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LA CONQUISTA ESPAÑOLA Y LAS COLONIAS DE AMERICA – ELLIOT.

Los antecedentes de la conquista.

Hay muchos caminos por los cuales una sociedad agresiva puede expandir los límites de su
influencia, y existen precedentes de todos ellos en la España medieval. La reconquista, que fue
el gran movimiento hacia el sur de los reinos cristianos de la península Ibérica para recuperar
la región ocupada por los moros, marcaba lo que significaba conquistar. Conquistar, por lo
tanto, puede significar colonizar, pero también puede significar invadir, saquear y avanzar.

Este movimiento expansionista de los pueblos ibéricos en el siglo XV fue beneficiado por su
ubicación, la península ibérica y su larga costa atlántica, estaba geográficamente bien situada
para tomar la delantera de un movimiento de expansión hacia el oeste. La experiencia
mediterránea también se utilizó de cara a las necesidades atlánticas, ya que allí se produjeron
las más modernas tecnologías y las habilidades cartográficas, con las que se trazaría un mapa
del mundo en expansión. Los castellanos, a su vez, pudieron aprovechar los precedentes
portugueses, tanto como sus propias experiencias de la reconquista, cuando al final del siglo
XV volvieron su atención hacia nuevos mundos de Ultramar.

El conquistador, aunque sumamente individualista, nunca estaba solo, sino que pertenecía a
un grupo bajo el mando de un caudillo, un jefe, cuya capacidad de supervivencia se pondría a
prueba, en primera instancia, por su capacidad de movilizar hombres y recursos, y después por
su éxito en conducir a sus hombres a la victoria. Más allá de la unidad individual y colectiva
había otros dos participantes que colocaron un sello indeleble en toda la empresa: la iglesia y
la corona. La iglesia proveía la sanción moral, mientras que el estado consentía los
requerimientos para legitimar la adquisición de señoríos y tierras. Aunque los adelantados, o
gobernadores militares de las regiones fronterizas, poseían un alto grado de autonomía, eran
gobernantes para el rey.

El 3 de agosto de 1492, cuando Colon zarpo del puerto andaluz de Palos, estaba previsto que,
si alcanzaba las “indias” establecería un centro de distribución comercial al estilo portugués,
basado en pequeñas guarniciones, en beneficio de la corona de Castilla. Pero las noticias que
trajo cuando volvió a España en marzo de 1493, indicaron, al menos a la corona, la
conveniencia de ciertas modificaciones en el esquema inicial. Los Reyes Católicos se dirigieron
al papado y obtuvieron lo que querían: derechos similares en “todas y cada una de las tierras
firmes e islas lejanas y desconocidas… descubiertas y que se descubran en adelante”. Esta
empresa misiones, solemnemente confiada a la corona de Castilla se doto así de una
justificación moral para la conquista y colonización.

La expedición de 1493 también fue diferente. En el primer viaje no había ningún sacerdote,
pero esta vez se decidió un interés especial en la conversión de los isleños, así como también
el comercio y la exploración siguieron siendo unos componentes poderosos de la empresa.
Entre la variedad de opciones existentes, Castilla escogió la que implicaba la conquista en gran
escala dentro de la tradición medieval peninsular: la afirmación de la soberanía, el
establecimiento de la fe, inmigración y asentamiento, y una dominación extensiva de las
tierras y las personas.

El modelo de las islas.

El problema con que se encontró la corona y sus agentes en La Española consistía en como
imponer estabilidad en un mundo donde casi todo estaba cambiando rápidamente. La
cantidad de oro recibida del tráfico con los indios resulto ser muy desalentadora, y Colon,
ansioso por justificar esa inversión a sus soberanos, trato de suplir la deficiencia con otra
mercancía conveniente: los propios indios. El rechazo de la esclavitud de los indios elimino una
de las opciones expuestas y, en consecuencia, exacerbo los problemas de supervivencia. La
corona aprobó en 1503 un sistema de mano de obra forzosa, por el cual se autorizó al
gobernador a repartir mano de obra india en las minas o en los campos, debiendo pagar los
salarios aquellos que recibieron el repartimiento. Los indios tenían que ser cuidados e
instruidos en la fe.

A los 20 años de la llegada de Colon, la población desapareció. El continuo declive de los


indígenas de La Española y de la población no blanca importada trajo dos respuestas: en
primer lugar provoco un poderoso movimiento de indignación moral en la propia isla y en la
España misma, por lo tanto, la mano de obra de esclavos negros les pareciera a los españoles
que ofrecía una respuesta natural a los problemas; por otro lado, provoco un exceso de
colonos españoles en la isla, a la vez que crecía el radio de espacio explotado en torno a Santo
Domingo, aumentaban las presiones para conquistar y emigrar.

Con cada nueva incursión de los intrusos españoles, el radio de destrucción se amplió. Las
áreas de penetración española perdían sus poblaciones aborígenes, de modo que los invasores
hacían esfuerzos frenéticos para repoblar la menguada mano de obra nativa. El “periodo de las
islas” del descubrimiento, conquista y colonización que comprendió los años 1492 a 1519,
culmino, por lo tanto, en un periodo de acelerada e intensa actividad.

La organización y el avance de la conquista.

La América española continental se conquistó entre 1519 y 1540. Dos grandes arcos de
conquista complementaron la subyugación del continente americano: uno, organizado desde
Cuba en 1516 recorrió México entre 1519 y 1522; el otro, comenzó en Panamá, se extendió
hacia el norte hasta Nicaragua y luego emprendió hacia el sur para llevar a cabo la conquista
del imperio Inca en 1533.

Las poblaciones indígenas de las regiones más pobladas y colonizadas se sometieron al


dominio español en una sola generación. El choque de la sorpresa que causo la aparición de los
españoles y sus caballos dieron a los invasores una importante ventaja inicial, además, en los
imperios aztecas e incas, los españoles lograron enfrentar grupos tribales y volver a los
pueblos contra sus jefes. Los invasores también sacaron un provecho inconmensurable al
pertenecer a una sociedad con una superioridad tecnológica decisiva.

La conquista de América fue posible gracias a una red de créditos, que circulaba por
intermedio de agentes locales y empresarios respaldados por funcionarios reales y ricos
encomenderos de las Antillas. Cualquier jefe de una expedición sabía que los indios no eran
sus únicos adversarios, ni necesariamente los más temibles. El mando exigía conocimientos
profundos tanto militares como políticos si una expedición tenía que evitar la desintegración
desde el interior y la derrota desde el exterior, pero la presencia de indios hostiles obligo a
establecer una clase de compañerismo, incluso entre los que no eran compañeros.

La conquista de América fue una conquista realizada tanto por microbios como por hombres,
especialmente en regiones densamente pobladas como México central, donde tuvo un papel
importante para explicar la rapidez y perfección del éxito español, donde también se debió a la
naturaleza represiva de la dominación mexica sobre los pueblos de México. Pizarro también
pudo explotar la debilidad interna y las discordias, que parecían estar en su peor fase en el
momento de su llegada, este rígido sistema de control uniforme, mantenido por una casta de
gobernantes Incas, solo podría funcionar con eficacia mientras que la propia casta mantuviese
su cohesión y unidad interna; sin embargo, la muerte de Cápac en 1527 condujo a una lucha
por la sucesión entre sus hijos Huáscar y Atahualpa. Semejantes áreas de territorios tan
extensos nunca podían haber sido conquistadas tan rápidamente.

La consolidación de la conquista.

Los españoles se enfrentaron con problemas menos manejables en otras partes de América, a
menudo se encontraban con tribus y pueblos cuya manera de vivir parecía primitiva en
comparación con las normas europeas. El misionero, a menudo, tenía éxito allí donde fallaba el
soldado, lo que llevo a una conquista espiritual, por medio de la evangelización de los indios. A
esto siguió una masiva emigración desde España que culmino en la conquista demográfica de
las Indias y a partir de esto se crearon nuevas ciudades.

La encomienda no era un estado y no comportaba título alguno, por lo tanto, no podía llegar a
convertirse en un feudo en embrión. Mientras la corona luchaba contra el principio hereditario
de la transmisión de encomiendas, trabajaba para reducir el grado de control que los
encomenderos ejercían sobre sus indios. Aquí, el paso más decisivo se dirigió a abolir en 1549
el deber que tenían los indios de efectuar el servicio personal obligatorio, en adelante, los
indios solo estarían sujetos al pago de tributos.

A mediado del siglo XVI, el movimiento para la conquista espiritual de América había
empezado a decaer, como resultado de las profundas divisiones sobre la estrategia a seguir. La
evangelización de América fue dirigida en sus primeras etapas por miembro de las ordenes
regulares, y aunque el número de conversiones fue espectacular, su calidad dejaba mucho que
desear, ya que muchos de ellos aun veneraban a sus viejos ídolos en secreto. Mientras que el
primer movimiento había sido para borrar todos los vestigios de una civilización pagana, luego
empezó un intento de examinarla, registrarla e investigarla.

A mediados del siglo XVI, había probablemente en América alrededor de 100.000 blancos. En
los primeros años la presencia masculina en el movimiento migratorio era abrumadora, pero
ante la insistencia de la corona en que los conquistadores y encomenderos estuvieran casados,
se produjo un número creciente de mujeres emigrantes. Ante la escasez de mujeres españolas
en los primeros años de la conquista, naturalmente se fomentaron los matrimonios mixtos.
Durante el siglo XVI, al menos, el mestizo descendiente de estas uniones tendía a ser asimilado
sin excesiva dificultad en el mundo de su madre o el de su padre. A esto también se sumaba
una fuerte corriente de emigración africana.

Los descendientes de estas uniones ayudaron a aumentar el número de aquellos que


preocupaban cada vez más a las autoridades por su evidente carencia de arraigo. Las indias
estaban en camino de producir su propia población, lo que parecía amenazar la sociedad
ordenada y jerarquizada que constituía el ideal europeo del siglo XVI.

La proximidad de las ciudades fundadas por los conquistadores; la mano de obra que pedían
los encomenderos y el tributo que exigía la corona; la usurpación por parte de los españoles de
las tierras indias; la infiltración de blancos y los mestizos; todos estos elementos ayudaron a
destruir la comunidad india y lo que quedaba de su organización social anterior a la conquista.

En Nueva España desde la década de 1530, en Perú desde la de 1550, la hora del conquistador
había pasado. Una nueva conquista, de tipo administrativo, estaba tomando posiciones,
dirigida por las audiencias y los virreyes. Las indias ya empezaban a ocupar su lugar dentro de
la amplia estructura institucional de la universal monarquía española.

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