leyendas del Viejo y del Nuevo Mundo, siendo allí descrito como un monstruoso, gigantesco y fabuloso reptil alado. Este personaje es muy popular debido a que incluso aparece en antiquísimas y diversas culturas que no se encuentran conectadas entre sí.
El dragón puede tener cuatro patas, dos
o ninguna, y su vuelo en forma de rizo y circular (para después lanzarse en picado) es muy ágil, pese a su gran tamaño. También se les define como seres independientes que rara vez viven en comunidad con otros dragones, por lo que prefieren tener su propio cubil o guarida, la cual generalmente se creía que era una cueva muy grande.
La mitología germana incluye al dragón
entre las fuerzas del inframundo, la cual se alimenta de las raíces de Yggdrasil, el fresno sagrado y perenne que extiende sus raíces a través de todos los mundos. Los vikingos, en tanto, solían adornar las proas de sus “drakkar” o barcos esculpiéndolas en forma de dragón, pues pensaban que así asustarían a los espíritus –Landvaettir- que vigilaban las costas a las que llegaban. Para los celtas, el dragón fue una divinidad de los bosques, cuya fuerza podía ser controlada y utilizada por los magos, además de un símbolo heráldico y militar de soberanía.