y nada menos. Es lo que llamarfamos un “sentido”: un ‘rgano que percibe, una direcciGn que se concibe, un movimiento vi- ¥ido que camina hacia el horizonie» (1991, p. 423; el entrecomillado £8 nuestro), Si el espacio estéorientado, entonces lo que aparece de. PPende de nuestro punto de vista. En la geografia cultural y en las teo- ‘fas sociales del espacio, la idea de que el espacio es dindmico y de ‘ue es algo vivido esté muy extendida (ver Crang y Thrift, 2000, Pp. 2, 6; Massey, 1993, p, 156: Soja, 1989) Tal y como afirma Benno Werlen: «el espacio no existe como un objeto material, 0 como un objeto te6rico (consistente)» (1998, p.2).¥ aun asa importancia del ‘érmino soriemtacisn», a pesar de su lugar central en la obra de Lefeb- ‘re, en realidad no ha sido tenido en cuenta, Si concebimos el espacio Por medio de la orientacién, tal y como propondré, entonces nuestro ‘tabajo adoptard una nueva dreccién, que se abre a entender eémo las Pereepciones espaciales ilegan a materalizarse y a estar dirigidas como materia. lenretveen én 27 El espacio adquiere «direcciGn» al ser habitado por los cuerpos, de igual modo que los cuespos adquieren direccis al habitar e!espa~ ‘cio, Affadir «orientacién> a la imagen da una nueva dimensidn a la ‘eritica de la distincidn entre espacio absoluto y espacio relativo, que {ambien se describe como la distincién entre localizacién y posicisn, ‘Tal y como afirman Neil Smith y Cindi Kate: «En términos geogréfi- 0s, la “localizaciGn” fija un punto en el espacio, generalmente por referencia a algunos sistemas de coordenadas abstractos como latitud yy longitud, mientras que “Posicién” en cambio, implica una localiza- {id frente otras localizaciones e incorpora un sentido de perspecti- ‘va sobre otros lugares» (1993, p. 69; ver también Cresswell, 1996, 1p. 156). Entonces podriamos distinguir «izquierda» como un marca- dot relativo, 0 una posicidn, de «el este», que se refiere a un sistema de coordenadas que, para funciona, debe ser absoluto, Podemos estar en el este, por ejemplo, o en el oeste, incluso si el este y el oeste también pueden usarse como posiciones relaivas («ha- cia el este» 0 «al este de aqui>). La distineiGn entre espacio absoluto y Telativo, 0 incluso entre localizacién y posicién, no siempre se cum- pile. Sin embargo, esto no supone hacer que todo el espacio sea reati- ‘vo «ti posiciGn». Los espacios no solo dependen del lugar en el que me encuentro: dicho modelo, a su ver, supondra que el sujetoes ori- - ginario, como el contenedor de espacio en lugar de estar contenido por "el espacio. Lo social depende en parte de un acuerdo sobre cémo me- - dimos ef espacio y el tiempo, por lo que el conilicto social a menudo ‘puede ser experimentsdo con los otros como «fuera de plazo» y «fue- a de lugar», Pero la dependencia social de medidas consensuadas nos dice mas sobre lo social que sobre el espacio. Osi nos dice algo sobre el espacio, nas recuerda que e! «espacio absoluto» es algo inventado, _ es uma invencidn que tiene efectos reales y materiales en la disposi- ‘ein de los cuerpos y los mundos. Es posible que no postames imagi- ‘nar el mundo sin dividirlo en hemisferios, que a su ver se crean me- diante ta interseccisn de lineas (el ecuador y el meridiano principal), Jncluso aunque sabemos que hay otras formas de habitar el mundo. Es necesario complicar la relacién entre las Vineas que dividen el espacio, como el ecuador y el meridiano principal, y la «linea» del ‘cuerpo. Después de todo, la direccién solo tiene sentido como una re- laciGn entre el cuerpo y el espacio. Por ejemplo, una definicién de la diteceidn izquierda es: «en 0 hacia el lado del cuerpo humane que 28. Fenomenologi qucer ‘corresponde a In posicin del oeste si uno se sida mirando al norte»,? El cuerpo se orienta alinedndase con la direccin del espacio que ha- bite (por ejemplo, girando a la izquierda para salir por la puerta wen el lado izquierdo de ta habitaciGn»), La izquierda es a la vez una diree- ign en la que podemos girar y un lado de nuestro cuerpo, Cuando giramos a la izquierda, giramos en la direccién que «sigue un lado ‘del cuerpo. il recordar aqui que la distincin entre derecha e izquierda ‘noes neutral. Kant sugiere, por ejemplo, que la derectay la izquierda solo se convierten en direcciones en la medida en que los lados dere- ‘cho e izquierdo del cuerpo no son simétricos. El no le da el misino ‘peso a cada lado del cuerpo. Como é1 dice. el lado derecho «goza de luna ventaja indiscutible sobre el otro en cuanto a habilidad y quizd también a fuerza» (1992, p, 369). De hecho, podemos observar aqui {ue la etimologia de Ia palabra izquierda es «dbl e instil», y el pro- pio Kant describe fa jzquierda en términos de «més sensibilidad. Las "mujeres y ls otros racializados se asocian con el hemisferio izquierdo ‘del cerebro. Ademds, solo tenemos que pensar acerca de «la izquier- «da» como un indicador de lealtad politica, 0 de las asociaciones que se ‘einen alrededor del término «el émbito de la izquierda. La derecha Se asocia con la verdad, la raz6n, 1a normalidad y con «ir directo al ‘granom., La distinein entre izquierda y derecha est lejos de ser neu- tal, como Robert Hertz (1973) muestra de forma contundente en su ‘ldsico ensayo antropol6gico sobre esta distincién. Esta falta de neu- tralidad es lo que fundamenta la distineién entre derecha e izquierda: {a derecha se convierte en la linea recta, y Ia izquierda se convierte en el origen de la desviacicn, La distincion entre este y oeste tampoco es neutral; no existen om atributos espaciales independientes, a diferencia de derecha e ‘zquierda, La distincién entre este y este es asimétrica. Como sugiero ‘en mi andlisis del «orientalismo» en el capftulo 3, siguiendo alas aca ‘démicas feministas poscoloniales, Oriente se asocia con las mujeres, {a sexualidad y lo exético, con lo que estd adetris» y «debajo» de Occidente, asf eamo con fo que est en «el otto lado». De hecho, el ‘meridiano prineipal, como la Ifnea que divide al oeste del este como 9. a deiniin ed oma de Moric ABC Ditnay. Tot eis Posterioes estén tomadas de este libro. nape eee laces ‘dos lads» del globo, se imagina y se dibuja a través de Greenwich ‘en Londres. Como dice Dava Sobel en sus reflexiones sobre esta If- nea, ola ubicacién del meridiano principal es una decisién puramente Polftica» (1998, p, 4). Entonces, qué es el «Este» en realidad es lo que ‘est al este del meridiano principal, el punto cero de longitud. El Este, ‘como fa izquierda, es por lo tanto orientado: adguiere su direccin ‘lo cuando toma cierto punto de vista como objetivo. En este libro intentaré analizar lo que significa que las «cosas» ‘estén orientadas, mostrando cémo las «orientaciones» dependen de tomar puntos de vista como si fueran objetivos. El hecho de que este [Punto ha sido decidido se oculta en el momento en que se plantea Como objetivo. Tal punto se acumula como una linea que divide las ‘cosas y crea espacios, €imaginamos que poxtemos estar «en €S0s ¢s- ppacios. En cierto modo, son las linea las que dan forma a la materia y la impresiGn de «superficie, fromera y permanencia» (Butler, 1993, p. 9)."° Para William James, las lineas son sensaciones: «Cuando hablamios de la ‘de dos puntos uno hacia el otro, nos referi- ‘mos simplemente a la sensacidn de le linea que une los dos puntos» (1890, p. 149). Asi que el espacio en sf mismo es una sensacicin: se ‘rata de como las cosas dan la impresion de estar aqui o alld, de este ado 0 det otro lado de una linea divisoria, o como estar Ia izquierda © 2 la derecha, cerca o lejos. Si el espacio siempre esté orientado, como afirma Lefebvre, entonces habitar los espacios «decide» lo que visualiza. La clave de tales decisiones puede ser precisamente que heros perdido de vista: que tomemos como objetivo simplemente To que resulta que esté «enfrenter de nosotros. Las lineas que nos permiten orientamnos, las que estén «delante» ‘de nosotros, también hacen que ciertas cosas, y no otras, estén a nues- {ro leance. Lo que estd a nuestro aleance es to que podrfa ubicarse ‘como un punto en esta linea. Cuando seguimos lineas especificas, algunas cosas se vuelven aleanzables y otras permanecen 0 incluso uedan fuera de nuestro alcanee. Tales exclusiones —Ia constitucion 4ée un campo de objetos inalcanzables— son las consecuencias indi- tectas de seguir lineas que estin ante nosotros: no tenemos que ex- luir conscientemente aquellas cosas que no estén «en linea». La 10. Buller arma que la materializacdn produce el efecto de materia, o Je ofontra, ‘e permanencia, de superficie, 1993, p.9. 30 Fenomenologia queer Teccidn que tomamos excluye las cosas para nosotros, incluso antes de Hlegar alli. Las lfneas que seguimos también pueden funcionar como formas de «alineaciGn» 0 como formas de estar alineados con los dems. Po- driamos decir que estamos orientados cuanda estamos alineados. Esta- ‘mos s«alineados» cuando tomamos la direceién que ya han tomado los dems, Estar «alineado» permite a los cuerpos desplegarse en espacios ue, por asf decirlo, ya han tomado su forma, Tales extensiones po- drian redefinirse como una extensiGn del aleance del cuerpo. Un argu- ‘mento clave en este libro es que el cuerpo se dirige hacia algunas di- reeciones mds que hacia otras. Solemos estar acostumbrados a pensar cen Ia direceién simplemente como hacia dénde giramos, 0 hacia dénde 10s dirigimos, en este o aquel momento en el tiempo, La direccisn ‘entonces serfa un asunto bastante casual. Pero, ,qué pasaria sila dinec- ccién, como la forma en que nos giramos o nos moyemos, estuviera ‘organizada en lugar ser algo casual? Podriamos hablar entonces de di reccicin colectiva: de las formas en que las naciones u otras comutida- des que imaginemos podrian estar «yendo en una determinada direc in», 0 tomando el mismo camino, de manera que solo algunas cosas, ‘scaptan nuestra atencién». Converttse en miembro de tal comunidad, ‘entonces, también podria signiticar seguir esta direccién, lo que podria deseribirse como el requisito politico de que nos giremos de algunas ‘maneras y no de otras (ver el capitulo 3). Seguimos la Ifnea seguida por otros: Ia repeticisn del acto de seguimiento hace que la linea desa- Parezca de la vista como el punto desde el cual «nosotros» surgimos. ee ee Sebeiaatee ce mienen seme meee Sees ae eee oe ples dt rdpopeel palo Betacam there nacre foliose eecceee see Pee eee eee oe en See ceo eee ‘amos ous deriva dees linea que ns hemos sepdo Como eee dear deco a lacey amr Sect ee cee eas Se eer eee e i aH Pexrfamos recordar aguf que Judith Butler, siguiendo @ Louis Althusser. considera que «girarse» es crucial para la formacidn del ‘sujeto. Uno se convierte en un sujeto através de ese «darse la vuelta» ‘euando fe Hama ta policfa. Pura Butler, este «giro» toma fa forma de escucharse a uno mismo como el sujeto de una diteccién: es un giro ‘que en realidad no tiene que ver con aspecto fisico del movimiento (1997e, p. 33). Pero podemos hacer que esta cuestidn de la direccién ‘ea crucial para el surgimiento de la subjetividad y la efuerzay de re- ‘ibir un nombre. En otras palabras, podriamos reflexionar sobre la iferencia que supone hacia dénde se giran los sujetos. La Vida, des- ‘pugs de todo, esté lena de puntos de inflexiGn. Girarse poxirfa consti- {uir sujetos no solo en el sentido de que el «pro» permite a los sujetos “reconocerse erréneamente en Ia direccién del policfa, sino que tam- bbign podria llevar a los sujetos hacta diferentes direcciones. Depen- ‘diendo de la forma en que uno gire, diferentes mundos podrfan incluso parecer a la vista. Si tales giros se repiten con el tiempo, los cuerpos adquieren la forma misma de dicha diteccién. Por tanto, no es que los ‘cuerpos simplemente tengan una direccién, o que sigan direcciones, al _-moverse hacia aqui o hacia alld. Por el contratio, al moverse en esta direccién, en lugar de aquella, una y otra ver, las superficies de los “euerpos «su vez! adquieren su forma. Los cuerpos son sdirigidos» y ‘oman la forma de esta direcci¢n Merece la pena sefialar aqui la etimologta de «direccign». Como ‘palabra, se pierde muy fcilmente en un referente: cuando pienso en la én, pienso en esta 0 en aquella direccién, o en ir por este 0 aque! camino. Pero la direccién no es un asunto tan simple. Una diree- -cidn es también algo que uno da. Cuando le dices a alguien que esta perdido cémo encontrar su camino, les indicas direceiones para ayu- y wal grases. que ese tea del que tan pro (es decir. +a su ver», wal irarses).(N. del) ee renncctrate gee La etimologga de «directo» se refiere a westar recion (0 ser heterose- ual) 0 a sir directamente al grano». Ir directameme es seguir una linea sin desvfos, sin mediacicin, Dentro del concepto de direccivin hay un concepto de «rectitud. Seguir una linea puede ser una forma de volverse recto [heterosexual], sin desviarse en ningiin punto, La relacidn entre «seguir una Hfnea» y las condiciones para el surgimiento de Ifneas a menudo es ambigua. ;Cuél viene primero? Siempre me ha impresionado la frase «un camino muy pisado». Un ‘eamino se crea por la repeticidn del acto de «pisar» el suelo, Podemos ver el camino como un rastro de viajes anteriores. El eamino esti he- cho de huellas; rastros de pies que «pisan> y que al «pisar» crean una linea en el suelo. Cuando las personas dejan de pisaeto, el camino pue- de desaparecer. ¥ cuando vemos la linea del sendero delante de nos0- tros, tendemos a caminar sobre ella, ya que un sendero «despejay el camino. Asf que caminamos por el sendero tal y como esté ante noso- {r0s, pero solo estd ante nosotros como efecto de que ya se ha camina- do sobre él. Surge la paradoja de la huella. Las lineas se ctean al ser seguidas, y son seguidas porque estén creadas. Las Ifneas que nos di- rigen, tanto las fneas de pensamiento como las lineas de movimiento, ‘on por tanto performativas: dependen de la repeticién de normas y convenciones, de rutas y caminos tomados, pero también se crean ‘como un efecto de esta repeticidn. Decir que las lineas son performa- tivas es deeir que encontramos nuestro camino y sabemos en qué reccidn vamos solo como efecto de un trabajo, que a menudo esté ‘culto ala vista. Ast al seguir las direcciones, lego al destino, como Por arte de magia. __ Las direcciones tienen que ver con la magia de ta Hlegada. En cietto modo, e trabajo hasta llegar 2 un sitio se olviga por Ia propia sensacidn de que la llegada es mgica. El trabajo implica seguir ins- trucciones. Llegamos cuando las hemos seguido correctamente: si las interpretemos mal simplemente no nos llevarin alli. Podemos ‘pensar en ese seguimiento como una forma de compromiso, y como ‘una inversidn social. Seguir una linea no es algo desinteresado: se- 12, ing mais bin sige er heros. at dbl sentido de recon 1S teem ign alec tn nc el) : pil igi tain ogo sy tliads go ae yuh hecho muchas personas antes. (N.del T.) ee. Ineroduceion et {euir una linea requiere tiempo, energia y recursos, lo que significa Gue la «linea» que uno toma no se aparta de la linea de la propia ‘vida, como la forma en que nos movemos a través del tiempo y el ‘espacio. Asfllegamos a «tener una linea», que podria significar una stoma» especifica de! mundo, un conjunto de vistas y puntos de ob- ‘servaci6n, asf como una ruta a través de los contormos del mundo, ‘que le da a nuestro mundo sus propios contornos. Seguimos fas I= eas, y al seguirlas nos comprometemos con «a qué» nos llevan, asf ‘como a «dénde» nos evan. Un compromiso es también un compro- miso hecho como efecto de wna accién, Decir «ya estamos compro- Imetidos» no es simplemente un compromiso 0 una promesa que punta al futuro. Tal afirmacién podria sugerir que es demasiado tar dde para dar marcha atrds, y que lo que sucederd «sucederde, dado ‘que ya estamos «detnis» de ello. Si ya estamos comprometidos con luna accisn corporal (como un golpe espeecfico en el tenis), entonces “el cuerpo ya esté adetras de Ia accisn. Comprometerse también pue- ie ser una forma de deseribir eémo nos orientamos hacia objetivos, “metas y aspiraciones especificos @ través de lo que

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