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Abandono y Mayor Dolor

Semana Santa 2020


EDITORIAL

Como cada año, y con la llegada de la Cuaresma, teníamos la intención de


ofreceros este boletín con toda la información de actos y cultos programados
por nuestra Hermandad en coordinación con nuestra Parroquia, para este
tiempo Cuaresmal y para nuestra Semana Mayor. Sin embargo las
circunstancias que todos conocemos, y que a nadie le es ajena, han truncado
esta posibilidad.

Pues como ya sabéis, debido a la pandemia del Coronavirus que padecemos, se


han cancelado todos los actos y cultos de Cuaresma y Semana Santa, incluida
nuestra Estación de Penitencia y debido al estado de alerta sanitaria en que
nos encontramos nos ha sido imposible realizar la edición impresa de este
boletín.

Sin embargo, de manera totalmente altruista y en gusto agradecimiento a las


firmas comerciales que colaboran con la Hermandad y hacen posible, año tras
año, la edición de este boletín, la Junta de Gobierno ha tenido a bien
mantener las publicidades en este formato digital que os hacemos llegar.
No somos ajenos a las dificultades que todos los comerciantes van a tener
cuando vuelvan a abrir sus puertas de sus negocios. Y si podemos ayudarles
mínimamente con la publicación de las mismas, nos damos por satisfechos.

Como portada de este boletín figura una fotografía de Nuestra Señora del
Mayor Dolor ataviada de luto, y no de reina como correspondería por el
tiempo litúrgico en el que nos encontramos, en señal de duelo por todas las
victimas de este virus maldito que está asolando al mundo.

Nuestro más sincero pésame


a todos los que han padecido la perdida de un ser querido
por causa del Coronavirus.
Elevemos al Padre nuestras oraciones por ellos
y por el fin de esta pandemia.
Saluda del Director Espiritual
EL TERCER DOMINGO

Mis queridos hermanos y hermanas:


Reciban, antes que nada, mi más cordial saludo en el Señor Jesucristo.
Una vez más, como cada año, les escribo en la preparación de la Cuaresma y Semana Santa, para
compartir con ustedes algunas reflexiones sobre nuestra vida como miembros de la Venerable Hermandad
del Santísimo Cristo del Abandono y Nuestra Señora del Mayor Dolor.
El Código de Derecho Canónico es donde se establece toda la normativa por la que debemos regir nuestra
vida los cristianos miembros de la Iglesia Católica, en su número 298 apartado primero dice:
“Existen en la Iglesia asociaciones distintas de los institutos de vida consagrada y de las sociedades de vida
apostólica, en las que los fieles, clérigos o laicos, o clérigos junto con laicos, o asociaciones públicas de
fieles, trabajando unidos, buscan fomentar una vida más perfecta, promover el culto público, o la doctrina
cristiana, o realizar otras actividades de apostolado, a saber, iniciativas para la evangelización, el ejercicio
de obras de piedad o de caridad y la animación con espíritu cristiano del orden temporal”.
Es en esta normativa pastoral donde tienen su espacio propio las Hermandades y Cofradías, como
asociaciones públicas de fieles.
Hoy nos vamos a centrar nuestra reflexión sobre el primero de los objetivos de las asociaciones públicas de
fieles: fomentar una vida más perfecta.
Y en el camino de la perfección está, como momento central, ya desde los primeros momentos de la
predicación apostólica, la Asamblea Dominical, la Santa Misa, en la que debemos participar todos los
bautizados que hayamos llegado a la edad del uso de razón, es decir a partir de los siete años cumplidos.
Todas las Hermandades, en sus Estatutos, recogen el compromiso de todos sus miembros de participar en
la Eucaristía, al menos, un domingo al mes, en la parroquia donde la Cofradía tiene establecida su sede
canónica. Pero, desgraciadamente, esto casi ningún hermano lo cumple, ni siquiera los que pertenecen a la
Junta de Gobierno que son quienes tendrían que dar ejemplo.
Pero ¿por qué el Domingo? ¿sólo un domingo?Es necesario que conozcamos la respuesta a estas preguntas.
En primer lugar por qué el Domingo
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dirá: "La Iglesia, desde la tradición apostólica que tiene su origen
en el mismo día de la resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que se
llama con razón "día del Señor" o domingo. El día de la Resurrección de Cristo es a la vez el "primer día
de la semana", memorial del primer día de la creación, y el "octavo día" en que Cristo, tras su "reposo"
del gran Sabbat, inaugura el Día "que hace el Señor", el "día que no conoce ocaso".
El "banquete del Señor" es su centro, porque es aquí donde toda la comunidad de los fieles encuentra al
Señor resucitado que los invita a su banquete... Para los cristianos vino a ser el primero de todos los días,
la primera de todas las fiestas, el día del Señor ("Hé kyriaké hémera", "dies dominica"), el "domingo"
El lugar propio es la parroquia que, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica (C.I.C.)en su numero
2179: “La parroquia es una determinada comunidad de fieles constituida de modo estable en la Iglesia
particular, cuya cura pastoral, bajo la autoridad del obispo diocesano, se encomienda a un párroco, como
su pastor propio”. Es el lugar donde todos los fieles pueden reunirse para la celebración dominical de la
Eucaristía. La parroquia inicia al pueblo cristiano en la expresión ordinaria de la vida litúrgica, le
congrega en esta celebración; le enseña la doctrina salvífica de Cristo. Practica la caridad del Señor en
obras buenas y fraternas:
La Eucaristía es lo que nos identifica como miembros de La Iglesia Católica y nos diferencia de otros
cultos. Nos dice el C.I.C. 2182 “La participación en la celebración común de la Eucaristía dominical es un
testimonio de pertenencia y de fidelidad a Cristo y a su Iglesia. Los fieles proclaman así su comunión en la
fe y la caridad. Testimonian a la vez la santidad de Dios y su esperanza de la salvación. Se reconfortan
mutuamente, guiados por el Espíritu Santo”.
En cuanto al tercer domingo,
En ningún lugar dice que los Hermanos de la Cofradía tengan que ir sólo un domingo a la Santa Misa, sino
que los Estatutos de todas las Hermandades convocan ese día la Eucaristía que se ofrece, de forma
especial, por la Hermandad y por tanto se les invita a todos a compartir ese domingo de cada mes la
escucha de la Palabra y la comunión en el pan partido.
Ojalá podamos vernos todos, aunque sólo sea el tercer domingo de cada mes.

P. Juan Manuel Benítez H.


Párroco de la del Sagrado Corazón de Jesús
Director Espiritual de la Hermandad
Saluda del Hermano Mayor

Queridos Hermanos:

De nuevo, a través de este boletín, me dirijo a vosotros en este tiempo de


Cuaresma. Y mientras pienso en qué quiero transmitiros, no paran de venirme imágenes
del pasado Miércoles Santo, imágenes de vosotros mis Hermanos, que dejasteis
grabadas en mi memoria esas estampas de dolor y lágrimas ante la imposibilidad de
realizar nuestra ansiada Estación de Penitencia. Sin embargo, también me quedaron
grabadas las imágenes de muchos de vosotros, que nos mostrabais vuestro apoyo y
comprensión con abrazos cargados de sentimientos.

Permitirme, que me quede con estas últimas por dos motivos: El primero de ellos,
para daros las gracias en mi nombre y en el de mi Junta por tantos abrazos fraternos. Y
el segundo, por que es en las dificultades donde debemos mantenernos unidos... y lo
estuvimos. Demostrando lo que somos, una Hermandad que ha alcanzado la madurez,
con unos Hermanos sabedores de lo que supone realizar una Estación de Penitencia
como la nuestra, bajo la amenaza de la lluvia. De nuevo, gracias.

Pero estamos en una nueva Cuaresma, y con esa misma madurez debemos
aprovecharla, no podemos pasar por ella de puntillas, tan sólo descontando los días para
llegar a nuestro Miércoles Santo. Recordemos, que este tiempo que se inicia con el
Miércoles de Ceniza, es un tiempo de gracia en el que nosotros los Cristianos estamos
llamados a la conversión. Tiempo, para que nos acerquemos más a Dios. Tiempo, en el
que debemos prepararnos con determinación para vivir con intensidad nuestra Fe y dar
testimonio de ella, en una nueva Semana de Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro
Señor Jesucristo.

Con el deseo de que tengáis una buena Estación de Penitencia,


recibid un fraternal abrazo.

Que el Santísimo Cristo de Abandono


y Nuestra Señora del Mayor Dolor
os guíen y guarden siempre.
Saluda del Fiscal

Queridos hermanos de la Venerable hermandad del Santísimo Cristo del Abandono y


Nuestra Señora del Mayor Dolor.

Un año más ha llegado. Un año más volveremos a vivir la Semana Santa. Para nosotros,
los católicos, es la semana más intensa del año. Es la Semana en la que conmemoramos
la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

Hermanos, como dijo el Papa Francisco, “Tenemos que tener esta valentía de ir a
anunciar a Cristo resucitado, porque él es nuestra paz, él ha hecho la paz con su amor
y su perdón con su sangre y su resurrección” y Él “nos espera, nos ama, nos ha
perdonado y nos perdona cada vez que vamos a pedirle perdón”

No hay que tener miedo de ser y vivir como cristianos, y además hacerlo a través de la
Iglesia. Nosotros como parte de Ella, estamos llamados a testimoniar la fe en Cristo
resucitado, transmitir su mensaje, acrecentar el reino del amor, la redención del
mundo; un mensaje de vida y esperanza

La Venerable Hermandad del Santísimo Cristo del Abandono y Nuestra Señora del
Mayor Dolor, el Miércoles Santo, daremos testimonio público de nuestra fe con nuestro
pueblo, mediante una catequesis en la calle de ese momento de la Pasión de Nuestro
Señor.

Quiero aprovechar la oportunidad que se me brinda de escribir estas líneas como


fiscal, para rendir merecido homenaje y agradecimiento a todas la personas y
especialmente a los cofrades que con su esfuerzo, trabajo desinteresado, ilusión y
entrega durante todo el año hacen posible que tengamos una Semana Santa cada vez
con más esplendor y reconocimiento.
Igualmente os invito a todos a que viváis esta Semana Santa con reflexión,
arrepentimiento y conversión , así como que participéis activamente como cristianos en
todos los actos que organicen nuestra parroquia y nuestra Hermandad.

Francisco Javier Peña Cubé


SALUDA GRUPO JOVEN

Querido joven Hermano:


Quiero invitarte formar parte de nuestro Grupo Joven, de manera que podamos contar con tu
presencia para, en comunión, participar de la vida diaria de la Hermandad, formando parte de este
colectivo de nuestra corporación.
Si así lo deseas, puedes unirte a nosotros y participar en las actividades de la Hermandad que
se desarrollan en torno al Grupo Joven, como pueden ser las convivencias, formación cristiana, Cruz
de Mayo, los actos que celebra nuestra Hermandad, participando tanto en cultos como en
mayordomía, colaborar con la Vocalía de Caridad en las actividades solidarias como es el reparto de
juguetes de la Cáritas Parroquial e incluso las actividades organizadas por la Vocalía de Juventud del
Consejo Local de Hermandades y cofradías, en las que nos unimos a otros Grupos Jóvenes de las
Hermandades de Nuestra Ciudad.
Con la llegada de la Cuaresma se intensifican las vivencias, con los ensayos de nuestros
Hermanos costaleros, con las labores de limpieza de enseres de nuestra Hermandad, el montaje de los
pasos, la preparación de los ramos de claveles del exorno floral... te animo desde estas lineas a formar
parte de nuestro Grupo Joven, con la seguridad que no te arrepentirás.

Recibe un fraternal abrazo, te esperamos.

Adrián Fernández Rodríguez


HOMILIA PAPA FRANCISCO DURANTE LA ORACIÓN EXTRAORDINARIA
ANTE LA PANDEMIA POR CORONAVIRUS

«Al atardecer» (Mc 4,35). Así comienza el Evangelio que hemos escuchado.
Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas
han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras
vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que
paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las
miradas. Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del
Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta
de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al
mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos
necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos. Como
esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: “perecemos”
(cf. v. 38), también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por
nuestra cuenta, sino sólo juntos.

Es fácil identificarnos con esta historia, lo difícil es entender la actitud de Jesús.


Mientras los discípulos, lógicamente, estaban alarmados y desesperados, Él
permanecía en popa, propio en la parte de la barca que primero se hunde. Y, ¿qué
hace? A pesar del ajetreo y el bullicio, dormía tranquilo, confiado en el Padre —
es la única vez en el Evangelio que Jesús aparece durmiendo—. Después de que
lo despertaran y que calmara el viento y las aguas, se dirigió a los discípulos con
un tono de reproche: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?» (v. 40).

Tratemos de entenderlo. ¿En qué consiste la falta de fe de los discípulos que se


contrapone a la confianza de Jesús? Ellos no habían dejado de creer en Él; de
hecho, lo invocaron. Pero veamos cómo lo invocan: «Maestro, ¿no te importa que
perezcamos?» (v. 38). No te importa: pensaron que Jesús se desinteresaba de
ellos, que no les prestaba atención. Entre nosotros, en nuestras familias, lo que
más duele es cuando escuchamos decir: “¿Es que no te importo?”. Es una frase
que lastima y desata tormentas en el corazón. También habrá sacudido a Jesús,
porque a Él le importamos más que a nadie. De hecho, una vez invocado, salva a
sus discípulos desconfiados.

La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas


falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras
agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo habíamos
dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida
y a nuestra comunidad. La tempestad pone al descubierto todos los intentos de
encajonar y olvidar lo que nutrió el alma de nuestros pueblos; todas esas
tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras”, incapaces de apelar a
nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la
inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad.
Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que
disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al
descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos
ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos.

«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Señor, esta tarde tu Palabra nos
interpela se dirige a todos. En nuestro mundo, que Tú amas más que nosotros,
hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo. Codiciosos
de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa.
No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras
e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro
planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables, pensando en
mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo. Ahora, mientras estamos en
mares agitados, te suplicamos: “Despierta, Señor”.

«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Señor, nos diriges una llamada, una
llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en
ti. En esta Cuaresma resuena tu llamada urgente: “Convertíos”, «volved a mí de
todo corazón» (Jl 2,12). Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un
momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el
tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar
lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la
vida hacia ti, Señor, y hacia los demás. Y podemos mirar a tantos compañeros de
viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo, han reaccionado dando la propia
vida. Es la fuerza operante del Espíritu derramada y plasmada en valientes y
generosas entregas. Es la vida del Espíritu capaz de rescatar, valorar y mostrar
cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —
corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas,
ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están
escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos,
enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los
supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad,
voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron
que nadie se salva solo. Frente al sufrimiento, donde se mide el verdadero
desarrollo de nuestros pueblos, descubrimos y experimentamos la oración
sacerdotal de Jesús: «Que todos sean uno» (Jn 17,21). Cuánta gente cada día
demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino
corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes
muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y
transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la
oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos. La
oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras.
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». El comienzo de la fe es saber que
necesitamos la salvación. No somos autosuficientes; solos, solos, nos hundimos.
Necesitamos al Señor como los antiguos marineros las estrellas. Invitemos a Jesús
a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza.
Al igual que los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se
naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que
nos sucede, incluso lo malo. Él trae serenidad en nuestras tormentas, porque con
Dios la vida nunca muere.

El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar y a


activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a
estas horas donde todo parece naufragar. El Señor se despierta para despertar y
avivar nuestra fe pascual. Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados.
Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en
su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su
amor redentor. En medio del aislamiento donde estamos sufriendo la falta de los
afectos y de los encuentros, experimentando la carencia de tantas cosas,
escuchemos una vez más el anuncio que nos salva: ha resucitado y vive a nuestro
lado. El Señor nos interpela desde su Cruz a reencontrar la vida que nos espera, a
mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia
que nos habita. No apaguemos la llama humeante (cf. Is 42,3), que nunca
enferma, y dejemos que reavive la esperanza.

Abrazar su Cruz es animarse a abrazar todas las contrariedades del tiempo


presente, abandonando por un instante nuestro afán de omnipotencia y posesión
para darle espacio a la creatividad que sólo el Espíritu es capaz de suscitar. Es
animarse a motivar espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitir
nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad. En su Cruz hemos
sido salvados para hospedar la esperanza y dejar que sea ella quien fortalezca y
sostenga todas las medidas y caminos posibles que nos ayuden a cuidarnos y a
cuidar. Abrazar al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la fuerza de la fe, que
libera del miedo y da esperanza.

«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Queridos hermanos y hermanas:
Desde este lugar, que narra la fe pétrea de Pedro, esta tarde me gustaría confiarlos
a todos al Señor, a través de la intercesión de la Virgen, salud de su pueblo,
estrella del mar tempestuoso. Desde esta columnata que abraza a Roma y al
mundo, descienda sobre vosotros, como un abrazo consolador, la bendición de
Dios. Señor, bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones.
Nos pides que no sintamos temor. Pero nuestra fe es débil y tenemos miedo. Mas
tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: «No
tengáis miedo» (Mt 28,5). Y nosotros, junto con Pedro, “descargamos en ti todo
nuestro agobio, porque Tú nos cuidas” (cf. 1 P 5,7).
Solemnes Cultos en nuestra Parroquia durante la Cuaresma

Solemne Triduo al Santísimo Cristo del Abandono

Los días 11, 12 y 13 de Marzo, presidido por el Reverendo Padre


D. Juan Manuel Benítez Hernández, Director Espiritual
de la Hermandad, en la Iglesia de San Miguel Arcángel, La Colonia,
Por el 75º Aniversario de su bendición.

El viernes día 13 a las 19:00 hrs., función principal y clausura del Triduo,
con el Via+Crucis Penitencial, presidido por la Imagen del Santísimo
Cristo del Abandono por las calles de nuestra feligresía.

Domingo de Ramos:

A las 10:30 hrs., bendición de Palmas y Olivos en la Capilla De San Miguel


Arcángel (La Colonia) y procesión de regreso al Templo Parroquial.
A las 11:00 hrs., Santa Misa.
Jueves Santo:

A las 18:00 hrs., Santa Misa “In Coena Dominis”


Viernes Santo:

A las 17:00 hrs., Oficios de la Pasión del Señor.


Sábado Santo:

A las 23:00 hrs., Solemne Vigilia Pascual.


Domingo de Resurrección:

A las 11:00 hrs., Solemne Eucaristía de la Pascua del Señor.


Normas que establece nuestra Hermandad para la Estación de Penitencia
Ser miembro de la Hermandad y estar al corriente de las cuotas.

Haber abonado la papeleta de sitio y conservarla durante el recorrido.

Los Hermanos Nazarenos vistiendo el hábito y escudo de la Hermandad,


se dirigirán desde sus domicilios por el camino más corto a nuestra Parroquia,
estando completamente prohibido que lo hagan con el antifaz levantado.
(El incumplimiento de éste punto supone una falta muy grave).

No se llevará ninguna ostentación o detalle que rompa el anonimato, (anillos, relojes,


pulseras, etc.)

El calzado deberá ser en todo caso de color negro y carecerá de distintivo o tacón alto.
Tampoco estará permitido el uso de zapatillas o deportivos que deterioren la seriedad y
elegancia que debe presentar nuestro cortejo.

Durante la Estación de Penitencia, el Hermano Nazareno deberá guardar riguroso


silencio, tanto con el público presente, como con los otros Hermanos de fila.
No cruzará la Procesión de un lado a otro con el fin de cambiar el cirio de mano.
Así mismo, no se ocupará de encender el cirio si se hubiese apagado, esperará a que lo
haga el Diputado que le corresponda. Obedecerá siempre las indicaciones que le haga
el Diputado de Tramo, responsable del orden de marcha del Cortejo.

En caso de indisposición momentánea, hará una indicación al Diputado de Tramo,


quién ocupará el sitio del Nazareno hasta el regreso de éste que lo hará lo antes
posible. Si la indisposición fuese de tal naturaleza que le impidiese continuar, lo
comunicará al Diputado de Tramo para conocimiento de la vacante que deja el
resto del recorrido.

Queda terminantemente prohibido a los Hermanos ceder su túnica y lugar en la


Procesión, tanto a personas que no pertenezcan a la Hermandad como a otro
Hermano a quien no corresponda ese sitio.

El Hermano Nazareno de nuestra Hermandad, debe ser ejemplo de seriedad y respeto


en nuestra Estación de Penitencia del Miércoles Santo, sin olvidar nunca, que
acompañar a nuestros Titulares en Procesión es una PENITENCIA y un anonimato.

Si, lo que no es de esperar, no se respetasen estas normas y sus deberes, el Hermano que
lo hiciere se someterá a lo establecido en nuestras Reglas y a sus medidas disciplinarias.

La Junta de Gobierno
Solemne Triduo en honor a Nuestra Señora del Mayor Dolor
con la celebración de la SANTA MISA y predicado por el
Rvdo. Padre D. Juan Manuel Benítez Hernández
Director Espiritual de la Hermandad
y Párroco del Sagrado Corazón de Jesús

Durante los días 18, 19 y 20 de Septiembre de 2020

Día 18: A las 20:00 horas:


Santa Misa dedicada a la Iglesia Universal.

Día 19: A las 20:00 horas:


Santa Misa dedicada a los Hermanos de la Hermandad.

Día 20: A las 11:00 horas:

Función Principal y clausura del Solemne Triduo.


Besamano a Nuestra Señora del Mayor Dolor.
Bendición e Imposición de Medallas a los Hermanos.
SECRETARÍA INFORMA

Queridos Hermanos Cofrades:


Con la llegada del Tiempo de Cuaresma, comenzamos a intensificar nuestras
gestiones para programar todos los actos y cultos que se celebrarán en la misma, y
por supuesto, la organización de la Estación de Penitencia.

A la vista del enorme presupuesto que alcanza la realización de una


Estación de Penitencia digna, nos atrevemos a haceros la tradicional
petición económica que nos permita poder ayudar en la medida de nuestras
posibilidades a la Hermandad en su Salida Procesional.
Con la seguridad que sabréis corresponder una vez más, os damos las gracias
anticipadas y al mismo tiempo, os animamos a asistir a los actos y cultos.

El reparto de las papeletas de sitio, se efectuará como años anteriores, en la Casa


Hermandad de nuestra Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús,
sita en calle Purísima Concepción nº 18, a partir del mes de Marzo,
desde las 18:00 hrs. El importe de la Papeleta de Sitio es el siguiente:

Costaleros: 15 € - Nazarenos: 10 € - Acólitos: 6 € - Mantillas: 10 €

Cobros de recibos de cuotas de Hermanos/as: Desde primeros de Enero se pusieron


al cobro, los recibos del año en curso. La cuota anual es de 24 €. Recordamos que,
tanto la papeleta de sitio como el pago de las cuotas, son indispensables para
acceder al Cortejo del Desfile Procesional.

Ésta secretaría ruega a todos los Hermanos/as que, en la medida de sus


posibilidades, procedan a abonar dichas cantidades y al mismo tiempo,
aliviar la carga económica que la Estación de Penitencia supone.

El tercer Domingo de cada mes, tenemos nuestra Misa de Hermandad


y el tercer Viernes de cada mes reunión la Junta de Gobierno,
la cual está a su entera disposición para cualquier duda,
consulta o sugerencia de cualquier Hermano/a.

La Junta de Gobierno

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