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Ser maestro representa la posibilidad de moldear un futuro deseable para el país y la sociedad en

su conjunto a partir de ayudar a los niños a comprender y transformar el mundo. Ser maestro
implica luchar contra esquemas sociales dañinos que estados corruptos han inoculado a las
personas por más de 60 años. Ser maestro es ir contracorriente de un status quo persuadido hacia
la filosofía de que el que no tranza no avanza; implica batallar a favor de la esperanza
representada por los nuevos ciudadanos que pueden hacer la diferencia.

Fui maestro porque económicamente era difícil aspirar a la carrera de medicina o de diseño
gráfico. Las instituciones han formado parte de un escenario cerrado que no es más que la réplica
a escala de un sistema gubernamental podrido en el que la élite tiene todo y la clase media baja
nada.

Ser maestro es convertirse en correligionario del pueblo, es tomar partido en la eterna lucha de
clases teniendo como arma un libro, y como meta ofrecer la expectativa de construir un mejor
futuro para todos.

Creo que muchos maestros no estamos en la profesión por vocación sino como resultado de un
devenir histórico de clase social.

Algunos afortunados que pudimos escoger la docencia como carrera, aprendimos que el oficio de
enseñar se aprende en los hechos, frente a los educandos. Toda la didáctica y la pedagogía queda
pequeña ante la enorme complejidad de la vida real.

Es satisfactorio poder impactar el intelecto de los educandos, cada uno de ellos es una promesa,
una dimensión alterna, una prospectiva

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