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Cuando las gemelas, Sheridan y Taylor, se despiertan 400 años en el futuro,
se encuentran con un mundo completamente distinto: ciudades metidas
en cúpulas, sin animales y con un idioma que es diferente, tanto, que casi
no suena como el inglés. Y lo peor de todo: No pueden volver a casa.
Echo hizo zoom en el río. No tenía ningún desinfectador, pero tenía otra
ventaja. Tenía acceso a los documentos históricos. Sabía que antes de los
desinfectadores, la gente calentaba el agua para hacer que estuviera sana.
Había sido suficientemente sencillo para él encontrar un sitio donde poder
calentar el agua.
La mejor dirección era ir hacia el sur. Allí hacía un tiempo más cálido.
Lo sabía también por los documentos históricos: Había leído historias
sobre cowboys cabalgando a través de un lugar seco y lleno de arena y de
mujeres que se sentaban en la sombra, abanicándose.
También había algo llamado cactus, que era afilado y doloroso pero no
se movía, así que supo que sería capaz de evitarlos.
—Sí.
—Eso es imposible.
Jeth asintió.
Taylor tenía una cita esta noche. Una cautelosa, porque sus padres no
les permitían salir con chicos que estaban en sus veinte. En defensa de
Taylor, eso era difícil de evitar desde que se graduó en el colegio. No se
juntaba con muchos adolescentes.
—A una película.
Sheridan golpeó el extremo del lápiz contra sus labios y miro fijamente
al techo
Taylor solía hacer eso sin esperar un pago a cambio. Sheridan cerró su
libro de física con un ruido sordo.
—Sí, verdad. Por cada acción hay una reacción igual y opuesta, incluso
sentándote en una silla.
—He estado sentada en sillas toda mi vida, y nunca antes tuve que
empujar una.
Debería ser un reflejo, una ilusión óptica de algún tipo. Quizá algún
truco al que sus hermanos pequeños estaban jugando. Sheridan miró
alrededor, buscando algo que podía iluminar de esa forma. Cuando sus
ojos se volvieron a la bola, esta había crecido. Brillaba, derramándose
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sobre sí misma.
Sheridan dejó la cama y miro arriba con una mirada más cercana. La
luz se propagó horizontalmente, creciendo más grande, parecía peligrosa.
¿Podría ser un campo eléctrico de cable roto en algún lugar? El brillante
resplandor hizo más difícil ver algo.
—¡No lo toques!
Murmullo, murmullo…
—Despierta —dijo una voz. Oh, quizás dijo —un velorio.— ¿No era esa
otra palabra para un funeral? ¿Estaba muerta?
Había pensado que estaba acostaba, pero se dio cuenta de que estaba
parada, vertical y ligera, flotando de alguna manera, detrás de una pared
de vidrio. Podría alcanzarlo y tocarlo, pero su atención estaba enfocada en
la gente parada del otro lado que estaba mirándola.
Muy raro.
—¿Qué?
—¿Dónde estamos?
Al tiempo que sus labios se movían, Sheridan podía ver sus orificios
nasales brillando, pero no tenía ningún sentido lo que decía.
—Jeth, Echo.
—¿Juzgar?
—Taylor Bradford.
Oh no.
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Estaban en el futuro.
Por un lado esto era mejor que estar muerta. Incluso con el miedo
empujando dentro de Sheridan, martillando en su estómago y haciendo
que sus oídos sonaran, otra parte de ella exhalaba la palabra oportunidad.
Algunas personas soñaban con el futuro, darían todo por verlo y allí estaba
ella. En el futuro.
Miró a un austero cuarto blanco y una docena de gente que lucía como
payasos que les había ido mal.
Taylor se había puesto pálida, su lápiz labial rojo se veía como dos
brillantes cortes cruzando su boca. Miro boquiabierta al hombre y no
habló.
Jeth había dado un paso al lado de la caja de vidrio para tener una
mejor vista de su perfil.
Tan rápido como Sheridan pudo decir, los científicos estuvieron tan
ocupados siendo reprendidos afuera como para poner atención a alguien
más en el cuarto.
—Iba a preguntar si todo está bien para sacaros. —Se giró hacia el
hombre con pelo negro y gris parado regañando a los otros. Echo hablo
con él, haciendo señas hacia Taylor. El hombre dio una rápida mirada a
Taylor, después volvió con los otros y continúo sus reprimendas. Estaba
claro que no le importaba en qué estado estaba Taylor.
Sheridan tiro del brazo de Taylor.
—¿Estás bien?
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—No —murmuro—. No, no, no, no.
Sheridan no se había dado cuenta que tan altos eran todos, pero ahora
que estaba de pie en el suelo, podía decir que el hombre más bajo media
más de 1.83 metros de alto. Continuaba sosteniendo a Taylor cerca, más
por seguridad que por apoyo. Sheridan notó otra cosa acerca del hombre.
La mayoría de ellos usaban blancas insignias con largas hileras de
números en ellas. Jeth le tendió la mano a Taylor.
¿Un regalo? Quizás era algo que la gente necesitaba aquí en el futuro.
Sheridan cautelosamente estiro el brazo para tomar una.
—Ven.
¿Qué opción tenia? No quería estar aquí con el hombre de negro o con
el hombre de cabello negro y gris quien estaba gritando a todos.
Continuaba sin moverse. Saliendo del Filtro del tiempo, podrían estar
dejando el enlace que ellas tenían con su hogar, con su época.
—Inglés.
—¿Tú... qué?
—Aléjate de mí.
Bueno, tanto por la esperanza de Echo que el primer fallo haría que los
científicos tuvieran cuidado de usar la máquina. No parecía importarle que
accidentalmente se hiciera zapping en el futuro. Esperaba que la próxima
vez no tuviese nada, pero sentía un enjambre de abejas furiosas.
29 —Sí. —A veces había verduras, aunque con más frecuencia había sido
un helado o pizza congelada.
—Cuando tomas la verdura más tarde, incluso mucho más tarde, ¿se
ha conservado tal cual lo había sido cuando la pusiste?
Sheridan asintió.
Taylor dijo:
—Está bien.
Le había dicho lo mismo a Taylor, y esta vez Sheridan había oído lo que
estaba diciendo realmente. Una frase de su padre vino a la cabeza, y dijo
en voz alta, no como un cumplido, sino como una acusación.
—Tú no dijiste que el médico no nos haría daño, sólo que él no tiene
ninguna razón para hacerlo. Sabes que puede, y no te gusta mentir sobre
ello.
No podía librarse de los brazos de Echo. Él la atrajo hacia sí,
abrazándola en su lugar, por lo que el médico le podría dar la inyección.
—Haré lo que pueda para protegerte –le susurró Echo al oído—. No voy
a mentir acerca de eso.
—Well, way no wet te axpact now—. Algo, sabemos que expirar… algo.
¿Qué significaba orra?
Se habían ido.
Abrió los ojos y vio a Echo sentado en una silla cerca de la cabeza. Sus
brillantes ojos azules la estudiaron.
—Secuestrada.
—¿Además de eso?
Él se encogió de hombros.
—Te ves muy bien, sin embargo —dijo Echo—. Quiero decir, que te has
reconfigurado muy bien—. Se aclaró la garganta y le hizo señas a la
pantalla—. De acuerdo con el equipo, tus estadísticas de salud son muy
buenas—. Y entonces, como si estuviera ofreciendo su premio de
consolación, agregó—: Mientras dormías, la medicina te mejoró y arregló
tu problema de visión.
—¿Esto es un tatuaje?
—¿Es de esperar que las mujeres tengan más moderación? ¿El sexo
que viste corsés y fajas, y saca sus cejas?
Era irónico que su primera pregunta fuera una que ella se había
preguntado muchas veces en su propia época.
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Sheridan se enderezó.
—Lo siento. —No fue una frase hueca, tirado entre ellos para evitar la
incomodidad del silencio. Ella lo sintió, sintió una conexión con él a través
de sus pérdidas. Su gemelo, su familia. Su resentimiento por él se debilitó
y se desvaneció.
Podía haber hablado largamente sobre esto, pero sabía que Echo
entendería, por lo que ella lo abrevió.
Esa era una de las cosas molestas de ser gemelo. Las personas siempre
estaban tan decepcionadas al enterarse de que ella y Taylor no podía leer
la mente del otro.
—¿Cómo?
Definitivamente surrealista.
Él le dio un apretón.
—Sí, pero los adultos se los contaron a sus hijos. —Inclinó la cabeza—.
¿Esperas que crea que por generaciones, a través de la cultura humana,
los padres mintieron sistemáticamente a sus hijos acerca de las
capacidades de comunicación de los animales?
—Sí.
—Oh, vamos —dijo ella— ¿quién contrataría a tres cerdos para hacer
trabajos de construcción? No podían mantener martillos con sus pequeños
cascos hendidos. —Dejó escapar un suspiro de frustración. Era increíble,
de verdad, que estuviese parada aquí discutiendo carreras de cerdos—.
¿No tienes ninguna naturaleza que muestre nuestra época? ¿Tal vez una
revista de National Geographic o dos?
—¿Guerras de la información?
42
—Si los animales realmente se fueron, sin embargo, ¿no podían tus
científicos haber utilizado el Filtro del Tiempo para traer algo nuevo en
lugar de secuestrar a personas al azar?
—Uh... no.
—Te lo dije.
—¿Qué registros?
44
—Si todos los animales están extinguidos, los ecosistemas terrestres
han debido de colapsar hasta el punto de que no pueden sostener la vida
humana.
45
—No dejen esta sala —dijo Jeth por encima del hombro. —A los
científicos no les gustaría que estuvieran vagando por el edificio sin
escolta.
—Taylor y Sheridan son muy hermosas —dijo Jeth―. Pensé que las
chicas de esa era parecían enfermizas y débiles, sufriendo una
malnutrición de una constante dieta de azúcar y grasa.
—Tienen una forma diferente de pensar las cosas. Podría ser difícil
para ellas entender nuestra cultura. —Echo estaba a medio camino de esa
pregunta cuando se dio cuenta del error que él y Jetch acababan de
cometer.
Jeth dio un paso dentro del ascensor y esperó que Echo le siguiera.
Jeth hizo un pequeño ruido de tos, y Anton miró hacia arriba. Cuando
vio que era el artesano de palabras, cambió su atención a la pantalla.
—Right.
Anton gruñó.
Jeth sonrió.
—Es una buena cosa que el gobierno trabaje tan lentamente —dijo
Echo.
Ninguno de los dos volvió a hablar, pero incluso sus silencios estaban
llenos de significado. Taylor estaba haciendo funcionar las cosas en su
mente, y Sheridan esperaba su evaluación.
Taylor gruñó como ella siempre lo hacía cuando pensaba que algo
estaba dolorosamente obvio y que no debería tener que explicarlo.
—En primer lugar, ellos nunca me dejaron cerca de ese equipo o
cualquiera de sus especificaciones. En segundo lugar, aun cuando yo lo
estudiaba, eso no significa que yo podría encontrar la manera de trabajar
de manera diferente. En tercer lugar, si se me ocurriera una idea para una
máquina del tiempo, no tendría las herramientas, material o personal para
55 hacerlo. Quiero decir, yo entiendo las teorías aerodinámicas que hay
detrás de los aviones, pero eso no significa que pueda construir uno en mi
tiempo libre. E incluso si no existieran las tres primeras cuestiones, no
construiría una máquina del tiempo de todos modos. Ya es bastante malo
que la sociedad pueda arrastrar la gente al futuro. Yo no quiero que sean
capaces de insertarse en el pasado también.
—Por supuesto, eso podría ser una excusa para controlar los salarios
de la gente. Todo el mundo tiene que pagar un impuesto sobre la
inmortalidad para mantener la investigación del gobierno.
Sheridan no dijo nada. No tiene por qué. Taylor podía leer los silencios
de Sheridan y el a ella. Taylor dejó escapar un suspiro.
—Muy bien. Más tarde, cuando sepamos que estamos a salvo, voy a
tratar de estudiar su tecnología para averiguar si hay alguna manera de
volver a casa. Hasta entonces, tenemos que actuar felices y no propensos a
irritarse, o nos encontraremos trabajando en el Centro de Agricultura sin
recordar cómo llegamos allí.
Lo que probablemente no fue tan difícil ya que los coches sólo pasaron
a unos veinte kilómetros por hora. Sin embargo, Taylor sonrió, felizmente
haciendo preguntas acerca de la ingeniería del automóvil y de la energía de
la ciudad de cosas con retícula, Sheridan no se ha interesado por ella,
incluso si los entendía.
Sheridan miró por una ventana el paisaje que pasaba. La ciudad
parecía el interior de algún centro comercial bajo un techo gigantesco. En
lugar de hierba, pasarelas de color beige se propagan en todas las
direcciones. En lugar de calles, barandillas de plata serpenteando entre los
edificios, el apoyo a un sinfín de coches en forma de huevo idénticos.
57 Donde el cielo debía estar, un material opaco blanco se extendía por
encima. No hay sol. No hay estrellas.
58 Apretó el botón con broche de oro, y la puerta se abrió para revelar una
habitación que se parecía más a una tienda de muebles usados de oficina.
Sofás de diferentes colores alineados en tres paredes. Un surtido de mesas
de centro y aparadores estaban dispersos entre ellas. Oscuro y madera
clara estaban juntos, victoriano, situado junto a la occidental y chucherías
coincidentes en todas partes.
—Va a ser interesante ver las cosas desde los años no cumplidos.
Taylor hizo una mirada feliz. Sheridan se dejó caer junto a Echo en un
sofá a cuadros junto a la ventana. Trató de pensar en algún tipo de elogio
por la habitación, pero antes de que pudiera, la puerta del pasillo se abrió.
Una mujer joven con el pelo largo de color rosa y lavanda con rayas
entró. A excepción de las cejas y los labios de color rosa, con la cara
curtida, estaba libre de maquillaje, y dos ojos de color café oscuro miraron
hacia atrás y adelante entre Taylor y Sheridan con emoción. Llevaba una
gran bolsa, que dejó caer sobre una de las mesas de centro, y luego se
deslizó hacia el grupo, con la gracia de un bailarín.
—¿Son estos los pilotos del tiempo? —Su acento no acababa de imitar
el inglés del siglo XXI, pero era lo suficientemente cercano para ser
comprensible.
—Encantada.
—Correcto —dijo Elise—, sabía que el refrán tiene algo que ver con la
dirección.
—Joseph era mi otro hijo —dijo Jeth—. Conocía el siglo XXI, más que
ninguno de nosotros. Murió hace un mes.
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Taylor juntó las manos y se echó a reír, risa genuina esta vez.
—Esa es la cosa más brillante que jamás he oído. ¿Por qué comprar
cosas para demostrar que eres rico cuando puedes poner tu saldo de la
cuenta bancaria en la camisa?
—Que horrible sistema —dijo ella, sintiéndolo tanto por Echo y Jeth
que se olvidó de los consejos de Taylor de parecer feliz—. No se debe juzgar
a las personas por su cuenta bancaria. ¿Por qué alguien está de acuerdo
con él?
Espera que Echo esté de acuerdo con ella, pero él sólo la miró con
curiosidad.
No. Bueno, tal vez sí, pero ese no había sido el punto que quería
demostrar. Sheridan no le respondió.
Así estaba bien —tal vez su sociedad había clasificado la gente, pero al
menos no tenía que usar su estatus en sus camisetas como etiquetas con
nombre que decían:
—¿Las iglesias?
—No, no lo hizo.
No fue Taylor quien habló, fue Echo. Su voz era suave pero firme. Una
advertencia.
—No queremos decir nada que te haya molestado. Estos cambios están
llegando muy rápido para ti. Relájate por ahora. Puedes tomar cada nueva
idea lentamente, tan lentamente como sea necesario.
Sheridan se volvió hacia la ventana y miró sin ver por ella. Jeth cambió
de tema a los centros de realidad virtual, donde la gente podía pretender
ser diferentes personajes en las historias, y luego Elise les habló de
partidos de baile llamados darties. Taylor felizmente les hizo preguntas.
Vamos a hablar Taylor. Al parecer, ella no tenía necesidad de tomar
nuevas ideas lentamente. Echo se inclinó hacia Sheridan, su voz seguía
siendo suave.
Antes de que pudiera decir nada más, un pitido estridente sonó desde
el cinturón de Jeth. Miró a su comunicador.
—Es Helix.
Helix estaba rígido, un gruñido que crecía en su cara. Dijo varias cosas
que Sheridan no entendía, pero que, a juzgar por su tono, eran o
maldiciones o insultos. Luego dijo:
—Estoy casi en tu oficina. Voy a llevar a los hombres a hablar con las
chicas.
—¿Por qué?
Taylor se volvió hacia ellos, con la boca abierta para explicar, pero
luego negó con la cabeza en su lugar.
—Al ritmo que vamos —susurró Taylor— las dos tendremos amnesia al
caer la noche. Empieza a actuar alegre y sin miedo, y hagas lo que hagas,
no digas nada a los científicos. ¿Te acuerdas de algo antes de venir aquí?
—Ya he dicho cosas sobre el pasado. Si digo que no recuerdo nada, los
artífices de la palabra sabrán que estoy mintiendo. Entonces todo el
mundo va a pensar que soy una de bajo rango, mentirosa esquizofrénica.
—Sé tan vaga todo lo que puedas. Recuerda que la vida de alguien
depende de que la máquina no funcione.
—Una charla —dijo Jeth—. No era algo que las porristas hacían?
Vosotros dos no estaréis pensando en jugar al fútbol en este momento,
¿verdad?
—Él quiere saber dónde estaban y lo que ocurrió justo antes del filtro
de tiempo te haya traído hasta aquí.
Gente y quizá. Palabras en español. Quizá quiso decir "tal vez." Y Gente
era... Ella no podía poner su dedo en la llaga.
73 Jeth dijo:
—¿Hubo gente que te rodeó antes de venir? ¿Un hombre tal vez?
—¿Qué estudiaste?
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Jeth emitió un gruñido que indicaba que no le creía, pero él repitió la
respuesta a los científicos de todos modos.
Sheridan jugueteaba con sus manos, pero se detuvo porque pensó que
la hacía parecer culpable de algo. ¿Cómo fue que Taylor podría sostener
abiertamente mentiras sin ser capturada, mientras que Sheridan decía la
verdad y nunca le creyeron?
—¿Las lecturas?
—Casi me siento mal por el chico que te prueba. No tiene ni idea de por
qué su lector espectral le dio el mismo resultado de ADN en las dos.
—¿Cómo los dos pueden ser tan diferentes, y aún tengo tal momento
difícil para decidir a quién amo más?
—No somos diferentes. —Había dicho él, rió porque nadie jamás les
había acusado de eso. Eran demasiado parecidos, en sus apariencias y
expresiones por todos. Era el motivo por el que Echo se había teñido el
pelo de azul y vestía la luna creciente, así las personas podrían distinguirle
de Joseph, quien se había dejado el pelo rubio y solo llevaba una pequeña
estrella azul en la mejilla.
Joseph y Echo. De vuelta cuando los gemelos no eran una rareza, solía
ser común nombrar al segundo Echo, pero no era preciso en su caso. Echo
nunca había sido el eco1 de Joseph. Nunca. Siempre había amado la vida
demasiado para permitir a alguien ensombrecerle. Echo había sido uno de
los que hacían a la gente reír. Había sido por el que las chicas estaban
atraídas.
Hasta Allana.
Jeth deslizo los dedos por una imagen de Joseph y Echo cuando eran
bebes de dos años.
Entonces todos miraron a Echo. Sintió las miradas pesando sobre él.
Esperaban que dijese algo, pero no podía. No podía atreverse a decir una
palabra, así que asintió en silencio, con torpeza.
—No creo que ser un gemelo sea algo malo —dijo Sheridan, alejando la
atención de él—. Excepto por cuando Taylor toma mi ropa sin preguntar.
—Oye —dijo Taylor—. Tienes suerte de que siempre consigas salir con
alguien tan genial como yo.
Taylor respondió sus preguntas. Sheridan miro hacia Echo, y pudo leer
la emoción en su cara. Compasión. Estaba revisando para ver si él estaba
bien. Arregló una media sonrisa para asegurárselo.
82
—Por supuesto, —intervino Jeth—. Ese fue uno de sus tabúes sociales,
¿no?
Él miró a Taylor.
—Una cosa más, —dijo Taylor—. Trata de seguir con Echo y mantenlo
lejos de mí.
—¿Por qué?
—No quiero que averigüe lo que estamos planeando. Será más fácil
engañar a Jeth. No es tan inteligente.
—¿Por qué?
—Tal vez.
—El Cielo Estates ahora está abierto, —dijo, y levantó una copa que
parecía un tubo de ensayo—. Viviendas para aquellos con números
menores de cien mil.
—La gente de aquí están obsesionados con sus filas. Te lo juro, es todo
de lo que siempre hablan. Me gustaría tener uno de los silenciadores de
Echo.
Ayer, cuando Sheridan había aprendido acerca de cómo eran las cosas
en Traventon, supuso que había una enorme insatisfacción subyacente en
la población —el temor del gobierno, el deseo de batir en silencio por el
89
cambio. Pero esto era peor. No se preocupan por los derechos. Sólo se
preocupaban por el rango.
—Sí, lo hice. —Taylor filtró la imagen de forma más área que era
visible—. Me llamas cínica cada vez que no me gusta un libro que te gusta.
Taylor hizo un zoom sobre un punto que resultó ser un lago, no una
ciudad.
—Lo único que sé con certeza es que todo el mundo piensa que
Jackalville es lo peor. Están involucrados en una especie de lavado de
cerebro y lo que quieren dominar es el mundo.
—No lo sé.
Echo tocó otro botón, y las voces se detuvieron. Se volvió hacia ellas, y
cuando habló, sus palabras fueron cortantes, agudas.
—¿Vas a detenernos?
92
—No podéis sobrevivir en esta ciudad por vosotras mismas, y mucho
menos escapar de ella.
—Sabes que no es nuestro lugar. Tiene que haber un lugar mejor para
nosotras.
—La gente mala. Eso es todo lo que necesitáis saber acerca de ellos. No
tengo tiempo para explicarlo todo.
—Tengo razones.
Era un buen momento para Taylor para ser escépticos ahora que Echo
había acordado ayudarlas. Sheridan se acercó a Taylor.
—Sí.
—Devotos del Doctor. Los llamo locos. Pero también estoy llamándolos
nuestra puerta de salida.
Sheridan y Taylor tomaron la ropa que Echo les había dado y se fue a
la trastienda a cambiarse. Taylor con un mono verde tenía luces
parpadeantes que corrían alrededor de su torso. La camisa azul de
Sheridan estaba hecha de capas de un material transparente que
oscilaban alrededor de los brazos y las piernas cuando se movía, como
algas a la deriva.
—No digas eso, —dijo Taylor—. Pocos lanzadores tienen orejas grandes.
O en este caso, los equipos con los registradores.
Echo tenía razón acerca de las mujeres que vestian los más elaborados
vestidos. La mitad parecía que estaban engalanadas con luces de Navidad
y tiaras. Algunas se paseaban por la pasarela con los pequeños animales
domésticos mecánicos trotando a su lado, en su mayoría perros, pero
había otras formas también. Sheridan vio un gato con joyas, un lagarto
gigante, un ciervo en miniatura, e incluso un pequeño búfalo esponjoso
zumbando y haciendo clic al lado de sus dueños. La gente tenía que
fabricar sus mascotas ahora. Había algo triste por eso.
De vez en cuando Sheridan intervino con una pregunta que pensó que
podría ser útil, pero sobre todo leía las señales de la calle, la memorización
de ellas en caso de que alguna vez tuviera que encontrar su camino a
través de la ciudad. La escritura había cambiado un montón de palabras.
Muchas de ellas se deletrean fonéticamente ahora.
¿Isaías? ¿Al igual que el profeta Isaías?¿Por qué las personas que
habían prohibido la religión nombraban una de las calles como un profeta
97 del Antiguo Testamento?
Él se encogió de hombros.
¿Podría ser una coincidencia que una mujer se tiñese el pelo para
parecerse a una toca y llevase un vestido que parecía un hábito? ¿Estaba
98 ese tipo de cosas permitido en una ciudad que había prohibido la religión
hace noventa años?
—¿Qué?
Tal vez fue sólo una coincidencia, un uso del blanco y negro en un
patrón que hace mucho tiempo perdió importancia. Por otra parte, los
primeros cristianos tuvieron que ocultar quiénes eran. Tal vez ese era el
caso de todas las religiones ahora.
Sheridan escaneó cada signo, todos los edificios que pasaban. Ahora
que estaba buscando, se dio cuenta de otras cosas. Una tienda que tenía
una línea de estrellas sobre la puerta: estrellas de seis lados, un símbolo
judío. En la siguiente calle, vio a una mujer con un punto rojo entre los
ojos como las mujeres hindúes. ¿Podrían esos símbolos haber sobrevivido
99 sin las religiones que los utilizan?
—El gobierno les dio tres días para renunciar a sus creencias y tomar
un juramento de lealtad al gobierno o para salir de la ciudad. La mayoría
de ellos renunciaron a sus creencias. No podrían sobrevivir fuera de la
ciudad sin comida o cualquier lugar a donde ir.
—¿Dónde está?
Sus palabras eran firmes, sus convicciones eran menos. Las diferentes
religiones han dejado de lado sus diferencias por el tiempo suficiente para
construir una ciudad, pero ¿podrían haber mantenido la paz durante
noventa años?
Ella se dejó llevar lejos, pero miró hacia atrás por encima del hombro.
101 —Oh. Bueno, tal vez sólo quiera estar a solas contigo.
—No toques eso, —dijo—. Hay un campo de fuerza. A menos que estés
autorizada para ello, la pared envía un choque.
Sheridan dio otro paso atrás y miró a la pared desde una distancia
segura. Ella y Taylor no podían escalarlo o cortarlo. ¿Sería posible romper
el hormigón en el suelo y cavar por debajo de ella?
Echo, Sheridan tiró hacia él, atrayendo su atención lejos de la pared.
Ahora no había mucho espacio entre él y ella, y era difícil para Sheridan
no darse cuenta de lo bien definidos que estaban los músculos de Echo.
—Tengo algo para ti, —le susurró. Él tomó un pedazo de papel del
bolsillo de su camisa.
—Lo sé, y no puedes imaginar los techneloops que tuve que diseñar
para acceder a un sitio con esa imagen.
Echo asintió.
Él frunció el ceño.
—Voy a tratar de hacer una reunión para que pueda estar a solas con
Elise hoy. Recuerda preguntarle cómo salir de la ciudad.
—Me gustan tus pecas. —Él dejó caer el mechón de pelo y pasó un
dedo por el rastro de pecas en el puente de su nariz—. Estaban de moda
hace más tres años. Todo el mundo las usaba.
Su dedo hizo una línea lenta por su mejilla. Era el más pequeño de los
detalles e hizo hormiguear su piel.
—Sí.
Sheridan se apoyó en Echo, deslizó las manos por su pecho hasta que
se encontraron detrás de su cuello. Una voz en su mente en algún lugar
dijo: Esto es un error. Pero entonces otra voz respondió, ¿Qué importa
ahora que todo lo que conocía se había ido? Todo lo que quedaba de su
mundo eran artefactos en cajas selladas al vacío. Se sentía reconfortante
tener los brazos de alguien a su alrededor. La hacía sentir como si no
estuviera completamente sola, como si las cosas pudiesen ser normales
otra vez.
Echo pasó una mano por su espalda hasta que se detuvo frente a la
nuca de su cuello. Sus dedos se entrelazaron por el pelo y se inclinó más
cerca.
—Ya está.
Sheridan sintió que su rostro se ruborizó de color rojo brillante. No sólo
Jeth, Elise y Taylor estaban cerca. Tres pares de ojos los miraban, Jeth
divertido, Taylor sorprendida, y Elise también, las características de Elise
se juntaron en líneas apretadas. ¿Era eso ira o decepción?
Estaba muy contento por esto, al igual que Elise estaba demasiado
molesta. La mirada de Elise estaba prácticamente quemando agujeros en
el lado de la cabeza de Echo, y Sheridan no estaba segura de lo que eso
significaba.
¿Por qué en el mundo se había dejado besar por Echo en primer lugar?
Bueno, sabía por qué. El tipo era precioso y estaba prácticamente solo
en el mundo. Vulnerable.
—Sólo para la gente que escucha, —dijo Taylor, y dejó de hablar con
Jeth y Elise.
Echo había estado tan seguro de que Jeth vendría por si solo para
encontrarlos. Después de todo, Taylor tenía que hablar con Elise y Taylor
había estado manipulando todo el viaje. ¿Hubiera sido demasiado esperar
que hubiera encontrado una manera de enviar a Jeth solo? Se suponía que
iba a ver a Echo y Sheridan juntos para cuando Echo dejó Traventon con
las chicas, Jeth podría asumir que fue un acto de enamoramiento.
Pensaría que Echo se preocupaba demasiado por Sheridan sin arriesgarse
a perderla para lavarles la memoria. Jeth entendería, a pesar de que le
dolería perder a su segundo hijo. O tal vez sería un alivio.
Desde el funeral, cada vez que Jeth había mirado a Echo, se había
producido una pequeña acusación en su mirada, un dolor que indicaba
que Jeth sabía más de lo que quería.
109
Sheridan sonrió.
Jeth rió. Había pasado mucho tiempo desde que Echo había visto reír a
su padre con tanta facilidad.
Elise, sin embargo, se quedó mirando la pantalla del menú con los ojos
inmóviles. Ella no estaba leyendo, estaba pensando, y Echo sabía el qué.
No estaba feliz de ver a Echo y Sheridan juntos. Tal vez ahora Elise no
confiara en ninguno de ellos. Si pensaba que Sheridan y Echo estaban
juntos, si sospechara que Sheridan podría decirle cosas a Echo, Elise no le
diría nada a ella. ¿Cómo se suponía que Echo arreglaría eso?
No había pensado que había algunos viejos tabúes de los años veinte
sobre besarse en público. Esto era algo regular en el entretenimiento de la
época. Pero tal vez se había equivocado acerca de eso, la manera de
Sheridan le decía que estaba equivocado acerca de todo lo demás.
Elise frunció los labios y empujó la silla más alejada de la mesa para
estar fuera de la vista de los dos hombres.
—¿Cuándo vamos a hacer una fiesta con tus nuevas amigas, Echo?
—No tiene que ser una fiesta entonces —dijo César—. Sólo queremos
conocerlas. Se ven interesantes.
Ella lo sabía. De alguna manera sabía que Caesar y Geno estaban con
el Dakine. Pero, ¿cómo? Una sensación de miedo se arrastró hasta la piel
de Echo. Tal vez ella sabía porque era Dakine en sí misma.
Apartó el pensamiento. Elise tenía conexiones con los adoradores del
doctor, y esos dos grupos eran tan opuestos como podrían ser. El lema de
la DW era la libertad del conocimiento, el habla y las convicciones. De vez
en cuando se desplegaban banderas con esas frases en los lados de los
edificios. A veces se cortan en el programa de alimentos de la ciudad
112 exigiendo más derechos de los ciudadanos, diciéndole al público lo que
ellos merecían. Se reunían en grupos secretos para transmitir
conocimientos y hablar de sus creencias.
Él se encogió de hombros.
—La integridad es un artículo tan pesado. Es más fácil vivir sin ella.
—Es dulce que seas tan ingenuo. —Se pasó la mano por el brazo—.
Pero en realidad, ¿cuándo harás clic en la realidad?
—La mesa del restaurant dijo que estábamos bien —ofreció Sheridan.
Se acercó a un sofá y pretendió que no estaba escuchando su
conversación.
—Desafortunado.
—Los ejecutores vendrán a tu oficina mañana por la noche para
llevarse a las chicas. Órdenes del alcalde. Asegúrate de que están listas.
Jeth asintió.
—Por supuesto.
116
Todos los músculos en el cuerpo de Sheridan se pusieron tensos. ¿Qué
iban a hacer los Ejecutores con ellas? Ella echó un vistazo a Echo. Él
estaba observando la pantalla de la pared, escuchando. Se dijo a sí misma
que no debía entrar en pánico. Echo la acababa de besar. No habría hecho
eso y entonces, supuso, dejar que alguien la disparase.
—Por supuesto.
—¿Y si no puedes?
Echo camino con Jeth durante un rato más, discutiendo la mejor forma
de volver al Centro Científico para que él pudiese unirlo en el cuadro
principal.
Taylor susurró.
Sheridan se sintió estúpida, usada. No sabía qué decir, así que mejor
no dijo nada.
—Ya no.
—Sí, ya sabes, que salta de flor en flor. De chica en chica —dijo Elise.
Y por lo que Sheridan sabía, Echo mañana tendría a otra flor lista en la
que saltar. Quizá esa flor fuera Taylor.
—¿Quién es Allana?
122 Sheridan esperó, sin respirar. Sabía que se suponía que tenía que
manejar la conversación con los Devotos del Doctor y abandonar la ciudad,
pero ella quería escuchar las acusaciones de Elise, no para oír todo lo malo
que Echo decía. Para así saber lo que sentía hacia él.
Elise continuó, con un tono de voz más bajo y hablando más rápido.
—Oh, no fue Echo —dijo Elise—. Él estaba dando un paseo con Joseph
cuando pasó. Pero también pudo haberlo hecho. Su grupo lo hizo. Era un
tipo normal de ejecución para ellos.
Elise gruñó.
—Echo también nos contó que tú conocías a gente que nos podía
ayudar a salir de la ciudad. Los DD.
—¿Por qué les dijo eso? —Y entonces, después de tomar unas cuantas
respiraciones rápidas, habló—. ¿Cómo lo sabe?
125 —Echo espera que le contemos el plan. Así que vamos a hacer como
que le vamos a dejar que lo sepa, entonces, después de que nos dé la
comida, le damos calabazas.
—Tendrán que venir conmigo para que se crean esa historia. Pero no
pueden, porque incluso si les dejáramos un mensaje diciéndoles que nos
hemos ido de compras seguramente tratarán de ver mi cristal y ver que no
fuimos al distrito de la moda. Entonces lo sabrían.
Taylor se levantó.
126 —Sea lo que sea lo que hagas, no dejes que le sigan la pista a Elise. Y
escucha a algunos alimentadores en el computador mientras no estamos.
Necesitamos trabajar en nuestros acentos si queremos que nos crean.
—Es sencillo una vez estás dentro. Sólo habla o escribe lo que quieres
que haga. —Ella volvió a caminar hacia la puerta—. Puedes escuchar
historias nuevas.
Antes de que Sheridan pudiera decir algo más, la puerta se cerró tras
Taylor y Elise. Se quedó de pie por un momento en silencio, entonces,
lentamente se sentó.
—
uéstrame información sobre el asesinato de
Joseph...
Echo realmente había estado allí cuando ocurrió. Este hecho hizo el
evento aún más horrible.
Joseph le dijo algo a Echo. Sheridan no pudo oír qué, pero mientras
observaba sus labios, solo podía pensar en una frase: Te quiero.
¿Podrían haber sido esas las últimas palabras que Joseph le dijo a
Echo? ¿Joseph sabía lo que su hermano había hecho? ¿Fue una petición
para Echo de abandonar a los sicarios?
Asimismo no oyó los pasos detrás de ella. Una mano pasó sobre su
hombro y apagó la computadora. Dio un respingo, sobresaltada, se volvió y
miró la cara de Echo. Él se acercó a ella, rígido.
Toda la angustia en los ojos de Echo —tenía que significar que era
inocente ¿cierto? Elise había dicho que solo estaba suponiendo acerca de
su participación. Ella podría haber supuesto mal.
—Lo siento.
Sheridan pasó la mano por su brazo hasta que sus dedos tocaron los
suyos.
Él no agarró su mano.
—Trataré. Lo comprenderé.
—No.
—Lo siento.
—Nada importante.
—Tienes que confiar en mí. No entiendes cómo son las cosas ahora,
todos los peligros. Estoy tratando de ayudarte. —Sus ojos se clavaron en
los de ella—. ¿Me crees?
—En este momento están muy ocupados revisando los datos para
confirmar si el Filtro del Tiempo mató a Tyler Sherwood y por qué. Una vez
que arreglen ese problema, van a buscar al siguiente científico en su lista.
—Echo enroscó los dedos en los mechones de cabello que caían sobre el
hombro de Sheridan—. Me alegra que hayas venido a través del tiempo
intacta. Esperemos que Elise nos pueda conectar con el DD, de esa
manera permanecerás así.
—No.
—¿No hay algún registro de quién utiliza los coches? Pensé que no
funcionaban a menos que escanearan su cristal.
—Con la tecnología que tienen ahora, tiene que haber una manera de
atrapar al Dakine.
134
—¿Imaginas que te tengo? —dijo Taylor, situando las bolsas bajo una
de las mesas de café. Sacó una camiseta delantal metálica de color rojo y
púrpura a juego con unos pantalones a rayas. Parecía un traje que solo
vestiría alguien en un circo—. ¿No es lindo? —replicó Taylor.
—No. Iré con ustedes. Será de información ver sus reacciones ante las
cosas.
—¿De verdad? —Jeth le lanzó una mirada a Echo, quizás para ver si
sabía acerca de ese tabú—. No había demasiado que grabar sobre los
hábitos de compras de los años veinte, pero no recuerdo leer algo que
indicara que estaba segregado…
—Que fascinante —dijo Jet—. Cuéntame más sobre sus rituales de las
tiendas de compras.
Taylor eligió el blanco como su nuevo color de cabello. Dijo que siempre
se había preguntado cómo sería ser como una rubia platino. Asimismo,
añadió seis pulgadas a su longitud del pelo. No sólo las personas podían
cambiar sus folículos del pelo para producir diferentes colores, podían
lavarse con menjunje sintético, cuando se secaba, era indistinguible desde
la hebra de pelo natural. Sheridan añadió dos centímetros a su ya larga
cabellera y se quiso teñir de color rojo brillante. Era su propia broma
privada, realmente sería una pelirroja. Echo la convenció para teñirlo de
dorado con algunas rayas rojas. Dijo que el rojo puro ya no estaba más de
moda.
Cuando llegaron para teñir sus rostros, Taylor se cubrió las mejillas y
los párpados con remolinos azules y blancos que parecían ruecas girando.
Sheridan fue con un tono de piel para eliminar las pecas de su rostro,
después Echo pintó una serie de estrellas doradas que caían en torno a
una ceja y hacia abajo sobre su mejilla. Elise aplicó pintalabios y tinte de
ojos, luego transformó los párpados de Sheridan en dos parches dorados.
¿Quería decir eso? ¿De verdad pensaba que ese tipo de brillo era
atractivo? Quizás era su forma de decirle que todavía estaba interesado en
ella a pesar de que había pasado la mitad del día en el ordenador con
Taylor.
138
—A pesar de que serías hermosa sin importar qué tipo de tintes usaras.
Está bien, estaba funcionando un poco. Pero sólo por el momento. Una
vez que paró de darle esa sonrisa íntima, ella recuperaría sus sentidos. A
la hora de dormir, terminaría completamente con Echo.
139 Traducido por Princesa de la Luna
Corregido por Pily
—Qué romántico.
Taylor se puso las manos debajo de la cabeza y cerró los ojos en sus
pensamientos.
Sheridan dio unos golpecitos con los dedos sobre la parte superior de
su colchón.
—Tenemos que pensar en algo que decir a Echo sobre nuestra partida.
—El Filtro del Tiempo utiliza señales de energía a partir de ADN para
encontrar a sus víctimas. Se busca con la misma precisión que la función
de búsqueda de un ordenador.
—¿Qué?
—La energía oscura. El espacio está lleno de energía de bajo grado que
se crea cuando partículas virtuales y sus socios de antimateria
momentáneamente están dentro y fuera de la existencia. Se deja un
pequeño campo llamado energía de vacío, que produce una presión
negativa, o del campo de repulsión.
142
Sheridan se volvió sobre su espalda.
—Sabes, esto tenía más sentido cuando el Filtro del Tiempo era un
congelador y yo era una mazorca de maíz.
—He estado mirando las cosas desde el lado equivocado. Por eso no
tenía sentido. Sólo estaba mirando lo que los científicos estaban
trabajando, pero debería haber prestado atención a lo que ellos no estaban
trabajando.
—¿No podrías haber hecho eso sin inventar una máquina que
electrocuta a la gente en el futuro?
2
Quark: son los constituyentes fundamentales de la materia. Gluon: es
el bosón portador de la interacción nuclear fuerte
a 2200 está cifrado, pero si pudiera tener acceso a... ¿Cómo Echo se
mueve alrededor de esto...?
—Murió.
—Bueno, obviamente.
—Algo debe haber salido mal con el QGP. Si yo hubiera estado allí, el
profesor Branscomb no habría muerto.
Entonces Taylor se llevó la mano a la boca, el dedo recorriendo los
labios.
—O tal vez me habría muerto también. Tal vez eso es, me iba a morir, y
le agradecería que me dieran tiempo fuera de allí.
145 —No lo entiendo —dijo Sheridan—. Si el QGP era lo que nos convirtió
en ondas de energía, tenía que estar funcionando antes de que nos
coláramos, ¿verdad? ¿Por qué no estaría trabajando tres días más tarde?
—El amor por la física. Eso es lo que siempre decía Branscomb que lo
motivaba. Me alegro de que esté muerto. Se lo merecía.
Taylor dio a Sheridan una mirada que indicaba que, efectivamente, iba
en serio.
—¿Desaparecido?
—¿Me voy antes de que los científicos descubran quién soy, o me quedo
y averiguo la manera de evitar que tomen cualquier otra persona?
Sheridan no respondió.
Sheridan seguía sin decir nada. Las dos opciones luchaban unas
contra otra en su mente. ¿Qué era lo mejor?
Taylor levantó sus manos, luego las dejó caer de nuevo en su regazo.
—Pensé que habías dicho que si destruías el Filtro del Tiempo, los
científicos sólo podrían construir otro.
—Sí, pero no pueden construir otro QGP atrás en el pasado. Y sin QGP
en funcionamiento en el pasado, no van a ser capaces de llevar a la gente a
partir de los últimos cuatro siglos, convertirlas en ondas de energía, y
volver a configurar en el interior del Filtro del Tiempo.
Tal vez, pero incluso si Echo era un Dakine, tenía que entender el
peligro que representa el Filtro del Tiempo para todo el mundo incluyendo
a los Dakine también.
—No sé...
Jeth dijo:
Ambas tomaron unos largos bocados de sus rollos para probar ese
punto.
—¿Entrevistarme?
Jeth se iluminó.
—A ti mismo.
Tenía que parar de pensar en Echo de esa manera. Taylor tenía razón.
Era como tener algo por un chico de la Mafia. Todo lo que era importante
era que Taylor encontrase una forma de destruir la QGP antes de que
alguien más lo consiguiese. Entonces podrían encontrar su camino hacia
algún lugar seguro.
Sheridan terminó su rollo y se dispuso a contestar a las preguntas de
Jeth. Cuando hablaron, su mirada viajo por la habitación, aterrizando en
el gabinete grabado con vidrio en el frente.
—¿Qué significa? ¿Y qué tiene que ver echar una mano con salir?
—Nada.
Lo cual significaba que Taylor no quería decírselo. Él sabía que dar las
manos tenía que ver algo con el romance. Había estudiado suficiente los
documentos históricos de matrimonio para saber el término de pedir su
mano en matrimonio.
No se movió.
—Comienza la exploración.
—Me doy cuenta de que el Filtro del Tiempo es peligroso. ¿Qué tiene
que ver eso con Sheridan y conmigo?
Ella asintió.
157
Él salió del ascensor, y Taylor le siguió. Escabulléndose al Centro de
Ciencias con el científico que el gobierno estaba buscando era tanto
peligroso como estúpido. Pero ahora no tenía opción. Taylor tenía razón.
Un Colador del Tiempo funcionando era incluso más peligroso.
Traducido SOS por camu
158
Corregido por Ale Rose
Es curioso como tus miedos hayan una manera para encontrarte sin
importar lo que hagas.
—No elijan una carrera que ustedes quieran —les decían una y otra
vez—. Escojan una carrera que la ciudad necesite. —Lealtad a la ciudad
genera auto respeto. Auto respeto produce felicidad. ¿Y ellos no querían
ser felices?
Echo no solo había ignorado ese particular consejo, le había dado
vuelta a todo al asunto “el auto respeto iguala a la felicidad”,
convirtiéndolo en una broma. Él había llenado los enlaces de datos de la
ciudad y había publicado un anuncio: Auto respeto en venta. Precio en
promoción. Utilizó la dirección de internet del director de su escuela para
159 que se contactarán por más información. El día después, Echo había
posteado un anuncio al personal: Mujer desesperada busca un hombre con
auto respeto. El rango no es un problema. Éste contenía información web de
la profesora de ciencias. Ella era muy insoportable. El día siguiente puso
una falsa noticia: Policías descubren grupo delictivo de venta encubierta de
auto respeto. Ciudadanos apenados proclamaban: “Pero ahora, ¿dónde
vamos a comprar auto respeto accesible?”
—Lo que significa que los maestros tenían razón —había dicho Echo
mientras apuntaba la pelota hacia la luz amarilla de la pared—. Auto
respeto sí produce felicidad. —Disparó y golpeó a la luz haciéndola
desaparecer—. Voy amar programar.
—Ya sé. Le tenía que dar a los códigos de seguridad algo para hacer
mientras accedo a la base de datos.
—No hay ningún error. Es… —Se inclinó hacia delante en su asiento, y
sus dedos volaron en el teclado de nuevo—. Hay algo que alguien le hizo a
esto. Así que no puedo apagar el QGP hasta después que lo deje, pero
apuesto a que puedo apagarlo luego de que él se fuera, y me ha enterado
de la fecha en la que se fue.
—Probemos ahora.
Golpeó la tecla enviar, luego apretó los antebrazos de la silla. Esta vez
cuando los números aparecieron, marcharon a través de la pantalla
declarando que el trabajo estaba hecho.
Estaba en el medio de hablar de por qué las niñas vestían jeans con
bolsillos, camisas con bolsillos, abrigos con bolsillos, y luego llevaban todo
lo que necesitaban en los bolsos, cuando el comunicador de Jeth sonó.
—Se trata de Sheridan. Taylor esta con Echo. ¿Quieres que le mande
un mensaje?
165
—¿Cuál es el problema?
—El problema es que esto no es uno de esos científicos que pueden leer
datos. Son un montón de Vikers, y a menos que quieras ser equiparado
con su incompetencia, mantendrás esa chica en sitio. Son propiedad de la
Scicenter. No tienes razón para dejarla vagar por la ciudad.
El miedo cayó sobre Sheridan como una ducha fría. Helix sabía. Los
científicos finalmente habían calculado que el Filtro del Tiempo no había
funcionado incorrectamente pero había traído gemelos. Y una de ellas era
Taylor Sherwood.
Sheridan se dio cuenta de que debía decir algo. Debía fingir que no
había entendido la llamada.
—¡Estoy rastreando el cristal de Echo! —dijo Jeth—. Esto dice que está
en el cementerio.
Por supuesto que el gobierno pensaría que Echo era Dakine si sabían
que podía cambiar sus transmisiones. ¿Por qué no habría Jeth de llegar a
la misma conclusión?
169 —Nada aún. Bueno, quiero decir, Elise quiere ayudar, pero no está
segura de cómo. Va a hacer algunas indagaciones para ver si puede
conectar con alguien que conozca, a alguien que sea un Devoto del Doctor.
Dijo que podría tomar un tiempo.
Jeth dijo—: Solo trae a Taylor de vuelta aquí. Llamaré a Helix, le diré
que estas en el Centro de Historia, y luego diremos que su computadora de
rastreo no funciona bien.
170
3
En español en el original
171
—Si no puedes salir, por lo menos muéstrame dónde ir. Dame un mapa
y dime con quién comunicarme. No pueden seguirme.
—Le dije a Taylor que Echo no podía saber nada de mis amigos o salir.
Absolutamente nada. Y ahora ella está con él. Tal vez está tratando de
llevar a la amiga que le presenté ayer.
—Yo puedo explicar, pero primero tenemos que salir. —Sheridan dio un
paso hacia la puerta, luego un paso atrás hasta Elise —Tenemos que
encontrar a Taylor y advertirla.
—¿Por qué Taylor sabe cómo apagar una máquina tan complicada?
—¡Sangre!
Elise retiró su mano del panel y empujó un poco más los botones, luego
indicó a Sheridan que la siguiera. Una vez en el cuarto de atrás, Elise tocó
un botón junto a la puerta para bloquearla. Después abrió la caja de los
asientos debajo de la ventana.
Elise unió las ventosas a la pared y bajó la escalera por la ventana. Sin
decir una palabra, se apoderó de la escalera y se lanzó a través de la
abertura.
—¡Date prisa!
Elise corrió hacia el coche más cercano, abrió una puerta, y le indicó a
Sheridan para entrar. Una vez que había entrado, Elise dijo—: Te estoy
enviando a Salima Street. En realidad quieres ir a la avenida de Los
Ángeles, pero desde que el gobierno rastrearía el coche, no me atrevo a
enviarte allí. Una vez que el coche se detenga en Salima, camina dos millas
al norte hasta llegar al Parque de Los Ángeles.
Sheridan se sentó en el borde del asiento.
—Si tengo tiempo antes de que los Ejecutores me encuentren, daré una
175 señal a mis contactos de reconocerte en el parque. Alguien se acercará a ti
y te preguntará si tu nombre es Hermana. Ese es tu contacto.
—Pero Taylor.
—Si Taylor dijo a Echo quién era y debe decirlo para obtener su ayuda,
ya está con el Dakine. Alégrate de que no estabas con ella.
Elise metió la mano en el coche y presionó el panel de control.
—Salima Street.
Elise nunca se volvió a ver el coche. Corrió fuera del garaje, con el pelo
lila y rosa silbante alrededor de sus hombros hasta que se perdió de vista.
Echo comprobó los puntos en el sensor una vez más, antes de pegarlo
de nuevo en su cinturón.
—¿Qué?
—Sé que la mayoría de la gente de los viejos años veinte eran débiles y
no ejercitadas, pero ¿puedes correr el tiempo suficiente para hacerlo fuera
del edificio?
—No corras por la calle. Cuando salgamos del edificio, nos dirigiremos
al primer coche que veamos. Ellos no serán capaces de rastrearme, y con
un poco de suerte vamos a perderlos en el tráfico.
Echo se acercó a la puerta, pero se detuvo antes de abrirla.
—¿Te acuerdas de qué lado está la entrada principal?
Ella asintió con la cabeza, y antes de que pudiera pensar en ello por
más tiempo, antes de que pudiera pensar en todas las razones por las que
esto no era probable que funcionase, abrió la puerta y se escabulló de la
habitación.
Llegaron a la primera curva del pasillo sin ser vistos. Esto era vital.
Una cosa era ser atrapado en el Centro de Ciencias sin la autorización
apropiada. Sería impensable ser capturado saliendo de un área
restringida. Dejó escapar un suspiro de alivio, ya que ellos entraron al
corredor principal.
Echo no podía decir si alguno de los hombres que los perseguían eran
Ejecutores o simplemente científicos. Nadie había disparado contra ellos,
pero podría ser porque no podían conseguir un tiro claro entre los giros de
la escalera. Una vez que Taylor y él corrieran hacia el pasillo, no habría
nada para evitar que las cajas de laser les alcanzasen.
Se retorció, tratando de liberarse, luego vio que era Echo quien la había
abordado.
—¡Pongan sus armas lejos! —Gritó —Si la dañan, Helix los verá en la
desfibradora.
—Tal vez—, dijo uno de los hombres —pero no le importará si las
usamos en ti.
—Cálmate —dijo, con el acento de veinte años de edad para que ella lo
entendiera —Haré lo que pueda para ayudar. ¿Entiendes?
—Entiendo perfectamente —escupió entre las respiraciones —¡Eres una
rata viscosa, de dos caras!
¿Rata de dos caras? Nunca había oído hablar de ellas. Debe haber sido
una mutación de animales de todos los pesticidas en su época.
Los ojos de Taylor ardían como bobinas de recarga, pero dejó de luchar.
Yacía en el suelo sin fuerzas, respirando con dificultad.
Uno de los Ejecutores había estado hablando en su comunicador. Lo apagó
y miró hacia abajo a Echo. —Ese era Helix. Él está en camino al
cementerio y dijo que pusiéramos a la chica en un cuarto de detención
hasta que pueda llegar aquí. También dijo que tu señal se encuentra
todavía en el cementerio, y que quiere saber lo que estás haciendo en el
Centro de Ciencias.
Sus palabras eran casi una acusación, una amenaza de que más valía
que los Artífices de la Palabra no interfirieran. Echo se enderezó,
negándose a mostrar signos de intimidación. La intimidación implica
culpabilidad.
Sólo había un lugar donde podía ir en busca de ayuda ahora. Puso las
coordenadas del coche para el apartamento de César y cerró los ojos
mientras el coche zumbaba hacia su destino.
183
Traducido por Keyla Hernández
Corregido por Ale Rose
Sheridan notó que sus manos temblaban. Se sentó sobre ellas para
detener el temblor, y luego se encontró balanceándose en su asiento.
¿Cómo podría ayudar a Taylor cuando ni siquiera sabía dónde estaba?
Piensa. Se dijo Sheridan. Taylor siempre decía que una persona puede
encontrar una solución a cualquier problema si sólo piensa en ello lo
suficiente. Bueno, ahora Sheridan tenía un montón de problemas, que
necesitaban algunas soluciones.
Piensa en algo.
Piensa en algo.
Piensa en algo.
Por el rabillo del ojo, vio movimiento en la calle. Levantó la vista para
ver a varios Ejecutores corriendo alrededor de otros coches parados,
corriendo hacia ella. Sheridan presionó sus manos contra la puerta del
coche.
Buscó en el interior del coche algo para usarlo como arma. Cualquier
cosa. No había nada.
Las puertas se abrieron. No vio los rostros de los hombres, sólo sus
manos. Llegaron al coche apuntándolo con láser.
—Está despierta.
—Helix quiere que esté en detención hasta que haya terminado con
ellas. No hay posibilidad de que se conviertan en Vikers allí.
—No sé nada sobre eso —dijo con cansancio—. No soy quien te está
buscando.
—¡Ya basta!
Ella pretendía darle una patada, todavía tenía el uso de sus pies.
Uno de los Ejecutores agarró el pelo de Sheridan y tiró de ella hacia
atrás. El dolor le atravesó la cabeza y se tambaleó, casi cayó al suelo. El
hombre de pelo verde le sonrió a Sheridan, entonces golpeó a Taylor de
nuevo. El golpe resonó en la sala, al igual que el grito de Taylor.
—Valiente —dijo.
Era mayor, décadas más que la imagen que había visto, pero era el
mismo hombre.
—¿Cómo has llegado hasta aquí? —preguntó—. ¿El Filtro del Tiempo
te trajo aquí?
Él le aprecia, impresionado.
—En el siglo XXI, cuando estaba poniendo a prueba por primera vez el
QGP y la determinación de sus parámetros en la materia viva, decidí
transformar un geranio durante diecisiete días, cuatrocientas ocho horas.
Tuve la QGP en un temporizador para que el flujo de energía fuera
reconfigurado automáticamente en la materia. Quería ver si el geranio se
mantendría en su forma inalterada o si sería una pérdida sustancial de
energía durante la transformación, que afectara a su estructura celular.
192 Reilly dio una sacudida de la cabeza, lo que hizo que su papada se
agitase.
Él no la dejó terminar.
Reilly cruzó la pierna, otro hábito que no había visto en el siglo XXV.
—Las ideas son provocadas por los recuerdos —dijo—. Tal vez sí me
hicieras pasar por un lavado de memoria, nunca seré capaz de duplicar mi
éxito con la QGP. Tal vez las grandes ideas vienen solamente a una
persona una vez en la vida. Piensa en eso y habla con tu gobierno.
—¿Estás bien?
—¿Estás traduciendo para Helix? ¿Es por eso que estás aquí?
—¿Rescatar?
Sheridan miró sobre César con más cuidado. Su barbilla sobresalía con
confianza con actitud y arrogancia. Aunque sonreía, había algo duro y sus
ojos calculadores hicieron que Sheridan tuviese cuidado. Elise no le había
gustado. ¿Era César uno de los malos amigos que habían llevado a Echo a
enredarse en el Dakine? Tragó saliva y miró hacia otro lado. César debe
ser Dakine. ¿Quién más podría tener conexiones en el sistema de
detención?
199
Sheridan comprobó el panel de control para ver en qué calle estaban.
El panel entero estaba a oscuras.
Lo que sólo hizo que Sheridan se preocupara más. Ella miró a la cara
hosca de Taylor para después mirar al callado Echo, y luego a la sonrisa
de César. Poco a poco se deslizó en una mirada lasciva.
César se echó a reír, una risa gutural profunda que llenó el coche.
—Uhm, no.
—Dile que yo sé cómo crear interés. Dile que voy a volar a lugares a
donde no puede ir en un centro de realidad virtual.
—Ella dice que gracias, pero ahora está sólo interesada en mí.
—¿Tú?
César se recostó contra su asiento y exclamó—: La niña no tiene coraje.
201
¿Feliz? Estaba contenta de estar lejos del Centro de Ciencias y Reilly,
pero ¿cómo iba a estar feliz si fueron rescatadas por Dakines? Sólo quería
decir que en lugar de verse obligadas a trabajar para el gobierno, se verían
obligadas a trabajar para el Dakine. Y si el Dakine sabía de la QGP, bueno,
no había manera de que Sheridan pudiera ayudar a Taylor a continuar.
Echo ya sabía quién era.
—Necesito su ayuda.
Así que él no iba a decirle nada. Tal vez había dejado que Caesar le
diera los detalles junto con sus expectativas de gratitud. Sheridan se
recostó contra el asiento, apretando los puños, luego se obligó a soltar su
agarre y relajarse. Se volvió a Taylor y le dijo—: Hemos pasado de la sartén
al fuego.
Una vez que estuvieron sentados en el interior del edificio, Echo dejó
las vendas fuera. Sheridan entrecerró los ojos contra la luz y miró
alrededor de la sala más elaborada que había visto en el futuro. Grandes
franjas de tela de terciopelo colgaban desde el techo hasta el suelo,
fluyendo alrededor grandes imágenes del paisaje de la ciudad. El suelo
parecía una enorme losa de mármol color beige, pero tenía una sensación
suave y acolchada. Hojas de oro pintadas se arrastraron por el suelo,
paredes y techo. Sillas de gel verde bosque se colocaron alrededor de la
mesa de vidrio larga. Obviamente, el Dakine tenía los medios económicos
para costear lujo.
203
Taylor abrió la boca para tomar un bocado y se estremeció.
Sheridan miraba.
—No quería decir lo mismo que en el siglo XXI. Sheridan sólo estaba
sugiriendo que Taylor tiene una herida médica en su boca.
—Soy religiosa.
Se detuvo, inseguro.
204
Sheridan y Taylor respondieron. Su mente se había ido de repente en
otra dirección. Se le ocurrió cuántos nombres diferentes de personas
religiosas tenían por Dios. Los Cristianos usaban Padre Celestial, el
Creador, el Rey de Reyes y Señor de Señores, entre otros.
El judaísmo tenía tanta reverencia por el nombre de Dios que los judíos
no lo escribían a menudo, y cuando lo hacían, no lo deletreaban todo el
tiempo. Cuando hablaban, utilizaban palabras como Elohim o Adonai que
significa "autoridad" y "maestro." Los musulmanes utilizaban el nombre de
Allah, que literalmente significa "el único Dios verdadero", pero tenían
otros nombres que se utilizaban también. Cuando agregas el hinduismo y
otras religiones también, debe haber cientos de nombres diferentes.
Los médicos curan las personas, los salvan de la muerte, dan a luz la
vida.
Sheridan sintió una esperanza dentro de ella, volver a la vida otra vez.
Ella sonrió. La religión no se había ido. Más que nunca, quería encontrar a
los Devotos del Doctor(DW).
—¿Qué más sabes de ellos? —preguntó a Echo—. Quiero oír todo.
—Le dicen a todo el mundo que han estado en la tierra desde el primer
amanecer. Es una doble pena que no podamos utilizar estas chicas para
exponerlas, pero entonces, nuestros huéspedes tienen cosas más
importantes que hacer.
—Lobo dirige este edificio —dijo Echo —Él quiere hablar conmigo y
conocerte.
Cuando entraron en la sala, un hombre se levantó de la mesa. Su
cabello plateado brillaba como el cromo, y Sheridan no podía dejar de
notar el número de su rango, 522. Lobo era alguien importante.
—Aprender nuevas lenguas lleva meses —dijo Echo —A veces años. Sin
embargo, la lengua que hablamos se basa en ellos, no debería ser tan
largo. Me imagino que van a ser capaces de entender en pocas semanas.
Tal vez un mes.
—Ayúdalas —dijo Lobo —Tienen que ser reeducadas tan pronto como
sea posible.
Echo asintió.
—César quería que yo trabajara en el proyecto Prometeo, pero sus
órdenes serán lo primero.
Echo no se movió.
—Sí, lo entiendo.
Echo asintió.
Echo no parecía estar viendo algo que les mostró. Sus ojos tenían una
mirada distraída. ¿Quería decirles a Taylor y a ella que estas personas
eran Dakine? ¿Admitirá Lobo que quería entrenarlas como asesinas?
Echo asintió.
—Voy a ayudarte, pero tengo que irme ahora mismo, así que quiero que
escuches las conversaciones en la computadora y repitas lo que escuchas.
210 Puedes hacer eso mientras estoy fuera, ¿verdad?
Sheridan no se movió.
Así, a pesar del hecho de que Echo acababa de decirle a Lobo que su
prioridad sería enseñar a Taylor, Caesar tenía razón. Echo iba a pasar su
tiempo en el Centro de Ordenadores.
—No uses esa expresión, Sheridan; Volveré tan pronto como pueda. Ah,
y no salgas por las puertas. Tienen alarmas.
Por lo menos, le había dicho la verdad sobre eso. Aún así, Sheridan no
cambió su expresión.
Él le dio un apretón.
—¿Todo bien?
Él se acercó a ella.
—No digas esa palabra. No se supone que tienes que saber lo que
significa y nos puedes meter en problemas.
—Escúchame, Sheridan.
—Supongo que tendrá que encontrar otras chicas para entrenar como
asesinas.
—¿No has visto el aspecto que tenía cuando Lobo mencionó la muerte
de Joseph? Era puro odio.
—Me mostró las lagunas en los programas del gobierno, pero cada uno
se conecta aquí. Él sabía cómo usarlos, así que sabe cómo evitar que se
utilicen.
¿El uno por ciento? El número hizo a Sheridan hacer una pausa. Ella
nunca estaría en el uno por ciento. No en este período de tiempo o en el
viejo. Echo probablemente lo sabía. ¿Podría estar realmente interesado en
ella?
—¿Qué?
—Si alguien nos pilla con la comida en nuestros bolsillos, sabrán que
estamos haciendo algo.
—No, puedo soportar la idea de alguien sea tan inteligente como yo,
pero no Echo.
¿Por qué no él? ¿Porque le gustaba Sheridan en vez de ella? ¿Acaso
piensa Taylor que mostró una evidente falta de inteligencia?
—¿Y las personas que usan y estudian las palabras nunca son
grandes?
—Están muy bien cuando se necesita un buen libro, pero aún ahí, hay
que admitir que ninguno de los avances importantes en la sociedad, los
avances en la ciencia, la tecnología y la medicina, fueron descubiertos por
los grandes Escritores.
—No lo creo.
—Un fuerte ruido resuena a través de los altavoces, y todas las puertas
del edificio se bloquean automáticamente.
Pero eso era sólo si ellos la hubieran tomado en custodia. Jeth y Elise
no podían ser culpados por la pérdida de las corredoras del tiempo. El
Dakine las había tomado de las propias salas de detención del gobierno.
Sin embargo, los Artífices de la Palabra podrían estar en problemas por las
cosas que habían sucedido antes, cuando Echo estaba con Taylor y
Sheridan y escaparon del Centro de Historia.
Tragó saliva, dio unos golpecitos con los dedos sobre el teclado, e
ignoró el dolor lo mejor que pudo.
Echo hizo el enlace con rapidez, con un poco de miedo de que alguien
en el Centro de Ordenadores pudiera atraparlo, pero al mismo tiempo
sintiéndose justificado al hacer la búsqueda. Incluso si él no hubiera
estado planeando enviar un mensaje a Elise, todavía quería saber lo que le
había sucedido a ella y a Jeth. El líder del Centro de Ordenadores se
pondría loco porque Echo no se apropió de la autorización antes.
—Me cansé de imitar a las muñecas que hablan y decidí hacer algo en
mi pelo.
—Los sistemas de este equipo son seguros y sólo vas a tener problemas
si no te ocupas de nada.
—¿En serio?
Se sentó frente a ella en un sofá, con las rodillas tocando las suyas.
226
—Si una d está entre vocales, es suave. Casi como th. Mira mi boca.
Adultos. Audición. Adoptar.
Miró a sus labios y apenas podía hablar. No sirvió de nada que ella
pudiera ver a Taylor por el rabillo del ojo haciendo caras y besos. Taylor
iba a estar trabajando en algunas cartas del alfabeto fonético que había
descargado Echo, pero era evidente que escuchaba en su lugar.
Sheridan asintió.
Y gracias a Dios por ellos. Después de que él se había ido, Taylor volvió
al equipo y terminó la instalación de su cambio de alarma del programa.
—Sí.
Taylor tomó la caja que pitaba desde el lado de la cama y la tiró al otro
lado de la habitación.
No dejó de sonar.
230
—¿Qué pregunta?
¡Qué dulce! Se estaba ofreciendo para aprender sus pasos de baile. Por
supuesto, ella realmente no tenía pasos de baile. En casa ella bailaba
como todo el mundo. ¿Cómo iba a enseñarle eso?
Un baile lento sería menos doloroso para enseñar. Había menos de ver,
poco que ver. Caminaron hacia el mismo lugar donde Taylor y Caesar
habían estado bailando antes de su episodio de laminación. Sheridan tomó
la mano de Echo y la colocó sobre su cadera. Puso una mano sobre su
hombro, y luego se aferró a su mano que le quedaba.
—Esta es la posición básica del baile lento. Ahora tenemos una especie
de roca de ida y vuelta lentamente y tomar pequeños pasos al ritmo de la
música.
—Bueno, ¿y ahora qué? Eso es todo. Este es baile lento de los viejos
años veinte.
—Bueno, hay otras danzas: el swing del país, el vals, ese tipo de cosas,
pero la mayoría de la gente no sabía cómo hacer eso. Así que esta era la
danza media lenta.
—¿Eras tú?
—Quise decir lo que le dije a Taylor antes. No le hará ningún bien para
empalmar en las computadoras aquí. Cuando llegue el momento de partir,
yo te llevaré.
Se inclinó muy cerca de ella, lo cual no era difícil, puesto que ya estaba
cerca, para empezar.
Sheridan deslizó la mano por el hombro de Echo hasta que sus dedos
tocaron el pelo. Se sentía sedoso y suave. De alguna manera ella había
esperado que fuera robusto como él.
233
—Sólo confía en mí, es demasiado peligroso. Vamos a depender de
Elise.
—¿Es cierto?
—El archivo ha dicho que estabas dispuesta a negociar con él. ¿Qué es
lo que quiere decir eso?
—Oh—dijo.
—No tienes que explicar todo, pero quiero saber una cosa. Prométeme
que me dirás la verdad de una cosa.
Se inclinó hacia delante hasta que sus labios rozaban contra su oído.
Probablemente parecía que estaba susurrando adoraciones, pero su voz
era completamente seria.
Él pensaba que era una idiota y Taylor tenía razón sobre él todo el
tiempo.
Antes de que ninguno de los dos dijera nada más, una alarma
estridente superó a la música, llenando la habitación con su llanto.
236
Traducido por Princesa de la Luna
Corregido por Pily
—Echo, necesito que traduzcas. Dile a Taylor que ella es dulce como un
motín.
Para Caesar, Echo dijo—: Taylor dice que los hacen en interesantes
237 formas.
—Sí.
—Lo único que quiere es a las dos solo para tí. Sangre entonces. No
siempre serán tu responsabilidad.
El Acelerador.
Antes de que Echo pudiera decir algo más, alguien le dio un golpecito
en el hombro.
Echo se volvió y vio a, ¿cómo se llamaba?... El hombre era uno de los
superiores, y ahora Echo tendría que ocultar el hecho de que no podía
recordar su nombre.
239
—Espero que sí.
Hizo una pausa, con la intención de decir algo más, pero luego decidió
no hacerlo. Ella se limitó a sonreír de nuevo.
—Adiós, Echo.
Ya era bastante malo que Echo tuviera que lidiar con Lobo, el hombre
que podía pedir disculpas por haber matado a su hermano en una frase y
llamarse a sí mismo de la familia en la siguiente. Si Lobo se enteraba de
Taylor, o más bien, cuando se enterara de Taylor haría que los
funcionarios de detención del gobierno parecieran caballeros bien
educados.
Echo no quería pensar en los métodos del Dakine para obtener
información. Y que tendría que verlo todo, porque Lobo le querría allí para
traducir sus demandas. Lobo no aceptaría errores al hacer preguntas a las
chicas del gobierno, no podía.
¿Qué habían oído? ¿Lo que él mismo había dicho cuando estaba con
ellas?
—¿No lo has encontrado? Sangre, ¿qué tan difícil puede ser? La alarma
no se apagaba. Ese era el problema.
—Voy a hablar con ellos y hacer que se ejecute otra prueba. Usted
mantenga el control del programa.
Como si Echo estuviera planeando echar una siesta. Todavía no se le
ocurrió el nombre del hombre, pero se le ocurrieron algunos adjetivos
descriptivos.
Uno de ellos debe haber hecho algo. Sólo que él no estaba seguro de
que alguno de ellos tuviera la capacidad de codificar la alarma de
congelación, y mucho menos hacerlo de una manera que Echo no hubiera
podido detectar. Además, ¿por qué uno de ellos ha congelado la alarma?
¿A quién le serviría una alarma congelada?
Taylor.
Se habían ido. Habían huido tan pronto como le había abierto las
puertas.
O tal vez lo habían hecho. Tal vez todas esas preguntas que Sheridan
había hecho acerca del exterior, significaba que se dirigían allí.
No, no sería más que una idiotez. No cuando él les había advertido
sobre el tiempo y los Vikers.
Echo pensó con calma. Trataría de encontrar a Elise, sólo que no sabía
dónde estaba y no podía utilizar un coche de todos modos. Estarían
caminando por una de las calles no muy lejos de aquí. Tomaría un coche y
buscaría por todas las calles hasta que las encontrase. ¿Era mejor dejar
que el Dakine supiera lo que había sucedido o desaparecer por su cuenta
243 para buscarlas?
Ella había esperado ver el desierto. En cambio, vio otra ciudad. O más
exactamente, los restos de una ciudad. Losas grises de hormigón rotas
sobresalían hacia arriba, y trozos de basura no identificable yacían por
todas partes. Hierros atrapados entre las ruinas como dedos delgados que
llegan de la tierra. A lo lejos, los esqueletos de los edificios estaban en el
horizonte, conchas ennegrecidas que no habían caído al suelo todavía.
Caminaron durante unos minutos más. Parecía estar cada vez más
alto, o por lo menos no estaba más bajo.
—No lo sé.
Segundos después, los hombres corrieron tras ellas, gritando algo que
Sheridan no podía entender. Tal vez no era todo en palabras, pero justo el
sonido de salvajismo.
Más adelante, la luz del sol se reflejó en los carriles que serpenteaban
lejos de la puerta de la ciudad. Podía verlos ahora.
Uno de los hombres la agarró del pelo y tiró de ella hacia atrás. Cayó al
suelo con un golpe, resbalando por el polvo gris.
No pudo respirar decir más, no podría decir lo feliz que estaba de verlo.
Su caja láser seguía tendida, y cuando llegó, parecía sin aliento como
ella.
Fue entonces cuando Sheridan notó cómo sus ojos ardían de furia.
Taylor llegó a Sheridan y le echó los brazos alrededor de ella.
—Nunca se nos dijo que el exterior estaba poblado por los matones de
un solo brazo.
—Pensé que sólo los Ejecutores y los Dakine tenían acceso a las armas.
Tenía que dejar de pensar de esa manera. Él les había ayudado en cada
situación. Había mantenido la identidad de Taylor del Lobo. Las llevaba
lejos de la base Dakine en lugar de ir de nuevo. Podía confiar en él, debería
haber confiado en él desde el principio.
—Guerra.
—Oh.
Él no contestó.
Aún no respondió.
—Si nos captura el gobierno, no voy a ser capaz de decirte nada porque
mi memoria se borrará también.
Si tan sólo los errores pudieran ser borrados con la misma facilidad. Si
pudiera borrar el tiempo y empezar el día de hoy en un punto mejor.
—Bueno, el lado positivo, si los recuerdos se han ido, por lo menos no
serás capaz de echarme la culpa de todo.
—No.
Ella dejó escapar un suspiro. Estaba decidido a estar enojado con ella.
255 Siguieron caminando. El sol se movió más arriba en el cielo, pero no tenía
ni idea de cuánto tiempo había pasado. El polvo en el suelo diluido,
desapareció, reemplazado por los escombros que se deslizaban bajo sus
pies. Hizo que ir deprisa fuese imposible.
—¿Qué es eso?
—Sí —dijo Taylor, uniéndose a ellos—. ¿Por qué no hablas con él, y ves
si responde?
—¡Hola!
—Ya ves, no te miento del todo. Ah, y en caso de que estés preocupado,
no tengo absolutamente ningún deseo de comer esa cosa.
256
Miró hacia el cielo por un momento más, y luego se encontró con ella.
Mientras caminaba, examinó los restos gris al lado de ellos.
—Los buitres comen animales muertos que están por ahí. En este caso,
los Vikers amables que trataron de matarme.
257
—¿No era eso lo que dicen de tu tiempo?
Sheridan le sonrió.
—Sí, lo creo.
—Totalmente —dijo.
258
Traducido por Princesa de la Luna
Corregido por Ale Rose
—Si podrías haber sorprendido a los vikers que me atacaron, ¿por qué
los mataste?
—Oh —dijo Sheridan con una sacudida repugnante. Él tenía razón, por
supuesto. No estaba acostumbrada a tratar con personas que se mataban
unos a otros, no estaba acostumbrada a pensar de esa manera. Tenía que
conseguir ser más lista y más sagaz.
Fue sólo cuando Echo dijo la palabra ellos cuando Sheridan vio al
segundo hombre. Se quedó más lejos, con los brazos y las piernas
extendidos como si estuviera haciendo un ángel de nieve.
—Daos prisa antes que los otros vengan. —Empezó a correr lento, y
Sheridan y Taylor le siguieron yendo entre los altos tanques de basura.
Cada paso traía un dolor agudo a los pies de Sheridan. Le dolían las
piernas. Las empujó hacia adelante, lo que obligó a seguir adelante.
—Al Parque Los Angeles. Dijo que esperara a que alguien me llamase
Hermana.
—Nadie nos estará esperando allí ahora —dijo Taylor—. ¿De qué sirve
ir allí?
Echo se encogió de hombros con cansancio.
Sheridan había esperado ver hierba y árboles. Era más concreto. Cierto
es que hubo cambios de giro, un gimnasio con diapositivas de selva, y algo
que parecía un ondulado tiovivo verde. En un lado del parque varios niños
patinaban en una fosa de hormigón multinivel. Chispas de colores
brillantes salieron disparadas de sus patines, y los patinadores parecían
flotar en el aire durante un anormalmente largo tiempo. Bancos de gel
estaban esparcidos en el parque, y los adultos se sentaban y hablaban
entre sí mientras observaban a los niños. Eso no había cambiado a lo largo
de los siglos.
Después de que habían dado una vuelta alrededor del parque, Echo les
llevó a un banco en el centro. Sheridan se hundió en el con gratitud. Le
dolían los pies más ahora que mientras caminaba por las rocas.
Finalmente Echo pasó una mano por la cara, cubriendo la luna azul en
su mejilla.
—Estoy pensando.
Probablemente fue la primera vez que alguien alguna vez le había dicho
a Taylor que pensara más. Toda sus matemáticas, ciencias y
conocimientos de informática no les podrían ayudar ahora. ¿Qué podría?
No podía explicarlo, no quería, por temor a que suene tonto, así que
ella se puso de pie en su lugar.
—No lo estoy. —Sheridan hizo señas para que se unieran a ella—. Sólo
estoy pensando, pero matemáticamente, científicamente o como un
computador piensa. Estoy pensando como inglés, historia y religión
pensaron. Vamos, necesitamos un coche.
—No estoy segura —dijo Sheridan—. Tal vez en círculos. Podría ser una
coincidencia, pero podría ser un camino, y no tenemos nada más que
podamos hacer, ¿verdad?
—No estoy teniendo una crisis —dijo Sheridan, y pasó el dedo a lo largo
de las líneas del mapa, trazando las calles.
—No me mires —dijo Taylor—. Fue tu padre quien le dijo que las
palabras dejan un rastro. Evidentemente, puedes pensar en este
misterioso inglés que piensas que ella está hablando. Creo que en el
pensamiento radica la ciencia.
Sheridan se enderezó.
—Isaías Street.
Taylor no le respondió.
Entonces se dio cuenta de que había ido más allá dos veces. La única
razón por la que no lo había encontrado antes fue porque la ortografía
había cambiado. Profeta Way.
—Vamos a girar a la derecha en Sacramento hasta llegar a Beneficio.
267
—Nos dijiste que la religión fue prohibida hace noventa años. Todas las
personas que recuerdan la vida antes de la prohibición han muerto. Estos
términos no significan nada para la población hoy en día, pero los
religiosos las conocían, y dejaron un rastro.
—No todos se fueron —dijo Sheridan, con los ojos y los dedos todavía
en el mapa—. Dijiste que los que se fueron tenían alimentos para
sostenerlos mientras construían su nueva ciudad. No todos los religiosos
tenían suficiente comida, y tal vez algunos no estaban convencidos de que
tenían que salir todavía. Así que se quedaron y renunciaron a su religión,
pero no se olvidaron. Ellos enseñaron a sus hijos junto con los símbolos y
frases que iban con sus creencias. No es la única vez en la historia que las
religiones han tenido que pasar a la clandestinidad.
—Creo que a medida que pasaba el tiempo y las cosas se pusieron peor
en la ciudad, las personas religiosas previeron en secreto la forma de salir.
Dejaron un rastro para que otros, que aún mantienen sus creencias,
podrían reconocer las palabras y encontrarlos. Mira. —Señaló a otra calle
que abrió Isaías—. Menorah. Ese es un término judío. Y este de aquí,
pensé que era Salem al principio, pero apuesto a que no lo es. Es Salaam.
Ese es un sentido saludo de "paz" entre los musulmanes. ¿Quién sabe
cuántos nombres más hay que no reconoceremos porque no sabemos las
religiones lo suficientemente bien. Todos ellos dejaron rastros de sus
seguidores.
Sheridan le sonrió.
—Avenida Maria.
Sheridan buscó los nombres de las calles cercanas. Nada hizo sonar
una campana. Los minutos pasaron. Ella examinó áreas más grandes y
más grandes.
—Estamos casi en la avenida Maria —dijo Echo—. ¿Qué camino debo
tomar?
—¿Qué ves?
Recreacion Senter.
Traverton plaza.
4
2da entrans.
—Wow.
—No, yo decía “Wow” cómo en: Wow, realmente debo haber perdido
una gran cantidad de sermones de mi padre, porque no recuerdo ninguna
historia en la Biblia con un oso en ella.
Taylor hizo silencio y se quedó sin aliento. Echo hizo lo mismo, pero
sólo parecía perplejo.
4
En el libro original esta así especificado, pero debajo de 2da entrans hay un dibujo de un
oso. Sin las claves seria así: (Centro de recreación, Traverton plaza, 2da entrada)
—RT Dos. ¿Qué significa eso?
—El R “nuestro” ¿Y ves cómo la “T” parece una cruz? El número dos, y
luego el oso. "Nuestra cruz" Es una frase religiosa. Nuestro contacto estará
271 en algún lugar de ahí.
El auto se detuvo.
—Sí, ya basta.
—Son arte. Se supone que tienes que decidir por ti mismo lo que son.
5(O Jack para sus amigos. La razón de esté nombre es porque se le murió un ser querido
que se llamaba Jackie, así que desde entonces el declaro que sólo respondería al nombre
de Jackie o Jack.)
6
El Funk art es un movimiento artístico bastante inspirado por la cultura popular que
usa una improbable mezcla de materiales y técnicas, incluyendo «objetos encontrados».
Fue una reacción frente a la falta de objetividad del expresionismo abstracto. El nombre
del movimiento deriva del término musical «funky», que describe lo apasionado, sensual y
estrafalario. En este contexto, significa «gallina, maloliente, escandaloso, sórdido». 1 Era
una forma de arte popular en los sesenta del siglo XX y setenta, especialmente en los
Estados Unidos. Los artistas funk trataban su obra con humor, confrontación, lo obsceno
y referencias biográficas. Buscaban volver a introducir la responsabilidad social en el arte
contemporáneo.
—Un vago conocimiento de otras religiones no nos va a ayudar. Aunque
los rastros de otras religiones nos condujeron aquí, tenemos que sonar
cómo sabemos lo que estamos hablando. No podemos fingir ser hindús.
274 —Bueno, tenemos que hacer algo. Todo el mundo está buscándonos.
—¡Pescado!
—Cristo dijo a sus apóstoles que los haría hombres pescadores —dijo
Sheridan, y se dirigió hacia el restaurante. Los otros dos siguieron tras
ella. Echo la alcanzó.
Echo se pasó la mano por el pelo, una mezcla entre polvo gris y azul.
276
—Vas a tener que fingir que te estás sintiendo enferma es por eso que
no quieres nada de comer. Estás allí para hacerme compañía, pero no
hablas, mientras que el camarero toma el pedido. Voy a pedir, y voy a
tener que comer la comida. Parecerá extraño sino pido nada, a
continuación, comparto mi comida.
277 Echo abrió la puerta, y los tres caminaron. Se sentaron en una mesa
en la esquina. Sheridan había olvidado que ordenó su comida a través de
la computadora, y el camarero fue a la mesa sólo para traerle la comida.
Por un momento le entró pánico. Las peticiones para el pan y el agua, se
iban a ir sin decirlas, pero Echo apretó un botón en la parte inferior de la
computadora que no había notado antes. Decía Recomendaciones. Un
camarero apareció inmediatamente en la pantalla del ordenador. Era
joven, tal vez un adolescente, con nubes blancas en el rostro. Él miró por
encima de ellos como si estuviera mirando por encima de una tormenta.
—¿El qué?
El camarero sonrió, pero era más una sonrisa más de conmoción que
de placer.
—¿Qué hay de las damas que están con usted, necesitan alguna
recomendación?
Era cierto.
—Tal vez nos dieron el lugar de mal contacto—dijo Taylor—. Tal vez
279 podamos pensar en otra cosa. —Se volvió hacia Echo.
—He oído que tenía algunas peticiones especiales del menú. Pensé que
le gustaría ver al chef. Tal vez pueda ayudar.
—Vengan conmigo.
—Así son las armas, pero mi escáner me dice que tienes una. —Le
tendió una mano a Echo—. Antes de que te lleve más lejos, tendrás que
280 darme tú caja láser. —La mandíbula de Echo se apretó. Sacó el cuadro
negro de su cinturón y lo aporreó en la mano del camarero. El camarero
miró el escáner y le tendió la mano—.Y los otros aparatos electrónicos que
teneis.
Echo hizo una mueca. Estaba claro que no quería entregar este último
dispositivo. Lentamente, se desenganchó una caja de plata del interior de
su cinturón y se lo entregó al camarero. El hombre le dio la vuelta en la
palma de su mano.
—¿Quién te ha enviado?
—Bien. Voy a decirle a mi jefe que queréis hablar, pero tendréis que
esperar. Él está ocupado ejecutando el foodmart7.
7
Es una tienda de ventas de comida pequeña. O mini súper mercado.
—No tengo mi caja láser, mi neutralizador de bloqueo, o mi disruptor, y
ahora estamos aquí.
282 Echo se volvió hacia ella, y ella pudo ver el cansancio en sus ojos.
—Debido a que estás personas no son fieles a los doctores, sino que
son Dakine.
Traducido por Princesa de la Luna
283
Corregido por IngridShaik
—Tal vez había un rastro aquí una vez. Tal vez esto solía ser un lugar
de contacto, que quizás fue tomado por Dakine.
—Los cristianos no son los únicos que tienen símbolos. Los Dakine
también lo tienen... Están en la obra de arte.
—¿Dónde? —preguntó.
—El que está detrás del mostrador tiene su símbolo más importante en
ella. —Echo se puso de pie y empezó a revisar los armarios. Estaban
encerrados—. Solamente los usuarios Dakine jurados lo saben. Es una
manera de identificar a los demás.
—Si quieres que confiemos en ti, es hora de que nos digas la verdad.
285 Todo eso. ¿Estás tratando de dejar el Dakine? ¿Es por eso que necesitas
salir de la ciudad?
Él no se había preocupado por Allana, no. Era peor que eso que se
diera cuenta de Sheridan. Echo culpó a Allana por la muerte de Joseph.
—Es difícil para mí hablar de ello. Hay cosas que no entiendes, sucesos
de mi pasado.
—La gente no entiende cómo son los hermanos cercanos, porque casi
nadie los tiene ya. Nadie tiene un hermano gemelo. Eran Echo y Joseph en
toda la ciudad. Había dos grupos de hermanas gemelas idénticas que
vivían en Traventon, dos de ellas muy antiguas. Uno de los conjuntos
visitó a los chicos cuándo tenían siete. En aquel entonces, los niños eran
demasiado jóvenes para saber qué preguntas deberían haber buscado. No
habían pensado mucho en rastrear los cristales de seguimiento en ese
punto. Pero en ese entonces, los cristales de las hermanas podrían no
haber funcionado cómo ahora, y a veces hacer las preguntas equivocadas
trae más problemas.
—El problema era que las cosas cambiaron para Echo, y Joseph no
podía verlo. Echo quería ser más que un Artífice de la palabra. Quería
prestigio, rango. Una vez que el Dakine se enteró de sus habilidades en el
ordenador, le ofrecieron una membrecía y le prometieron un rango que
siempre sería menos de cien mil. Supongo que la Dakine habría ido
después a por Joseph también, pero no era necesario. Joseph compartió
todo lo que sabía acerca de los ordenadores con Echo, le ayudaba con
cualquier problema. —Echo dejó escapar un furioso gruñido desde el fondo
de su garganta, casi un gruñido—.Allana le gustaba mucho a los
hermanos. Era hermosa, influyente, y acostumbrada a tener todo lo que
había querido. ¿Por qué quería tanto de ellos?, todavía no lo sé. Tal vez era
la novedad. Tal vez quería ver si era lo suficientemente potente cómo para
287 destruir un vínculo que la naturaleza había creado. Tal vez no podía
decidir. Cualquiera que sea la razón, empezó a haber... —Hizo una pausa,
buscando la palabra correcta del siglo XXI.
—Un día Allana eligió entre los hermanos, y ella escogió a Joseph. El
problema era que Joseph todavía era demasiado leal a Echo. No quería
hacerle daño a su hermano. Joseph sabía que Allana significaba
demasiado para Echo, por lo que él le dijo que no. —La voz de Echo estaba
en calma, apenas levantada, pero había una intensa agitación en sus
ojos—. Allana le dijo a Joseph que no sabía nada de Echo, y Joseph se reía
porque sabía que su hermano era mejor que nadie. Él podría ser Echo
cuando quería. Cuanto más Allana trataba de convencer a Joseph, él más
se reía. Y entonces ella le dijo qué Echo era parte de la Dakine.
Siguió diciendo:
—¿Cómo puedes ser tan estúpido? ¿Cómo podrías aliarte con el
Dakine? ¿No sabes lo que has hecho?
—Supongo que eso es un error que tenían los hermanos: actuar con
ira. Si tan sólo Joseph no se hubiera enfrentado a Echo de esa manera,
gritando por su estupidez. Así que muchos síes. Así que muchos viajes en
la dirección equivocada.
—Esa noche Lobo decidió el castigo. Allana iba a ser ejecutada por
revelar una membrecía Dakine, y Joseph iba a morir por escucharlo.
La voz de Echo cayó hasta que fue poco más que un susurro.
—Lo soy, y no lo soy. Morí con mi hermano ese día. Nunca podré ser
quien era antes.
—Ahora, ¿confías en mí? ¿Entiendes ahora por qué tengo que salir de
la ciudad antes de que la Dakine descubriera lo qué ha pasado?
—Sí.
—¿Nunca has creído en algo? —Se sentó con cansancio en la silla junto
a Taylor—. Dijiste que cuando tu hermano murió, una parte de ti también
murió. Si me negara a mis creencias, una parte de mí moriría.
—No puedo.
—La última vez que me importó una chica, mi hermano fue asesinado.
Ahora tomo un giro contigo, y probablemente vamos a morir todos. Si
salgo de esto, voy a renunciar completamente a las citas.
Ella dio un paso hacia él, para coger su mano de nuevo, pero él se
apartó.
—Lo siento.
295
296
Traducido por Nanami27
Corregido por Garazi
Una de las frases que los Dakine usaban como saludo era La noticia es
la cosa. El jefe estaba esperando para escuchar si Joseph lo diría.
Taylor se puso las manos en las caderas. Su mirada saltó hacia atrás y
adelante entre el camarero y el jefe.
—¿Le dispararon a alguien y esto fue sólo una prueba? ¡Me han
asustado a muerte!
Afortunadamente, los hombres no podían entenderla. Joseph no iba a
quejarse para traducirla.
Navarone sacó otras dos bolsas de agua del armario y se los entregó a
las chicas. —Después de eso, se irán con los demás y viajarán a nuestra
ciudad.
302 Joseph asintió con la cabeza. Todo estaba ocurriendo tan rápidamente,
pero se alegraba de que no tuviera tiempo para pensar en lo que estaba
haciendo, lo que dejaba atrás. Su padre. Su hogar. Cada lugar en que
había hecho una memoria con su hermano.
Joseph se enderezó.
—¿Estoy escapando a Jackalville?
Navarone soltó una risa profunda.
—Me he olvidado de lo poco que sabes acerca de nosotros. No tengo
tiempo para decirte acerca de nuestra ciudad, así que voy a decir que no
es lo que informa el gobierno. Creerás eso, ¿verdad?
—Es un disruptor. Una vez que se activa, desactiva cualquier caja láser
que está dentro del rango.
Los árboles eran más verdes, más altos, más que cualquier otro que
había visto en los programas de desierto en el centro de VR. También olía
rico con un poco de olor desconocido. Muchos de ellos estaban en el suelo,
golpeado por… Pues, ¿qué fue lo suficientemente fuerte como para
derribar esos enormes árboles? Durante toda la tarde el grupo tuvo que
seguir subiendo más árboles caídos.
Él sabía que ella estaba feliz. Feliz, quizá por primera vez desde que la
había conocido. La tristeza había dejado sus ojos, y en su lugar había
optimismo. Y belleza. Como algo que podía mirar y nunca cansarse de
hacerlo.
Méndez puso su mano y les hizo señas para que empezaran de nuevo.
Méndez no le respondió.
—¿Mi padre? —Repitió Joseph, sin estar seguro de haber oído bien.
Joseph siguió caminando, los Vikers olvidados por completo. ¿Por qué
Jeth había dejado Traventon? No había sido etiquetado con la culpa por la
liberación de los jinetes del tiempo de sus celdas de detención. Eso fue
claramente una operación del Dakine. Como mucho habría sido censurado
308
por dejar tranquilas a las chicas antes de su primer intento de fuga.
—¿Cuántos?
—Más arriba, hay un arroyo seco que divide la colina en las crestas.
Sube por el lado oeste. Me quedo con las chicas por el otro. Cuando los
Ejecutores sigan la señal de la colina, debería ser capaz de disparar a
algunos a sus rodillas antes de que lleguen.
—Ellos son la razón por la que te di de vuelta tu caja láser. Espero que
sepas cómo usarla.
—Gracias.
Sheridan no se movió.
—¿Y si...?
Ella dio un paso reticente lejos de él. —Te estoy aferrando a eso.
Caminó unos metros más, y luego fue al más grande pino que pudo
encontrar. Las ramas inferiores no ofrecían mucha cobertura, por lo que
puso su caja láser entre los dientes y subió más alto.
Nada.
Nada.
Cada uno de los Ejecutores sostenía una caja láser. Helix sostenía otra
cosa. Un gran artilugio metálico que Joseph no había visto antes.
312
Los hombres hablaban entre sí, con Helix, luego se volvieron, pero no
hacia Joseph. Comenzaron a subir la otra cordillera, hacia Sheridan y el
escondite de Taylor.
—Helix —le susurró a Taylor, y luego agregó—. ¿Qué es esa cosa que
está llevando?
—¿Cómo?
Sheridan espero que los Ejecutores ayudaran a los heridos, pero los
hombres mantuvieron sus láseres arriba, por la topografía de la zona,
aparentemente indiferente a los dos que estaban retorciéndose y gimiendo
en el suelo.
—Dales una goma de borrar del dolor. Sus gritos traerán a todo viker
315 desde aquí a la ciudad.
—¿No nos van a dejar aquí? —El primero pidió—. Los Vikers nos
llevará si estamos inconscientes.
—No puedo.
—Si sigues hacia el este, te reunirás con el grupo de la clínica que iba a
venir por nosotros. Deben estar cerca ahora.
El fuego cesó. Ella levantó la cabeza para mirar por la colina. A través
del follaje podía ver manchas negro, los Ejecutores, tres en el suelo ahora y
tres que seguían avanzando hacia ella en sus rodillas. Helix tomó la parte
posterior, mirando por encima del hombro.
—Llegamos a ella.
Y otro dijo:
—Por fin.
Ella vino a parar contra un tronco de árbol, con la cara hacia arriba,
mirando hacia el cielo. Algunas nubes flotaban tristemente por encima de
318 ella. Debajo de ella, agujas de pino crujían. Venían.
Trató de mover los dedos, pero no pudo. Sus manos se sentían como si
no estuvieran conectadas a su cuerpo.
No ocurrió nada.
Todavía nada.
No ocurrió nada.
Sheridan miró hacia abajo de nuevo. Joseph, ella podía verlo ahora
estaba muy lejos, pero corriendo hasta la cresta. Alivio y miedo mezclados
en su interior. Él venía a ayudarla. Todavía estaban superados en número,
sin embargo, y uno de los Ejecutores se dirigía directamente hacia él.
Méndez le esquivó. Mientras iba más allá, Méndez llevó el palo hacia
abajo en la parte posterior de su cuello. Un fuerte chasquido sonó, y trozos
de corteza volaron por los aires. El Enforcer se tiró al suelo. Méndez se
volvió hacia el hombre siguiente.
Sheridan no vio más porque Helix se arrodilló delante de ella. Sacó una
cuerda de plata de su cinturón, tirando hacia afuera como una araña por
una red.
—Me has costado tiempo y hombres. Me ocuparé de que sufras antes
de tu lavado de memoria. Te destrozaré cien veces. —Él le dio la vuelta
para que ella estuviera boca abajo en el suelo, y luego tiró sus brazos
hacia atrás para atarlos. Trató de alejarse de él, pero sus piernas estaban
tan inmóviles como las piedras al lado de ella—. Luego, cuando te borren
320 la memoria —dijo, dando a sus brazos otro apretón que el dolor tiro sobre
sus hombros—. Te voy a decir que eres mi hija. —Él le dio la vuelta y la
tomó de la barbilla para que se viera obligada a mirarlo a los ojos fríos.
Sonrió para hacerle saber que estaba disfrutando de esto—. Vas a hacer
todo lo que yo te diga que hagas, entonces.
Traducido SOS por katiliz94
Corregido por Pily
321
oseph había pasado varios minutos trepando por el saliente con las
manos y pies para evitar ser visto. Su llegada a la colina de esa
manera quizás era más peligrosa que útil.
Uno de los Ejecutores se dirigía hacia él, pero Joseph tenía el elemento
sorpresa. El hombre sostuvo la caja láser y empujó el Fuego. Nada
sucedió. En el tiempo que le llevó pulsarlo de nuevo, cogió una piedra y la
lanzó hacia el hombre. Lo golpeó en el pecho y se tambaleó hacia atrás.
Por la esquina del ojo, Joseph vio que Méndez había aparecido detrás
de los arboles, un grueso bastón en la mano. Un bastón, sí. Ahora
tendrían que pelear como Vikers, con algún arma que pudiesen encontrar.
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La armadura podría proteger a los Ejecutores, pero les haría moverse más
despacio. Si podía conseguir bastantes golpes, podría ser capaz de parar a
los Ejecutores lo bastante para rescatar a Sheridan.
Helix dio unos pasos, luego maldijo. Ella se dio cuenta de que estaba
maldiciendo por la forma en que escupió las palabras: agudas y llenas de
odio. Deslizó a Sheridan de sus hombros para que se parara frente a él. No
podía sentir sus pies. No tenía ninguna fuerza en las piernas y pensó que
iba a caerse al suelo otra vez. Helix envolvió un brazo alrededor de su
cintura y el otro alrededor de su cuello, manteniéndola en posición vertical
y atrapada contra él. Trató de presionar la barbilla hacia abajo para que el
brazo no cortara su suministro de aire, pero no tenía la fuerza para ello.
Helix los observaba, se dio la vuelta y tiró de Sheridan tan fuerte, que
se le torcieron los pies y se arrastraron por el suelo. Varios otros hombres
habían estado viniendo por detrás, rodeándole.
—¡No se acerquen! —gritó Helix, con la cabeza colgando de un lado a
otro.
326 Joseph se acercó a donde Helix podía verlo. Su voz era de una calma
controlada.
—Sheridan.
—¿Estás bien?
Alguien lanzó a Helix fuera de ella. La voz de Jeth estaba justo encima
de ella.
—¿Está viva?
Sheridan le sonrió.
—Mentí.
Joseph la miraba.
—¿Cómo podría decirte que lo deje morir por mí?, ¿Cómo iba a decirte
que Echo se había unido al Dakine?
La expresión de Jeth se arrugó y las lágrimas llenaron sus ojos. Sus
hombros se tensaron. Extendió la mano y cogió a Joseph en sus brazos.
—No necesitabas llevar el secreto solo. Sabía que Echo se había unido
al Dakine. Su rango fue de repente tan alto. Nunca me decía a dónde iba.
¿Cómo no iba a saberlo? Pero tienes que volver, Joseph.
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—Pero has perdido a Echo ahora —dijo Joseph en voz baja—. Los dos
lo hemos perdido.
Ella no vio ninguna luz, ninguna señal de que estaba haciendo nada.
Aún así, la sensación se apresuró a regresar a su cuerpo. Estiró las manos
y los pies, disfrutando de la sensación de movimiento.
—Gracias.
Sheridan pudo ver, casi como si se tratara de una cosa física, el vínculo
que se formaba entre Joseph y Taylor. Su hermano había muerto en su
lugar, y ahora Taylor entendía que se sentía.
Joseph asintió con la cabeza, y parecía ser un pacto entre los dos.
—¿Qué hay de los otros? —preguntó otro hombre—. ¿Nos los llevamos
a la clínica también?
—Vamos a llevarlos tan cerca de Traventon como podamos. Al
recuperar la conciencia, utilizaran sus comunicadores para señalar a
alguien en la ciudad que los recupere.
CJ Hill (Janette) tiene cinco hijos, tres de ellos como ella en un día
determinados a ayudar a quién está en problemas. Ha vivido en Arizona
durante la última mitad de su vida, pero todavía está en el negado desierto
y espera que algún día en su jardín crezcan campanas de plata y conchas
de berberechos o tal vez sólo tomates.
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