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Migración y oportunidades

Garantizar servicios basicos a venezolanos y a colombianos que retornaron es


una decisión correcta.
La llegada masiva de venezolanos y de colombianos que residían en el país vecino es
una realidad y un desafío para la sociedad y las instituciones. De cara a este fenómeno
hay muchas maneras de reaccionar, desde la nefasta xenofobia hasta la negación,
pasando por la solidaridad y el reto de convertir esta crisis migratoria en una
oportunidad.

El decreto 1288 que firmó la semana pasada el presidente Juan Manuel Santos deja
claro, por fortuna, que esta última opción, con sentido humanitario, sigue siendo la
asumida por el país. Y esto es una buena noticia: ojalá esta línea sea también la del
nuevo gobierno. Las señales vistas hasta ahora permiten ser optimistas.

La medida les garantiza, a 442.462 venezolanos que se inscribieron en el registro


habilitado a comienzos de año por el Gobierno, acceso a servicios básicos, a la vez que
les ofrece a los colombianos que han retornado posibilidades de encontrar nuevos
rumbos para sus vidas.

Gracias al decreto, los venezolanos podrán acceder a la atención de urgencias, afiliarse


al sistema de seguridad social a través del Sisbén, además de dárseles asistencia
prenatal a las mujeres embarazadas. La norma también establece facilidades para
convalidar títulos educativos y les abre las puertas a los niños a la educación primaria y
secundaria. Así mismo, brinda oportunidades a servicios de orientación laboral. Bueno
recordar que todos los ciudadanos del país vecino que quedaron registrados pueden
trabajar legalmente en el país.

Es posible convertir este auge migratorio en una oportunidad para que el país incorpore

a su economía el talento que llega


 FACEBOOK
 TWITTER

Por supuesto, no todo es color de rosa. Es verdad que esta decisión, digna de aplaudirse
y que contrasta con otros muros que en el mundo se levantan para los migrantes, hay
que verla a la luz de las propias realidades del país. Aquí aparecen la crisis del sistema
de salud con sus fallas y demoras en la atención y una cifra de desempleo que ya bordea
el 10 por ciento.
Pero lo anterior debe llevar a la búsqueda de alternativas que permitan equilibrar la
solidaridad que merecen quienes llegan en condiciones casi siempre precarias, cuando
no dramáticas, del otro lado de la frontera, con la provisión de bienes y servicios básicos
del Estado colombiano a sus ciudadanos. No puede conducir, y esto hay que decirlo con
total contundencia, a actitudes discriminatorias ni a situaciones –que ya empiezan a
verse, por desgracia– de abuso de quienes están en situación de vulnerabilidad. Dicho
de otra forma: a contratar en condiciones ilegales y baratas mano de obra venezolana,
marginando de paso a los aspirantes nacionales, alimentando de paso el círculo vicioso
de la xenofobia.
Por eso, la vía de la formalización, que es la que abre este decreto, es la que debe
tomarse aun con los obstáculos que presenta, para los cuales se requiere una actitud
abierta, constructiva y fraterna. Claro que es posible convertir este auge migratorio en
una oportunidad para que el país incorpore a su economía el talento foráneo y así llegar
a un escenario en el que todos ganemos. Se trata de demostrar que cuando se abren los
corazones se abre también el espectro de las oportunidades.

El rumbo de la economía no puede ser el mismo después de la ola migratoria de


venezolanos, el Plan de Desarrollo ya da fe de ese giro y hasta la regla fiscal tuvo
que moverse
La hipótesis de partida es que la migración de más de 1,1 millones de
venezolanos hacia Colombia será en el mediano plazo más beneficiosa que
perjudicial para la economía del país. El problema es que nunca ningún país del
vecindario había experimentado esta situación en los dos siglos de existencia de
las repúblicas latinoamericanas. Un tercer asunto crucial para abordar el
fenómeno de la inmigración es que esta muestra su cara menos amable todos los
días por la “judicialización del tema”, quiere decir esto que todas las noticias que
se registran tienen que ver con delincuencia y las situaciones conexas que
generan más de 300 personas en promedio diario pasando la frontera desde enero
de este año. Todo lo anterior debe llevar al Gobierno Nacional a pensar en
esquematizar un antes y un después de la ola venezolana sobre la economía
colombiana; el fenómeno económico y social es de tal magnitud que nunca
volveremos a ser los mismos y quizá el mapa social de ciudades como Cúcuta,
Barranquilla y Bogotá nunca vuelvan a ser los mismos. La sociedad colombiana
está mutando de piel y no nos hemos dado cuenta de ello. Para abordar el asunto
retomamos estudios locales e internacionales que valoran los fenómenos
migratorios para los países que son receptivos, pues en ningún caso de la historia
de la humanidad ningún país que ha atendido olas de migrantes ha dejado de
beneficiarse y de transformar su economía y sus instituciones (Fedesarrollo,
Mesa y Ramírez). Para el caso local, en el corto plazo, el principal efecto
económico es el costo fiscal de atender las necesidades prioritarias de los
inmigrantes. Solo en 2017 se gastaron de las arcas nacionales entre $0,7 billones
y $1,7 billones en necesidades de educación, salud, primera infancia, ayuda
humanitaria y algunos apoyos en programas sociales como los albergues.

Este 2019 ha sido el año pico de la migración de venezolanos a Colombia y ya se


tiene previsto que deben asignarse recursos que pueden promediar $3,5 billones.
¿Pero qué beneficios traerá esta situación para el país? Los científicos, Hippolyte
d’Albis, Ekrame Boubtane y Dramane Coulibaly, publicaron en la revista Nature,
que los países que reciben, asimilan y se entremezclan con los migrantes sufren
un choque muy benéfico en términos de crecimiento económico; esa es la tesis
en la que demuestran casos de desarrollo a partir de migraciones desesperadas,
máxime aún cuando se emigra por fracaso de un modelo económico, como
Venezuela, y no por guerras internas como sucedió en los Balcanes o en varios
países africanos y asiáticos. La investigación analizó los datos de 30 años en 15
países de Europa Occidental, entre los que estuvieron economías como Austria,
Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Italia, los Países Bajos, Noruega,
España, Suecia y el Reino Unido. El Gobierno Nacional debe plasmar esta
situación en su Plan de Desarrollo, tal como afectó la regla fiscal, y hacer ver que
el flujo neto de migrantes es positivo desde el año pico del shock y que seguirá
siendo significativo durante al menos dos años. El PIB per cápita aumentará
significativamente durante cuatro años seguidos, con un crecimiento de 0,32%
los dos años siguientes después del pico. Incluso, el flujo también hace que la
tasa de desempleo caiga aproximadamente 0,14 puntos porcentuales dos años
después del shock migratorio.

Venezuela y sus migrantes

Cerrarles las puertas puede llevar al tráfico humano y a incentivar la


clandestinidad.

La ya de por sí muy difícil situación de los venezolanos que deciden abandonar su país
acosados por el hambre, la miseria, las persecuciones y las violaciones de los derechos
humanos se complica, y de qué manera. El Gobierno del Ecuador impuso que quienes
deseen cruzar a su territorio deben ser portadores de pasaporte, y el de Perú hará lo
propio desde este sábado.
A ello suman las tensiones xenófobas en Brasil, donde, el fin de semana pasado, cientos
de venezolanos fueron expulsados a la fuerza por los habitantes de la localidad
fronteriza de Pacaraima. Sus pocas propiedades fueron quemadas, y el Gobierno de
Brasilia tuvo que enviar refuerzos militares a la zona.

Para un ciudadano de cualquier nación, obtener un pasaporte no debería ser


nada extraordinario, salvo si es de Venezuela. Entre la falta de dinero del Gobierno
para pagar el material de seguridad y la cantidad de solicitudes, el servicio de
Identificación y Extranjería de este país puede tardar no menos de un año para
expedirlo, por lo que los inmigrantes no tienen otra alternativa que cruzar con su cédula,
que hasta ahora era el requisito exigido por los convenios entre los Estados de la región.

Es hora de actuar de manera inteligente y coordinada. Los ciudadanos del país vecino,

los de afuera y los de dentro, lo necesitan con desespero.


 FACEBOOK
 TWITTER

El efecto esperado, por supuesto, será que muchos se quedarán varados en


Colombia, puerto de paso para un gran número de ellos, o simplemente cruzarán en
forma clandestina, lo cual, sin duda, será caldo de cultivo perfecto para mafias de
traficantes y demás especímenes criminales que se aprovechan de la tragedia de los
inmigrantes para llenar sus arcas.

Por eso, desde Naciones Unidas se escucharon fuertes voces para que la dignidad de los
inmigrantes sea protegida; desde la OEA se está convocando una reunión del Consejo
Permanente para buscar salidas multilaterales, y Quito está pidiendo una reunión de
países que se están viendo afectados por el fenómeno, la más grave crisis migratoria del
continente. Según cifras de la ONU, estamos hablando de más de 2,3 millones de
personas que han abandonado la patria de Bolívar desde el 2014.

Por lo mismo, celebramos la actitud firme de Colombia de no adherirse a la onda


de las restricciones, porque tener clara y transparente la dimensión del
problema sirve para plantear políticas públicas con el fin de enfrentarlo y, por
qué no, aprovechar y potenciar el aporte venezolano, así como lo han hecho otras
naciones que han vivido migraciones masivas con alentadores resultados. Por supuesto,
también supone prevenir los brotes de xenofobia y controlar vectores como el posible
impacto en la seguridad y también en el erario, en áreas como la salud, la educación y el
empleo.

En el mismo sentido, no caer en las provocaciones militaristas y retóricas de Maduro, y


actuar mancomunadamente con los otros vecinos, ahora que se abre paso una posible
demanda conjunta para llevar al régimen a la CPI por posibles crímenes contra la
humanidad. Es hora de actuar de manera inteligente y coordinada. Los venezolanos, los
de afuera y los de dentro, lo necesitan con desespero.

Más de 1,4 millones de venezolanos radicados en


Colombia
Esta cifra significa un incremento superior al 11% respecto al primer trimestre de
este año.

En Colombia ya hay radicados 1’408 mil migrantes venezolanos, según


informaron este jueves las autoridades migratorias.

De acuerdo al último reporte de Migración Colombia, con fecha de 30 de junio,


durante el primer semestre de este año han llegado al país un poco más de 234
mil ciudadanos venezolanos.

La información recopilada por la entidad refleja que la cifra, que registra un


incremento superior al 11% respecto al primer trimestre de este año, equivaldría
a un poco más de 148 mil registros.

“Si miramos el comportamiento de los últimos tres meses, podríamos decir que,
diariamente, esa cifra es cercana a los mil seiscientos registros”, dijo el director de
Migración Colombia, Christian Krüger Sarmiento.

El funcionario agregó que a medida que se agudice la situación en Venezuela, el


flujo continuará en aumento, “pues estas personas emigran por necesidad, por
falta de alimentos, de salud, incluso, de servicios básicos”.
Cifras

Según el documento, de los más de 1,4 millones de venezolanos en Colombia,


hay 742.390 de manera regular, y 665.665 irregulares, es decir, sin algún tipo de
documento o permiso otorgado por el Gobierno Nacional.

Las cifras presentan datos de caracterización por género y edad, que evidencian
un total de 679.203 mujeres (48%) y 728 852 hombres (52%).
Según los rangos de edad, hay 197.428 personas menores de 18 años; 563.404
de 18 a 29 años; 352.932 de 30 a 39 años; 176.079 de 40 a 49 años; 79.796 de 50
a 59 años; 29.084 de 60 a 69 años y 9.332 personas mayores de 70 años.

Por territorios, los que mayor número de migrantes registran son la ciudad de
Bogotá, con 313.528 personas; y los departamentos de Norte de Santander, con
185.433; La Guajira, con 163.966; y Atlántico, con 125.075.

Más de cuatro millones de venezolanos abandonaron el país debido a la crisis


venezolana, de acuerdo con Acnur. Expertos aseguran que para finales de 2019,
esta cifra superará los cinco millones.

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