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LA MALINCHE DE VICTOR HUGO RASCON BANDA: ACTUALIZACION DEL MESTIZAJE Enrique Mijares UNIVERSIDAD JUAREZ DE DURANGO, MEXICO SISTEMA NACIONAL DE CREADORES DE ARTE UE OCTAVIO PAZ LA EQUIPARARA A LA CHINGADA', NO HIZO SINO CONFIRMAR el caracter ritual con que el mexicano ha invocado siempre, desde los primeros momentos de !a Conquista hasta nuestros dias, el nombre de Malinche. Exorcismo o formula propiciatoria, en forma cotidiana, a toda hora y en todas partes, la palabra Malinche, jalianza 0 traicidn?, se acufia y se desgasta de boca en boca, en un afan inveterado por desentrafiar el origen y entender la identidad. Es una ceremonia repetitiva, fiel a la ortodoxia de la abluci6n 0 el conjuro cotidianos, y al mismo tiempo, un ejercicio explosivo, un arrebato que inaugura en cada ocasi6n sus sefiales inéditas. El asunto estriba en dilucidar qué tanto de imposici6n de un criterio patriarcal, machista, omnimodo, y cuanto de instrospeccion en busca de la verdad individual, hay en esta practica ancestral, en este protocolo de indagacion, en esta necesidad de encontrar significado. {Se trata de la pura y simple transmisién del concepto canénico o de un aprendizaje que apunta a la metacognicion, a la cabal apropiaci6n y ejercicio del conocimiento? Por principio de cuentos y a fuerza de su propia solemnidad, la recurrente légica de los vencedores le otorga caracter subordinado a su desempefio mediatico, a modo de unico juicio de valor que habra de imponerse a lo largo y ancho del periodo colonial. Hernan Cortés’ en sus Cartas de relacién s6lo una vez la menciona por su nuevo nombre, Marina, refiriéndose a ella el resto de las veces escuetamente como lengua. Menos parco se muestra Bernal Diaz del Castillo’ cuando su memoria le reconoce cierto rango y le da el tratamiento de dofia y gran sefiora en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espafia, redactada muchos aiios después de acaecidos aquellos acontecimientos. Al término del periodo colonial las cosas, se dijo cambiarian por completo, pero en realidad todo continué siendo lo mismo. El nuevo régimen no hizo sino recrudecer los intereses en conflicto que se cernian sobre el México independiente que, amen de afrontar un par de imperios y varias intervenciones, se dedicé durante elresto del siglo xix a dar testimonio inerme de los vaivenes demagogicos de liberales y conservadores. La condicién del indigena no varid mucho en esa Republica 67 agobiada por el peso del pasado y todavia inocente respecto al ejercicio de su reciente independencia; de nada sirvid que fuera proclamada la igualdad de todos los ciudadanos y se proscribiera la esclavitud y la distincion de castas. Sin embargo, sefiala Maria Sten*, hubo un punto en el cual los representantes de los dos partidos Opuestos estaban de acuerdo: e/ indigena como tal constituia un obstaculo para Ia modernizacion del México nuevo. Algo similar ocurri en cuanto a la opinién que sobre Malinche, traidora y tepugnante, habian de emitir las facciones decimononicas en pugna a través de una literatura en que la produccidn de textos teatrales es escasa. Nosotros recordamos con indignacién a Ia barreagana de Cortés, exclama Ignacio Ramirez y su condena, explica Monsivais®, se prolonga en la historiografia liberal cuyo éxito sera innegable en el siglo siguiente principalmente por dos motivos: la desespafiolizacion generalizada y los castos prejuicios de la época, y asi, Malinche es inculpada por partida doble: por traicion a su pueblo y a Ias fortalezas y castidades de su sexo. La propia Sten cae en el garlito al analizar los seis dramas, los unicos que han podido recuperarse, supuestamente romanticos que con tema prehispanico fueron escritos en el siglo x1x; tan pronto elogia a La Malinche apasionada, iracunda, agraviada y vengadora, considerando tales atributos como el mejor logro de Alfredo Chavero, que pone raparos a Ignacio Manuel Altamirano por compararla a Medea; sin Ajarse, argumenta la investigadora, EN LA TRAGEDIA INTERNA DF UNA MUJER CONSCIENTE DE QUE POR DAR GLORIA A CORTES HA VENDIDO A SU PATRIA’. Por su parte y siguiendo el paradigma patriarcal, la dramaturgia del siglo xx parece coincidir en justificar la conducta de Malinche exclusivamente por medio del amor y/o la pasion. La Malinche o Ia lefia esta verde (1858) de Celestino Gorostiza’, Corona de fuego (1960) de Rodolfo Usigli* Cuauhtémoc (1962) de Salvador Novo, Los argonautas (1970) de Sergio Magajia’, Todos los gatos son pardos(1970) de Carlos Fuentes’, La noche de Hernan Cortés (1992) de Vicente Lefiero y hasta La aprendiz de bruja (1983) del cubano Alejo Carpentier", son sdlo unos cuantos titulos a la cabeza de una larga lista de textos dramaticos en la que, quien mas quien menos, se conceden pocas variantes al perfil del personaje, pero donde destacan el cariz politico que le atribuye Marcela del Rio en Elsuerio de la Malinche y la concepcién mitica que le confiere Berta Alicia Macias en Estd/lame corazon. Me detengo un poco en ambos textos dado que permanecen inéditos y también porque han sido redactados por mujeres, caso insdlito, si descontamos la breve reflexion irénica en E/ eterno femenino (1974) de Rosario Castellanos y algunas alusiones esquematicas y hasta tendenciosas vertidas por autoras tales como Jesusa Rodriguez y Sabina Berman" que basan su critica social en el escarnio y en la ligereza, tal vez apoyadas en aquella sentencia de Carlos Monsivais: La diversidad genuina (ironia, humor, relajo) es la demostracién més tangible de que, pese a 68 todo, algunos de los rituales del caos pueden ser también una fuerza liberadora”* El suetio de la Malinche de Marcela del Rio acude a la simulacién virtual (aquello que una vez se denomino extrafiamiento metateatral) cuando Emilio, el supuesto realizador de una pelicula sobre el tema, la acusa de traicion a su raza y decolaborar con el espafiol siendo mexicana . Ella responde: En mi época no existia ni la palabra raza ni la palabra “indio”. Sdlo habia pueblos y familias, Yo.no era mexicana. No existia entonces una nacién llamada México... Yo nact con una mano olmeca y otra totonaca, con un pie popoloca y otro tlaxcalteca. ;Raza? A estas alturas de vuestra civilizacién, (todavia crees que la humanidad se divide en razas? Todos provenimos de mestizajes de distintas clanes, colores, familias y linajes. Nuestras sangres se han mezclado tanto que nadie puede apostar por su pureza Y en otro momento con mayor tinte politico aun: 2Quién iba a adivinar que el imperio espatiol seria mds opresor que el que entonces nos subyugaba? Con el mismo derecho a la rebelién con que Netzahuacdyot! se alié con los mexicas para derrumbar el poderio del rey Maxtla, con el mismo derecho me ali¢ a Cortés para derrocar al asesino de mi padre y opresor de mi pueblo, el emperador Moctezuma, En la obra, esta mujer no es una actriz haciendo el papel de la actriz que representa a Malinche en la pelicula, sino la que encarna a la “verdadera” Malintzin. Y dotar de multiplicidad al personaje, es un acierto, entre muchos, de Marcela del Rio. Berta Alicia Macias, en Estd/lame corazon, recurre al mito para que su Malinche, como una Coyoxautli desmembrada al pie del Templo Mayor, se reconstruya parte por parte, reencuentre sus raices, sus pies y sus manos, sus piernas y sus brazos, su cabeza, su torso y su pelvis, su sexo, pues, y también su corazon palpitante, hurgando entre los escombros de su pasado, en tiempos anteriores a la Tonantzin guadalupana, como si repasara la composicién religiosa y estética de Cuatlicue", desde el Mictlan enel relieve de su base, hasta su omnipresencia bicéfala, dualidad y todo a un mismo tiempo, para, disociada merced a un inédito recuerdo de virtualidad, en una Maria (no la Virgen, sino la que se sienta a vender en la banqueta) y en corazn sangrante aun que en sus manos toma Ja figura de una muiieca de trapo, al final ofrendarse a si misma a la codicia de un postor esquivo que todavia se da el lujo de regatearle el precio. Ergo, el arbol genealdgico es explicito: Cuatlicue, Coyoxautli, Malinche. Es precisamente aqui donde me gustaria conectar con la vision de los vencidos al conjuro de aquel laconismo con que Justo Sierra se refiere a dofia Marina: la india a quien los adoradores retrospectivos de los aztecas han Hamado traidora y que los aztecas adoraban como una deidad, Ia Malintzin, la leyenda, el verbo de la Conquista’’. 69 Al estudiar los textos mayas posteriores a la conquista, Mercedes de la Garza distingue dos tipos: Libros sagrados de la comunidad y Libros historico-legales de la comunidad. Al primer grupo pertenecen los que daban origen a aquellas ceremonias religiosas que se efectuaban de manera clandestina y cuya finalidad consistia en contraponerse a la evangelizacion, en las cuales se hacian cantos, oraciones, ofrendas de flores y de incienso, sacrificios de animales y de seres Aumanos (muchas veces en Ia forma aprendida de los espatioles: la crucifixion), asi como representaciones dramaticas y lectura de textos sagrados. Los del segundo grupo pueden tener las caracteristicas de los libros sagrados en principio, pero luego van declinando, ya no se asientan acontecimientos destacados como las hazatias épicas de los gobernantes prehispanicos, sino hechos sin importancia como pleitos familiares [...] opiniones sobre el sometimiento espafiol que nos hacen pensar que fueron utilizados a modo de titulos de propiedad y probanzas de méritos y servicios, por lo que no es raro encontrar en ellos aseveraciones de conveniencia encaminadas a quedar bien ante las autoridades espajfiolas a fin de conservar las tierras heredadas de sus antepasados y disminuir la carga del tributo’*. Es obvio que la impresion de Juan de la Cueva al presenciar en México, hacia el ultimo cuarto del siglo xvi, un mitote en el que participaban mas de dos mil indios: “en sus cantos endechan al destino / de Moctezuma, Ia prisién y la muerte, / maldiciendo a Malinche y su camino: / algran Marquez del Valle llaman fuerte”, estaba contaminada tanto por el temor y a la vez la necesidad que tenian los indigenas de conciliarse con su realidad de subordinados, como por la vision europea del visitante peninsular. Es dificil entonces, sobre todo por la falta de informacion contenida en documentos, rastrear con fehaciencia la imagen que los pueblos indios tuvieron de Malinche. E] investigador Gordon Brotherston" ha detectado nuevas pistas al estudiar los cédices existentes encontrando diferencias sustanciales entre aquellos realizados con la vision original de los vencidos y los que han sido influidos por la tendenciosidad imperialista y fanaticamente evangelizadora de los vencedores. He aqui lo que Miguel Angel Menéndez” afirma en su sugestivo anilisis: Malintzin en un fuste, seis rostros y una sola mascara: Los espatioles la habian bautizado Marina, pero los indigenas /a llamaron Malintzin, esto es, la rebautizaron, hicieron regresar su nombre al radical ndhuatl al. ‘que afiadieron fa particula izin, que indica reverencia, respeto, carifio... Cortés la tenia siempre cerca de si; ella era su luz, guia, explicacién de todo lo sorprendentemente nuevo que le rodeaba; de ahi que él la llamara Malintzin-é, pues la desinencia e denota tenencia 0 posesién en ndhuatl. De fa suave prosodia original de Malintzin y Malintzin-é, derivarian las corrupciones que los convirtieron, a ella, en Malinche, a ‘él, en Malinché. Pero el tiempo borrd a Cortés el sobrenombre corrupto y se lo atribuyé a Malintzin, porque el tiempo ha sido aliado del conquistador. 70 Es imprescindible recordar el caracter sagrado que los pueblos indios atribuian al sacerdote; para ellos era el Mediador, el Supremo Mediador, aquel ser, asi humano como divino, capaz de interpretar los designios de los dioses a quienes servia y de los cuales, en no pocas ocasiones, se servia. Y {qué actividad realizaba Marina, si no la de Mediadora que interpreta los mensajes cifrados de Cortés, aquel a quien se asocia con el mismisimo Quetzalcoatl? Y Margo Glanz es enfatica al asegurar que sd/o puede deificarse a alguien excepcional, y por lo general cuando Jas mujeres descuellan se tiende a deshistoriarlas y a convertirlas en mitos™. También es necesario sefialar que junto a las menciones de Marina como traidora que sefiala Juan de la Cueva o que Mercedes de la Garza localiza en algunos textos mayas”, hay otras que aplican el nombre de Malinches a quienes se desempefian como traductores o andan continuamente con ellos.: _y también se le quedo este nombre a un Juan Pérez de Arteaga, vecino de !a Puebla, por causa de que siempre andaba con dofia Marina y Jerénimo de Aguilar, deprendiendo /a lengua...” Y por si alguna duda quedara sobre la relevancia que la figura de Malinche ha tenido a través de ya casi cinco siglos de consumada la caida de Tenochtitlan, basta considerar la supervivencia del mito que la investigadora Mery Blunno* registra en la celebracion del Simulacro de la toma de la alhondiga de Granaditas que los habitantes de Tetelpa, un pueblecito cercano al otrora prospero ingenio azucarero de Zacatepec, Morelos (Estado donde los campesinos hablan mayoritariamente el nahuatl) realizan el 16 de septiembre de cada afio. Se trata, mas que de una festividad, de una ceremonia al inicio de la cual la Patria y la Malinche, ambas bellas mujeres montadas en sendos corceles, atraviesan el campo ritual ubicado junto al cerro de la Tortuga; la primera portando una bandera nacional y la segunda !levando en un canasto los tamales envenenados que durante el desarrollo ofrecera a los espafioles. Me cuenta Mery Blunno que cuando, extrafiada por el anacronismo, le pregunté al encargado del Simulacro: Oiga, don Pablo, jy qué hace aqui la Malinche?, éste le respondid con toda naturalidad: «Cémo qué?, pues darles los tamales envenenados a los enemigos de Hidalgo. Amino me queda sino maravillarme de la fertilidad con que los pueblos indios continuan manteniendo vivo el sincretismo y el deseo de emancipacién, esto es, el reconocimiento y a la vez la actualizacion del mestizaje cultural. Digamos, para entrar en materia luego de tan dilatado exordio, que en una encrucijada similar estuvo colocado Victor Hugo Rascén Banda mientras hacia la dramaturgia de La Malinche* para el teatro coreografico de Johann Kreswnik, quien iba a ofrecer una cortisima temporada de estreno mundial en la ciudad de México. 71 Asi lo reconoce el propio autor en varias paginas de la abultada bitacora que fue elaborando durante el proceso, desde el 12 de junio de 1997 en que recibié el encargo, hasta el dia de la ultima funcidn: 13 de diciembre de 1998, mas una pequefia coda de 1999, donde habla del inutil intento que realiz6 para que se hicieran nuevas funciones de la obra, de las regalias por derechos de autor que recibié y del libro sobre Kresnik en que aparece, discreto, su crédito: Libretto und Dramaturgie: Ese fue mi papel, concluye humildemente, Ser dramaturgista, 0 sea consejero y primer espectador’, En otro parrafo: Alguien tiene que estar cerca de Kresnik explicdndole cada palabra, cada frase subtexto, cada problema, cada costumbre, quién es quién, como seguramente Io hizo Malinche con Cortés, para que éste entendiera el mundo en el que estaba penetrando. Y mas adelante: Yo, como la Malinche, que mentia a uno y otro bando para conciliar dos mundos...%. Y refiriéndose a las conversaciones en aleman de Kresnik con sus paisanos: Me siento como seguramente se sintié la Malinche cuando no habia aprendido espanol”. Sin embargo, en esta obra Rascon Banda no es solamente Malinche, es también Moctezuma y Cuauhtémoc, y el joven Xicoténcatl, y la voz insumisa de los caidos en Acteal, la de Gabino Palomares, la de Vasco de Quiroga relatando su encuentro con los huérfanos cuyos padres y madres murieron en las guerras y en las minas y que merodean los tianguis y las calles comiendo lo que dejan los puercos y los perros; la voz de los nifios de la calle que duermen y viven en la Alameda central de la ciudad de México, la de los diputados de los diferentes partidos que medran en el pais, la de los integrantes de la cocopa y la de sus impugnadores. En todo caso, es todas las voces de Malinche. Si estuviera apurado diria que La Malinche de Victor Hugo desarrolla la ultima didascalia de Carlos Fuentes en Todos los gatos son pardos* y el fuste, la mascara y los seis rostros que Miguel Angel Menéndez desglosa en su Ma/intzin. Esta exhaustivamente documentado que la temporada de estreno constituy6 un suculento escandalo para la critica, tanto especializada como fortuita; un banquete en el que se intercalan las alabanzas y los vituperios: Una manera diterente deencarar uno de los mitos de mayor controversia, desacralizacion de los simbolos (Esther Seligson, Revista Equis), obra hidica... le cortaria por lo menos una hora (Luis Mario Moncada. Reforma), puesta en escena exuberante...que opaca al texto (Pedro Casanova), cémie pornogrdfico, obscenidad ramplona, espectéculo hediondo (Fernando de Ita, Reforma), boberia trajeada de vanguardia, Ia baba més desagradable es el material literario (Jesis Silva Herzog Marquez, Reforma), gratuita necesidad de provocar (Otto Minera, Reforma), malinchismo nuestro de cada dia (Reyna Barrera, Unomdsuno), Deshilvanada sucesién de sketches (Humberto Musachio, Reforma), revelacién de un mundo que existe cotidianamente (Silvia Peléez, Reforma), seria y profunda investigacion (Alegria Martinez, Unomdsuno), obra maniquea (Luz Emilia Aguilar, Reforma), reiteraci6n y complacencia (Bruno Bert, Revista Tiempo Libre), la 72 abundancia de sin sentidos hace que se pierda toda intencion critica(Olga Harmony, La Jornada), hay un divorcio entre el texto y las imagenes (Emilio Carballido, Reforma), Un nazi dirigiendo al Principe de Gales (Emilio Carballido, E/ Universah, lo més inex- plicable: que un extranjero haya venido a montar La Malinche (Lazaro Azar, Reforma)”. {Cuantas de estas aseveraciones fueron pergefiadas apostando la sinceridad e imparcialidad de la profesién y a cuales mueve la amistad, el servilismo 0 el resentimiento? {A quién creerle? ;A todos? {A ninguno? En todo caso aceptemos de entrada que nadie experimenta el teatro en cabeza ajena, solo aquel que asiste a la funcién esta en capacidad de emitir 0 callar su opinion personal. Y como yo, que vivo a mucha distancia del ombligo cultural en el que ocurren tales impactantes fenomenos, no tuve el privilegio de presenciar la puesta en escena en cuestiOn y como me fio del registro audiovisual, habré de contentarme con algo que es mas duradero que la acaso gloriosa pero efimera y volatil representacion: el texto, esa materia inconsutil donde se preservan, integras e intactas, todas las posibilidades performativas. En efecto, lo extraordinario, lo verdaderamente incomparable del teatro es el instante en que se manifiesta en toda su magnitud, el instante de la funcidn, ese momento fugaz e irrepetible de la comparecencia, de la comunién de publico y actor. Se ha dicho hasta la saciedad, y comparto ese criterio, que esa y solo esa caracteristica es lo que determina que el milagro se realice, el binomio exista y el teatro sea. No obstante, una vez que el telon se cierra y la simultaneidad creadora desaparece, el Unico documento confiable al que podemos acudir los interesados enelestudio de este fendmeno —actores, directores, investigadores, incluso criticos, incautos y curiosos— es el texto —Ilamese obra, libreto, partitura 0 simple concepto—, para encontrar, oh prodigio, que en él estén contenidas, a la par de nuestra inagotable capacidad hermenéutica, asi descabelladas e improbables como mesuradas y literales, viables 0 no, todas las opciones de puesta en escena. La Malinche de Victor Hugo Rascén Banda es un texto inscrito en esa polisemia. Una de las limitantes previstas en el acuerdo, primero tacito y luego cruelmente expreso, entre Kresnik y Rascon Banda se referia a las didascalias. El conquistador, digo, el director Kresnik monté en cdlera al toparse con las extensas acotaciones que el autor propuso originalmente para la escena Los nifios de la calle: Te diré lo que le dije a Heiner Miller cuanto dirigi una obra suya: Td te subirds al escenario a dirigir y yo me sentaré a escribir el texto. Miiler se apeno y taché toda la acotacion. Y Rascon Banda confia estos pensamientos a su bitacora: Craso error. Olvidé que como dramaturgo de Kresnik no debo acotar nada... [...] Ahora entiendo. He invadido su campo. Kresnik sélo quiere las palabras que dicen los actores. Lo demés corre por su cuenta. El escenario le pertenece”. Resultado: Las acotaciones aludidas no figuran en el texto impreso, donde, en general, las indicaciones son notoriamente escasas. Siempre he sostenido que las 73 didascalias sirven mas que nada al autor, quien no cuenta sino con la palabra escrita para transitar por el laberinto de la creacion literaria y para dejarlo a modo de hilo de Ariadna a futuros exploradores, pero que seran ellos, los gambusinos por venir, directores, productores realizadores, quienes elegiran sus propias maneras de conducirse en su personal cimbre artistica. Inclusive hay algunos que suprimen las acotaciones o dicen de plano a sus actores que las ignoren por completo. Si los primeros acuerdos entre Kresnik y Rascon Banda estipulaban: No habré folclor. No sera una obra histérica. Traeremos a la Malinche al tiempo actual. Serd una muyer adelantada a su tiempo, que intente conciliar dos mundos opuestos y construir uno nuevo. La conquista espatiola sera la conquista estadounidense. Los indios serdn los de Chiapas. Cholula serd Acteal. Veremos Jas consecuencias del t1¢ y los desacuerdos de San Andrés, el resultado rebaso las expectativas de ambos. No hicieron folclor en el sentido peyorativo de taparrabo y pluma, pero si en el de la ausencia de vestiduras (el desnudo de alma y cuerpo) y en el sentido de oleada neoliberal (turistas en Cancun, trajes de etiqueta, politicos en auto- celebracién), de supervivencia ancestral (Lacandones, tzotziles y chamulas, nifios de la calle) e ironia contestataria (Marcos con el pasamontafias). No construyeron una obra historica en el concepto tradicional de validar las versiones de los vencedores, ni siquiera en el del materialismo que pretende dar vuelta ala piramide para encumbrar al proletariado como pudo haber sido la pretension del nuevo redentor austriaco-aleman encargado de coreografiar el espectaculo, sino en la axiologia de la re-vision y el re-conocimiento, es decir, la puesta en vigor del imperativo socratico de auto conocerse. No solo trajeron a la Malinche al tiempo actual, sino que, al multiplicarla, la pasearon por todos los tiempos y todos los espacios que necesitaba recorrer para afincarse en la plurifocalidad que su ser multifacético reclama. Concibieron no solo una mujer adelantada a su tiempo, sino una mujer de este tiempo de transiciones que intenta conciliar dentro del ser humano que cada lector-espectador es, los insondables mundos que le habitan, mediante el ejercicio de la conciliacién; pero no para resolver el dilema en forma definitiva por medio de la guerra interior, sino para dejarse fluir en el cotidiano transcurso de los pequefios hallazgos. No cambiaron la conquista espafiola por la conquista estadounidense, sino que abrieron el espectro hacia todas las conquistas en la acepcion conculcadora del término, llamense tratado de libre comercio o desacuerdos de San Andrés. Los indios no fueron tnicamente los de Chiapas ni Acteal reemplaz6 nada mas a Cholula; la obra habla de todos los pueblos en razago ancestral y de todos los asesinatos masivos que la humanidad ha padecido en la dilatada practica de su existencia. El fenémeno teatral es asi de imprevisible, arrastra en su torrente inclusive a los propios creadores. Hubo muchas ocasiones en que el dnimo de Rascon Banda flaqueo. A tal grado le exasperaban las intransigencias del director y las discusiones 74 en que Ilegaron a enfrascarse los actores, que estuvo a punto de sucumbir: La desmesura de Kresnik tiene medidas presupuestales. {...]. Me arrepiento de escribir teatro y juro que esta serd mi Ultima obra. Pero de inmediato se desdice: ;Qué quedaré después de La Malinche? Un cartel mal disefiado, un austero programa de mano, un dlbum de criticas, alabanzas y vituperios, y algunas fotografias que nunca podran reflejar lo que realmente los actores, eso maravillosos actores y Kresnik, ese artista genial, han hecho en el escenario. Y enseguida se apresta a redactar el proximo texto para el que ya existen planes, fechas de funciones y de giras, aun cuando La Malinche no ha sido estrenada todavia. Se trata de La mujer que cay6 del cielo, una obra que exhibe el magisterio logrado mediante el arduo aprendizaje de La Malinche. El hecho es que, como a Sor Juana los rigores del claustro, el encargo, con todas sus clausulas y cotos, propicio en Victor Hugo Rascon Banda la eclosion de una obra colosal. Sin duda provocado por el imperativo de la colaboracion y el rigor estilistico del director en cuestidn, el autor se muestra plenamente consciente de la globalidad y de los infinitos derroteros de sus componentes heterogéneos y nos obsequia un texto en franca armonia con la diversidad de criterios aplicables a la mujer, a esta mujer en transito, en la que coinciden el tiempo y el espacio de varios mundos en colisién, una mujer, un ser humano complejo, multifacético, que es testigo simultaneamente del principio y del final de muchas cosas, mejor aun, de esa sinergia que establece a la vez innumerables fusiones e incontables antago- nismos, de ese cumulo de artistas y fracturas que es el mestizaje y que sin embargo sigue funcionando mediante el consenso de una identidad siempre en proceso, fluida y fluyente, irrefrenable e irreversible. Es la misma bitacora la que nos revela Ja incertidumbre que envuelve el proceso: Kresnik ha respetado hasta ahora el orden de mis escenas y los textos, aungue con diversas interpretaciones, pero no le encuentra sentido a la escena de la Camara de Diputados [...] No le sirve para su estructura [...] Las lineas dramdticas de Kresnik son otras [...] ¢Cémo percibira el publico esto? ;Descubrira la légica interna del espectaculo de Kresnik o se perderé en Ia pesadilla escénica, Ia violencia y Ia agresividad de la puesta en escena? Y también ahi encontramos la reconciliacién con el oficio de escritor, la revelacion de 1a importancia del texto como /eit motiv de todo espectaculo: Sd/o la Malinche, desdoblada en multiples Malinches, permanece como hilo central. Estamos, pues, en presencia de una obra singular cuya estructura irradiante y por ende omniabarcante, se prolonga hasta la butaca ofreciendo al espectador no slo multiples perspectivas sino también multiples opciones para que sea él quien decida sus propias rutas de encuentro consigo mismo, con la Malinche que habita en cada uno de nosotros, con las dudas que a diario nos acosan, con la reflexion acerca de la propia teleologia y, finalmente, con la anhelada reconciliacion en la universidad que somos. Y si en ello contribuyé la colaboracién, si la obra fue 75 producto de las exigencias y los retos que planted el director, bendito encargo, porque nos devolvié con creces un autor de este tiempo, reflejo de un contexto de sociedades heterogéneas e individuos diversos, un autor profundamente preocupado por robustecer la alianza con el espectador, esto es, por rescatar la esencialidad original del teatro como fendmeno de comunidad, como experiencia de comu- nicaci6n; no olvidemos que el teatro abandono su espiritu ritual cuando oyé la vocacion social, cuando hizo caso a la voz del publico y se unié par siempre a él. NOTAS ' PAZ, O. 1977, El laberinto de /a soledad. Quinta reimpresién en coleccién popular. México, rce. La primera edicién en Cuadernos americanos 1950. ? CORTES, H. Cartas de relacién. 2*. Ed. Porrita, México, 1963. DIAZ DEL CASTILLO, B. Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espaiia. ‘STEN, M. 1994. E/ mundo prehispanico en el teatro del siglo xrx. Estudio introductorio en Teatro Mexicano historia y dramaturgia xu. Dramas roménticos de tema prehispanico 1820-1886. CNCA, p.15. Los textos estudiados en este tomo son: Ua amor de Hernén Cortés, de José Peon Contreras; La noche triste, de Ignacio Ramirez: La hija de Moctezuma, de Andrés Portillo; Xéchit! y Quetzalcéati, de Alfredo Chavero y Tenoxtitidn, de Nicolas Garcia. SMONSIVAIS, C. 1994. La Malinche y el primer mundo, En Glanz, M. La Malinche, sus padres y sus hijos. uwam, pp. 139-147. “STEN, M. Ob. Cit, p.27. 7 GOROSTIZA, C. 1970. La Malinche o /a lena estd verde. En Teatro mexicano del siglo xx, vol. 4, México FCE *USIGLI, R. 1983. Corona de sombra. Corona de fuego. Corona de luz. México, Porria. *MAGANA, S. 1970. Los Argonautas, México. wua. "© FUENTES, C. 1970. Todos los gatos son pardos. Mexico, Siglo xxt. " CARPENTIER, A. 1970. Obras completas, t. IV. La aprendiz de bruja, Concierto barroco y El arpa y la sombra. México, Siglo xxi "En Re-visiOn dela figura de la Malinche en la dramaturgia mexicana contemporanea, Sandra Messinger Cypes (en Glanz, ob. Cit., pp 179-196) acepta que en E/ eterno femenino, Rosario Castellanos invierte los papeles tradicionales: La Malinche es la figura valiente, perspicaz, mientras Cortés slo sabe quejarse de /as circunstancias y echar la culpa a otras, y que Sabina Berman contintia con ese mismo tono burlén en su obra Aguila o sol, que es una iaterpretacién parddica de la Malinche. En ambos casos, la pretendida subversién se limita a hacer mofa del canon. 8 MONSIVAIS, C. 1995. Los rituales del caos. México, Era, p. 16. “ FERNANDEZ, 1.1972. Coatlicue. Estética del arte indigena antiguo. En estética del arte mexicano. México, UNAM, pp. 25-165. 'SSIERRA, J. 1900-1092. Evolucién politica del pueblo mexicano. Citado por Monsivais, La Malinche y el primer mundo... p. 144. GARZA dela, M, 1994. Visién maya de la Conquista. En Glanz, M. Ob. Cit., pp, 31-44, 1 SAID, G. 1994. Omnibus de poesia mexicana, 17° edicién. México, Siglo XXI, p. 346. Citado por Galvan, F. (1998). Jafluencia novohispana en la dramaturgia de Juan de la Cueva. En 1 Congreso Toeroamericano de teatro: América y el teatro espafiol del siglo de oro. rrr, Cadiz, p. 404. ™ BROTHERSTON, G. La Malintzin de los cddices. En Glanz, M. Ob. Cit. Pp, 13-29 MENENDEZ, M. A. 1964. Malintzin en un fuste, seis rostros y una sola mascara. Populibros La Prensa, México, p. 151. Este, el ensayo més completo, por lo menos el mas equilibrado de cuantos hasta ahora se han escrito acerca de Malinche, luego de establecer que ha sido el debate entre quienes la culpan radicalmente llamandola Chingada, maldita. Llorona que no puede tener paz ni en el infierno ni en la 76 tumba, y aquellos romanticos que la disculpan en aras del amor, lo que ha colocado la mascara sobre su verdadero rostro, hace caer todo el peso de la historia sobre el conquistador: ;Af, Cortés malvado, como decir tu nombre sin decirlo, cémo hacer el cargo en forma anénima y velada..! ;Ah, Malintzin-é, Malintzin-é! ® GLANZ, M. O. Cit., p. 85. 2 GARZA, M. Dela. Ob. Cit. Dice: (La Conquista) “es el tema del Dilogo u “original” del baile de la conquista, una obra dramAtica, donde los personajes son doce caciques aliados y dos hijas del rey Quibac, a las que llaman Malinches, porque en un momento de la obra una de ellas ofrece su ayuda y sus favores a Alvarado”, p, 38. 2 DIAZ DEL CASTILLO, B. Ob. Cit, p, 194. ® Mery Blunno ha estado encargada por mas de diez afios del area de Culturas Populares en el Estado de Morelos. *RASCON B,, V.H. 2000. La Malinche, Plaza & Janés, México. 28 Tbid., p. 283 % Tbid., p, 178. ? Ibid., p, 227. 2 FUENTES, C. 1970. Todos los gatos son pardos. Siglo xxi. México, pp. 186-7. Elescenario permanece vacto un instante. Luego, empieza a llenarse. Entran, en un sentido, varios penitentes, de rodillas, con pencas de nopal sobre el pecho; portan un estandarte de la Virgen de Guadalupe en alto; entonan un ‘Aimno religioso; en sentido opuesto, una banda de mariachis; mientras tocan, se encienden varios anuncios Jaminosos. FORD, COCA COLA, PANAM, HILTON, KOTEX, YaRvELY, etc. Los mariachis cantan “Soy puro mexicano”. Aparecen el Mercader y el Pastor, vestidos con huaraches y overoles, cargando fardos; los Sacerdotes Cholultecas, vestidos como mozos de restaurant; el Mensajero, vestido modernamente, lleva una pancarta del pri; los Soldados, Magos, Recaudadores, Emisarios y Cazadores reaparecen vestidos de granaderos; los Augures, de policias; el Rey de Texcoco es un veterano de la Revolucién cargado de medallas; Tzompantecuhtli, un intelectual moderno con libros bajo el brazo; Cuitléhuac vestido como ‘general del ejército mexicano: Cituacéatl, un limosnero ciego; el Padre Olmedo con la vestimenta del ‘Arzobispo de México; el Cacique Gordo vestido como diputado o pistolero mexicano; Sandoval, ‘Alvarado, Olid, Ordés y Portocarrero como hombres de negocios modernos, con cartapacios; Marina como fichadora de cabaret; Cortés como general del ejército de los Estados Unidos; le acompata ef Marinero, con el uniforme de la infanteria de marina norteamericana; aparece, por fin, Moctezuma, vestido de negro, con la banda presidencial mexicana (verde, blanco y rojo; el escudo del dguila y la serpiente) sobre el pecho. ‘Cuauhtémoc como joven a la moda; le acompatian las Doncellas de Moctezuma, vestidas de minitaldas; Ja misica de rock (ios Rolling Stones tocando Let it bleed) vence a la del mariachi; los jovenes bailan; los enanos, albinos y jarobados de la corte aparecen con trajes de payasos de carpa, hacen cabriolas, etc. Todos se inclinan ante el piblico. Entonces del fondo dei auditorio, corre hacia la escena, jadeante, perseguido, el joven sacrificado en Cholula; va vestido como estudiante universitario; sube por la rampa; los Granaderos y los Policias disparan contra él; el joven cae muerto a los pies de Moctezuma y Cortés. Silencio. Inmovilidad. Marina se hinca junto al joven muerto, le acaricia la cabeza, luego mira fijamente, intensamente, hacia un punto del auditorio. Todas las luces convergen en ese punto: aparece Quetzalcéatl. De lo alto del escenario cae una Iluvia de zopilotes muertos. Durango, México, 1970. »® RASCON B. V. H. Ob. Cit, pp., 273-275. % Ibid., p, 231 3 Tbid., pp, 159-160. 77

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