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Poesía

Li Bai

Bebiendo solo a la luz de la luna


Entre las flores, un tazón de vino
bebo solo, ningún amigo está cerca.
Levanto mi copa, invito a la luna
y a mi sombra, y ahora somos tres.
Mas la luna nada sabe de bebidas
y mi sombra se limita a imitarme,
pero así y todo, luna y sombra serán mi compañía.
La primavera es época propicia para el goce.
Canto y la luna prolonga su presencia,
bailo y mi sombra se enreda.
Mientras me mantengo sobrio, somos alegres juntos,
cuando me embriago, cada uno marcha por su lado
jurando encontrarnos en el Río de Plata de los cielos.

Un día de verano, en la montaña


Agito suavemente un abanico de plumas blancas,
sentado, la camisa abierta, entre las hojas verdes.
Me quito el sombrero y lo cuelgo de un saliente en la roca;
Desde los pinos la brisa se desliza
sobre mi cabeza desnuda.

Conversación en la montaña
¿Me preguntas por qué habito
en estas colinas verdes jade?
Yo sonrío. No hay palabras para expresar
el sosiego de mi corazón.
¡Que fascinante la flor del melocotón
arrastrada por la corriente del agua!
Aquí vivo en otro reino
más allá del mundo de los hombres.
Pensamientos de una tranquila noche
Delante de mi cama, 
la luz de la luna
Parece 
escarcha en el suelo:
Al levantar mi cabeza
miro la brillante luna,
Al bajar mi cabeza
Sueño que estoy en casa. 

Bebiendo solo bajo la luna


Rodeado de flores, un jarro de vino,
Bebo solitaio, nadie alrededor.
Levanto mi copa y brindo con la luna,
si cuento a mi sombra ya sumamos tres.
La luna, me temo, no sabe beber,
Mi sombra tan sólo me sigue los pasos.
Por el momento vamos, sombra y luna,
Contentos mientras haya primavera.
Si canto, la luna se mece al compás;
Si bailo, mi sombra se enreda en mis pies.
Todavía sobrios, disfrutamos juntos;
Borrachos, después cada uno por su lado.
Un nudo perpetuo, pasión duradera,
Nos encontramos en la Vía Láctea.

Du Fu

Noche de primavera, lluvia agradable


Una buena lluvia conoce su estación,
Sólo aparece en primavera.
Sigue al viento, se infiltra de noche,
Moja el mundo delicada, sin sonido;
Nubes negras cubren rústicos caminos,
el río, un bote, una lámpara brilla.
Al alba,roja y húmeda, se ve la Ciudad de Brocado, sus flores pesadas.
Mirando el agua desde la barandilla dejo volar mi corazón

Lejos de las murallas, en una ancha barandilla,


sin aldea que la estorbe,
la mirada llega lejos, muy lejos.
Las claras aguas del río casi rebosan el cauce.
Concluye la primavera,
y los serenos árboles están llenos de flores.
Entre una fina lluvia,
los pececillos aparecen,
y el vuelo oblícuo de las golondrinas
al pairo de la suave brisa.
En la ciudad, cien mil hogares,
aquí dos o tres familias.

Aguas de primavera

El tercer mes, y las flores de durazno


flotan sobre las ondas del río.
La corriente recupera sus viejas huellas,
y al amanecer inunda ya los límites de la playa.
El verde esmeralda riela ante el portón de ramas,
en tanto yo reparo mis aparejos
y dejo caer un cebo perfumado.
Ato los tubos de bambú para regar el huertecillo.
Ya son legión los pájaros que llegan volando
y en ruidosa algarabía se disputan el baño.

Alba de invierno

Hombres y bestias del zodíaco


Una vez más contra nosotros.
Verdes botellas de vino, rojas conchas de langosta,
Todas vacías, se apilan en la mesa.
“¿Cómo olvidar a un viejo conocido?”
Y cada uno, sentado, escucha sus propios pensamientos.
Fuera, chirrían las ruedas de los carros.
En el alero los pájaros despiertan.
En otra alba de invierno, pronto,
He de enfrentarme a mis cuarenta años.
Me empujan duros, tercos instantes,
Doblado hacia la sombra larga del crepúsculo.
La vida gira y pasa, borracho fuego fatuo.
Wang Wei

En despedida
Baja del caballo, tómate una copa
Te pregunto, amigo, hacia dónde partes,
Y tú me respondes: ya desengañado,
Vuelvo a repodar a los montes del sur.
Pero basta de preguntas, ahora vete:
Las nubes blancas, tiempo sin confines.

En la montaña
El río Jing, emergen roca blancas,
El cielo frío, escasas hojas rojas.
Ruta de montaña, primero sin lluvia:
El verde del aire moja nuestras ropas.

Halcón Pintado
De la seda blanca surgen viento, escarcha:
El halcón gris, pintado, causa asombo.
Su cuerpo tenso que anhela una liebre huidiza,
Mira de soslayo, como un extranjero.
La cuerda brillante que ciñe su cuello podría soltarse.
Colgado del muro en la sala, aguarda un llamado.
¿Cuándo se abalanzará sobre los otros pájaros?
Cubiertas de plumas y sangre las hierbas del valle.

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