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Aproximaciones

interculturales
Hacia la consolidación de los
estudios de consumo cultural
en Latinoamérica
Carlos Enrique Guzmán Cárdenas
(Ininco, Universidad Central de Venezuela, Venezuela)

Recibido: 26/8/2015
Aprobado: 25/9/2015

Resumen. El consumo cultural como problema objeto de estudio desde la mi-


rada de los públicos, audiencias o receptores es reciente en América Latina y
el Caribe. En los últimos veinticinco años, indudablemente se ha generado un
conjunto de proposiciones teóricas con sustento empírico, influenciados por los
estudios culturales, la semiótica, la antropología, la sociología de la cultura y
la economía política respecto de los modos en que los públicos ven, escuchan y
leen; los usos que les dan a los bienes y servicios culturales; las maneras en que
ellos relacionan esos bienes con su vida cotidiana, hasta el conjunto de teorías
más importantes sobre la estratificación social en el consumo cultural.
Palabras clave: creación / cultura / consumo cultural / demanda cultural / estudios
/ encuestas / Iberoamérica

Towards the Consolidation of the Studies of Cultural


Consumption in Latin America

Abstract. As object of study, cultural consumption from a reception perspec-


tive is a recent development in Latin America and the Caribbean. In the last
twenty years, theoretical propositions stemming from empirical evidence
have emerged influenced by cultural studies, semiotics, anthropology, sociol-
ogy of culture, and political economy. These theories grapple with the ways
in which public watch, listen and read; the uses the public gives to cultural
goods and services; the ways in which the public relate these goods to their
daily lives; as well with the most important theories of social stratification
relative to cultural consumption.
Key words: creation / consumption / cultural consumption / cultural demand
/ studies / surveys / Latin America

Contratexto n.o 24, julio-diciembre 2015, ISSN 1025-9945, pp. 221-247


Carlos Enrique Guzmán Cárdenas

Introducción iberoamericano solo a partir de finales


de los años ochenta comienzan a de-
Las personas mayores, las que viven en ni- sarrollarse –de manera más o menos
veles económicos y sociales bajos y las que sistemática– investigaciones en este
tienen menos estudios participan de forma campo de las ciencias sociales, si asu-
más limitada en las actividades culturales, mimos como referencias académicas
tienen una menor valoración de la oferta dos publicaciones representativas. La
existente y sus expectativas futuras son
primera de ellas, realizada por el pro-
más reducidas. No es extraño, por tanto,
grama de la Facultad Latinoamericana
que los países con menor desarrollo econó-
mico y educativo muestren, salvo excep- de Ciencias Sociales (Flacso) en Santia-
ciones que merece la pena analizar, una go de Chile, denominada Algunas ten-
menor participación en las actividades dencias en el consumo cultural de bienes
culturales. (…) la cultura puede ser un culturales en América Latina (1992), bajo
lugar de encuentro y de inclusión so- la coordinación de los chilenos1 Carlos
cial de todos los ciudadanos [negri- Catalán y Guillermo Sunkel. El análi-
tas añadidas] y todos ellos la valoran de
sis de los resultados de dicho estudio
forma positiva. Sin embargo, aún se ma-
incorporó los datos obtenidos por una
nifiestan notables diferencias por razones
del nivel social y educativo de las personas encuesta aplicada en las ciudades de
(OEI, 2014, p. 14). Santiago de Chile en mayo de 1987; en
Buenos Aires entre los meses de julio

A
unque en la tradición nortea- y septiembre de 1988; y en Ciudad de
mericana y en algunos países México en septiembre y octubre de
de Europa (particularmente 1989. El segundo estudio fue elabora-
Reino Unido, Francia y Alemania) los do por la Sociedad General de Autores
estudios de públicos, consumo cultu- y Editores de España (SGAE) intitula-
ral y economía de la cultura tienen una do Informe SGAE sobre hábitos de con-
larga tradición, en el espacio cultural sumo cultural. 1997-19982, dirigido por

1 De los mismos autores (1980), Consumo cultural en Chile: la elite, lo masivo y lo popular.
Documento de trabajo Flacso. N.° 455. Chile. Recomendamos leer como texto fundacio-
nal de los estudios de consumo cultural en Chile, Brunner, J. J., Barrios, A., y Catalán,
C. (1989). Chile: Transformaciones culturales y modernidad. Santiago de Chile: Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales/Flacso.
2 El objetivo del estudio fue presentar información sobre los patrones de consumo y perfil
de los consumidores de bienes culturales, que sirva de apoyo a la toma de decisiones de
política cultural y de inversión privada en el sector. La técnica e instrumento de inves-
tigación fue la aplicación de cuestionarios estructurados con entrevistas personales en
el domicilio de los entrevistados. Encuestas realizadas en cuatro olas anuales en los 15
días posteriores a la conclusión de cada trimestre. La muestra fue de 24 000 entrevistas
a la población española de más de 14 años residentes en la Península e Islas Baleares y

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Hacia la consolidación de los estudios de consumo cultural en Latinoamérica

la Fundación Autor. Ciertamente, al- quehacer nacional, y por tanto la nece-


gunos desplazamientos fundamenta- sidad de acceder a estadísticas fiables
les facilitaron el inicio y tratamiento que permitieran medir sus debilida-
conceptual en torno a lo que entende- des y fortalezas, así como el impacto
remos por consumo cultural, pero las en eso que los planificadores llaman
dificultades crecientes en las fuentes ‘poblaciones objetivo’; las exigencias
de financiamiento de las actividades sociales de un desarrollo cultural ar-
culturales3 exigían demostraciones mónico, pluralista y equitativo que ga-
de la importancia que las obras y los rantizara una mayor democratización
servicios culturales4 tenían para sus en el acceso de los ciudadanos a los
públicos; la identificación de políti- bienes y servicios culturales, y el re-
cas públicas que ubicaran a la cultu- conocimiento de la importancia cada
ra como un motor imprescindible del vez mayor de las implicaciones econó-

Canarias y, estratificadas por comunidades autónomas y hábitat en cada una de las olas.
Con continuidad, hasta la fecha se han realizado las siguientes: Ministerio de Cultura de
España, División de Estadísticas Culturales (2011). Encuesta de hábitos y prácticas cultu-
rales en España 2010-2011. España. Secretaría General Técnica. Subdirección General de
Publicaciones, Información y Documentación; Ministerio de Cultura de España, División
de Estadísticas Culturales (2007). Encuesta de hábitos y prácticas culturales en España
2006-2007. España. Secretaría General Técnica. Subdirección General de Publicaciones,
Información y Documentación; Ministerio de Cultura de España. Encuesta de hábitos y
prácticas culturales en España 2002-2003. España. Ministerio de Cultura y la Fundación
Autor (del Grupo SGAE).
3 “El universo de las actividades culturales es muy grande; dentro de lo que consideramos
como sector cultural están distintos tipos de actividades culturales: desde expresiones
del folclor, la cultura popular y la cultura mediática, hasta manifestaciones de la cultura
de ‘élite’ o ‘bellas artes’ y el patrimonio histórico. Las manifestaciones económicas que
se hallan dentro de esta tipología también son variadas. Algunas se desarrollan en los
mercados, otras son subvencionadas por el Estado o por mecenas; en muchos casos, las
motivaciones de la creación residen en ámbitos distintos al de obtener ganancias y no
necesariamente participan en dinámicas económicas de oferta y demanda, donde el valor
económico se vea reflejado en un precio. Ingreses o no al mercado, tienen dimensiones
económicas, pues para su realización se necesitan recursos como en cualquier otra activi-
dad económica” (Ministerio de Cultura de Colombia, 2003, pp. 20-21).
4 No siempre resulta sencillo diferenciar la noción de bien (o mercancía) cultural respecto
al concepto de servicio cultural. De hecho, los problemas derivados de su definición son
motivo recurrente de debate a escala internacional, pues pese a una aparente claridad, no
hay consenso con respecto a qué incluye cada categoría. En términos generales se acepta
que los “productos culturales” abarcan tanto bienes como servicios.

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micas de la cultura –a la inversa del Orozco, Néstor García Canclini, María


componente cada vez más cultural Cristina Mata, entre otros. Reflexiones
de la economía– impulsaron tanto a que van desde la aproximación a las
los intelectuales como a la institucio- prácticas generales en el uso del tiem-
nalidad cultural latinoamericana a po libre de los ciudadanos –cuánto de
ocuparse de identificar la oferta y la este es dedicado a ver televisión, a leer,
‘demanda cultural’5, así como su inte- a asistir a espectáculos, a visitar pla-
racción con ‘el espectador, el público zas o zoológicos, etc.– hasta estudios
y las audiencias’, que durante mucho muy puntuales sobre las reacciones
tiempo –en una visión centrada en el del público ante determinado evento o
artista y en la obra– había quedado festival, la ‘asistencia’ a salas cinema-
en segundo lugar. tográficas, el comportamiento de los
De esta forma, se inicia en diversos asistentes a una determinada exposi-
países latinoamericanos una tradición ción de artes plásticas o las ‘preferen-
de investigaciones fundamentales pa- cias’ al momento de seleccionar discos,
ra el estudio de lo que se conoce co- videos y revistas. En ambos trabajos es
mo consumo cultural. Dos obras serán el antropólogo Néstor García Canclini
referentes obligados; primeramente, quien establece las bases conceptuales
El consumo cultural en México (1993), para abordar tal objeto de estudio, ya
coordinado por el antropólogo Néstor que su capítulo “El consumo cultural
García Canclini6, y seis años más tar- y su estudio en México: una propuesta
de la compilación El consumo cultural teórica” (1993, pp. 15-42), que da entra-
en América Latina (1999, 2006), de cu- da al primero de los libros menciona-
yo volumen dará cuenta el sociólogo dos, es incluido en el segundo como
chileno Guillermo Sunkel, con una “El consumo cultural: una propuesta
variedad de perspectivas que inclu- teórica” (1999, pp. 26-49).
ye artículos de conocidos autores, co- Así tenemos que el consumo cul-
mo Jesús Martín-Barbero, Guillermo tural como problema objeto de estu-

5 “definimos la demanda cultural como el conjunto de bienes y servicios culturales ­–publi-


caciones, actos, eventos, ferias, exposiciones– que adquieren los individuos para su uso u
observación y disfrute” (Bernat, Mora y Zuluaga, 2012, p. 168).
6 Recomendamos la lectura de los siguientes libros de Néstor García Canclini: (1995). Con­
sumidores y ciudadanos. Conflictos multiculturales de la globalización. México, D. F.: Grijalbo; (1994)
(Coord.). Los nuevos espectadores. Cine, televisión y vídeo en México. México, D. F.: Coedición
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Instituto Mexicano de Cinematografía; y
(1992) Públicos de arte y políticas culturales: un estudio del II Festival de la ciudad de México.
México, D. F.: UAM-ENAH-DDF.

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Hacia la consolidación de los estudios de consumo cultural en Latinoamérica

dio desde la mirada de los públicos, Pero también desde la teoría eco-
audiencias o receptores es reciente nómica del consumo cultural surgirán
en América Latina y el Caribe. En los inquietudes fundamentales referidas
últimos veinticinco años, indudable- a los conceptos de demanda cultural
mente se ha generado un conjunto de y bienes culturales; ‘gasto cultural de
proposiciones teóricas con sustento los hogares; el precio del bien o servi-
empírico respecto a los modos en que cio cultural, el precio de bienes rela-
los públicos ven, escuchan y leen; a los cionados y el ingreso de las personas
usos que le dan a los bienes y servicios como variables explicativas; consumo
culturales; las maneras en que ellos re- cultural externo; consumo cultural
lacionan esos bienes con su vida coti- doméstico; elasticidades, ingreso de la
diana, hasta el conjunto de teorías más cultura’, entre otras. A la par, destacan
importantes sobre la ‘estratificación algunos autores influenciados por los
social’ en el consumo cultural, a saber: estudios culturales, la semiótica, la an-
‘el argumento de la homología (desa- tropología, la sociología de la cultura
rrollada por Pierre Bourdieu); el ar- y la economía política; ciertos nexos
gumento de la individualización; y el críticos que van desde los análisis de
argumento de la omnivoridad cultural los contenidos y mensajes producidos
(propuesta por Peterson y Simkus du- por los emisores (grandes medios de
rante los años noventa)’. comunicación e industrias culturales)
hasta lo que hoy puede referirse a un
En primer lugar, se encuentra el ar-
abordaje de las ‘prácticas e imagina-
gumento de la homología, que acha-
ca las razones implícitas para los rios culturales de los latinoamericanos
diferentes estilos de vida y consumos –lo que nos hace sentir más venezola-
culturales al factor estructural de las no, mexicano, chileno, argentino o pe-
clases sociales y/o el estatus. En se- ruano’– desde una compleja y amplia
gundo lugar, el argumento de la in- visión de lo que entreteje la comuni-
dividualización defiende que, gracias cación en este ejercicio de producción,
a la universalización del acceso a la circulación, apropiación de significa-
cultura en las sociedades contempo-
dos y sentidos que se liga a lo cultural.
ráneas, las diferencias en los estilos
de vida y consumos culturales están
únicamente sustentadas por la volun-
tad del individuo. En último lugar, Consumo e iniquidad cultural:
el argumento de la omnivoridad de- políticas culturales de fomento
fiende que los gustos no son casillas- a la demanda
estancos de propiedad exclusiva de
las diferentes clases sociales, sino que El consumo no es solo reproducción de
la diferencia fundamental reside en fuerzas sino también producción de sen-
cuanto del abanico de consumos cul- tidos: lugar de una lucha que no se agota
turales es capaz cada estrato de abar- en la posesión de los objetos, pues pasa aún
car. ­(Herrera-Usagre, 2011, p. 143) más decisivamente por los usos [negritas

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añadidas] que les dan forma social y en los den encontrar distintos argumentos
que se inscriben demandas y dispositivos que hacen mención de circunstancias
de acción que provienen de diferentes com- educativas, geográficas, económicas
petencias culturales (…) las luchas contra
(como las elasticidades precio, precio
las formas de poder que atraviesan, discri-
minando o reprimiendo, la vida cotidiana
cruzada e ingreso), demográficas (aso-
y las luchas por la apropiación de bienes ciadas a la variable ciclo de vida, físi-
y servicios. (Martín-Barbero, 1987, p. 231) ca y sensorial), psicológicas así como
del entorno social, prestigio y muchas
Sin embargo, este disfrute de la cul- más. En algunos casos, como el acceso
tura y activación del consumo cultural a Internet y en general a las tecnolo-
no es igual para todos. Los más pobres, gías de la información y la comunica-
los habitantes de regiones, gobernacio- ción, la brecha entre ricos y pobres es
nes, departamentos, provincias, comu- literalmente insondable.
nas o municipios y los adultos mayores
Al problema de las oportunidades
suelen estar excluidos o marginados
económicas –la capacidad de gasto de
socialmente del consumo de la oferta
las personas, a partir de un cierto ni-
cultural, pública o privada, por barre-
vel, que determina la posibilidad de
ras o dificultades de acceso. En ese sen-
acceder a las propuestas culturales– o
tido, el punto central para el diseño de
de la participación política se suman,
unas políticas culturales genuinamente
en los países que integran el territorio
democráticas e incluyentes será: ‘¿Qué
latinoamericano, graves problemas de
diferencia a los hogares que gastan en
‘inequidad cultural’. La cultura, cierta-
cultura de los que no lo hacen? Entre
mente, no es uno de los ítems de mayor
los que gastan, ¿qué diferencia a los
peso en el gasto total de los hogares.
que gastan mucho y los que gastan
Los gastos en alimentos, vivienda y
poco? En otras palabras, ¿qué dificulta
otros (como salud y educación) tienen
la activación (o una mayor activación)
más importancia y frecuencia. Sin em-
de la demanda cultural?’.
bargo, aún existen penosas distincio-
Seguramente las respuestas son nes culturales generadas por el nivel
muy complejas, ya que la demanda socioeconómico, educativo y etario de
cultural tiene diversas dimensiones, las personas. Conocemos, por las re-
algunas cuantificables y otras no; ade- laciones estadísticas, que el promedio
más, la cultura y la demanda de cultura del gasto en cultura cambia notable-
no son fáciles de medir, debido, entre mente según el estrato socioeconómico
otras cosas, a que el consumo cultural y el nivel educativo. A pesar de ello, se
no implica necesariamente gastos mo- observan también nuevas y más dife-
netarios, medibles fácilmente (Bernat, renciadas formas de consumo cultural
Mora y Zuluaga, 2012, p. 173), pero ‘entre lo culto, lo popular y lo tecno-
en la literatura especializada y en la audiovisual’, las que se pueden iden-
práctica de la gestión cultural se pue- tificar y describir en atención a otras

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Hacia la consolidación de los estudios de consumo cultural en Latinoamérica

variables –tanto estructurales como de ‘explorar, identificar y caracteri-


subjetivas–, como las justificaciones de zar los elementos y las relaciones que
‘no acceso’ a los bienes y servicios cul- componen la estructura de consumo
turales disponibles en el espacio social. cultural que se está desarrollando en
Podemos hablar –entonces– de una ‘ti- nuestros países, mediante la cual se
pología de consumidores culturales asocian o disocian los destinatarios/
para Iberoamérica’ en consideración beneficiarios/usuarios de la oferta cul-
a la realización de las desigualdades tural en calidad de bienes y servicios,
socioeconómicas y diversidades cul- de acuerdo a las condiciones socioeco-
turales, según la cantidad de bienes nómicas y demográficas según el tipo
creativos-culturales consumidos por de gustos, hábitos, frecuencias y tipos
los individuos; es decir: a) consumo de dominios culturales a fin de instru-
cultural alto general; b) consumo cul- mentar los resultados en el diseño de
tural alto vía soporte tecnológico; c) las políticas públicas culturales’.
consumo cultural medio; d) consumo Este interés social (el consumo
cultural medio-bajo, y e) consumo cul- cultural) se enmarca en los derechos
tural bajo. En el caso de los países de sociales y culturales reconocidos y
Latinoamérica y el Caribe, de ingreso garantizados a toda la población la-
medio y bajo, el consumo cultural es tinoamericana, y ratificados en la
sustancialmente bajo. Convención sobre la Protección y Pro-
Luego, parece ser cada vez más vi- moción de la Diversidad de las Expre-
sible como acción política que las po- siones Culturales (20 de octubre de
sibilidades de acceso a determinados 2005); íntimamente interrelacionadas
productos culturales y de inclusión como expresión del conjunto de
cultural –que tendrán los consumido- condiciones materiales y sociales,
res latinoamericanos–, se van a soste- biológicas, anímicas y espirituales que
ner en la aplicación de unas ‘políticas definen una plena calidad de vida. El
culturales de fomento a la demanda’. Si concepto de equidad cultural podría
definimos el ‘desarrollo humano’ como restringirse en una primera aproxi-
la capacidad de una persona para des- mación a la concepción de ‘igualdad
plegar una vida que considere valiosa, de oportunidades culturales vía con-
es notable que el consumo cultural sumo’ que le brinda una sociedad a
fuera una necesidad social inherente sus ciudadanos tanto para ejercer sus
al impulso de las capacidades y poten- derechos civiles y políticos (libertad
cialidades humanas para la realización de expresión y reunión, libertad de
de la vida en sus diferentes etapas. elegir a sus autoridades, etc.) como
Esto supone, como metodología de in- sus derechos culturales y los derechos
tervención sociocultural, la urgencia humanos en general.

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El consumo cultural es más que una sectores culturales y creativos nacio-


encuesta de opinión nales que permitan un razonamiento
diacrónico de un determinado período;
Por otra parte, contrariamente de ha- deficiencias y dispersión de informa-
berse originado avances teóricos, la ción sobre los agentes y organizaciones
consolidación de los estudios sobre el que participan en la cadena de valor de
consumidor cultural latinoamericano cada subsector de las industrias cultu-
ha sido poco contundente, ya que en la rales, creativas y de contenidos digita-
gran mayoría de los países de América les, además de su integración con los
y el Caribe ‘no existe un ordenamien- sectores productivos de cada país. En
to sistemático y comparativo de esta- definitiva, aún no se ha desarrollado
dísticas culturales, y mucho menos un un ‘Ecosistema de Información Cultu-
sistema de cuentas en el sector de la ral Compleja (Esicc)’ –incluyendo un
comunicación y de la cultura’. Acorde ‘subsistema de consumo cultural’– que
con algunas de las experiencias exami- sirva para inventariar, organizar y sis-
nadas, hay una insuficiencia de datos tematizar los recursos culturales (de
y cifras sobre audiencias y públicos­ políticas, investigación, conservación o
–­fiables y completos– para un análisis asociativas), y así establecer un ‘mapa
significativo de las preferencias cul- cultural’ conducente a la determina-
turales y sus canales de consumo. Te- ción de ‘índices de desarrollo cultural
nemos carencias de series históricas y (IDC)’ nacional, regional, estadal, mu-
antecedentes desagregados relativos a nicipal, parroquial y comunal; de la
las características generales de la exten- relación entre oferta-demanda cultural
sión, así como el volumen de las activi- como del acceso (población atendida) a
dades económicas7 relacionadas con los los bienes y servicios culturales.

7 Actividades económicas características de la cultura (AECC): se refiere a aquellas acti-


vidades económicas que aportan a la cultura, y que se encuentran diseminadas o com-
prendidas por el lado de la oferta de acuerdo a la clasificación CIIU, en diversos sectores,
subsectores, ramas y actividades de la economía de un país. Ahora bien, por el lado de la
demanda agregada también los bienes y servicios culturales se encuentran insertos en el
consumo y en la formación bruta de capital fijo, en las exportaciones netas y las impor-
taciones. Existen básicamente tres tipos de actividades en el sector cultural: las directas,
las indirectas y los insumos. Tipo 1: corresponde a actividades directas, estrictamente
ligadas con la producción del sector de la cultura. Es decir, son actividades de creación y
producción original de bienes y servicios culturales. Tipo 2: incluye las actividades cone-
xas a los procesos de producción o actividades indirectas. Son actividades que tienen que
ver con el uso y la difusión de las creaciones culturales. Tipo 3: incluye los principales
insumos requeridos, es decir, comprende las producciones que son demandadas por los
sectores en los escenarios anteriores.

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Hacia la consolidación de los estudios de consumo cultural en Latinoamérica

El menoscabo de análisis con razonado en el valor agregado por el


cierta prolongación en el tiempo de uso de factores en los procesos de pro-
una manera diacrónica, sobre las ra- ducción y distribución, y su relación
mas de actividades, los subsectores con la producción nacional bruta.
(audiovisual, fonográfico, editorial, A este tenor, persisten las relativi-
multimedia, entre otros) y sus cade- dades de los términos cultura y crea-
nas productivas de manera que se ción que siempre han acompañado
puedan identificar obstáculos y opor- las discusiones sobre estadísticas e
tunidades para el desarrollo de sus indicadores, y particularmente sobre
eslabones, organizaciones y agentes8 consumo cultural. Se comprueba cier-
–en particular relativo a los creadores, ta ausencia de una definición explícita
productores, gestores e intermedia- del sector cultural propiamente dicho
rios– se debe, en buena parte, a la exi- dentro de las principales fuentes de in-
güidad de estadísticas e indicadores formación disponibles sobre variables
que dificultan la evaluación porme- económicas, y la mayor parte de las ve-
norizada del funcionamiento y actua- ces aparece de forma dispersa o mez-
ción de los agentes que las componen. clada con las actividades de educación
Esta parquedad de diagnósticos so- e investigación, y frecuentemente con
cioeconómicos es más apremiante, so- las funciones recreativas y de turismo.
bre todo cuando es necesario evaluar Al respecto, la Unesco está orientada a
el ‘impacto productivo del sector cul- normalizar las estadísticas culturales
tural-creativo a través de Cuentas Sa- internacionales, agregando el tan dis-
télites de Cultura’9 (en adelante, CSC) cutido concepto de ‘Industrias Creati-

8 Los agentes culturales se diferencian no solo por las distintas funciones que cumplen en
el proceso de producción, difusión, comercialización y consumo de los bienes y servicios
culturales. Se distinguen también por la posición económica que ocupan en dicho proceso
o, en otros términos, por las relaciones sociales bajo las que se inscriben en la economía
cultural. En el proceso de producción, difusión, comercialización y consumo de los bienes
y servicios culturales, interviene una multiplicidad de agentes, que cumplen diversas fun-
ciones. Esta diversificación de agentes es la expresión de una división social del trabajo en
la producción cultural.
9 “La cuenta satélite de cultura se define como un sistema de información estadística sobre
las actividades culturales que tiene como finalidad reunir en un cuadro contable coheren-
te el conjunto de flujos económicos relacionados y establecer los vínculos entre las dife-
rentes manifestaciones del campo cultural. La elaboración de la cuenta satélite se concibe
como el medio para estructurar el conjunto de informaciones relativas al tema de la cultu-
ra. Debe dar cuenta de la importancia económica de la actividad y de la riqueza cultural
de un país, incorporando indicadores monetarios y no monetarios” (DANE, Dirección de
Síntesis y Cuentas Nacionales, 2007, p. 10).

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vas’10, pero solo de manera tangencial Universidad Macquarie, en Sydney,


y haciendo eje en lo cultural, señalado Australia– la noción de cultura denota
en su informe denominado “Revisión ciertas actividades emprendidas por
del marco de referencia de las estadís- las personas y los productos de dichas
ticas culturales” (MEC, 2009). actividades, relacionadas con los as-
En concordancia con el argumento pectos intelectuales, morales y artís-
anterior, el economista español Luis ticos. A partir de allí se comienza a
César Herrero Prieto (2002), docente hablar de “bienes culturales”, “indus-
de la Universidad de Valladolid, nos trias culturales” o del “sector cultural
indica: de la economía”; así como a delimitar
los productos culturales como bienes
Probablemente el motivo de esta in- y servicios que implican creatividad
definición oficial resida en una insu­
en su producción, incorporan un cier-
ficiente consolidación de los estudios
to grado de propiedad intelectual y
económicos sobre la trascendencia del con-
sumo y la producción cultural [cursivas transmiten un significado simbólico.
añadidas]; y ésta es la razón por la que En otro alcance, la concepción am-
se suele acudir a definiciones ad hoc, plia o socio-antropológica de cultura
adaptadas a la fuente de información puede ser restringida a un proceso de
utilizada. De esta forma, generalmen- producción simbólica que incluye ac-
te aparecen en un mismo bloque las tividades generadoras de unos valores
actividades relacionadas con el ocio y
intangibles que se expresan en su ‘di-
la cultura, por lo que resulta obligada
su consideración conjunta. (p. 147)
ferencialidad’ y ‘unicidad’ –el carácter
de prototipo de la creación cultural–,
Para el economista cultural David y en ser bienes y servicios distintos a
Throsby (2001, p. 4) –profesor de la otros. De esta manera, la cultura pue-

10 Se consideran industrias creativas todas aquellas actividades que se generan desde la


combinatoria o la intersección entre tres ámbitos disciplinarios: Arte/Cultura; Empresa/
Innovación y Ciencia/Tecnología (Unctad, 2004, p. 4). Sin embargo, existen distintas pers-
pectivas de análisis sobre dicho concepto. John Howkins (2001) estima que se emplea para
hacer referencia a todas las industrias que generan derechos de autor, patentes, marcas co-
merciales y diseños industriales. En otros contextos, se utiliza para referirse solo a indus-
trias que producen contenido o industrias culturales. Así, Richard Caves (2000) entiende
por industrias creativas las relacionadas con las artes, la cultura y el entretenimiento en
general. También, David Throsby (2001) rescató la cultura en los debates acerca de las
industrias creativas, refiriéndose a productos y servicios culturales que incluyen creativi-
dad en su producción, abarcan algún grado de propiedad intelectual y transmiten signifi-
cado simbólico. Para otros autores el término trata de diferenciarse de la visión filosófica
del concepto de industria de cultura elaborado en 1947 por Max Horkheimer-Theodor
Adorno desde la perspectiva de la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt.

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Hacia la consolidación de los estudios de consumo cultural en Latinoamérica

de ser concebida como el campo de las provocar externalidades difícilmente


producciones simbólicas, que inclu- cuantificables en el mercado. Esta sin-
ye la producción artística tradicional gularidad de la naturaleza de los bie-
nes y servicios culturales es lo que les
(literatura, pintura, música, teatro y
diferencia intrínsecamente del resto
equivalentes), así como el conjunto de de bienes ordinarios de una economía
bienes y servicios relacionados con las e interpone una primera barrera a la
denominadas “industrias culturales” aplicación del análisis económico. La
o “cultura masiva” (radio, televisión, principal dificultad consiste en la con-
revistas, discos, conciertos, recitales, fección y aplicabilidad de una teoría
videos, cable, etc.), la “cultura popu- del valor consistente, no sólo porque
lar” o “cultura folclórica” (artesanías, en los bienes culturales, a diferencia
del resto, pueden distinguirse dos
eventos populares del tipo ferias,
acepciones de valor, indisociables pe-
“fiestas folclóricas”, etc.) y de las diver- ro distintas (valor cultural y valor eco-
sas instituciones “culturales” (casas de nómico) sino porque también resulta
cultura, museos, galerías, etc.) (Stolo- complicado su computo. (Herrero,
vich, Lescano y Mourelle, 2002). 2009, pp. 37-38)
Por ende, el rasgo diferencial de
los estudios e investigaciones sobre
los productos característicos del sec- Qué significa consumir cultura.
tor cultural es la particularidad de los La particularidad del sector
bienes que son centro de análisis, es y campo cultural
decir, los bienes y servicios culturales,
Es posible definir la particularidad del
ya que todos tienen en común una consumo cultural como el conjunto de
triple característica: constituir un es- procesos de apropiación y usos de
fuerzo intelectual o creativo, repre- productos en los que el valor simbóli-
sentar una síntesis de belleza y poseer co prevalece sobre los valores de uso
una carga simbólica, particular o co- y de cambio, o donde al menos estos
lectiva. De esta forma, los bienes cul- últimos se configuran subordinados
turales pueden ser objetos tangibles a la dimensión simbólica [negritas
(una escultura) o servicios intangibles añadidas]. Esta definición permite incluir
(escuchar un concierto), pertenecer en el ámbito peculiar del consumo cultural
a la denominada ‘alta cultura’ (artes no solo los bienes con mayor autonomía: el
plásticas, teatro, música, literatura) conocimiento universitario, las artes que
o llegar hasta prototipos más cerca- circulan en museos, salas de concierto y
nos al mercado como la artesanía o el teatros. También abarca aquellos productos
diseño creativo; pero todos incluyen muy condicionados por sus implicancias
un elemento artístico y una vocación mercantiles (los programas de televisión) o
estética. Además, estos bienes suelen por la dependencia de un sistema religio-
implicar alguna propiedad intelec- so (las artesanías y las danzas indígenas),
tual y muchos de ellos, sobre todo los pero cuya elaboración y cuyo consumo re-
pertenecientes al patrimonio cultural, quieren un entrenamiento prolongado en

Contratexto n.o 24, julio-diciembre 2015 231


Carlos Enrique Guzmán Cárdenas

estructuras simbólicas de relativa indepen- ción metodológica de Cuentas Satélites


dencia (García Canclini, 1999, pp. 42-43). de Cultura (CSC), define al ‘campo cul-
tural’ como un ‘conjunto de activida-
Definitivamente, la cultura es un
des humanas y productos cuya razón
proceso social de producción simbó-
de ser consiste en crear, expresar, inter-
lica, que surge del trabajo creativo. La
pretar, conservar y transmitir conteni-
creación cultural y su difusión social
dos simbólicos’.
constituyen momentos que encierran
la creación de signos, la producción Una vez definido el campo cultural
de soportes materiales de esos signos se hace la distinción entre ‘productos ca-
o de ‘presentaciones en vivo’ de estos, racterísticos’ y ‘productos conexos’. En-
su difusión entre los receptores/con- tre los característicos se consideran los
sumidores y su atesoramiento. Pero, productos típicos de la cultura: libros,
a menudo, la cultura es considerada obras de arte, películas, conciertos, etc.
en un sentido mucho más restrictivo, En los conexos se incluyen los bienes y
como el conjunto de producciones o servicios que hacen parte de los gastos
de productos (bienes y servicios) cul- culturales, tales como videograbadoras,
turales: obras de todo tipo, musicales, cámaras fotográficas, televisores, ra-
teatrales, cinematográficas, televisivas, dios, etc. En una primera aproximación
etcétera. De acuerdo con ello, lo que se podríamos decir entonces que el sector
denomina el sector cultural alcanza un cultural está constituido por:
conjunto de ámbitos de ramas econó-
micas e industriales muy amplio. Se a) el arte, en sus diversas manifesta-
incluyen actividades de creación, pro- ciones (música, teatro, plástica, arte-
ducción, manufactura y distribución sanía, etc.), incluyendo el espectáculo
de bienes y servicios relacionadas con artístico en vivo, el patrimonio cultu-
las siguientes áreas y subáreas: el pa- ral y su conservación (museos, etc.); se
trimonio; artísticas (de la creación) que trata de las “bellas artes” y de otras
abarcan la literatura, las artes visuales, artes excluidas de los conceptos res-
la danza, el teatro, la música; las artes trictivos de cultura;
del espectáculo; los medios de comuni- b) las denominadas industrias cultu-
cación: diarios y revistas, la televisión rales, y
abierta y por suscripción, la radio, y las
artes audiovisuales. En este sentido, c) los medios masivos de comunica-
la cultura toma una dimensión profe- ción (radio, televisión, prensa, etc.)
sional y se ve implicada de inmediato que establecen un nexo, a escala de
con aspectos económicos, gerenciales y masas, entre la producción cultural y
administrativos. El Convenio Andrés los receptores/consumidores de cultu-
Bello (CAB), en los documentos que ra, creando una red por la que circu-
ha publicado a propósito de la elabora- lan los bienes culturales.

232 Contratexto n.o 24, julio-diciembre 2015


Hacia la consolidación de los estudios de consumo cultural en Latinoamérica

Teniendo en cuenta esta clasifica- características que los distinguen del


ción, consumir cultura común de los productos de mercado11.
significa entonces relacionarnos con Su distinción no reside, rigurosamente
una oferta ligada al entretenimiento hablando, solamente en características
(fiestas, celebraciones), a la informa- de la naturaleza de la cultura conside-
ción (periódicos, Internet, revistas, rada como bien económico, se asienta
diarios) y a experiencias estéticas (ar- también en rasgos propios del proceso
tes visuales, conciertos, teatro, etc.), productivo en el sector cultural. Un
pero, al mismo tiempo, satisfacemos
aspecto básico es que estamos hablan-
otras necesidades como la identifi-
do de bienes y servicios que intentan
cación grupal, regional, nacional o
multinacional, nos distinguimos so- satisfacer un tipo de necesidad especí-
cialmente (y simbólicamente), logra- fica: la cultural. Esta es la única carac-
mos sociabilidad con otros por medio terística excluyente con respecto a otro
de ritos (expresión) y apropiación de tipo de productos, y tiene la particula-
espacios públicos (prácticas) y, a la ridad de ser definida por la interacción
vez, participamos (en distintas formas de la demanda y la oferta (Consejo
culturales) en el mundo. (Güell, Peters
Nacional de la Cultura y las Artes de
y Morales, 2010, p. 48)
Chile, 2003, p. 21), contribuyendo a
Pero, ¿cuál es la particularidad determinar la originalidad de estos.
que tendrán los productos culturales? Estamos en presencia de unos produc-
Asumiendo que el sector cultural y tos de características singulares, que
aquellas actividades económicas vin- no cuentan con una definición concisa
culadas a la producción cultural están pero que además no tienen un sentido
conformados por una serie de bienes propio, intrínseco, sino que el consu-
y servicios de distinto tipo, el ‘valor midor cultural le otorga un significado
simbólico’, es decir, la manifestación particular, dependiendo de lo que este
simbólica de una ‘función cultural’ represente para él. Un elemento clave
asociado a estos (valores, creencias, del consumo cultural es el efecto de la
normas, símbolos expresivos) es deter- experiencia y el entrenamiento en be-
minante. Aparte de poseer un impor- neficio de uno mismo al consumir bie-
tante componente público, los bienes nes culturales-creativos; este efecto es
y servicios culturales tienen otras llamado ‘adicción racional’.

11 Según el economista cultural Frey (2000, pp. 15-16) las características que hacen del arte
y la cultura un “bien público” que produce “efectos externos positivos”, cuyos beneficios
no se agotan en las personas que los demandan y ofrecen como bien privado a través del
libre mercado, son: valor de existencia, valor de prestigio, valor de opción o elección, valor
de educación y un valor de legado.

Contratexto n.o 24, julio-diciembre 2015 233


Carlos Enrique Guzmán Cárdenas

Con algunas excepciones, como la puestas en práctica. Los estímulos para


música que se escucha en la radio, los el desarrollo de exploraciones, radio-
productos de las industrias de conte- grafías y mapeos (encuestas, sondeos,
nido cultural y creativo son ‘bienes de informes, etc.) sobre el consumidor
experiencia’. Para complicar más la si- cultural latinoamericano han proveni-
tuación, los bienes culturales-creativos do fundamentalmente de tres ámbitos:
poseen –además de su valor funcio- instituciones gubernamentales de cul-
nal– un valor simbólico y emocional tura (ministerios de cultura y consejos
que es distinto para cada individuo o de artes), espacios académicos (univer-
grupo de individuos; que son irrem- sidades e institutos de investigación)
plazables, ya que responden a nece- e industrias culturales, fundamental-
sidades que no pueden ser cubiertas mente de agencias de mercadeo y pu-
por ningún otro bien. Otro elemento o blicidad. En el marco de formulación
particularidad que dificulta su examen de políticas públicas culturales, los paí-
económico está representado por su ses latinoamericanos están procurando
comportamiento dentro del mercado, definir el perfil de la demanda cultural
pues se comportan de manera diferen- con la aplicación de encuestas naciona-
te a los demás bienes, dado que su per- les de consumo cultural:
manencia o durabilidad en el mercado
Fuentes de información más completa
no puede determinarse a priori.
y reciente, tanto por los aspectos que
se incluyen y se miden como por el
tamaño de la muestra; no solo incluye
El consumo cultural como objeto datos sobre hábitos de consumo sino
de estudio en el espacio geográfico también sobre características socioe-
cultural latinoamericano conómicas, gastos de consumo e in-
gresos de las personas. (Bernat, Mora
y Zuluaga, 2012, p. 174)
[Se puede proponer], que el consumo
cultural se refiere a los distintos ti- No obstante, tal como señala la an-
pos de apropiación de aquellos bie- tropóloga e investigadora mexicana
nes cuyo principal valor percibido es
Ana Rosas Mantecón (2002):
el simbólico, que es producido en cir-
cuitos relativamente diferenciados y A pesar de los importantes avances
que requiere de ciertos conocimien- realizados en los últimos años en tér-
tos especializados para su apropia- minos de construcción teórica y de
ción y uso [negritas añadidas] (Güell, líneas de investigación, el estudio del
Peters y Morales, 2010, p. 48). consumo cultural se sigue planteando
como un doble desafío: teórico [cursivas
Nos hallamos frente a un campo del co- añadidas], porque no se ha construi-
nocimiento, de muy reciente impulso, do aún un enfoque transversal capaz
fecundo en la diversidad de vetas que de describir y explicar los procesos de
se han explorado y en las metodologías consumo cultural, que son regulados

234 Contratexto n.o 24, julio-diciembre 2015


Hacia la consolidación de los estudios de consumo cultural en Latinoamérica

por racionalidades diversas (econó- información sobre el tema y esta baja


micas, políticas, simbólicas) y que se tasa de respuesta no debe ser conside-
encuentran íntimamente vinculados rada como una señal de falta de inte-
a una gama amplia de prácticas y fe-
rés, sino más bien, deberse al hecho de
nómenos sociales que los atraviesan
y condicionan; metodológico [cursivas
que el contenido abordado constituye
añadidas] también, puesto que no se un área de actividad muy específica,
han evaluado suficientemente los al- con un marcado carácter de frontera y
cances y límites de la aplicación de una incorporación tardía de nuestras
técnicas cualitativas (como la entre- instituciones gubernamentales de cul-
vista individual y grupal, la ­historia tura (ministerios de cultura y consejos
de vida y el relato, el análisis del dis- de artes) y espacios académicos.
curso, la observación participante,
etc.) y cuantitativas (la encuesta). (p. 9) En el ámbito latinoamericano des-
tacan las investigaciones realizadas,
Haciendo nuestras las reflexiones entre otros, por Óscar Landi, Patri-
de Ana Rosas Mantecón (2002, p. 8) cia Terrero, María Cristina Mata, No-
sobre este tema, podemos señalar que ra Mazzioti, Ana Wortman, Rubens
en el espacio geográfico cultural ibe- Bayardo, Florencia Saintout, Natalia
roamericano, no significa que se trate Ferrante, Luis Alberto Quevedo, Ro-
de una línea de investigación inédita berto Bacman, Lelio Alberto Mármora
o de una acción política cultural por y Marcelo Padilla (Argentina); Marce-
construir; por el contrario, las publi- lo Guardia Crespo (Bolivia); Antonio
caciones sobre el consumo cultural Arantes, Silvana Rubino, Sergio Miceli,
tienen una historia propia en el pensa- Nilda Jacks y Ana Carolina Escosteguz
miento sociocultural latinoamericano, (Brasil); Guillermo Sunkel, José Joaquín
la cual nos permite orientar nuevos Brunner, Carlos Catalán, Valerio Fuen-
desafíos investigativos. Lo que sí es zalida Fernández, Alicia Barrios, Pablo
cierto es que han derivado en intentos Torche, Cristian Antoine, Modesto Ga-
aislados sin continuidad y sin el debi- yo, María Luisa Méndez, Pedro Güell
do reconocimiento por la instituciona- Villanueva, Tomás Peters Núñez y
lidad pública cultural –sobre todo en la Rommy Morales Olivares (Chile); Jesús
obtención de recursos financieros por Martín-Barbero, María Patricia Téllez,
los costos de las encuestas de carácter Sonia Muñoz, Helena Useche Aldana
nacional– para realizar este tipo de y Germán Rey (Colombia); Ana Cecilia
estudios, cuya naturaleza es esencial- Montilla y Carlos Ávalos (Costa Rica);
mente interdisciplinaria (sociología de Cecilia Linares, Yisel Rivero, Pedro
la cultura, antropología social, semióti- E. Moras y Yosleidy Mendoza (Cuba);
ca, estética de la recepción, estadística, Amparo Marroquín Parducci (El Sal-
comunicación, psicología social, etc.). vador); Víctor Fernández Blanco, Juan
Es capital acentuar que no todos los Prieto Rodríguez, Cristina Muñiz Arti-
países latinoamericanos han aportado me, Rubén Gutiérrez del Castillo, Jordi

Contratexto n.o 24, julio-diciembre 2015 235


Carlos Enrique Guzmán Cárdenas

López Sintas, Ercilia García Álvarez, Para el año 2014 se incorporó la Re-
Luis Enrique Alonso, Aniano Hernán- pública Dominicana a la lista de paí-
dez Guerra, Manuel Cuadrado y José ses de América Latina y el Caribe que
Luis Piñuel Raigada (España); Néstor realizan estudios de consumo cultu-
García Canclini, Ana Rosas Mantecón, ral para la evaluación de sus políticas
Mabel Piccini, Eduardo Nivón Bolán, culturales, con los resultados de su
Guillermo Orozco, María Rebeca Padi- primera Encuesta Nacional de Consu-
lla de la Torre, Graciela Schmilchuk, Jo- mo Cultural (en adelante, ENCC-RD
sé Carlos Lozano, Lorena Frankenberg 2014). La ENCC-RD 2014 fue realizada
y José Antonio Meyer Rodríguez (Mé- por un equipo multidisciplinario del
xico); Hugo Achugar, Sandra Rapetti, Ministerio de Cultura y el Banco Cen-
Susana Dominzain, José Mourelle, Luis tral de la República Dominicana como
Stolovich, Graciela Lescano, Rosario Módulo de la Encuesta Nacional de
Radakovich, Debora Duarte, Luisina Fuerza de Trabajo (en adelante, ENFT)
Castelli Rodríguez y Rosario Sánchez ­­–aplicada de manera semestral en
Vilela (Uruguay); Marcelino Bisbal, los meses de abril y octubre de cada
Pasquale Nicodemo, Jesús María Agui- año– para dar apoyo al proyecto Cuen-
rre, Tulio Hernández, Carlos Guzmán ta ­Satélite de Cultura de la República
Cárdenas, Emilia Bermúdez, Natalia ­Dominicana (en adelante, CSC-RD). De
Sánchez, Gustavo Hernández Díaz y allí que la República Dominicana, jun-
Carlos Delgado Flores (Venezuela). to a otras naciones como Argentina12,

12 Consúltese: Secretaría de Medios de Comunicación de la Jefatura de Gabinete de


Ministros de la Presidencia de la Nación (2005). Sistema Nacional de Consumos Culturales-
SNCC. Agosto 2005. Uno. Buenos Aires. Argentina. Sistema de Información Cultural de la
Argentina (SInCA); Secretaría de Medios de Comunicación de la Jefatura de Gabinete de
Ministros de la Presidencia de la Nación (2006). Sistema Nacional de Consumos Culturales-
SNCC. Marzo 2006. Dos. Buenos Aires. Argentina. Sistema de Información Cultural de la
Argentina (SInCA); Secretaría de Medios de Comunicación de la Jefatura de Gabinete de
Ministros de la Presidencia de la Nación (2006). Sistema Nacional de Consumos Culturales
SNCC. Noviembre 2006. Tres. Buenos Aires. Argentina. Sistema de Información Cultural de
la Argentina (SInCA); Secretaría de Medios de Comunicación de la Jefatura de Gabinete
de Ministros de la Presidencia de la Nación (2008). Sistema Nacional de Consumos Culturales
SNCC. Marzo 2008. Cuatro. Buenos Aires. Argentina. Sistema de Información Cultural
de la Argentina (SInCA); Dirección Nacional de Industrias Culturales (2013). Encuesta
Nacional de Consumos Culturales y Entorno Digital. Argentina. Sistema de Información
Cultural de la Argentina (SInCA).
13 Se recomienda consultar y evaluar los estudios del Instituto Nacional de Estadísticas co-
rrespondientes a los años: (2009) Enfoques estadísticos. Encuesta exploratoria de uso de tiem-
po libre en el Gran Santiago. Boletín Informativo del Instituto Nacional de Estadísticas.
Santiago de Chile. Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. INE Chile. Mayo; (2008)

236 Contratexto n.o 24, julio-diciembre 2015


Hacia la consolidación de los estudios de consumo cultural en Latinoamérica

Chile13, Colombia14, Costa Rica15, Cu- la19 se incorpore en la construcción


ba16, México17, Uruguay18 y Venezue- ­i nstitucional de una mirada prospec-

Enfoques estadísticos. Cultura y tiempo libre. Boletín Informativo del Instituto Nacional de
Estadísticas. Santiago de Chile. Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. INE Chile.
Enero; (2006) Enfoques estadísticos. Los chilenos y la cultura. Boletín Informativo del
Instituto Nacional de Estadísticas. Santiago de Chile. Consejo Nacional de la Cultura
y las Artes. INE Chile; (2006a) Enfoques estadísticos. Los chilenos y la cultura. Boletín
Informativo del Instituto Nacional de Estadísticas. Santiago, Chile. Diciembre. Consejo
Nacional de la Cultura y las Artes. INE Chile. Véase Gobierno de Chile (2007) Encuesta de
consumo cultural 2004-2005. Valparaíso, Chile. Programa Encuesta de Consumo Cultural.
Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Departamento de Planificación y Estudios.
Unidad de Estudios y Documentación; Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (2009)
Segunda ENPCC. Encuesta Nacional de Participación y Consumo Cultural. Santiago, Chile.
Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Ediciones Cultura; Consejo Nacional de la
Cultura y las Artes (2009). Encuesta Nacional de Participación y Consumo Cultural.
Síntesis descriptiva. Estudios. Santiago de Chile. Consejo Nacional de la Cultura y las
Artes. Unidad de Estudios y Documentación, Departamento de Planificación y Estudios;
Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (2013) Encuesta Nacional de Participación y
Consumo Cultural. Análisis descriptivo. ENPCC 2012. Estudios. Santiago, Chile. Consejo
Nacional de la Cultura y las Artes. Publicaciones Cultura; Consejo Nacional de la Cultura
y las Artes (2014) Análisis y levantamiento cualitativo: Participación y prácticas de consumo cul-
tural. Informe final. Santiago de Chile. Sección Observatorio Cultural del Departamento de
Estudios del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
14 Consultar y evaluar: Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (2008) En­
cuesta de Consumo Cultural 2007. Informe de Resultados. Bogotá, Colombia. Dirección de
Regulación, Planeación, Estandarización y Normalización (Dirpen), abril; Departamento
Administrativo Nacional de Estadísticas (2009) Encuesta de Consumo Cultural 2008. Informe
de Resultados. Bogotá, Colombia. Dirección de Regulación, Planeación, Estandarización y
Normalización (Dirpen), marzo; Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas
(2010) Encuesta de Consumo Cultural 2010. Informe de Resultados. Bogotá, Colombia. Direc­
ción de Regulación, Planeación, Estandarización y Normalización (Dirpen). Todos los
datos son expandidos con proyecciones de población, con base en los resultados del
Censo de Población 2005; Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (2013)
Encuesta de Consumo Cultural 2012. Informe de Resultados. Bogotá, Colombia. Dirección de
Regulación, Planeación, Estandarización y Normalización (Dirpen), abril. Todos los datos
son expandidos con proyecciones de población, con base en los resultados del Censo de
Población 2005; Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (2014) Encuesta de
Consumo Cultural 2014. Informe de Resultados. Bogotá, Colombia. Dirección de Regulación,
Planeación, Estandarización y Normalización (Dirpen), diciembre. Periodo de recolección
agosto-septiembre 2014.
15 Consultar Montilla, A. C. y Ávalos, C. (2012). Análisis de la encuesta de prácticas y hábitos cultu-
rales de Costa Rica 2010-2011. San José de Costa Rica: Ministerio de Cultura y Juventud.

Contratexto n.o 24, julio-diciembre 2015 237


Carlos Enrique Guzmán Cárdenas

tiva latinoamericana sobre los cam- estadística e índices básicos generales


bios en la producción, circulación y sobre hábitos, prácticas/asistencia y
consumo de nuestros productos cul- gastos realizados por los hogares en
turales, proporcionando información la adquisición de bienes creativos-

16 Véanse Linares, C., Rivero, Y., y Moras, P. E. (2008). Participación y consumo cultural en
Cuba. La Habana: Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello; Linares, C.,
Rivero, Y., Moras, P. E., y Mendoza, Y. (2010). El consumo cultural y sus prácticas en Cuba. La
Habana: Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello.
17 Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (2004). Encuesta nacional de prácticas y con-
sumo culturales. México, D. F.: Conaculta; Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
(2010). Encuesta nacional de hábitos, prácticas y consumo culturales. México, D. F.: Conaculta;
Goldin, D. (Ed.) (2006). Encuesta nacional de lectura. Informes y evaluaciones. México, D. F.:
UNAM‐Conaculta; Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (2009). Encuesta a públi-
cos de bibliotecas 2008. Informe de resultados. México, D. F.: Conaculta; Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes (2008). Encuesta a públicos de librerías 2007-2008. Informe de re-
sultados. México, D. F.: Conaculta; Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (2009).
Encuesta a públicos de la Orquesta Sinfónica Nacional 2009. Informe de resultados. México, D. F.:
Conaculta; Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (2009). Encuesta a públicos de tea-
tros 2009. Informe de resultados. México, D.F.: Conaculta; Consejo Nacional para la Cultura
y las Artes (2009). Encuesta a públicos de museos 2008-2009. Informe de resultados. México,
D. F.: Conaculta; Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) (2012). Encuesta
nacional de consumo cultural de México. México, D. F.: Instituto Nacional de Estadística y
Geografía/Conaculta.
18 Achugar, H., Rapetti, S., Dominzain, S., y Radakovich, R. (2003). Imaginarios y consumo
cultural. Primer informe sobre consumo y comportamiento cultural. Uruguay 2002. Montevideo:
Universidad de la República Uruguay/CEIL/Ediciones Trilce; Dominzain, S., Rapetti, S.,
y Radakovich, R. (2009). Imaginarios y consumo cultural. Segundo informe nacional sobre con-
sumo y comportamiento cultural. Uruguay 2009. Montevideo: Universidad de la República
Uruguay/Ministerio de Educación y Cultura; Dominzain, S., Radakovich, R., Duarte, D.,
y Castelli Rodríguez, L. (2014). Imaginarios y consumo cultural. Tercer informe nacional sobre
consumo y comportamiento cultural. Uruguay 2014. Montevideo: Universidad de la República
Uruguay/Ministerio de Educación y Cultura.
19 Consúltese: Bisbal, M., Nicodemo, P., Aguirre, J. M., Guzmán Cárdenas, C. E., Pellegrino,
F., y Pilato, E. (1998). El consumo cultural del venezolano. Caracas: Fundación Centro Gumilla
y Consejo Nacional de la Cultura (Conac); Bisbal, M., y Nicodemo, P. (2007). Nuevos me-
dios para ¿nuevas prácticas? Revista Comunicación. Estudios Venezolanos de Comunicación,
138, pp. 38-54. Caracas: Centro Gumilla; Bisbal, M., Nicodemo, P. (1997). El valor de la cul-
tura. El consumo cultural del venezolano. En Demoscopio Venezuela. Tendencias y perspecti-
vas 1996-1997, pp. 43-48. Caracas: COSAR Grupo Comunicacional; Bisbal, M., y Nicodemo,
P. (2010).El consumo del venezolano en la comunicación y la cultura. Internet avanza pero
la TV no cede. Revista SIC, 725. Dosier, 211-222.

238 Contratexto n.o 24, julio-diciembre 2015


Hacia la consolidación de los estudios de consumo cultural en Latinoamérica

culturales, disponibles en República tracción de los mercados; las ciencias


Dominicana, con el fin de propiciar la sociales se han interesado por los fac-
elaboración de la CSC-RD. tores cualitativos que determinan las
Puede advertirse, por consiguien- interacciones sociales. En términos ge-
te, que en los estudios de consumo nerales, se puede plantear, en la línea
y demanda cultural el cotejo de las propuesta por la Corporación Centros
prácticas, hábitos, preferencias y com- de Estudios, Investigación y Comuni-
portamientos del consumidor cultu- cación Social (Ceicos) (1998), que con-
ral, ligados a valores simbólicos, entre cebiremos al consumo cultural como:
cuyas características destaca la inma- La serie de actividades y actitudes
terialidad o la “espiritualidad” como individuales y grupales, públicas y
atractivos dominantes, resulta estra- privadas de los ciudadanos, en las
tégico para ‘reconocer y reafirmar la cuales compran, usan, asisten, ven,
diversidad de expresiones culturales’. escuchan, sienten, disfrutan e interac-
túan con la diversa gama de la oferta
Además, para conocer las ‘imágenes
cultural. Este se refiere al fenómeno
e imaginarios en virtud de las cuales causado por el conjunto de personas,
una sociedad se reproduce’, y en parti- parejas, familias, grupos homogéneos
cular, para la aplicación de políticas y y heterogéneos, de legos, cultos y afi-
medidas tomando en cuenta los perfi- cionados en el terreno cultural, y ha-
les de identidades a través de la cual se cen parte del llamado capital cultural
reconoce a ‘sí misma’ y cambia, a fin de y humano de la sociedad y la econo-
instrumentar este discernimiento para mía modernas. (p. 94)
una gestión cultural democrática. Re- Y entenderemos por consumidor
querimos de precisiones muy afinadas cultural:
que nos digan ‘cómo se está moviendo
La persona o las personas que estable-
el ciudadano en orden a lo simbóli-
cen relaciones de uso, valor, apropia-
co que no es más que su producción ción o apreciación con cualquier área
y consumo cultural’. No obstante, la o elemento de la oferta cultural. Este
primera dificultad para abordar el te- es comúnmente el comprador, espec-
ma ha sido la discusión sobre lo que tador, asistente o usufructuante del
en definitiva se podrá entender como elemento y/o acto cultural, de los bie-
“consumo” y, por supuesto, por “con- nes materiales y simbólicos. Este está
sumo cultural”. En general, siempre mediado por una relación mercantil,
benéfica, altruista o de goce, con el pa-
ha estado asociado a gastos suntua-
norama cultural del entorno público o
rios, escenarios del control económico privado. Puede ser un aficionado, un
o consumismo. Los economistas, de artista, un especialista, un estudiante,
manera bastante compleja, lo explican un lego, un individuo solitario, una pa-
por relaciones entre precios y salarios, reja, una familia o un grupo ocasional
inflación e índices de precios al con- o intencionalmente interesado en la
sumidor, leyes de expansión y con- actividad cultural. (Ceicos, 1998, p. 94)

Contratexto n.o 24, julio-diciembre 2015 239


Carlos Enrique Guzmán Cárdenas

Lo cierto del caso es que, acercán- interés se ha ido asentando progresiva-


donos a una noción proveniente de mente en el espacio geográfico cultural
distintas disciplinas, podríamos de- iberoamericano, donde son especial-
finirlo como un acto donde las clases mente relevantes los casos de España,
y grupos compiten por la apropiación México, Colombia, Chile y Argentina,
del producto social, que distingue y en menor medida Uruguay, Costa
simbólicamente, integra y comunica, Rica, Cuba y Venezuela. Generalmen-
objetiva los deseos y ritualiza su satis- te se entiende por consumo cultural el
facción (García Canclini, 1999). Desde acceso a bienes y servicios tales como
esta perspectiva, la determinación de libros, discos y fonogramas, funciones
las características del consumo cultu- de cine, conciertos, representaciones
ral del espacio geográfico cultural de teatrales y danza, diarios, revistas, te-
América Latina y el Caribe exige la su- levisión, etc.; es decir, los productos
peración de las concepciones unilate- originados por el conjunto de ámbitos
rales y el reconocimiento de la función productivos que conforman el sector
del consumo en la vida social. Por en- cultural. Se habla de públicos de mu-
de, es pertinente tener un conocimien- seos o de teatro, espectadores del cine,
to cabal acerca de: audiencias de medios radioeléctricos,
receptores audiovisuales, abonados de
1. La segmentación de los públicos y televisión por suscripción, internautas
los cambios en las pautas de consu- del ciberespacio, comunidades de redes
mo cultural. sociales, net-compulsivos del comercio
2. La recomposición de los espacios electrónico, pero en realidad solo hay
culturales ante la hibridación de los ‘consumidores híbridos’, aunque cabe
múltiples procesos simbólicos que se preguntarse –como apunta el Consejo
cruzan y fecundan mutuamente. Nacional de la Cultura y las Artes en
la Encuesta Nacional de Participación
y Consumo Cultural de Chile del año
El interés de los estudios de consumo
2012 (2013, p. 18), por la presencia de
cultural en Latinoamérica
consumidores culturales omnívoros en
El análisis del consumo de bienes y ser- nuestro espacio geográfico e indagar
vicios culturales, así como la reflexión respecto a cuáles son los segmentos
en torno a los usos del tiempo libre, han sociales más cercanos al ‘omnivorismo
adquirido un inusitado protagonismo cultural’, que se destacarían por consu-
en los últimos veinticinco años en la mir sin distinción alta cultura y cultura
reflexión de las ciencias sociales, las popular, asociadas respectivamente a
teorías de la comunicación, el marketing las clases dominantes y dominadas, es
y, más en general, en la formulación decir, el consumidor omnívoro va al ci-
de políticas públicas culturales. Dicho ne y a la ópera, escucha música clásica,

240 Contratexto n.o 24, julio-diciembre 2015


Hacia la consolidación de los estudios de consumo cultural en Latinoamérica

folclórica y romántica. De igual manera, de vocación nacionales realizados por


investigar la evolución de la asociación instituciones gubernamentales de cul-
entre ‘prestigio y consumo cultural’ y tura en América Latina, con el propó-
los cambios que ha experimentado esta sito de tener una visión del consumo
relación como consecuencia del desdi- cultural en América Latina. Es impor-
bujado incentivo social –entendido co- tante destacar dos estudios de cober-
mo prestigio académico– que movía las tura iberoamericana.
prácticas culturales aspiracionales. El primero refiere a la investi-
Un enfoque transversal de consu- gación titulada La industria cinema-
mos, así como el estudio de sus arti- tográfica y su consumo en los países de
culaciones entre distintos hábitos y Iberoamérica20 (2004) y coordinada por
prácticas culturales revelaría los perfi- Carlos Enrique Guzmán Cárdenas en
les y requerimientos complejos de los el marco del convenio internacional
‘destinatarios/beneficiarios/­usuarios’ Ininco-CAACI. El objetivo general
de cada producto. Estas demandas de correspondió a una investigación des-
conocimiento hacen necesario exami- criptiva, de tipo analítico-documen-
nar en forma conjunta –con un enfoque tal, con un enfoque diacrónico, para
descriptivo antes que de exhaustivi- indagar comparativamente cómo se
dad–, algunos estudios y encuestas han modificado los elementos y las

20 Guzmán Cárdenas, C. E. (2004). La industria cinematográfica y su consumo en los países de


Iberoamérica. Caracas: Venezuela. Investigación realizada para Conferencia de Autoridades
Audiovisuales y Cinematográficas de Iberoamérica (CAACI), con la colaboración del Centro
Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC) de Venezuela. Equipo de investigación:
Yolanda Quintero Aguilar y Alfredo Caldera. Del mismo autor, Guzmán Cárdenas, C. E.
(2006). La industria cinematográfica y su consumo en los países de Iberoamérica. Un aná-
lisis comparativo diacrónico. En Anuario Ininco/Investigaciones de la Comunicación. Caracas:
Universidad Central de Venezuela, Instituto de Investigaciones de la Comunicación, Facultad
de Humanidades y Educación. Volumen 18, N.° 1, pp. 57-118; (2001) La demanda, la pobreza,
la inversión y el consumo cultural en Venezuela. Revista Comunicación. Estudios Venezolanos de
Comunicación, 113, 12-19. Caracas: Centro Gumilla; (1998) La ciudad como objeto de consumo
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y Consejo Nacional de la Cultura (Conac); (1996) La demanda del ‘nosotros’: descubriendo la
ciudad como acontecimiento de consumo cultural. En Bisbal, M., y Nicodemo, P. (coordina-
ción). Nuevas fronteras. Medios, comunicación y poder, pp. 115-130. Caracas: Fundación Carlos
Eduardo Frías/Universidad Central de Venezuela; (1995) Asimetrías de la urdimbre cultu-
ral venezolana. Políticas culturales y públicos. Revista Comunicación. Estudios Venezolanos de
Comunicación, 92, 5-21. Caracas: Centro Gumilla; (1995a) Políticas culturales y públicos. En
Museos Ahora, 3, 27-40. Caracas: Dirección General Sectorial de Museos del Consejo Nacional
de la Cultura. Museos y Público.

Contratexto n.o 24, julio-diciembre 2015 241


Carlos Enrique Guzmán Cárdenas

relaciones que componen la estructu- acceso a los bienes y servicios cultura-


ra del consumo cultural cinematográ- les y su participación en ellos. Al final,
fico que se está desarrollando en los se plantean dos preguntas de interés:
países miembros de la Conferencia de ¿cómo valora usted la oferta cultural
Autoridades Audiovisuales y Cine- realizada en su país en los diez años
matográficas de Iberoamérica (CAA- anteriores? y ¿qué expectativas tiene
CI), en el periodo de 1989-2005, en sobre la oferta cultural en los próxi-
atención a los resultados de las más mos diez años? La investigación se
importantes y rigurosas investigacio- elaboró y desarrolló a lo largo de 2013,
nes académicas y estudios de opinión y el informe final se preparó en el pri-
especializados, a fin de instrumentar mer semestre de 2014.
los resultados en el diseño de políti- En términos generales, los hallaz-
cas culturales. gos principales de dicha encuesta para
En tal sentido, la intencionalidad el espacio geográfico cultural latino-
analítica de la investigación, en su americano –se consultaron 16 países
enfoque diacrónico, fue el de propor- de la región; Panamá y República
cionar una visión del “estado del arte” Dominicana no fueron incluidos en
sobre las producciones académicas y la última fase del estudio por incon-
estudios de mercado especializados gruencias en los datos reportados– se-
que compartían el común denomina- ñalan como principales conclusiones
dor de explorar las dimensiones de (OEI, 2014, pp. 159-165) que:
consumo audiovisual del espectador • Los porcentajes de los latinoame-
cinematográfico (cinéfilo). ricanos encuestados que ‘no han ac-
El segundo estudio es la Encuesta cedido «nunca o casi nunca»’ a las
latinoamericana de hábitos y prácticas cul- actividades mencionadas en la en-
turales (2013), auspiciada por la Orga- cuesta son: 68 % a conciertos, recitales,
nización de Estados Iberoamericanos etc.; 67 % al teatro; 65 % al cine; 62 % a
(OEI), con el apoyo técnico de la Cor- patrimonio material; 60 % celebración
poración Latinobarómetro. comunitaria; 55 % correo electrónico/
Se indican los hábitos de consu- Internet; 53 % computadora; 45 % lec-
mo cultural en una gran variedad de tura por profesión/­estudio; 42 % lectu-
dimensiones: lectura de periódicos y ra por diversos motivos; 40 % video; y
libros, televisión, radio, cine, teatro, vi- música grabada 32 %.
deo, música, la utilización de compu- • Mientras en Europa nos encontra-
tadoras, el acceso al correo electrónico, mos con un 32 % de ciudadanos que
Internet y redes sociales, las visitas no han leído un libro en los últimos
a lugares del patrimonio cultural, la doce meses, en América Latina este
celebración de eventos culturales, la porcentaje es de 42 %. La ‘no asisten-
asistencia a conciertos y, en general, el cia al teatro’ en Europa alcanza al 72

242 Contratexto n.o 24, julio-diciembre 2015


Hacia la consolidación de los estudios de consumo cultural en Latinoamérica

% de la población y en América Latina • Las variables que mayor peso tie-


al 67 %, y la ‘no asistencia a concier- nen, con gran diferencia sobre las
tos’ se sitúa en un 65 % en Europa y demás, son el nivel socioeconómico
un 68 % en América Latina. y, sobre todo, el nivel educativo. Hay
• Las actividades culturales más fre- dos actividades que están muy exten-
cuentadas son la audición de música, didas entre los ciudadanos: escuchar
el video y la lectura. Son prácticas que radio y ver televisión. Las diferencias
pueden realizarse en múltiples con- de género, edad, nivel de estudios y
textos (hogar, desplazamientos), de nivel socioeconómico se reducen en
forma individual o en grupo, con to- estos casos al mínimo.
tal libertad de horarios. Y por lo gene- • La edad marca también una cierta
ral, tienen un cierto carácter gratuito, diferencia, más acentuada como era de
en el sentido de que no es necesario esperar en lo que se refiere al uso de la
el pago de una entrada cada vez que computadora e Internet. Sin embargo,
uno realiza dicha práctica, aunque en si nos referimos a la lectura como pla-
algunos casos sí pueda suponer un cer, la asistencia al teatro o la visita a
cierto desembolso inicial. lugares patrimoniales, la diferencia de
• En el extremo contrario se sitúa la frecuencia entre los jóvenes y los ma-
asistencia a conciertos, al teatro o al yores es significativamente menor que
cine. Estas prácticas requieren la asis- en otras prácticas culturales.
tencia a un evento, en lugar y horas de-
• La variable género marca diferen-
terminados, y, por lo general, el pago
cias de frecuencia mucho menores que
de una entrada.
las otras tres variables en casi todas
• La casi totalidad de la población la- las prácticas estudiadas. Las diferen-
tinoamericana oye radio y ve la televi- cias por razones de género llegan a ser
sión. Son, sin duda, las prácticas más prácticamente inexistentes en lo que
extendidas. Las diferencias de género, se refiere a lectura por placer, a cele-
edad, nivel de estudio y nivel socioe- braciones comunitarias y a visitas a
conómico no son en este caso especial- lugares patrimoniales.
mente significativas, aunque existen. El
número de horas semanales destinadas
a estas prácticas pudiera parecer eleva- Consideraciones finales
do, pero está en línea con lo que sucede
Es evidente que los estudios sobre el
en otras regiones del mundo.
consumo cultural, más que encuestas
• En una zona intermedia se sitúan dos de opinión, son interpretaciones de
prácticas relacionadas con las ­nuevas datos con fines estratégicos que nos
tecnologías de la ­comunicación: el uso ofrecen una visión del consumidor
del correo e­ lectrónico y la Internet. cultural, acercándonos a su forma de

Contratexto n.o 24, julio-diciembre 2015 243


Carlos Enrique Guzmán Cárdenas

pensar, a sus actitudes ante el consu- de Economía Institucional, 27(14),


mo de productos y servicios culturales 165-192.
ofrecidos; bien sea por la administra- Blondet Hernández, R. A. (2015). In­forme
ción pública que dirige las políticas de cobertura del análisis de resultados
culturales nacionales, o por el sector de la Encuesta Nacional de Consumo
privado empresarial. Cultural ENCC-RD-2014. República
Potencialmente, la realización de Do­mi­nicana. Coordinación Educativa
encuestas de consumo cultural en el y Cultural Centroamericana. Sistema
espacio geográfico cultural latinoame- de Inte­gración Centroamericano
ricano vienen a ser herramientas es- (CECC-SICA). Mimeografiado.
tratégicas de formulación y evaluación Catalán, C., y Sunkel, G. (1992). Algu­
de políticas públicas culturales, indis- nas tendencias en el consumo de bienes
pensables dentro del delicado proceso culturales en América Latina. Docu­
implícito en la toma de decisiones para mento de Trabajo Flacso. Programa
la inversión cultural, pues basado en Chile. Serie: Educación y Cultura
el conocimiento que se tenga del con- N.° 27. Santiago de Chile.
sumidor, de la oferta y demanda, se
Catalán, C., y Torche, P. (Eds.). (2005).
estará en capacidad de dar un enfoque
Consumo cultural en Chile: miradas
más preciso a los planes y programas
y perspectivas. Santiago de Chile:
de desarrollo cultural.
Consejo Nacional de la Cultura y
En este sentido, conocer el perfil del las Artes, Instituto Nacional de Es­
consumidor cultural latinoamericano tadísticas y La Nación.
es identificar sus cualidades cultura-
Cepal. (2014). Cultura y ­desarrollo eco-
les, ante aspectos particulares y espe-
nómico en Iberoamérica. Madrid:
cíficos, a través de una serie de tópicos
Organización de Estados Iberoame­
relacionados con sus actividades, inte-
ricanos para la Educación, la Cien­
reses y opiniones, con el fin de confi-
cia y la Cultura (OEI).
gurar patrones de usos y apropiación
simbólica, y lo más importante: adver- Consejo Nacional de la Cultura y las
tir la “demanda cultural y la forma- Artes de Chile. (2003). Impacto de
ción de públicos” en nuestro espacio la cultura en la economía chilena: par­
geográfico cultural. ticipación de algunas actividades cultu­
rales en el PBI y evaluación de las fuentes
estadísticas disponibles. Colección
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244 Contratexto n.o 24, julio-diciembre 2015


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