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La Etica Kantiana (Siglos XVIII - XIX)

A partir del Renacimiento (siglos XV - XVI ) y hasta finales del siglo XVIII y principios del XIX observamos una nueva etapa de la historia de
la Ética.

La ética medieval, teocéntrica y teológica, es desplazada por una ética moderna que se caracteriza por su antropocentrismo, es decir, la
tendencia a considerar al hombre como centro de toda manifestación cultural (política, arte, ciencia, moral, etc.). Escobar (1992)
ennumera algunas condiciones de la época que ejercieron una influencia decisiva en el pensamiento moderno:

 1. En el aspecto social se crea y fortalece una nueva clase social: la burguesía; el banquero, el comerciante, el industrial,
reemplazaron al terrateniente, al eclesiástico y al militar como tipos de influencia social predominante.
 2. En el aspecto científico, los nuevos descubrimientos van a proponer un nuevo paradigma de interpretación de la realidad
que reemplazará la interpretación teocéntrica de la religión. El descubrimiento del "nuevo mundo" es un suceso que también
repercute en la nueva mentalidad.
 3. En el aspecto filosófico, surge, acorde con los tiempos, una filosofía eminentemente racionalista.
 4. En el aspecto político, se logran crear los estados modernos, fragmentándose, de este modo, la vieja sociedad feudal.
 5. Por último, en el aspecto religioso, se da una ruptura que ocasiona que la Iglesia deje de ser el poder central. (La Reforma).

La Ética de Immanuel Kant (1724 -1804) constituye una notable expresión del pensamiento ético moderno y es la que analizaremos en
las páginas siguientes. Nacido en Königsberg, Prusia, y educado en los principios del pietismo religioso, Kant mostró una gran
preocupación por los asuntos morales. Como señala Bochenski (1983), Kant se dio a la tarea de salvar el espíritu, el saber, la moral y la
religión en un mundo invadido por sistemas de pensamiento diversos y antagónicos entre sí como el empirismo, el fideísmo y el
escepticismo por mencionar sólo algunos.

Entre su vasta producción mencionaremos dos obras fundamentales de Kant: la "Crítica de la razón pura" y la "Crítica de la razón
práctica". En la primera obra que mencionamos, Kant aborda el problema del conocimiento elaborando un sistema teórico sobre el
mismo sumamente complejo. En su "Crítica de la razón práctica", se propone descubrir y exponer el principio fundamental de la
moralidad con dos objetivos en mente:

 1. Demostrar la falsedad de toda doctrina moral que pretenda apoyarse en consideraciones empíricas.
 2. Otorgar a la Ética una base exclusivamente racional y apriorística.

La Ética de Kant es formal porque prescinde de elementos empíricos y se funda de manera exclusiva en la razón; se trata de una Etica
estrictamente racional.

Kant y el imperativo categórico.

Si la tarea de la Ética consiste en fundamentar la moral; una moral formada por una serie de normas, costumbres y formas de vida que
se presentan como obligatorias, en Kant encontramos un elaborado intento por fundamentar las obligaciones morales del hombre, en
conceptos de la razón pura, (de aquí la necesidad de hacer referencia a la primera obra mencionada, cuando se intenta exponer la ética
kantiana).

La razón pura se expresa por medio de juicios analíticos y juicios sintéticos, nos dice Kant.

 a) Los juicios analíticos son explicativos; el predicado está contenido en el sujeto y por lo tanto no aumentan el conocimiento. El
fundamento de validez lo encontramos en el principio de identidad, es decir, que son tautologías.  Ej. "El triángulo tiene tres
ángulos".
 b) Los juicios sintéticos, por el contrario, son extensivos y sí aumentan el conocimiento. El predicado no está contenido en el
sujeto y su fundamento de validez podemos encontrarlo en el mundo empírico. Ej. "Los cuerpos son pesados". En este ejemplo,
un concepto sujeto (los cuerpos), se une a un concepto predicado (pesados) mediante una cópula (son) que nos dice lo que
ocurre en la experiencia.

El comportamiento moral del hombre no puede encontrar su fundamentación en alguna forma de conocimiento que tenga que ver con
la razón pura, puesto que no es posible acceder a ello por juicios analíticos o explicativos ni tampoco por medio de los juicios sintéticos.
En esta forma, Kant se vio precisado a buscar otro camino para fundamentar la moral, elaborando una ética sustentada en la razón
práctica puesto que Kant rechaza radicalmente el fundamentar la obligación moral en la naturaleza del hombre, o en las circunstancias
del universo en el que éste se encuentra, o bien, subordinándola a fines exteriores (la búsqueda de la felicidad, por ejemplo).
La razón práctica, no puede expresarse ni por medio de los juicios analíticos o explicativos ni por medio de los juicios sintéticos, puesto
que no dice lo que acontece en la experiencia, sino lo que debe ocurrir en ella. Ej. "Los hombres deben ser honestos". Así, la forma de
conocimiento práctico, no es un juicio, sino un imperativo.

Ahora bien, los imperativos pueden ser de dos tipos:

a) Hipotéticos; Ej. "Si quieres aprobar el examen debes estudiar." En el ejemplo se ordena una acción para conseguir un fin posible, el
cual puede o no ser deseado.

b) Categóricos; Ej. "El hombre debe ser veraz". En este último ejemplo, el imperativo ordena una acción de manera absoluta, es decir
que la acción no se considera como medio, sino como un fin en sí mismo, último e incondicionado.

De acuerdo con Kant, el ideal moral está formado por imperativos categóricos que se originan en la voluntad moral, una voluntad
autónoma que se encuentra libre de los fines u objetos de deseo.

La fórmula del imperativo categórico, base de la moral kantiana, se expresa así: "Obra de manera que la máxima de tu voluntad pueda
servir siempre como principio de una legislación universal." Esta fórmula es la ley moral.

Lo que persigue Kant es fundamentar una Ética Racional Universal basada en leyes que determinan la voluntad y que no puede estar
sustentada en la pluralidad de fines, puesto que éstos varían y son contingentes. Si puede haber una Ética Racional, ésta descansará
sobre principios universales y no sobre relativismos culturales, históricos, etcétera.

El acto moral.

Para determinar la validez de un acto moral, de acuerdo con la Etica Kantiana, debemos prestar atención a la voluntad del sujeto que lo
determina y no a la acción misma. Los actos, según Kant, no son ni buenos ni malos; bueno o malo es sólo el sujeto que los realiza.

La disposición del ánimo del agente es la que es moral o inmoral, como nos lo explica Escobar: "Un acto será moralmente bueno si el
sujeto que lo realiza lo hace porque lo considera como absolutamente debido, como un fin absoluto, como imperativo categórico; por el
contrario un acto es malo si se hace con el propósito de obtener alguna consecuencia favorable, si se realiza como medio o imperativo
hipotético." Lo bueno, según Kant, está en la buena voluntad que se rige por la ley moral.

Si un individuo actúa por temor y no por respeto al deber implícito en la ley moral, sus acciones no serán morales. Tampoco lo serán
aquellas que se realizan por accidente o como medio para obtener beneficios posteriores.

Por ejemplo, la acción de pagar una deuda puede no tener ninguna significación moral (amoral) si se realiza por temor a la
consecuencias.

Una promesa que se cumple por accidente, o porque se desea obtener algo como resultado de la acción, tampoco tienen significación
moral conforme a la ética kantiana.

Las acciones que se realizan de acuerdo a la buena voluntad, es decir las que se realizan por deber y conforme al deber (imperativo
categórico) son las acciones valiosas que hacen del individuo una persona genuinamente moral.

La influencia del pensamiento de Kant continuó durante el siglo XIX (neokantismo) y vamos a encontrarla también en el siglo XX, como
observaremos en temas posteriores como el que se refiere a las aportaciones de Lawrence Kohlberg en su Teoría sobre Desarrollo
Moral.

En Descartes: sustancia pensante finita; carece de partes. Define la naturaleza humana. Es autónoma e independiente de la materia, no
necesita de ella para existir. Forma junto con el cuerpo el hombre. No es, como en la psicología tradicional, principio de vida, sino de
conciencia. El pensamiento es la esencia del alma, en ella pensar y ser se identifican. Descartes no resolvió el problema de la
interrelación alma-cuerpo; separa el alma del cuerpo de forma más radical aún que el platonismo.
COGITO
En Descartes: Fundamento inmediato del método.
Certeza que resiste la duda metódica. No puedo dudar de que dudo, al menos mientras lo estoy haciendo, por tanto soy, existo. Para
dudar es imprescindible pensar y para pensar es necesario existir.
Es el primer principio, el fundamento de todo conocimiento que buscaba. En él encuentra el punto de partida de la deducción (verdad
fundamental: yo existo) y la base para reedificar la ciencia (la evidencia como criterio de certeza).
Pienso, soy es la única proposición absolutamente verdadera, pues la misma duda la confirma.
La duda metódica y el cogito recuerdan a San Agustín, “si me engaño, soy”.

En Descartes: Sustancia finita extensa. “Entiendo por cuerpo todo aquello que puede estar delimitado por una figura, estar situado en
un lugar y llenar un espacio; todo aquello que puede ser sentido, que puede moverse no por sÍ, sino por alguna otra cosa que lo toca”.
(Med. 2ª).
Explica los cuerpos desde los principios mecanicistas de su física. Cualidades de los cuerpos:
– primarias: magnitud, figura, situación, movimiento.
– secundarias: calor, olor, sabor, etc.
“La naturaleza de la materia o del cuerpo en general no consiste en ser dura, pesada, coloreada o en cualquier otra cosa que afecte a
nuestros sentidos, sino solamente en ser una sustancia extensa en altura, anchura y profundidad” Tratado del Mundo (Descartes): Trata
de describir un universo nuevo, como cuerpo extenso, común a la tierra y al mundo celeste. No hay vacío.
Es un tratado “fundamentalmente consagrado a la física, en él intentaba explicar la naturaleza de la luz del sol y de las estrellas fijas que
la emiten; de los cielos que la transmiten; de los planetas, los cometas y la tierra que la reflejan; de todos los cuerpos terrestres que son
coloreados, transparentes o luminosos, así como la naturaleza propia del hombre, su espectador” YO
En Descartes: con este término expresa la naturaleza propia del hombre. De él tenemos conocimiento directo, intuitivo, claro y distinto,
evidente, en el cogito. Como sustancia pensante es el sujeto de las actividades propias del alma: entendimiento y voluntad. La libertad
es la característica de la voluntad.

Rousseau

Discurso sobre las ciencias y las artes (1750)


Rousseau elaboró su discurso a partir de un anuncio publicado por la Académie des sciences, arts et belles-lettre de Dijon, en el periódico
Mercure de France, en el cual ofrecían un premio al mejor ensayo que respondiera a la cuestión de si contribuye el desarrollo de las
ciencias y el arte a mejorar la moralidad humana. Muy crítico con las prácticas y costumbres de su tiempo, presentó una diatriba contra
las ciencias y el arte en la que afirmaba que, lejos de depurar las costumbres humanas, entorpecen y alejan de la virtud.

Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres (1754)
Conocido como el Segundo Discurso, este texto fue escrito compitiendo por el premio que otorgaba la Academia de Dijon indagando en la
pregunta: «¿Cuál es el origen de la desigualdad entre los hombres, y si es respaldada por la ley natural?». Aunque su trabajo no fue
reconocido con el premio por parte del comité del certamen (como fue por el Discurso sobre las artes y las ciencias) publicó, de todos
modos, el texto en 1755. En él examina dos tipos de desigualdad, la natural o física y ética-política.

Julia, o la Nueva Eloísa (1761)


Obra epistolar inspirada en la historia de Eloisa y Pierre Abélard. A pesar del género novelesco a través del cual se presenta La Nueva
Eloísa, la obra está llena de una teoria filosófica en la cual Rousseau explora los valores morales de la autonomía y autenticidad para
dar preferencia a la ética de la autenticidad contra los principios morales racionales: cumplir lo que la sociedad exige sólo si es
conforme a sus propios «principios secretos» y a los sentimientos que constituyen la identidad profunda.

Emilio, o De la educación (1762)


Es un tratado filosófico sobre la naturaleza del hombre que Jean-Jacques Rousseau creía la “mejor y más importante de todas sus
obras”. Aborda temas políticos y filosóficos concernientes a la relación del individuo con la sociedad, particularmente señala cómo el
individuo puede conservar su bondad natural mientras participa de una sociedad inevitablemente corrupta. En el Emilio, Rousseau
propone, mediante la descripción del mismo, un sistema educativo que permita al “hombre natural” convivir con esa sociedad
corrupta. Rousseau acompaña el tratado de una historia novelada del joven Emilio y su tutor, para ilustrar cómo se debe educar al
ciudadano ideal. No suele señalarse, sin embargo, que se excluye de este ideal a las mujeres, cuya educación ha de referirse a
satisfacer a los hombres.
El contrato social (1762)
Esta obra cumbre de la filosfía política trata principalmente sobre la libertad e igualdad de los hombres bajo un Estado instituido por
medio de un contrato social. Se dice que este libro fue uno de los muchos incitadores de la Revolución francesa por sus ideas políticas y
también uno de los inspiradores de los principios filosóficos que regirían el socialismo en base al concepto de voluntad general. La obra
tiene cuatro libros pero en realidad es un proyecto inacabado, el autor no se veía con fuerzas suficientes para emprender la dificultosa
tarea del estudio de los asuntos políticos.

Ensayo sobre el origen de las lenguas (1761)


Publicado póstumamente en 1781, plantea la pregunta de saber cómo el hombre ha llegado a hablar y cuál es el origen del
lenguaje. Rousseau busca reflejar el surgimiento de la convención, de la aparición común y simultánea del lenguaje y del pensamiento
a partir del “estado puro de la naturaleza”. Según Rousseau, no son las necesidades (la sed, el hambre) las que hacen nacer la palabra
sino las pasiones (el amor, el odio, la piedad, la cólera) y más particularmente la pasión de la piedad, las que acercan a los hombres y
hacen nacer en ellos la necesidad de comunicarse y de hablar

Nietzche

La transmutación de los valores tradicionales: el nihilismo.

La cultura europea ha llegado a su propia ruina, a la decadencia, hay que liberar al hombre de todos los valores falsos, devolviéndole el
derecho a la vida y a la existencia, dice Nietzsche. Para ello, el 1er paso debe consistir en una transmutación de todos los valores de
nuestra cultura tradicional.
Así, el nihilismo no consiste en una teoría filosófica o en una proposición teórica, sino que es un movimiento propio de nuestra cultura.
La fuerza del espíritu de occidente, cansado y agotado por los valores inadecuados y falsos de su "verdadero mundo" se vuelve nihilista.
<<¿Qué significa nihilismo?, que se desvalorizan los más altos valores, falta la meta y falta la respuesta al por qué>>. El nihilismo del
espíritu occidental es radical y absoluto, y una vez perdida la fe en el "verdadero mundo", la cultura se queda sin sentido, sin guía o
meta aparente, entonces se llega a la decadencia o al pesimismo.
Por lo tanto, el nihilismo es una fuerza destructora de la base de la cultura occidental, es decir, de ese Dios cristiano en el que se apoya
la moral y el conocimiento del hombre: <<¿Dónde se ha ido Dios ?, yo os lo digo, nosotros lo hemos matado, todos nosotros somos sus
asesinos. Lo único que permanece en Dios muerto son la iglesias>>.

5. La moral de los señores

Nietzsche tiene especial enemistad con las éticas kantiana del deber, la utilitarista y sobre todo con la ética cristiana y valora, por el
contrario, la vida sana, fuerte, impulsiva y con voluntad de dominio. Todo lo débil, enfermizo y fracasado es malo, pero definitivamente,
la compasión es el peor mal.
Distingue dos tipos de moral :
- Moral de los señores : la de las individualidades poderosas que tienen superior vitalidad y vigor para consigo mismas. Es la moral de la
exigencia y de la afirmación de los impulsos vitales.
- Moral de los esclavos : la de los débiles y miserables, la de los degenerados ; regida por la falta de confianza en la vida, porque valoran
la compasión, la humildad y la paciencia. Es una moral del resentido, que se opone a todo lo superior y que por eso afirma todos los
igualitarismos.

El Superhombre

«El hombre es una cuerda tendida entre la bestia y el superhombre, una cuerda sobre un abismo».
Así habló Zaratustra

Según Nietzsche, el hombre actual, con su moral decadente y débil, ha de ser superado. ¿Cuál es la meta? Convertirse en Superhombre.
Un ser con una moral nueva, poderosa. El Superhombre determinará sus propios valores y vivirá de acuerdo a la realidad de su
naturaleza. El Superhombre tendrá virtudes como la fortaleza, la determinación, la pasión y la crueldad. No dará cuenta de sus actos a
nada ni a nadie, porque será un líder que decidirá el qué, cómo y cuándo de todo aquello que ocurra en su vida.
Heidegger

Para Heidegger, la hermenéutica tiene tres significados distintos: la del Dasein que es el mismo hombre; la del ser en el mundo que se
refiere a la existencia[7] y la del lenguaje.[8] La primera que es la del Dasein se especifica “en interpretar la comprensión del ser
del Dasein, es decir, el ser que somos nosotros mismos”[9], porque sólo el hombre tiene la capacidad para preguntarse por el ser. Con
esto, Heidegger dice que por lo primero que hay que preguntarse es por el ser, porque éste es el primer existente en el mundo. Del
mismo modo, la comprensión del Dasein ya no se funda en la conciencia humana, sino en la realidad que sale a nuestro encuentro y en
las categorías ontológicas, es decir, que se da en el mundo[10].

La segunda es la que se refiere a la existencia. Para Heidegger el ser está inmerso en el mundo, donde es arrojado a la existencia sin su
permiso, y al no saber que hace allí, el mundo le genera angustia, pero ésta no proviene de las cosas en sí mismas, sino más bien del
querer saber más de sí mismo, del darse cuenta que hace en el mundo… y al no poder saberlo, esto es lo que lo angustia. El mundo para
Heidegger designa la fatalidad de los entes, es decir, el hombre es un ser para la muerte.[11]

Del mismo modo, las cosas salen a nuestro encuentro y el hombre tiene que ir develando aquello que le está oculto. Con esto,
se da cuenta que las cosas no tienen ningún significado por sí mismas, sino es el mismo hombre quien se las da, y sin él nada tiene
sentido. Por lo tanto, las cosas sólo tienen un significado si el mismo hombre se las da.[12]

La tercera es el lenguaje, porque es portadora de un mensaje.[13] Al referirse al lenguaje como hermenéutica, Heidegger hace
referencia al dios Hermes, el cual era un mensajero divino. Por lo tanto, lo hermenéutico “es aquel hacer presente que lleva al
conocimiento en la medida que es capaz de prestar oído a un mensaje”[14]. Con esto Heidegger deja claro que la hermenéutica se
convierte en lenguaje, en la medida que es transmisora de un mensaje.

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