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Conocimiento, educación y poder en el siglo IX:

lecturas sobre la formación del clero en Rabano Mauro

Resumen: El tratado De institutione clericorum de Rabano Mauro (818)


constituye una valiosa evidencia para demostrar la voluntad de la
Iglesia para educar a los clérigos transmitiendo la cultura latina y
cristiana. A través de la difusión de este corpus aparece una dimensión
del ejercicio del poder de los intelectuales carolingios. Se trata de un
verdadero “plan de estudios” que tuvo gran difusión. Esta obra ha sido
calificada como “espejo de clérigos”, genuina evidencia de la reforma
eclesiástica y cultural auspiciada por las primeras generaciones de
carolingios y su aspiración de unanimidad en la moral, las costumbres
y, sobre todo, en la fe y su representación.

Palabras clave: Imperio Carolingio, Renacimiento Carolingio, Rabano


Mauro, Tratados clericales

Knowledge, education and power in the ninth century:


readings on the formation of the clergy in Rabano Mauro

Abstract: The treatise De institutione clericorum by Rabano Mauro


(818) is a valuable piece of evidence to demonstrate the will of the
Church to educate clerics by transmitting Latin and Christian culture.
Through the dissemination of this corpus, there appears a dimension of
the exercise of the power of the Carolingian intellectuals. It is a true
“curriculum” that was widely disseminated. This work has been
described as a “mirror of clerics”, genuine evidence of ecclesiastical
and cultural reform sponsored by the first generations of Carolingians
and their aspiration of unanimity in morals, customs and, above all, in
faith and its representation.

Keywords: Carolingian Empire, Carolingian Renaissance, Rabanus


Mauro, Clerical Treatises.

Introducción

Una de las notas más distintivas en la renovación de la historiografía


carolingia ha sido la incorporación de perspectivas asociadas con la
historia cultural y con los nuevos estudios teológicos, filológicos y
documentales del período1. Fruto de estas nuevas teorizaciones ha sido
la revaloración del mundo carolingio desde obras con otros enfoques y
metodologías2.

El ordenamiento del mundo en el siglo IX encontró su orgánica en


el poder de legitimidad de la moral romano-cristiana. Esta moral
terminó convirtiéndose en un verdadero “modelo virtuoso” que
impregnó el sentido y el quehacer de diversos tipos y niveles de
autoridad. El sistema reposó en gran parte en la transmisión del saber y
la teorización episcopal del poder.

Uno de los problemas de mayor impacto a la hora de redefinir la


cultura del saber y del poder en el Occidente altomedieval es el período
carolingio y la producción intelectual allí acontecida. La cultura e
ideología carolingias crearán un nuevo paradigma a partir de la
renovatio de la tradición romano-cristiana3. Este proceso también ha
recibido –equivocadamente o no– el nombre de “renacimiento
carolingio”4.
1
Véase un certero balance historiográfico en DE JONG, M., «The empire that was
always decaying», Medieval Worlds, n.º 2 (2015), 6-25.
2
COSTAMBEYS, M., Y MACLEAN, S., The Carolingian world (Cambridge: Cambridge
Univ. Press, 2011); MCKITTERICK, R. (Ed.), The New Cambridge Medieval History, vol.
2, (Cambridge: Cambridge Univ. Press., 1995); STORY, J., (Comp.), Charlemagne,
(Manchester: Univ. Manchester, 2005); MCKITTERICK, R., Charlemagne. The formation
of a European Identity, Cambridge, (Cambridge Univ. Press: Cambridge, 2008); The
Frankish kingdoms under the Carolingians, 751-987, (Harlow, 1983); History and
Memory in the Carolingian World, (Cambridge: Cambridge Univ. Press., 2004); The
Carolingians and the Written Word, (Cambridge: Cambridge Univ. Press., 1989); DE
JONG, M., The Penitential State. Authority and atonement in the Age of Louis the
Pious, 814-840 (Cambridge: Cambridge Univ. Press, 2009); GOFFART, W., The
Narrators of Barbarian History (A.D. 550-800). Jordanes, Gregory of Tours, Bede, and
Paul the Deacon, (Indiana: University of Notre Dame Press, 2005); NELSON, J. L.,
Charlemagne and the Paradoxes of Power: The Reuter Lecture, (University of
Southampton, 2006).
3
RODRÍGUEZ DE LA PEÑA, M., Los reyes sabios. Cultura y poder en la Antigüedad Tardía
y la Alta Edad Media, (Madrid: Actas, 2008), 401.
4
CONTRENI, J., «The Carolingian Renaissance: Education and Literary Culture», en
The New Cambridge Medieval History Vol. II: c.700– c.900, McKitterick, R. (ed.),
El proceso cultural descrito exige ciertamente una “toma de
posición” respecto del valor que damos a los textos (capitulares,
manuales, tratados, sermones etc.) como evidencias válidas para la
recreación histórica, asumiendo que esta última demanda la
comparecencia de sujetos y tramas muchas veces ocultas, tras un relato
idealizado.

La cultura política del siglo IX se fundaba en una organización del


poder que tenía como máximo paradigma una idea de sociedad cristina
que mezclaba el corpus de los Padres de la Iglesia con los saberes de
intelectuales, que unían esta tradición con las prácticas políticas de ese
presente histórico. Este ordenamiento del poder comenzaba en la
transmisión del saber y la representación litúrgica y se completaba con
la teoría episcopal del poder, un trazado casi geométrico del mando,
donde cada miembro debía ejercer su oficio en concordancia con el
discurso dogmático original. Convengamos que la identidad de la
cultura política del período se construía en gran parte por medio de la
educación de los principios morales y su representación litúrgica. Por
ello, resulta fundamental establecer la relación entre los estos textos y
su contexto intelectual (otros autores del período) y el marco de las
“prácticas” (Skinner5, Bourdieu6) y las “representaciones” (G. Althoff 7).
Este último autor, plantea que los comportamientos pueden entenderse
como “reglas del juego de la política” (Spielregen der Politik), es decir,

(Cambridge: University Press, 2015), 709–757; CONTRENI, J., «Learning in the Early
Middle Ages» , Carolingian Learning, Masters and Manuscripts (Aldershot: Variorum,
1992), 1-21; CONTRENI, J., «The pursuit of Knowledge in Carolingian Europe», en
SULLIVAN, R. (ed.), The gentle voices of teachers: aspects of learning in the
Carolingian age, (Columbus: Ohio State University Press, 1996), 106-141; ULLMANN,
W., The Carolingian Renaissance and the Idea of Kingship, (London: Routledge, 1969),
1.
5
SKINNER, Q., Visions of politics, volume I: Regarding Method (Cambridge: Cambridge
University Press, 2002) 27 y ss.
6
BOURDIEU, P., Raisons pratiques. Sur la théorie de l’action (Paris: Seuil, 1997).
7
ALTHOFF, G., Spielregeln der Politik im Mittealter-Kommunikation in Frieden und
Fehde (Darmstadt: Primus Verlag, 1997).
las manifestaciones y comportamientos “demostrativos y ritualizados”
(demostrative und ritualisierte Verhaltensweise), a menudo traspasados
del sentido del espectáculo, una manera muy peculiar de comunicar
ideas, relaciones de fuerza o vínculos jerárquicos. La sociedad medieval
estaba estructurada por códigos de comportamiento fundados en las
costumbres, las cuales eran consideradas leyes no escritas. Por tales
razones, es muy interesante el concepto de “liturgia” por su conexión
con los ritos y la información que comunicaban.

La estructura organizativa del poder y de la sociedad del mundo


carolingio fue concebida desde los tiempos de Carlomagno. Aquisgrán,
el palacio y la corte, se proyectó cual modelo en inmensos dominios que
fueron controlados justamente siguiendo esa lógica primaria. Las
aristocracias territoriales girarán en torno al rey por medio de
verdaderas redes que responderán a distintos señoríos entendidos
como verdaderos nodos de poder8.

En este marco, aparece el binomio saber-poder asociado en una


primera etapa con los textos legales escritos. Los célebres capitulares,
leyes divididas en capítulos. También forma parte de esta tradición la
publicación de las actas de los concilios eclesiásticos. En ambos casos,
se legisla sobre asuntos diversos, desde prácticas agrícolas hasta
discursos moralizantes (la correctio). Lo que queda claro es que el
gobierno carolingio está fuertemente unido con el texto escrito y sus
sentencias.

En una segunda etapa, vemos la formación de una verdadera


masa crítica de estudiosos al amparo de las estructuras de gobierno
carolingio. Se han distinguido a lo menos dos generaciones de
8
MORSEL, J., La aristocracia medieval: el dominio social en occidente siglos V-XV
(Valencia: EUV, 2008) 61 y ss; FELLER, L., Campesinos y señores en la Edad Media:
Siglos VIII-XV (Valencia: PUV, 2015).
intelectuales en este período. La primera, aparece asociada a la corte
de Carlomagno (Teodulfo, obispo de Orleans; Paulo Diácono, autor de la
Historia Longobardorum; y el más célebre, el anglosajón Alcuino de
York). Esta logra fundar un proyecto intelectual y político que recoge,
por cierto, el corpus de intelectuales anteriores como Isidoro de Sevilla
y Gregorio Magno entre otros.

En este marco intelectual, sin lugar a dudas, es Alcuino de York y


su círculo quienes fundan las bases lógicas de un pensamiento,
recuperando de alguna manera el método filosófico y sobre todo
dialéctico antiguo, resignificando la exploración científica en la
perspectiva de la revelación cristiana. Se buscaba construir la “Nueva
Atenas”, una en que las Artes Liberales incorporan los ideales
cristianos.

Pese al valor fundacional de esta primera generación, creemos


que la segunda será la que termine por consolidar una identidad que
definirá en gran medida el marco político e intelectual del Occidente
Alto Medieval.

La identidad de la cultura política del período se construía en


gran parte por medio de la educación de los principios morales que
legitimaban el poder de la sociedad por medio de dos dispositivos: a) el
poder teorizado desde la esfera episcopal, un trazado casi geométrico
del mando, donde cada miembro debía ejercer su oficio en
concordancia con el discurso dogmático original fuertemente basado en
la exégesis bíblica y la Tradición intelectual romano-cristiana; y b) el
saber construido y transmitido desde las escuelas áulicas y palatinas
hacia los diversos centros de educación de clérigos y aristócratas.

Es este segundo plano de la construcción cultural de la sociedad y


de los poderes donde concentraremos nuestra atención.

Transmisión del Saber

La renovación cultural carolingia tomó desde sus inicios un marcado


tinte teológico, en cuanto que el objetivo último del hombre es conocer
a Dios con la fe y con la razón como preparación para la contemplación
beatífica en la vida eterna, lo cual requiere un proceso de explicación y
difusión del mensaje salvífico de la Revelación.

Protagonistas de este proceso son los reyes y las élites carolingias


que desde la unción de Pipino (754) se vincularán con la Iglesia e irán
construyendo un orden que entienden como una misión, de allí que el
modelo esté marcado por fuertes bases morales y teológicas9.

En efecto, desde el “golpe de estado” que sustituyó a la arcaica


dinastía merovingia por la familia de Carlos Martel y Pipino
(carolingios), comienza un gradual proceso de re-significación del oficio
del rey. El nuevo ideal de la realeza nace a partir de las lecturas
bíblicas que terminan elaborando una suerte de modelo regio, el que,
no obstante, mezclará el legado cristiano con las tradiciones germanas,
implícitas en el reino de los francos.

Lo anterior, encontró una espectacular “puesta en escena” en la


consagración religiosa, llevado a cabo por San Bonifacio en Soissons en
751:

El muy floreciente señor Pipino, rey piadoso por la autoridad y el


imperio del Papa Zacarías, de santa memoria, y por la unción del
santo crisma por manos de los santos sacerdotes de las Galias y
9
WICKHAM, CH., Europa en la Edad Media. Una nueva interpretación (Barcelona:
Crítica, 2017), Cap. 4.
por la elección de todos los francos, desde hace tres años que ha
sido elevado al trono del reino. Al mismo tiempo, ha confirmado
por la bendición y la gracia del Espíritu Santo a los príncipes de
los francos, conminándolos a todos, so pena de entredicho y
excomunión, a nunca pretender elegir rey de otro linaje,
únicamente de éste, que la divina piedad se ha dignado exaltar y,
por la intercesión de los santos apóstoles y por la mano de su
vicario, el santo pontífice, consagrar y confirmar 10.

La célebre unción de Pipino, fundó la tradición de esta ceremonia


consagratoria entre los francos. A partir de aquí, el acto se convirtió en
un rasgo característico de la realeza occidental. El crisma u óleo
consagrante confería un nuevo carácter sagrado a la persona del
gobernante11. El origen de este rito proviene del Cercano Oriente
Antiguo, desde donde el mundo hebreo lo adoptó y resignificó,
evidenciando aquello, en la trascendencia que tiene en varios pasajes
del Antiguo Testamento, donde representa un evidente principio
“teopolítico” que hace depender al poder “secular” del rey, del
“espiritual” del profeta y su carisma.

Seguros que en los escritos de los Padres de la Iglesia se puede


encontrar todo lo necesario para comprender correctamente las
Sagradas Escrituras, los maestros carolingios no evitan prolongar las
enseñanzas de los Padres, adaptándolas a las necesidades del
momento, para lo cual leen y releen los escritos patrísticos con el fin de
volver a ofrecerlos a sus lectores tras un auténtico proceso de
apropiación intelectual del que reemergen reelaborados (más en la
10
Clausula de Unctione Pipppini, Mon. Ger. Hist., Scrip. Rerum Merov., I, 465-466, en
CALMETTE, J., Textes et documents d’Histoire, II, (Paris: P.U.F., 1953) 31; BARRIOS, M.,
Fuentes para la Historia de Carlomango, Memoria inédita (Valparaíso: PUCV, 1966),
29; v. tb. FUSTEL DE COULANGES, N., Les transformations de la Royauté pendant
l’époque carolingienne (Paris: Hachette, 1914) 197 y ss.; LASKO, P., «El reino franco
desde los merovingios hasta Pipino», en TALBOT RICE, D., La Alta Edad Media, Madrid
(Madrid: Siglo XXI, 1988) 303 y ss.; BURNS, J.H., The Cambridge History of Medieval
political thought. c.350 - c.1450 (Cambridge: Cambridge Univ. Press, 1988), chaps. III
y IV; PANGE, J., Le roi très chrétien (Paris: Fayard, 1949) 129 y ss.
11
ZAMORA, P., «Espejos de lo sagrado: genealogía y antropología del poder en la
monarquía franca, siglos VI-IX». Revista Intus Legere 8 (2005), 80.
forma que en el contenido), ordenados y estructurados según las
necesidades y los intereses de sus contemporáneos12.

Así, los caminos por los cuales se consolida el modelo de poder


carolingio están fuertemente relacionados con la educación y la
transmisión del conocimiento13. Sólo formando un clero en la recta
sabiduría se podía garantizar un encuadramiento armónico de la
sociedad en el ideal del reino cristiano. Así, será el discurso moralizante
y la ritualidad presente en la liturgia y el traspaso de dichos dogmas a
los miembros de la comunidad “política” (clérigos y laicos), los
instrumentos de esta misión14.

Rabano Mauro y su De institutione clericorum15

Una de las primeras evidencias de este discurso moralizante y


sapiencial es la obra De institutione clericorum (Sobre la educación de
los clérigos) de Rabano Mauro (818)16. Rabano (ca. 780-856), conocido

12
SÁNCHEZ, A., «Fides-Scientia-Sapientia. Sobre los grados de la sabiduría en Rabano
Mauro». Social and Education History v.1 n3 (2012), 201.
13
La línea de la transmisión del saber como parte de la formación de la identidad
occidental, en directa relación con los autores clásicos –proceso definitorio del
llamado “renacimiento carolingio”- ha sido trabajada por TEEWEN, MARIKEN, «Writing
between the lines: relfections of scholarly debate in a Carolingian commentary
tradition», en TEEWEN/O’SULLIVAN (eds.), Carolingian Scholarship and Martianus
Capella Ninth-Century Commentary Traditions on 'De nuptiis' in Context (Turnhout:
Brepols Publishers, 2011), 11-34; «Carolingian Scholarship on Classical Authors:
Practices of Reading and Writing», en KWAKKEL, E. (ed.), Manuscripts of the Latin
Classics 800-1200 (Leiden, 2015), 23-52.
14
ULLMANN, W., The growth of Papal government in the Middle Ages: a study in the
ideological relation of clerical to lay power (London: Methuen and Co., 1970), 119 y
ss.
15
Varios planteamientos del presente artículo, en lo que respecta a este autor y
tratado, se apoyan en diversos artículos de la profesora Ana Sánchez quien incluso
compartió con nosotros parte de una obra inédita que aparecerá en la prestigiosa
Biblioteca de Autores Españoles prontamente, y que traduce y edita críticamente el
De institutione clericorum de RABANO MAURO.
16
De las diversas ediciones del tratado, destaca la de ZIMPEL, DETVEL, Studien und
Edition, (Freiburg, 1997); la de KNOEPFLER, ALOIS (ed.), Hrabanus Maurus, De
en la posteridad como “primus praeceptor Germaniae” (o el primer
educador de Alemania), escribió su obra cuando era sólo scolaster
(maestro) del monasterio benedictino de Fulda. Grosso modo, se trata
de un manual para la educación de clérigos jóvenes que se estaban
preparando para acceder a las órdenes mayores del diaconado y del
presbiterado.

Es de hacer notar que Rabano era la personalidad intelectual más


relevante de su generación; su nombre evocaba sin duda la autoridad
de Alcuino de York, y además poseía vínculos en el círculo de Luis el
Germánico. El rey lo nombró Arzobispo de Maguncia.

En cuanto a los manuscritos, se constata que el De institutione


clericorum se ha transmitido a través de varias “recensiones”: la
original de Rabano, que se ha conservado en doce manuscritos
parciales y diez fragmentos o extractos17.

Al parecer el De institutione clericorum es la primera obra que


compila los contenidos esenciales de las disciplinas necesarias para el
ejercicio del ministerio sacerdotal, integrando tanto las estrictamente
teológicas (Liturgia, Teología dogmática, Exégesis bíblica, Patrología)
como las llamadas «civiles» adaptadas (Artes, Filosofía, Gnoseología,
Ética). En este sentido, De institutione clericorum puede ser
considerado como el antecedente más antiguo de los manuales para
religiosos bajomedievales y modernos, pero también de los
seminarios18.
institutione clericorum (München, 1900; de Migne (PL,107). Para el análisis de la obra
utilizamos la edición ya citada y la italiana de LUIGI SAMARATI, La formazione dei
chierici (De institutione clericorum) (Città Nuova, Fonti Medievali, 25, Roma, 2002).
17
SÁNCHEZ, A., «Auctoritati innitens maiorum… El método de composición de Rabano
Mauro en el De Institutione Clericorum», en: MUÑOZ, M. Y OTROS (Eds.), La
compilación del saber en la Edad Media (Porto: Fédération Internationale des Instituts
d’Études Médiévales, 2013), 495 y ss.
18
SÁNCHEZ, A., «Auctoritati innitens maiorum…», 495.
Rabano propone en su obra una verdadera clasificación del
saber19. Así, en primer lugar, las ciencias que surgen de la actividad
humana, las que nacen del error o la superstición (astrología) y las que
proceden de la actividad normal del lenguaje: gramática y retórica;
luego, las ciencias que estudian la naturaleza cuyo autor es Dios, las
que versan sobre el mundo sensible (hechos del pasado: Historia y
hechos del presentes: Física); y finalmente, las que versan sobre
naturalezas inteligibles: esencias abstractas y numéricas (quadrivium).

Es un hecho que la circulación de esta obra fue considerable si


atendemos a la gran cantidad de manuscritos que lo conservaron en
diversas ediciones. La temática principal de este “manual” son los
asuntos propios de la vida eclesiástica. El contenido se ordena en tres
libros, dedicados los dos primeros a la disciplina y prácticas cristianas,
y el tercero a la programación del currículo educacional de un futuro
obispo o presbítero de alta jerarquía; la naturaleza de este tercer libro
es muy diferente a la de los otros dos, en cuanto a que más que
proporcionar materia concreta, argumenta las razones por las que es
necesario profundizar en diversas disciplinas, sobre todo las Artes
Liberales (tanto el Trivium como el Quadrivium), la Filosofía y la Ética.

El libro I refiere a la estructura de la Iglesia, los sacramentos de


la iniciación cristiana (Bautismo, Confirmación y Eucaristía) y la misa,
es decir el conocimiento básico del oficio sacerdotal; el libro II está
dedicado a las prácticas cristianas: oración (oficio divino, oración
privada, letanías, el Padrenuestro, el Credo), ayuno y penitencia, y
celebración, con un capítulo final sobre las herejías conocidas; el libro

19
PL., 107, cols. 394-94; DE BONI, L. (Org.), A Ciência e a organização dos saberes na
Idade Média (Porto Alegre: Edipucrs, 2000), 64.
III es un análisis programático de lo que podría ser la educación
superior y está claramente dirigido a candidatos a presbítero en altos
cargos y futuros obispos; el siguiente capítulo se ocupa de la estructura
jerárquica de la Iglesia, comenzando con la división ya tradicional de la
Iglesia en tres órdenes (clérigos, monjes y laicos) .
20

Rabano y su “teoría del conocimiento”

Parte sustancial del discurso de Rabano es la imprescindible necesidad


de formar en los grados de sabiduría que el propone a los alto
dignatarios de la clerecía. En este período se entiende el conocimiento
y la dimensión sapiencial como un proceso “ascensional” que debe
distinguir grados y que culmina con la contemplación, así se ordenan en
estos niveles: 1) Temor de Dios (reverencia a Dios, guardar sus
preceptos), 2) Piedad (reprimir la soberbia, confiando en la enseñanza
de la Sagrada Escritura); 3) Conocimiento (estudio de las Sagradas
Escrituras, las Artes Liberales y la Filosofía); 4) Fortaleza (ejercicio de
las virtudes cardinales y teologales); 5) Consejo de misericordia
(purificación en el amor al prójimo); 6) Iluminación (visión beatífica) y
7) Paz (plenitud de la sabiduría y del amor).

Así, al verdadero conocimiento se llega a través de los estudios


bíblicos, las Artes Liberales y la Filosofía. Es decir, se trata de un arte
del intelecto. Otra cosa es la trasposición epistemológica, o mejor dicho
la transición entre dos esferas consideras en aquella época de distinta
naturaleza: el conocimiento y la sabiduría. El conocimiento se concibe
como un instrumento donde se echa mano a la especulación teórica, la

20
SÁNCHEZ, A., «Auctoritati innitens maiorum…».
sabiduría en cambio se entiende como un estadio superior de
iluminación, donde opera la valoración de las cosas y la voluntad
vehiculada por el ascenso y el deseo de una unión perfecta con Dios.
Fruto de esta “progresión sublime” de los estadios del saber, es la idea
de la virtud como simiente de la cultura universal.
Como vemos el conocimiento aparece en tercer lugar, supeditado
al temor de Dios y a la piedad:
Ante todo, le es preciso al que desee alcanzar la cumbre de la
sabiduría dedicarse, con temor de Dios, a conocer su voluntad:
qué nos manda emprender y evitar. Pues este temor es necesario
para que nos inspire a meditar sobre nuestra mortalidad y
nuestra futura muerte, y como con las carnes clavadas sujete al
leño de la cruz todos los sentimientos de soberbia. Luego es
preciso amansarse en la piedad y no contradecir la divina
Escritura, tanto si la comprendemos y si condena alguno de
nuestros vicios, como si no la comprendemos, como si nosotros
pudiésemos saber y disponer mejor; antes, por el contrario,
debemos pensar y creer que es mejor y más veraz lo que está ahí
escrito, aunque esté oculto, que lo que nosotros pudiéramos
saber por nosotros mismos21.

Se entiende este nivel como el estudio de las Sagradas Escrituras.


Desde su mismo tiempo, las críticas más comunes a la obra de Rabano
estuvieron marcadas las acusaciones de “poca originalidad” e incluso
de “plagio”. Esto por su consabido apego a las Escrituras y a la
Tradición intelectual romano-cristiana. Para muchos autores, Rabano
fue más que un “auctor”, era un “reproductor” de extractos de la
Patrística22. Pese a estos juicios, no debemos olvidar que el universo de
nuestro obispo se nutría de un tipo de método exegético que va uniendo
los comentarios bíblicos de los Padres de la Iglesia y añade en este

21
RABANUS MAURUS, De institutione clericorum, ZIMPEL, DETVEL, (Ed.), Libro 3, cap. IV.
Studien und Edition (Freiburg, Peter Lang, 1997), en SÁNCHEZ-PRIETO, A., «Fides-
Scientia-Sapientia. Sobre los Siete Grados de la Sabiduría en Rabano Mauro». Social
and Education History ,1-3 (2012), 202.
22
CURTIUS, E. R., Europaische Literatur und Lateinisches Mittelalter (Berna, 1948, t.
2), 654, n.º 49, en: RODRÍGUEZ DE LA PEÑA, A., Los reyes sabios…, 750.
ejercicio algún apóstrofe propio23. Esta forma de composición literaria –
originaria al parecer del ámbito anglosajón–, fue aprendida por Rabano
de su maestro Alcuino de York. Durante toda su carrera mantuvo este
método. Al iniciar el De institutione clericorum, se permite dedicar una
epístola al arzobispo Histolfo de Maguncia donde se extiende sobre el
sentido de esta suerte de “poética”. En efecto, desarrolla aquí el sentido
de su trabajo intelectual, valorando tanto la omnipotencia de la Gracia
divina como el rol de los antepasados, a los que cataloga de
“autoridades mayores”. Destacando a autores como Cipriano, Hilario,
Ambrosio, Jerónimo, Agustín, Gregorio, Juan, Dámaso, Casiodoro, e
Isidoro24.

Así, la idea de la construcción del conocimiento se encontraba


fuertemente anclada en la exégesis bíblica, arte en el cual Rabano
destacaba por su maestría. A él pertenecen notables comentarios de
más de veinte libros, muy difundidos a través del mundo carolingio.
Comentó los cuatro libros de los Reyes para Luis el Piadoso, el Libro de
los Macabeos y otro de Crónicas para Luis el Germánico, el Libro de
Josué para Lotario y los de Esther y Judith para la emperatriz del mismo
nombre25.

23
RODRÍGUEZ DE LA PEÑA, A., Los reyes sabios…, 750 y 751.
24
Confido tamen omnipotentis dei gratiae, quod fidem et sensum catholicum in
omnibus tenerem; nec per me quasi ex me ea protuli, sed auctoritati innitens maiorum
per omnia illorum vestigia sum secutus: Cyprianum dico atque Hilarium, Ambrosium,
Hieronimum, Augustinum, Gregorium, Iohannem, Damasum, Cassiodorum atque
Isidorum et caeteros nonnulos, quorum dicta alicubi in ipso opere, ita ut ab eis scripta
sunt pro convenientia posui, alicubi quoque eorum sensum meis verbis propter
brevitatem operis strictim enuntiavi; interdum vero, ubi necesse fuit, secundum
exemplar eorum quaedam sensu meo protuli. In omnibus tamen, ni fallor, catholicam
imitatus sum veritatem, a qua, si dominus adiuvaverit, non patior ullo modo divelli,
quam et te prae omnibus habere atque amare confido.
25
DE JONG, M., «The Empire as Ecclesia: Hrabanus Maurus and biblical historia for
rulers», HEN, Y., E INNES, M., (Eds.), The Uses of the Past in the Early Middle Ages
(Cambridge: Univ. Press, Cambridge, 2000), 194.
Después de estos grados del temor y la piedad se llega al tercer
grado del conocimiento, del cual he decidido tratar ahora. Pues
en él se ejercita todo estudioso de las divinas Escrituras, que no
ha de encontrar en ellas nada más que se ha de amar a Dios por
Dios mismo y al prójimo y al prójimo por Dios; y a Él con ‘todo el
corazón y con toda el alma y con toda la mente’ (Mc 1 2:30), ‘y al
prójimo como a uno mismo’ (Mc 1 2:30), de modo que todo el
amor al prójimo y a nosotros se refiera a Dios. Pues cualquiera
que parezca que ha entendido las Sagradas Escrituras o alguna
parte de aquellas de modo que con esa comprensión no
construya esta doble caridad a Dios y al prójimo, todavía no ha
comprendido nada del modo en que debía saberlo. Y así hay tres
cosas con las que toda sabiduría y profecía combate: fe,
esperanza y amor. Ahora bien, la esperanza sigue a la fe, y la
felicidad a la esperanza, pero el amor se incrementará más,
incluso faltando estas. Pues cuatro objetos han de ser amados:
primero lo que está sobre nosotros, esto es, Dios; segundo lo que
nosotros somos, esto es, el alma creada a imagen de Dios;
tercero, lo que está junto a nosotros, esto es, los otros hombres;
cuarto lo que está bajo nosotros, esto es, el cuerpo; pero sobre lo
segundo y lo cuarto no hace falta disponer nada, pues incluso si
el hombre se aparta del Amor, permanecerá en él todavía el
gusto por sí mismo y por su cuerpo26.

El texto de Rabano es una síntesis donde comparecen diversas


tradiciones romano cristianas con la pretensión clara de elaborar un
discurso de poder a fin de instituir el origen, el sentido y las formas
como desde ser entendido y transmitido el conocimiento. El así llamado
“praeceptor Germaniae”, no está haciendo otra cosa que describir un
proceso “ascensional” en siete grados, en que la cima es la
contemplación divina, donde la bondad, el amor y la sabiduría son un
todo integrado.

Queda por tanto que asumamos los preceptos sobre lo que está
por encima de nosotros y lo que está junto a nosotros. Dice así:
‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón’ (Dt 6:5; Mc 1 2:30;
Mt 22:37; Lc 1 0:27), etcétera. En efecto, todo hombre, en cuanto
que es hombre, debe ser amado por causa de Dios, pero Dios por
sí mismo. Pero todo el mundo debe amar más a Dios que a sí

26
SÁNCHEZ-PRIETO, A., «Fides-Scientia-Sapientia…», 203.
mismo. Del mismo modo se ha de amar más a otro hombre que a
nuestro cuerpo, porque todas estas cosas han de ser amadas por
causa de Dios; también otra persona puede disfrutar con
nosotros lo que no puede el cuerpo, porque el cuerpo vive por el
alma, que goza en Dios. Y ha de amarse a todos los hombres por
igual, pero como no podemos servir a todos, hay que mirar sobre
todo por aquellos que nos son más próximos por razón del lugar
o del tiempo o de cualesquier otras causas, como si por cierta
suerte estuvieran ligados a nosotros. Sin embargo, debemos
desear que con nosotros todos los hombres amen a Dios y todo lo
que les ayudamos o ellos nos ayudan debe estar referido a ese
único fin. Pues por derecho el amor es la prolongación del
conocimiento, porque la utilidad del conocimiento consiste
solamente en el amor. ‘El conocimiento’, dice el Apóstol,
‘envanece, pero el amor edifica’ (1Co 8:1). Y si es de apetecer lo
que envanece, mucho más lo que edifica, para que al conocer la
voluntad de Dios amemos obedecer a Dios para llegar a Dios.
Pues este conocimiento de la buena esperanza no hace al hombre
jactarse, sino lamentarse, y con este sentimiento alcanza con
oraciones diligentes el consuelo del divino auxiliador para no
hundirse en la desesperación, y entonces comienza a estar en el
cuarto grado, a saber, el de la fortaleza, y busca y apetece la
justicia. Con este sentimiento se aparta de todo mortífero deleite
de cosas fugaces, y alejándose de ahí se vuelve al amor
inmutable de lo eterno, a saber, a la unidad y a la misma
Trinidad, y allí la contemplará como puede, resplandeciente en la
distancia, pero se percatará de que por la debilidad de su vista él
no puede soportar semejante luz. En el quinto grado, esto es, en
el consejo de la misericordia, purga su alma en cierta medida
alborotadora y molesta de las impurezas concebidas por el deseo
de las cosas terrenas. Aquí verdaderamente se ejercita
ardientemente en el amor al prójimo y en él se perfecciona. Y
repleto de esperanza y pletórico de fuerza al alcanzar hasta el
amor a los enemigos, asciende al sexto grado, donde ya purifica
sus propios ojos, del modo en que ven a Dios aquellos que
mueren para este mundo. Pues lo ven en tanto en cuanto mueren
a este mundo, y en cuanto viven para él no lo ven. Y por esto,
como quiera que esta visión de luz ya empieza a parecerle más
cierta y no solo más llevadera, sino también más gozosa, sin
embargo, todavía puede decirse que la ve envuelta en el misterio
y como a través de un espejo, porque mientras peregrinamos por
esta vida se avanza más por a fe que por la visión, como quiera
que tengamos ya presencia en los cielos. En este grado purifica
los ojos del corazón para no anteponer nada a la verdad, ni
siquiera ayudar al prójimo, pues ya no se ama a sí mismo, porque
tampoco ama a aquél que ama como a sí mismo. Este santo será
de un corazón tan sencillo y puro que no se desviará de la Verdad
ni por deseo de complacer a los hombres ni por consideración de
evitar cualesquiera de las muchas incomodidades que surgen en
esta vida. Semejante hijo asciende hasta la sabiduría, que es el
séptimo grado, en el cual goza sosegado y tranquilo. ‘El inicio de
la sabiduría es el temor de Dios’ (Sal 1 1 0:1 0). Desde Él y hasta
ella se trabaja y alcanza por estos grados.

Rabano además de entender el conocimiento como parte de la


revelación bíblica, no ocultó su interés por las Artes Liberales y la
importancia de su estudio, de hecho su enchiridium27: De Clericorum
Institutione es una guía que busca instruir al clero, por medio de la
cultura latina y cristiana. Pese a esto, los estudios sobre artes liberales
y filosóficos eran concebidos como medios para alcanzar la iluminación,
es decir, profundizar la fe y el conocimiento de Dios. Lo anterior
confirma una tradición más arcaica que identificaba estos estudios
como un inicio hacia el problema de lo sagrado. El mismo Alcuino
asociaba los siete pilares de la Casa de la Sabiduría con las siete Artes
Liberales:

La sabiduría ha edificado su casa, ha tallado sus siete columnas.


Aunque esta afirmación se refiere a la divina sabiduría ... la
sabiduría [humana] puede fortalecerse por medio de las siete
columnas de las Artes Liberales, y nadie se ha elevado al
conocimiento perfecto a menos que previamente haya ascendido
por estas siete columnas o escaleras28.

En este plano, la contemplación también forma parte del saber.


Pero en una dimensión de credulidad y amor a Dios. La experiencia del
“conocimiento místico” está siempre el estudio y la especulación

27
La palabra latina enchiridiun, derivada del griego enkheiridion, se ha traducido
como “manual” o “tratado”.
28
Sapientia aedificavit sibi domum, excidit columnas septem. Quae sententia licet ad
divinam pertineat sapientiam... tamen sapientia liberalium litterarum septem
columnis confirmatur; nec aliter ad perfectam quemlibet deducit scientiam, nisi his
septem columnis veletiam gradibus exaltetur, PL, 101, col. 853.
intelectual. Lo anterior queda muy claro en el De Universo de nuestro
autor:
Así pues, con propiedad se llama al Espíritu Santo Amor, o bien
porque naturalmente se une a aquellos de quienes procede y con
ellos muestra ser uno, o bien porque obra en nosotros de modo
que permanezcamos en Dios, y Él en nosotros. De donde también
[se sigue] que ningún don de Dios es mayor que el amor, y que
ningún don de Dios es mayor que el Espíritu Santo. Él también es
la gracia, porque no nos ha sido dada por nuestros propios
méritos, sino libremente por la voluntad divina, y de ahí que lo
llamemos [también] gracia. Y como también llamamos
propiamente al Verbo único de Dios con el nombre de Sabiduría,
como quiera que el Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo sean
universalmente sabiduría, así el Espíritu Santo es designado
propiamente con el término Amor, aunque también el Padre y el
Hijo son universalmente amor29.

En relación a la educación o transmisión del conocimiento,


Rabano, con una cierta influencia de San Agustín, duda de la
posibilidad que el maestro pueda traspasar el saber y su comprensión,
más bien se inclina a pensar que sólo puede legado el “signo” de las
cosas, el significado diríamos hoy. El acto intelectual es el único que
permite la comprensión y por tanto la revelatio.

A pesar de esta imagen ideal de los avatares del “perfecto saber”,


el mundo carolingio del siglo IX se valía muchísimo de la tradición
clásica y cristiana como marco intelectual y teológico. Es célebre la
afirmación de Alcuino respecto que una de las funciones fundamentales
del presbítero era enseñar (erudire): “Recuerda que la lengua de la
dignidad sacerdotal es la llave del imperio celeste”30.
Instruidlos con buenos ejemplos, amonestadlos como si os fuesen
queridísimos, corregidlos como si fuesen vuestros compañeros.
Porque este es el amor fraterno, que os esforcéis para
conducirlos a todos como a vosotros mismos hasta la corona de la
divina bienaventuranza. Y que los adolescentes estén bajo la

29
De universo, PL 111, col. 25.
30
Ep. 222. MGH, Epp. 4 (Epistolae Karolini aevi II), 365-366.
autoridad de los mayores como si fuesen sus padres. Porque si
Cristo, Dios y hombre y señor de todos no despreció someterse a
los hombres, cuánto más también vosotros, niños y adolescentes,
debéis someteros a vuestros maestros, para que,
concediéndooslo Dios, gracias a sus buenas enseñanzas, podáis
madurar y crecer en la Iglesia de Cristo, y alcanzar junto con
ellos la vida eterna31.

El tratado De institutione clericorum, puede concebirse como una


suerte de proyector de la tradición cultural de Occidente, un verdadero
relato sinfónico donde tienen voz los viejos sabios de la cristiandad.
Además, esta obra es la primera que compendia los contenidos
esenciales de las disciplinas propias e imprescindibles para el ejercicio
del ministerio sacerdotal, así las ramas teológicas (Liturgia, Teología
dogmática, Exégesis bíblica, Patrología) como las “civiles” (Artes,
Filosofía, Gnoseología, Ética).

Conclusión

El mundo intelectual carolingio en las primeras décadas del siglo IX


mostró una evidente unidad teórica por medio de tratados modélicos
con un fuerte tono moral y político, expresión palmaria de una voluntad
ideológica de las elites clericales de establecer una supremacía frente
al poder de los reyes en el reino franco.

La cultura política del período se fundaba en una organización del


poder que tenía como máximo paradigma una idea de sociedad cristina
que mezclaba el corpus de los Padres de la Iglesia con los saberes de
intelectuales del “renacimiento carolingio”, que unían esta tradición
con las prácticas políticas de ese presente histórico. Este ordenamiento
del poder comenzaba en la transmisión del saber y se completaba con

31
ALCUINO, Ep. 51. MGH, Epp. 4 (Epistolae Karolini aevi II), 95.
la teoría episcopal del poder. Una trama jerárquica del poder, donde
cada miembro ejecutaba su oficio en sintonía con el discurso clerical.
La identidad de la cultura política del período se construía en gran
parte por medio de la educación de los principios morales y el rol del
episcopado en la teorización del poder. Ambos planos definieron una
relación entre estos textos y su contexto o el marco de las “prácticas
políticas”.

La obra De institutione clericorum es el primer manual que


compendia las disciplinas fundamentales para desarrollar el oficio de
ministro sacerdotal, incluyendo tanto los saberes estrictamente
teológicos como los liberales. Lo anterior convirtió a este enchiridium
en uno de los más influyentes y que más circulación tuvo en la Edad
Media, tanto en la formación de clérigos como en la liturgia.

El fuerte contenido moral que se percibe en los comentarios


litúrgicos carolingios afianza su naturaleza pedagógica, pero también
apunta al uso de la liturgia como instrumento para la formación de la
sociedad política cristiana, el ideal del “imperio cristiano”. El tratado de
Rabano Mauro constituye un hito al representar el primer indicio de los
posteriormente célebres manuales para curatos bajomedievales y
modernos.

El De institutione clericorum, es un monumento32 de la tradición


cultural de Occidente, un texto donde se proyectan los saberes de la
antigüedad resignificados por la impronta de Rabano quien desde la re-
32
Monumento proviene de la voz clásica: moneō. Del protoitálico *moneje-, y este del
protoindoeuropeo *mon-eie- (“hacer pensar en”, “recordar”). Véase también su
equivalencia en el sánscrito mānáyati (“honorar”, “respetar”), el avéstico gatha
mānaiia y el avéstico clásico mąnaiiən (ambos “hacer pensar”), cf. DE VAAN, M.,
Etymological Dictionary of Latin and the Other Italic Languages (Leiden: Brill, 2008),
387.
lectura y la re-semantización activa un proceso donde unos textos viejos
operan en prácticas culturales concretas y evidenciables a partir del
proceso de clericalización que experimentará el Occidente alto
medieval.

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