Se sabe que el día 4 de abril de 1997, el señor Fiscal Delegado No. 001 de
Soacha, Cundinamarca, profirió resolución de acusación por los delitos de
falsedad ideológica en documento y falsedad por supresión y ordenó medida de
aseguramiento consistente en detención preventiva contra el señor Jairo Arturo
Buitrago Vargas (…) Es un hecho, además, que el día 30 de mayo de 1997, la
Fiscalía Delegada ante los Tribunales Superiores de Bogotá y Cundinamarca
resolvió favorablemente el recurso de apelación interpuesto por el señor Buitrago y
otros en contra de la resolución de acusación ya referida, ordenando la preclusión
del proceso y la puesta en libertad del sindicado.
De las pruebas allegadas al proceso se tiene por cierto que el señor Jairo Arturo
Buitrago Vargas fue sometido a una afectación de sus derechos fundamentales de
tal intensidad que sostener que estaba obligado a padecerlos en aras del bien
común resulta absurdo. En efecto, como ya dijo ad supra el solo hecho de la
detención supone una restricción de prácticamente la totalidad de las libertades
civiles reconocidas, así como una afectación necesaria del proyecto de vida, la
convivencia familiar y la autonomía económica. Por otra parte, la condición de
abogado en ejercicio y las aspiraciones políticas del señor Buitrago Vargas obliga
a considerar que la naturaleza de los delitos imputados y la publicidad de la
detención le afectaron de modo particular en su prestigio profesional y en las
posibilidades de vivir según el propio proyecto de vida. Lo anterior no solamente
cabe inferirlo con base en las reglas de la experiencia sino que aparece
explícitamente probado en el expediente, pues en los testimonios se puede
corroborar que después de haber estado recluido por casi dos meses, el señor
Buitrago Vargas cayó en el desprestigio, tanto como profesional del derecho como
activista político. Los testimonios también reflejan que el señor Buitrago Vargas se
vio afectado patrimonialmente a causa de la detención, dado que la imposibilidad
de cumplir con sus deberes profesionales desde la cárcel y a la pérdida de
clientes que sobrevino a esta limitación y al desprestigio profesional. Los testigos
dan fe de que las pérdidas materiales fueron cuantiosas y que llegaron a dejar al
señor Buitrago Vargas en la pobreza. Empero, los testimonios fallan en dar noticia
de la cuantía y la naturaleza de las pérdidas referidas ni dan indicio alguno para su
cálculo, a lo que hay que añadir que no existe ninguna otra prueba que acredite el
valor del daño patrimonial causado, por lo que la Sala ha de acudir a las
inferencias adoptadas jurisprudencialmente en los casos en los que el detrimento
es cierto pero su cuantía no lo es.
En el sub lite es patente que las dudas señaladas por la Fiscalía no constituyen un
caso auténtico de aplicación del principio in dubio pro reo, sino que por el contrario
se tienen que entender como consideraciones sobre la total insuficiencia
probatoria que deja incólume la presunción constitucional y legal de inocencia. De
hecho, de la redacción de los párrafos concernientes a la motivación de la
preclusión de la investigación se nota inmediatamente la correlación lógica que el
fallador establece entre la duda invocada y la ausencia de pruebas. De todo ello
se ha de concluir que en el sub lite ni siquiera cabe la posibilidad de controvertir la
aplicabilidad del régimen objetivo de responsabilidad. Aparte de ello, es de notar
que el proceder de los funcionarios de la Fiscalía para ordenar la detención fue
totalmente irregular puesto que, contrariamente a lo alegado por la defensa, es
patente que no estuvo respaldada en indicios serios en contra del acusado ya que,
del examen del expediente correspondiente al proceso penal, se concluye que la
decisión se adoptó teniendo como base la denuncia presentada por el señor José
Ernesto Martínez Tarquino y que la única razón que llevó a éste último a
involucrar en los hechos al señor Buitrago Vargas en la supuesta falsificación y
supresión de un documento tuvo que ver con su condición de Secretario de
Gobierno del municipio de Soacha. La irregularidad en la valoración del material
probatorio es patente porque se desconoció el hecho de que la denuncia no puede
ser tenida como prueba directa o indirecta del hecho y mucho menos como prueba
con la contundencia suficiente para adoptar medidas tan drásticas como la
detención preventiva. Por lo anterior se ha de concluir que la medida de
aseguramiento adoptada fue del todo infundada y, por ende, abusiva.
CONSEJO DE ESTADO
SECCION TERCERA
SUBSECCION B
Bogotá, D. C., treinta y uno (31) de mayo de dos mil trece (2013)
1. Pretensiones
B) PERJUICIO MORAL
2. Fundamentos de hecho
“-A raíz de una denuncia presentada por el señor Jorge Ernesto Martínez
Tarquino la Unidad de Fiscalías Delegadas ante los jueces penales del
circuito de Soacha (Cundinamarca), Unidad Especializada de Vida No. 1,
Fiscalía Delegada No.001, investigó la presunta comisión de los hechos
punibles de falsedad ideológica en documento público agravado por el uso,
en concurso con destrucción, supresión y ocultamiento de documento
público.
(…)
-El Dr. Jairo Arturo Buitrago Vargas fue capturado el día lunes 7 de abril de
1997 y fue puesto preso en la Cárcel municipal de Zaragoza en Soacha
(Cundinamarca).
3. Oposición a la demanda
Por otra parte, sostuvo que predicar la responsabilidad estatal de todos los actos
que impliquen la privación de la libertad, aun cuando éstos se realicen teniendo en
cuenta todos los requisitos de la ley y por mandato de la misma, impide el
desarrollo de la investigación en materia penal, con gran detrimento del orden
público, aclarando, por lo demás, que, en virtud de esta necesidad, todo
ciudadano está obligado a soportar las eventuales investigaciones que se
adelanten en su contra. En respaldo de lo anterior, invocó jurisprudencia de esta
Corporación, concretamente, las sentencias de 11 de junio de 1995, expediente n°
7687 (M.P Doctor Jesús María Carrillo Ballesteros), 25 de julio de 1994 exp. 8866
(M.P Carlos Betancur Jaramillo) y 2 de octubre de 1996 exp.10923 (M.P Doctor
Daniel Suárez Hernández). Asimismo, recordó que en la sentencia C-106 de 1994,
la Corte Constitucional sostuvo que la figura de la detención preventiva, esto es, la
que se realiza durante la investigación y sin juicio previo no es per se violadora de
los principios y garantías del ordenamiento.
5. Sentencia recurrida
Luego, fue en aplicación del principio “in dubio pro reo” que la instancia
juzgadora (sic) determinó la absolución a favor del accionante al existir
elementos de duda, ya que las pruebas no fueron suficientes para
establecer con certeza la responsabilidad del actor en los hechos
investigados, y no permitieron establecer fehacientemente la participación
del procesado en el ilícito del cual fue sindicado. Como consecuencia de lo
anterior, la absolución resuelta se debió a la aplicación del mencionado
aforismo, no habiéndose demostrado la ocurrencia de las causales
señaladas en el art. 414 del C.P.P., aplicable para la época de los hechos,
no se genera responsabilidad del Estado por la detención de que fue objeto
el demandante Jairo Arturo Buitrago.
Por otra parte, el Tribunal coincidió con la parte pasiva al recordar que según
jurisprudencia de las jurisdicciones constitucional y contencioso-administrativa, la
detención legal y fundamentada realizada durante la etapa de investigación no es
en sí misma un hecho antijurídico.
6. Apelación
Por otra parte, el apelante señaló que el fallo de primera instancia no podía
considerar como lo hizo, que la resolución de mayo 30 de 1997 se adoptó en
virtud del principio in dubio pro reo, cuando en realidad ésta fue motivada por la
total insuficiencia probatoria en contra del acusado.
Sobre este particular fue enfática en señalar que la detención estuvo motivada en
un indicio grave de participación en el ilícito, como lo es la denuncia presentada
por el señor Jorge Ernesto Martínez Tarquino.
1. Competencia
2. Problema jurídico
3.1.1 Se conoce que el señor Jairo Arturo Buitrago Vargas es abogado y que
antes de su detención ejercía la profesión de manera independiente al tiempo que
se desempeñaba como gerente de una empresa de transporte. Asimismo, se
conoce que en un período anterior el señor Buitrago Vargas se había
desempeñado como Secretario de Gobierno de la Alcaldía de Soacha.
1
“De las acciones de reparación directa y de repetición de que tratan los artículos
anteriores, conocerá de modo privativo la Jurisdicción Contencioso Administrativa
conforme al procedimiento ordinario y de acuerdo con las reglas comunes de distribución
de competencia entre el Consejo de Estado y los Tribunales Administrativos”.
Preguntado: Sírvase decir al Juzgado si tiene o no conocimiento del motivo
por el cual rinde testimonio y en caso afirmativo diga un relato detallado de
lo que le conste.
Contestó: El tiempo que yo trabajé con el doctor Buitrago, para mí era uno
de los mejores abogados, para mí y para mucha gente era uno de los
mejores abogados de Soacha, era muy reconocido y la gente lo buscaba
muchísimo, es una persona muy honesta, cumplidora de su deber y muy
humana. Para todos fue una sorpresa cuando le dictaron esa medida (f. 22
y 23, c.2).
La condición de secretario del ente territorial y profesional del derecho del señor
Jairo Arturo Buitrago también aparece confirmada en la resolución de acusación
proferida por la Fiscalía el día 4 de abril de 1997. En ésta última sus condiciones
profesionales son invocadas como circunstancias que incrementan el reproche por
la conducta supuestamente cometida:
Igual reproche habrá que formularse contra Jairo Arturo Buitrago Vargas,
toda vez que en su condición de Secretario General de la Administración
municipal de ese entonces, le era exigible, máxime en tratándose de ser
conocedor de la ciencia jurídica (…). (f. 40, c. 2).
3.1.2. Se conoce que antes de su detención, el señor Jairo Arturo Buitrago Vargas
realizaba actividades proselitistas en el municipio de Soacha. Así aparece
corroborado en las declaraciones del señor Juan Alberto Monroy ante el a quo:
3.1.3 Se sabe que el día 4 de abril de 1997, el señor Fiscal Delegado No. 001 de
Soacha, Cundinamarca, profirió resolución de acusación por los delitos de
falsedad ideológica en documento y falsedad por supresión y ordenó medida de
aseguramiento consistente en detención preventiva contra el señor Jairo Arturo
Buitrago Vargas, según consta en la providencia citada, aportada al proceso y
obrante a folios 26 a 44 del cuaderno n° 2.
3.1.5 Está probado que el señor Jairo Arturo Buitrago Vargas permaneció detenido
en la Cárcel Municipal de Zaragoza (municipio de Soacha) entre el 7 de abril de
1997 y el 30 de mayo de 1997, tal como aparece en la certificación remitida por
dicha entidad el día 14 de octubre de 1998. (f. 61, c. 2).
(...) debido al problema que tuvo, don Jairo tuvo que devolverle la plata a
unos clientes, los nombres de las personas no los recuerdo en este
momento, pero fueron casos que él ya había empezado a llevar y por dicho
problema no los podía seguir adelante, entonces ellos pidieron que les
devolvieran la plata, otros gastos que él tuvo que pagar cuando estuvo
ausente fueron los del arriendo de la oficina, servicio y el sueldo de la
secretaria, o sea el sueldo mío (…).
Preguntada: Infórmele al Despacho si le consta, que los hechos por los que
fue investigado el doctor Jairo Buitrago, se dio despliegue publicitario y
noticioso que hayan (sic) afectado el buen nombre de su familia, la armonía
en su hogar, es decir la relación familiar con su compañera e hijastra.
según lo dispuesto por el artículo 27.1 del Decreto 2699 de 1991, corresponde a
la oficina jurídica del ente investigador “representar a la Fiscalía mediante poder
conferido por el Fiscal General en los procesos en que ésta sea demandada” 2.
Siendo así las cosas, podría advertirse en el sublite una indebida representación
de la parte pasiva, vicio que eventualmente podría generar una nulidad.
Cabe mencionar, por lo demás, que esta postura ha sido reiteradamente por la
jurisprudencia de esta Corporación. Así en sentencia de 13 de diciembre de 2001,
la Sala sostuvo que:
2
Consejo de Estado, Sección Tercera, auto de 16 de marzo de 2012, rad. 18001-23-31-000-1999-00465-01
(28582), C.P. Stella Conto Díaz del Castillo
asumir la condena que pudiera asumirse en su contra, es decir, que en
esos eventos, no había falta de legitimación en la causa ni indebida
representación, pues de conformidad con lo establecido en el numeral 7 del
artículo 140 del Código de Procedimiento Civil, esta causal de nulidad sólo
se configura por carencia total de poder para el respectivo proceso 3.
3
Consejo de Estado, Sección Tercera, C.P. Ricardo Hoyos Duque, providencia del 13 de diciembre de 2001,
exp. 73001-23-31-000-1995-2755-01(12787), actor: Elvira Ortega de Salcedo y otros, Demandado: Fiscalía
General de la Nación.
numeral 5 del artículo 97 del C. de P.C y al no hacerlo, la irregularidad se
saneó conforme a lo dispuesto por el numeral 1 del artículo 144 ibídem” 4.
4
Consejo de Estado, Sección Tercera, Sentencia de 9 de marzo de 2011, radicación, 76001-23-31-000-1999-
01507-01(28270), C.P Gladys Agudelo de Ordóñez.
Por otra parte, el modelo de Estado social de derecho acogido por la Constitución
Política da lugar a los administrados cuenten con mecanismos eficaces para la
salvaguarda de sus derechos, particularmente aquellos que por su especial
envergadura, hace del Estado garante de su imperio y prevalencia.
5
Expedido por el Presidente de la República en uso de facultades extraordinarias.
libertad entre el 9 de mayo y el 2 de septiembre de 1993, época para la cual
se encontraba en vigencia el decreto aludido 6.
Una segunda línea entendió que en los tres eventos previstos en el artículo
414 del C.P.P., -absolución cuando el hecho no existió, el sindicado no lo
cometió o la conducta no estaba tipificada como punible-, la
responsabilidad es objetiva, por lo que resulta irrelevante el estudio de la
conducta del juez para tratar de definir si éste incurrió en dolo o culpa 9. Se
consideró, además, que en tales eventos la ley presume que se presenta
una privación injusta de la libertad, pero que en aquellos casos no
subsumibles en tales hipótesis normativas, se exigiría al demandante
acreditar el error jurisdiccional derivado no sólo del carácter “injusto” sino
“injustificado” de la detención10.
12
Sección Tercera, Sentencia de 18 de septiembre de 1997, exp. 11.754.
circunstancia de ser un sujeto solidario. Si se quiere ser coherente con el
postulado de acuerdo con el cual, en un Estado Social y Democrático de
Derecho la persona junto con todo lo que a ella es inherente ocupa un
lugar central, es la razón de la existencia de aquél y a su servicio se hallan
todas las instituciones que se integran en el aparato estatal, carece de
asidero jurídico sostener que los individuos deban soportar toda suerte de
sacrificios, sin compensación alguna, por la única razón de que resultan
necesarios para posibilitar el adecuado ejercicio de sus funciones por las
autoridades públicas.
Al respecto hay que decir que, si bien es cierto que existen posturas
jurisprudenciales encontradas sobre la naturaleza de la responsabilidad estatal en
el caso de las absoluciones proferidas en virtud del principio in dubio pro reo, esta
polémica no está referida a todos los casos en los que el juez o el fiscal invocan la
duda en sus decisiones, sino únicamente a aquellos casos en los que
efectivamente cabía la duda, al punto que no procede sino absolver al acusado.
Para entender lo anterior, hay que tener en cuenta que la duda en cuanto estado
subjetivo de la conciencia, no puede ser criterio de determinación de la
responsabilidad penal o estatal. Es que en su subjetividad el juez puede llegar a
dudar por cualquier motivo, sólido o débil. La mera acusación o la actitud personal
del sindicado pueden ser suficientes para generar duda en un juzgador, mientras
que en otros casos, quien decide exigirá que una y otras sean reforzadas. Por lo
tanto, si la existencia de la duda fuera criterio suficiente de la responsabilidad
penal, civil o estatal, los sujetos sometidos a juicio quedarían enteramente a
merced de la subjetividad o el grado de suspicacia del juez, esto es, a un factor
absolutamente subjetivo y arbitrario.
Así las cosas, se entiende que hay casos en los que existiendo pruebas sólidas
sobre el hecho delictivo y la participación del reo, las mismas se contrastan con
otras de igual peso, que en conjunto impiden afirmar que la hipótesis sobre la
comisión del hecho se sitúa más allá de toda duda razonable. En estos casos, la
contundencia de las pruebas en uno y otro sentido simplemente impiden arribar a
un juicio certero sobre lo ocurrido y en consecuencia la duda razonable inclina la
balanza a favor del acusado.
En otros casos, la duda del juez se asienta sobre fundamentos menos sólidos, uno
de los cuales puede radicar en el hecho de que la acusación no haya sido
desvirtuada por completo por la defensa, a pesar de que no existan pruebas
consistentes sobre el hecho criminal. En este caso, la duda subjetiva del juez no
se puede considerar razonable y, por lo tanto, está excluida de los supuestos de
aplicación real del principio in dubio pro reo por la simplísima razón de que es
mera duda psicológica, no fundamentada y, por lo tanto, sin sustento. Sostener lo
contrario implicaría aceptar que el acusado tiene el deber de desvirtuar una
presunción de culpabilidad en su contra, lo cual contradice el pilar de su inocencia
que sostiene la legitimidad del Estado en materia criminal.
Así como se ha dicho que la privación de la libertad puede ser legítima, a la luz de
la legalidad, pero injusta a la luz de la afectación de los bienes jurídicos, es
menester reconocer que existen detenciones que no alcanzan ni la primera, pues
no cumplen con las exigencias probatorias requeridas. Casos en los que bien
puede tratarse de falla en el servicio, para imputar la responsabilidad.
En efecto, existen oficios en los que la imagen califica al sujeto que los ejerce y
determina su competencia mientras que en otros esta última nada tiene que ver
con su probidad moral. Muchos son los supuestos uno y otro caso, pero de
momento importa resaltar que quienes representan a otros en el foro, ya sea en el
litigio, en la magistratura o en la actividad política, no pueden proyectar confianza
con una imagen desprovista de honradez.
Que la rectitud del espíritu sea condición indispensable para el ejercicio del
derecho o de la política es cosa bien sabida. Ya desde la antigüedad este principio
fue expresado por Quintiliano, quien del orador (es decir quien interviene ante el
foro) exigía además de pericia ser vir bonus y quien, por lo demás excluye de la
vida pública a quienes no gocen de independencia moral, como los difamados.
Tampoco se escapa esta relación a Ulpiano, para quien el jurista debe ser
sacerdote de la justicia, o a la filosofía posterior que afirma categóricamente que la
iuris prudentia presupone la justicia.
Por otra parte, siendo cierto que cualquier acusación que ponga en tela de juicio la
rectitud personal del jurista o el hombre público le afecta en virtud de su profesión,
se debe aclarar que existe cierto tipo de acusaciones que afectan de modo
especial su fama y su prestigio profesional. Este es el caso de los delitos
directamente relacionados con el ejercicio de su oficio, con las oportunidades que
éste comporta o que sugieren el abuso de la confianza legítimamente depositada
en ellos. Es claro, por ejemplo, que aunque en cualquier caso se mancille la
reputación, no es lo mismo acusar a un servidor público de peculado que de
lesiones personales culposas o de conducir en estado de embriaguez.
De las pruebas allegadas al proceso se tiene por cierto que el señor Jairo Arturo
Buitrago Vargas fue sometido a una afectación de sus derechos fundamentales de
tal intensidad que sostener que estaba obligado a padecerlos en aras del bien
común resulta absurdo.
14
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia de 4 de
septiembre de 1997, exp. 10285. M.P Ricardo Hoyos Duque
En efecto, como ya dijo ad supra el solo hecho de la detención supone una
restricción de prácticamente la totalidad de las libertades civiles reconocidas, así
como una afectación necesaria del proyecto de vida, la convivencia familiar y la
autonomía económica. Por otra parte, la condición de abogado en ejercicio y las
aspiraciones políticas del señor Buitrago Vargas obliga a considerar que la
naturaleza de los delitos imputados y la publicidad de la detención le afectaron de
modo particular en su prestigio profesional y en las posibilidades de vivir según el
propio proyecto de vida.
Los testimonios también reflejan que el señor Buitrago Vargas se vio afectado
patrimonialmente a causa de la detención, dado que la imposibilidad de cumplir
con sus deberes profesionales desde la cárcel y a la pérdida de clientes que
sobrevino a esta limitación y al desprestigio profesional. Los testigos dan fe de que
las pérdidas materiales fueron cuantiosas y que llegaron a dejar al señor Buitrago
Vargas en la pobreza. Empero, los testimonios fallan en dar noticia de la cuantía y
la naturaleza de las pérdidas referidas ni dan indicio alguno para su cálculo, a lo
que hay que añadir que no existe ninguna otra prueba que acredite el valor del
daño patrimonial causado, por lo que la Sala ha de acudir a las inferencias
adoptadas jurisprudencialmente en los casos en los que el detrimento es cierto
pero su cuantía no lo es.
4. Liquidación de perjuicios
Habiendo comprobado que en el sublite existen razones para imputar a la Nación
los daños sufridos, es preciso fijar la cuantía de los mismos.
La parte demandante ha pedido mil gramos oro, por los perjuicios morales
sufridos. Debe recordarse, sin embargo, que tanto la legislación como la
jurisprudencia de esta Corporación han abandonado la tasación de los perjuicios
morales en gramos oro para, en su lugar, adoptar el equivalente a salarios
mínimos legales mensuales vigentes al tiempo de la condena 15. Habida cuenta de
que el daño moral es de suyo imposible de cuantificar de un modo exacto, por ser
éste de carácter inmaterial, es necesario fijar el monto de la indemnización
valiéndose de la facultad discrecional que le asiste en estos casos y de
conformidad con los estos parámetros establecidos jurisprudencialmente: 16: i) la
indemnización se hace a título de compensación, más no de restitución ni de
reparación17; ii) la tasación debe realizarse con aplicación del principio de equidad
previsto en el artículo 16 de la Ley 446 de 1998; iii) la determinación del monto
debe estar sustentada en los medios probatorios que obran en el proceso y que
están relacionados con las características del perjuicio; y iv) debe estar
fundamentada, cuando sea del caso, en otras providencias para garantizar el
principio de igualdad.
Lucro cesante
En donde:
(1 + i)n - 1
S = Ra
i
S = Suma a obtener.
Ra = Renta actualizada, es decir, el valor del salario mínimo incrementado en
un 25%, correspondiente a prestaciones sociales.
I = Tasa mensual de interés puro o legal, es decir, 0,004867.
N = Trece meses dejados de laborar a causa de la incautación injusta.
1 = Es una constante.
(1 + 0.004867) 10,75 -
S = $ 736.875 1 = $8.112,047
0.004867
Magistrado
Magistrada