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22, GUILLERMO O'DONNELL Srdenes y disuesiones, los recursos controlades por el aparato es tatal, incluso su supremacia coactiva, Se pueden resumir Ins defi- niciones de gobierno y régimen diciendo que el primero es la eura- bre del aparato estatal, y que el régimen es el trazado de las rutas que eonducen 4 esa cumbre Con este bagaje podemos comenzar el estudio de algunos pro- cesos que tuvieron decisiva incidencia en la implantacién del Es- tado BA en varios paises de América Latina, No se encontraré aqui una explicacién puntual de la emergencia del BA argentino de 1966 *, sino la explicitacion de algunos temas centrales para entender esa emergencia y la dindmica posterior a la misma. 2) Pueblo en América Latina a) Pueblo En América Latina la formacién de identidades colectivas a nivel nacional, por parte de yastos sectores hasta entonces marginados, se hizo mucho més como pueblo que como ciudadania **. Mas tarde © més temprano —no sélo mediante los llamados populismos***—, * Dicho intext puede hallarse en Guillermo O'Donnell, Modorniza- cidn y autoritariano, Editorial Paidés, Buenos Aires, 1972, y' “Moderniza~ vidn ¥ golpes militares. Teoria, compatacién y el easo argentino”, en Deas rrollo econémice, a0 47, eetubre-diciembre, 1972, ** Esto no obsté para que también #0 expandicra la participa ‘oral, pero el proceso deshords ampliamente eso. plano, $+ Debo tralar estos temas con gran generalidad, en parte por razones de espacio y en yarte porque no abundan trabajos ‘eomparatives que se scupen con suficiente detalle de los avatares politicos de América Latina con posterioridad a la ruptura del Betado oligarquieo, Un auticipo dea investigaclin spuntada a clazifiear diversoy aspectos de los periodos ante: Hlores al Estado FA puede hallarae en Marcelo Cavarozsi, “Papulismos. y instituciones estatales) a tomar regularmente en cliente Tos intereses yy demzndas invocadas a través de esa presencia {ineluso a veces para repri fuirlos) slap también 29 sustento en el contra) de organizaciones y Fecurtoa ‘que permiten, precisamente, que es8 preseicia sea activa y continuada, 5 Cf. ‘Samuel Huntington, Political Order ix Changing Societies, Yale University Press, New Haven, 1868 ANTECEDENTES THORICOS E HISTORICOS 48 iba aflojando los controles verticales —corzorativizantes *— que en perfodos anteriores se habian implantaco sobre las organiza ciones de clase del sector popular. Por otra parte, todo esto alude a un aparato estatal avasallado por fuerzas ociales a las que tenia escasas posibilidades de controlar y a las que no podia imponer Gomportamientos que vincularan mejor la micro-racionalidad de los actores con las condiciones generales de funcionamiento de la sociedad qua capitalista. Ademés, el aparato estatal del remolino pretoriano —con sus enormes défieit y sus politicas casi nunca implementadas— mucho contribuy6 a las invertidumbres, fluctaa- ciones y conflietos del periodo. Demoerstico o no, el Estado preto- riano fue un estado representative de clases, sectores ¥ grupos que encontraban en las institueiones estatales un botin con el que se podia emprender Ia siguiente ronda de saqueos y conflictes. Por su lado, gobierno y partidos segufan mentardo a un pueblo cuya presencia amenazaba enlazarse con interpelaeiones cada ver mas radicales, al tiempo que las polftieas propuestas para “normali- var” Ia economia parecian obviamente antagénieas con aquella presencia, Pero hablar de crisis es demasiado gerérico, Cuando habla~ mos del lado social y/o politico de una crisis podemos estar refi- ‘éndonos a muy diferentes niveles de intensidad. Esto es lo que debemas ahora distinguir. 1) Un primer nivel de crisis os ta “inestabilidad politica” desfiles de altos funcionarios, incluso presidentes, obligados a dé jar sus cargos antes de los lapsos institucionalmente previstos. Esta es una crisis de gobierno, No es intrascendente, por cuanto suele estar acompafiada por erraticos cambios de politicas pablicas, por geandilocuentes declaraciones. gubernamentales. répidamente sucedidas por otras, y por una generalizada sensacién de que no se logra estabilizar ningtin poder piblico, El poder que el aparato estatal parece encarnar ante la sociedad pierde la autoridad ema- nada de una faz majestuoss, para mostrarse como un ambito ex: pueslo a los tirones de grupos, | 2) Un segundo nivel es el de crisis de régimen, Esto es, 0 sélo grupos expulsandole del gobierno sino también planteando 4a pretensién de instaurar divergentes criteries de representacion y * Sobre 1 tema, Guillermo O'Donnell, “Bl scarporativismos y La ewes lion det Estado", Documento CEDES/GE CLACSO w 2, Buenos Alves, 1076, y la literatura ali eitada 7 diseoti, 50 GuILLERM O'DONNELL canales de acceso 4 e808 roles. Tampoco es esto intrascendente, ya ue, por Jo menos, revela desacuerdos potencialmente explosives entre las “lites” que asi compiten, Pero por af mismos esos dos tipos de crisis se despliexan en la superficie de la arena politica —Antérica Latina abunda en ejemplos de “inestabilidad politica” y de transformaciones de régimen coexistiendo con el manteni- miento de una férrea dominacién en la textura celular de la socielad. 3) Un tercer tipo de crisis politica, que suele superponerse con el anterior, es aguél en que grupos, partides, movimientos y/o perscnal gubernamental realizan interpelaciones a clases 0 secto- res sociales apuntados a establecer identidades colectivas conflic- tivas con las de los participantes ya establecidos en la escena po- litica, La interpelacién exitosa (en el sentido de generar respues- tas qie implican la emergencia de un nuevo sujeto colectivo en la arena politica)* a lo popular en un Estado (y régimen) oli- gérquico, o In invocacién al trabajador asaluriado en tanto clase en alguna forma mfis moderna de Hstado, introducen elementos que Estado y régimen dificilmente podrian absorber sin impor: tantes transformaciones. Pero esas interpelaciones no. impliean necestriamente que se hayan producido cambios paralelos en el planc celular de la dominacion social; tampoco implican necesa- riamente el colapso de régimen o gobierno. Sin embargo, esta cri- sis de expansion de ta arena politica siempre genera aguda preo- cupaeién en las clases dominantes, en tanto estas preferirian que sélo sparecieran en la arena politica interpelaciones que ellas con- trolaran directamente y que no cuestionen su propia dominacién, 4) Otra eo una crisis de acumulacién. Ella resulta de acciones de clases subordinadas que, se enlacen 0 no con las crisis ya dis~ cutidas, son percibidas por las clases dominantes como obataeuli- zando sistematicamente un funcionamiento de la economia, y una taza y regularidad de acumulacién de capital, definidas por éstas como satisfactorias segtin lo discutido en la seccién precedente. Come veremos al discutir Ia situacién argentina previa a 196, esta erisis no entrafia necesariamente desafios a la dominaciéa ealuler. Bn efecto, es posible que los grandes escenarios politicos estén ocupades por partidos que, aunque asuman la representacién de las demandas que aparecen generando esa erisis de acumula- Sobre este tema ef, las ons. eit, de Osene Landi y de Broesto Lela, asi como Norbert Lechner, "Postfaelo”, en un libra sobre teoria del estado Gn América Lating, de prisima publienciin por Siglo XXL, Mexico DF. ANTECEDENTES TEORICOS B HiSTORICOS 6 cidn, no tengan intencién de atacar los pardmetros fundamenta- les (capitalistas) de la sociedad. Pero ests crisis puede tocar inte- reses (y temores) més fundamentales que las que hasta ahora hemos examinado. Esto por dos razones fundamentales, Una, por- que parece demostrar que con aus demandas las clases Subordina das estén desbordando los limites objetivos de economia y socie dad y que, por lo tanto, de alguna manera —que puede variar entre enfatizar la cooptacién 0 la coaccién—, aquellas tienen que ser “puestas en su lugar”, La segunda es que ¢] diagnéstico de una reiterada obstruccién a ta acumulacion de. capital tiende a_ser definido como una situacién que —sin perjuicio de que no sean esas las intenciones de sus actores directos ni las de quienes los expresin en los grandes escenarios de la politica—, tiende a me- diano o largo plazo a afeetar Ia viabilidad d> Ia sociedad capitalis ta, entorpecida en el nudo central de su_funcionamiento econd- nico. De esto también suele derivar la conclusién de que es nece- sario “poner en su lugar” a las clases subordinadas. Vemos ahi que, aunque la primera manifestacién de esta crisis sea econéraiea, su diagnéstico por las clases dominantes y los caminos de solu- cidn que éstas entrevén, tienden a trasladarla al plano de la po- Iitica, para desde alli producir una més © menos dréstiea —pero siempre importanta— recomposicién de Is relagién de fuerzas dada. 5) Debemos ahora considerar la principal y més profunda crisis, que denominaré crisis de dominacidn cehilar” (0 social). Es una crisis del fundamento de la sociedad (incluyendo, como vimos en la primera seveién, al Estado), de las relaciones sociales que constituyen a las clases y sus formas de articulacién, Esto es, se trata de In aparicién de comportamientos y abstenciones de clases subordinadas que ya no se ajustan, regular y habitualmente, a la reproduceién de las relaciones sociales centralés en una sociedad qua capitalista, Rebeldis, subversion, desorien, indisciplina labo- ral, son términos que mentan situaciones en las que aparece ame- nazada la continuidad de précticas y actitudes, antes descontadas como “naturales”, de clases y sectores subordinados. Esto puede parecer en In caducidad de ciertas pautas de deferencia hacia el “superior” social, en diversas formas expresivas (inclaso artisti- cas) “inuswales”, en cuestionamientos de la autoridad habitual en ambitos como la familia y la escuela, y —caracterizando espe cificamente esta erisis— como una impugnacién del mando en el lugar de trabajo. Esto impliea no dar ya por irrefutable la pre- 52 GUILLERMO O"DoNNELL Lensién de Ja burguesia de decidir In organizacién del proceso de trabajo, apropiarse del exeedente econémico generado y resolver el destino de dicho excedente. Ese cuestionamionte puede ser mas 9 menos profunde: puede abarcar desde demandas “excesivas” respeeto de las condiciones de trabajo hasta apoderamientos de Ta unidad productiva y discursos cuestionadores del papel social capitelista como propietario y/o del empresario como poseodor de los medios de produccién. Estas situaciones —que como vemo: pueden ser mis o menos inmediatamente amenazuntes del “orden” existente— implican por lo menos dos cosas: que se ha aflojado el conti) ideolégica y que esté fallando la coereidn (sanciones econd- micas o, sencillamente, coaccién fisiea) que deberia cancelar el “de~ sordex” resultante, Bn otras palabras, indica un Estado que esté fallando en la ofectivizacién de su garantia para la vigencia y reproduceién de fundamentales relaciones sociales. En su mayor intensidad, cuando se pone en cuestién el papel social del capita- lista 7 del empresario, esta crisis amenaza la liquidacién del or- den —eapitalista— existente. Por eso ésta es también la crisis polities suprema: crisis del Estado, pero no sdto, ni tanto, del Hstado como aparate sino en su aspecto fundante del sistema so- cial de dominacién del que es parte. Hsta crisis es la crisis del Estado en la sociedad, que por supuesto repercute al nivel de sus instituciones. Pero es s6lo como erisis de Ia garantia politica de la dominacién social que puede ser entendida en toda su hondura, Adviériase que, aqui, lox vomportamientos e intenciones ma- nifiestas de —al menos— los segmentos mas activos y vocales de lag clases subordinadas y de quienes invocan su representacién polities, apuntan a lo que més puede amenazar a la burguesia y al Esvado, en tanto éste es el Bstado de y en una sociedad capi tulista: la supresion de la burguesia en tanto clase y, por lo tanto, del sistema de dominacién que su propia condicién de burguesia entraia, Ninguria de Ing erisis que hemos examinado es tan di- recta y radicalmente amenazante como ésta. Ls dos situaciones que consideraremos a continuacién son varlantes que pueden ligarse (agudizéndola) a una erisis de do- minacién social 6) La crisis de dominaci6n puede, y tiende en el medio pla ‘a combinarse con crisis de gobierno, de réyimen y de expansion (asi como, obviamente, de acumulaci6n). Bs decir, la combina- eign de Ia primera —que por si misma se limita a los intersticios celulares de la sociedad— con partidos y/o personal gubernamen- ANTECEDENTES ‘THORICOS E HISTORICOS 58. tal que, engarzindose con aquel sacudimiento celular, proponen desde los grandes escenarios politicos nuevos eriterios de repre- sentacién y nuevos sujetos politicos domivantes para la instaura- eisn de un nuove orden octal, no ya la recomposicién del dado. 7) Otra posibilidad, que puede 0 no darse conjuntamente con la anterior, es la implicada por intentos armados de despojar a las instituciones estatales de su supremacia de poder coactivo sobre el territorio que delimitan, Esta crisis no presupone nece- safiamente a lag demas, pero sus probabilicades de logro de aque- la meta obviamente tienden a aumentar cuando coexiste —sobre todo— con una crisis de dominacién social ‘Vemos, asf, que caia crisis admite diversas combinaciones con las dems, aunque algunas do ellae tienen mayor probabilidad de ligarse con otras, La crisis de gobierno (nivel 1) es, con es casas excepciones, la historia “normal” de América Latina, que en pocos casos se extendié a los otros platos aqui identificados Las crisis de régimen (nivel 2) y de expansién de la arena polir tica (nivel 3) marearon, a través de interpelaciones a lo popular, la Iiquidacién de ta dominacion oligérquiea y condujeron a la recomposicién de un orden social basado en is dominacién, bur- sruesa, Bsas crisis aparecieron como profundamente subversivas (y ast fueron reprimidas) cuando amenazsron incluir al eampe- sinado, ya que alli no podian sino sacudir ‘as formas de domina~ cign celular (no capitalistas) prevalecientes. En tanto abarcaron a la clase obrera pero quedaron limitadas a la escena politien sin poner en crisis la domiacién social, earactarizaron por bastantes afios a la democracia chilena, EI nivel 4, crisia de acumulacién no combinada con movimientos o partidos spuntados a un cambio de Ia sociedad qua capitalista, es la especiticidad del pretorianis- mo argentino hasta 1968. EI nivel 6, crisis de dominaciin y, con ella, crisis del Estado en la sociedad, aparzcié tenuemente en la Argentina previa a 1966, algo més claramente en Brasil pre-1964, y file um componente decisivo para la implantacién de los BA de Chile, Argentina y Uruguay en lt década del 70. Pero, adems, Ja situacién chilena previa a 1973 contuvo un claro elemento de er' sis a nivel 6, en tanto en la década del 70, en Uruguay y Arge' tina (més agudamente on osta iiltima) no fueron partidos pol ticos sino organizaciones armadas (nivel 7, las que apuntaron a enlazarse con un profundo sacudimiento de la dominacién e2- lular. 0 O'DONNELL. 5 Gurie Los niveles 1, 2 y 8 pueden ser percibidos por las, clases y sectores dominantes como una anormalidad que serfa bueno corre gir. ¥ esto no necesariamente, En cambio, los restantes niveles de crisis son pereibidos como una amenaza* que, si no es elinat nada, mis tarde o mis temprano liquidaré su propia condicién de dominantes, En el caso argentino previo a 1988 conflufan ¢ sis de gobierno, de rézimen y de acumulacién, y comenzaban in cipientes impugnaciones (a nivel de algunas bases obreras) de la dominaeién celular. Pero no se daba entonces ninguna de las si- guientes situaciones: a) partidos politicos que apuntaran a cam- iar los pardmetros capitalistas de Ia sociedad (como en Chile pre-1978) ; b) organizaciones armadas que, fuere que articularen explicitamente 0 no aquel propésito, disputaban la supremacia del poder coactivo del Estado (como en Argentina y Uruguay en la Aéeada del 70) ; ¢) personal gubernamental que indujera, con un discurso relativamente radiealizado, la expansién de la arena po- Iitica mediante la incorporacién de’ clases y sectores antes cuida- dosamente marginados (como én Brasil pre-1964) 0 que esbozara impugnaciones contra la dominacién celular (como en Chile pre- 1978). Cada una do las crisis que he delineado admite diversos gra- dos de intensidad y puede combinarse con otras. Esos grados de intensidad y diversas combinaciones de dichas crisis nos permiten entender con més precisién Ia también varianta intensidad de Is Feaceién de las clases dominantes, y de no pocos sectores medios, que subyace a la implantacién de diversos BA y a la represién « partir de ello aplicada, Asi, el perfodo previo al golpe de 1964 en Brasil combind elementos de crisis que, vistos con alguna perspectiva histarica, arecen bastante atenuados. Sin embargo, la velocidad de la acti- vacién politica de diversos sectores populares (incluso eampesi- nos) fue sentida como particularmente amenazante. Ademés, buena parte de los estimulos hacia la propagacién de la erisis a nivel 8 ¢, incipientemente 5, partian de personal gubernamental, incluso el presidente Goulart. Pero esto, a la vex que aumentaba la 4 Para un primer deserrollo del tema de la amenaza como an factor crucial para la implantacion da los BA, Guillermo O'Donnell, “Reflexiones sobre Tes tendencias genersies de cambio on el exindo burverstico-autoriia~ rio", CEDES/GE. CLACSO, ne 1, Buenos Aires, 1976, Ea el presente texto lato de desagregar analiticamente este concapto, sfinéadslo, para su uso ANTECEDENTES TEORCOS E HISTORICOS sensacién de amenaza, mareaha Ia debilidad del proceso brasilexio previo a 1964: sus impulses venian fundamentalmente del apar rato estatal, mas que desde las clases subordinadas, Lo apuntado sehala otra dimensién pertinente @ cada una de las exisis: las dife- rencias acerea de eusl es e! principal eje dindmico de lo que, desde l punto de vista de Ins clases dominantes, aparece como tales eri- sis. $i, como en Brasil, el eje principal es el propio aparato estatal, el proceso tiende a aparecer como muy amenazante pero, a la vez, puede ser extirpado con relativa faeilidad, Visto desde este angulo, 4l caso argentino pre-1966 era ol opuesto al brasilefio, en tanto la crisis a niveles 4, y los atisbos a nivel 5, oran planteadas desde la sociedad, sin expresin politieo-partidaria ni gubernamental. Pero ambos casos se parecen entre sf, en contraste con ios de la déeada Gel 70, en que las erisis que precedieron a los respectives solpes fueron Telativamente moderadas, En el otro polo, Chile pre-1978, aparecieron impulsos del per- sonal gubernamental, de partidos politicos, e impugnaciones di rectas a nivel celular, articulando metas socialistas, La sensacion ~-y realidad— de amenaza fue mucho més profunda e inminente. Gercanos también a este polo de mayor y mas inminente amenaza se encuentran los otros casos de la déeada del 70, Uruguay y Ar- gentina en el perfodo previo a 1976. Alls, un profundo sacudimien- to de la dominacién celular en la sociedaid no se asoci6, como en Chile, a partidos politicos ni al gobierno (salvo pareialmente y por un corto lapso on le Argentina de 1973), sino a la emergen- cia de organizaciones armadas que disputaron la supremacia coae- tiva del Estado y trataron de engerzarse con acciones que simul véneamente concretaban la crisis a nivel 5, Aunque la situacién uruguaya y argentina previa a sus actuales BA no abarcaba, c0- mo en Chile, a partidos y gobierno, la gravedad del desatio en- trafiado por la gran presencia que lograron aquellas organizacio- nes armadas (elemento que estave ausente en Chile) Nevaron a una percepein de amenaza, x consiguientes reacciones, si no tan inminente como en Chile, probablemente no menos intensa. Pero cen todos los easos de la década del 70 ge difundié la impugnacién, conereta y activa, de Ja dominacién celular en la sociedad, provo- cando profundos sacudimientos no s6lo en el lugar de trabajo sino también en otros contextos. Fue, por es0, en innumerables lugares de la sociedad (y no sélo, como en los golpes de la década del 60, en alganos mbites instituctonales} donde para no pocos habia, 8 cualquier costa, que “poner orden” antes del temide colapso. 56 GuILLERMo O'DonNELL Paralelamente —mostrando las intimas imbricaciones entre poli- tica y sconomfa que nos ocuparn en este libro— el eje de la crisis en el rivel 5, su avance en este plano y su combinactén con el n vel 6 c et 7, Tuoron en egos casos un factor decisive para quc, on base a los temores e incertidumbres de la burguesia y no pocos sectores medios, la crisis econémica también se agudizara veloz- mente y legara a niveles mucho més profundos que en los casos de In década del 60 *. Lo hasta aquf seflalado leva a precisar el coneepto de erisis de hogemonia. Parece que los niveles 1, 2 y 3 son mas bien una “inguficiencia” de lo politico-estatal que no aleanza a funciona, en algunos de sus planos institucionales, de manera congruente con Ia apariencia majestuosa y estable que ayuda a hacer del Es- tado el organizador y garante de las relaciones sociales, 0 que no puede absorber fécilmente nuevos actores e interpelaciones poli- ticas, Pero esto no implica que Ia dominacidn celular esté puesia en cuestiGn, Beta puede seguir vigente, incluso en términos de un amplio control ideolisico y de que el aparato estatal siga prestan- do, efectiva y eficientemente, su garantia de coaccién a aquellas relacioaes sociales. Por eso es errdneo confundir crisis de gobier noo de régimen con una crisis de hegemonia. Por su Indo, una crisis de acumulacin (nivel 4) conlleva un importante peso de demanias econémicas y de mayor autonomfa de sus organizacio- nnes, por parte do las clases subordinadas cuya “exageracién” en esas demandas tiende @ ser perefbida por las dominantes como el princigal factor causal de aquella erisis. Pero por sf misma ella también se coloca, incluso por el economicismo de esas demandas, dentro de los parimetros eapitalistas de In sociedad. De lo dicho sigue que en ninguna de estas cuatro crisis nos hallam2s ante un des-cubrimiento de la realidad més profunda y constitativa de la sociedad que capitalista. Por consiguiente, de acuerd> con Io argumentado en Ia primera seccién, tampoco nos hallanos ante un develamiento de la naturaleza'més profunda y constitativa del Estado**. En eambio, la erisis a nivel 5, ya sea que * gate cefialar, para no entrar on detalles sobve una ovestion muy conocido, que Ins tacas anualer de inflaciin en Chile a setiembre de 1912 3 fen Argentina marzo de 1976, superaban cémodamente el 500 %; tay por fensima, como veremos, de las registradas en Brasil prol064 y Argentinn pret * Quo esto sea asi (aun cuando el nivel 3 insluys diversos diseursos de inquierda y ef cconomicisme del nivel 4, eomo veremos en el caso angen tino, pueda conducir a aceiones alarmantes para las clases) dominantes), ANTECEDENTES THORICOS HIsTORICOS 57 se combine 0 no con los planos 6 y 7, es propiamente una erisis de hegemonia, Esta no sdlo implica un difurdide. entorpecimiento de los patrones “normales” de reproducci6n cotidiana de la socie- dad (espectfieamente, de las relaciones capitulistas de produc cién). También entraiia, como caracteristica que Ia define como crisis de dominacién social o celular (0, equivalentemente, de he- gemonia), cuestionar sustaneiales componentes de aquellas rela- ciones: el sujeto social —burguesta— que se apropia del excednte econémico, la naturalidad y equidad de la relacién que constituye en tal a la burguesia y, en el microcosmos de la empresa, la pre- tensién de aquélla de ditigir el proceso de trabajo. Fsta es la crisis que pone en juego directamente la relacién entre clases y, a través de ella, como temor mas 0 menos inmi- nente de la burguesia, st propia existeneia en tanto tal, Dicho de otra manera, es on este tipo de situacién que el componente espe- cifieo de lucha de clases aparece como un eeucial componente de Ja situacién global, Inaistiendo sobre un punto central —y espero que se vea converger aqui argumentos presentados en secciones anteriores—, Ia crisis de le hegemonia de la dominacién social es también Ja crisis del Estado. Pero, no es sdlo, ni tanto, Ia crisis del Estado como aparato institucional. Ee In crisis de! Estado en su dimensién fundante y originaria: crisis del Estado en la so- ciedad. Es el “fracaso” del Estado como aspecto garante y orga- nizador de las relaciones sociales fundamentales en una sociedad capitalista, Son elas las que pasan a ser impugnadas en un pro- eso complejo y multidimensional * que muestra —por 1o menos— permite entender que ni unos ni otros puedan desprenderse de una visién inherentemente fetichizada del Estado, que les aparece reducido a Un ap2- rato “tercero” © neutral vespecto de Ine relaciones de dominacién. Por const evionte, desde que queda eliminads In sustantiva problematicided Ge. ln sociedad, le concepeién de Ia politica se reduce patalela y necesariamente clin ablo consistiria en el intento de controlar las jusituciones estatalen, Para tuna excelente discusién de este tems y snexos, Norbert Lechier. "Postado", ope ei * Por certo, 1o dicho no resuelve ta ouestin fhetiea de cuando y partir de qué situaciones coneretas, pedria uno decir que te ha entrado. en tuna crisis de hegemonia. Como una primera aprox macion podria pensar ‘que obviamente ne es necesario para ello que el con-unto del sector popular, vi de In clase obrera, hayan llegado 5 (ales fmplsmaciones; contrarlamente no seria suficiente In’ deteccién de tales ferémenos en buloones social «Dol ticsmente aislados, En este plano el punto crucial ine parece ccurre cusndo, fungue no liegue a covectarse con fendmenss a nivel § 6 7, la crisis de Ihegemonia, superades esos bulzones aislados —y may. prohablemente, espe 58 GUILLERMO O'DonNELL el tambaleo de la garant{a coactiva y Ia atenuacién de los encu- brimientos ideolégicos que, durante crisis menos profundas, per- miten la cotidiana reproduccién de aquellas relaeiones y, con ellas, de la sociedad que se articula alrededor de ese eje. Crisis de la dominacién social, de la dominacién celular, de hegemonia y del Estado en Ja sociedad son, por lo tanto, términos equivalentes. Elles, desde la perspectiva que propango, tienen la ventaja de re- calear la intrinseca Jigazén del Estado en y con la sociedad y, dentro de ella, con las relaciones sociales quo hacen de aquél, pro- piamente, un Estado capitalista. Bs el sacudimiento de esas’ rela- ciones y, con ellas, por Io tanto, del Hstado en su realidad mas profunda, lo que desata los temores més primordiales de la bur- guesfa, asi como de los sectores socisles e instituclones (entre ellos as Fuerzas Armadas) que suelen alinearse con aquélla para tratar de reinstaurar el “orden” y la “normalidad’. De lo dicho se desprende que, aunque la puesta en juego de otros planos de crisis parecié suficientemente amenazante como para deseneadenar los procesos que estudiaremos aqui, al no ha~ berse centrado la crisis en Brasil pre-1964 y Argentina pre-1986 en la dominacién social, ni los conflictos desatados antes de la im- plantacién de e303 BA, ni las politicas que se ejecutaron a partir de ello tavieron el earacter extremo de los easos de Ia década del 70, ex.los que aquel nivel fue claramente puesto en juego. En todos Jos casos meneionadas, sin embargo, es clara —como espero poder mostrarlo en relacién al caso de menor crisis y amenaza previos, el argentino pre-1966— que la situacién precedente a los respec= tives golpes traspuso el umbral a partir del cusl las clases do- minaates —y sus sectores y grupos institucionales aliados— la vieron como sufieientemente amenazante para, tan répida y dra- coniaiamente como fuere necesario, “reimplantar el orden”, ‘Traspuesto aquel umbral, sus recursos, su racionalidad mi- croeconsmiea y sus temores hacen de la propia burguesia la gran impulsora de la crisis econdmica previa a la implantacién de los rdicas— se convierte en un magne problema politico, Con esto quiero decir, ‘que aunque no abarque el conjunto de las clases subordinadss, esa crisis pasts acaparar Ta atencién de los actores (partidos, goblerno, organiza- Siones de clase) situados ey los grandes escensrios dela. politica. Tal ver el mejor tormémetro sean los propios temores de la burguesia, que’ resuenan Uizectamente tanto en aquellos eacenarios como mediante su masivo lanza niente « comportamientes espaculatives con los que intenia salvar sus Inie- reset sconémices inmediaten ANTPCEDENTES TRORICOS E HISTORICOS 39, BA. Pero la crisis aparece no sélo para la burguesia: Ja alia y errética inflacién, las violentas traslaciones intersectoriales de in reso, la generalizada imprevisibilidad, a actitud “‘insolente” de tng clases subordinadas y la emergencia de discursos radicalizados, perturban profundamente a diversos sectores medios y grupos institucionales, y movilizan sus inclinaciones mas defensivas: re- implantacién del “orden”, condena mors) a los tipicos comporta- mientos de una economia de saqueo, y aspiracién a la emergencia de gobernantes dotados de “autoridad” que permitan ver al Esta- do, nuevamente, como benevolente tutor, Asi, los temores de la burguesfa se engarzan con las reacciones defensivas de diversos sectores medios y grupos institucionales, alidndolos alrededor de una aspiracién de “orden” y “autoridad” que sélo un “Estado fuer- te” podria imponer, La implantacién del BA es una reaccién tanto mas drastiea cuanto més intensos son los temores que se hin des- pertado en el perfodo que lo precede, La especificidad del BA respecto a otros Estados autorita- rios de América Latina pasada y presente es que aquél surge como crispada reaccién de las clases dominantes y sus aliados ante una crisis que, ya fuere que se centre o no en el nivel 5, tiene en sit tejido histérico un actor fundamental, Esto es, un sector popular Ginelayendo la clase obrera de estos capitalismos extensamente industrializados) politicamente activado y relativa, pero crecicn: temente, autonomizado respecto de las clases dominantes. Asi, To que da al BA su especificidad historiea es que quienes llevan a cabo y apoyan au implantacién, eoineiden en que el requisite prin- cipal para extirpar la crisia es subordinar y controlar estricta- mente al sector popular, revertir Ia tendencia sutonomizante de sus organizaciones de clase y climinar sua expresiones en la arena polities. Tal reaccién a esa amenaza, y su eanerecién en la gran tarea de “poner en su lugar” a sectores subordinades que, primero como pueblo pero cada vez més también comp clase, aparecieron como encarnacién de esos temores, en una sociedad dependiente cuyas particularidades desigualizantes y transnacionalizadss p: vecen hacer atin mis necesario exorcizar esos fantasinas, es Ia inédula de In especificidad historiea del Hstado BA. Para concluir el vistazo general antinelado al comienco de este capitulo, podemos ahora delinesr las prineipales caracter’ ticas del BA, 60 GuiLLERMo O'DONNELL 6) Bl Bstado buroerético-antoritarie (BA) El EA es un tipo de Estado autoritario euyas principales carae- teristieas son: 1) Es, primaria y fundamentalmente, el aspecto de In socie- dad giobal que garante y organiza la dominacién ejercida a través de una estructura de clases subordinada a las fracciones superio res de una burguesia altamente oligopélica y transnacionalizada Dicho de otra manera, su principal base social es esta gran bur gaesia *. 2) Institucionalmente, es un conjunto de organizaciones en €l que adquieren peso decisivo las especializadas en la coaccién, ‘asi como las que intentan llevar a eabo la “normalizacion” de la economia, Ese peso es la expresiin institucional do Ia definicion, por aus propios actores, de las dos grandes tareas (que aparecen como intima y necesariamente relacionadas) que incumbe realizar al BA: la reimplantacién del “orden” en la sociedad mediante la resubordinacién de} sector popular, por una parte, y ! “normali- zaciin” de la economia, por ia otra. + Vale tn pena precisar tas diferencias comparativas que ponen de suave I especitbidad Gel BA, Obviaments, hay eect postiidad de ante vlocodlversah formas de denocrace pallia, Ey To que fesposta 3 ot formas uturtaras, a pastr de To sicho cm el texto acerca do To base ocil Ex°BA ce bute aprears_() no ae cto, camo er Ina formas mis tradi Sonate de domincton poten en Ameree tation, do una te sea en ‘Stuarguias yen el capial tranonactnal inertady en actividades primsvn eyorudoras,qperande. wore clases sabrinadas con muy escase nla SaiNeae pollen yen lee gow el componante propiamente obrero es tt Ghar Ut) amp” se trata, "como en law divereas variates mae 9 menos eticanente autoritarlss del popstiem, de von compieja ombnacion nec rela anbalfgdcuuien, basada en rucvas.feeccionen industrials y de, Dial Hanthuctanal gurgides el inparo'ce_politieas protecconisiae, Junin eeiikcrane eesioresmuifos em expan y am fetor papular reientsinents ese eaten ta escepe pollens (ii) pov oat lado, txts SSISE at'taimos gu ito altededor 8s wna burger. uch mas vo Satents-aacfona que fade lor BA y dein movimtentopartida, y lderan Mame lotamente sifeentes elt Sthbuios sorales de suet pti a Pete tomadne’ gas leve s cabo ig implanacion de los BAY attic de alo coupe isa we altar poston gulemamentates. Una. buen lfhcunde det BA tospecta del fseismo pasde encontrarse en Alito Bari, STi fuscsmo com categoria Bitien; en steno al peoiema se ls det Ghrce en Amésien Latina") Retate Afeseuan de Sectogiy nt 3, 1977 ANTECEDENTES TEORICOS E HISTORICOS 61 8) Es un sistema de exclusion politica de un sector popular previamente activado, al que comete a severos controles tendientes a eliminar su previa presencia en Ia escena polities, asi como & destruir © eapturar los recursos (capecialmente los cristalizados en organizaciones de clase y movimientos politicos) que susten taban dicha activacion. Esta exclusién, ademas, esta orientada por la determinacién de imponer Un particular orden en la sociedad y viabilizarlo hacia el futuro, como requisito para consolidar la dominacién social que garantiza y para, después de lograda la normalizacién de la economia, retomar un eresimiento fuertemen- te transnacionalizante y sesgador de la distzibucién general de recursos. 4) Dicha exclusién trae aparejada Ia supresion de la ciuda~ danfa y de la democracia politica, Hs tambien la prohibicion de Jo popular: impide (respaldéndolo con su capacidad coactiva) in- voeaciones en tanto pueblo y, por supuesto, en tanto clase. Por afiadidura, la supresiin de las posicfones institucionales y canales de acceso al gobierno de la democracia politica esté en gran me- Gida orientada a eliminar roles y organizaciones. (partidos, entre ellos) que han filtrado demandas de justicia sustantiva que se consideran incompatibles con la reimposicién del orden y Ix nor malizaeién. Es, por lo tanto, ln supresién de dos mediaciones fun- camentales entre el Estado y la sociedad: Ja ciudadania y lo po- pula, 5) Es también un sistema de exclusién econémicn del sector popular, en tanto promueve una particular normalizacién econd- mica y un patron de acumulacién de capital fuertemente sesxados en boneficio de las grandes unidades oligopdlieas de capital pri- vado y de algunas instituciones esiatales, que acrecienta las de- sigualdades preexistentes, 6) Corresponde 9, y promueve, una mayor transnacionaliza- cin que entrafia un nuevo desborde de la scciedad respecto del Ambito territorial y de relaciones sociales que 2ee Estado pretende acotier 7) Ese nuevo desborde de lx sociedad corresponde, en ana direecién inversa, a un encogimiento de la racién. Esto e3 asi, porque —a pesar del discurso marcial y patriStico con que se re- tumba desde la cumbre institucional del BA—, al emerger éste de condiciones que aparecen implicando un profundo des: miento del arco homoxeneizante de In nacidn, los portsvoces sel BA no pueden sino negarse como representantes de “esa” nacién, e GUILLERMo O'DoNNEL. 4 la que primero tienen que purgar de los elementos que Ja han enfermado tan seriamente, 8) Desde sus institueiones se evan a cabo intentos sistemé- ticos de “despolitizar” el tratamiento de cuestiones sociales, 0- metiéndolas a los que 26 proclama son criterias nentros y objetivos de racionalidad técnica. sta es In contrataz de la prohibieién de invocar euestiones de justicia sustantiva ligadas a lo popular 0 clase, que aparecen introduciendo “irracionalidades” respecto de Ia normalizacién econdmica y los mecanismos de acumulecién de capital. 9) Su régimen, no formalizado pero claramente vigente, im- plica el cierre de los canales democréticos de acceso al gobierno y, junto con ellos, de los eriterios de representacién popular o de clase, Dicho acceso queda limitado a quienes ocupan In edpula de grandes organizaciones, especialmente las Fuerzas Armadas y grandes empresas, privadas y pablicas. ‘Los rasgos que acabo de enunciar permiten distinguir al BA de otros Estados autoritarios. ste no es cualquier autoritaris siro uno mareado por caracteristicas que provienen de la especi- ficidad histériea que he tratado de dilucidar en Jas paginas pre~ cedentes, A partir de aqui quedamos en condiciones de estudiar Ja dinémica e impactos sociales del Estado BA implantado en la Argentina de 1966 ¢ + Convione anticipar aqui, ccmpletando tas definiciones ye dadas, Jos reforentos empiticos de algunos tSrminos que Ublizaré fresuentemente:| (1) Por ugran burguesin” entenderé las fracsiones superiores, mono u olige iets, del capital privado rane, nacional 9 transnacionsl; (2) por traninacional” dependiendo del voutexto, a las filisies de PTs radiea tote morendo (las que 4.80 ver sun el subeoajunto principal y mis dinémieo Gels gran butguesia) y/o al Que opera desde el exterior, prineipalmento Thediante operaciones Sinancleras; (8) yor “burguesta, local", las frac clones de capital nacieasl medio y pequehe, xo perteneciente si anboonjunto ‘reno u oligopaliendo del capital nacional que Zorma parte de la gran bur- ursla; (4) por “burguesta pampesa”, a le que explota Ia rogién pampeana, FG) por “burguesia” al conjunto de Ing precedentes categorias, Por otto Jacu, (8) por “erkanizaciones de la gran burgueais™ entenderé « Isa orga Tsciones en que, en la epoca estudiada, se nueleaban predominantemente Giversos segmentos Ge la eran burguesfa: Unign Industrial Argentina (UIA), Camara Argentina de Comersia (CAG), Bolsa de Comercio de Buenos Aires yy Ascciaciones de Bancos, asi como las principales organizaciones de a Horcuesia Dampeana, Sositdad Raral Argentina (SRA) y Coordinadora de Arociaciones Hurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP); dicho tér- fino también eomprenderd lag azocinelones en Ia que & so vex ge nuclearon Cai alse las orgenizaciones Je la gran burguesla, Ta Asociaeién Coord ANTECEDENTES THORICOS © HISTORICOS 68 hadora de Soattecones imprestrias Lies (ACIEL). Por aupuets, cada ine roferce prncipumente sin Gorfedencion ener ‘Eeenoea 0 la Stake” Goma Tata (Ch tn nace tented be ‘star ergansuclonel por sue sglan Minaiaente, 18) or “oren teoaa” oe tenderé alguns asin (La Preneo, La Nacidn, Le maou, Beowomie Sor ea) ae habitaamente expresaon Ponts ie vista dele granhongaesla 1 dela bongvsts pampeana: He tleade situs psbieecbonstereee Tecate tos dition Le Option x pavtir de 2171 3. Clarin, y los eummarion ‘atv Primera Plane nore. Confrae ¢ 08 aa ae ete saban puntos de vista mas ambiguos y, en general, mix cambiantes a Io largo Se period aun extlaraneay ten ncaréSenrearmenes nore rondo dee tex penta saat a trmine “i Brent aehrs eon

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