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Los pasados recientes en conflicto y sus

implicaciones didácticas: Guerra civil


y Transición
José Ramón González Cortés
Grupo de Estudios de Historia Contemporánea de Extremadura

Resumen
El tratamiento didáctico de los conflictos traumáticos contemporáneos suele generar nume-
rosas controversias. En algunos países, estas polémicas se integran de forma normalizada en los
libros de texto. Por contra, en otros, se observan ciertos desequilibrios historiográficos. En el caso
español se aprecian numerosas singularidades a la hora de enseñar dos periodos claves de nuestra
historia reciente: la Guerra civil y la Transición.
Palabras clave: : Conflictos recientes; Falsa equidistancia; Discurso de las clases dominantes;
Pensamiento crítico.

Abstract
Recent pasts in conflict and their didactic implications: Spanish Civil War and Transition
to democracy
The didactic treatment of contemporary shocking conflicts tends to cause numerous contro-
versies. In some countries, these disagreements are normally integrated in textbooks. However, in
some others, certain historiographical imbalances can be discerned. In the case of Spain, diverse
peculiarities are observed when it comes to teach two essential periods in our recent history: the
Civil War and the Transition.
Keywords: : Recent conflicts; False equidistance; Dominant classes’ speech; Critical thinking.

Los libros de texto constituyen la prin- Es apreciable que recogen con demora
cipal herramienta a la hora de enseñar His- las aportaciones de investigaciones actuali-
toria en los niveles preuniversitarios. Sin zadas y les cuesta agregar enfoques que pro-
embargo, en numerosas ocasiones presen- picien el pensamiento crítico del alumnado
tan imperfecciones metodológicas e histo- y una diversidad de interpretaciones de los
riográficas y por supuesto un importante procesos históricos. La redundancia en el
coste económico que no puede desdeñarse. aparato gráfico y textual constituye otra de
De este modo, la mayoría de las editoriales esas fallas. Y ese retraso se acentúa cuando
españolas despliegan unos manuales en los se prolonga el uso de desfasadas ediciones.
que priman los contenidos políticos, factua- Pero su importancia pedagógica es innega-
les y relativos a personajes, por encima de ble en la medida en que constituyen la fuen-
los referidos a los procesos históricos. A su te de conocimiento básica para el alumnado;
vez, imperan las actividades de repetición por ello, la gestión de los contenidos históri-
sobre las de indagación. cos cobra un valor apreciable, y más cuando

 Artículo recibido el 8 de junio y aceptado el 2 de julio de 2014.


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estos se refieren a procesos históricos que trinomio Monarquía-Progreso-Memoria se


siguen condicionando el presente. contraponía a la tríada República-Violencia-
Así, el tratamiento didáctico de los con- Olvido. Así mismo, en la mayor parte de
flictos traumáticos contemporáneos suele los manuales se prima la temática político-
generar numerosas controversias. En algu- militar sobre el resto de campos de estudio.
nos países, estas polémicas se integran de Dicha selección tampoco es fútil.
forma normalizada en los manuales esco- Sobre los aspectos conceptuales, el aná-
lares. Por contra, en otros se aprecian cier- lisis arroja unos resultados que cuestionan,
tos desequilibrios. En el caso español, exis- de una forma más evidente, la pretendida
te una conciencia generalizada de que las equidistancia historiográfica. La mayoría de
narrativas escolares contemporáneas han los manuales presentan ausencias llamati-
apuntalado en las aulas una cultura de la vas de información, con frecuencia recurren
desmovilización y de la apatía social. Esos a lugares comunes y al panegírico de unos
sesgos se aprecian con mayor intensidad al personajes y la omisión de otros. Y más allá
enseñar dos periodos claves de nuestra his- de la ineludible síntesis pedagógica de los
toria reciente: la Guerra civil y la Transición. contenidos, se aprecia la intención de refor-
El actual currículo de la ESO y de Bachi- zar el relato canónico de estos periodos. En
llerato distribuye los contenidos relativos a cierto modo, hemos pasado de los manuales
la Guerra y a la Transición en 4º de la ESO y de Historia franquistas, intensamente mani-
2º de Bachillerato. Del análisis de una mues- queos –“Cruzada de buenos contra malos”-
tra significativa de los contenidos de Histo- a unos libros de texto que desarrollan una
ria de España en ambos niveles se pueden interpretación más matizada de los procesos
extraer varias conclusiones1. En el plano históricos –“guerra cainita”-; que destilan
formal, se aprecia la frecuente asociación más sutileza a la hora de excluir a los repu-
del conflicto bélico con la Segunda Repúbli- blicanos vencidos, pero igual de contunden-
ca, dentro de una misma unidad didáctica, tes a la hora de “normalizar” el monopolio
mientras que la Transición aparece siste- del poder de los herederos de la dictadura
máticamente vinculada al resto del periodo más cruel de Europa Occidental.
democrático. Esas asociaciones van más allá Sin embargo, la visión hegemónica so-
de la organización cronológica e instituyen bre el pasado presente parece agrietarse. En
vínculos subliminales que desde el punto de gran medida, la Transición constituye, junto
vista ideológico no son del todo inocentes. con la Guerra civil, uno de los periodos más
Contribuyen a reforzar el discurso oficial intensos de nuestra historia reciente. Mu-
dicotómico entre monarquía y república. La chas han sido las voces que han amparado
ausencia de legitimidad popular de la Coro- y siguen defendiendo la sacralización de las
na se ha encubierto mediante la atribución, decisiones tomadas en dicho proceso, aun-
casi en exclusiva, del cambio político a la que también no son pocos los que tienden
voluntad real. En consonancia con esa idea, a cuestionar lo acaecido en ese momento y
reiteradamente difundida por los medios atribuyen parte de nuestras dificultades ac-
y reproducida en los libros de textos, Juan tuales -políticas, sociales y económicas- a la
Carlos de Borbón habría sido el muñidor manera en que se estableció la democracia
cardinal de la llegada de la democracia. en España (Navarro, 2002). Asistimos a un
Y frente a ese apología del soberano, el tiempo de cesura histórica, a nivel mundial,
necesario escarnio de la antagónica Repu- en el que la crisis económica se entreteje con
blica. De ahí el interés didáctico por vincu- mudanzas sociales y políticas. En España,
lar la experiencia republicana al estallido esa merma de la hegemonía cultural de las
de la “fratricida” guerra. De este modo, el clases dominantes ha acentuado las críticas

1 La muestra, que combina editoriales de amplio recorrido y noveles, comprende manuales de Akal, Algaida,
Almadraba, Anaya, Bruño, Edebé, Edelvives, Editex, McGraw-Hill, Oxford, Santillana, SM y Vicens Vives.

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a las taras democráticas del sistema de la rio pueda ofuscarlo, su destino colectivo. In-
Transición; a la propia arquitectura político- cluida la discrepancia y reelaboración de los
institucional -modelo de Estado, sistema po- relatos sobre el origen y la legitimidad de la
lítico bipartidista y elitista- que lo sustenta y, democracia actual, y por supuesto el debate
por supuesto, al relato oficial de la misma. sobre el modelo de Estado.
Esta desafección hay que ligarla a orí- Por tanto, esa narración oficial ya no
genes diversos. Por un lado, desde el mis- cuenta con el apoyo de todos. Aunque en el
mo momento en que se consumó el proce- ámbito educativo estos discursos mantienen
so surgieron posturas críticas. Estas voces su hegemonía. Y por eso, en este artículo se
centraron su atención en la dudosa ruptura pretende un acercamiento a los modos en
entre dictadura y monarquía y en las líneas que esos discursos escolares han contribui-
de continuidad entre ambas que se materia- do a la edificación de memorias sociales afi-
lizaron en el desarrollo de una democracia nes a las clase dominante española. En ana-
limitada y amnésica. Posteriormente, ese logía con dicho relato oficial, el tratamiento
discurso ha sido compartido por los movi- de los libros de texto sobre estos periodos
mientos para la recuperación de la Memoria es poco equitativo e idealizado. Y su reper-
Histórica que trasladaron al debate público cusión es mayúscula, puesto que es en los
la reparación de los vencidos y represalia- niveles elementales de la enseñanza donde
dos del franquismo y la dignificación de la la mayoría de los ciudadanos adquiere los
experiencia republicana. Y en la actualidad, conocimientos básicos de su historia. Así, no
la crisis económica y el descrédito radical de difundir en las aulas ese pasado “discrepan-
unas instituciones ajenas a los problemas de te” no sólo constituye un doble olvido de los
los ciudadanos han terminado por pertur- que sufrieron por defender la democracia,
bar el discurso rosa de la Transición. también ofusca la compresión que los estu-
La desautorización ha afectado a la trama diantes tienen de nuestro pasado y presente,
institucional y especialmente a la monarquía. y entorpece su aporte a la construcción de
Los nutridos escándalos de la familia real que nuestro futuro. Ello hace necesario el impul-
han tenido repercusión mediática -imputa- so de una didáctica crítica que permita a los
ciones judiciales, presuntos casos de corrup- jóvenes una mejor comprensión del mundo
ción, comprometidas amistades femeninas, en el que viven y promueva una concepción
safaris paquidérmicos, opacidad-, han con- democrática de “ciudadanía”.
tribuido a cambiar las actitudes de una parte
significativa de la sociedad para con una ins-
titución otrora sacralizada. La recientemente Los mitos de la Guerra civil
impuesta sucesión en la Jefatura del Estado,
sin consulta democrática, el tratamiento des- La producción historiográfica referida a
medido de los manifestantes y la obsesiva la Guerra civil experimentó a partir de fi-
retirada de simbología republicana por parte nales del franquismo un incremento cuali-
de la policía no parece frenar la pérdida de tativo y cuantitativo que se mantuvo en las
credibilidad de la Corona. Tampoco parece décadas posteriores. Todo ello ha contribui-
haber tocado suelo el aparato político que do al intenso conocimiento de la contienda,
da soporte a la Corona. Este sistema, basado sin embargo, el saber de que disponemos no
en la alternancia en el poder de los partidos radica sólo en “los hechos”, también en los
dinásticos -próximos en lo económico y con relatos canónicos creados desde el poder.
matices en los asuntos sociales y éticos- ha Ello ha dado pie a una visión “problemizan-
sufrido un correctivo electoral. te” de la historia, donde conviven enfoques
Frente a ello, nos hallamos con una par- hermenéuticos no siempre compatibles o in-
te significativa de los ciudadanos cada vez cluso, controvertidos (Izquierdo y Sánchez,
menos condicionados por los discursos he- 2006). Esa disparidad también ha dejado
roicos del pasado y que exigen la regenera- huella en los libros de texto.
ción de la vida pública y la capacidad para En gran medida, las reflexiones sobre la
decidir, sin que ningún privilegio heredita- contienda siguen enturbiadas por las ten-

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siones políticas y valores hegemónicos del liado, hasta el final de la Dictadura. Fue así
momento en que se elaboraron. De ahí la como la teoría de la guerra fratricida se re-
confección de una cosmovisión franquista solvió con la “reconciliación”. Ya en demo-
-mitos estructurales legitimadores y narra- cracia, se consagraba al olvido la violencia
ciones suplementarias-, que arranca desde de la guerra y la brutal represión de un pue-
el mismo inicio de la contienda. Este texto blo inerme. Y aún perduran manuales que
repasa las narraciones del conflicto gestadas tienden a equiparar las cargas.
desde el poder -ya fuera durante la dictadu- Pero el paso del tiempo no ha mitiga-
ra franquista o en la monarquía borbónica-, do el cruce de visiones contrapuestas so-
y que han trasladado a las publicaciones es- bre la Guerra. Durante los últimos años, el
colares una visión mitificada del conflicto. neoconservadurismo español ha alentado
El canon franquista de la Guerra se sus- publicaciones empeñadas en remozar los
tentó sobre varios mitos que han tenido una mitos de la contienda. El éxito mediático de
extensa vida mediática y una penetrante estas obras ha contado con un terreno abo-
presencia en los tratados escolares. La pri- nado gracias a las carencias del sistema edu-
mera de esas narraciones se refería a la idea cativo para dar a conocer el pasado reciente
de las “dos Españas”: una reducción dico- (Casanova, 2014). La falsa equidistancia de
tómica inmanente a las propias necesidades los manuales, el deseo de algunos docentes
bélicas. A medida que avanzaba el conflic- de huir de temas polémicos o la dificultad
to, los sublevados reforzaron la dimensión de abarcar temarios tan extensos, constitu-
religiosa y patriótica de esta interpretación. yen algunas de esas taras, pero destaca en-
Esta interpretación del conflicto como Cru- tre todas la escasa importancia que desde las
zada nacional pervivió hasta el final de la administraciones educativas se otorga en la
dictadura franquista y se trasladó pronta- educación secundaria a la Historia recien-
mente a los manuales escolares. te (Riaño, 2014). Al calor de estas carencias
A mediados de los sesenta, y en conso- epistemológicas, es comprensible el impac-
nancia tanto con los cambios socio-econó- to público de los argumentos revisionistas.
micos como con el ineludible relevo gene- Incluso aunque hayan sido refutados, entre
racional, se impulsó por la historiografía otros, por historiadores como Aróstegui,
franquista una remozada exégesis del mito Viñas, Moradiellos, Casanova o Sánchez
de las “dos Españas”. Esta narración del re- (2013).
parto de culpas pensaba el conflicto como una En los últimos años ha florecido otra
“locura colectiva”. Y era meridianamente reinterpretación del mito del reparto de
manipuladora -pues portaba, implícitamen- culpas y que presenta la contienda como
te, la semilla de la amnesia y su consecuen- un colofón ineludible de una República im-
cia sobrevenida, la amnistía- (Moradiellos, posible. Así, la derecha reaccionaria y la iz-
2004). Esta nueva concepción de la contien- quierda revolucionaria ahogaron a la débil
da armonizó con el discurso institucional de base genuinamente republicana. Con todo,
olvido y reconciliación de la Transición. La es evidente que en la responsabilidad de la
teoría de la equidistancia se convirtió en el Guerra existe, históricamente, una culpabi-
mito ideal de la restauración borbónica. La lidad muy precisa: fue provocada por el sec-
historiografía académica maduró la inter- tor más reaccionario de la derecha española.
pretación cainita de la guerra. De este modo Este grupo prefirió llevar al país a una gue-
se “blanqueaba” el franquismo y se “norma- rra sangrienta antes que aceptar concesiones
lizaba” la suplantada legalidad democráti- ineludibles para la convivencia pacífica. Y
ca, mientras se manchaba aún más la exigua no es posible situar en el mismo plano a los
memoria republicana. que se rebelaron contra un Gobierno legíti-
Al inicio de la Transición, se profundizó mo y a los que lo defendieron.
en esa senda, desdeñando que la República Sin embargo, el franquismo logró impo-
encarnaba la legalidad democrática mien- ner narraciones hegemónicas sobre sus orí-
tras que los sublevados desarrollaron un genes, que apenas han mutado durante la
terror planificado que perduró, aunque pa- democracia. Las clases dominantes siguen

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imponiendo ese discurso adulterado que les dictatorial, renuncias asimétricas, importan-
ha asegurado el monopolio del poder. Por cia de la violencia, políticas de olvido.
tanto, la enorme labor de esclarecimiento Precisamente, no son frecuentes las alu-
realizada por los historiadores no ha hecho siones en los textos de secundaria a la conti-
mella en los mitos inoculados por el fran- nuidad de elementos franquistas en la Tran-
quismo. Es más, apenas se ha difundido sición (André-Bazzana). La dirección de
en los niveles preuniversitarios del sistema este proceso por una élite mayoritariamente
educativo. De ahí la necesidad de divulgarla franquista comportó que las relaciones de
como deber pedagógico y ciudadano. poder interclasistas no cambiaran con la de-
mocracia. Es más, ese monopolio del poder
impidió cualquier proceso depurador de los
El cuento de la Transición cuerpos policiales y paramilitares, del Ejér-
cito y de la Judicatura.
La Transición constituye un periodo ar- Es cierto que en este tránsito se nego-
duo para no pocos docentes. Y no sólo por ciaron algunos aspectos básicos con los lí-
su localización, al final del temario. También deres de la oposición democrática y que se
porque la mayoría de los libros de texto y los aprovechó esta circunstancia para calificarla
medios de comunicación presentan este pro- como de “consenso y pacto”. Sin embargo
ceso con una mezcla de épica y triunfalismo se ocultan las limitaciones de esta mudanza
mientras desdeñan el esfuerzo de la pobla- arbitraria. La ruptura no fue posible pues la
ción (Páez Camino, 2006). presión popular fue reprimida duramente,
A diferencia de varias democracias euro- y la oposición se sometió a la iniciativa y a
peas, que surgieron de la lucha contra el fas- las condiciones gubernativas, sin apenas ca-
cismo, la española nació del franquismo. La pacidad para negociar. El cambio político se
Transición fue un proceso de recuperación produjo desde arriba y se conformó una de-
de la democracia que supuso cambios y que mocracia limitada, cuyas secuelas persisten
se desarrolló de forma relativamente “tran- en la actualidad. De ese consenso impuesto
quila”. Aunque este proceso ha sido puesto poco nos muestran los manuales escolares.
como ejemplo para otras transiciones, tam- Pero no podemos olvidar que el mante-
bién presenta sombras que rara vez afloran nimiento hasta nuestros días de un impor-
en los libros de texto. Y, si son citadas, se ra- tante remanente sociológico del franquismo
zonan como un mal menor. se lo debemos, sobre todo, al establecimien-
Existe una visión “oficial” que, en aras de to de una arquitectura institucional, política
legitimar el ejercicio del poder por parte de y mediática cimentada en torno a tres pila-
aquellos que no tenían ninguna legitimidad res básicos: una Monarquía cuasi sagrada,
democrática, ha elaborado una narración al margen de los principios democráticos,
edulcorada de la Transición. Esta versión emplazada por encima de la ley y que esca-
autocomplaciente nos habla de personajes pa a la voluntad popular; una Constitución
casi legendarios, de una clase política excep- supeditada a los intereses económicos y
cional, de textos canonizados, y de sucesos cada vez más violentada en sus lacónicos as-
catárquicos. Ciertamente, la Transición ha pectos sociales; y un sistema político que ha
permitido una estabilidad sin precedentes. consagrado el bipartidismo. O mejor dicho,
Es cierto que el tránsito de una dictadura la alternancia en el poder de partidos dinás-
brutal a una frágil democracia, sin depurar ticos -UCD, PSOE y posteriormente el PP-,
los distintos aparatos de poder, no tuvo que cuyas direcciones escapan al control demo-
ser fácil. Pero esto no puede ocultar que di- crático y conforman una casta que mantiene
cho proceso propició olvidos y limitaciones. estrechas relaciones con la élite económica,
Y en sintonía con esta versión oficial, los ma- conformando así el verdadero gobierno. So-
nuales articulan una pedagogía del silencio bre esas concomitancias no hay ni una sola
en la que sólo se destacan los aspectos po- línea en los tratados escolares.
sitivos -carácter “pacífico”, consensuado y No obstante, los elementos de continui-
gradual-, y se obvian los negativos -origen dad más evidentes de la dictadura en la

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democracia se encuentran en la imposición ola (González, 2009 y Sánchez Soler, 2010). A


de la monarquía y de varios símbolos na- lo largo de este periodo el Estado respondió
cionales. La designación por Franco de Juan a las presiones populares con una represión
Carlos de Borbón como sucesor, el juramen- extremadamente violenta, conscientes de
to por este de los Principios del Movimien- que debían mantener el orden para conser-
to y la ausencia de un referéndum sobre la var el poder. Esa violencia desmedida frenó
forma de Estado no hallan mucha cabida en el desafío político, “ruptura democrática”,
los manuales. Tampoco la persistencia de que constituyeron las movilizaciones popu-
la bandera franquista y la estigmatización lares. La mayoría de las editoriales han ocul-
de los símbolos republicanos han mereci- tado en sus manuales cualquier referencia a
do mucha atención. El origen dictatorial de esta Transición sangrienta y han reproduci-
estas decisiones se encubre en los manuales do la versión oficial del cambio pacífico. Así,
bajo una amalgama de responsabilidad y han dado continuidad a la política de olvido
reconciliación, y se justifica por el carácter de las víctimas, ya ejercida en las unidades
épico del “piloto del cambio”, el rey. didácticas referidas a la Guerra y a la pos-
Precisamente, para legitimar al monarca guerra.
se le atribuyó el relativo éxito de la Transi- Especialmente llamativo es el relato del
ción. Y para ello, se desarrolló una opera- 23-F. Las editoriales han reproducido un
ción publicitaria encaminada a canonizar discurso creado en torno a personajes que
su papel y cuyos efectos se dejan sentir aún. actuaron con amplitud de miras para salvar
Los políticos de los partidos dinásticos, in- la democracia. Pero este constructo glorifi-
telectuales orgánicos, medios de comunica- cado se conformó para consolidar la imagen
ción y el poder económico de entonces adu- del monarca y ocultar los puntos oscuros
laron al rey, como hoy lisonjean a su sucesor. que toda historia tiene. Así, la exaltación
Desde entonces, los manuales escolares han posterior del rey se fió en gran medida a su
contribuido a reproducir este mensaje, en la discurso en la madrugada del 24 de febre-
misma medida que mancillaban la experien- ro de 1981. A partir de entonces, todos los
cia democrática republicana. De forma pa- errores y titubeos que consumó en esos mo-
ralela, se santificaba el texto constitucional. mentos, o en fechas previas y posteriores, se
Sin embargo, parecen olvidar los discursos han velado para consolidar una monarquía
escolares que gran parte de los defensores ilegítima surgida de una dictadura totalita-
actuales de la Constitución son los mismos ria y represiva.
que en su momento no la apoyaron y que En este sentido, el tratamiento del 23-F
retuercen la interpretación de la misma para en los tratados escolares olvida cuestiones
despojarla de cualquier atisbo social. Ade- que proyectan sombras sobre el comporta-
más, en los relatos pedagógicos se ha subli- miento y actuación de esos actores que se
mado el papel de los políticos, desdeñando nos han mostrado como unos abnegados
el peso de la sociedad civil española, cuyas “salva patrias”. Y a los que, cuanto menos
asociaciones se convirtieron en un vehículo y ante la imposibilidad material de discer-
de sensibilización democrática y de toma de nir su posible implicación en el golpe, se les
conciencia política. podría reprochar irresponsabilidad política
Insuficiente es la presencia, en las obras y actitudes veladamente antidemocráticas.
escolares, de referencias sobre la violencia Así, se han soslayado en los textos di-
política, la aplicación de leyes especiales y dácticos las alusiones a la demonización de
los procesos de amnistía que la encubrie- Suárez, por parte de aquellos que reciente-
ron. Pero frente a esa imagen idílica de la mente casi le han deificado (Urbano, 2014).
Transición, nos encontramos con un periodo También hay pocas referencias a las reunio-
marcado por una intensa conflictividad, la nes de algunos políticos socialistas que en
violación habitual de los derechos humanos connivencia con sectores castrenses, dieron
y un alto coste humano que siempre se ha pábulo a rumores sobre golpes de Estado,
reducido y que la ha convertido en una de gobiernos de concentración o de salvación.
las transiciones más violentas de la tercera Unos murmullos de los que la Casa Real te-

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nía cuanto menos constancia. Por eso, sor- Así, los discursos dominantes de la Tran-
prende la escasa importancia que se da a la sición no vinieron a cerrar las heridas de la
tardanza del mensaje real en la madrugada dictadura. Meramente las soslayaron, refor-
posterior. Y que en ningún caso se pone en zando así el entramado político, institucio-
relación con las conversaciones mantenidas nal y económico derivado del franquismo.
la noche del 23-F entre el golpista Armada, Sin embargo, se constata que, aunque des-
el rey y Sabino Fernández para explorar pacio, el cuento de hadas que nos narraron
la posibilidad de presentar al Congreso la torna en una visión algo más equilibrada en
propuesta de un gobierno cívico-militar de algunos manuales. A ello han contribuido
concentración, y legitimar así el golpe de Es- dos movimientos que se han complementa-
tado. do. Por un lado, una corriente de renovación
Asombra que prácticamente no se men- historiográfica que integra nuevos enfoques
ciona el llamativo silencio de la Iglesia ante y temáticas para comprender los pasados re-
el golpe. Además, muy pocos manuales se cientes y metaboliza los cambios que se es-
hacen eco de la existencia de otras asonadas tán dando en la sociedad española. Por otro,
castrenses como la prevista para la víspera el surgimiento de los movimientos de la Me-
de las elecciones del 28 de octubre de 1982. moria Histórica que han conseguido que las
De este modo, casi se da a entender que el víctimas de la dictadura hayan ganado visi-
fracaso del 23-F acabó con las conspiracio- bilidad y legitimidad social. Especialmente
nes y aglutinó a todos los españoles en torno perturbadoras han sido las aperturas de fo-
a la consolidación de la democracia. Lo cual sas comunes que han evidenciado el olvido
es falso. oficial (Ferrándiz, 2014).
Por último, no se deja constancia en nin- Estas cuestiones han debilitado el relato
gún libro de texto del impacto negativo que oficial sobre el pasado reciente y han hecho
este golpe tuvo sobre las exiguas iniciativas aflorar sus numerosas contradicciones, au-
de recuperación de la memoria de los ven- sencias y tergiversaciones. Es este debate
cidos de la Guerra. Hasta entonces, la per- público, lleno de matices y visiones críticas,
vivencia de los valores “nacionales” había el que debería incorporarse con urgencia a
consolidado una cultura del olvido de la los manuales de secundaria.
represión franquista. Ello se materializó en
una Ley de Amnistía y en la ausencia de re-
conocimiento de las víctimas por parte del
Estado. Esta legislación amnésica, aún en
vigor, tenía una traza restrictiva (Clavero,
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Con-Ciencia Social, nº 18 (2014) - 164 - pp. 157-164 / José Ramón González Cortés

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