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El estilo Luis XV.

Intrigas de
salón con “Las amistades
peligrosas”.

24 SÁBADOMAR 2012
POSTED BY LACHISTERADEMARLENE IN EL MUEBLE EN PRIMER PLANO
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Seguimos con nuestra sección “El mueble en primer plano”, y cambiamos de siglo y país. Le Bien-
Aimé, fue rey de Francia y de Navarra entre los años 1715 y 1774. Casi 60 años, que nos han dejado en
herencia, además de un estilo que se resiste a morir, usos y costumbres que conforman la casa tal y como
hoy la conocemos.
Luis XV por Maurice Quentin de La Tour.

Esta época de la historia, tan exquisitamente reflejada en “Las amistades peligrosas”, fue un tiempo feliz
(para los pudientes, está claro), donde el espíritu del confort y la cultura de salón florecieron con inusitado
vigor. El salón, centro neurálgico de la casa, se convirtió también, en el centro del siglo. En él, se tomó la
Ilustración con té y macarrons, igual que la revolución con petit choux. Así, en el film de Stephen Frears,
basado en la novela de Chordelos de Laclos, este espacio es el epicentro de la argucia, la maldad y el
cinismo sublimados, representados en los personajes de la marquesa de Mertueil y el vizconde de
Valmont. Sin duda, el tema de la novela se aleja de los salones intelectuales del siglo, aunque no por eso
le vamos a quitar mérito a los alambicados subterfugios de la trama.
Rousseau, Voltaire, Diderot, D'Alambert le dan color a la fiesta.

La marquesa de Merteuil en plena estrategia.


No queremos comparar el personaje de Glenn Close con las míticas “salonnières”. Julie de
Lespinasse, Madame Du Deffand o Madame Geoffrin, sólo por citar algunas, le dieron brillo a la
cultura, hasta deslumbrar, codeándose con los escritores, políticos e intelectuales de más altura. Hicieron
de del salón un entorno de libertad absoluta, donde las ideas y el lenguaje refinado volaban sobre la
cabeza de los asistentes.

Madame Du Deffand, Madame Geoffrin y Julie de Lespinasse.

El origen de estos salones tiene lugar en el siglo XVI, pero es en el siglo XVIII cuando adquieren toda su
relevancia. Se convierten en el espacio de libertad femenina, donde todas las convenciones sociales
quedan fueran y preparan el camino para la liberación de la mujer. El salón tiene como norma la libertad
de expresión, la usual intervención de un “estrella del momento”, los asiduos y una moderadora femenina.
La conversación es refinada y la agitación intelectual es el plato principal. Su práctica ocupa todo el siglo
y todos ellos actúan como pequeñas reservas del matriarcado donde se discuten las ideas de la ilustración,
la literatura y las ciencias. Cualquier norma moral o religiosa queda fuera de los salones, de ahí que en
países muy creyentes o de moral estricta, los salones no existieran.
Recreación decimonónica del típico salón Luis XV.

Volviendo al film propiamente dicho, la presencia de mueble rococó es muy abundante y variada. Y nada
parece hecho al azar. El diseño de producción pensó en todos los detalles y podemos observar como la
casa de campo de la tía de Valmont, Madame de Rosemonde, representa un estilo más anticuado,
supuestamente más ad hoc para la anciana dama que la habita. Veremos muebles de estilo Luis XIV en la
parte del salón y otros, Luis XV en la galería.

En el salón de París de la marquesa, el mueble es lujoso y plenamente rococó. Fauteil à la reine, mesas


axuiliares, bureau plat, canapé, chaise en courant,aparecen de forma continua, al igual que en la casa del
soltero de oro. Para el espacio de Madame de Tourvel, se reservan muebles más sobrios acordes con el
nivel social del personaje, pero también Luis XV, con profusión asientos con rejilla y como nota curiosa
un fauteuil bureau.
El
cuerpo narrativo de la película tiene una clara estructura teatral, no es vano es una adaptación de la obra
de teatro del mismo autor del guión, Christopher Hampton, que resume en dos horas de metraje un
cuerpo epistolar hierático, dándole vigor y ritmo a la historia. Los actos o el planteamiento nudo y
desenlace fluyen en un inevitable camino hacia el drama final y a la vez se reflejan en los espacios de la
casa. De esta forma, el salón es siempre el punto para plantear la argucia, el despacho funciona como base
de la estrategia y el dormitorio nos sirve el resultado final. Aunque a veces este último se mezcla con el
primero y ya no sabemos distinguir entre lecho y escritorio.
El hecho de que la novela sea epistolar, provoca una continua sucesión de escenas donde las misivas
vuelan de plano en plano. Este hecho nos evocaba una avanzada red social, que de haber existido tal y
como hoy la conocemos hubiera supuesto muchas más maniobras y tretas para su protagonistas. No nos
cuesta imaginar un whatsApp llegando al iPhone de Cecile con un gran OMG, cada vez que Valmont le
pasa un mensaje, ni la cara de la marquesa de Merteuil leyendo en su portátil los mails del susodicho, ni
tampoco los tweets de la sociedad parisina con el trending topic del momento #duelovalmont. Vaya una
pequeña broma para reforzar la idea de lo antigua que es la red.
El salón.
Al margen de su valor cultural o social, el salón es también la comodidad -la vida relajada. Y en este siglo
es cuando se culminan todos los elementos que hacen nuestra vida más agradable en este sentido. La silla,
el sillón, la chaise longe o el sofá, toman cuerpo en el XVIII y es el momento en que se fija la distribución
de los apartamentos, distinguiendo, por ejemplo, entre la alcoba, el salón, la antecámara y un sinfín de
pequeñas habitaciones como el boudoir, el cabinet de travail o despacho, el comedor con sus muebles
específicos e incluso, en algunas viviendas, hasta el cuarto de baño.
Para dejar clara la referencia del momento rococó os dejamos un cuadro de evolución de los estilos
franceses, representados en la patas de los muebles y el elemento favorito de ebanistas y clientes: el
rocaille (viejo conocido nuestro en este post).

El galbo (perfil) se hace más estilizado durante el rococó y las patas se rematan con un "cabochon" o
adorno.

La rocaille o rocalla son estas formas sinuosas y orgánicas que se usan en la decoración de los muebles.
Se inspiran en piedras de la naturaleza y ciertas formas de conchas. Su nombre dio origen a la palabra
rococó (mitad rocaille, mitad coquille -concha marina-) y fue el término peyorativo usado por los
neoclásicos para denostar el en que su tiempo fue llamado "del gusto moderno. La moda es así, efímera.

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