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Diferencias entre ataque cardíaco y paro cardíaco

Muchos de nosotros utilizamos ambos términos sin distinción para referirnos


a dolores súbitos en el corazón. Aunque se confunden frecuentemente, ya
que ambos dejan secuelas permanentes, e incluso pueden llegar a quitarles
la vida a las personas que los padecen, la realidad es que “ataque cardíaco”
y “paro cardíaco” no son lo mismo.

Un ataque cardiaco es un ataque al corazón: un infarto. El corazón se


ocupa de bombear la sangre para que llegue a todo el cuerpo, distribuyendo
oxígeno y nutrientes a todas las células. Cuando se sufre un ataque
cardiaco, el corazón continúa latiendo pero la sangre no llega al corazón o a
una parte de él. Esto suele pasar porque las arterias, que se encargan de
llevar la sangre oxigenada hasta el corazón, están obstruidas. Si el ataque
cardiaco es muy fuerte, puede provocar un paro cardiaco, pero no al revés.

Un paro cardiaco es lo mismo que un paro cardiorrespiratorio, es decir


que los pulmones también dejan de funcionar. En este caso, el ritmo de
los latidos del corazón se ve alterado, provocando arritmias. Entonces, el
corazón late más rápido o más lento de lo que debería, provocando lo que
se llamamos paro cardiaco. Si se padece un paro cardiaco y no se
administra la atención médica adecuada, es probable que quien lo sufra,
muera.

Los desfibriladores sirven para restaurar el ritmo cardiaco normal al sufrir


un paro cardiaco repentino. La posibilidad de supervivencia se reduce entre
un 7% y un 10% cada minuto que pasa después de haber sufrido un paro
cardiaco. Por eso, en Neosalus confiamos y trabajamos para la
reanimación cardiopulmonar (RCP) mediante la utilización de
desfibriladores (DEA), ya que aumentan las posibilidades de sobrevivir
hasta un 75%.

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