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Lo importante cuando se trata de la producción agregada es el lado

de la
oferta, es decir, la cantidad que puede producir la economía, lo cual
depende
de lo avanzada que esté la tecnología del país, de la cantidad de
capital que esté utilizando y del tamaño y las cualificaciones de su
población
activa. Son estos factores –no la confianza de los consumidores– los
determinantes fundamentales del nivel de producción de un país.

A corto plazo, las variaciones interanuales de la producción se


deben principalmente a las variaciones de la demanda. Las
variaciones de la demanda, que pueden deberse a los cambios de la
confianza de los consumidores o a otros factores, pueden
provocar una disminución de la producción (una recesión) o un
aumento de la producción (una expansión).

A medio plazo, la economía tiende a retornar al nivel de


producción determinado por los factores de oferta: el stock de
capital, la
tecnología y el tamaño de la población activa. Y en el plazo de
una década
aproximadamente, estos factores varían a un ritmo lo
suficientemente lento
para que podamos considerarlos dados.

A largo plazo, por ejemplo, en un plazo de cincuenta años o más, la


respuesta
correcta es la tercera. Para comprender por qué Japón creció mucho
más deprisa que Estados Unidos durante cuarenta años después de la
Segunda Guerra Mundial, debemos explicar por qué tanto el capital
como el
nivel de tecnología aumentaron mucho más deprisa en Japón que en
Estados
Unidos. A largo plazo, debemos examinar algunos factores como el
sistema de educación, la tasa de ahorro y el papel del Estado.

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