Uno de los principios clave dentro de la Nueva Gestión Pública es
la consecución de una gestión orientada a los resultados -o simplemente Gestión por Resultados (GpR)-, en la que se evalúan y se financian los resultados (outcomes) y no únicamente los insumos (inputs). Los gobiernos que adoptan esta estrategia miden el logro de resultados que legitiman y valoran los ciudadanos, así como el rendimiento de las agencias públicas y su fuerza laboral, fijando metas y recompensando a las que alcanzan o exceden sus metas. Así, el gobierno se concentra principalmente en lograr las metas del sector público y no solamente en controlar los recursos gastados para realizar esa labor. A su vez, estas metas responden a los intereses prioritarios de la ciudadanía y no a los de la burocracia. La Gestión por Resultados es un concepto mucho más aterrizado que extrae, de la plétora de definiciones y experiencias etiquetadas bajo la NGP, estrategias y metodologías modernas para la gestión pública. ¿Qué es la Nueva Gestión Pública?
La nueva gestión pública agrega al concepto clásico de una
administración eficiente, económica y coordinada de los servicios provistos por el Estado, la necesidad de buscar la igualdad social y escuchar la voz de las minorías como compromisos complementarios de las políticas y la gestión pública, para lo cual debería modernizarse la burocracia tradicional para transformarse en formas burocrático-organizativas modificadas y flexibles. Definición de la Gestión por Resultados:
“Es una estrategia de gestión centrada en el desempeño del
desarrollo y en las mejoras sostenibles en los resultados del país. Proporciona un marco coherente para la eficacia del desarrollo en la cual la información del desempeño se usa para mejorar la toma de decisiones, e incluye herramientas prácticas para la planificación estratégica, la programación y ejecución presupuestaria, la gestión de riesgos, el monitoreo y la evaluación de los resultados”.(Mesa Redonda de Resultados de Marrakech, 2004) De este modo, la Gestión por Resultado representa una estrategia práctica y operativa de aplicar los principios fundamentales de la Nueva Gestión Pública, tal como lo han entendido la mayoría de países que deciden transitar por esta corriente de pensamiento.
Sin embargo, no es tarea fácil implantar en el sector público la
Gestión por Resultados debido, no sólo al complejo paso de un sistema a otro, con todo lo que ello implica en términos de apoyo político, liderazgo, cambio cultural, nuevos procesos, pérdida de discrecionalidad, etc., sino además debido a los problemas inherentes a la provisión de servicios de la burocracia, tales como: • Dificultad para medir algunos productos y por ende el desempeño de los funcionarios y las instituciones públicas. • Asimetría de información al interior de las entidades, entre éstas y el ciudadano, y entre éstas y el principal (por lo general el Ministerio de Finanzas). • Falta de complementariedad entre agencias, por ser en su mayoría servicios monopólicos. • Inflexibilidad de los controles ex-ante y especialmente, de los sistemas de carrera pública.