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El Maltrato PDF
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El Maltrato
Coordinadores:
Víctor Manuel González Rodríguez
Coordinador Nacional del Grupo de Trabajo de Neurología
de SEMERGEN
Autores:
Mercedes Martín Prieto
Médico Especialista en Medicina de Familia y Comunitaria
Subregião de Saúde da Guarda, Portugal
© IM&C, S.A.
International Marketing & Communication, S.A.
Alberto Alcocer, 13, 1.º D
28036 Madrid
Tel.: 91 353 33 70. Fax: 91 353 33 73
imc@imc-sa.es
ISBN: 84-689-0872-X
Dep. Legal: M-6869-2005
Miedo de la mujer a la violencia del hombre,
miedo del hombre a la mujer sin miedo.
E. Galeano
El Maltrato
Índice
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
2. La violencia de género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
2.1. Marco y situación actual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
2.2. Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
2.3. Causas de la violencia de género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
2.4. La «historia natural» de los episodios de violencia
de género. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
2.5. ¿Cuáles son las opciones de la mujer maltratada? ¿Por
qué no hace nada para defenderse? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
2.6. Las consecuencias para la mujer. Síntomas orientativos
de la violencia de género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
2.7. Las consecuencias de la violencia de género en el entorno
familiar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
2.8. ¿Cuál debe ser el papel del médico de familia ante la
violencia de género?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
2.8.1. ¿Por qué las mujeres no nos hablan de su
situación de maltrato? ¿Por qué tenemos
los médicos que leer entre líneas? . . . . . . . . . . . . . 18
2.8.2. ¿Por qué los médicos no llegamos a ellas?
¿Por qué no detectamos? ¿No lo sospechamos?
¿Lo sospechamos y lo ignoramos? ¿No lo
queremos ver? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
2.8.3. ¿Será que, tal y como hacemos para el
diagnóstico de aquellas patologías crónicas,
debemos hacer cribado? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
2.8.4. Nuestra opinión acerca del cribado rutinario . . . . . 23
2.8.5. ¿Y si tenemos sospechas o hay alguna evidencia
de maltrato en la mujer que tenemos en nuestra
consulta? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
2.8.6. Modelo de atención a la VG, ejemplos ilustrativos 27
RETOS EN LA SALUD MENTAL
DEL SIGLO XXI EN ATENCIÓN PRIMARIA
3. Embarazo y maltrato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
6. La ley y el maltrato. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
6.1. ¿Qué es lo que tiene esta ley de novedoso y exclusivo?
¿Por qué el Consejo General del Poder Judicial se
manifestó en contra del proyecto de ley? . . . . . . . . . . . . . . . 40
7. El maltrato infantil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
7.1. Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
7.2. Situación actual del maltrato en la infancia . . . . . . . . . . . . . . 46
7.3. Niveles de prevención . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
7.4. Factores de riesgo del maltrato infantil . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
7.5. Síntomas o indicadores del maltrato a los menores . . . . . . 50
7.6. ¿Cómo actuar desde nuestro Centro de Salud? . . . . . . . . . 51
9. Anexos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
10. Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
El Maltrato
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1. Introducción
El siglo XXI comienza su andadura tristemente ensombrecido por el rastro
que, tras de sí, van dejando la larga cadena de rostros sufrientes: niños mal-
tratados por las personas que debían protegerlos, mujeres heridas, humilla-
das o asesinadas por parejas violentas; ancianos abandonados u olvidados
por familiares o cuidadores...; víctimas todos de una «cultura de violencia»
que se enraíza en nuestra sociedad y que pone en evidencia el lamentable
estado de salud de ésta. Hablar de violencia, hablar de malos tratos, es el
equivalente a hablar de «violación de los derechos de la persona».
Resulta evidente la magnitud y complejidad del problema social al que nos
enfrentamos y la gravedad de las consecuencias que entraña, así como la
necesidad de abordarlo desde una perspectiva integral y holística. Pero qui-
zás, antes de que pase por el filtro del concepto lo que hoy en día viene pre-
sentándose como una lacra social, sea bueno dejarse afectar y cuestionar
por ella. Es más, sería necesario tratar de adentrarse en esa sombra alarga-
da que proyecta sobre nuestra realidad cotidiana, pero sin tocarla, por así
decirlo, sin intentar apoderarse de ella.
Y desde ese lugar, tratar de poner nombre, de conocer, de reconocer este mal
endémico que se extiende por la sociedad a una velocidad vertiginosa y dejar-
nos afectar por él. Tal vez, entonces, sea cuando podamos nombrar a la violen-
cia como un problema social y un problema de salud. Entonces y sólo enton-
ces empezaremos a comprender que existen unos rostros invisibles, que cada
vez con más frecuencia emergen hasta la superficie de ese océano de sufri-
miento en el que viven inmersos y podremos preguntarnos si esto es legítimo.
Éste es, sin duda, uno de los objetivos que pretendemos alcanzar con este
trabajo. Considerar el maltrato o la violencia no como un problema nuevo;
lo relativamente nuevo es el hecho de que haya dejado de considerarse un
«asunto privado» y hoy empiece a reconocerse como «un problema de
salud», que provoca un deterioro físico, psicológico y social en quien lo
padece, y que como tal debe ser objeto de un cuidado prioritario desde los
servicios de Atención Primaria. Del mismo modo desarrollar la sensibilización
y concienciación de todos los profesionales (médicos, psicólogos, psiquia-
tras, enfermeros, trabajadores sociales, jueces, etc.) que trabajan en este
ámbito, en cuanto que constituyen un eslabón importantísimo en la preven-
ción, la detección precoz, el tratamiento y la orientación de este problema,
en el que es imprescindible un abordaje coordinado y complementario, si
queremos que la intervención sea efectiva.
RETOS EN LA SALUD MENTAL
DEL SIGLO XXI EN ATENCIÓN PRIMARIA
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Los interrogantes que surgen desde el punto de vista sanitario ante esta rea-
lidad son muchos: ¿qué puede hacer el médico para abordar una situación
de violencia de género (VG)?; ¿cómo puede llegar de una manera más rápi-
da y eficaz al diagnóstico?; ¿cuál debe ser la actitud del médico ante el mal-
tratador?; ¿se le ha de considerar sólo como un criminal, o como el verda-
dero enfermo-problema?; ¿qué está pasando, para que no exista un
compromiso más real, por parte de los profesionales de salud ante este pro-
blema?; ¿qué obstáculos impiden al sistema sanitario y sus profesionales
lograr un compromiso más verdadero? Puede resultar demasiado preten-
cioso por nuestra parte tratar de dar respuesta a éstas y otras muchas pre-
guntas que casi a diario surgen en el ejercicio de nuestra profesión. Lejos de
eso, pretendemos ser un instrumento más, que posibilite una intervención
más eficaz a muchos profesionales, que todavía hoy nos cuesta asumir la
VG como un problema más de salud, como pueden ser la diabetes o la
depresión, y de este modo ayude a desterrar los posibles sentimientos de
inseguridad que surjan en el abordaje de estas situaciones en nuestro que-
hacer diario.
Es la hora de buscar todos juntos, hasta hallarlos —o inventarlos— los nue-
vos caminos de futuro, de resucitar la fe en la especie humana y en sus
facultades distintivas, para superar los obstáculos que ponen quienes sie-
gan vidas y actúan con amenazas y violencias. Es la hora de orientar nues-
tro trabajo y reflexión para fortalecer las hebras multicolores que integran el
tejido social de la humanidad en su conjunto, y lograr al menos, el cumpli-
miento del artículo 1.º de la Declaración Universal de los Derechos Huma-
nos: «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben com-
portarse fraternalmente los unos con los otros». Es la hora, y cada minu-
to, cada hora, cada día que pasa representa, inexorablemente sea cual sea
nuestra edad, un día menos para construir un mundo más acorde con la
dignidad humana y para lograr que se respete el ejercicio del derecho fun-
damental: el derecho a la vida. Nos queda un día menos para actuar según
nuestra conciencia, por eso es lógico que nuestra voz tenga un especial
apremio, con la única esperanza de contribuir a escribir, cada uno, un futu-
ro diferente, luminoso y libre, donde no tenga cabida ninguna forma de vio-
lencia y maltrato.
El Maltrato
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2. La violencia de género
2.1. Marco y situación actual
Resuena en nuestra sociedad, cada vez con mayor intensidad, el eco de
mujeres, víctimas todas ellas de un problema común, el maltrato, que a
pesar del desarrollo de un clima social de denuncia e intolerancia, la magni-
tud de esta realidad sigue siendo al día de hoy desconocida. Según Larrión
Zugasti, las mujeres tienen 6 veces más probabilidades de ser agredidas por
un familiar que por un desconocido. Tal vez, sería necesario recurrir para
explicar la actual situación de una forma gráfica a la teoría del iceberg: la rea-
lidad que se percibe es sólo la punta del iceberg, la mayor parte del proble-
ma permanece oculto a los ojos.
La violencia física coexiste con la psíquica y la sexual, aunque de estas
dos últimas existen pocos trabajos por la dificultad inherente a la hora de
medir o cuantificar. Sin embargo, en los estudios realizados se concluye
que el maltrato psíquico o la degradación son tanto o más intolerables, y
con consecuencias en la salud y el bienestar similares a las de la violen-
cia física.
Los datos a nivel mundial resultan sencillamente escalofriantes:
• Cada año mueren en el mundo 4.000.000 de mujeres víctimas de la vio-
lencia.
• La prevalencia de mujeres sometidas a violencia física por sus parejas en
algún momento de sus vidas es del 10 al 69% a nivel mundial, y del 18 al
58% en países europeos. Constituyendo ésta la principal causa de muer-
te o invalidez en el grupo de mujeres de entre 16 y 44 años de edad,
según un informe sobre la violencia doméstica en los hogares europeos
adoptado por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (APCE)
el 27-09-02.
En España son pocos los estudios sobre prevalencia de la VG. Nos
tenemos que referir a la encuesta llevada a cabo por el Instituto de la
Mujer en el año 1999, a mujeres mayores de 18 años. En ella podemos
observar:
• Sobre una muestra de 20.552 mujeres mayores de 18 años, cómo el
12,4% de las mismas están en «situación objetiva» de violencia en el
entorno familiar (según los criterios de maltrato utilizados a través de
indicadores). Estos datos, proyectados a la población española, signifi-
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10
34.626
30.000 32.266
24.158
21.680 22.397
19.535
20.000 17.488
18.175 15.462
15.077 16.173 11.047
14.145 13.989
10.000 6.603 6.224 5.983
5.546 8.216 8.861
3.343
984 1.232
0
1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003
2.2. Concepto
El concepto y tipos de violencia de género se podría sintetizar en la siguien-
te tabla resumen (tabla 2.1).
FACTORES
IDEOLOGÍA MANIFESTACIONES PROCESOS
INFLUYENTES
{
Roles y jerarquía Forzamiento Bajos niveles de
diferenciados por género de jerarquía y educación en las
castigo de mujeres
Derechos sexuales transgresiones
del varón Falta de roles
SUPERIORIDAD públicos para las
DEL VARÓN Bajo valor social y poder mujeres
de la mujer
Crisis de
masculinidad y Falta de poder
Ideas sobre «ser hombre» resolución de económico en
ligadas al control sobre la crisis las mujeres
mujer
Falta de apoyo
VIOLENCIA DE GÉNERO familiar, social y
Conflicto de
legal para la
relaciones
mujer
Alcoholismo
araña de la que no intenta salir porque piensa que es ahí donde debe estar.
Niegan la realidad autoengañándose, autoinculpándose y usando estos
mecanismos como mecanismos de protección, reduciendo así su nivel de
ansiedad, pero también su capacidad de salir de esta situación. Sin embar-
go, no olvidemos que no se necesita ningún tipo de acción o reacción por
parte de la víctima para que se produzca el maltrato, ya que el objetivo de
éste es el sometimiento.
Walker definió el «Ciclo de la violencia» en tres fases, intentando explicar
la agresión continuada asumida:
Primera fase: tensión. Es el principio de la escalada, causada por conflic-
tos cotidianos que provocan en el agresor cambios de humor exagerados y
sin razón aparente. La mujer aprende que la única forma de evitar o retrasar
el maltrato, es ceder a las exigencias del agresor, y se muestra sumisa.
Segunda fase: agresión. Surge como explosión de la tensión acumulada,
con daños, no sólo psíquicos, sino físicos para la mujer, incluso la muerte.
Tercera fase: calma o remisión. El agresor se muestra arrepentido y busca
la reconciliación con palabras cariñosas y promesas, lo que origina en la mujer
un sentimiento de esperanza, convenciéndose de que todo va a cambiar.
Como decíamos, cuando los signos físicos se hacen evidentes es porque
hay mucho sufrimiento vivido previo y violencia silenciosa. De hecho, se ha
visto en varios estudios mediante encuestas, uno de ellos en un Centro de
Salud de Granada, en 2002, que la forma más frecuente de maltrato es el
emocional (22,3%), seguido del físico (9,8%) y el sexual (5,1%), y que los
diferentes tipos coexisten en una proporción elevada de mujeres.
Una de las razones que más inhibe a las mujeres de presentar una denun-
cia por malos tratos es que las penas que se imponen a su agresor, hasta
ahora —esperemos que con la Ley Integral contra los malos tratos esta
situación pueda variar—, suelen repercutir negativamente sobre ella y su
familia, sufriendo un descenso de su nivel de vida. No tienen dónde ir, pue-
den tener hijos pequeños, lo que provoca problemas socioeconómicos aso-
ciados al estrés psicológico y físico del maltrato.
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DEL SIGLO XXI EN ATENCIÓN PRIMARIA
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Tabla 2.2. Síntomas físicos y psíquicos más frecuentes en las mujeres maltratadas
FÍSICOS • Traumatismos, sobre todo, en cuello, espalda, pecho y brazos, habitualmente bilaterales.
• Heridas y traumatismos maxilofaciales, dentales, rotura de tímpano, desgarro del lóbulo de
la oreja por arrancamiento del pendiente.
• Quemaduras.
• Hematomas en diferentes estadios evolutivos.
• Cefalea crónica, dolores lumbares crónicos, síntomas gastrointestinales, colon irritable,
problemas dermatológicos, palpitaciones, astenia, fibromialgia, muerte.
• E.T.S., embarazos de riesgo, embarazos no deseados, abortos, dolores pélvicos crónicos,
dispareunia, infecciones urinarias de repetición.
PSÍQUICOS • Trastornos por estrés postraumático.
• Baja autoestima, ansiedad, depresión, hipocondría, fobias, crisis de pánico.
• Abuso de drogas, psicofármacos, alcohol.
• Trastornos de alimentación (bulimia, anorexia).
• Trastorno por somatización.
• Intentos de suicidio.
SOCIALES • Aislamiento social.
• Absentismo laboral.
• Pérdida de empleo.
más fármacos. Con esto podemos imaginar que, además de las conse-
cuencias para el estado de salud de la mujer, el gasto sanitario se incre-
menta.
Tabla 2.3. Obstáculos para una correcta atención a las mujeres maltratadas
Generales:
• Falta de consenso para cribado a las mujeres.
• Falta de tiempo en la consulta.
• Falta de formación.
• Falta de información.
Particulares:
• Profesionales:
— Formación.
— Acceso a los servicios sociales.
— Informe médico-legal-juicio.
— Características de la población.
• Personales:
— No creer en el relato de la mujer.
— Incapacidad para enfrentar el tema.
— Temor a no poder controlar el comportamiento de la víctima.
— Machismo.
— Verse reflejado en el maltratador o en la víctima.
— Conformarse con el diagnóstico de «histérica» o «neurótica», sin profundizar.
— Mitos o interpretaciones erróneas (alcohol, desempleo, hormonas), como causa del maltrato.
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• Estar alerta ante demandas que pueden ser una petición de ayuda
no expresa.
• Una vez detectado el maltrato, poner en marcha estrategias de
actuación con la víctima, con los hijos y con el agresor.
• Identificar trastornos psicopatológicos en la víctima y en el agresor.
• Coordinar nuestra actuación con el trabajador social, los servicios
especializados y el pediatra, si fuera preciso, e informar sobre la red
social disponible.
• Realizar el informe médico-legal si procede.
• Registrar los hechos en la historia y en la hoja de problemas.
El PAPPS recomienda también a la administración sanitaria:
• Facilitar a los profesionales actividades de formación para mejorar el
abordaje profesional de la violencia de género.
• Garantizar las condiciones estructurales y organizativas (tiempo,
número de pacientes, confidencialidad, etc.) que facilite el abordaje
del problema a través de la entrevista.
• Incluir en los currículos de pregrado y de los programas postgrado
de los profesionales sanitarios la enseñanza de la violencia de géne-
ro como problema de salud.
• Implantar un sistema de registro de casos de violencia de género en
los servicios sanitarios.
Es importante decir que, en los estudios realizados, la mayoría de las muje-
res aceptaron ser preguntadas, fueran o no maltratadas. Incluso las mujeres
que decidieron no declararse víctimas de maltrato aun siéndolo, el hecho de
haber sido preguntadas hace que sepan que serán escuchadas si alguna
vez quieren hablar sobre su problema. Las que no respondieron a las pre-
guntas fue por falta de privacidad, tiempo limitado para contestar, malestar
por ser preguntadas por problemas personales e indecisión sobre cómo
responder a la revelación del abuso.
Tabla 2.5. Preguntas facilitadotas para la entrevista clínica ante la sospecha de situaciones de VG
• La veo preocupada.
• ¿Cómo van las cosas en casa?
• ¿Tiene algún problema con su marido o sus hijos?
• ¿Sienten que no le tratan bien en casa?
• ¿Ha sufrido alguna vez malos tratos?
• ¿Se siente segura?
• ¿Ha sentido o siente miedo de alguien?
• ¿Tiene armas su marido o pareja en casa?
RETOS EN LA SALUD MENTAL
DEL SIGLO XXI EN ATENCIÓN PRIMARIA
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3. Embarazo y maltrato
Durante el embarazo, y cada trimestre, habría que preguntar a la mujer sobre
VG, ya que es cuando comienza el maltrato o aumenta de intensidad. Exis-
te una correlación entre la morbilidad materna y la exposición a la violencia
durante el embarazo, habiéndose descrito también un aumento del riesgo
de enfermedades de transmisión sexual, infecciones renales, depresión,
ansiedad y abuso de sustancias.
El estrés del padre o compañero aumenta con el embarazo, manifestándo-
se como una frustración que dirige a la madre o a su hijo no nacido, funda-
mentalmente si la mujer tiene entre 13 y 17 años y es un embarazo no desea-
do, lo que puede hacer pensar que el propio embarazo puede ser resultado
de la VG, ya sea por abuso sexual, violación marital o no querer usar méto-
dos anticonceptivos.
Organizaciones médicas, como la American Medical Association and Ame-
rican College of Obstetricians, recomiendan preguntar por la violencia duran-
te este momento del ciclo vital.
En Battering and Pregnancy, Midwifery Today 19:1998, se cita que la violen-
cia es una complicación del embarazo con mayor frecuencia que la HTA, la
DM o cualquier otra complicación seria.
RETOS EN LA SALUD MENTAL
DEL SIGLO XXI EN ATENCIÓN PRIMARIA
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Tabla 4.1. Obstáculos para la detección de las situaciones de maltrato en la población inmigrante
Miedo al personal de
Entorno que no Factores que complican el
seguridad y a presión Miedo a las
favorece hablar diagnóstico de la violencia
del sistema de autoridades legales
del maltrato de género
soporte de la víctima
Falta de cribado rutinario. A provocar vergüenza Miedo a la policía. La víctima desconoce que los
en su familia y perder abusos no físicos constituyen
su soporte. violencia.
Falta de privacidad. Al ostracismo por su A las autoridades La víctima cree que los abusos
comunidad. de inmigrantes. son una parte aceptable de su
cultura o vida marital.
Falta de traductor. De las madres a que Si consume drogas o es VIH
les puedan retirar prefiere no hablar de maltrato
de sus hijos. para no complicar su existencia.
Falta de evaluación más
allá del daño físico.
El Maltrato
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5. ¿Quién y cómo es el
maltratador?
Como hemos visto al inicio, el maltratador puede aparecer en cualquier con-
texto, clase social o nivel cultural, y aunque es evidente que existen deter-
minados factores de riesgo, su conducta no tiene necesariamente que estar
ligada a esos factores.
En un 80% de los casos, la conducta agresora no está ligada al consumo
de alcohol o drogas, que, en todo caso, lo que harían no es marcar una
pauta de comportamiento agresivo, sino desinhibir sus impulsos en un
momento determinado. Un maltratador alcohólico tiene dos problemas, y
cada uno con un abordaje diferente.
Es evidente que el hecho de estar desempleado o pasar por dificultades
económicas no implica por sí mismo un comportamiento violento.
Así como el maltratador no es una persona agresiva de forma habitual, sino que
ejerce la violencia sólo contra su mujer, de una manera selectiva; es decir, tiene
una doble cara: una feroz, dedicada a su mujer, y otra, distinta, impecable, fuera
del entorno familiar. Su capacidad de simulación es tal que, al menos en un
principio, suele engañar a familiares, vecinos, policías, médicos, haciéndoles
creer que su mujer es una histérica. En la consulta, cuando acompaña a su
mujer (para controlarla), se suele mostrar excesivamente preocupado y
solícito o excesivamente despreocupado, despectivo y/o irónico. Es decir,
el maltratador sabe muy bien lo que hace. Se cree en el derecho «natural» de
someter y degradar a su pareja. Es celoso, posesivo y controlador.
Una característica del maltrato es la negación de esta conducta por parte
del maltratador, fundamentalmente usadas para eludir la responsabilidad
(tabla 5.1).
También, y en contra de lo que pueda parecer, la mayor parte de los agre-
sores no son enfermos mentales; éstos representan tan sólo un 20%, según
Enrique Echeburúa, pionero en España en la aplicación de terapias a hom-
Como vemos, son personas complicadas a la hora de ser tratadas. Por eso,
las experiencias existentes hasta el momento han demostrado que son
necesarios por lo menos unos 7 años para poder hablar de una verdadera
terapia del maltratador.
En el Reino Unido, el Ministerio del Interior dejó de financiar los recursos para
la terapia de los hombres culpados de VG, y comenzó a usarlos para inver-
tir en casas de acogida y el marcado electrónico de los sujetos, debido a la
escasa respuesta positiva en estos casos. Sin embargo, sí encontraron bue-
nas respuestas en las terapias para drogadictos, criminales, violentos en
general y agresores sexuales.
También ellos sufren las consecuencias de su propio código patriarcal, que son:
• Incapacidad para vivir una intimidad gratificante con su pareja.
• Riesgo de pérdida de esposa e hijos.
• Riesgo de detención y condena.
• Aislamiento y pérdida de reconocimiento social.
• Sentimientos de fracaso, frustración y resentimiento.
• Rechazo familiar y social.
• Dificultad para tomar conciencia del problema y, por tanto, para pedir
ayuda.
Es evidente que la seguridad de la mujer y la confidencialidad es lo más
importante una vez revelado el maltrato. No tenemos que llamar al maltrata-
dor a casa o aprovechar otras consultas para hablar con él sobre el tema o
intentar que cambie, ya que aumentaría el riesgo de la mujer.
Pero, probablemente, algún día la conversación se tenga que llevar a cabo
y, en ese caso, y aunque la entrevista clínica con él no es nada fácil, pode-
mos seguir estas normas:
• Hablar en tono calmado, seguro y sin juzgar.
• Identificar comportamientos inaceptables y no dejarse intimidar.
• Abordar el problema hablando francamente.
• Permitirle reconocer sus comportamientos violentos y hacerse responsa-
ble de sus actos.
• Ofrecer tratamiento si tiene problemas de alcoholismo.
• Si tiene problemas psicológicos, toxicomanías o problemas psiquiátricos,
ofertar servicios especializados.
• No presumir una rehabilitación espontánea.
• Nunca dar las direcciones de la casa de acogida o de otros lugares donde
pueda estar su mujer (aunque se confiese avergonzado y arrepentido).
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6. La ley y el maltrato
En los últimos años se habían venido promulgando importantes reformas
referentes a la VG, intentando lograr un acercamiento a las soluciones
demandadas por las víctimas, con especial interés en mejorar la rapidez y
eficacia de las mismas, fundamentalmente en lo que respecta a las medidas
de seguridad y protección de la víctima (Ley 27/2003).
A pesar de los esfuerzos legislativos y de la aplicación de esas medidas,
éstas no parecían ser suficientes, o no estar bien aplicadas, no tanto a nivel
preventivo, cuya efectividad real requiere una evaluación tras una serie de
años de implantación de las medidas, como desde el punto de vista pro-
piamente legal, con denuncias y procesos judiciales con una duración media
de 4 meses en la resolución de los casos de faltas; 14 meses en casos de
delitos y 2 años para delitos más graves, que han de ser juzgados en
Audiencias Provinciales, en ocasiones con jueces con prejuicios, medidas
cautelares que no se cumplen, etc.
En este contexto parecía justificada una Ley Integral contra la violencia de
género, cuyo proyecto ya ha sido elaborado y aprobado recientemente por
el Parlamento.
evidente que sólo por este motivo es necesaria esta Ley Integral, por lo
menos hasta que a través de todos los organismos y en futuras generacio-
nes se logre una sociedad que no discrimine a la mujer, en el sentido de
minorizarla y maltratarla sólo por el hecho de serlo.
El Tribunal Constitucional, en la sentencia 150/1991, declaró que «la Cons-
titución consagra, sin duda, el principio de culpabilidad como principio
estructural básico del Derecho Penal, de manera que no sería constitucio-
nalmente legítimo un derecho penal “de autor” que determinará las penas en
atención a la personalidad del reo y no según la culpabilidad de éste en la
comisión de los hechos».
Si partimos de este texto, obvio por otra parte, podemos estar de acuerdo
en que esta Ley Integral de la violencia de género en un país moderno como
el nuestro, es retrógrada, ya que se crea una jurisdicción especial, privativa
de las mujeres y basada en la intencionalidad del agresor, no en un hecho
concreto.
Pues sí, es retrógrada y sexista —tan retrógrada y sexista como lo es el pro-
blema—, lo que no quiere decir, desde nuestro punto de vista, que sea inne-
cesaria. ¿Será que la Constitución ha avanzado más rápido que la sociedad
y ahora tenemos que volver atrás y comenzar a explicar que para que los
ciudadanos seamos iguales ante la ley debemos primero aprender a respe-
tar a la mujer sólo por serlo? Será que sí.
Los puntos más destacados de la ley son los siguientes:
En el artículo 17 («derechos laborales y de Seguridad Social»), capítu-
lo II («derechos laborales y prestaciones de la Seguridad Social»), del
título II («derechos de las mujeres víctimas de violencia»), se engloban
4 apartados:
1. La trabajadora víctima de la violencia de género tendrá derecho a la
reducción o reordenación de su tiempo de trabajo, a la movilidad geo-
gráfica, a la suspensión de la relación laboral con reserva del puesto de
trabajo y a la extinción del contrato de trabajo.
2. La suspensión y extinción del puesto de trabajo previstas en el apartado
anterior, darán lugar a situación legal de desempleo. El tiempo de sus-
pensión se considerará como período de cotización efectiva a efectos de
las prestaciones de Seguridad Social y de desempleo.
3. Las empresas que formalicen contratos de interinidad para sustituir a las
trabajadoras víctimas de violencia de género que hayan suspendido su
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DEL SIGLO XXI EN ATENCIÓN PRIMARIA
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DENUNCIA
Juez de guardia
(Puede dictar medidas cautelares
o provisionalísimas)
Informa
Juez de Instrucción Instruye las diligencias complementarias
(Instruye las diligencias previas) (Solicita más pruebas)
Puede dictar
medidas cautelares
7. El maltrato infantil
7.1. Concepto
El concepto de maltrato en la infancia y los distintos tipos del mismo se
resumen en la tabla 7.1.
1. Factores socioeconómicos
Una situación de marginalidad y pobreza favorece en mayor medida el desa-
rrollo de situaciones generadoras de tensión y estrés familiar. En estos con-
textos desfavorecidos, el maltrato y la negligencia es más fácil que aparezcan.
En las clases altas, la invisibilidad es más alta y es más frecuente que se dé
el maltrato psicológico, ya que se registra, por lo general, en los espacios
más íntimos de la convivencia familiar.
En lo que respecta al abuso sexual, no hay diferencia en la incidencia, entre
razas, religión o clases sociales.
2. Factores socioculturales
Hay padres maltratadores que han sido niños maltratados, pero no siempre
éstos se convierten en padres maltratadores. El maltrato es para muchos
progenitores el resultado de sus tragedias históricas, aunque no sólo por-
que también ha existido un conjunto de creencias que justificaban la exis-
tencia de malos tratos por «razones educativas».
Esto nos lleva a afirmar que, en nuestra sociedad, la dependencia del niño
de los adultos constituye en sí misma un factor de riesgo. No es el único y,
quizás, por eso sea necesario prestar una especial atención a esta serie de
indicadores que nos van a permitir detectar, quizás, de una manera más
rápida y eficaz, las posibles situaciones de maltrato infantil desde la Aten-
ción Primaria.
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DEL SIGLO XXI EN ATENCIÓN PRIMARIA
50
Tabla 7.7. Variables que determinan la gravedad y el riesgo del maltrato infantil
Factores que evalúan la gravedad Factores que evalúan el riesgo
• Gravedad de las lesiones y/o frecuencia del • Acceso del agresor al menor.
maltrato. • Comportamiento del niño.
• Proximidad temporal del incidente con respecto • Conducta antisocial del cuidador.
a la fecha de investigación. • Capacidad del cuidador.
• Localización de las lesiones. • Habilidades del cuidador.
• Historia previa de informes de maltrato o • Relación de la pareja.
abandono. • Fuentes de apoyo social.
• Condiciones del hogar.
• Respuesta ante la intervención protectora.
RETOS EN LA SALUD MENTAL
DEL SIGLO XXI EN ATENCIÓN PRIMARIA
54
8.2. Concepto
El concepto, y los distintos tipos de maltrato en las personas mayores, se
resumen en la tabla 8.1.
Es de destacar que el más frecuente es la negligencia, seguido del emocio-
nal, posteriormente el financiero, el físico, el abandono y, por último y más
infrecuente, el sexual.
RETOS EN LA SALUD MENTAL
DEL SIGLO XXI EN ATENCIÓN PRIMARIA
56
8.3. Epidemiología
Se estima una prevalencia de entre 3 y 10%, con un aumento en los mayo-
res de 80 años, aunque, una vez más y debido a la falta de detección, se
desconoce el alcance.
El MPM afecta a los mayores de cualquier nivel socioeconómico, aunque se
observa con más frecuencia en los estratos sociales más desfavorecidos.
Los principales implicados son los cuidadores y familiares (57% hijos, segui-
do de yernos/nueras hasta un 23%, y después el cónyuge, 8%).
Se calcula que lo padece hasta un 4% de la población mayor que vive en la
comunidad y hasta un 35% de los institucionalizados.
Es el tipo de maltrato que menos atención ha recibido por parte de los pro-
fesionales públicos y de salud, así como de la sociedad.
Apenas se detecta 1 de cada 6 casos. A nivel sanitario la mayor parte de los
casos detectados, lo son por el trabajador social, seguido del personal de
enfermería y, por último, del médico (sólo un 2% de las denuncias de MPM
son realizadas por los facultativos).
El Maltrato
57
Los síntomas que nos alertan hacia un posible MPM son frecuentes en la pobla-
ción anciana, por lo que no es fácil la detección (malnutrición, deshidratación,
inmovilidad, depresión, ansiedad...). Los principales indicadores del MPM son:
• Maltrato físico y sexual: magulladuras inexplicables, caídas repetidas, his-
toria clínica incongruente con las lesiones, hematomas en diferentes esta-
dios, fracturas múltiples, E.T.S., heridas o dolor en zona genital.
• Negligencia y abandono: apatía, depresión, mala higiene, malnutrición,
deshidratación, úlceras por presión, mal cumplimiento terapéutico, aisla-
miento, sentimientos de inseguridad en el anciano.
• Explotación financiera: pérdida inexplicable de dinero y/o efectos persona-
les del mayor, evidencia de que se han tomado bienes materiales a cam-
bio de cuidados, preocupación del anciano por su estado económico.
• Abuso psicológico: depresión, miedo a los extraños, miedo a su ambiente
natural, miedo a los cuidadores, baja autoestima, búsqueda de atención y
afecto, cambio de carácter cuando está presente el posible agresor.
• Los familiares que infligen el MPM, cuando la víctima necesita ser hospi-
talizada, suelen mostrarse hipercríticos con el personal sanitario y los cui-
dados administrados, con conductas extremas, o de permanencia conti-
nuada en el centro o de falta de contacto. Intentan prolongar la estancia
del paciente en el hospital, y cuando el mayor regresa a su domicilio pue-
den obstaculizar el acceso al personal médico.
En algunos casos, después de un examen exhaustivo del paciente, y según el
tipo de sospecha diagnóstica, se solicitarán esas pruebas complementarias:
Rayos X para descartar fracturas, TAC craneal para búsqueda de hematoma
subdural, hemograma con coagulación para, en caso de hematomas, des-
cartar defectos de coagulación, bioquímica para detectar anomalías nutricio-
nales, análisis toxicológicos para detectar drogas, alcohol y nivel de fármacos.
El planteamiento de un cribado a esta población existe por parte de algunos
grupos de estudio o asociaciones, como la América Medical Associaton
(AMA), que recomienda que los médicos pregunten de forma rutinaria y
directa sobre la existencia de maltrato, o la US Task Force (USTF) y la Cana-
dian Task Force (CTF), que incluyen la detección del maltrato en sus pro-
gramas de cribado. (Tabla)
Cuestionario para la detección del maltrato:
1. ¿Alguna vez alguien en su casa le ha pegado o hecho daño?
2. ¿Le han cogido cosas suyas sin su consentimiento?
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9. Anexos
Documento 1. Cuadro de decisión en la consulta ante la Violencia de Género
¿Tratamiento?
¿Parte de lesiones?
(Preguntar)
(Facilitadotes)
DERIVACIONES
EVALUACIÓN DE LA SEGURIDAD Número de teléfono V. G.
DE LA PACIENTE Derivación autoridades legales.
Sí No ¿Se encuentra aquí el Números de casas de acogida.
maltratador ahora? Derivaciones médicas.
Sí No ¿La paciente tiene miedo de Describir: ___________________________________________
su compañero? Otras derivaciones hechas
Sí No ¿La paciente tiene miedo de ir Describir: ___________________________________________
a casa?
Sí No ¿Ha aumentado la violencia INFORMES
física de forma severa? Informe de aplicación de la ley hecho.
Sí No ¿Ha abusado físicamente el Informe de servicio de protección infantil hecho.
compañero de los niños? Informe de servicio de protección de adulto
Sí No ¿Los hijos han presenciado hecho.
maltrato en casa?
Sí No ¿Amenaza de homicidio? FOTOGRAFÍAS
¿Por quién? Sí No ¿Consiente ser fotografiada?
Sí No ¿Amenaza de suicidio? Sí No ¿Hay fotografías tomadas?
¿Quién? Adjunta fotografías y consiente.
Sí No ¿Hay algún arma en casa?
Sí No ¿Alcohol o drogas? Modificado por los autores sobre el original
desarrollado por la Family Violence Prevention
INTERVENCIÓN Fund and Educational Programs Associates, Inc..
Sí No ¿Ha sido propuesto el plan de Modificado por el Ohio Domestic Violence
seguridad? Network..
El Maltrato
65
DÓNDE IR
Asistencia Orientación
• Psicólogo.
Centros • Abogado.
Equipos de la mujer
de emergencia • Trabajador Social
Valoración técnica
Ayuntamientos Diputaciones
Medidas provisionales
Red de Asistencia
a la Mujer que
Maltratada Hijos
sufre Maltrato.
Junta de Castilla
Informe psicosocial y León.
Asistencia jurídica
Red de Asistencia
IMI
REINSERCIÓN SOCIAL
RETOS EN LA SALUD MENTAL
DEL SIGLO XXI EN ATENCIÓN PRIMARIA
66
Modificado por los autores del original adaptado de la publicación Power and Control Tactics
Used Against Immigrant Women, producida por la Family Violence Prevention Fund.
El Maltrato
67
Cribado de rutina:
Traductor profesional:
• Cribado rutinario de todas
• No usar al maltratador
las pacientes a partir de
como traductor ni otros
los 16 años (cribado de
familiares de la víctima.
hombres y mujeres
• Usar un traductor
jóvenes a discreción).
profesional formado.
• Usar una herramienta de
cribado.
Relaciones efectivas:
• Tratar a cada paciente como Privacidad durante el cribado:
un individuo. • No preguntar sobre violencia
• Validar la experiencia de la víctima. doméstica en un espacio público.
• Confidencialidad y claridad. FORTALECER • Asegurarnos en el cribado de
• Intentar comprender cómo se A LA VÍCTIMA que no hay ningún miembro de
puede sentir la víctima. la familia ni amigos de la víctima.
• Fortalecer a la víctima para ser • Si hay alguien delante,
parte activa en sus decisiones. aprovechar un momento de
• Buscar soluciones con la privacidad para preguntar.
víctima para lograr
su seguridad.
Educar a la víctima:
• Aconsejarle que no arriesgue su
condición de inmigrante para buscar
tratamientos médicos.
• Recomendar a la víctima que sea
informada por los organismos de
inmigración.
Modificado por los autores del original adaptado de la publicación Power and Control Tactics
Used Against Immigrant Women, producida por la Family Violence Prevention Fund.
RETOS EN LA SALUD MENTAL
DEL SIGLO XXI EN ATENCIÓN PRIMARIA
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Documento 6. Protocolo extraído del artículo de Jordi Pou i Fernández «Maltrato infantil. Actuación
en urgencias»
MALTRATO INFANTIL
URGENTE NO URGENTE
Menos de 72 horas
Necesidad de tratar Derivar a Unidad
Necesidad de proteger especializada
Necesidad de recoger pruebas
ANAMNESIS
Conocer lo que ha pasado
Conocer al posible agresor
Conocer el grado de protección
EXPLORACIÓN
Lesiones cutaneomucosas
Pelo, higiene
Ano y genitales
EXÁMENES COMPLEMENTARIOS
Protección
Informe a Autoridades
El Maltrato
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Abordaje en el maltrato
Factores Presentación
de riesgo aguda lesiones
Entrevista
clínica
dirigida
Cuestionario
Caso
Negativo Positivo
confirmado
Sospecha
Prevención Reevaluar
clínica Atención
al daño
VGG
Valoración
seguridad
Exploración
física
rigurosa
Realización
de parte
al Juzgado
Caso no
confirmado
Valoración
Escucha
trabajadora
activa
social
Plan de
intervención
VGG = valoración geriátrica global. individualizado
RETOS EN LA SALUD MENTAL
DEL SIGLO XXI EN ATENCIÓN PRIMARIA
70
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