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Cs de la tierra
Riesgos naturales
Presentación
La espectacularidad de los avances científicos y tecnológicos de los últimos años puede dar
la impresión de que se ha conseguido un dominio sobre la naturaleza casi total. Se
modifican los genes, se explora el espacio exterior y se explotan los ecosistemas más
remotos del mundo. Pero cuando sucede un terremoto, un volcán entra en erupción o una
gran inundación arrasa una zona, se hace patente la grandeza de las fuerzas de la naturaleza
que, en pocos minutos, pueden liberar energías destructoras de enorme magnitud.
En los últimos 20 años los desastres naturales han matado a 3 millones de personas en el
mundo, causando daños a alrededor de otros 800 millones. Las pérdidas económicas
causadas por inundaciones, sequías, terremotos, volcanes, incendios forestales, etc. son
enormes.
En este capítulo se estudian los principales riesgos naturales, con especial detenimiento en
los que afectan a la Península Ibérica.
Terremotos
Los terremotos se producen cuando las tensiones acumuladas por la deformación de las
capas de la Tierra se libera brúscamente. Se rompen las masas de rocas que estaban
sometidas a fuerzas gigantescas, reordenándose los materiales y liberando enormes energías
que hacen temblar la Tierra. Sus focos de inicio (hipocentro) se localizan a diferentes
profundidades, estando los más profundos hasta a 700 kilómetros. Son especialmente
frecuentes cerca de los bordes de las placas tectónicas. Al año se producen alrededor de un
millón de sismos, aunque la mayor parte de ellos son de tan pequeña intensidad que pasan
desapercibidos.
Actúan de forma instantánea en un área extensa y las ondas sísmicas que provocan,
especialmente las superficiales, causan formación de fallas, desprendimientos de tierra,
aparición y desaparición de manantiales, daños en construcciones y muertes en las
personas. Son muy difíciles de predecir y, en la actualidad, no hay sistemas eficaces para
alertar a la población con tiempo de la inminencia de un sismo.
Para poder describir la fuerza de un terremoto y los daños que produce se han
confeccionado escalas que miden la intensidad y la magnitud de los sismos.
La intensidad es una medida subjetiva de los efectos de los sismos sobre los suelos,
personas y estructuras hechas por el hombre. No usa instrumentos sino que se basa en las
observaciones y sensaciones ocasionados por el terremoto. Es útil para describir el
terremoto en zonas en las que no hay sismógrafos próximos y para comparar los terremotos
antiguos. Hay más de 50 escalas distintas para medir la intensidad, pero las más conocidas
son dos:
Tsunamis
Los terremotos submarinos provocan movimientos del agua del mar (maremotos o
tsunamis). Los tsunamis son olas enormes con longitudes de onda de hasta 100 kilómetros
y que viajan a velocidades de 700 a 1000 km/h. En alta mar la altura de la ola es pequeña,
sin superar el metro; pero cuando llegan a la costa, al rodar sobre el fondo marino alcanzan
alturas mucho mayores, de hasta 30 y más metros. El tsunami está formado por varias olas
que llegan separadas entre sí por unos 15 o 20 minutos. La primera que llega no suele ser la
más alta, sino que es muy parecida a las normales. Después se produce un impresionante
descenso del nivel del mar seguido por la primera ola gigantesca y a continuación por
varias más.
La falsa seguridad que suele dar el descenso del nivel del mar ha ocasionado muchas
víctimas entre las personas que, imprudentemente, se acercan por curiosidad u otros
motivos, a la línea de costa.
En 1946 se creó la red de alerta de tsunamis después del maremoto que arrasó la ciudad de
Hilo (Hawaii) y varios puertos más del Pacífico. Hawaii es afectado por un tsunami
catastrófico cada 25 años, aproximadamente, y EEUU, junto con otros países, han puesto
estaciones de vigilancia y detectores que avisan de la aparición de olas producidas por
sismos.
Escala M.S.K. (Propuesta en 1964 por Medveder, Sponhever y Kamik)
Grado Consecuencias
Percibida por algunas personas en el interior de los edificios. Similar al paso de un camión
III
ligero
Percibido por muchos en el interior de los edificios. No atemoriza. Vibran ventanas, muebles y
IV
vajillas. Similar al paso de un camión pesado.
Las personas que duermen se despiertan y algunas huyen. Los animales se ponen nerviosos. Los
V objetos colgados se balancean ampliamente. Puertas y ventanas abiertas baten con violencia. En
ciertos casos se modifica el caudal de los manantiales.
Muchas personas salen a la calle atemorizadas. Algunos llegan a perder el equilibrio. Se rompe
VI cristalería y caen libros de las estanterías. Pueden sonar algunas campanas de campanarios. Se
producen daños moderados en algunos edificios. Puede haber deslizamientos de tierra.
La mayoría se aterroriza y corre a la calle. Muchos tienen dificultades para mantenerse en pie.
Lo sienten los que conducen automóviles. Muchas construcciones débiles sufren daños e incluso
VII
destrucción. Alguna carretera sufre deslizamientos. En las lagunas se nota oleaje y se enturbian
por remoción del fango. Cambian los manantiales: algunos se secan y otros se forman.
Pánico general, incluso en los que conducen automóviles. Los muebles, incluso pesados, se
mueven y vuelcan. Muchas construcciones sufren daños o destrucción. Se rompen algunas
VIII canalizaciones. Estatuas y monumentos se mueven y giran. Pequeños deslizamientos de terreno,
grietas de varios centímetros en el suelo. Aparecen y desaparecen nuevos manantiales. Pozos
secos vuelven a tener agua y al revés.
Pánico general. Animales que corren en desbandada. Muchas construcciones son destruidas.
Caen monumentos y columnas y se rompen parcialmente las conducciones subterráneas. Se
IX
abren grietas de hasta 20 centímetros de ancho. Desprendimientos y deslizamientos de tierra y
aludes. Grandes olas en embalses y lagos
XI Quedan fuera de servicio las carreteras importantes. Las canalizaciones subterráneas destruidas.
Terreno considerablemente deformado.
Se destruyen o quedan dañadas prácticamente todas las estructuras, incluso las subterráneas.
XII Cambia la topografía del terreno. Grandes caídas de rocas y hundimientos . Se cierran valles, se
forman lagos, aparecen cascadas y se desvían ríos.
Volcanes
En los últimos 10000 años 1415 volcanes han sido activos en el mundo. Algunos de ellos
entran en erupción muy frecuentemente como los de Hawaii, Etna y Stromboli, mientras
otros permanecen en reposo durante muchos años, pero sería un error pensar que están
extinguidos. La historia enseña que hay muchas erupciones catastróficas de volcanes que se
pensaba que ya no eran activos porque había pasado mucho tiempo desde su última
explosión como, por ejemplo, el de Pinatubo en Filipinas que entró en actividad en 1991.
Millones de personas viven en la proximidad de volcanes peligrosos.
Erupciones volcánicas
Una erupción volcánica de intensidad media o alta libera una energía similar a la de un
terremoto de magnitud 6,5 a 8,5 de la escala de Richter. La explosión del volcán es más
peligrosa cuanto más bruscamente se libera la energía, lo que depende de la viscosidad del
magma y de la cantidad de gases que libere. Hay distintos tipos de erupciones:
b) Erupciones efusivas.- Si el magma es fluido y con pocos gases fluye en forma de colada
de lava líquida causando muchos menos daños. La velocidad de la colada no suele ser muy
alta, aunque en la erupción del Niragongo (Zaire) en 1977 alcanzó una velocidad media de
30 Km/h causando 72 víctimas en un pueblo situado a 10 km del volcán. Los daños
materiales pueden ser altos porque las coladas llegan a extenderse hasta decenas e incluso
centenares de km desde la boca del volcán destruyendo campos de cultivo y asentamientos
humanos.
Vigilancia y previsión de las erupciones
Para proteger a las personas de los daños que puede originar un volcán, dos son las tareas
principales a hacer:
1. Mantener un sistema de vigilancia del volcán que permita prever cuando una
erupción está próxima a suceder.
2. Elaborar un buen plan de evacuación de la población.
Cuando el volcán pasa de una situación de reposo a otra de erupción tiene que recorrer una
serie de fases que se pueden vigilar. El magma debe ascender a la superficie y en esa
subida, empuja las rocas hacia arriba, levantando el suelo, se forman grietas por las que
salen humos y vapores y aumentan las sacudidas sísmicas y el calor en la superficie. Los
sistemas de vigilancia se fijan en estos síntomas para detectar cuando hay que dar la alarma.
Pero es difícil hacer estas previsiones y no hay todavía capacidad científica de anticipar con
seguridad las erupciones volcánicas. Erupciones como la del Monte St. Helens, en EEUU,
en 1980, han sucedido sin que se hayan podido predecir.
La situación se hace más difícil en los casos en los que hay que evacuar grandes
poblaciones. Se calcula, por ejemplo, que una erupción del Vesubio pondría en peligro de
muerte a 600 000 personas y que para evacuar ordenadamente a toda esa población se
necesitan tres semanas.
Efecto de las erupciones en el medio natural
Una erupción de lava poco viscosa, como la que sería probable en Canarias si se produjera
actividad volcánica, cambia la forma del terreno y puede llegar a modificar todo el aspecto
de la isla. También se van originando elevaciones montañosas.
Otro efecto de las erupciones son los incendios forestales que provocan la desaparición de
bosques enteros. Algunas especies como el pino canario, están especialmente bien
adaptadas al fuego por lo que pueden resistir bastante bien estos efectos.
El terreno ocupado por una colada de lava enfriada comienza como un desierto sin nada de
vida en sus comienzos. Con el tiempo se va formando suelo y se produce todo un proceso
de sucesión de ecosistemas.
Los gases y cenizas emitidos por el volcán producen contaminación natural y lluvias ácidas
e incluso, si la erupción es fuerte, pueden alterar el clima mundial. La erupción del volcán
filipino Pinatubo, por ejemplo, es responsable de un enfriamiento global en los meses
siguientes a su explosión.
Inundaciones
Las inundaciones son una de las catástrofes naturales que mayor número de víctimas
producen en el mundo. Se ha calculado que en el siglo XX unas 3,2 millones de personas
han muerto por este motivo, lo que es más de la mitad de los fallecidos por desastres
naturales en el mundo en ese periodo. En España son un grave problema social y
económico, sobre todo en la zona mediterránea y en el Norte.
Las grandes lluvias son la causa principal de inundaciones, pero además hay otros factores
importantes. A continuación se analizan todos estos factores:
Se producen
deslizamientos
cuando capas
enteras de
terreno se
mueven sobre
el material
firme que
tienen por
debajo. En su
movimiento
siguen uno o
varios planos
de corte del
terreno.
Los desprendimientos son fragmentos de roca que se separan de un talud y caen saltando
por el aire en buena parte de su recorrido.
Características del terreno.- Los lugares montañosos con pendientes fuertes son los
que con más facilidad sufren deslizamientos, aunque en ocasiones pendientes de
muy pocos grados son suficientes para originarlos si la roca está muy suelta o hay
mucha agua en el subsuelo.
Condiciones climáticas.- En las regiones lluviosas suele haber espesores grandes de
materiales alterados por la meteorización y el nivel freático suele estar alto lo que,
en conjunto, facilita mucho los deslizamientos. Las lluvias intensas son el principal
factor desencadenante de deslizamientos en España.
Macizos rocosos con fallas y fracturas.- Tienen especial importancia en los
desprendimientos. En España la mayoría de las caídas de rocas y otros materiales
tiene lugar en lugares en los que el terreno tiene abundantes fracturas y se ha ido
produciendo erosión en la base de sus laderas. En estos lugares cuando llueve
intensamente con facilidad se pueden producir desprendimientos.
Erosión.- Los ríos, el mar u otros procesos van erosionando la base de las laderas y
provocan gran cantidad de deslizamientos. En las costas españolas estos fenómenos
son muy comunes y provocan el retroceso de los acantilados, sobre todo en las
costas del Atlántico, en Canarias y en Baleares.
Expansividad de las arcillas.- Las arcillas tienen la propiedad de que al empaparse
de agua aumentan su volumen. Esto supone que los terrenos arcillosos en climas en
los que alternan periodos secos con otros húmedos se deforman y empujan taludes,
rocas, carreteras, etc. provocando deslizamientos y desprendimientos.
Acciones antrópicas.- Los movimientos de tierras y excavaciones que se hacen para
construir carreteras, ferrocarriles, edificaciones, presas, minas al aire libre, etc.
rompen los perfiles de equilibrio de las laderas y facilitan desprendimientos y
deslizamientos. Además normalmente se quitan los materiales que están en la base
de la pendiente que es la zona más vulnerable y la que soporta mayores tensiones lo
que obliga a fijar las laderas con costosos sistemas de sujeción y a estar
continuamente rehaciendo las vías de comunicación en muchos lugares.
Se conoce la acción de otros factores como terremotos, rocas calizas (estructuras
kársticas), etc., que , en ocasiones, provocan movimientos del terreno, pero cuya
importancia es comparativamente menor que los citados anteriormente.
Alud
En las zonas montañosas en las que la nieve se acumula en las laderas es importante tener
en cuenta el riesgo de los aludes. Su fuerza destructiva puede ser muy grande. En algunos
de ellos se han llegado a medir fuerzas de impacto cincuenta veces mayores de la necesaria
para derribar una casa y velocidades de caída de la nieve de hasta 350 km/h. El número de
víctimas ha crecido mucho en los últimos años desde que se han popularizado los deportes
de montaña. Así, por ejemplo, entre 1945 y 1974 hubo 719 muertes por aludes en toda
Europa, mientras que de 1975 a 1985, solo en los Alpes han muerto por este motivo 1200
personas. En España están muriendo al año por este motivo, unas cuatro personas, con un
máximo de 11 muertos en 1979.
Riesgo de aludes
Las avalanchas de invierno suelen ser de nieve seca y en polvo, pero también se producen
aludes cuando el tiempo es soleado y caluroso, por ejemplo en primavera, y comienza a
fundirse la nieve. El agua fundida favorece el deslizamiento de masa de nieve densa que
pueden muy peligrosas para las personas y las construcciones.
Además en las zonas con riesgo se suelen hacer defensas de distintos tipos para proteger
construcciones y vías de comunicación. Asimismo se suele prohibir el paso por las zonas de
más peligro y, es eficaz, provocar aludes controlados con explosivos en momentos
oportunos. Para la protección de los automovilistas se han instalado detectores de ondas que
captan el comienzo del alud en las zonas altas y transmite la señal a semáforos que cortan la
circulación en los tramos de carretera amenazados.
Sequia
Se dice que hay sequía en una zona cuando permanece sin llover más tiempo del habitual y
comienzan a notarse efectos negativos. Como se ve la definición es muy subjetiva y, de
hecho, es difícil decir cuando ha empezado o terminado una sequía y algunas veces incluso
si ha existido. Tiene que ser una situación de carencia de agua inesperada, porque si lo
habitual en esa zona es que llueva poco diríamos que es árida, pero no que hay sequía.
También es muy subjetiva la apreciación del tiempo que tiene que durar para que digamos
que se están produciendo daños.
Las zonas de España con alto riesgo de padecer sequías son muy extensas. Exceptuando la
parte Norte y noroeste en la que domina el clima oceánico húmedo, el resto padece sequías
con cierta frecuencia. Entre los años 1940 a 1960 la ausencia de lluvias repercutía de forma
muy importante en la vida de las personas. La agricultura, la producción de energía, la
industria y el abastecimiento de las ciudades sufría mucho con las sequías. Con la masiva
construcción de pantanos de los años cincuenta y sesenta se logró mejorar mucho la
situación y en la actualidad las cuencas hidrográficas tienen capacidad para soportar largos
periodos de sequía sin que las repercusiones sean muy graves.
En los últimos años se ha visto cada vez más claro que es imprescindible adecuar las
formas de vida y la explotación del territorio a la disponibilidad de agua. Es necesario
construir pantanos y hacer trasvases de agua de unas cuencas a otras, pero sin olvidar que
no puede haber soluciones correctas a este problema si no se racionaliza el uso del agua.
Como la mayor parte del agua usada en España se dedica al riego es muy importante
implantar sistemas que ahorren agua como el riego gota a gota o similares. También está
creciendo la conciencia de que los jardines y espacios verdes lógicos y adecuados en una
zona con déficit de agua no son las grandes extensiones de césped que necesitan mucho
riego, sino los plantados con especies propias del lugar, bien adaptadas a la aridez. Estas y
otras medidas de ahorro y consumo inteligente del agua son imprescindibles para la
ordenación de este importante recurso.
Granizo