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força a qui decideixi» (pàg. 77). Es tracta vegada haguem acabat d’ensorrar amb la
de definir què volem, però no pas els ide- crisi econòmica d’aquesta dècada). Mil-
als, ni tot, sinó «una sola cosa, de l’ara i ner, amant dels origamis, desplega a poc
l’aquí» (pàg. 77). a poc, en aquest text, els plecs de «l’en-
Amb aquest nou tractat de política, canteri d’Erfurt» i ens aboca a una políti-
Milner punxa els ideals en política o la ca minimalista: «La política minimalista
política ideal, que pot acabar en Revolu- parteix dels cossos parlants per tornar-hi.
ció o en Totalitarisme. Política, il·limitat El seu temps no és ni el passat queixós ni
i limitat són tres eixos problemàtics que el futur ple d’esperança; el seu temps és
no trobem en el vessant del tot o del no- el present, portador furtiu del que sabem
res, sinó que trobem en l’articulació dels i del que volem, aquí i ara» (pàg. 82).
fragments, del «quelque chose». En
aquest punt discret i precís hi ha la dia- Anna Pagès
lectització de la política, que havíem pot- Universitat Ramon Llull
ser oblidat en el transcurs dels esdeveni-
ments del tombant de segle xxi (i que tal
Resulta un lugar común decir que los parecen invitarnos a virar a contramano.
mejores libros de filosofía son aquellos Pues bien, en esto, el autor tampoco deja
que plantean buenas preguntas más que lugar a dudas: «Ésta es, sin embargo, la
buenas respuestas. Y bastante de verdad apuesta de este libro, reconocer el núcleo
(socrática) hay en ello. Con todo, es muy semántico de la injusticia y hablar desde
importante dar buenas respuestas, por ahí sobre la justicia. El secreto del valor teó-
muy silenciosas que lo sean. Para conse- rico de la injusticia lo tiene la memoria, de
guirlo es fundamental que quien las escri- ahí el lugar estratégico de esta categoría. Sin
be sea consciente de cuál es la pregunta memoria la injusticia deja de ser actual y,
primera que da lugar a las demás. Este es lo que es más grave, deja de ser. (...) En la
el caso del nuevo libro de R. Mate titula- milenaria reflexión sobre la justicia, un tra-
do Tratado de la injusticia (aunque según tado sobre la injusticia es una osadía. Esta-
confiesa bien podría haber llevado el tí- mos tan convencidos de que primero es la
tulo de Por una justicia memorial o anam- idea de justicia y luego su aplicación a si-
nética). El autor lo deja bien claro: «Todo tuaciones injustas que trastocar ese orden
prólogo se escribe al final y, al final, sigue lógico supone casi un atentado a la razón.
viva y desafiante la pregunta al origen: Contra esa lógica está escrito este Tratado
¿acaso no son injusticias las desigualda- de la injusticia» (p. 27). ¿Cuál es, por
des?» (p. 29). Los mejores libros no son tanto, el logos que lo impulsa? La dedica-
los que más dan que hablar, sino los que toria inicial del libro nos lo revela: los
dan mucho que pensar y en qué pensar; sin-nombre, aquellos de quienes –según
son un campo sembrado de minas se- el poema de J. Jiménez– recibimos el
mánticas que están ahí para atreverse a agua.
caminar por ellos sabiendo lo que cuesta ¿Qué conexión guarda este nuevo
avanzar por senderos donde impera la libro con el resto de su obra? R. Mate nos
señal de ceda el paso: son aquellos que advierte de que hay en él mucho de lo ya
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dicho, pero sin ser repeticiones porque novedad del libro no es solo interna, sino
ahora se relacionan análisis anteriores «en en relación a otras propuestas que a su
un corpus cuyo centro de gravedad es la modo han levantado, al igual que R.
justicia» (p. 29). Esta presencia no reite- Mate, críticas a las concepciones proce-
rativa se entiende si prestamos atención dimentales de la justicia. Si bien la teoría
al título del libro: estamos ante un «trata- de la justicia anamnética comparte plan-
do». Para más, un tratado de filosofía teamientos con otras, no pueden pasarse
práctica acorde a la idea de conocimiento por alto las diferencias que las contrapo-
que Benjamin dejó expuesta en el Origen nen. Algunas de esas teorías tienen trata-
del drama barroco alemán. Por esto el miento en el libro, otras no están referi-
autor habla de relación «en un corpus» y das. El lector no debería equivocarse en
no de en un «sistema». Hay en éste un cuanto a la cercanía de esas teorías con la
principio de inercia, sincretismo y clau- de R. Mate, pues aunque alguna apuesta
sura que es ajeno a la imagen que utiliza por una ética compasiva (justicia cordial)
R. Mate de la justicia, como reconstruc- o una revisión de la igualdad y de la li-
ción de un ánfora rota, para resignificar bertad (justicia prometeica), en ellas no
la añeja «justicia general». La justicia es cuenta el tiempo ni la memoria como
pensada como la tarea infinita de encon- constituyentes de la idea de justicia. Ade-
trar trozos diferentes que encajan entre sí. más, alguna está presa de un sincretismo
La justicia, cual ánfora, es un proyecto que le impide ser disruptiva en la crítica
abierto donde las injusticias, cual frag- y, en cierta medida, no termina de rom-
mentos, van engranando con sus comple- per con la ilusión de la justicia distribu-
mentarios. Por esto la justicia no es, tam- tiva. Al fin y al cabo, será el alcance de la
poco, asunto de una teoría cerrada. Esa universalidad que hay detrás de cada teo-
falta de inercia en la justicia se contagia a ría la que mide los alejamientos y las afi-
la propia teoría y ésta ha de hallar un nidades.
modo de expresión adecuado. Según ¿En qué lugares de la obra de R.
Benjamin, éste modo filosófico de expre- Mate existen esos fragmentos de pensa-
sión –enfrentado al sistema– es «el trata- miento que ahora se incorporan en el
do», el cual no contiene una doctrina nuevo libro? Algunos textos publicados
cuya autoridad se impone: «La exposición en 2002 y 2003 reabrían la querella de
es la quinta esencia de su método. El mé- los antiguos y los modernos a propósito
todo es rodeo. En la exposición en cuan- de la justicia, o analizaban el papel de la
to rodeo consiste, por tanto, lo que el igualdad en la historia del olvido, o expli-
tratado tiene de método... Tenaz comien- caban que a la justicia hay que pensarla
za el pensamiento siempre de nuevo, mi- desde la injusticia. Así, entre otros, estos:
nuciosamente regresa a la cosa misma» «Las teorías modernas de la justicia, bajo
(Op. cit. Madrid: Taurus, 10). Benjamin sospecha», en Justica e Direitos Humanos;
no habla de repeticiones, sino de un «Por una justicia de las víctimas», en Me-
rodeo, de distintas gradaciones de sentido moria de Auschwitz; «En torno a una jus-
en el pensamiento siempre nuevo de un ticia anamnética», en Ética ante las vícti-
solo y mismo objeto. Todo esto no se mas; y «Recordar para que la injusticia no
opone a que en este libro quepa la nove- se perpetúe», en Rev. Tribuna Americana.
dad teórica, y no solo por la monopoliza- Ahora bien, para el lector que desee re-
ción semántica que ejerce la gravitación montarse aún más en el tiempo, en busca
conceptual de la justicia, sino porque in- de primeras semillas, ahí está el premoni-
corpora a la exposición temas actuales y torio texto titulado «El lugar de la ética
autores que antes no habían sido tratados en el arte de la política» (1982), que sería
o lo habían sido en alusión. Además, la recopilado en el volumen Modernidad,
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religión, razón. Escritos desde la democra- la primera, saldremos del equívoco origi-
cia (1986). Subtítulo éste que sugiere nario que hace incapaces a las teorías mo-
acercarse al Tratado de la injusticia para dernas ver lo que hay de injusticia, es
ser leído desde la democracia. ¿Por qué? decir, de histórico, de temporal y de cul-
En el artículo «El último testigo» (El País, pabilidad, en el origen de desigualdades
26-9-2011), R. Mate analizaba el supues- no causadas por la naturaleza ni la desgra-
to final de la violencia del terrorismo eta- cia. Por eso, tras marcar las limitaciones
rra desde la categoría de crimen herme- de la teoría aristotélica respecto de la uni-
néutico que tanta relevancia alcanza en versalidad y de la autonomía, se justifica
el nuevo libro para, primero, justificar el la recuperación tomista de la justicia ge-
deber de memoria y, segundo, dejar sen- neral (dimensión comunitaria de los actos
tado un concepto de injusticia a partir de virtuosos que contribuyen a la creación
la inocencia de las víctimas. Cualquier del bien común) para superar críticamen-
pérdida de significación e invisibilización te las posiciones procedimentales que,
del daño cometido es un crimen herme- al ejecutar el paso del ser a la acción, de
néutico que erosiona con virulencia la lo bueno a lo justo, del pan a la libertad,
estructuración democrática de la vida so- del otro al nosotros, también se hacen
cial. Por esto, R. Mate sostenía, en con- deficitarias en universalidad. Se separan
sonancia con el Tratado, lo siguiente: las críticas externas (Villoro, Lyotard y
«Hay daños irreparables cuya única Levinas) de «resistencia» al procedimen-
forma de justicia es la memoria de la in- talismo de la crítica inmanente realizada
justicia: ¿cómo plantear entonces pasar por Sen, a la que si bien se le reconoce su
página? Y como la violencia ha producido interés por la injusticia, también su recaí-
daños sociales que han fracturado y em- da en la contemporaneidad de la delibe-
pobrecido a la sociedad vasca, pasar pági- ración, algo que comparte con el discurso
na sería renunciar al deber político de de Habermas.
solucionar los problemas reales de la so- El primer capítulo corrige al evange-
ciedad. La tesis de la centralidad de las lista y al poeta: en el principio era la in-
víctimas no se basa en el respeto que nos justicia. Esa prioridad lógica-ontológica
merecen las víctimas (que está fuera de se justifica acudiendo a la filosofía del
toda duda), sino en el lugar de la justicia conocimiento-lenguaje de Benjamin, a
en una política democrática». la crítica del idealismo intencional de
En el libro sobresale el gesto intelec- Rosenzweig, a la alteridad de Levinas,
tual que tuvo Las Casas para oponerse a al sufrimiento como principio de indivi-
la racionalidad de las teorías imperantes duación, y todo para sellar la actitud de
en su época y que servían para legitimar acogida y la conciencia de falta.
las injusticias de la conquista del Nuevo En los capítulos segundo y tercero
Mundo. El gesto se expresa en el lema reaviva novedosamente la disputa anti-
«mandar a paseo a Aristóteles». R. Mate guos-modernos. Las nociones de justicia
habla de gesto porque lo entiende como general, proporcionalidad, bien común,
algo más que un argumento, como el sen- etc., se harán valer frente a las reconstruc-
tido moral y político desde el que se afir- ciones modernas basadas en la posición
ma que la verdad no puede ser la injusti- original del contractualismo de Rawls o
cia. Pues bien, uno tiende a pensar que la solidaridad discursiva de Habermas. El
este Tratado de R. Mate no es sino la ac- resultado es una reivindicación del singu-
tualización de ese gesto: «mandar a paseo lar frente al particular, de lo universal
a Rawls, Habermas, Sen, Pogge». Ya frente a lo general. Derrida o Rousseau
desde la presentación se invita a elegir: o serán convocados para poner de manifies-
justicia o barbarie. Si nos decidimos por to las limitaciones de la racionalidad pro-
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