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Jn 6,1-15

Dos actitudes ante la vida: actitud de derrota y actitud de esperanza

Queridos Hermanos:
Este milagro de la multiplicación de los panes, es tal vez de las señales que
más conocemos por haberla escuchado desde que éramos niños.
Lo mismo que otros pasajes bien conocidos del Evangelio, por decir algo, la
parábola del sembrador, son de esos textos que le suenan a uno muy
familiares. Y esto es maravilloso porque significa que nuestro corazón de
alguna forma se va acostumbrando a la Palabra de Dios.
Pero es también un poco peligroso porque aquí, lo mismo que en un chiste,
que ahora no voy a decir, lo del borrachito que entró a la iglesia y oyó que
leían un texto como estos, y entonces decía: "¡Lo mismo del año pasado!"
Y a veces uno, como predicador, como sacerdote se enfrenta también con esa
que podemos llamar una dificultad. Imagínese que fuera usted el que tuviera
que dirigir estas palabras en la homilía, "¿qué más se le puede sacar a este
texto?" Tal vez sería la pregunta que uno se haría.
Y sin embargo la Palabra de Dios es siempre viva, siempre eficaz. Es como un
manantial, no es como un vaso de agua que uno lo toma y se agota, es un
manantial. Decía hermosamente San Agustín: "Primero te agotas tú de beber,
que Él de darte agua".
Necesitamos, sí, la gracia del Espíritu Santo para escrutar las Escrituras; no
basta con oír, es necesario penetrar en su sentido, y confío yo en que este
Espíritu nos acompañe esta noche para recibir también nosotros alimento,
frescura y saciedad en estos textos que la Iglesia nos ofrece.
Por ejemplo, yo quiero compartir con ustedes una hermosa explicación que
alguna vez escuché con respecto a la multiplicación de los panes.
Se trata de esto: hay un problema pero hay distintas actitudes ante el
problema; vamos a darle nombre a esas actitudes. Una es la actitud de Felipe y
otra es la actitud de Andrés. En este pasaje aparecen los discípulos del Señor,
aparece el mismo Cristo y aparece la multitud.
Esos son como los personajes, podemos imaginarlos como círculos
concéntricos: Jesús, alrededor suyo los discípulos, y alrededor de Jesús y los
discípulos, una ingente multitud.
Pues bien, de esos discípulos, los únicos que aparecen con nombre propio son
Felipe y Andrés. Y estos dos discípulos representan dos actitudes ante los
problemas.
¿Cuál es la actitud de Felipe? Porque el problema era el mismo para ambos:
una cantidad de gente hambrienta, en despoblado, ¿qué hacer? La respuesta de
Felipe: "Aunque gastáramos doscientos jornales, no alcanzarían para darle un
mendrugo de pan a cada uno" San Juan 6,7.
Es la actitud derrotista, es la actitud de: "Todo está perdido; ni aunque llegara
ayuda nos salvaríamos".
¿Cuál es la actitud de Andrés? Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice a
Jesús: "Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos
pescados; pero, ¿qué es esto para tanta gente?" San Juan 6,9.
Andrés no es un iluso, no es un tonto soñador, que diga: "¡Listo, lo tenemos
resuelto, repartamos estos cinco panes entre todo el mundo!" Él se da cuenta
de la terrible desproporción que hay entre los recursos y las necesidades.
Él sabe bien que la necesidad es muchísimo más grande que la posibilidad de
ayuda, y sin embargo presenta ante Jesús eso, que aunque pequeño, aunque
ridículo, es algo.
Creo que, por lo que vamos diciendo, se nota el contraste entre Felipe y
Andrés. Felipe ve todo lo que no se puede, Andrés ve todo lo que sí se puede;
Felipe dice: "Aunque gastáramos doscientos jornales" San Juan 6,7, -esa es
una cantidad inmensa de dinero-.
-El jornal era lo que se pagaba por un día de trabajo, doscientos jornales
alcanzan a ser bastante pan-, entonces, ¿cuánto vale un día de trabajo en
dinero de hoy? Cinco mil, diez mil pesos, o una cosa parecida. Multiplique eso
por doscientos y verá que esa es una cantidad apreciable de pan.
Pues bien, para Felipe, ni aunque llegara todo ese pan, se podría hacer algo;
para Andrés, aunque haya muy poquito pan, ese es el comienzo de algo.
Y por eso, repito, estas son dos actitudes ante la vida. Hay personas que viven
fijándose en lo que ya se acabó, en lo que se está muriendo, en lo que está
terminando; y hay otras personas a las que Dios les da ojos para ver lo que
está germinando, lo que está empezando, lo que promete, lo que va a ser.
Hay personas vueltas hacia lo que fue, y personas vueltas hacia lo que va a
ser.
Jesús no comentó nada ante las palabras de Felipe; parece que Jesús
simplemente quería que los hechos fueran la respuesta; pero en cambio, sí le
recibió los cinco panes y los dos pescaditos a este muchacho que los entregó al
Apóstol Andrés.
Dice Jesús: "Haced que la gente se siente en el suelo" San Juan 6,10; Felipe
pensó para sus adentros: "Ahora les va a dar una conferencia sobre el ayuno".
"En el sitio había mucha hierba" San Juan 6,10; Felipe pensó: "Los va a poner
a comer pasto".
"La gente se sentó en el suelo" San Juan 6,10; Felipe pensó: "Ya se están
trastornando". "Solamente los hombres eran como cinco mil" San Juan 6,10;
Felipe pensó: "¡Qué oso!". "Jesús tomó los panes" San Juan 6,11, tomó ese
poquito, lo poquito que a veces uno puede hacer, lo poquito que a veces uno
puede dar.
Jesús no se burló de los panes; Jesús no le dijo a Andrés: "Cinco panes", Jesús
no se burló de los panes, no se burló de los peces, Jesús tomó el poquitico que
podía dar la gente, ese poquito lo tomó, ¿y qué fue lo primero que hizo Jesús?
¿Renegar? ¿Protestar? ¿Empezar a buscar si había un panadero por ahí cerca?
Lo primero que hizo Jesús fue: "Dio gracias a Dios" San Juan 6,11, y en esto
deshizo las tinieblas, los nubarrones de la mente atormentada de su Apóstol
Felipe.
Lo primero es dar gracias a Dios, porque siempre es preferible algo que nada;
algo es el comienzo de más. Jesús no discute con la nada, la vence con un rayo
de su palabra poderosa; Jesús vence con su palabra capaz de crear.
"Dio gracias a Dios, y les repartió pan y pescado, cuanto quisieron" San Juan
6,11.
Hermanos, muchas más palabras podríamos decir. Que esas palabras se las
diga a usted el Espíritu Santo. Busque este texto en el evangelio según San
juan, capítulo seis, versículos del uno al quince. Lleve la hojita que aquí
repartimos. Medite y ame la Palabra de Dios.
Así como el Señor me concede compartir con ustedes estas palabras, tal vez
Dios tiene más regalos para usted, que tal vez no los va a dar aquí en el
templo, sino en ese otro templo donde se medita la Palabra de Dios, es decir,
su propio corazón y su propia casa.
Bendigamos al Señor y roguemos que nos dé la actitud de Andrés. La ofrenda
que le vamos a presentar hoy es bien humilde: unos cuantos granos de trigo
molido para pedir de Él que su acción de gracia y el poder de su Espíritu los
convierta en Cuerpo y Sangre de Cristo, para salud del mundo y gloria del
Padre.
Amén.

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