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El Descubrimiento de Un Nuevo Enclave Ta PDF
El Descubrimiento de Un Nuevo Enclave Ta PDF
tartésico-orientalizante en la Sierra de
Cádiz: el «oppidum» de Olvera
Luis Javier Guerrero Misa
Ester López Rosendo
Arqueólogos
Resumen Abstract
«Oppidum», Edad del Hierro, Ánforas Fe- «Oppidum», Iron Age, Phoenician Amp-
nicias, Periodo Orientalizante, Tartessos, horae, Oriental Period, Tartessos, Turdeta-
Turdetanos. nians.
Figura 1.
PANORÁMICA DEL CASTILLO DE OLVERA Y SU LADERA
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194 km2. En el punto más elevado del mu- les de las formaciones subbéticas y, en
nicipio, a 649 metros de altitud, presidien- concreto, su casco urbano originario se eri-
do el entorno, se localiza la Torre del Ho- ge en torno a un cerro dolomítico calizo,
menaje de la Fortaleza Medieval, de épo- de procedencia jurásica, que sobresale en
ca cristiana en su aspecto actual. Desde mitad de grandes mantos de arcillas versi-
ella se divisa no sólo gran parte de la sierra colores terciarias y otras zonas de arenis-
gaditana y de la de Ronda, sino también las cas y margas de la Unidad del Aljibe, tam-
sierras sevillanas de Pruna y Morón (la de- bién terciarias (Mapa Geológico de Es-
nominada «Banda Morisca»). Ocupa, por paña, Hoja 1036, Olvera. Instituto Tec-
tanto, una situación de una gran importan- nológico Geominero de España, Madrid,
cia estratégica. 1990).
El yacimiento se encuentra situado en A nivel arqueológico, los orígenes de
la ladera que mira hacia el Norte, justo de- Olvera se pueden remontar al Neolítico Fi-
bajo de las líneas perimetrales inferiores nal, según los resultados de las interven-
de la fortaleza medieval. En esta zona del ciones realizadas en la Plaza de la Iglesia
castillo, incluido en las cercas medievales, en 1998(1), en las que se recuperaron frag-
existe un cementerio que actualmente si- mentos de cerámica a mano correspon-
gue en funcionamiento. A partir de los mu- dientes a vasos de paredes rectas, cuencos
ros exteriores de este cementerio, que se hemiesféricos, olla con mamelones, un
apoyan en los restos de la muralla medie- asa-pitorro, decoraciones a base de cordo-
val y en dos de sus torres cuadradas más nes con impresiones e incluso algunos con
pequeñas (una de ellas muy deteriorada y pintura roja a la almagra. En cuanto al con-
la otra reutilizada en el propio cementerio), junto de material lítico correspondía a las-
se extiende la ladera histórica, que ocupa cas y laminillas de talla a presión de sílex,
actualmente una especie de triángulo cu- la mayoría sin retoques. Los materiales en-
yos lados tienen una longitud de 105 por contrados eran muy similares a los proce-
102 por 62 metros aproximadamente y una dentes de las excavaciones de la Ladera de
pendiente muy pronunciada en torno a los Setenil de las Bodegas, municipio distante
20 grados, situándose entre las cotas 631 y una quincena de kilómetros y que efectuó
603 m s.n.m. uno de nosotros entre 1996 y 1997(2). De
En principio, la ladera Norte bajo el esta misma intervención se había podido
castillo de Olvera está compuesta por dis- documentar una ocupación ibérico-turde-
tintas capas, desde las de tierra vegetal con tana al menos desde el s. III a.C., así como
aportaciones orgánicas a las procedentes niveles musulmanes y cristianos.
de aportes de materiales de origen antrópi- Con escaso apoyo científico se ha pro-
co, junto a capas de un sustrato de arenis- puesto que Olvera fuera la ciudad ibero-ro-
cas con gravas que descansa directamente mana de Hippa o Hippo Nova, citada por
sobre la roca caliza originaria del cerro. El Plinio en la zona, o bien la sede de una de
lateral noroeste de la ladera se halla corta- las «mansiones» del itinerario Corduba-
da por la carretera de acceso al Barrio de la Gades (Ilipa Minor), e incluso la céltica
Villa y al Castillo e Iglesia, siendo su bor- «Caricus»(3). Lo cierto es que hasta el mo-
de perimetral un pequeño talud con muro mento en el casco antiguo de Olvera no hay
de contención y plantado con una hilera de constancia de la aparición de cerámicas o
cipreses. materiales constructivos romanos, más
A nivel geológico, Olvera se encuentra bien todo lo contrario como ha demostrado
situada dentro de los límites sudoccidenta- nuestra intervención en esta ladera.
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nes del cuerpo de guardia, en las que apa- cadas por las alteraciones producidas por
recieron numerosas cerámicas tanto na- todo tipo de agentes (bioalteraciones, fenó-
zaríes como cristianas. menos hídricos, climáticos, atmosféricos,
etc.), además de la propia complicación de
Intervención arqueológica de urgencia su morfogénesis, éste era el mejor modelo
en la Ladera Norte para prospectar la ladera a pesar de los cor-
tes producidos longitudinalmente para rea-
Como hemos dicho al principio, la actua- lizar las terrazas donde iban los aparca-
ción se inició el 27 de Junio de 2006, tras mientos.
llegarse a un acuerdo con la empresa adju- La ladera tiene una inclinación media
dicataria de la contrata para que aportara en torno a los 20 grados, pero no es del to-
los obreros necesarios y al aparejador de la do homogénea. Lógicamente, hay que te-
obra, aportando la Mancomunidad el per- ner en cuenta los límites establecidos por
sonal técnico y los materiales de excava- la física en lo referente a los puntos de rup-
ción. En la intervención colaboró con no- tura de estabilidad, en torno a los 35 gra-
sotros el arqueólogo Jesús Román Román dos en laderas similares como la estudiada
a quién agradecemos su esfuerzo y dedica- en Setenil de las Bodegas(7), por lo que de-
ción. ben aparecer zonas de acumulación por ca-
A nuestra llegada, si bien la obra esta- pas de distinto grosor de menor (arriba) a
ba paralizada en lo referente a movimien- mayor (abajo). En principio, debemos su-
tos de tierras, explanaciones y caminos / poner que la formación de los depósitos de
senderos, se habían estado realizando tra- la ladera se han ido acumulando en base a
bajos de ajardinamiento e instalación de conos de derrubios, puesto que es imposi-
mobiliario urbano (farolas, bancos, papele- ble materialmente que los aportes colma-
ras, etc.) que, en principio, no afectaban a ten de golpe un frente de más de 100 me-
zonas en las que teníamos previsto interve- tros de longitud, lo cual hace que a iguales
nir. profundidades en la ladera no tenga porqué
haber necesariamente los mismos materia-
Las prospecciones superficiales les arqueológicos, más bien al contrario.
Comenzamos realizando una serie de La interpretación de este hecho es básico
prospecciones superficiales de toda la la- ya que sino lo tenemos presente podemos
dera y comprobando de esta forma las zo- llegar a conclusiones precipitadas. Lógica-
nas de aparición de material arqueológico mente, los materiales de mayor peso rue-
y las alteraciones realizadas por los movi- dan más abajo que los más ligeros y van
mientos de tierra previos. Decidimos, sec- rellenando los sinclinales dejados por los
torizar la ladera en cinco zonas haciéndo- conos de derrubios. Además, tal y como
las coincidir con las líneas topográficas de pasaba en Setenil, hay que tener presente,
las cotas en altitudes de 630,625, 620, 615, sobre todo en las zonas más bajas, la posi-
y 610, por lo que las denominamos respec- bilidad de que alguna anomalía sobre el te-
tivamente como Zona A: Cota 630, Zona rreno pudiera ocasionar un tipo distinto de
B: Cota 625, Zona C: Cota 620, Zona D: acumulación, como es el caso de un pe-
Cota 615 y Zona E: Cota 610. En la Figu- queño peñón que sobresale en mitad de la
ra 2 vienen delimitadas estas zonas y los Zona C, y de las alteraciones que hayan
sondeos a escala 1:500. Pensamos que da- podido producir las escorrentías y que han
dos los procesos de formación de las lade- podido desplazar materiales o colmatar zo-
ras antrópicas, normalmente muy compli- nas más bajas o rehundidas.
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Por otro lado, las alteraciones produci- Oriental, entrando ya en las inmediaciones
das por los movimientos de tierra previos del cementerio y, sobre todo, bajo los mu-
afectaron sobre todo a las Zonas C y D, ros de éste el terreno aparece ya sin los es-
siendo la E residual (por estar afectada ya combros y es la vegetación la que lo cubre
con anterioridad por varias construcciones todo. Este sector está muy poco alterado, a
de casas y sus correspondientes vertidos de excepción de los restos de algunas de las
escombros) y la B afectada parcialmente. reparaciones realizadas en el muro perime-
La Zona A es divisible, a su vez, en tral que coincide con los cimientos del ce-
Sector W (Oeste) y Sector Este y esto se menterio (la última en 2002). Los aportes
debe a que el primero se encuentra muy han sido mínimos, puesto que al arrojarse
afectado por la ruina y derrumbe de parte escombros y materiales arqueológicos u
de un edificio que estuvo alojado junto a la orgánicos, la tendencia natural es que se
actual Cilla y a espaldas de la misma mi- deslicen cuesta abajo, no quedándose ape-
rando hacia la ladera, lo cuál ha generado nas material en la zona más alta.
una gran cantidad de escombros sobre los En esta Zona practicaríamos el sondeo
que en los últimos años se ha arrojado to- P-2, al ser la menos tocada recientemente y
do tipo de basuras, al estar muy cercana a estar situada a mayor altura y, por tanto,
una zona de contenedores. En principio en- más cerca de la base de roca caliza, por lo
tre estas basuras y escombros aparecen que era de excavación más fácil y rápida,
materiales arqueológicos (fundamental- el tener un menor número de sedimentos,
mente cerámicas) pertenecientes a los si- siendo, además, los propios cimientos de
glos XVII y XVIII, que datan el edificio la muralla exterior del castillo una garantía
derrumbado, pero fue imposible constatar de que, al menos, desde el siglo XVI hacia
la presencia de materiales anteriores dado abajo, no estaban alterados los estratos.
el volumen de escombros, que de alguna La Zona B, tiene una pendiente muy
forma están integrados ya en la propia la- acusada, en torno a los 19 grados, y sólo ha
dera con vegetación intrusita que los ha fi- sido afectada parcialmente por los movi-
jado al terreno. Sin embargo, hacia el lado mientos de tierra previos a la obra. Según
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el aparejador sólo se desmontaron unos 20 ficie hay una gran mezcla de materiales,
cms para retirar las basuras, escombros y aunque curiosamente son las cerámicas
maleza superficiales con objeto de poder ibéricas (con bandas pintadas en rojo, vi-
dejarla limpia y preparada para su urbani- noso y en negro) y a mano (la mayoría li-
zación y ajardinamiento. No obstante, a sas, sin decoración) las de mayor impor-
nuestra llegada ya se había construido el tancia numéricamente. En menor propor-
camino peatonal del paseo y de acceso des- ción se recogen materiales cristianos de los
de el aparcamiento hasta el Barrio de la Vi- siglos XV y XVI (cuencos, boles, escudi-
lla y este camino sí había desmontado unos llas y platos en melado con bases rehundi-
40 cms de ladera, habiendo servido el des- das y algunas con decoración en mangane-
monte del escalón practicado para realizar so, algunas en verde y muy pocas en blan-
una pequeña plataforma, donde se com- co con azul cobalto), la mayoría cerámicas
pactó y aplanó la base de este mismo ca- trianeras o sevillanas. En aún menor pro-
mino. Es decir, la parte sobrante del corte porción aparecen cerámicas nazaríes y al-
se utiliza también para estabilizarlo y dar- mohades, inclusive un pequeño fragmento
le consistencia, con lo que los materiales cerámico (¿brocal de pozo?) con una ins-
más antiguos pueden aparecer por encima cripción cúfica que está sin traducir aún.
de los más modernos. De hecho, recogi- En este sentido, cabe decir que sólo en
mos cerámicas ibéricas y a mano en la pro- los laterales situados en el extremo Oeste
pia superficie del camino, mientras que en de la ladera, aquellos que literalmente
el perfil del mismo aparecían cerámicas transcurren junto a la carretera de acceso al
del XV y XVI. Barrio de la Villa y Plaza de la Iglesia y no
Las Zonas C y D fueron las más afec- han sido alterados por las obras, se puede
tadas por los movimientos de tierra. En apreciar en superficie materiales cerámi-
ambas se ha removido gran parte de la la- cos modernos, fundamentalmente de los
dera y se han realizado cambios sustancia- siglos XVI y XVII y que parecen estar en
les en la misma. No sólo se han practicado posición correcta, sin variación. A excep-
dos grandes cortes, en escalón, para crear ción de las basuras actuales, muy abundan-
las zonas amplias donde van los aparca- tes en el muro de contención de la carrete-
mientos en superficie, sino que se ha relle- ra, no se detectaron materiales del XVIII y
nado, para nivelarla, la zona más oriental, XIX, con una ausencia casi absolutas de
que, en origen, tenía una pendiente mucho vajillas blancas, de porcelanas o chinescas
más acusada, incluso con un área de preci- tan características de estos momentos. En
picio que, ahora, está casi colmatada. Los esta zona practicamos el perfilado P-4.
cortes en terraza o escalón tienen, aproxi- Aquí, no se detectaron cerámicas anterio-
madamente, entre 12 y 15 metros de an- res, ni musulmanas, ni ibéricas, ni
chura y, finalmente se decidió instalar una prehistóricas.
sola hilera de aparcamientos en cada uno Por último, en la Zona E, la alteración
de ellos, en lugar de las dos hileras previs- es muy fuerte, aunque ésta vez no se debe
tas inicialmente, lo cual redundó en un me- a la obra del aparcamiento, sino a la degra-
nor movimiento de tierras y un impacto dación de la ladera al estar en contacto di-
menor sobre la propia ladera, en detrimen- recto con la zona habitada. Aquí, escom-
to del número de coches. bros, basuras, materiales de obra y maleza
Por tanto, a nivel arqueológico las alte- intrusiva apenas si dejan ver el final de la-
raciones desde el nivel de unión entre la dera, destruido prácticamente por la prime-
Zonas B y C son muy acusadas y en super- ra línea de casas. Por último, la zona distal
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de la misma está afectada por la construc- la capa de tierra vegetal, con el objeto de
ción de un edificio, ya en estructura, que limpiar la ladera y permitir que pudiera
no tuvo seguimiento arqueológico en el plantarse vegetación ornamental. Por tan-
momento de la excavación de su cimenta- to, siguiendo las informaciones que nos
ción y que hubiera sido muy interesante dieron el aparejador y el encargado de la
comprobar hasta donde había llegado el obra, elegimos un lugar, con fuerte pen-
manto antrópico (o el cono de derrubios diente, pero que a excepción de esa prime-
según sea) de materiales acarreados desde ra capa vegetal, que apenas era de unos 15
la Villa. Por tanto, su deplorable estado la a 20 cms, parecía estar intacto. Situado a
convertía en inútil a nivel arqueológico, unos tres metros y medio de este muro de
por lo que no se realizó ninguna prospec- contención, trazamos un cuadro de 3 por 3
ción sobre ella. metros en la ladera, utilizando como nivel
del propio cuadro las vigas del techo del
Los sondeos arqueológicos aparcamiento y lo denominamos P-1. Ini-
Teníamos previsto la ejecución de cua- ciamos la excavación proyectando, en
tro sondeos en el yacimiento, de forma es- principio, tres escalones a distintas alturas
calonada en altura en la ladera, según el del cuadro en pendiente. Elegimos este ti-
proyecto aprobado por la Dirección Gene- po de excavación para poder mantener
ral de Bienes Culturales. Con ello, intentá- controladas las distintas capas que, lógica-
bamos abarcar el mayor número posible de mente, están escalonadas y en pendiente.
zonas inalteradas, donde pudiéramos de- Como no es posible a priori, saber la po-
tectar la secuencia estratigráfica y correla- tencia de cada capa, utilizamos esta técni-
cionar, posteriormente, estos estratos para ca que ya empleamos en la excavación que
poder elaborar una hipótesis de la forma- realizamos en la ladera de Setenil de las
ción antrópica de la misma y las distintas Bodegas, de características muy similares
«laderas arqueológicas» (la ladera aunque aún más pronunciada que ésta de
prehistórica, la ibérica, la nazarí, la cristia- Olvera(8). Tras eliminarse una pequeña ca-
na, etc.). Sin embargo, cuando iniciamos pa de tierra vegetal que ni siquiera estaba
los trabajos, comprobamos que el cuarto presente en todo el cuadro, pues había sido
sondeo, que iba entre las Zonas D y E, era despejada por el movimiento de tierras ini-
inviable por el estado de remoción del te- cial, enseguida aparecieron grandes canti-
rreno, por lo que, finalmente, se optó por dades de materiales arqueológicos, funda-
hacer un pequeño perfilado (que denomi- mentalmente cerámicas a torno, pintadas a
namos P-4) en el lateral junto a la carrete- bandas muchas de ellas, fragmentos de án-
ra de acceso, en la Zona C, por parecernos foras ibéricas y cerámicas a mano, de fa-
más seguro. A continuación desarrollamos bricación mucho más tosca. La mayoría de
el proceso de excavación y el resultado de este material aparece en mitad de una gran
los tres sondeos más el perfilado de forma bolsada de tierra de color marrón claro y,
resumida. sobre todo, en una capa grisácea inferior a
Trazamos el primer sondeo a las espal- esta primera que además contiene abun-
das del muro de contención de la segunda dantes carbones, aunque de pequeño ta-
plataforma realizada para el aparcamiento, maño. La capa marrón ocupa probable-
a la altura de la cota 616, en la Zona C de mente una zona de vaguada, escorrentía o
la ladera. En este lugar el movimiento de sinclinal de un cono de derrubio y tras ado-
tierras había sido muy intenso hacia abajo, sarse a la grisácea la sobrepasa y nivela en
si bien hacia arriba sólo se había eliminado la ladera, en un movimiento claro de esta-
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dio), las cerámicas ibéricas y las de factu- del P-1 y que parece proceder de la des-
ra a mano asociadas a éstas, lo ocupan ca- composición (descarbonatación) de tierras
si todo. De hecho, si comprobamos el di- calizas por rubefacción (U.E. 203). Esta
bujo de la Pared Sur podemos comprobar capa sólo aparece en la mitad oriental del
como bajo la cobertera vegetal existen tres cuadro, terminando con el muro, por lo
capas claramente diferenciadas, la prime- que no se aprecia en el Perfil Oeste.
ra, de color marrón, tiene una considerable Por último, la tercera capa está consti-
potencia (hasta 77 cms como máximo) y es tuida por depósitos de color grisáceo, con
muy parecida a la que aparece en esa mis- un grosor medio de unos 20 cms (con te-
ma posición estratigráfica en el Sondeo P- cho en los 32 en el lado oriental) que en-
1, incluyendo caliches y carbones (U.E. globa y se asienta directamente sobre un
202). Hacia el lateral Oeste la capa se abre muro realizado con piedras no trabadas
en bolsa, bajando en profundidad, aunque con ningún tipo de argamasa o mortero, es
sin cambiar sus características. Bajo ésta decir, están «a hueso», que aprovecha
aparece una capa, de menor tamaño (máxi- además una enorme roca caliza del propio
ma potencia 25 cms), de color rojizo oscu- terreno como cimiento externo (U.E. 204).
ro, casi marrón, que en este caso no tiene Bajo este muro (U.E. 205) y capa grisácea
que ver con la rojiza con gravas y gravillas aparece una pequeña capa (no visible en
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este perfil Sur pero si en el Oeste y el Es- dio, bajo las piedras y en el sector Norte
te) de sedimentos de color oscuro (rojizo correspondiente a la profundización hasta
negruzco) en el que sólo aparece material los 102 cms, bajo ésta la roca caliza.
prehistórico (U.E. 206) y debajo directa- Por último, tras la documentación grá-
mente la roca caliza tableada de la base del fica y la toma de cotas de nivel, elimina-
cerro (U.E. 207), tal y como pudimos com- mos la reserva de 20 cms que dejamos
probar al profundizar hasta los 105 cms en detrás del cuadro hasta llegar a la base del
el Sector Norte del cuadro, justo delante muro, para poder perfilar y ver hasta don-
del muro. Es en la capa grisácea donde de llegan los cimientos, resultando que és-
aparece la mayor parte del material «orien- tos se inician precisamente a la profundi-
talizante», incluidos fragmentos de borde dad que corresponde con la capa de tierra
de «pithoi» y platos de cerámica gris muy marrón, es decir, que sólo no se apreciaba
pulida, características de este momento. la parte ocupada por la tierra vegetal.
A partir de la 5ª cavada (-85 cms) el En el lateral más oriental de la ladera
material arqueológico comienza a escasear existen una serie de covachas o abrigos, de
y es exclusivamente a mano, con algunos pequeño tamaño sobre la roca caliza que
elementos líticos en sílex, destacando la forma el cerro donde se asienta el castillo.
aparición de cuatro fragmentos de cerámi- Si bien, en superficie se apreciaba que la
ca campaniforme, algunos bordes de platos mayoría de ellos estaban colmatados con
almendrados, dos fusayolas y lo que pare- escombros y basuras, la mayoría actuales,
ce ser la mitad inferior de un idolillo en ba- decidimos realizar un sondeo en el interior
rro cocido muy similar al que detectamos de uno de ellos, el mayor de todos, situado
en Setenil en 1997(9). justo en el borde de una zona en la que se
En las 6ª y 7ª cavadas, que ya alcanzan había construido un espacio de descanso,
a la capa negruzca, aparecen algunos frag- con bancos, farolas y papeleras. La cova-
mentos de cerámica a mano, decorada con cha, de unas dimensiones de unos diez me-
incisiones, un borde dentado y un asa tipo tros por cuatro de ancho y de forma trian-
puente, además de algunas laminillas de sí- gular en altura, se encontraba repleta de
lex. Bajo ésta el suelo rocoso. En la planta basuras y material de construcción. Tam-
del sondeo correspondiente al nivel del bién aparecieron algunos restos relaciona-
muro, se puede apreciar la potencia del dos con el cementerio, como restos de
mismo y su asociación a la capa grisácea. ataúdes, flores y cruces de plástico y ador-
Dan la impresión de estar caídas hacia de- nos cerámicos y en mármol, incluidas frag-
lante y hacia el lado oriental, siendo la gran mentos de lápidas, ya que, al parecer cuan-
piedra caliza su límite por el occidental. Su do se desocupa algún nicho, su contenido
dirección es Este-Oeste, coincidiendo con se quema en un lugar situado justo encima
el borde original del cerro y, por tanto, de esta covacha, arrojándose posterior-
también con la muralla musulmana, la cris- mente las cenizas y restos hacia la ladera.
tiana y la actual tapia del cementerio. A su No obstante todo esto, pensamos que era
vez, en el lateral occidental y en los secto- importante realizar el sondeo por lo que se
res Sur y Medio del cuadro se detectó otro decidió realizar una limpieza a fondo. Tras
posible murete, de mucho menor tamaño y limpiarse toda la superficie, apareció una
hecho con piedras de menor grosor, inscri- capa de arena blanquecina muy limpia y
to también en la capa gris, con dirección durante esta tarea, nos sorprendió la canti-
Suroeste-Nordeste. Se aprecia también los dad de cerámicas del XVI, XVII y XVIII
restos de la capa negruzca en el sector me- que recogimos (sobre todo lebrillos, ollas,
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platos, cuencos, escudillas, ataifores, ja- otra cosa y sin tener signos de cambio. Por
rras, la mayoría en melado, melado con tanto, decidimos no seguir sondeando
manganeso, verde, blanco con azul cobal- puesto que el cúmulo de arena era de tal
to, etc.). A pesar de que, en principio, nos magnitud, que hubiese sido imposible, por
extrañó la aparición de esta capa de arena falta de tiempo, el seguir hasta los niveles
blanquecina totalmente limpia y anómala a arqueológicos. Pensamos que toda esta
la morfología del terreno y de la ladera, gran cantidad de arena de obra, sin usar,
pensamos que sería un vertido de arena de debe pertenecer a la última de las repara-
construcción, sobrante de alguna obra, in- ciones de los muros del cementerio que se
cluso de la última de las reparaciones de realizó en 2002. Por tanto, el P-3, a excep-
los muros del cementerio, por lo que traza- ción de las cerámicas recogidas en la lim-
mos un pequeño cuadro rectangular de pieza, fue estéril arqueológicamente.
1,50 por 1 metro en mitad del abrigo. Por último, decidimos no realizar el
Nuestra sorpresa fue cuando al ir excavan- cuarto sondeo ya que casi todos los lugares
do, pudimos comprobar como el relleno de de las Zonas C, D y E estaban alterados de
esta arena de obra sobrepasaba los 1,40 una u otra forma por los movimientos de
mts de profundidad, sin aparecer ninguna tierra, los desmontes y la acumulación de
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escombros y basuras. No obstante, decidi- una población y a una comarca tan mal co-
mos hacer un perfilado del talud occidental nocida a nivel arqueológico, lo que esti-
de la ladera a la altura de la Zona C, justo mula nuestro ánimo científico. Los detalla-
encima del muro de contención de la ca- mos a continuación:
rretera de acceso al Barrio de la Villa, por-
que al principio de nuestras prospecciones Materiales Prehistóricos
recogimos de aquí grandes cantidades de Recogidos tanto en superficie como en
cerámicas del XVI, por lo que podría ser contexto arqueológico, tenemos un impor-
un buen lugar para comprobar la consis- tante lote de materiales prehistóricos. En el
tencia y potencia arqueológica de la ladera conjunto destacan una docena de fragmen-
de esta época. De esta forma trazamos un tos recogidos en la U.E. 208 del P-2 con
cuadro en vertical sobre la pared del talud clara afiliación a momentos del Neolítico
de 4 metros de longitud y casi 2 de altura Final, destacando un asa-puente de gran-
(que era lo máximo que daba el talud en des dimensiones, un fragmento con deco-
este lugar). La tierra parda de la superficie ración impresa de ungulaciones y varios
parecía muy compacta y, debajo, a escasos bordes dentados de cerámica de buena fac-
centímetros apareció una tierra algo más tura y exteriores cuidados, asociados a dos
oscura. Sin embargo, casi de inmediato cuchillitos de sílex y otros restos de talla.
comprobamos que si bien seguían apare- Procedentes del perfil Este del P-2 tene-
ciendo cerámicas del XVI, debajo de estas, mos un par de fragmentos decorados, uno
en la pared, aparecieron bolsas de plástico, con un pequeño mamelón circular y otro
latas de conservas y otras basuras moder- con un pequeño cordón digitado en el ini-
nas, estando invertida la secuencia estra- cio del cuello de una vasija.
tigráfica, seguramente por acarreo de tie- El resto del material procede, en su in-
rras procedente del camino o paseo cons- mensa mayoría, de la U.E. 206 del P-2 y se
truido a unos 20 mts por encima. Por tan- trata de cerámicas a mano, de pastas are-
to, decidimos cerrarlo. nosas con abundantes desgrasantes y exte-
riores alisados y espatulados, de factura
Los materiales arqueológicos poco cuidada en general, con exteriores de
Hemos recuperado cientos de materiales tonos oscuros y sin decorar. Las formas re-
arqueológicos, en un 90 por ciento produc- conocibles son fundamentalmente cuencos
tos cerámicos. Le siguen en importancia hemiesféricos, vasos de paredes rectas,
los objetos líticos, la mayoría en sílex y, en grandes contenedores de tipo «olla» y al-
mucha menor cantidad, los óseos y son guna que otra urna de cuello cerrado. Des-
prácticamente inexistentes los metálicos. tacan varios fragmentos decorados con im-
En consecuencia, el volumen y la calidad presiones de tipo campaniforme y varios
de los fragmentos cerámicos recogidos era bordes de platos de borde almendrado de
tal que exigieron un estudio más pormeno- Tipo Valencina. También se hallaron, en el
rizado y su contextualización en la difícil P-2, el fragmento distal de lo que parece
protohistoria serrana. Sobre todo porque ser un pequeño idolillo de barro troncocó-
nos parecen materiales muy novedosos pa- nico, similar a los hallados en la ladera de
ra explicar ciertos hiatus en la dinámica de Setenil en 1997 ya antes reseñados en nota
poblamiento de la Sierra de Cádiz, tan ca- 9, junto a dos pequeñas fusayolas igual-
rente de estudios científicos hasta el mo- mente troncocónicas. El material lítico está
mento, y , en definitiva, porque nos apor- compuesto por restos de talla en sílex, al-
tarán nuevos conocimientos históricos a gunos fragmentos de láminas y dos útiles
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cen estar fabricadas a mano con barros lo- coradas con numerosos motivos de tradi-
cales, caracterizadas por pastas de color ción local. La técnica decorativa más fre-
castaño grisáceo y con desgrasantes de ta- cuente es una banda horizontal de impre-
maño medio que presentan infiltraciones siones alrededor del cuello externo de la
de cuarzo y nódulos de cal. De paredes pieza, aunque la geometría de las impre-
normalmente gruesas y de perfil estrangu- siones varían de un ejemplar a otro. Las
lado a la altura del cuello con dimensiones más frecuentes en estos momentos son las
normalmente grandes (19’3 cm), presentan digitaciones, pero en el cerro de Olvera
el cuerpo globular y el fondo posiblemen- son igual de abundantes las ungulaciones
te plano, aunque no se ha recuperado nin- verticales o la impresión en forma de «U»
guna pieza completa. Presentan un trata- cuadrangular invertida. Estos motivos de-
miento exterior poco cuidado que consiste corativos parecen remontarse al Bronce Fi-
en un alisado exterior o rugoso e irregular, nal(25). En Acinipo (Ronda) las ollas digita-
por lo que en numerosas publicaciones se das y con incisiones a la altura del hombro
les atribuye el apelativo de «cerámicas tos- se fabrican a mano y aparecen en los nive-
cas» de cocina o almacenamiento. Sin em- les superiores del Bronce Final «precolo-
bargo, con mucha frecuencia aparecen de- nial» (primera mitad del siglo VIII a.C.),
27
PAPELES DE HISTORIA Nº 6
en contextos donde aún no aparecen im- a.C. Niveles del siglo V a.C. sólo se han
portaciones a torno; son consideradas de documentado claramente en los oppida de
origen local(26). En Andalucía Occidental el Ocuri (Ubrique), en el de Pozo Amargo
auge de las ollas a mano decoradas se pro- (Puerto Serrano), y en el yacimiento de To-
duce en plena época orientalizante, a partir rrevieja de Villamartín.
de la segunda mitad del siglo VIII y perdu- Las ánforas turdetanas del cerro de Ol-
ran hasta el siglo VI a.C., documentándose vera se ajustan a la tipología clásica de la
en numerosos yacimientos del Bajo Gua- Segunda Edad del Hierro: las denominadas
dalquivir, Córdoba y Huelva en contextos ánforas tipo Pellicer D (corresponden al
tartésicos. Tipo C1 y C2 de Ángel Muñoz quien las
También existen numerosos fragmen- denomina «turdetanas o ibéricas», y a la T-
tos de otros vasos hechos a mano dentro de 4.2.2.5 de J. Ramón) que fueron definidas
los niveles de ocupación de época orienta- en el Bajo Guadalquivir a través de las ex-
lizante que, sin embargo, desaparecen ya cavaciones del Cerro Macareno en Sevi-
casi por completo en los repertorios de va- lla(27). Su cronología se establece, tras una
jillas del Hierro II. Dentro de este grupo revisión reciente en los últimos momentos
genérico, debemos mencionar la aparición turdetanos, entre los siglos IV al II a.C.
de varios bordes exvasados de grandes va- según Niveau de Villedary(28). Sin embargo,
sos de almacenamientos acampanados (del el momento culminante de su producción
tipo a’chardon), que en general están fa- sería entre el 225 y el 175 a.C., que es
bricados con pastas grisáceas y presentan cuando alcanzan su mayor expansión y
un tratamiento bruñido de buena calidad distribución. El conjunto hallado en Olve-
tanto al exterior como al interior del borde ra se incluye dentro del grupo genérico de-
mientras que, tanto el cuerpo como los finido en el Cerro Macareno como «ánfo-
fondos, suelen presentar las paredes toscas ras iberopúnicas de borde grueso realza-
o bien con un simple escobillado o alisado. do» que se fechan entre los siglos IV y III
a.C.(29). El borde n.º 2 (Figura 6) tiene una
Las cerámicas turdetanas acanaladura por el exterior muy caracterís-
La mayor parte de los materiales ar- tico, con paralelos exactos en los niveles 7
queológicos turdetanos hallados en el op- y 8 del Macareno y en el recinto de El Hi-
pidum de Olvera se han fechado en la se- guerón, estrato II, que Pellicer fecha en la
gunda mitad del siglo IV y sobre todo a lo primera mitad del III a.C., mientras que el
largo del siglo III a.C. Las formas cerámi- último tipo es ya una boca de ánfora ibe-
cas son sobre todo urnas y cuencos pinta- ropúnica del tipo oval con «borde entrante
dos, clásicos de los repertorios «ibéricos» engrosado interiormente» que se lleva al
del interior aunque con particularidades lo- «ibérico final», desde mediados a la se-
cales, frente a las zonas costeras donde gunda mitad del siglo III a.C. (30). Son
predominan los repertorios «púnicos» he- consideradas las ánforas «turdetanas» por
rederos del mundo fenicio occidental. Son excelencia y su producción no se puede
muy escasos los hallazgos del siglo V y IV vincular a los alfares de Gadir (en la actual
a.C. en plena sierra cuyo fenómeno tam- ciudad de San Fernando) sino a los del Ba-
bién se ha reconocido en la serranía de jo Guadalquivir y vinculados con la salida
Ronda por el abandono puntual que sufre y comercialización de los productos de la
el asentamiento de Acinipo, cuya pobla- campiña. Coinciden en el tiempo y en el
ción parece trasladarse al cercano cerro de espacio con las ánforas «tipo Carmona» y
la Silla del Moro, a lo largo del siglo VI las «tipo Tiñosa», que son además otros ti-
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Nº 6 PAPELES DE HISTORIA
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PAPELES DE HISTORIA Nº 6
La gran cantidad de fragmentos de este ti- coraciones pintadas a base de bandas hori-
po de vasos turdetanos hallados en el yaci- zontales y paralelas, que bien pueden alter-
miento de Olvera y la homogeneidad de nar las bandas rojas y negras, o más fre-
los tipos, nos lleva a plantearnos la posibi- cuentemente las bandas anchas monocro-
lidad de que se trate de una producción al- mas en rojo vinoso, que contrasta con el
farera local o de algún lugar cercano que rojo bruñido o engobado claro del período
abasteciera a la comarca. Dentro de este orientalizante. La decoración, cuando apa-
campo decorativo destaca el fondo de un rece, se concentra en el interior, al ser una
vaso (o tapadera) completamente decorado forma de cerámica abierta, mientras que el
al exterior con círculos concéntricos pinta- exterior se restringe sólo al borde donde se
dos en negro. Presenta un diámetro máxi- pinta con una banda roja vinosa.
mo de 8’5 cm. Su desarrollo hacia un cuer- En menor número se han documentado
po de forma globular y su decoración indi- otros elementos de cerámica que forman
can que puede ser el complemento de un parte del elenco de la vajilla común turde-
vaso de almacenamiento o transporte. tana clásica. Dentro de este grupo engloba-
Por otro lado las urnas de tipo «pico de mos las formas correspondientes a cerámi-
pato», deben considerarse contenedores de cas de cocina, como morteros y lebrillos, y
almacenamiento, aunque no se han recono- las cerámicas destinadas al servicio de ali-
cido decoraciones pintadas que son más mentos como los platos y las copas. El úni-
frecuentes en los ámbitos ibéricos clásicos co ejemplar de mortero documentado pre-
(Fig. 7). Se caracterizan por estar fabrica- senta un borde horizontal y exvasado, cuya
das en hornos de atmósfera oxidante. Pre- característica más destacada es la de pre-
sentan el borde exvasado, de entre 11 y 17 sentar un pico vertedor. Las copas turdeta-
cm de diámetro, con el labio inferior so- nas son en realidad pequeños cuencos he-
bresaliente y apuntado al exterior (de ahí miesféricos de paredes curvas y pie ligera-
su nombre), dando paso a un cuello corto y mente marcado, umbo central, con el bor-
estrangulado en forma de «S». Estas mis- de redondeado y de tendencia invasada,
mas formas de vasos cerrados se han recu- aunque de boca amplia. Lo normal es que
perado durante las prospecciones del Cerro a partir del siglo V a.C. se fabriquen con
Castellar de Puerto Serrano, también au- pastas oxidantes (por imitación a las vaji-
sentes de decoración, y en Torrevieja(32). llas griegas) y presenten el interior bruñido
Los cuencos turdetanos son las cerámi- para impermeabilizar esta pieza que sería
cas más frecuentes en los contextos empleada para beber líquidos, sobre todo
domésticos de la época. Son una evolución relacionada con el consumo del vino. En
directa de los que se realizan desde el siglo casos excepcionales se suelen decorar con
VII a.C. en cerámica gris y que a partir del bandas pintadas, sobre todo por el exterior,
VI a.C. se van a ir fabricando en hornos de pero no es lo más frecuente. El único ejem-
atmósfera oxidante, reduciendo progresi- plar que hemos hallado en Olvera constitu-
vamente sus diámetros. Son cuencos he- ye una forma realizada en cerámica gris,
miesféricos, de paredes curvas, fondo lige- con un excepcional bruñido exterior e inte-
ramente cóncavo con o sin umbo central, y rior que nos lleva a pensar en una larga
con el borde interior ligeramente engrosa- perduración de las tradiciones tartésicas,
do. Presentan unas dimensiones entre 16’6 aún cuando esta pieza está ya localizada en
y 19 cm en aquellas piezas en las que ha si- niveles de la Segunda Edad del Hierro y
do posible reconstruir el diámetro. A partir con una forma cerámica propia ya de los
de época turdetana son frecuentes las de- repertorios turdetanos.
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Nº 6 PAPELES DE HISTORIA
El último grupo de cerámicas que he- que se puede fechar a lo largo del siglo IV
mos reconocido entre las formas de la Se- a.C.
gunda Edad del Hierro en el cerro de Ol-
vera es el que engloba a los platos. Entre Cerámicas medievales y modernas
los más característicos están los platos de Puesto que, como ya hemos dicho ante-
borde amplio y vuelto, decorados con pin- riormente, no se han documentado mate-
tura roja vinosa, concentrada en el borde, riales romanos de ningún tipo en la ladera
sobre engalba blanca. Estas formas son de Olvera, el resto del material pertenece a
muy características del mundo interior la época medieval, tanto de filiación mu-
frente al plato de labio colgante y pocillo sulmana como cristiana, y modernas. No
central, de engobe rojo, que se suele vin- obstante, sólo enunciaremos, por ser pro-
cular al mundo púnico costero porque se pias de otro estudio pormenorizado y no de
asocia con frecuencia al consumo de pes- éste, que el lote es muy significativo y que
cado. El único ejemplar documentado en casi todas se han recogidoen las prospec-
Olvera corresponde a un plato turdetano de ciones en los distintos sectores de la ladera
labio colgado incipiente y con pintura vi- de Olvera, puesto que ni en P-1 ni el P-2
nosa bruñida, tanto interior como exterior, dieron productos de estos tipos. Sólo en la
31
PAPELES DE HISTORIA Nº 6
limpieza superficial del P-3 se recogieron del VI a.C., además de un escarabeo con
un par de centenares de cerámicas del leyenda egiptizante fechado en el siglo VI
XVI, XVII y XVIII (fundamentalmente vi- a.C. Otro yacimiento destacado de este
driadas en verde, meladas, blancas con momento en Montellano es Alhorín I, de
azul cobalto, etc…). Es significativa tam- donde procede un broche de cinturón del
bién la casi total ausencia de materiales del siglo VII a.C.(33).
siglo XIX, seguramente debido a que la En los años 1998 y 1999, (con la inter-
construcción del cementerio frenó el arro- vención de la Escuela-Taller «Foro Arque-
jo de escombros. ológico», bajo la dirección de uno de no-
En lo referente a las cerámicas musul- sotros, y en colaboración con el director de
manas, el número también es pequeño, la intervención, Sr Gutiérrez, que no dis-
muy escasas las almohades, aunque desta- ponía en ese momento de personal, tras la
ca un pequeño fragmento posiblemente del intervención de unos becarios norteameri-
brocal de un pozo con una inscripción canos durante un par de meses) se detecta-
epigráfica y algunas nazaríes. Algo que ron algunos «fondos de cabaña» orientali-
también sucedía en la ladera de Setenil, si zantes en Torrevieja, Villamartín. Tras es-
bien es verdad que Olvera fue conquistada to, se ha documentado la existencia de un
en 1327 y Setenil en 1485. No obstante extenso poblado de tipo rural tartésico vin-
hay fragmentos de ataifores, platos, boles, culado a la explotación agropecuaria de la
etc. campiña medio-alta del río Guadalete(34). El
En lo referente a las cerámicas cristia- asentamiento está constituido por varias
nas repetimos que existe abundancia de fosas de tendencia circular o «fondos de
materiales de los siglos XV y XVI (cuen- cabaña» localizadas en la vertiente sur del
cos, platos, boles, escudillas en melado y yacimiento, y almacenes o silos acampana-
melado con manganeso sobre todo, la ma- dos. Las cerámicas ofrecen repertorios de
yoría de fondos rehundidos y procedencia producciones a mano tales como cazuelas
trianera). carenadas de superficies cuidadas, copas
finas, vasos achardonados y cerámicas de
Contextualización del oppidum de almacenamiento y cocina con el tramo su-
Olvera: La Edad del Hierro en la Sierra perior decorado con incisiones. De factura
de Cádiz fenicia a torno son los oinocoes y platos de
Los contextos arqueológicos de época engobe rojo, las urnas tipo «Cruz del Ne-
orientalizante más cercanos a Olvera se gro», algunas ánforas fenicias arcaicas, re-
encuentran en la Sierra Sur de Sevilla, en cipientes de alabastro, y cerámicas tartési-
la comarca de Montellano, y en la serranía cas como las grises de gran calidad (platos
de Ronda. En Montellano destaca el yaci- carenados, cuencos y soportes de tipo ca-
miento orientalizante de Pancorvo (a unos rrete) y pithoi con decoración pintada de
534 m.s.n.m.), posiblemente un oppidum tipo figurativo orientalizante, produccio-
protohistórico de carácter militar y defen- nes que ofrecen unas cronologías, según su
sivo en una de las zonas más importantes excavador, del último cuarto del siglo VIII
de penetración hacia el interior de la cam- y primera mitad del VII a.C.(35). También se
piña sur sevillana donde se han recupera- han documentado elementos de bronce co-
do, entre otros materiales orientalizantes, mo placas de cinturón, fragmentos de fíbu-
más de cuarenta puntas de flecha de bron- las y agujas(36).
ce del siglo VII a.C. junto a una fíbula tipo Desde 1998 se vienen documentando
Alcores de fines del siglo VII/comienzos materiales de época orientalizante en la
32
Nº 6 PAPELES DE HISTORIA
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nicio en Olvera, sino que se añade un pun- gunas ánforas pintadas con retículas ne-
to más en la expansión del comercio de los gras que también se han hallado en el yaci-
productos fenicios occidentales desde las miento de Acinipo, y en el Cerro del Villar
costas malagueñas hacia el interior del va- de Málaga en estas fechas. A esta crono-
lle del Guadalquivir, y que corroboran las logía también se pueden ajustar los mate-
citas de algunos autores clásicos como riales orientalizantes tardíos en la Meseta
Avieno(43). del Almendral de Puerto Serrano que pue-
Los materiales de época orientalizante den fecharse a fines del siglo VII y funda-
hallados en el cerro de Olvera constituyen mentalmente en la primera mitad del VI
hoy por hoy los elementos cerámicos más a.C., cronología que coincide con los que
antiguos de la Edad del Hierro documenta- se citan hallados en el complejo coracha-
dos en plena Sierra del Cádiz. Sólo tienen mina de Setenil de las Bodegas, pero que
paralelos con los yacimientos tartésicos por falta de publicación de estos materiales
más cercanos como Torrevieja (Villa- no podemos corroborar su datación(46).
martín), Meseta del Almendral (Puerto Se- Durante la Segunda Edad del Hierro,
rrano), Pancorvo (Montellano), Setenil y parece existir varios fenómenos como el
Acinipo (Ronda), todos ellos bordeando la abandono de algunos asentamientos orien-
zona plenamente serrana. Algunos elemen- talizantes abiertos y la fortificación de
tos cerámicos tienen vinculación directa otros cerros en altura, hechos que ya se
con el yacimiento de Acinipo, cuyos prece- venían apuntando en otras comarcas de la
dentes se hallan en el Cerro del Villar de Turdetania y que durante años se ha rela-
Málaga. Por otro lado, estas ánforas pinta- cionado con la supuesta «crisis de Tartes-
das con trazos negros formando retículas sos». No parece que se trate de una crisis
se han documentado en los yacimientos de económica sino de un reajuste territorial de
la campiña baja del valle del río Guadalete las poblaciones, que a partir de este mo-
como en Los Villares de Jerez de la Fron- mento tienden a formar núcleos de pobla-
tera, pero en general estos motivos de tra- ción en cerros en altura y fortificados. En
zos reticulados en negro sólo se conocen la periferia existen algunos yacimientos
en las factorías fenicias del Mediterráneo, donde se localiza poblamiento a lo largo
siendo muy escasas las representaciones del siglo V a.C. A esta cronología pertene-
en Huelva(44) y casi desconocidas en la cen los hallazgos turdetanos más antiguos
Bahía de Cádiz y Bajo Guadalquivir. de Torrevieja, en Villamartín, algunos ma-
Para resumir, la secuencia de pobla- teriales de Esperilla y de Carissa Aure-
miento de la Edad del Hierro en la Sierra lia(47), los niveles más antiguos de la mura-
de Cádiz, con los datos que hasta ahora lla de Ocuri(48) y las ánforas halladas en la
disponemos, comenzaría con el asenta- superficie del oppidum de Pozo Amargo de
miento orientalizante de Torrevieja en Vi- Puerto Serrano, mientras que en la perife-
llamartín, que según sus investigadores se ria oriental de la sierra se documenta la
remonta al último cuarto del siglo VIII y fundación del yacimiento de la Silla del
primera mitad del VII a.C.(45). A ello hay Moro, durante la segunda mitad del VI
que sumar los materiales documentados en a.C. en plena serranía de Ronda, que cons-
la ladera del cerro de Olvera, que consti- tituye el yacimiento más emblemático de
tuirían un completo conjunto de cerámicas este momento. Junto a éste se documenta
orientalizantes, con una cronología que se el asentamiento de la Segunda Edad del
puede llevar a fines del siglo VII y a co- Hierro en el Cerro de las Salinas y en la
mienzos del VI a.C., por la aparición de al- propia población de Arunda se constata
34
Nº 6 PAPELES DE HISTORIA
una zona alfarera de finales del siglo V o do y Tavizna en Benaocaz(52), Ocuri con su
comienzos del IV a.C. junto a restos de ur- recinto amurallado, que posiblemente se
banismo de esta época(49). Sin olvidar esta construyese en el siglo V a.C. aunque real-
problemática ya comentada en la Serranía zado en el III a.C. con una técnica ciclópea
de Ronda, a la que nos une una vinculación de «inspiración púnica»(53), Iptuci, Lacilbu-
natural innegable, parece ser que la unidad la (en término de Grazalema) y Sierra Az-
de las comarcas naturales de las Serranías nar (¿la Calduba de Ptolomeo?), cuyos
Subbéticas de Cádiz y Ronda presentan materiales de adscripción turdetana se han
como elemento de unión el río Guadalete, localizado en la zona alta del asentamiento
que nace en la comarca de Grazalema y a conocida como el Cerro del Moro(54).
la que históricamente se ha vinculado la A partir de la derrota cartaginesa en la
existencia de la población denominada en Primera Guerra Púnica, los intereses en el
las fuentes clásicas como los «cilbice- Sur de la Península Ibérica se hicieron
nos»(50). efectivos. De esta manera, a partir del 237
A partir de mediados del siglo IV a.C. a.C. la conquista bárcida del valle del Gua-
se pueden fechar con seguridad los mate- dalquivir pretendió la reactivación de algu-
riales turdetanos hallados en la ladera del nas rutas comerciales del interior, tomando
cerro de Olvera y es posible que hasta in- hitos tan significativos como Carmona, el
cluso el siglo III a.C. Es en este momento control de la zona minera de Cástulo y, fi-
cuando se documenta también el nivel de nalmente, culminó con la fundación de
abandono del poblado turdetano de Torre- Carthago Nova por Asdrúbal en el 227
vieja, fenómeno que no coincide con la a.C. Con el desarrollo de la Segunda Gue-
continuidad de poblamiento que se produ- rra Púnica, la función estratégica de defen-
ce en el resto de los oppida de la serranía sa entre Carthago Nova y el Norte de Áfri-
gaditana. Es posible que a lo largo del si- ca marcó el itinerario de un despliegue de
glo III a.C. se abandonen los espacios fortines militares que recibieron el nombre
abiertos y se ocupen la mayor parte de los de las «torres de Aníbal». Éstas unían una
cerros en altura, que en algunos casos per- zona de importancia económica de primer
duran hasta época romano-republicana, orden como era la región minera de Cástu-
aunque la falta de excavaciones sistemáti- lo, a la que posteriormente se uniría la de
cas y de un estudio en profundidad de sus Cartagena. El punto de salida de estos pro-
materiales no nos permite confirmar esta ductos hacia el Norte de África se haría a
fecha. La mayor parte de estos amuralla- través de los puertos marítimos del Medi-
mientos parecen producirse en la Sierra de terráneo, donde las poblaciones libio-feni-
Cádiz en una etapa ibérica avanzada que cias se enriquecerían por el control de la
podemos poner en relación con los conflic- exportación de los recursos mineros proce-
tos entre Roma y Cartago, a partir del esta- dentes de la Bastetania hacia el Norte de
llido de la Segunda Guerra Púnica (218- África. Tito Livio nombra algunas pobla-
206 a.C.) y perduran hasta la época roma- ciones de las provincias de Córdoba y del
no- republicana cuando comienzan a vin- Norte de Málaga dentro de las zonas con-
cularse a la órbita de Roma tras las Guerras troladas por los cartagineses y que consti-
Civiles. Dentro de la propia sierra se pue- tuían el tramo final del llamado «camino
de mencionar la posible fundación de los de Aníbal» entre el Levante y el Guadal-
oppida del Cerro de la Botinera en Algo- quivir. En el término municipal de Algodo-
donales (posiblemente la Saepo citada por nales apareció en un contexto no muy cla-
Plinio), Zahara de la Sierra(51), Peñón Gor- ro de la Cañada de las Cuevas en la Sierra
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GUEZ, R. (1994): «Consideraciones sobre España, n.º 12. Madrid, pág. 87, fig. 85.
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(20) RUIZ MATA, D. y GONZÁLEZ RODRÍ- (31) ORIA, M.; MANCEBO, J.; FERRER, E.;
GUEZ, R. (1994): Opus cit., págs. 239 y ESCOBAR, B.; GARCÍA, E.; RODRÍGUEZ, A.;
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(21) GUTIÉRREZ LÓPEZ, J. Mª (2002): «In- RO, P. (1991): El poblamiento antiguo en la
tervención arqueológica de urgencia en el Sierra Sur de Sevilla: zona de Montellano.
yacimiento de Torrevieja (casco urbano de Sevilla, pág. 151, fig. 7.
Villamartín, Cádiz)», Anuario Arqueológi- (32) GUTIÉRREZ LÓPEZ, J. Mª (2002): «In-
co de Andalucía de 1999. Tomo III-1, Se- tervención arqueológica de urgencia en el
villa, pág. 129, fig 4. yacimiento de Torrevieja (casco urbano de
(22) PEREIRA SIESO, J. (1988): Opus cit. Villamartín, Cádiz)», Anuario Arqueológi-
(23) CARO BELLIDO, A. (1989): Opus cit., co de Andalucía de 1999. Tomo III-1. Se-
pág. 170. villa, pág. 130, fig. 5.
(24) LÓPEZ ROSENDO, E. (2002): «La (33) ORIA, M.; MANCEBO, J.; FERRER, E.;
necrópolis de la Ermita del Almendral de ESCOBAR, B.; GARCÍA, E.; RODRÍGUEZ, A.;
Puerto Serrano (Cádiz). Campaña de VELASCO, F.; SIERRA, F.; PÉREZ, A. y OTE-
1999», Anuario Arqueológico de Anda- RO, P. (1991): El poblamiento antiguo en la
lucía de 1999. Tomo III-1. Sevilla, pág. 85, Sierra Sur de Sevilla: zona de Montellano.
fig 4.1. Sevilla, pág. 115.
(25) RUIZ MATA, D. y PÉREZ, C. J. (1995): (34) GUTIÉRREZ LÓPEZ, J. Mª; RUIZ, J. A.;
Opus cit., pág. 278. GILES, F.; LÓPEZ, J. J.; BUENO, P. y AGUI-
LERA, L. (2000): «El río Guadalete (Cádiz)
(26) AGUAYO, P.; CARRILERO, M.; DE LA
como vía de comunicación en épocas feni-
TORRE, M. P. y FLORES, C. (1987): «El ya-
cia y púnica en Andalucía Occidental», Ac-
cimiento pre y protohistórico de Acinipo
tas del IV Congreso Internacional de Estu-
(Ronda, Málaga). Campaña de 1985»,
dios Fenicios y Púnicos, vol. II. Cádiz,
Anuario Arqueológico de Andalucía de
págs. 795-806.
1985. Tomo II. Sevilla, págs. 294-303.
Resulta curioso que el director arqueológi-
(27) PELLICER (1978); RUIZ MATA, D. y co de esta intervención no cite a los ar-
CÓRDOBA ALONSO, I. (1999): «Los hornos queólogos (monitores) y a los 8 alumnos-
turdetanos del Cerro Macareno. Cortes H.I trabajadores de la Escuela Taller «Foro Ar-
y H.II», Actas del XXIV Congreso Nacio- queológico», todos vecinos de Villamartín,
nal de Arqueología 3. Impacto colonial y que durante 18 largos meses excavaron,
Sureste Ibérico (Cartagena, 1997). Murcia, documentaron, registraron, lavaron y des-
págs. 95-105. cribieron el material arqueológico del ya-
(28) NIVEAU DE VILLEDARY Y MARIÑAS, A. cimiento y sólo agradezca la intervención
Mª (2002): «Las ánforas turdetanas del Ti- a los becarios norteamericanos que paga-
po Pellicer», Spal, n.º 11. Sevilla, págs. ron por excavar en la Sierra de Cádiz.
233-252. (35) GUTIÉRREZ LÓPEZ, J. Mª (1999):
(29) PELLICER CATALÁN, M.; ESCACENA, J. «Tartésicos y Turdetanos en el interior de
L. y BENDALA, M. (1983): «El Cerro Ma- Cádiz. Torrevieja (Villamartín), un yaci-
careno». Excavaciones Arqueológicas en miento en la cuenca media del Guadalete»,
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