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Karl Popper, desde otra perspectiva, describe la lógica que, a su juicio, está en las
ciencias sociales. A lo largo de veintisiete tesis y una propuesta final, diserta sobre la notable
contradicción que existe entre nuestro saber y nuestra ignorancia. Parte, para ello, de dos tesis
iniciales que son la expresión de este enunciado.
La primera tesis enuncia que sabemos gran cantidad de cosas, no solo triviales o
contingentes, sino verdades teóricas que nos procuran una asombrosa comprensión del
mundo. En contra posición aparente, la segunda tesis suscribe que nuestra ignorancia es
ilimitada y decepcionante. Los progresos científicos corroboran esta tesis. El viejo adagio
socrático resuena en el fondo de esta tesis. Cuando hemos creído pisar suelo firme y seguro,
resulta que es inseguro y vacilante.
Así, pues, la tercera tesis armoniza las tesis anteriores sustentando que toda teoría del
conocimiento debe iluminar la relación existente entre nuestro conocimiento asombroso y en
constante crecimiento, y la convicción de que no sabemos nada —también creciente—.
Hasta aquí, Popper señala que pareciera que «que la lógica del conocimiento haya de
hundir sus raíces en la tensión entre el conocimiento y la ignorancia». Convicción que se
materializa en la tesis siguiente.
«El conocimiento no comienza con percepciones u observación o con la recopilación
de datos o de hechos, sino con problemas» (p. 102), apunta Karl Popper en su cuarta tesis.
En otras palabras, los problemas ponen en movimiento el conocimiento, muestran el bagaje
con el que se cuenta, pero también muestran todo lo que todavía se ignora. Nos sitúan en la
encrucijada del saber que espera ser conquistado y el que espera serlo. Esta tesis es el eje de
todo el tema.
Las ciencias sociales, al igual que las demás ciencias —apunta la quinta tesis—, se
ven acompañadas de éxitos y fracasos, son interesante o triviales, fructíferas o infructíferas,
en idéntica relación con la importancia e interés de los problemas en juego. Todo esto es lo
que determina el que tenga o no tenga valor el rendimiento científico.
Con esto llega al desarrollo de la tesis principal, la sexta tesis: a) El método de las
ciencias sociales radica en ensayar posibles soluciones para sus problemas; b) refutación de
una crítica objetiva; c) si un ensayo de solución es refutado, se busca otro; d) si resiste la
crítica, se acepta provisionalmente, pero se sigue discutiendo y criticando; e) el método de la
ciencia es, pues, el de tentativa de solución, el ensayo sometido a la más estricta crítica; f) la
objetividad de la ciencia radica en la objetividad del método crítico.
La idea subyacente de la tesis descrita, queda asentada en la séptima tesis. La tensión
que se suscita entre el conocimiento y la ignorancia, conduce al problema y a los ensayos de
solución. La única justificación de nuestro conocimiento será la crítica, es decir, qué tanto
resiste la crítica más aguda, hasta la fecha, nuestro ensayo de solución.
Karl Popper nota que el naturalismo o cientificismo metodológico, ha triunfado, aun
en la comunidad científica, debido a que el paradigma que se tenía antes de la Segunda Guerra
Mundial era el de la sociología como ciencia social teorética general, y la de la Antropología
social como sociología aplicada a sociedades primitivas, situación que actualmente se ha
invertido asombrosamente.
En su novena tesis, asienta que lo que se ha llamado una especialidad científica, no
es más que la sistematización de problemas y ensayos de solución. Lo realmente existente
son los problemas y las tradiciones científicas.
La décima tesis sostiene que la victoria pírrica de la Antropología, se debe más al
triunfo de un método aparentemente objetivo, basado en la observación, que en realidad
parecer aquel «observador de Marte que cree ser y cuyo papel social intenta representar no
raramente ni a disgusto» (p. 107).
El científico tiende a ser partidista en cuanto a sus propias ideas se refiere, no es
objetivo por ser científico, se produce en él lo que se produce en el resto de los hombres.
Undécima tesis.
Lo que puede ser calificado de objetividad científica —reza la duodécima tesis—
radica única y exclusivamente en la tradición crítica. Idea que se reafirma en la
decimotercera tesis, subrayando el hecho de que la única y exclusiva fundamentación de la
objetividad es la crítica. Por lo cual, como observa la decimocuarta tesis, el método científico
y el método crítico son equiparables, es decir, en elección de problemas y en la crítica de los
ensayos de solución.
A partir de la decimoquinta tesis, Karl Popper comienza trazar problemas y tesis
lógicas, aquí deja en claro que el papel de la lógica es la de constituir un órgano de la crítica.
Así continua con disertando sobre la lógica deductiva en la decimosexta tesis, que mira a la
validez del razonamiento lógico o de la inferencia lógica: si las premisas son verdaderas, la
conclusión será verdadera. En contraposición, la decimoséptima tesis observa que si las
premisas son válidas, pero la conclusión es falsa, no es posible que las premisas sean
verdaderas. Consecuentemente, la lógica deductiva queda convertida en la teoría de la crítica
racional en la decimoctava tesis. Finalmente, en la decimonovena tesis cierra Popper
enfatizando en que la ciencia trabaja con teorías, sistemas deductivos, ensayos de
explicación, y, por tanto, un intento de solución a un problema científico; pero además un
sistema deductivo que es criticable por sus consecuencias.
En resumen, la ciencia para Karl Popper es un sistema de ensayos de soluciones sujeto
a la crítica racional.