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Venezolana con el fin de establecer «una amplia confraternidad entre todos los
Dentistas Titulares de la República y las diversas Asociaciones integradas por los
mismos, que provea eficientemente por los intereses colectivos, dé a conocer
nuestros deberes y haga valer nuestros derechos, vele celosamente por la
dignidad profesional y nos represente con legítima personería moral y jurídica ante
las instituciones similares de América la nueva y de la vieja Europa», según reza
la declaración de principios expuesta en aquella oportunidad por el fundador y
primer Presidente de la novel corporación.
Ese ideal no era solamente nuestro. Lo había sido, también, de quienes animados
del mismo espíritu de superación nos precedieron en la lucha. Como arroyo
cristalino comienza a brillar en las cabeceras de nuestra historia profesional el día
10 de marzo de 1835, cuando la Facultad Médica de Caracas confiere por primera
vez el título de Cirujano Dentista, que consagraba a don Vicente Toledo como el
Patriarca de la Familia Odontológica Venezolana. El caudal se enriquece el 2 de
noviembre de 1895 al fundarse en Valencia La Unión Dental – la primera
publicación de su índole en Venezuela – cuya aparición inicia el período formativo
de nuestro gremio, gracias a la labor del recordado maestro Luis María Cotton, de
vida y obra imperecederas en la historia de la odontología nacional.
ANÁLISIS CRITICO
Esbozado en breve trazo el antecedente histórico que sirvió de fundamento a esta
espléndida realidad que es el Colegio de Odontólogos de Venezuela, parece
oportuno y necesario detenernos un poco en recordar el pasado inmediato, y al
efecto preguntarme y preguntarnos si ha sido útil y fecundo aquel esfuerzo, y en
fin, acerca del uso que han hecho de ese patrimonio las nuevas generaciones
profesionales.
Si veinte y cinco años son apenas un instante en la evolución cultural del país, es
sin embargo tiempo suficiente para comprobar si en verdad la nuestra, al igual que
otras similares instituciones, cumple como es debido los fines para los cuales
fueron creadas. Al organismo gremial que en dicho lapso ha renovado veinte y
cinco veces su equipo directivo y a cuyas filas ingresan periódicamente nuevos
miembros, es al que corresponde evaluar ese pasado, analizar el presente, y con
miras a orientar certeramente el porvenir, responder algunas preguntas de capital
importancia para el destino de la profesión, entre ellas las siguientes:
¿Ha cumplido el Colegio los fines para los cuales fue creado? ¿Responden su
organización y funcionamiento a las necesidades profesionales, sociales y
culturales del odontólogo venezolano? ¿Nuestro organismo gremial es
socialmente útil a la comunidad? ¿Goza el Colegio de Odontólogos del prestigio,
la consideración y el respeto que acreditan a otros organismos de su misma
naturaleza?.
Creo que el estudio crítico de estas y otras cuestiones pertinentes, sería una
efectiva y práctica contribución de las nuevas generaciones de odontólogos al
deber de forjar los instrumentos idóneos para levar adelante la misión del Colegio,
y al efecto, conocer si la institución funciona en forma adecuada y responde en tal
sentido a los propósitos y objetivos que inspiraron a sus fundadores.
No obstante la importancia de tales cuestiones, sería indelicado de mi parte tratar
de contestarlas, por haber participado en la creación y funcionamiento del Colegio
durante el primer año de actividades y hasta época relativamente reciente. Sin
embargo, esa valoración es ineludible para quienes ahora tienen en sus manos el
destino del gremio y en tal virtud asumen la responsabilidad histórica de
enaltecerlo o de permitir que se hunda en las sombras de la mediocridad o del
fracaso.
EL HOMBRE
El más ligero análisis de la historia nos lleva a recordar que es el hombre, antes
que las circunstancias de la época, quien auxiliado por su inteligencia y voluntad
de trabajo, forja su propio destino y el de la sociedad en que actúa. Ni el dinero ni
las computadoras electrónicas llevaron al ser humano a la luna; fueron los
pensadores, técnicos y científicos, desde Arquímedes hasta Von Braun, quienes
idearon y desarrollaron los elementos necesarios y llevaron a cabo la prodigiosa
hazaña. Con ello quiero decir que el cuerpo social vale en razón de las personas
que lo forman, y por ende este Colegio y el gremio que representa, se valora con
arreglo a la calidad científica, moral y profesional de sus integrantes, y en la
medida de tal aporte a la sociedad de que forma parte, alcanzará la eficacia, el
prestigio y la dignidad que le es propia.
Si poco o nada gana el Colegio con un odontólogo mediocre, menos aún con
alejarlo de su seno debido a la actitud de quienes tratan de ignorarlo o marginarlo.
Tal conducta es el camino que conduce a la decadencia, el desprestigio y la final
desintegración del gremio.
Sea esta la oportunidad para dirigir un cordial llamamiento a todos aquellos que
tiene en sus manos la grave responsabilidad de cuidar, mantener y fortalecer la
unidad de la clase odontológica, e invitarlos a practicar con el ejemplo el lema
impreso en las circulares y comunicaciones del Colegio, que dice así: Por un
gremio unido y fuerte.
EN PRUEBA DE RECONOCIMIENTO
En nombre de los distinguidos compañeros que integraron la primera Junta
Directiva del Colegio de Odontólogos de Venezuela, en el mío propio y en el de
quienes actuaron en sucesivos períodos administrativos y aportaron inteligencia y
voluntad al servicio de nuestra querida Institución, agradezco el honroso Acuerdo
dictado por la actual Directiva, que hago extensivo, por ser de justicia, a esos
apreciados colegas en prueba de reconocimiento de la clase odontológica
venezolana a quienes la enaltecen con sus ejecutorias.
Y por último agradezco las generosas palabras del señor Presidente del Colegio,
doctor Evaristo Díaz Bruzual, y las de mí apreciado amigo doctor Víctor González
Mendoza, quien en su elocuente discurso aporta ideas coincidentes, aunque mejor
expresadas, con las que acabo de exponer.
En consideración al buen deseo que las inspira, deseo que mis palabras finales
sean las mismas que pronuncié en la oportunidad de celebrar el Colegio los veinte
años de vida, vale decir; «De manos de los colegas de ayer están en la vuestras
las banderas que ellos enarbolaron como símbolo de los más nobles ideales de
ciencia, dignidad y confraternidad profesionales; de las vuestras deberán llegar a
las venideras blasonadas con mayores méritos, para que así se mantenga en lo
más alto de nuestra fé, marcando el rumbo de nuestra esperanza, flameando al
viento del progreso, a fin de que este meritorio Colegio sea siempre el Taller, la
Escuela y el Hogar del Odontólogo venezolano».