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Con Nazaria misioneros como el padre.

Introducción.

En la vida uno tiene distintos momentos que definen nuestro sentido misionero, al momento de usar
esta frase muchos lo hacemos de forma frágil e irresponsable, sin tener en cuenta la magnitud real
que desglosa el envió que nos hace Dios mismo, a llegar a donde nos necesiten, a llegar donde
nuestro prójimo, a buscar los lugares que Dios nos pide que vayamos.

El sentido de hacer misión no es más que la muestra clara del amor de Dios transmitido al prójimo
por nuestras acciones en un momento determinado de la historia, pero esta entrega no sería posible
si uno mismo no da el SI en el momento que Dios nos lo pregunta, “Ven y sígueme”.

Santa Nazaria Ignacia, ya desde muy chica tuvo una amistad con Dios muy singular, misma que se
fue manifestando poco a poco, para que un momento aflorara en el camino que el padre le pidió
seguir, ya a la edad de 10 años ella dio su respuesta, que en el hoy resuena como un grito que
debemos de imitar siendo estas sus palabras al llamado que Dios le hizo: “Tu Nazaria sígueme”, a la
que respondió: “Te seguiré Jesús, lo más cerca que pueda una humana criatura”.

Esta respuesta solo nos manda a entender la grandeza de Dios que busca, nos busca a cada uno para
seguirle y derramar a toda la humanidad su amor, un amor que nos lleva a entregar nuestra
integridad a la obra de Dios.

Siempre uno se pregunta cuando toca hacer alguna labor en misión, ¿Lo podre hacer?, ¿lo hare
correctamente?, ¿pero no me lo enseñaron?, preguntas que desde nuestra condición humana son
razonables, pero a estas nuestras dudas Santa Nazaria nos responde con una cuestiónate: ¿Tienes
fe?, respuesta que fue dada en muchas ocasiones a las Hermanas Cruzadas de la Iglesia que tenían
en su corazón y mente dudas sobre el cómo sobrellevar la misión que habían iniciado, siendo esta
respuesta un invitación a entregarnos íntegramente a la obra de Dios Padre.

Y estos hechos se complementan con este llamado de entrega que nos pide que hagamos con esta
reflexión: “Estamos perdiendo lastimosamente el tiempo si no bajamos a la calle y les doy un
secreto, tomados de la mano de Dios y la del Hombre”.

Palabras que deben ser un verbo en nuestros corazones y acciones, el salir al encuentro con el
hermano, buscando a nuestro prójimo, con un estandarte que es la cruz de Cristo.

Objetivos.

Objetivo General

Preparar al equipo para la misión navideña, con el espíritu de Santa Nazaria Ignacia.

Objetivos Específicos

Escuchar el llamado de Dios en nuestra vida.

Entender la misión que Dios nos pide realizar.

Asumir la obra que Dios nos pide para nuestra Misión.


Marco Teórico

Llamada de Dios en nuestras vidas

En todo momento Dios nos llama a seguirle con confianza plena para que podamos desde nuestra
humildad humana llegar a reflejar el rostro de Dios en el camino, este rostro lleno de amor, de
justicia y paz, este llamado se traduce en cumplir íntegramente con nuestro caminar.

“Tu Nazaria sígueme”

“Te seguiré Jesús, lo más cerca que pueda una humana criatura”

En el primer plano debemos entender que Dios nos habla todos los días en nuestra vida, siendo
privilegiados en ciertos momentos puntuales donde nos pide no solo dar una entrega a su obra, nos
pide vivirla, no hacerla una experiencia o un lindo recuerdo, este camino debe ser testimonio de la
obra de Dios, que trascendencia nos muestra Jesús que todos los días nos llama incansablemente, es
tan trágico al ver que nos cuesta el dar una respuesta a este llamado, que muchas veces nuestra
tímida respuesta solo nos lleva a llenarnos de más dudas, “Te seguiré Jesús” que entrega decidida,
pero con la humildad que todos necesitamos reconocer a Dios como Padre “más cerca que pueda
una humana criatura”, este reconocernos como hijos de Dios es la fortaleza que necesitamos para
no solo vivir una experiencia, vivir nuestra vida.

Todos somos llamados para ser misioneros para emprender no un sentir o un capricho, una vida que
Dios quiere que compartamos con él, en la expresión intima de nuestra espiritualidad, que dejemos
atrás toda atadura y se la entreguemos plenamente a Dios.

“Mientras Jesús caminaba a orillas del mar de Galilea, vio a dos hermanos: uno era Simón. Y el
otro Andrés. Eran pescadores y estaban echando la red al mar.
Jesús los llamo: “Síganme, y yo los hare pescadores de hombres”.
Al instantes dejaron las redes y lo siguieron” (Mt. 4,18-20)

Es el mismo Jesús que hoy pasa día a día a llamarnos, a extendernos la mano para ayudarnos a dar
este salto para seguir con entrega y compromiso toda la labor.

No hay trabajo pequeño, si lo hacemos en nombre de la gloria de Dios, que cierta verdad que se
debe entender profundamente con reflexión y oración, estos momentos de platica con Dios nos
lleva a un camino de cambio interior y entrega alegre a nuestra misión.

Misión que Dios nos pide realizar

La misión viene del Padre por el hijo en la comunión del Espíritu Santo. Un gozo y responsabilidad
que estamos llamados a contemplar y acoger con anonadamiento admirado y con la
responsabilidad y entrega que nace de la misión encomendada y que posibilita que la acción
salvadora y plenificadora del Padre continúe en el mundo hasta que Dios sea todo en todos (cfr.
1Cor 15,28).

La misión viene de Dios, no es un capricho humano o un sentimiento de complemento personal, es


la voz de Dios, que nos pide en nuestra realidad buscar e ir al encuentro con el prójimo, prójimo que
espera hambriento, sediento de Dios, la disposición del corazón es fundamental para entender cómo
debemos entregar nuestro esfuerzo para erigir una obra de amor en torno al Padre.

Trabajo nada fácil para la misma Santa Nazaria Ignacia, cuando pudo en su vida encontrar el inicio de
su misión, llamado que se dio en el Templo del Nazareno: “Nazaria, tú serás fundadora y esta casa
tu primer convento”. Hecho que fue meditado en su corazón por 5 años y el 16 de junio de 1925
funda la nueva Congregación.

Uno mismo debe entender que la grandeza de la obra de Dios Comienza con una aceptación al
camino que fue reservado para nosotros, este camino que por nuestros miedos no seguimos
plenamente, el mundo trata de aletargar nuestros sentidos, ensordeciéndonos, segarnos a las
necesidades que hoy se viven, poniéndonos en una lucha necesaria para difundir la Buena Nueva del
Reino en nuestro medio, él llama para que todos tengamos como iglesia en nuestro corazón, LA
MISION QUE NOS PIDE REALIAZAR.

El primer paso para seguir los designios de Dios es complicado, al igual que Santa Nazaria Ignacia
comenzó su obra con un capital de 40 centavos, denotando que nunca fue necesario gastarlo,
nuestra vida debe ser reflejo de sentir del corazón al llamado que Dios nos hace, todos estamos
llamados a vivir una vida de felicidad plena, siendo el mundo de hoy, lugar donde se cierne la duda,
donde la preocupación, los miedos no dejan que podamos entregarnos completamente a Dios.

Con el mismo llamado que Jesús nos hace en el Evangelio de Lucas 18,22:

“Al oír eso Jesús le dijo: Todavía te falta una cosa, anda vende todo lo que tienes, reparte el dinero
entre los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; después ven y sígueme” (Lc. 18,22)

Esta expresión tan perfecta de llamado donde nos pone, en un plano de entrega sin preocupación en
nuestro corazón, no solo es el llamado a dejar de lado la preocupación por lo material, es igual el
dejar toda atadura que no deja que podamos vivir plenamente en la felicidad que Dios nos quiere
regalar.

Santa Nazaria, nos pide algo claro al momento de iniciar la misión, no dudar nunca de Dios y que con
la fuerza que nos transite, no solo debe ser para uno mismo, debe ser compartida de las formas que
se nos sea permitida.

Entregarnos a la misión

“Estamos perdiendo lastimosamente el tiempo si no bajamos a la calle y les doy un secreto,


tomados de la mano de Dios y la del Hombre”.

Como entendemos está palabra, tan profunda que usa Santa Nazaria para impulsar en sus hermanas
a dejarse llevar por Dios en el camino sin olvidar al hombre, invitación a dejar nuestra mezquindad
para llegar plenamente a ser reflejo del amor de Dios, este amor que no quiere que se quede en un
lugar o momento determinado, que fluya como el cauce de un rio y que un punto se desborde y
pueda empapar todo lo que hay en nuestro alrededor.

“Estamos perdiendo Lastimosamente el tiempo”, como entender la entrega si no, como Santa
Nazaria nos pide, repitiéndonos una y otra vez esta frase, que debe resonar en nuestro corazón
como un reproche, como una reflexión amorosa que día a día, nos invita a entregarnos con más
confianza a la misión.

“Si no Bajamos a la Calle”, si no salimos de nuestro centro de confort, si no dejamos este sitio
preferencial, si no somos capaces de ver con ojos de bondad a la humanidad, no podremos hacer el
trabajo que no solo nos exige Santa Nazaria, que es Jesús quien nos nuestra su predilección por los
menos afortunados:

“… les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron con
migo” (Mt 25,40)

Este empuje que nos da nuestro Señor Jesús con palabras tan claras y amables, que no solo nos
invita, de igual forma pide que se trabaje íntegramente por el prójimo, este prójimo muchas veces
esquivo, pero que debemos buscarlo, que debemos encontrarlo, con el único fin de compartir el
amor que Dios derramo en cada uno de nosotros.

“Les doy un secreto, tomados de la mano de Dios y la del Hombre”, no podría ser de otra forma,
entender que Dios mismo está con nosotros y nos extiende su mano para ayudar en nuestro camino
para seguir siendo instrumentos de su amor, como olvidar al hombre si es la clave misionera que
uno tiene que encontrar, ese hombre que está ahí esperando.

La valentía es por mucho la cualidad guerrera que muestra Nazaria a lo largo de la historia infunde a
todos y todas quienes la conocieron en vida y los que nos toca venerarla como santa.

¿Valentía?, determinación para enfrentarse a situaciones difíciles y peligrosas.

Esta cualidad tan extraordinaria que Santa Nazaria nos pide que aflore en nosotros, sin dudar que
Dios nos cuide y protege en todo momento, expresa la forma íntegra que quiere que nos
entreguemos a la misión, con fuerza y determinación.

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