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CENS Nº 81 Literatura 3er Año

Final para un cuento fantástico


I.A. Ireland

-¡Qué extraño! -dijo la muchacha avanzando cautelosamente-. ¡Qué puerta más pesada!
La tocó, al hablar, y se cerró de pronto, con un golpe.
-¡Dios mío! -dijo el hombre-. Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¡Cómo nos han
encerrado a los dos!
-A los dos no. A uno solo -dijo la muchacha.
Pasó a través de la puerta y desapareció.

Historia verídica
Julio Cortázar

A un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido terrible al chocar con las baldosas. El
señor se agacha afligidísimo porque los cristales de anteojos cuestan muy caros, pero descubre con
asombro que por milagro no se le han roto.

Ahora este señor se siente profundamente agradecido, y comprende que lo ocurrido vale por una
advertencia amistosa, de modo que se encamina a una casa de óptica y adquiere en seguida un estuche
de cuero almohadillado doble protección, a fin de curarse en salud. Una hora más tarde se le cae el
estuche, y al agacharse sin mayor inquietud descubre que los anteojos se han hecho polvo. A este señor
le lleva un rato comprender que los designios de la Providencia son inescrutables, y que en realidad el
milagro ha ocurrido ahora.

El dinosaurio
Augusto Monterroso

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

La visita
Rosalba Campra

Se nos parecía lo bastante como para engañarnos por un rato, pero no tanto como para que la
confundiéramos con uno de nosotros.
El problema era que no fuera a sentirse demasiado a sus anchas y se lo contara a las otras, porque ya
éramos muchos, y no estaba la situación como para que siguieran llegando.
Por otra parte, siempre fuimos hospitalarios, tampoco era cosa de dejarla a la intemperie, así que
tomamos una decisión.
Y nos la comimos, como si fuera de la familia.

Si todo es como parece


Fabián Vique

Si lo que nos alumbra es el sol de la mañana y no una ilusión óptica, si son las ocho en punto y no las
seis de la tarde, si hoy es seis de mayo y no veinticuatro de noviembre, si el capitán no se despertó en
un mal día y lo que acaba de ordenar no es otra cosa que “¡fuego!”, si los soldados que me apuntan no
olvidaron cargar los fusiles, si estamos en la realidad y no en otra pesadilla, si todo es como parece,
estas vendrían a ser mis últimas palabras.

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