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¿Desarrollo o beneficencia?

(I)
Para nuestros propósitos vamos a definir desarrollo como aquel crecimiento económico de
carácter permanente y del cual participan los habitantes; y beneficencia como la actividad
económica de carácter temporal y de la cual se benefician los habitantes. El primero,
desarrollo, es cómo el jardinero que llega a una casa todas las semanas, en el día acordado,
presta servicios necesitados, que tienen valor ya que alguien está dispuesto a pagar por estos,
y la actividad tiene cierta permanencia; el segundo, beneficencia, es lo que podríamos llamar
el efecto “cora”, como el necesitado en la esquina, le da la “cora” y temporalmente lo hizo
menos necesitado, consumida la “cora” regresa a su previo estado, depende totalmente del
beneficiador. Todas las iniciativas de desarrollo sostenible desde 1991 terminan como
proyectos de beneficencia, con beneficiarios temporales de dichas iniciativas; media vez la
intervención exógena termina así acaba el beneficio. Estas iniciativas no han producido los
resultados esperados en términos de desarrollo sostenible, no importa el modelo de
cooperación, conducción o ejecución, no echan raíces. Los políticos hablan de polos de
desarrollo, el Puerto de La Unión, el “Elefante blanco” lo llamó el Embajador en funciones de
Estados Unidos; de detonantes de desarrollo, El FOMILENIO I , “hay muchas cosas rescatables”
dijo recién la Embajadora de también ese país respecto al famoso compacto, con solo el uso
del calificativo “rescatable” lo dijo todo; el hostal en la isla Meanguera, entregado hasta con
la vajilla puesta, hoy en ruinas; el muelle artesanal en La Unión, nunca usado a juzgar por las
guías de la plataforma hidráulica; cooperativas, ciudadelas; basta con tomar la Litoral hacia el
oriente del país y ver las vallas de otrora sendos proyectos de cooperación, fenómeno no de
región sino de país ¡No pegamos una! Que hay beneficiados nos dicen ¡claro que sí! Que hay
desarrollo sostenible ¡claro que no! A juzgar por los indicadores socio económicos el único
proyecto exitoso que tenemos son las remesas. Este fenómeno no es nuevo, ya en 1994 la
administración Calderón Sol identifica una inversión hecha de 247 millones de dólares,
durante un período de tres años, en aproximadamente 17 proyectos, sin efecto alguno en
términos de desarrollo. Constantemente se anuncian millones en préstamos, donaciones o
asignaciones propias y por ende las grandes inversiones, millones aquí, millones allá, y aun así
vamos en franco deterioro, y esto no es una peculiaridad de este gobierno sino de todos
(postguerra). ¿Falta de seguridad jurídica? Nicaragua, una dictadura sin seguridad jurídica
alguna atrajo en 2013 casi seis veces más IDE que El Salvador, con los Estados Unidos como el
inversionista más grande ¿violencia? véase la inversión de la industria automotriz en México,
es enorme; Honduras recibe casi ocho veces la IDE nuestra. (Central American Data, enero
2014). Es razonable concluir que hay algo mas en juego que no nos permite crear las
condiciones apropiadas para un desarrollo sostenible. Dice un buen amigo, alto ejecutivo en
organismos de cooperación, que no hay parte de nuestro querido El Salvador que no haya sido
estudiado, diagramado, diagnosticado y cuadriculado, desde cuanto ángulo o punto de vista
existe, por existir o por inventar, y siempre con la misma conclusión “estamos jodidos, hay que
invertir en educación, salud e infraestructura” y se invierte y los resultados siempre terminan
en beneficencia y no en el tan deseado desarrollo socio económico sostenible. Algo más está
en juego y necesitamos entenderlo: los actores, su papel, estructuras legales, estructuras
operativas, oportunidades de despegue. En nuestra próxima entrega examinaremos cual ha
sido el papel del gobierno Central en el tema. Dios, Unión, Libertad.

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