Qin Da’an: un campesino que transportó en su vehículo de
tres ruedas varias docenas de cestas con verduras a una distancia de 40 km para entregarlas de forma gratuita a los agentes de sanidad que trabajaban en las zonas afectadas por la epidemia. Ye Xiing: una mujer china de 98 años que vivía en el extranjero. Tan pronto como se enteró de que había estallado una epidemia en su tierra natal, envió todos sus ahorros (100 dólares) a China para proporcionar asistencia material a su Estado. Al día siguiente, falleció en paz. Zhong Nanshan: un médico y especialista en temas respiratorios de 84 años. Salvó a muchos pacientes en estado crítico. "Enseñó al pueblo chino a usar la razón, la objetividad y la autodisciplina en la lucha contra los virus y enfrentar peligros desconocidos", escribe el embajador. Además, dio las gracias a los amigos de Pekín que la ayudaron en estos duros meses. En este aspecto, mencionó a Rusia, en general, y a Vladímir Putin, en particular, además de a los líderes de Pakistán y Camboya. "Burj Khalifa en Dubái, la torre de Tokio en Japón y el templo de Lúxor en Egipto se pintaron de 'rojo chino'. Todas estas imágenes cálidas nos conmovieron y nos dieron esperanza en los días de la lucha contra la epidemia. Esto se convertirá en una fuerza impulsora inagotable para la superación conjunta de la epidemia por parte de la humanidad", aseguró el diplomático. Subraya que en el camino para luchar contra el COVID-19, China hizo verdaderos amigos. "Creemos firmemente que la flor de la amistad florece aún más bellamente después de los ensayos por tormentas y desastres porque después de pasar fuego y agua, las relaciones entre las personas se vuelven aún más duraderas y permanentes", consideró