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La teología kerygmática

Por los años en que los teólogos dominicos de Le Saulchoir proponían un programa de «reforma
de la teología» -como se expresaba Chenu en su librito de 1957-, también los jesuítas de la
facultad teológica de Innsbruck, en Austria, trataban de propiciar una renovación teológica en
orden a un anuncio más eficaz del mensaje cristiano. Su propuesta, que recibe el nombre de
«teología de la predicación» (Verkündigungstheologie) o «teología kerygmática» (kerygmatische
Theologie), se desarrolla en la segunda mitad de los años treinta y tiene como protagonistas a un
grupo de teólogos de diversas disciplinas: Jungmann, Lakner, Dander, Lotz y H. Rahner.

La propuesta se inicia con el libro de Joseph A. Jungmann, La alegre noticia y nuestra predicación
de la fe, de 1936. El historiador de la liturgia ve cómo se extiende una «sombra sobre la actual
conciencia de fe»: el cristianismo ya no se percibe como alegre noticia, sino que ha degenerado en
un «árido cristianismo rutinario», sin referencia alguna a la orientación de la vida. De ahí se deriva
la necesidad de una renovación de la predicación, que no se limite a tratar cuestiones
metodológicas y prácticas, sino que entre en el fondo de los contenidos mismos de la predicación,
recuperando el carácter salvífico de las verdades de la fe y el cristocentrismo del kerygma: «La
teología quiere servir ante todo al conocimiento; estudia, por tanto, la realidad religiosa hasta los
límites extremos de lo cognoscible (verum), y se bate incluso por la última brizna de verdad que
pueda alcanzarse, sin preguntarse por el interés vital que anima la búsqueda. La predicación, en
cambio, está toda ella orientada a la vida y, por tanto, considera la misma realidad religiosa
únicamente como el bien final de nuestra búsqueda (bonum). [...] Su objeto propio es y sigue
siendo la alegre noticia, concretamente lo que en el cristianismo primitivo se llamó el kerygma.
Debemos conocer el dogma, pero debemos anunciar el kerygma [...]. La misma predicación sigue
siendo siempre anuncio-de-salvación; de hecho, el sentido del cristianismo no es el saber, sino la
vida; no la teología, sino la santidad»158 .

Si Jungmann plantea el problema y da algunas líneas decisivas de solución, es el teólogo


dogmático Franz Lakner quien lo aborda en sus términos esenciales con el artículo Sobre el objeto
central de la teología: la cuestión de la existenciü y de la figura de una teología para la cura de
almas, publicado en la revista de la facultad teológica de Innsbruck, Zeitschrift für katholische
Theologie, en 1938. La teología, según su misma definición nominal, es lógos tou theou, discurso
sobre Dios; su objeto central es Dios; según la más precisa formulación de la tradición escolástica,
es Deus sub ratione deitatis, es decir, Dios considerado en su divinidad, en su ser-Dios como esse
subsistens. El teólogo de Innsbruck intenta realizar ya aquí una profundización, en el sentido de
que la fórmula tradicional, Deus sub ratione deitatis, debe entenderse no en el sentido de la
metafísica, sino en el sentido de la teología: Dios considerado en su vida íntima, Dios como esse
subsistens in tribus personis, Dios como Trinidad. Ahora bien, esta determinación se obtiene según
un modo de consideración lógico-sistemático, como es el que asume la teología científica. Pero se
puede adoptar otro modo de consideración, el psicológico-histórico, que parte de lo visible para
llegar a lo invisible, que practica una vía histórica para llegar a la afirmación dogmática, y entonces
-según las indicaciones ya dadas por Jungmann- la estructura de la teología es cristocéntrica, su
objeto central es Cristo, el Christus totus, el Cristo total, según la formulación del teólogo jesuita
belga E. Mersch.

Las dos determinaciones no se excluyen, sino que se complementan: si se asume, de hecho, que el
objeto central de la teología, según el modo de consideración psicológico-histórico, es el Cristo,
ello no excluye, sino que remite a la determinación obtenida según el modo de consideración
lógico-sistemático; de hecho, Cristo remite a la Trinidad: de Cristo al Padre, que dice el Verbo; y
del Padre y del Hijo, al Espíritu Santo, de quien el Padre y el Hijo son principio inspirador. Hecha
esta distinción preliminar sobre el objeto central de la teología, el teólogo de Innsbruck se
pregunta: «¿Existe una teología de la predicación?»159; y responde afirmativamente, señalando a
la Trinidad como objeto central de la teología científica, y a Cristo como objeto central de una
teología de la predicación, o teología kerygmática, que está por hacerse.

Para Lakner no basta con la teología científica: entre el saber, que es propio del teólogo y de la
teología escolástica (Schultheologie), y el simple conocimiento de la fe, que es propio del fiel, es
necesaria una teología que sirva de puente, una especie de «teología del equilibrio» (Theologie
der Schwebe), es decir, que se mantenga en equilibrio entre el conocimiento de la teología
científica y el simple conocimiento de la fe, superando así el abismo existente entre ambos tipos
de conocimiento: «De las precisiones hechas resulta que esta teología de la predicación es
realmente una "teología del equilibrio", que es como una magnitud, con su propia constitución,
entre la teología científica y el ordinario conocimiento de la fe, por lo que también puede
perfectamente constituir el puente que las una recíprocamente»160 .

La propuesta del teólogo de Innsbruck es, pues, muy precisa y se orienta a la constitución de un
tipo de teología distinto de la teología científica y caracterizado, en sustancia, por dos notas
esenciales: a) debe asumir como objeto central a Cristo, que representa, histórica y
concretamente, el tema central de la predicación cristiana; y b) debe estar atenta a desarrollar la
dimensión salvífica de las verdades reveladas. Es ésta una tarea que no puede ser asumida por la
homilética, porque esta disciplina teológica no entra en el fondo de los contenidos, que presupone
y recibe de la teología.

En una breve intervención aparecida en la misma revista con el título Ciencia y predicación (1938),
el filósofo jesuita Johannes Baptist Lotz ofrecía una aportación filosófica, llegando a justificar la
distinción de ambos tipos de teología sobre la base de un elaborado análisis epistemológico
orientado a marcar dicha distinción y, a la vez, la relación entre el verum y el bonum. Para Lotz
sigue siendo decisivo el método mediante el cual viene mediada la verdad. Si el método es
expresamente abstracto-conceptual (abstrakt-begrifflich), entonces el verum es entendido
explícitamente, y el bonum sólo implícitamente. Si, en cambio, el modo de exposición es
prevalentemente sensible-intuible (sinnlich-anschaulich), entonces el bonum se entiende
explícitamente, y el verum permanece en el trasfondo. Ahora bien, la teología científica procede
con método abstracto-conceptual y busca directamente el verum, mientras que la teología de la
predicación procede con método sensible-intuible y busca ante todo el bonum; la teología
científica aspira a la inteligencia de las verdades reveladas, mientras que la teología de la
predicación pretende hacerlas intuibles para propiciar el asentimiento a ellas; la teología científica
tiene como objeto la verdad en sí, mientras que la teología de la predicación tiene como objeto la
intuibilidad sensible y concreta de las verdades de la revelación y desarrolla, sobre todo, los
«motivos» capaces de mover la voluntad al asentimiento.

La propuesta de una teología kerygmática no se ha limitado a identificar una exigencia teológica y


pastoral, sino que ha procedido a desarrollar un esquema orgánico de tratamiento del nuevo tipo
de teología. Así, Lakner, en un artículo posterior titulado Teoría de una teología de la predicación
(1939), presentó el esquema razonado de un tratado completo que se articula, después de una
Introducción filosófica, bíblica, histórica y metodológica, en tres partes: Cristo en la historia, en la
doctrina y en la vida. También F. Dander desarrolló en su libro Cristo todo y en todos.
Pensamientos para la construcción de una Dogmática para la cura de almas (1939), el esquema de
una Seelsorgedogmatik. Pero la obra más completa, desde el punto de vista de los contenidos, la
constituyen las doce lecciones del historiador y patrólogo de Innsbruck, Hugo Rahner, publicadas
en dos fascículos en 1938 con el título Teología de la predicación, y reeditadas en 1939 en forma
de libro, con un título ligeramente modificado, Una teohgía de la predicación, para indicar una de
las posibles vías de solución ü problema de la relación entre teoría y anuncio, concretamente la
desarrollada con constante referencia a la Kerygmática de los Padres.

También Hugo Rahner manifiesta su malestar por una Schultheologie que no responde a las
exigencias del anuncio: «En muchos aspectos, la "teología escolástica" no parecía ya aplicable a la
vida: parecía haberse convertido ei pura "ciencia". De algún modo, la exégesis parecía perderse
encuestiones de introducción, en filología y en polémicas contra la exégesis liberal. La dogmática
escolástica, enseñada en latín, podía antojársenos un sutil filosofar sobre las verdades de la
Revelación»161 . De ahí la nueva tarea, «reconstruir la ciencia adquirida para formar, a partir de la
teología dogmática, esa teología inmediatamente idónea para la gran obra a la que hemos sido
llamados: la predicación»162 .

Esta teología de la predicación es autónoma y un tanto especial en relación a la teología científica,


al menos por dos motivos: a) porque está llamada a desarrollar la dimensión salvífica de la verdad
revelada: «[...] ésta se ciñe a una tarea que ni puede ni quiere desarrollarse unívocamente en la
esfera de una pura teología escolástica. Y dicha tarea consiste en transformar la teología científica,
tal como ha quedado fijada -y en este sentido se ha hecho inevitablemente necesariaen su forma
histórica y especulativa (y también didáctica), en una construcción teológica que evidencie más
claramente la intrínseca coordinación y organicidad de las verdades reveladas en su función
salvífica, y que lo evidencie mejor de lo que puede hacerlo el estudio intelectual de las verdades
reveladas, estudio que debe ser realizado especulativamente, o bien históricamente»163; b) y
además, pretende ser una theologia coráis, no con la abstracción e incluso la aridez que
caracterizan a la teología escolástica, en aras de la claridad, la lógica y el rigor científico, sino
basada en la experiencia e impregnada de aliento espiritual: «En cambio, la Kerygmática pretende
conscientemente ser conmovida y conmover, ser "convincente", en virtud del Mysterium Christi
que está en el centro del kerygma y del que el pregonero del mensaje está "convencido"»164 .
Para la teología kerygmática, la revelación no es tanto un «edificio de verdad», sino un «poderoso
drama» en el que estamos involucrados; habla de Dios con la intención de «afectar a la vida» y
«provocar el asentimiento»165 .

En las doce lecciones de su curso de teología kerygmática, Hugo Rahner sigue dos líneas: a) la línea
trascendente-invisible, que parte de la Trinidad y concluye con la visión beatífica de la misma; b) la
línea histórico-visible en las últimas seis lecciones, que parte de la vida de Cristo para llegar a la
escatología. Más que de dos líneas (Linien), se trata de dos órbitas (Kreise) que se cruzan en un
equilibrio entre dimen sión invisible y dimensión visible, entre dimensión trascendente y
dimensión histórica. En el tratado del patrólogo resulta obvio, por tanto, que intenta mediar entre
la teología escolástica, cuyo objeto central es la Trinidad, y la propuesta de una teología
kerygmática cuyo objeto central sea Cristo, en cuanto que el tratado desarrollado por Rahner
mantiene siempre unidos ambos puntos de vista.

Lakner, el principal teórico de la teología kerygmática, valora del siguiente modo el proyecto de
Hugo Rahner: «Esta introducción es ciertamente convincente, espiritualmente rica, pero también
fatigosa: hay que tener siempre presentes dos lados ("líneas"). Estos pensamientos se encuentran
ciertamente en los Padres, pero como contenido de la revelación, no como elemento que da
forma y figura a la predicación. A este propósito, quisiera repetir que el kerygma de la iglesia se ha
concentrado siempre en Cristo, y que esta orientación a Cristo ha sido la que ha dado forma a la
construcción kerygmática»166 .

El proyecto de los teólogos de Innsbruck -que preveía dos tipos de teología que responden a
diversas denominaciones: teología científica, o teología escolástica, y teología de la predicación, o
teología kerygmática, o teología para la cura de almas (llamadas también a veces teología de la
esencia y teología de la existencia; theologia mentís y theologia coráis)-- ha sido amplia y
vivamente debatido: por lo general, ha sido unánime el acuerdo con el análisis sobre la diferencia
existente entre teología y anuncio, pero se ha criticado la propuesta de distinguir entre dos tipos
de teología, reivindicando la tesis, expresada ya por Tomás de Aquino en la primera cuestión de la
Suma teológica, sobre el carácter científico y a la vez unitario de la teología. El debate ha mostrado
que la teología como ciencia debe hacerse cargo tanto de la verdad en sí como de la dimensión
salvíficade la verdad revelada. La propuesta contemporánea de los teólogos de Le Saulchoir de una
«reforma de la teología» resultaba más avanzada que la propuesta de los teólogos kerygmáticos
de la Escuela de Innsbruck, en cuanto que ésta dejaba inmutada la teología escolástica y se
limitaba a postular la constitución de una teología paralela que salvase la distancia existente entre
ciencia teológica y conocimiento de fe.

En 1937, al comienzo mismo del debate sobre la teología kerygmática, cuya propuesta se formuló
en los años 1936-1939, inicia su docencia en Innsbruck, que se prolongará hasta 1964, el joven
jesuíta Karl Rahner (hermano menor de Hugo Rahner), que se mantiene ajeno al movimiento de la
teología kerygmática, aunque comparte con ella la preocupación pastoral, que recuperará en un
amplio proyecto de reno vación de la teología católica. Uno de los motivos dominantes de los
teólogos kerygmáticos era el de asumir «el punto de vista del hombre» (die Sicht vom Menschen
her); en la teología de Karl Rahner, este «punto de vista» no se convertirá en el punto de vista de
un nuevo tipo de teología, sino de la teología tout court, en una operación de amplio alcance
eclesial y cultural que se conoce con el nombre de «giro antropológico» en teología.

Karl Rahner iniciará en 1954 la publicación de sus Escritos de teología, que se inician con el Ensayo
de un esquema de Dogmática que había discutido con Hans Urs von Balthasar, en el que escribía:
«La dogmática es un esfuerzo de la inteligencia y una ciencia que deben servir al propio tiempo
[...], porque deben servir a la salvación y no a la curiosidad teórica [,..]»167 . Cuanto más se
circunscriba la dogmática al tema que le es propio, tanto más actual será: en este sentido, cuanto
más científica sea la teología, tanto más kerygmática será; toda teología debe ser esencial en
cuanto obra del pensamiento, y existencial en cuanto referida a la vida del hombre. De este modo,
el motivo inspirador de la teología kerygmática era retomado y re-asumido en una obra de
reforma y reestructuración de la teología como ciencia.

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