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DIPLOMADO EN MINISTERIO

PASTORAL

INTERPRETACIÓN BÍBLICA
Material Escrito para el Alumno

Profesor: Min. Israel Delgado


Sánchez

EL ESTUDIO DE LA BIBLIA Y LA NECESIDAD DE LA INTERPRETACIÓN


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Los textos literarios, entre ellos la Biblia, están sujetos a la época en que se
escribieron, su lenguaje, su situación histórica, social, política, etc., y pretenden
comunicar un mensaje específico, con un propósito bien definido. La distancia
histórica y la diferente situación de vida como lectores contemporáneos nos alejan
de la comprensión inmediata del texto bíblico, por lo tanto se hace necesario que
busquemos cómo acceder a una explicación satisfactoria que refleje el sentido
original y que sea acorde con la realidad.
El abismo temporal-cultural que separa al mundo contemporáneo del mundo
bíblico, nos obliga a construir un puente entre ambos. La hermenéutica bíblica
pretende llevarnos por el camino correcto, para evitar especulaciones que surgen
de la fantasía humana y que pueden distorsionar el verdadero sentido del mensaje
bíblico; al recurrir a métodos se pretende que las conclusiones puedan ser
controladas por los distintos sistemas de validación. Implica ser conscientes de la
distancia y de los presupuestos que relativizan la lectura.
Esta clase tiene como propósito presentar, de forma elemental el método histórico-
crítico del estudio de la Biblia. De ninguna manera lo señalamos como el método
perfecto, ya que ninguno lo es, pero este modo de aproximación al libro sagrado
nos da la posibilidad de verificar los resultados y de corregir las intuiciones
personales.
La pretensión de todo estudiante de la Biblia, y sobre todo de todo predicador, es
ser fiel al texto. Estamos obligados a decir la verdad sobre las palabras de Dios
registradas en el libro. Ningún esfuerzo en esta búsqueda será demasiado. Por
otro lado, señalamos que, la comprensión del libro sagrado, no se puede lograr
separados del Dios del libro. Confiamos que todo estudiante emprenderá esta
exigente labor en diálogo personal y frecuente con el Dios eterno, que quiere
hacerse cercano y comprensible a todos los hombres y mujeres de todo el mundo.
El propósito de la buena interpretación es claro; llegar al significado sencillo del
texto. El ingrediente más importante que se pone en esa tarea es el sentido común
iluminado. La prueba de la buena interpretación es que le da buen sentido al texto.
La interpretación correcta, por lo tanto, le da paz a la mente y aliento al corazón.
Ahora bien, si el significado sencillo es el propósito de la interpretación, entonces
¿Por qué interpretar? ¿Por qué no debemos solamente leer? ¿El significado
sencillo, no se encuentra solamente con la lectura? En cierto sentido, sí; pero, en
un sentido más amplio tal argumento es ingenuo e irreal, debido a dos factores: la
naturaleza del lector y la naturaleza de las Escrituras.

EL LECTOR COMO INTÉRPRETE

La primera razón que hay que aprender en cuanto a la interpretación es que,


aunque no se quiera, todo lector es al mismo tiempo intérprete. Esto es, la
mayoría de nosotros suponemos al leer que también entendemos lo que leemos.
También tenemos la tendencia a pensar que lo que nosotros entendemos es lo
mismo que se proponía el Espíritu Santo o el autor humano. Sin embargo, siempre
traemos al texto todo lo que somos, con todas nuestras experiencias, cultura, y
comprensión anterior de palabras e ideas. Algunas veces lo que traemos al texto,

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sin intención, nos descarría, o nos hace poner en el texto toda clase de ideas
extrañas.
Así pues, la mayoría de los protestantes y católicos, cuando leen textos acerca de
la iglesia en adoración, automáticamente se imaginan a la gente sentada en un
edificio con bancas, parecido a los de ellos. Cuando Pablo dice: “No proveáis para
los deseos de la carne” [Romanos 13:14], la gente en la mayoría de las culturas
tiende a pensar que “carne” significa el “cuerpo” y, por tanto, que Pablo se refiere
a los “apetitos corporales”. Pero la palabra “carne”, como Pablo la usa, rara vez se
refiere al cuerpo –especialmente en este texto– sino a una tendencia humana;
algunas veces llamada “la naturaleza pecaminosa”. Entonces, sin mala intención,
el lector interpreta al leer, y desafortunadamente, con demasiada frecuencia
interpreta de manera incorrecta. Esto nos lleva además a hacer la observación de
que en todo caso, el lector de una Biblia en castellano ya toma parte en la
interpretación. La traducción es en sí una forma de interpretación. Su Biblia,
cualquiera que sea la traducción que use, que es su punto de partida, es en
realidad el resultado final de mucho trabajo erudito. Continuamente, los
traductores tienen que decidir los significados y sus decisiones van a afectar el
entendimiento del lector.
Los buenos traductores, por lo tanto, toman en consideración el problema de
nuestras diferencias idiomáticas, pero no es una tarea fácil. En Romanos 13:14,
por ejemplo, ¿traduciremos “carne” porque esta es la palabra que Pablo usó, y
entonces esperaremos a que un exégeta nos diga que aquí “carne” no significa
“cuerpo”? ¿Deberemos ayudar al lector y traducir “naturaleza pecaminosa” porque
eso es lo que la palabra de Pablo significa? Por ahora basta decir que el hecho de
la traducción en sí ya ha puesto al lector en la tarea de interpretar.
La necesidad de la interpretación también se encuentra al observar lo que ocurre
alrededor de nosotros todo el tiempo. Un vistazo a la iglesia contemporánea, por
ejemplo, pone muy en claro que no todos los “significados sencillos” son tan
sencillos para todos. Es interesante observar que la mayoría de los que en la
iglesia moderna dicen que las mujeres deben callar en la iglesia, con base en 1
Corintios 14:34-35, al mismo tiempo niegan la validez de hablar en lenguas y
profetizar, que están en el mismo contexto en que aparece el pasaje sobre el
“callar”. Y los que afirman que tanto las mujeres como los hombres deben orar y
profetizar, fundados en 1 Corintios 11:2-16 a menudo niegan que deban hacerlo
con la cabeza cubierta. Para algunos, la Biblia enseña “claramente” el bautismo de
los creyentes por inmersión; otros creen que pueden defender con la Biblia el caso
del bautismo de infantes. Tanto la “seguridad eterna” como la posibilidad de
“perder la salvación” son predicadas en la iglesia, aunque no por la misma
persona. No obstante, se afirma que ambas doctrinas son el significado sencillo de
los textos bíblicos. Sin embargo, todos estamos leyendo la misma Biblia y
tratamos de ser obedientes a lo que el texto signifique “sencillamente”.
Además de estas diferencias reconocibles entre los “cristianos que creen en la
Biblia”, también surgen muchas cosas extrañas. Se pueden reconocer las sectas
falsas, por ejemplo, porque tienen otra fuente de autoridad además de la Biblia.
Sin embargo; no es así con todas, y en todos los casos tuercen la verdad con su
selección de textos de la Biblia. Todas las herejías imaginables, desde el
arrianismo [que niega la divinidad de Cristo] de los Testigos de Jehová, hasta el
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bautismo por los muertos entre los Mormones, o la manipulación de serpientes
entre las sectas de los Apalaches, afirman que tienen sus “bases” en un texto.
Aun entre la gente más ortodoxa en teología muchas ideas extrañas ganan
aceptación en varios campos. Por ejemplo, uno de los movimientos actuales entre
los protestantes americanos, especialmente los carismáticos, es el llamado
evangelio de salud y riqueza. Las “buenas nuevas” son que la voluntad de Dios
para sus hijos es la prosperidad económica y material. Uno de los abogados de
este “evangelio” comienza su libro con un argumento a favor del “sentido sencillo”
de la Escritura y afirmando que él le da el primer lugar a la Palabra de Dios
durante su estudio. Dice que lo que cuenta no es lo que pensamos que dice sino
lo que en realidad dice. Él busca el “significado sencillo”. Pero uno comienza a
dudar de lo que en realidad sea el “significado sencillo”, cuando se dice que la
prosperidad económica es la voluntad de Dios, con base en un texto como 3 Juan
2: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas
salud, así como prospera tu alma” un texto que en realidad no tiene que ver en
nada con la prosperidad económica. Otro ejemplo toma el significado sencillo de la
historia del joven rico (Marcos 10:17-22), precisamente como lo opuesto de “lo que
en realidad dice”, y atribuye la “interpretación” al Espíritu Santo. Con todo derecho,
uno puede dudar de si en verdad se busca significado sencillo; tal vez el
significado sea lo que tal escritor quiere que el texto signifique, para apoyar sus
propias ideas.
Dada toda esta diversidad, dentro y fuera de la iglesia, y todas las diferencias aun
entre los eruditos, quienes parecen conocer “las reglas”, no hay que maravillarse
de que algunos arguyan a favor de la eliminación de la interpretación, a favor de la
lectura solamente. Sin embargo, ya hemos visto que esa es una opción falsa. El
antídoto contra la mala interpretación no es la ausencia de ésta, sino la buena
interpretación, fundada en el sentido común.

LA NATURALEZA DE LAS ESCRITURAS

Una razón más importante para la necesidad de interpretar radica en la naturaleza


de la Escritura misma. A través de la historia, la iglesia ha entendido la naturaleza
de la Escritura casi como ha entendido la persona de Cristo: La Biblia es al mismo
tiempo humana y divina. Como declaró una vez el profesor George Ladd: “La
Biblia es la Palabra de Dios dada en palabras (humanas) dentro de la historia.” Es
esta naturaleza dual de la Biblia la que exige de nosotros la tarea de la
interpretación.
Como la Biblia es la Palabra de Dios, tiene relevancia eterna; habla a toda la
humanidad, en todas las épocas y culturas. Como es la Palabra de Dios, debemos
escucharla y obedecerla. Ahora bien, como Dios decidió presentar su Palabra a
través de palabras humanas en la historia, cada libro de la Biblia también tiene
particularidad histórica; cada documento está condicionado por el idioma, el
tiempo y la cultura en que fue escrito originalmente (y en algunos casos también
por la historia oral que tuvo antes de ser escrito). La interpretación de la Biblia es
una exigencia de la “tensión” que existe entre su relevancia eterna y particularidad
histórica.

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Hay, por supuesto, quienes creen que la Biblia es meramente un libro humano, y
que contiene solamente palabras humanas escritas en la historia. Para estas
personas, la tarea de interpretación se limita a la inquisición histórica. Su tarea,
pues, es puramente histórica. ¿Qué significaban estas palabras para las personas
que las escribieron? ¿Qué pensaban ellas acerca de Dios? ¿Cómo se entendían a
sí mismas?
Al contrario, hay quienes piensan que la Biblia es solamente un libro de relevancia
eterna. Como es la Palabra de Dios, tienden a considerarla como una colección de
proposiciones para ser creídas y mandatos para ser obedecidos, aunque siempre
seleccionen mucho entre las proposiciones y mandatos. Hay, por ejemplo,
cristianos que, con base en Deuteronomio 22:5 (“No vestirá la mujer traje de
hombre”), arguyen al pie de la letra que la mujer no debe usar pantalones. En
cambio, la misma gente no toma la pie de la letra los otros mandatos de esa lista,
que incluyen la construcción de un parapeto alrededor del techo de la casa (v. 8
“harás pretil a tu terrado”), no sembrar la viña con semillas diversas (v. 9) y hacer
flecos en las cuatro puntas del manto (v. 12).
La Biblia, sin embargo, no es una serie de proposiciones y mandatos; no es
simplemente una colección de “Los dichos del Jefe Dios”, como si Él nos mirara
desde el cielo y dijera: “Ustedes que están allá abajo, aprendan estas verdades
Número 1, sólo hay un Dios, y soy Yo. Número 2, Yo soy el creador de todas las
cosas, incluso la humanidad...” y así sucesivamente, hasta la proposición número
7.777 y el mandato número 777.
Estas proposiciones son verdaderas, por supuesto; y se encuentran en la Biblia
(aunque no en la misma forma). Un libro como el descrito antes nos hubiera
facilitado las cosas. Sin embargo, afortunadamente, esa no es la manera que Dios
escogió para hablarnos. Antes bien, Él decidió hablar sus verdades eternas dentro
de las circunstancias y sucesos particulares de la historia humana. Esto es
también lo que nos da esperanza. Precisamente, como Dios escogió hablar en el
contexto de la historia humana real, esto nos anima porque las mismas palabras
nos hablarán una y otra vez en nuestra propia historia “real”, como ha ocurrido a
través de la historia de la iglesia.
El hecho de que la Biblia tenga un lado humano es lo que nos anima; también nos
estimula, y es la razón que necesitamos para interpretar. Se deben tener en
cuenta dos cosas a este respecto:
Al hablar a través de personas reales, en una variedad de circunstancias, durante
un período de 1,500 años, la Palabra de Dios fue expresada en el vocabulario y
patrones de pensamiento de aquellas personas y fue condicionada por su cultura,
sus tiempos y sus circunstancias. Es decir, la Palabra de Dios para nosotros fue
ante todo, su Palabra para ellos. Para que ellos la oyeran, sólo se les podía dar a
través de sucesos, y en el idioma que ellos pudieran entender. Nuestro problema
es que estamos demasiado separados de ellos por el tiempo y algunas veces por
el pensamiento. Esta es la razón principal por la cual hay que aprender a
interpretar la Biblia. Para que la Palabra de Dios acerca del uso de pantalones por
las mujeres o de que la gente construya pretiles alrededor de los terrados nos
hable a nosotros, primero necesitamos saber lo que significa para los oyentes
originales, y por qué.

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Así que la tarea de interpretar incluye la participación del estudiante/lector en dos
niveles. Primero, hay que oír la Palabra que ellos oyeron; se debe tratar de
entender lo que se les dijo en ese tiempo y lugar. Segundo, se debe aprender a oír
la misma Palabra en este tiempo y lugar.
Uno de los aspectos más importantes del lado humano de la Biblia es que para
comunicar su palabra a los humanos de todas las condiciones. Dios decidió usar
casi toda clase de comunicación disponible: historia narrada, genealogías,
crónicas, toda clase de leyes, varios géneros de poesía, proverbios, oráculos
proféticos, adivinanzas, dramas, bosquejos biográficos, parábolas, cartas,
sermones y revelaciones.
Para interpretar debidamente los textos bíblicos en sus circunstancias originales,
uno no sólo debe saber unas reglas generales que se aplican a todas las palabras
de la Biblia, sino aprender las reglas especiales que se aplican a cada una de las
formas o géneros literarios, y la manera como Dios nos comunica su Palabra en
nuestro tiempo, a menudo difiere de una forma a otra. Por ejemplo, necesitamos
saber cómo un salmo, que con frecuencia se dirigía a Dios, funciona como Palabra
de Dios para nosotros, y saber la diferencia entre los salmos y las “leyes”, que
solían dirigirse a gente que vivía en situaciones culturales que ya no existen.
¿Cómo nos hablan tales “leyes”? y ¿en qué se diferencian de las “leyes” morales,
que son siempre válidas en todas las circunstancias? Tales son las preguntas que
surgen de la naturaleza dual de la Biblia.

El problema básico de la hermenéutica bíblica consiste en transponer el mensaje


bíblico de su contexto original al contexto del lector o el oyente moderno, a fin de
producir en ellos el mismo tipo de impacto que dicho mensaje debía producir en
los lectores u oyentes originales. La hermenéutica es la ciencia y el arte de
explicar en un contexto cultural moderno la Palabra de Dios que originalmente fue
explicada en un medio ambiente hebreo o greco-romano, con el propósito de
lograr que la vida de los lectores u oyentes se conforme a la voluntad de Dios.
Está fuertemente ligada a la cultura. Tiene que ver con esa Palabra de Dios que
sólo puede ser comprendida y apropiada o aceptada en la medida en que se hace
“carne” en una situación histórica específica, con todas sus formas culturales
particulares.

Donde no se tiene conciencia del contexto cultural, el resultado final es la


confusión del cristianismo-cultura con el Evangelio. La solución sólo puede darse
mediante el reconocimiento del papel que representa la cultura tanto en la
comprensión como en la comunicación del mensaje bíblico.

TRES MODOS DE APROXIMACION A LA ESCRITURA

Hablando en términos generales, existen tres modos de aproximación a las


Escrituras, según la actitud que hacia la hermenéutica adopta el intérprete:

El modo intuitivo.

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El interés principal del intérprete se relaciona con la pertenencia y la aprobación
personal del mensaje en su propia situación. Las consideraciones hermenéuticas
se dejan a un lado o bien se minimizan. En términos más técnicos, el Sitz im
Leben (la situación vital) desaparece y el Sitz im Glauben (la situación de fe) se
vuelve prominente. Se da por sentado que el lector moderno tiene acceso directo
al significado del texto antiguo, siempre que pueda leerlo en su propia lengua. No
hay conciencia alguna del papel de la cultura, ya sea en relación al texto o en
relación al intérprete moderno. El supuesto básico es que la situación del lector
contemporáneo coincide en buena medida con la situación que representa el texto
original.

Mensaje mensaje
Bíblico bíblico
Original . . . . . . . . . . . . . . hoy

Diagrama 1

El modo científico.

Si el tema central de la Biblia es la acción de Dios en la historia que alcanzó su


culminación en la persona y la obra de Jesucristo, luego es imposible entender el
mensaje bíblico aparte de su contexto cultural original. La materia prima de la
teología no la constituyen conceptos abstractos, ajenos al tiempo, que pueden
tomarse meramente de la Escritura como la Palabra de Dios, sino más bien un
mensaje relativo a los acontecimientos históricos, un mensaje cuya narración e
interpretación están coloreadas por las culturas semíticas y greco-romana de los
autores bíblicos. El interés principal del intérprete está en entender el mensaje
bíblico, orientado por la convicción de que lo que se necesita para que dicha
comprensión sea posible, es volver a la Sitz im leben (Situación de vida) de los
autores bíblicos.
Por lo tanto, su esfuerzo consiste en extraer, por medio de la exégesis histórico-
gramatical, aquellos elementos más universales que el antiguo texto de la
Escritura hace llegar. Dichos elementos pueden luego aplicarse a los lectores u
oyentes modernos, pero su tarea se concibe generalmente como una tarea que se
desarrolla fuera del campo de la erudición bíblica y que debe reservarse para los
predicadores y los escritores devocionales. El proceso interpretativo es el que se
representa en el Diagrama 2.

Contexto
Original . . .

mensaje mensaje
bíblico bíblico
original . . . . . . . . hoy

Diagrama 2
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El modo contextual

Los dos modos anteriores de acercamiento a la Escritura son unilaterales; o no le


hacen justicia al contexto original del texto bíblico o bien al contexto histórico de
los lectores u oyentes modernos. En consecuencia, no hay posibilidad de entablar
un diálogo significativo entre el pasado y el presente. En el modo intuitivo, el
mensaje bíblico se adapta prematuramente a las necesidades contemporáneas en
obsequio a la actualización. En el modo de acercamiento científico, por otra parte,
se considera al mensaje bíblico en su contexto original, pero su significado es
trasladado a un mundo que, claramente no es el nuestro. ¿Cómo podemos salvar
el abismo existente entre el pasado y el presente?

La meta es que el horizonte de la cultura receptora se fusione con el horizonte del


texto, de manera tal que el mensaje proclamado en la cultura receptora sea un
equivalente dinámico del mensaje proclamado en el contexto original.

Contexto contexto
Original . . . . . . . . contemporáneo

Mensaje mensaje
Bíblico bíblico
Original . . . . . . . . hoy

Ilustra la importancia que tiene la cultura para el mensaje bíblico, tanto en su


forma original como en la contemporánea. No existe algo así como un mensaje
bíblico separado de un contexto cultural particular.

El CIRCULO HERMENEUTICO

El proceso interpretativo comprende un círculo hermenéutico en el que el


intérprete y el texto estén mutuamente comprometidos y que la interpretación
inevitablemente ostenta las marcas de su contexto cultural. El proceso comprende,
consecuentemente, un movimiento en dos sentidos. La interacción dinámica que
se desarrolla en la tarea de la interpretación se verá más claramente una vez que
hayamos descrito los diversos elementos del círculo hermenéutico.

Los elementos del círculo hermenéutico. Los elementos que entran en juego en
el círculo hermenéutico son cuatro:

La cultura receptora

Ningún intérprete vive en el vacío. Vive en una situación histórica concreta, en una
cultura, de la que deriva no sólo su lengua, sino también sus patrones de
pensamiento y de conducta, sus métodos de aprendizaje, sus reacciones
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emocionales, sus valores, intereses y metas. El conocimiento de Dios sólo es
posible cuando la Palabra se encarna en la situación del intérprete.

La “pre-comprensión” del intérprete puede impedir que su interpretación sea un


reflejo fiel del mensaje bíblico. Si se acepta esto, se sigue que toda interpretación
es susceptible de ser corregida y perfeccionada. Se sigue también que en toda
cultura se hace necesario contar con salvaguardas contra las distorsiones
culturales de la Palabra de Dios. Esto quiere decir que la tarea hermenéutica
exige la comprensión de la cultura receptora tanto como la comprensión de las
Escrituras.
La encarnación deja bien en claro cuál es el punto de vista de Dios con respecto a
la revelación de sí mismo y a sus propósitos; Dios no proclama su mensaje desde
el cielo; Dios se hace presente como hombre entre los hombres. La culminación
de la revelación de Dios es Emmanuel y Emmanuel es Jesús ¡Un judío del primer
siglo! Esta encarnación demuestra inequívocamente la intención de Dios de
hacerse conocer desde dentro de la situación humana concreta. En razón de la
naturaleza misma de la Palabra de Dios, sólo podemos conocer su Palabra como
un mensaje contextualizado en una cultura particular.

El punto de vista del intérprete sobre el mundo y la vida.

El intérprete se acerca a la Escritura desde una perspectiva particular. Tiene su


propia perspectiva del mundo y la vida, su propio modo de aprehender la realidad,
en buena medida derivado de su cultura, que también le permite verla como un
todo coherente. Ya sea que esté consciente de ello o no, dicha perspectiva del
mundo y la vida, que es determinada, entre otros factores por la religión, está por
detrás de todas sus actividades y colorea su comprensión de la realidad de un
modo definido. Como lo ha expresado Peter Berger, “Toda definición de la
situación implica presupuestos teóricos específicos, un marco de referencia, en
última instancia una perspectiva de la realidad”(“La construcción social de la
realidad”). Podemos extender esta observación a la hermenéutica bíblica y decir
que toda interpretación del texto implica una cosmovisión.

La perspectiva bíblica del mundo y de la vida se centra en el Dios vivo que en su


propia comunicación por medio de la Palabra ha dado y sigue dando la prueba
última de su existencia. Y la Biblia se ha de leer según sus propias condiciones.

La Escritura

El supuesto básico es el de que el Dios que habló en el pasado y cuya palabra ha


sido registrada en la Biblia sigue hablando hoy en la Escritura; que “la revelación
de Dios y el hombre que constituía una realidad en Israel y que en Jesucristo
rebasó sus limitaciones nacionales para convertirse en la fe y la vida de toda la
humanidad, tiene acceso a cada nueva época solamente a través de la Escritura”.

En cierto modo, la Biblia ha de leerse “como cualquier otro libro”, lo cual significa
que el intérprete tiene que tomar en serio el hecho de que está frente a un texto
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antiguo con sus propios horizontes culturales. Su tarea es hacer que el texto
mismo hable, sea que él esté de acuerdo con dicho texto o no. Si lo teológico
depende de lo histórico entonces el esfuerzo del intérprete debe consistir en
entender lo que significa el texto en su situación original. Su tarea es lograr que el
texto hable por sí mismo y con ese fin inevitablemente tiene que tomar contacto
con los horizontes del texto por la vía del contexto literario, de la gramática, de la
historia, etc.

La objetividad no debe confundirse con la neutralidad. El que la Biblia deba leerse


“como cualquier otro libro” ha sido tomado como una afirmación de la necesidad
de tomar seriamente los aspectos literarios e históricos de las Escrituras, pero
también puede tomarse en el sentido de que la Biblia debe leerse desde la
perspectiva de la fe. Ya que todo libro debiera leerse a la luz del propósito para el
que fuera escrito y teniendo en cuenta que la Biblia se escribió para que Dios
pudiese hablar en y a través de ella. La Escritura no está destinada simplemente a
aportar información, sino a comunicar la Palabra de Dios, tiene que producirse una
toma de contacto entre los horizontes del texto y los del intérprete. Es sólo cuando
el intérprete está dispuesto a preguntarse “¿Qué significa este mensaje para mí
hoy, dentro de mi propio contexto?”, que está preparado para entender el sentido
del mensaje en su contexto original. La comprensión y la aprobación del mensaje
bíblico son dos aspectos de un todo indivisible, justamente la comprensión o
aprehensión comprometida de la palabra de Dios.
La tarea hermenéutica es simultáneamente tanto una tarea científica como
neumática. Tiene que ver con la comprensión del texto en su contexto original y
con la apropiación de su mensaje en una situación contemporánea. Requiere el
uso de herramientas exegéticas, pero requiere principalmente la iluminación del
Espíritu Santo.

La teología
Ya sea en forma de “teología bíblica” o en forma de “exposición de la Biblia”, la
teología es el resultado de una fusión de los horizontes de la cultura receptora y
de los horizontes del texto, sin cuya fusión la transposición del mensaje bíblico de
una situación concreta en el pasado a una situación concreta en el presente, no
puede darse. Tal teología será relevante a una cultura particular en la medida en
que esté expresada en símbolos y estructuras mentales que forman parte de dicha
cultura y se ocupe de las cuestiones y los intereses que surjan en ese contexto.
Será fiel a la Palabra de Dios en la medida en que está basada en la Escritura y
tenga el poder que proporciona el Espíritu para el cumplimiento del propósito
divino.

En y a través de la teología en la que existe una fusión genuina entre el texto


antiguo y la cultura receptora, se encarna la Palabra de Dios. De modo entonces
que la cultura representa un papel decisivo en la formulación de una teología que
es tanto bíblica como contemporánea. Por lo menos tres razones abonan esto.
Primero, desde que la palabra se hizo hombre, la única comunicación posible de
esta Palabra es aquella que se encarna en la cultura con la mira de ponerse al
alcance del hombre como ser cultural.
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Segundo, la Palabra de Dios no es un principio abstracto ni una mera doctrina,
sino el factor determinante de la vida en todas sus dimensiones, el criterio básico
por el que todos los valores culturales que constituyen la sustancia de la vida
humana se evalúan. Sin contextualización, por lo tanto, la Palabra de Dios
necesariamente tocará a la vida sólo tangencialmente.
Tercero, a fin de que la Palabra de Dios reciba una respuesta inteligente, ya sea
positiva o negativa, tiene que haber comunicación efectiva, comunicación que
tome en cuenta el punto de contacto entre el mensaje y la cultura receptora. Si tal
es el caso, la comunicación de la Palabra de Dios no puede limitarse a la
repetición de fórmulas doctrinales traducidas literalmente, fórmulas cuyo éxito se
haya demostrado en otras latitudes. De otro modo producirá conversiones
espurias o respuestas negativas que reflejarán una comunicación fallida y no un
rechazo de la Palabra de Dios.
La tarea hermenéutica no se completa mientras la totalidad de la cultura receptora
no haya sido sometida a la Palabra de gracia y de juicio y las personas que la
componen puedan oír dicha Palabra desde dentro de su propia cultura.

La dinámica del círculo hermenéutico

Una hermenéutica genuina involucra un diálogo entre la cultura receptora y la


Escritura, un diálogo en el que el intérprete se acerca a la Escritura con una
perspectiva particular (su visión del mundo) y se acerca a su cultura con una
comprensión particular de la Palabra de Dios (su teología).

Perspectiva del mundo y de la vida

La Escritura Cultura receptora

Teología

La meta del proceso interpretativo es la transformación de la cultura receptora.


Con ese fin el intérprete escucha los cuestionamientos que se hacen en su
situación y acude a la Escritura con la siguiente pregunta: “¿Qué dice Dios en la
Escritura con respecto a este problema particular?” La forma en que enuncia las
preguntas específicas dependerá naturalmente de su perspectiva del mundo y de
la vida. Puede, por ello, decirse que la cultura receptora sólo puede acercarse a la
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Escritura a través de la cosmovisión del intérprete. La Escritura no contesta
preguntas que no se le hacen.

El proceso interpretativo involucra una continua toma de contacto mutua entre los
horizontes del texto y los horizontes de la cultura receptora. Ni nuestro
entendimiento del texto ni nuestra comprensión de la situación concreta resultan
adecuados, a menos que ambos interactúen constantemente y se corrijan
mutuamente.

Modos de acercamiento al texto bíblico

La interpretación bíblica hoy día no es el simple acto de entender y explicar textos,


sino un complejo proceso de comunicación en el que muchos elementos juegan
un papel transcendental en la producción de sentido. La intención del autor al
escribir, el texto bíblico y su contexto, aunque importantes, no son suficientes.
Existen otras variables que posibilitan, influencian y enriquecen nuestra lectura y
conocimiento de las Escrituras. Además, la Biblia habla con diferentes voces y los
intérpretes de ella construyen diferentes interpretaciones. Por tal motivo, es
indispensable formular una metodología más amplia o completa, es decir, una que
dé cabida a variados ángulos de interpretación, que los valore por igual y busque
integrarlos. Saber cuáles son estos ángulos, entender su naturaleza y explicar su
funcionamiento, nos permite recobrar dimensiones de significado en la Biblia que
de otra manera pasarían desapercibidas. De allí que para leer la Biblia
apropiadamente, se deba acudir a ella con mente abierta y tomando en cuenta
una amplia gama de componentes.
 
Los métodos para interpretar la Biblia pueden clasificarse bajo tres áreas que
podríamos denominar “mundos de significado”. Algunos de ellos se concentran
más en el autor del texto bíblico (“el mundo detrás del texto bíblico”). Otros
enfatizan el texto mismo (“el mundo dentro del texto bíblico”). Finalmente, otros
hacen hincapié en el lector moderno y la experiencia misma de leer la Biblia desde
su ubicación social (“el mundo delante del texto bíblico”).
 
1. El mundo "detrás" del texto bíblico. Los métodos agrupados bajo esta
primera designación destacan todo lo concerniente al origen, desarrollo, creación y
significado de los textos bíblicos dentro de su contexto histórico-social. Leer la
Biblia implica, entonces, entender y explicar todos aquellos factores que influyeron
y llevaron a los autores bíblicos a poner por escrito sus ideas (el texto como
producto); es decir, precisar la historia antes de la formación del texto bíblico a
partir de "pistas" que la misma Biblia suministra (historia pre-texto). Pero a la vez
supone explicitar lo que el texto bíblico significó para sus autores y lectores
originales en un momento dado. El intérprete moderno debe ir detrás de la Biblia
misma para sumergirse dentro de ella, a fin de reconstruir su trasfondo y tener una
mejor comprensión de la misma a la luz de éste. Es una especie de arqueología
del texto, en la que se desentierra al autor, su mundo e historia. Es como mirar la
Escritura por medio de una ventana y detallar lo que está detrás de ésta. Por esta
razón algunos prefieren la frase “métodos centrados en el autor.”
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LOS PASOS DE ESTE MÉTODO EXEGÉTICO SON:

Crítica Textual (CT)

La exégesis bíblica debe tratar de remontarse al texto original. Como original se


entiende el texto autógrafo, o sea, tal como salió de la mano del autor. Mientras
los textos bíblicos fueron copiados y multiplicados una y otra vez a mano durante
varios siglos, se introdujeron en ellos cambios de todo tipo, unos involuntarios,
otros intencionales. Así es como los manuscritos que hoy poseemos de un mismo
texto original difieren bastante entre sí.

La investigación ha tratado de acercarse lo más posible al original de cada libro


bíblico, reconstruyendo su texto en base a comparaciones entre las copias
posteriores. La compaginación de estas copias y la indicación de las diferencias
entre ellas constituyen las ediciones críticas del mejor nivel científico y
ampliamente reconocido en todo el mundo, no debe producir la impresión de que
ese texto ya es directamente el original del Nuevo Testamento. Es la mejor
reconstrucción posible en base a los conocimientos actuales de la redacción y
transmisión de cada libro, y en base a los mejores y/o más antiguos manuscritos.
Sus editores se han remontado en el tiempo lo más que pudieron. Si se incorporan
mejores manuscritos o acaso algún original, ese texto quedará superado y hasta
podrá sufrir modificaciones sustanciales. Por eso siempre conviene tener presente
que a pesar de la exactitud y los esfuerzos, se trata sólo de una reconstrucción.

Los cambios en el texto, omisiones o agregados, errores y modificaciones


intencionales, diferencias entre distintos manuscritos, constituyen lo que se llama
“variantes”. Variante es simplemente una diferencia. La edición crítica del Nuevo
Testamento contiene esas variantes en el llamado aparato crítico al pie de cada
página, debajo del texto, con letras pequeñas.

El propósito de la crítica textual del Nuevo Testamento (CT) es un acercamiento,


con la mayor exactitud posible al texto original de cada uno de los libros del Nuevo
Testamento; llegando, como ya se indicó, a una reconstrucción hipotética.

El material de trabajo de la CT son los “testigos” del texto y su edición compilada


con indicación de las variantes.

El objetivo de la CT es la reconstrucción del texto, lo más cercana posible al texto


original; eliminando cambios y errores originados en el proceso de copiado.

Los cambios pudieron ser introducidos por error o intencionalmente. Los errores
involuntarios se pudieron deber a: la confusión de renglones (saltos por comienzos
o finales idénticos o similares, saltos transversales), los efectos de la memoria,
influencia de paralelos, errores de lectura-escritura-dictado, omisiones o adiciones,
división errónea. Los cambios intencionales quizás nos choquen más que los otros
errores, porque hemos desarrollado la concepción del carácter sagrado e intocable
13
de las Escrituras. Pero en un primer momento no existía esa fijación por escrito, y
lo que se quiso hacer fue mejorarlo. Así se introdujeron modificaciones estilísticas,
asimilación de textos paralelos, cambios de definiciones históricas y geográficas,
integración de cambios anteriores superpuestos en un mismo manuscrito,
identificación de personas mediante el agregado de un nombre, correcciones de
citas del Antiguo Testamento, correcciones de errores reales o supuestos,
modificaciones dogmáticas o teológicas, modificaciones gramaticales.

Reglas para establecer el texto original.

Comenzando siempre con los criterios externos y prosiguiendo luego con los
internos. Los externos se refieren a los testigos; los internos, al contexto, estilo,
estadística de términos, mundo teológico del autor. Si todos coinciden, la decisión
será fácil y certera. Los criterios externos tienen prioridad para la decisión.

Criterios externos:

La lección más y mejor apoyada por los mejores testigos pueden ser la original.
Debe tenerse en cuenta la calidad de los testigos, sobre todo su fecha y el tipo de
texto: el mejor es el Alejandrino; el más alejado y cambiado es el Koiné.
Al tratarse de manuscritos de una misma rama, su peso queda reducido al de uno
solo.
Hay que confrontar los grupos de testigos entre sí.
Se debe tener en cuenta el influjo de los paralelos y del texto de la versión griega
del Antiguo Testamento, la llamada Septuaginta (LXX).
Hay que prestar atención a la relación entre las variantes.

Criterios internos:

La lección más difícil suele ser la primitiva. Esto se comprende fácilmente: un


copista es más propenso a aclarar un pasaje difícil u oscuro, y así introduce una
variante más fácil. Esta regla por supuesto no puede aplicarse mecánicamente,
pues muchas variantes difíciles se deben simplemente a errores de copiado o
dictado, y no a la composición del autor original.
La lección más corta es la primitiva. Es más probable que alguien haya ampliado y
explicado un texto, y no que lo haya acortado.
La variante elegida debe armonizar con el contexto. Si una variante entra en
colisión con el versículo o capítulo entero, no puede ser original. Tampoco puede
ser original si es contraria al contenido y estilo del libro entero.
La variante elegida debe explicar la formación de las demás, con la ayuda de las
fuentes de errores y de los intentos de aclaración, explicación, armonización.

Otros consejos útiles:

No conviene apoyarse en la conjetura. Cuando ninguna variante satisface, es


mejor dejar constancia del problema

14
Conviene tener conocimiento del estilo de cada autor, su vocabulario, el contexto
de sus pasajes, sus enseñanzas en general.
Conviene tener presente que las palabras de Jesús en los Evangelios tienen un
trasfondo arameo.

MÉTODO HISTÓRICO-CRÍTICO

Todo texto escrito, antes de llegar a nosotros, pudo haber pasado por diversas
vicisitudes: relato oral, colección de otros escritos, citas incorporadas o agregadas,
cambios. Se trata pues de la historia del texto, o mejor dicho, de su prehistoria.

Para estudiar la prehistoria de los textos bíblicos se desarrollaran cuatro


metodologías que pueden subsumirse bajo el concepto de estudio diacrónico (o
sea, a través del tiempo o de la historia) que incluye: crítica literaria, análisis de
géneros y formas literarias, análisis de tradiciones, y análisis de la composición o
redacción. Este análisis también suelen llamarse críticas, pues examinan crítica o
científicamente los géneros, las fuentes, las tradiciones y el trabajo redaccional; y
establecen comparaciones con otros textos, estadísticas, contenidos y teologías.

Crítica Literaria del Nuevo Testamento (CL)

La CL estudia el texto tratando de describir las unidades, verificar particularidades


de la historia del texto, identificar fuentes y autor(es). En el estudio actual de un
escrito antiguo el conocimiento de sus fuentes puede ayudar enormemente en su
comprensión e interpretación, y en la precisión de su grado de veracidad. La CL
siempre comienza su tarea centrándose en aquellos datos que rompen la unidad
normal de un texto y que crean determinadas tensiones: interrupciones bruscas,
duplicaciones, repeticiones, incongruencias, contradicciones, diferencias de
vocabulario y de estilo.

En el campo del NT la CL ha estudiado sobre todo las fuentes de los Evangelios


Sinópticos (EvSin), las etapas de la composición del EvJn, dependencias entre
diversas Epístolas y sus refundiciones.

Muestra sencilla de CL del NT

Para aclarar el problema sinóptico, que consiste en la extraña mezcla de


coincidencias y diferencias entre los EvSin, Mt, Mc y Lc y otros problemas de
dependencia literaria la CL trabaja básicamente con dos reglas:
La relación de dependencia literaria entre dos o más textos se descubre por
aquello en que concuerden literariamente.
Las diferencias entre dos o más textos dependientes el uno del otro indican cuál
es el texto base.

Hay una serie de cambios constatables y que los autores introducían sobre sus
textos base. Son ellas: mejoras estilísticas, reducciones, ampliaciones, empalmes
o yuxtaposiciones, aclaraciones, cambios de sentido, ordenamiento de datos.
15
Veamos el funcionamiento de estas dos reglas básicas con un ejemplo. Se trata
del estudio de la historia sinóptica de la curación de la suegra de Pedro.

Los tres EvSin tienen este texto. Las semejanzas permiten suponer
dependencia(s) literaria(s); las diferencias indican que hubo cambios.
Los tres textos tienen un desarrollo común:
La llegada de Jesús.
Presentación de la enferma y de su enfermedad.
La intervención de Jesús;
La constatación de la curación;
la consecuencia de la curación.

Mt. 8:14-15 Mc. 1:29-31 Lc. 4:38-39

Al salir de la sinagoga.
Entonces se levantó y
salió de la sinagoga, y
Y vino Jesús a casa de Vinieron a la casa de entró en la casa de Simón.
Pedro. Simón y Andrés, con
Y vio a la suegra de Jacobo y Juan.
éste postrada en Y la suegra de Simón La suegra de Simón tenía
cama, con fiebre. estaba acostada con una gran fiebre;
fiebre; Y le rogaron por ella.
Y en seguida le hablaron E inclinándose hacia ella,
de ella. reprendió a la fiebre,
Entonces él se acercó,

Y ésta la dejó;
Y toco su mano, Y levantándose ella al
Y la fiebre le dejó; Y la tomó de la mano y la instante, les servía.
Y ella se levantó, y le levantó;
servía. Y le dejó la fiebre
Y ella les servía.

El conjunto de semejanzas es más complejo:


Mt y Lc comienzan sus respectivos relatos con una indicación de la procedencia
de Jesús: él sale de la sinagoga.
Luego los tres mencionan la casa del discípulo.
Los tres presentan el cuadro clínico de la suegra. Mt y Mc indican que está
acostada, y usan el mismo giro para describir la fiebre.
Mc y Lc indican que le hablaron a Jesús acerca de ella.
En la descripción de la curación coinciden Mt y Mc en el detalle de tomarla de la
mano.

16
Los tres coinciden luego en la indicación del servicio de la sanada.
Las coincidencias entre Mt y Mc permiten pensar en dependencia literaria; lo
mismo que las coincidencias entre Mc y Lc. Mt y Lc coinciden en esta historia
juntos con Mc; por lo demás cada cual coincide por separado en varios puntos con
Mc.
Mc ocupa pues un lugar intermedio entre Mt y Lc; o sea, Mt y Lc, respectivamente
y cada uno por su lado, están más cerca de Mc que entre si. Esto permite
establecer las siguientes relaciones literarias: Mt y Mc por su parte, y Lc y Mc por
otra. No se puede hablar de una relación literaria directa entre Mt y Lc.

Considerando las diferencias, se descubre la prioridad. Entre Mt y Mc: Mt no tiene


la indicación de la procedencia de Jesús de la sinagoga. Mc por su parte no tiene
el nombre de Jesús. Donde Mt tiene simplemente Pedro, Mc tiene más datos:
Pedro y Andrés; y también indica la compañía de Jesús: Santiago y Juan. Aquí
puede deducirse que Mt abrevió el texto de Mc, pues es algo difícil que un
evangelista pueda inventar de la nada una lista de personajes, y es más coherente
imaginarse una abreviación por parte de Mt a los efectos de llevar toda la historia
a un encuentro entre Jesús y la enferma.

Mt no tiene la referencia a la información que le brindan a Jesús acerca de la


mujer enferma. Aparentemente Jesús no necesita este tipo de indicación: él
mismo ve la situación de la mujer, como lo indica Mt. Esto evidencia una reflexión
teológica: Mt presenta la soberanía de Jesús con más fuerza que Mc, y Jesús
toma la iniciativa. Tenemos pues un indicio más de que Mt usó el texto de Mc,
transformándolo.

La descripción del proceso curativo también es más sobria que en Mc. La bella
frase sobre el efecto de la curación quedó igual.
El giro la levantó de Mc, omitido por Mt, es transformado en se levantó,
subrayando mejor el efecto del milagro y confirmándolo.
El cambio de Simón (Mc) por Pedro (Mt) se explica recordando que Mt ya lo había
presentado así en Mt 4:18.
Como Mt estructura una escena de pareja (Jesús y la enferma), la lógica pide que
la sanada al final le sirva a Jesús, no a ellos como en Mc.
Mc y Lc: él entró en casa de Simón de Lc es más pulido que el vinieron de Mc.
Nuevamente hay omisión de Andrés y de la compañía de Jesús.

En la descripción de la curación toma los colores de una especie de exorcismo:


Jesús conmina u ordena a la fiebre. Con ello Lc adapta la historia a los relatos que
vienen antes y después.
En ambos casos, Mt y Lc, se notan pues intentos de purificación, elaboración y
transformación de la historia. La de Mc es más directa, hasta popular. En síntesis,
puede deducirse que tanto Mt como Lc se sirvieron de Mc como fuente.

La exégesis del NT considera como texto original el texto final, fruto de un proceso
complicado de elaboración. Ello amplía la concepción de la autoría: si bien cada
redactor final es a la vez autor original, no es el único creador: hay un trabajo
17
colectivo previo, llevado por él a su culminación. Se puede hablar pues de una
autoría comunitaria.

Funciones de la CL del NT

La CL del NT delimita unidades temáticas en el texto, actuales y anteriores,


prestando atención a los contextos y fijando el comienzo y el final de una unidad.

La CL estudia la integridad de un texto a partir de tensiones de contenido,


puentes, diferencias de estilo, duplicación. Un texto con muchos saltos y/o
repeticiones puede evidenciar p ejem, la incorporación de varias fuentes.

La CL restaura el orden original cambiado en ocasiones por coleccionistas o


transmisores de los escritos. Para ello analiza el contenido, las contradicciones y
los puntos llamativos. La CL determina o cuestiona la autenticidad de textos,
preguntándose por la autoría. Para ello se vale de estadísticas de palabras,
análisis de estilo y de la temática.

La CL verifica relaciones de dependencia literaria, como lo indicó el ejemplo


sinóptico. Para ello compara los textos, sus formulaciones, contenidos,
estructuraciones, terminología; y determina la prioridad mediante el análisis de las
diferencias, las tendencias teológicas y los objetivos de cada escrito. La CL busca
y descubre fuentes (generalmente escritas), originalmente independientes y luego
incorporadas a los documentos. Lo hace a partir del análisis de estilo y de temas,
de suturas y de irregularidades en el discurso.

Como el campo de tareas de la CL es muy amplio, ella se vale de muchos datos y


procedimientos. Entre otros:

análisis de contenido y de contexto de unidades menores y mayores;


análisis terminológico, estilístico y temático;
estadística de palabras;
análisis de duplicaciones, repeticiones, tradiciones paralelas;
análisis de tensiones en el texto, suturas, irregularidades;
verificación de tendencias teológicas (su análisis detenido es materia de la crítica
redaccional);
comparación de textos paralelos en cuanto a contenido, estructuración,
terminología, giros, contexto;
verificación de relaciones de dependencia literaria.

Crítica de los Géneros y Formas (CG y F) del Nuevo Testamento

Cada persona tiene su estilo personal de comunicación, ya sea oral o por escrito.
El estilo es una manera de hablar o de escribir peculiar y privativa de una persona;
es como un sello de expresión de su personalidad. Además del estilo personal de
cada persona también existen formas más o menos típicas para los grupos. El
18
estilo es personal; pero las formas, los géneros literarios y las fórmulas no son
obra de un solo individuo aislado; son producto de convenciones, reglas,
tradiciones, costumbres, exigencias.

Toda afirmación o exposición se hace dentro de alguna forma. Con toda la


inmensa libertad que tenemos o creemos tener, nuestras expresiones se rigen en
buena parte por moldes ya formados, que a su vez están en constante evolución y
transformación.

GENEROS Y FORMAS EN LA LITERATURA BIBLICA

En el campo bíblico el análisis de los géneros y las formas es sumamente


necesario para no levantar falsas expectativas ante los textos, para comprender la
situación que dio origen a los mismos y para captar sus mensajes antiguos y
actuales. Se han cometido graves errores por desconocer las peculiaridades de
ciertos moldes bíblicos. Durante siglos, la iglesia se ha peleado con los científicos
por tomar el primer relato de la creación del Génesis como información científica,
al estilo de una página de un libro de paleontología o biología; en vez de
comprender su mensaje teológico esencial.

Por no comprender el estilo oriental y la forma literaria de la hipérbole que exagera


y hace comparaciones impresionantes, algunas personas incluso se han mutilado
al aplicarse literalmente lo que dice en Mt 5:29-30; Mt 19:12. Cada tipo de texto
tiene su propia terminología, estilo y molde. El exégeta debe prestar atención a
todo esto en su búsqueda del sentido y del mensaje del texto. Esa atención es
precisamente el análisis de géneros y formas. Juntamente con la comprensión de
los moldes específicos el exégeta también descubrirá elementos de la situación
que los originó. Ningún texto existe en una abstracción del tiempo y del marco en
que ha nacido. Entenderlo como abstracción es entenderlo mal.

Definiciones de género, forma y fórmula

Género: Evangelios, Hechos, Epístolas y Apocalipsis. Estos moldes son


exclusivamente géneros, ahí no se puede hablar de formas. Son moldes extensos
y abarcadores.

Géneros y/o formas: a las unidades de las que están compuestos los géneros
mayores. Se trata de parábolas, milagros, dichos, etc.

Fórmulas: a los giros o maneras de hablar breve, expresiva y fija; unidades breves
de tipo confesional y litúrgico; fórmulas de fe y doxologías.

La tarea y la problemática de la crítica de las formas

El primer objetivo de la CF del NT consiste en determinar qué géneros y formas se


encuentran en el NT, y cuáles son sus características y leyes. Se concentra en el

19
análisis de unidades menores: la parábola, la historia de milagro, la disputa; o más
pequeñas: un dicho de seguimiento, una confesión, una doxología.

La segunda gran tarea de la CF consiste en la determinación de la situación matriz


de contexto, el “Sitz im Leben”; o sea, debe preguntar acerca de la situación que
dio origen a cada texto y la situación para la que estaba destinado.

Sitz im Leben (SiL) es una expresión alemana que significa ubicación en la vida.
Para el material evangélico conviene hablar de un triple SiL surgido de los distintos
momentos:
La vida y proclamación del mismo Jesús.
La vida de las primeras comunidades que transmitían esas piezas e la misión, la
enseñanza, el culto;
La misma obra literaria en cuestión o la escuela que la produjo (escuela de
evangelistas, misioneros, predicadores, maestros).

Veamos un ejemplo de triple Sitz im Leben.


Lea las palabras de Jesús contra los escribas y fariseos hipócritas en Mt 23:13-32.
Estas 7 maldiciones tuvieron un primer lugar concreto en la vida de Jesús, como
distanciamiento de la hipocresía de sus enemigos. Las primeras comunidades
cristianas transmitían estas palabras para subrayar su distanciamiento de los
grupos judíos que las atacaban.

Cuando Mt escribió su Evangelio no debió haber tenido en vista eventuales


lectores judíos, sino cristianos (más exactamente, judeocristianos). Las
maldiciones de escribas y fariseos judíos en realidad se trasladan entonces a los
hipócritas cristianos: no vaya a ser que ese pecado horrible de la falsedad,
ocultado detrás de máscaras piadosas, también contamine las propias filas. La
serie de las maldiciones cumplió pues varias funciones sucesivas. Desconocer
este proceso es mutilar el texto, desembocando p ej fácilmente en una crítica
estéril del judaísmo farisaico.

LOS GRANDES GENEROS LITERARIOS DEL NT

El NT contiene cuatro géneros literarios mayores: Evangelios, Hechos, Cartas y


Apocalipsis. Los Evangelios y Hechos son creaciones auténticamente cristianas;
Cartas y Apocalipsis son géneros que preexistían en el ambiente.

Evangelios

Los evangelios se proponen despertar y afirmar la fe en Jesucristo y orientar la


vida de los creyentes. Sus narraciones, parábolas, dichos y reflexiones están al
servicio de la proclamación. Los evangelios predican a Jesucristo por escrito en
forma de exposición histórica. Dan forma a las tradiciones sobre Jesús desde la
perspectiva de la fe en Él como Señor y Salvador. Proclamando lo que hizo y dijo
Jesús, lo proclaman a él. La historia está puesta al servicio de la proclamación. El
carácter de los hechos y enseñanzas, la pasión y resurrección, evidencia al mismo
20
tiempo que la fe cristiana no se basa en mitos, sino en la revelación de Dios
ocurrida en la historia concreta de Jesucristo. Los evangelios anuncian al Cristo
presente y actuante en su comunidad de fe.
Hechos de los Apóstoles

El libro de los Hechos de los Apóstoles no es ni praxis ni biografía. Su autor Lc


presenta una serie de materiales sobre diversos personajes y eventos para ilustrar
un desarrollo comprensible de la primitiva iglesia y mostrar la expansión de la
misión desde Jerusalén hasta el centro del imperio romano. No se centra en el
interés biográfico, ni en todos los hechos de Pedro y Pablo; sino en el interés
teológico.

Epístolas o Cartas

La Carta comienza con el nombre del emisor, luego viene el del destinatario y
después la fórmula de saludo. Este encabezamiento se llama prescripto. Después
puede ir a un agradecimiento o una intercesión. Luego de la parte principal de la
carta, el llamado cuerpo, vienen los saludos; y en el caso del NT, también hay
deseos de bendición y doxologías. Pablo empleó esta forma que hizo escuela en
la literatura epistolar cristiana.

Como Pablo se dirige a comunidades en situaciones muy diferentes, suele agregar


indicaciones sobre su apostolado y otros elementos en los prescriptos. Los
destinatarios también reciben diversos atributos, según la situación, tal como
después se evidencia por el contenido del documento. Si bien las cartas del NT se
dirigen a comunidades o personas concretas, no son escritos ocasionales, sino
que tienen carácter semioficial y características oficiales. La iglesia comprendió
esto de manera cabal y le dio a la colección de estos escritos validez normativa.

Apocalipsis

El género apocalíptico es una creación literaria judía. Las obras completas más
antiguas que se conservan son parte de 1 Henoc (siglo III a.C.) y el libro de Daniel,
ubicado entre los “Escritos” en la Biblia judía (Ley – Profetas – Escritos) y entre los
Profetas en la Biblia cristiana. La apocalíptica floreció enormemente en la época
intertestamentaria y neotestamentaria.

Los apocalipsis judíos son pseudoepigráficos; o sea, se basan en la ficción de que


provienen de la mano de personajes célebres del pasado: Daniel, Abrahán,
Esdras, Henoc, Baruc, Moisés, Elías. Pretenden comunicar revelaciones
(Apocalipsis significa revelación) recibidas luego de la extinción de la profecía de
Israel. Esas revelaciones divinas versan sobre la historia presente y futura (hasta
el fin del mundo), y también sobre el mundo futuro.

Para la correcta comprensión del género apocalíptico debe tenerse en cuenta que
este género es expresión de una determinada comprensión de la historia. El autor
apocalíptico parte de la idea de que toda la historia universal se desarrolla según
21
un plan previamente trazado por Dios. Este plan puede descubrirse en la historia
pasada, y así es posible verificar en qué momento o etapa uno se encuentra
ahora. El momento actual del autor es comprendido como tiempo final, sometido al
poder del mal y en el que los justos, buenos y creyentes padecen creciente
persecución. La confrontación entre ambos poderes, el de Dios y el del mal,
culminará con una batalla final en la que triunfará Dios luego de una intervención
espectacular. Entonces comenzará el nuevo eón. Este tiempo de salvación
retribuirá con creces a los fieles perseguidos.

La meta de los reveladores consiste en afianzar la fe, la paciencia, la fidelidad y el


amor del pueblo creyente, inculcando el pronto fin del presente eón (o época) con
todas sus angustias. Los apocalípticos transmiten su mensaje de fortalecimiento
mediante llamados, aseveraciones y expresiones de confianza en la intervención
final de Dios; su interpretación de la historia se realiza a través de predicciones
(vaticinium ex eventu), imágenes, visiones, audiciones, simbología, alegorías,
mitos, animales, especulaciones numéricas y astrológicas. Todo vibra en colores,
turbulencias, cataclismos y una meteorología enfurecida, sangre, tormenta,
profundidad, espectáculos cósmicos. Cierra esa literatura una brillante descripción
del nuevo eón y de los castigos de los infieles y malvados.

El Apocalipsis del NT contiene elementos de los libros del AT y de las tradiciones


judías. Pero en su conjunto es una producción cristiana con un claro centro
cristológico, y con nuevo énfasis en relación a la cuestión de los eones. La
apocalíptica judía está llena de especulaciones sobre los plazos de la historia y el
comienzo del nuevo eón. El Apocalipsis de Jn inculca que el hecho de Cristo ya
inaugura el nuevo eón, que pronto llegará a su manifestación total. Su meta
principal fue consolar y animar a los cristianos de Asia Menor, oprimidos por
angustias y persecuciones por el imperio romano. Les inculca que Cristo ya ha
triunfado, y quienes se mantienen fieles a él incluso hasta el martirio, participarán
de lleno en su gloria.

¿CÓMO TRABAJA LA CRITICA DE LAS FORMAS?

La CF puede empezar así su tarea de la identificación de unidades originalmente


independientes.

El análisis define en primer lugar la estructura del texto, sus características, su


forma, los rasgos típicos y los elementos llamativos.
Luego se compara el texto en estudio con otros, estableciendo diferencias,
coincidencias, similitudes. Las coincidencias permiten englobar los textos en un
mismo género o forma.
Como cada género y cada forma se relacionan con determinadas circunstancias
de los transmisores y los lectores, y asimismo cada molde quiere transmitir algo
específico, la CF trata de descubrir las circunstancias del origen de las unidades.
Este paso comprende una investigación social y sociológica del texto.

22
Una vez hecha la descripción formal del texto, se lo califica según una tipología de
géneros, formas y fórmulas.
Luego se pasa al SiL, preguntando qué ambiente, esfera o ámbito de la vida de la
iglesia primitiva pudo haber producido este tipo de unidad.
Dentro del ámbito del NT pueden identificarse tres matrices. Son ellas:

El culto con la proclamación y la predicación, sus elementos litúrgicos (himnos,


oraciones, confesiones, homologías, alabanzas, doxologías); el fenómeno de la
profecía, la celebración del bautismo y la cena del Señor;
La actitud misionera con la proclamación conversionista del mensaje; a veces con
defensa de la fe (apología) ante extraños y enemigos;
La enseñanza, doctrina, instrucción en la fe y en la vida práctica de la comunidad.

TABLA DE GENEROS, FORMAS Y FORMULAS DEL NT

EVANGELIOS EPISTOLAS
Material verbal Material litúrgico
Dichos proféticos Textos sacramentales
de salvación relatos de institución de la Cena del
de amenaza Señor
de advertencia textos bautismales
palabras apocalípticas Confesiones de la fe o credos
Dichos sapienciales Himnos
Dichos jurídicos o legislativos Fórmulas de fe
Fórmulas Doxología
Reglas para la comunidad Material parenético
Los “Yo soy” Catálogo de virtudes y pecados o vicios
Dichos de seguimiento Tablas de deberes domésticos o cuadro
Comparaciones de moral familiar
comparaciones Tablas o catálogos de deberes
imagen ministeriales
hipérbola
paradoja
metáfora
género parabólico
comparación más completa/parábola
parábola
ejemplarización/narración de ejemplos
alegoría
Agrupación y composición de dichos
Material histórico:
Narraciones cortas (paradigmas)
Diálogos-disputa
Diálogos doctrinales
Historia de milagros
curaciones
exorcismos
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revivificaciones
salvación de peligro
donaciones
castigo
Narraciones cristológicas
La historia de la pasión y resurrección
Otras narraciones históricas.

Crítica de la Tradición (Ctrad)

Como tradición, la exégesis entiende un conjunto claro y cerrado de ideas,


símbolos y representaciones sobre Dios, el mundo, la fe, un acontecimiento, la
esperanza, la antropología, la soteriología, etc. Las tradiciones siempre se
relacionan con grupos humanos específicos, con lugares y épocas. Así hubo
tradiciones peculiares de los grupos sacerdotales, los levitas, profetas, los pobres,
la realeza, los grupos apocalípticos, el pueblo en su representación nacional, los
seguidores de distintas expectativas mesiánicas y de mesías concretos, los justos,
los fariseos, el yahvista, el elohista, los predicadores ambulantes, los carismáticos,
los evangelistas y muchos otros más.

Toda tradición siempre es interpretación de algo. No es sólo una transmisión de un


hecho o de un concepto, sino la interpretación específica que el grupo en cuestión
tiene, hace y reproduce de ese hecho o concepto. En el Éxodo, el cruce del Mar
Rojo no se transmite como mero evento del pasado, sino como interpretación de
ese cruce gracias a la intervención de Dios; el maná no se transmite como mero
alimento ocasional encontrado en el desierto, sino como don de Dios.

Los desastres históricos como: guerras, destrucciones, exilio no se transmiten


como simples desgracias históricas, sino como castigos, purificación, juicio de
Dios; y a la vez se combinan con promesas y esperanzas. La tradición no es pues
una crónica o un concepto abstracto, sino una interpretación de algo, percibido
como significante para la vida.

Los textos bíblicos también evidencian conflictos de tradiciones. Las tradiciones


vinculadas a la realeza de Israel están en conflicto con las expectativas del pueblo
pobre y oprimido por los sectores dominantes; la línea profética tiene que
oponerse frecuentemente a la línea sacerdotal. Será importante analizar por
cuáles de las tradiciones opta Jesús.

El análisis de tradiciones en el NT se propone:

Reconocer que los textos neotestamentarios no se produjeron en un vacío, sino


que además de su creación directa por sus autores, también deben muchísimos
elementos al mundo histórico, religioso, espiritual, cultural, cúltico del AT, del
judaísmo y del helenismo.
24
Identificar conceptos, motivos y tradiciones provenientes de esos campos; rastrear
su origen y su historia; y a analizarlos para que su comprensión colabore en la
interpretación de los textos del NT.
La CTrad se basa en la constatación de que toda comunidad estructurada tiene
tradiciones cuya función consiste en expresar la propia concepción del mundo, la
identidad de la comunidad y la interpretación de sus historias y experiencias.

Los autores del NT recurrieron a tradiciones del AT, del ambiente judío y del
mundo helenístico (y romano, en menor escala), para ayudarse a expresar sus
mensajes mediante imágenes o motivos conocidos por sus lectores. Así
iluminaban sus contenidos mediante hechos significativos de la historia conceptual
y religiosa de su mundo. La historia del concepto y de sus tradiciones
complementará la compresión que brinda el contexto literario inmediato del
término. La CTrad del NT identifica pues esas tradiciones que aparecen en el NT,
investigando su origen, su historia y su aplicación concreta.

La CTrad es uno de los pasos más difíciles de la exégesis, no por complicaciones


de método (como quizás la crítica textual y el análisis estructural), sino por exigir la
mayor cantidad de conocimientos previos de los motivos tradicionales que pueden
ocultarse detrás de los conceptos más comunes y caseros como: casa, hoy, tierra,
pan, nube, tres.

La CTrad nos revela la complicada historia de las tradiciones bíblicas; la intención


de los autores y la formación de los escritos. Permite distinguir entre el origen, el
núcleo, los revestimientos y agregados en un texto; y así brinda ayuda elemental
para una mejor comprensión. Al develar el empleo de las tradiciones y sus
cambios nos ayuda a acercarnos al mensaje de cada texto.

Ejemplos de tradición del AT en el NT:

Diversos motivos, tradiciones y fórmulas de textos del Deuteroisaías se hallan en


muchos textos del NT. Se los empleó para interpretar el hecho de Cristo. Varios
elementos de las historias de vocación de profetas ingresaron a las historias del
bautismo de Jesús: visiones, audiciones, aclamación. Determinadas figuras fueron
empleadas como tipos, calcándose moldes de su actuación sobre realizaciones de
Jesús: Elías, Moisés, Jonás.

La Crítica de la Redacción (CR)

El paso metodológico de la CR sirve para investigar las intenciones del autor que
armó la obra final, su trabajo específico y detallado, sus situaciones históricas y la
de sus lectores, así como su mensaje. De esta manera el recorrido vuelve a
rehacer el camino que anduvo el autor desde el material crudo hasta el texto
actual.

25
La CR permite precisar los ensambles que hizo el autor con todos los elementos
previos y propios; los cambios que impuso, los retoques, las omisiones, los
agregados; la estructuración final que imprimió a su obra.

La CR se dedica a analizar el trabajo de un autor en cuanto redactor: los cambios,


retoques, omisiones, agregados, nuevas estructuraciones y la composición
general de su obra. A partir de estos elementos trata de descubrir las líneas
teológicas fundamentales de la obra y describir su mensaje.

El análisis redaccional tiene que relacionar constantemente los elementos


menores (p.e. cambios estilísticos, el marco geográfico y cronológico dado a
unidades menores) con los elementos generales de la obra (unidades o secciones
mayores, estructura general); y tomar en cuenta el lugar que cada elemento ocupa
en el conjunto del libro entero.

En este sentido la CR da especial valor a la forma canónica de los textos, pues es


ésta y no la cantidad de fragmentos lo que recibe el lector.

La CR parte del reconocimiento de un texto como producto final de un proceso


más o menos largo, y en cuya etapa final o composición última tuvo un papel
decisivo el redactor o autor que lo compendió, que ofreció ese texto a sus lectores.
Para la CR el texto final no es una suma de fragmentos y tradiciones, sino un
conjunto ordenado y consecuentemente estructurado. Esto no sólo implica
cambios estilísticos y adaptaciones de materiales sueltos; sino también cambios
de formas y géneros, de contenido y de SiL debido a nuevas funciones de
materiales en la obra final.

La CR analiza los textos en cuanto producto de sus respectivos autores,


investigando el trabajo de los mismos sobre sus fuentes. La meta final de la CR es
la descripción de la teología y de la situación histórica y eclesiástica de cada autor.

En el campo de los EvSin la CR analiza la selección que hizo cada evangelista,


cómo estructuró su obra, cómo ordenó sus diversas fuentes y cómo reelaboró
esos materiales. Si el análisis de los géneros y las formas se dedica a las
características de unidades de textos y a su historia, la CR se dedica a la
conformación global de la obra entera como producto final de un proceso de
formación y redacción.

Procedimientos de la CR de los evangelios

El estudio redaccional de un Evangelio debe tener presente que la redacción


escrita de este tipo de libro en sí es el resultado de una historización, sólo posible
en la segunda y tercera generación cristiana. Se debió a la merma de las
expectativas escatológicas, la necesidad de conservar los tesoros de la
proclamación apostólica, la importancia de fijar normas éticas practicables
(diferentes de una ética muy estusiasta que espera el inminente fin del mundo).
También hubo necesidad de introducir instancias ordenadoras y normativas en la
26
doctrinal. Luego se necesitaban materiales para la enseñanza en general y la
instrucción de maestros y predicadores en especial.

Lo decisivo de todo esto fue el recurso al Jesús histórico y no a mitos, supuestas


revelaciones angélicas o nuevas teofanías, decisiones jerárquicas de colegios de
líderes, o cosas así. Ello indica que la generación de los evangelistas comprendió
acertadamente que la fe cristiana tiene anclaje en la revelación de Dios en la
historia, y concretamente en la historia de Jesús de Nazaret, el Mesías.

Elementos teológicos de los cuatro evangelios

Marcos

En el EvMc predomina el llamado secreto mesiánico. Se expresa en mandatos de


silencio dados por Jesús a diversos grupos: no hablar sobre curaciones ni
comentar que él es el Mesías (Mc. 1:34, 44; 3:12; 5:43; 8:30; 9:9); en la
incomprensión de los discípulos; y en la teoría del oscurecimiento del
entendimiento por medio de parábolas, Mc 4:10-12.

Mateo

Mt dio un carácter doctrinario a su Evangelio mediante la composición de cinco


grandes discursos, agrupando allí la mayor parte del material oral de la enseñanza
de Jesús. Los cinco discursos constituyen una especie de Pentateuco cristiano,
adquiriendo Jesús los rasgos de un nuevo Moisés.

Al mismo tiempo Mt quiere hacer ver a sus lectores que en Jesús y con él se
cumplen las Escrituras del Antiguo Pacto, siendo los seguidores del Mesías así los
herederos de las promesas divinas. Esto lo presenta mediante una serie de citas
de reflexión: Mt 1:22-23; 2:5-6, 15, 17, 18, 23.

Lucas

Lc tiene varias líneas peculiares. La acción del Espíritu Santo ocupa un lugar
preponderante en su obra. Temas menores son la relación con Israel, la ciudad de
Jerusalén, Abraham, la oración, los samaritanos. Un tema fundamental es
Jesucristo Hijo de Dios. La línea preponderante cosiste en el hecho de que Lc es
el portavoz de pobres, pecadores y despreciados, más que los otros evangelistas.

Al lado de los materiales provenientes del EvMc y de la fuente de Dichos Lc


incorporó en su Evangelio un cúmulo de material peculiar que le sirvió para
presentar a Jesús en un ministerio dedicado a la solidaridad con pobres,
marginados, menospreciados; y a la vez como juez de ricos y riquezas, y de
despreciadores prestigiosos.

Juan
27
Jn tiene varios acentos específicos. Están por ejemplo los malentendidos joánicos:
Nicodemo, la mujer samaritana, los discípulos, los judíos constantemente
malentienden o malinterpretan las palabras de Jesús. Con este recurso el
evangelista puede aclarar dudas sobre la misión de Jesús, inculcar reiteradas
veces un mismo tema, profundizar contenidos difíciles para sus lectores. Las
breves notas redaccionales crean entonces la satisfacción en el lector por el hecho
de que él sí entiende las cosas.

Los malentendidos también son contrarrestados mediante fórmulas de


presentación con las cuales el enviado de Dios se caracteriza a sí mismo y su
misión. Se trata de los llamados Yo soy (de tradición veterotestamentaria): Jn
6:35; 8:12; 10:7, 11; 11:25; 14:6; 15:1-5.

LA IMPORTANCIA DE LA CR DEL NT

La CR del NT analiza los medios literarios y las características del redactor final de
una obra, sus tendencias, sus metas, transformaciones literarias y teológicas de
sus fuentes. Busca describir las líneas teológicas maestras de cada escrito. Ayuda
a comprender los procesos de relecturas, interpretación y reinterpretación que se
produjeron en la época neotestamentaria.

La CR aclara la fase final de los procesos de formulación de textos. Permite


conocer mejor las intenciones específicas de cada autor. Gracias a la CR es
posible interpretar una unidad menor de un texto a partir de la teología de la obra
total, y viceversa. Todo ello completa el panorama de las teologías bíblicas
neotestamentarias.

PASOS PARA EL DESARROLLO DE UNA EXEGESIS

Prof. René krüger

INTRODUCCION: Situación histórica del libro, autor, destinatarios, personaje


histórico, la teología del texto, su época.

PASOS EXEGETICOS

LECTURA DETENIDA. Leer varias veces en voz alta.


CRITICA TEXTUAL.
Para el AT empelar la Biblia Hebraica Stuttgartensia.
Para el NT emplear el NTG26 con su aparato crítico.
TRADUCCION
Primero literal.
Posteriormente de ayuda para el lenguaje, definición de términos, la gramática y la
sintaxis: Diccionarios, la clave lingüística, las gramáticas y los interlineales.

28
Para tener el mejor texto, podemos apoyarnos en varias versiones como: RVR,
BJ, NVI, DHH entre otras.
UBICACIÓN HISTORICA Y LITERARIA
Empleo de Introducciones al AT/NT, Comentarios, artículos de revistas
especializadas.
Identificar: autor, fecha y lugar de composición, estructuración de la obra,
destinatarios.
CRITICA LITERARIA. Verificar la delimitación propia del texto.
Delimitar subunidades internas en base al cambio de personajes, temas, lugares,
etc.
CRITICA DE GENEROS Y FORMAS.
Identificar el género específico, su forma, el sitz im Leben.
CRITICA DE LA TRADICION.
Rastreo de tradiciones a partir de un análisis de conceptos claves.
CONCEPTOS CLAVES.
Uso de diccionario teológico y concordancia.
CRITICA DE LA REDACCION. Indicios de intereses teológicos y prácticos.
OTROS ANALISIS: La fenomenología, historia de las religiones, lectura socio-
analítica, análisis feminista, lectura psicoanalítica.
ESTRUCTURAS MANIFIESTAS.
12. HERMENÉUTICA: Transferir el núcleo del testimonio a la actividad.

Bajo estos parámetros los estudiosos unen esfuerzos por explicar la historia de la
formación y transmisión de los manuscritos bíblicos (sobre los que se basan
nuestras traducciones contemporáneas), y reconstruyen un “texto matriz” cercano
a lo que pudo haber sido la copia del texto "original", haciendo uso de muchos
manuscritos. Para tal fin se desarrollan criterios metodológicos a partir de la
experiencia de escribir y copiar manuscritos en la antigüedad, al igual que del
sentido común y probabilidades (crítica textual). No se puede interpretar la Biblia
a menos que hayan textos que interpretar, sean estos escritos en los idiomas
originales o traducidos al castellano.

Una vez que se tiene el texto bíblico reconstruido, se procede a identificar las
posibles líneas de pensamiento o tradiciones (orales o escritas) de donde el autor
de un texto bíblico dado pudo haber tomado sus ideas y modificado las mismas en
el texto que finalmente escribió (crítica de fuentes). Pero las tradiciones de las
que los autores bíblicos dependieron para escribir sus mensajes no son estáticas;
más bien atraviesan un proceso histórico en el que cambian de significado dentro
y fuera de la Biblia, con el correr de los años y el paso de un contexto a otro
(crítica de la historia de la tradición). De particular importancia es el cambio de
"tradición oral" a "tradición escrita", y la forma o género literario que el mensaje
adquirió en el texto bíblico, luego de un largo y complejo proceso de creación,
modificación y edición de sus ideas, a la luz de nuevas circunstancias sociales
(crítica de formas). Como parte de este proceso que se enfoca en el origen y
desarrollo de las tradiciones, también se presta atención a cómo un autor bíblico
utiliza la información en el texto bíblico. Por eso es importante concentrarse en su
trabajo redaccional o editorial. No es sólo lo que el autor escribe, sino también
29
cómo presenta la información y lo que todo esto tiene que decir sobre su teología
y propósito al escribir (crítica de la redacción).
 
Por cuanto los textos bíblicos se refieren constantemente a personajes, eventos,
circunstancias, fechas y lugares especiales en un contexto socio-cultural concreto
y distante del nuestro, para entender mejor la Biblia es imprescindible determinar
la veracidad de tal información, al igual que el significado de los textos bíblicos a la
luz de su trasfondo geográfico, histórico-político, socio-económico, cultural,
filosófico y religioso (crítica histórica o del trasfondo social). Lo que el autor quiso
decir y como los destinatarios pudieron haber entendido su mensaje, es clarificado
por este acercamiento. Finalmente, la Biblia, por ser una colección de
documentos en un solo libro y haber cumplido funciones históricas específicas en
la comunidad de creyentes que los preservó, interpretó y compiló, debe ser vista
como Escritura e interpretada como un todo y producto final, sobre todo a la luz de
la fe. Además, pasajes individuales de la Biblia se utilizan para interpretar otros
textos (como por ejemplo la interpretación cristológica del AT) (crítica canónica).

2. El mundo "dentro" del texto bíblico. Si el foco principal en el apartado


anterior fue el mundo detrás del texto, ahora el énfasis cambia hacia el texto
mismo y su complejo universo de relaciones y significados. El intérprete de la
Biblia pone su energía en entender y explicar no la producción sino el producto.
Lo que el autor bíblico intentó decir puede descubrirse en las palabras del mismo
texto. Pero existen también significados allí más allá del propósito del autor, pues
en cierta medida el texto ya no está bajo el control de su autor y es un ente
autónomo o independiente. Bajo esta categoría normalmente colocamos
“métodos centrados en el texto”.
Dentro de estos linderos, el intérprete busca comprender y explicar el idioma
original de la Biblia, al igual que los elementos que conforman el texto bíblico
como discurso (palabras, frases, oraciones, párrafos, etc.) y los significados de
cada uno de ellos (crítica gramatical). Considerando que los textos de la Biblia
son expresiones concretas del lenguaje, y que como tales conforman un complejo
sistema de relaciones, valores y significados, el exegeta indaga también sobre el
sentido de cada uno de estos elementos y del texto como un todo; aquí el asunto
de importancia es saber qué significa el texto y cómo se comunica este significado
al lector (crítica semiótica o estructuralismo). De la mano de este enfoque,
tenemos también aquel que da especial atención al estilo, imágenes, artificios
literarios, estrategias de persuasión y organización del discurso del autor, para una
comunicación más eficaz de sus ideas a los lectores originales en un contexto
dado (crítica retórica). Puesto que los seres humanos utilizan diversos medios de
comunicación para impartir sus ideas, también se busca entender el contenido, la
forma y el propósito de los géneros literarios que aparecen en los textos
escriturísticos (crítica literaria).

Los textos bíblicos presentan varias estructuras: paralelas, simétricas y la más


simple es el quiasmo.

Un ejemplo de estructura: Libro de Cantares


30
A. 1:1-6 Invitación de la joven.
Los hermanos, metáfora de la viña.
B 1:7-2:7 Diálogos de los amantes
2:4-7 escena de amor
C 2:8-3:5 Cantos de la joven
3:4-5 escenas de amor
2:15 Mutua posesión.
D 3:6-5:1 Cortejo del Rey Salomón.
(3:10-11 Hijas de Jerusalén / Sión ).
Cantos del joven (4:1-15)
Wasf referido a la amada 4:1-7
Invitación del joven 4:8
Diálogo de los amantes 4:16-5:1.
E Intermezzo 5:2-6:3
5:2-8 Escena de amor no logrado.
5:9-6:3 Diálogo de la joven con las hijas de Jerusalén.
5:10-16 Wasf, referido al amado
6:3 Mutua posesión.
D´ 6:4-7:9 Cantos del joven
7:2-9 Wasf, canto descriptivo referido a la amada.
C´ 7:10-8:4 Cantos de la joven 7:10-8:2
7:10 Mutua posesión
Escena de amor 8:3-4
B´ 8:5-7 Diálogo conclusivo de los amantes.
A´ 8:8-14 Hermanos, metáfora de la viña, invitación de la joven.

Igualmente vemos en Marcos 7:24-30

Introducción: 24 Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón;


A 25 y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse.
Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se
postró a sus pies.
B 26 La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su
hija al demonio.
C 27 Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está
bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.
D 28a Respondió ella y le dijo: Sí, Señor;
C’ 28b pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los
hijos.
B’ 29 Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija.
A’ 30 Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada
en la cama.

Los centros de las estructuras nos indican el núcleo teológico. Los textos bíblicos
son desafiantes, proponen algo qué hacer, cambiar o apelan a una valoración.

Esquema actancial (actantes en el relato):

31
Emisor Objeto Receptor Eje de la comunicación

Ayudante Sujeto Oponente Eje del poder

Eje del deseo

Cuadrado semiótico
Negativo Positivo

No-positivo No-negativo

Ejemplo de Marcos 7:24-30

3. El mundo "delante" del texto bíblico. En contraste con todo lo anterior,


existen métodos cuya finalidad es comprender y exponer lo que sucede no detrás
del texto bíblico o en el mismo texto, sino en el lector y en su experiencia al leer
desde su propio contexto histórico-social. Aquí se hace hincapié en cómo el
intérprete recibe y procesa la información bíblica desde una ubicación social
particular años más tarde. La lectura de la Biblia es una especie de diálogo entre
dos horizontes cuya fusión genera sentido en y para el intérprete (el horizonte
bíblico y el horizonte del lector). La Biblia es como una casa de espejos en la que
se reflejan ideas, valores, eventos y patrones de conducta similares a los de hoy.
Al estudiarla no sólo aprendemos del pasado sino también de nosotros mismos.
Cuando la Escritura se interpreta desde este ángulo, se abre con ello camino para
la aparición de multiplicidad de lecturas, todas ellas iluminadas por las coloridas
experiencias humanas. Los tipos de lectura que funcionan de esta manera se
denominan “métodos centrados en el lector”. Es aquí donde la Postmodernidad
ha hecho quizá su más clara e innovadora contribución.
 
En este estilo de interpretar la Biblia, lo que lector moderno percibe y cómo
reacciona en su diálogo con ésta pasan al centro del escenario. Su experiencia en
cierta manera colorea (y hasta determina) lo que el intérprete observa y procesa
en su conversación con el texto bíblico (crítica lector-respuesta). Ya que nuestro
conocimiento de la realidad (inclusive de la Biblia) es generado por una compleja
relación entre quien conoce (subjetividad) y lo que se conoce (objetividad) en un
contexto dado, los textos bíblicos deben siempre entenderse como construcción o
producción social. Esto quiere decir que nuestro entendimiento de la Biblia
siempre nos llega por medio de interpretación y que ésta, por ser específica y
contextual, es incompleta y relativa. Por tanto, es aconsejable cuestionar "las
ideas absolutas" y mirar la realidad desde puntos de vista no tomados en cuenta
(crítica deconstructiva). Por cuanto los seres humanos siguen los mismos
patrones de conducta a lo largo de la historia y en varias culturas, es posible
diseñar y utilizar “modelos” y “teorías” actuales para entender mejor las ideas, los
valores, y el comportamiento de las culturas bíblicas, y viceversa. Desde este
punto de vista, la lectura de la Biblia es siempre una experiencia transcultural.
32
Para este enfoque la Sociología y la Antropología Cultural son vital importancia
(crítica socio-científica). Además, en la Biblia hay muchos cuentos e historias,
cuya estructura literaria sigue ciertos patrones que la asemeja a las narrativas
modernas, incluyendo componentes tales como trama, personajes, tiempo, lugar,
circunstancias, punto de vista, ideología, etc. En vista de ello, para mejorar
nuestra comprensión de cómo las ideas fluyen y son recibidas por los lectores
bíblicos y contemporáneos, es saludable identificar y explicar el género narrativo y
la interrelación de los elementos que lo conforman (crítica narrativa).
 
Partiendo de contextos contemporáneos de explotación, marginalización, opresión
y exclusión, muchas personas correlacionan su sufrimiento a lo largo de la historia
con lo que la Escritura registra, es decir, hacen una relectura de la Biblia a partir
de sus experiencias, y con la ayuda de las ciencias sociales articulan lineamientos
de fe y acción para defender su causa y propiciar cambios sociales (crítica
liberacionista). Bajo la sombra de esta corriente, por ejemplo, se puede analizar
las características principales de los imperios dentro y fuera de la Biblia (crítica
colonial o post-colonial) y el lugar y rol de las mujeres dentro de sociedades
patriarcales (crítica feminista). No puede comprenderse el mundo actual y el
antiguo a menos que analicemos de fondo las relaciones de poder y las
estructuras que han subyugado a muchas personas.

Todos los métodos clasificados pedagógicamente bajo estos “mundos de


significados” ilustran el hecho que la Biblia no tiene un significado final, cerrado y
absoluto, como sus mismas historias y enseñanzas así lo demuestran; su
interpretación está abierta al dinamismo de la vida. Por tal razón el ser humano
nunca agota el sentido y pertinencia de las Escrituras. Además, dichos métodos
no se excluyen, ni pueden operar eficazmente prescindiendo el uno del otro. Cada
uno de ellos a menudo integra o se basa en muchas de las contribuciones hechas
por los otros. También tienen una fuerte dosis interdisciplinaria, aunque
reteniendo sus matices muy particulares. Más que una "crisis" en la interpretación
de la Biblia, todos estos aportes reflejan un cambio en el significado cultural de la
interpretación.

II. REGLAS PRÁCTICAS PARA LA INTERPRETACIÓN BÍBLICA

Intentaremos exponer las reglas prácticas necesarias que se consideran


fundamentales para la interpretación de la Biblia según el método histórico-
gramático.

Regla 1: La Biblia debe leerse como cualquier libro

Es fácil interpretar mal esta regla. Cuando afirmamos que debemos leer la
Biblia como cualquier otro libro se puede tomar en este sentido. Creemos que la
Biblia es singularmente inspirada e infalible, y esto la coloca en una categoría
especial por sí misma. Pero para asuntos de interpretación la Biblia no se reviste
de alguna magia especial que cambie sus patrones literarios básicos de
interpretación. Esta regla simplemente es la aplicación del principio del sensus
33
literalis (sentido literal). En la Biblia un verbo es un verbo y un nombre común es
un nombre común, igual que en cualquier otro libro.
Pero si la Biblia ha de ser interpretada como cualquier otro libro, ¿qué decir
de la oración? ¿No deberíamos buscar la ayuda de Dios para interpretar el Libro?
¿No es prometida la iluminación divina a este libro en una forma que difiere de
otros libros?
Cuando formulamos preguntas acerca de la oración y la iluminación divina,
entramos a un terreno en el cual la Biblia es definitivamente diferente de otros
libros. Para el beneficio espiritual de aplicar las palabras de la Escritura a nuestras
vidas, la oración es enormemente útil. Para iluminar el significado espiritual de un
texto el Espíritu Santo es esencialmente importante. Pero para discernir la
diferencia entre la narración histórica y la metáfora, la oración no es de gran ayuda
a no ser que implique una intensa súplica a Dios para que nos dé mentes claras y
corazones puros para vencer nuestros prejuicios. La santificación del corazón es
vital para que nuestras mentes sean libres a fin de oír lo que la Palabra nos está
diciendo. También debemos orar pidiéndole a Dios que nos ayude a vencer a
nuestra inclinación a la pereza y que nos haga estudiantes diligentes de la
Escritura. Pero las llamaradas místicas no suelen ser de mucha ayuda en el
trabajo básico de la exégesis. Peor aún es el llamado método espiritual de la
“picada de azar”.
La “picada de azar” se refiere al método de estudio bíblico por el cual una
persona ora pidiendo la guía divina y después hace que su Biblia se abra donde
sea. Entonces, con sus ojos cerrados, la persona “pica” con su dedo en la página
y recibe la respuesta de Dios donde sea que el dedo apunte.

Regla 2: Lea la Biblia existencialmente

Lo que tratamos de decir es que según leemos la Biblia deberíamos


encontrarnos pasional y personalmente envueltos en lo que leemos. Esto no
solamente con el propósito de la aplicación personal del texto sino para el
entendimiento también. Lo que se requiere es un tipo de comprensión por medio
de la cual tratamos de “introducirnos en la piel” de los personajes acerca de los
cuales estamos leyendo.
Mucha de la historia bíblica nos llega por medio de declaraciones
exageradamente modestas y de asombrosa brevedad. Considérese la siguiente
narración:
Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su
incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron
incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él
nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó,
y murieron delante de Jehová, diciendo: En los que a mí se
acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré
glorificado. Y Aarón calló. (Lv. 10:1-3)
¿Qué está sucediendo aquí? En tres cortos versículos se da cuenta del
drama del pecado y la ejecución subsiguiente de los hijos de Aarón. Se dice poco
acerca de la reacción de Aarón. Todo lo que leemos es que Moisés interpretó las
razones del juicio de Dios y que Aarón, por lo tanto, guardó silencio. ¿Qué estaba
34
pensando Aarón cuando vio a sus hijos aniquilados? ¿Podemos leer un poco entre
líneas? Si él fuese como yo, él estaría pensando: “¿Qué está pasando? Vamos,
Dios, te he servido durante tanto tiempo, sacrificando mi vida por ti y eliminas a
mis hijos por una travesura infantil. No es justo”. Esa sería la reacción de muchos.
Pero si reaccionara de tal forma y el Dios santo de Israel nos recordara
severamente la santidad del altar y la seriedad de la tarea sacerdotal, diciendo:
“En los que a mí se acercan me santificaré”, nosotros también nos quedaríamos
callados.
Si tratamos de ponernos en la situación de los personajes de la Escritura,
podemos llegar a un mejor entendimiento de lo que estamos leyendo. Esta es la
práctica de la compresión: sentir las emociones de los personajes que estamos
estudiando. Esta lectura entre líneas podrá no ser considerada como parte de la
Escritura misma pero nos ayudará a entender el sabor de lo que está sucediendo.
A la luz de la controversia actual en cuanto al papel de la mujer en la
iglesia, el apóstol Pablo se ha llevado una buena paliza. Leemos literatura
describiendo a Pablo como un chauvinista, un misógino, y un antifeminista.
Algunas personas sienten tanta hostilidad hacia Pablo sobre este asunto que
salen gotas de veneno de sus plumas y no pueden oír ni una palabra suya.
Usando este método existencial de la comprensión podremos obtener un mejor
entendimiento de Pablo el hombre, pero más importante aún, de lo que realmente
está diciendo.

Regla 3: Las narraciones históricas deben ser interpretadas por el


método didáctico

El término didáctico viene de la palabra griega que significa enseñar o


instruir. La literatura didáctica es aquella que enseña o explica. Muchos de los
escritos de Pablo presentan características didácticas. La relación entre el
evangelio y las epístolas ha sido definida con frecuencia simplemente diciendo
que los evangelios registran lo que Jesús hizo y las epístolas interpretan su
significado. Tal definición es demasiado simplista, toda vez que los evangelios en
muchas porciones enseñan e interpretan a la vez que narran. Pero es cierto que el
énfasis de los evangelios está en la crónica de eventos, mientras que las epístolas
están más interesadas en interpretar el significado de esos eventos en términos de
doctrina, exhortación, y aplicación.
El principio de la interpretación de la narración por el método didáctico no
está concebido para poner a un apóstol contra otro o a un apóstol contra Cristo.
Es meramente para reconocer una de las tareas principales del apóstol; enseñar e
interpretar la mente de Cristo para su rebaño.
Una de las principales razones por las que esta regla es importante es la de
evitar el derivar demasiadas inferencias de los relatos acerca de lo que la gente
hace. Por ejemplo; ¿Podemos realmente componer un manual de comportamiento
cristiano puramente a base del análisis de cómo Jesús actuó? Con frecuencia
cuando un cristiano se enfrente a una situación problemática, se le dice que se
pregunte a sí mismo: “¿Qué haría Jesús en esta situación?” Esta no es siempre
una pregunta sabia. Una pregunta mejor sería: “¿Qué querría Jesús que yo hiciera
en esta situación?”
35
¿Por qué es peligroso simplemente tratar de modelar nuestras vidas de
acuerdo con lo que Jesús hizo? Si tratamos de modelar nuestras vidas
precisamente de acuerdo con el ejemplo de Jesús, podremos tener varias clases
de problemas. En primer lugar nuestros deberes como hijos de Dios obedientes no
son exactamente los mismos que la misión de Jesús. Yo no fui enviado al mundo
para salvar a los hombres de sus pecados. Jamás podré hablar con una absoluta
autoridad de cualquier tema como lo hizo Jesús. No puedo ir a la iglesia con un
látigo y echar a los laicos corruptos. No soy el Señor de la iglesia.
Segundo, y quizás no tan obvio, Jesús vivió bajo un período diferente de la
historia redentora del que vivo yo. A Él se le exigió el cumplir todas las leyes del
Antiguo Pacto, incluyendo las ceremoniales. Jesús estaba siendo perfectamente
obediente al Padre cuando fue circuncidado como un rito religioso. Si fuésemos
circuncidados, no por razones de salud e higiene sino como un rito formal
religioso, estaríamos con ese rito, repudiando la obra final de Cristo y
retrocediendo a la maldición de la Ley del Antiguo Testamento. En otras palabras,
podríamos ser culpables de un serio pecado si tratáramos de imitar exactamente a
Jesús. He aquí donde las epístolas son tan importantes. Nos llaman, cierto, a
imitar a Cristo en muchos aspectos; pero nos ayudan a determinar cuáles son
esos puntos y cuáles no.
Un tercer problema con imitar la vida de Jesús se presenta al hacer el
cambio sutil de lo que es permitido a lo que es obligatorio.
Hay otro problema serio al tratar de derivar demasiadas inferencias de las
narraciones. La Biblia registra no solamente las virtudes de los santos sino
también sus vicios. Los retratos de los santos se pintan con verrugas y todo.
Deberemos tener cuidado de no imitar las “verrugosidades”. En verdad, cuando
leemos acerca de las actividades de hombres que han alcanzado un alto grado de
santificación. Pero ¿deberíamos imitar el adulterio de David o la deshonestidad de
Jacob? ¡Dios no lo permita!
Aparte de conjeturar en materia de carácter y ética en las narraciones,
existe también el problema de extraer doctrina.
El problema del lenguaje fenomenológico en la narración histórica. La Biblia
está escrita en el lenguaje humano. Es el único tipo de lenguaje que podemos
entender porque somos humanos. Las limitaciones del lenguaje humano se
aplican a la Biblia. De hecho, mucho ha sido escrito en años recientes acerca de
este problema. El escepticismo en ocasiones ha llegado al punto de declarar que
todo lenguaje humano es inadecuado para expresar la verdad de Dios. Tal
escepticismo no se justifica en el mejor de los casos y resulta cínico en el peor.
Nuestro lenguaje podrá no ser perfecto, pero es adecuado.
No obstante, estas limitaciones se vuelven aparentes cuando tratamos con
lenguaje fenomenológico, especialmente en las narraciones históricas. El lenguaje
fenomenológico es aquel que describe las cosas tal y como aparecen a simple
vista. Cuando los escritores de la Biblia describen el universo a su alrededor, lo
hacen en términos de apariencias externas y no con miras a la precisión científica
y tecnológica.
¿Cuántas acaloradas controversias ha habido sobre si la Biblia enseña o no
que la tierra y no el sol es el centro del sistema solar? Recuerden a Galileo, quien
fue excomulgado porque enseñó la heliocentricidad (el sistema solar centrado en
36
el sol) contra la geocentricidad (el sistema solar centrado en la tierra), que la
iglesia había aprobado. Esto dio origen a una gran crisis con respecto a la
credibilidad de la Escritura. Aun así, en ningún pasaje encontramos una porción
didáctica de la Escritura que nos enseñe que la Tierra es el centro del sistema
solar. Cierto, en algunas narraciones el Sol se describe como moviéndose a través
de los cielos. Este es el efecto que les causaba a las personas en la antigüedad, y
este es el aspecto que tiene hoy.
Cuando todavía hablamos del sol que se pone y el sol que sale, estamos
hablando de apariencias y nadie nos llama mentirosos. Si leemos las narraciones
de la Biblia como si se tratase de libros de texto científicos, estamos en un grave
problema. Muchos conflictos jamás surgirían si reconociéramos el carácter y el
lenguaje fenomenológico de las narraciones.

Regla 4: Lo implícito ha de interpretarse por lo explícito

En materia de lenguaje distinguimos entre lo implícito y lo explícito. Con


frecuencia la diferencia es cuestión de grado y la distinción se hace imprecisa.
Pero generalmente podemos determinar la diferencia entre lo que realmente se
dice y lo que queda sin decirse, aunque implícito. Es en este punto de confusión
entre lo implícito y lo explícito que es fácil caer en el descuido.
He leído numerosas referencias en cuanto a que los seres angelicales
carecen de sexo. ¿En qué parte de la Biblia dice que los ángeles no tienen sexo?
El pasaje que siempre se utiliza para apoyar esta contención es Marcos 12:25.
Aquí Jesús dice que en el reino ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que
seremos como los ángeles. Esto implica que los ángeles no se casan, pero
¿implica también que no tienen sexo? ¿Significa esto que careceremos de sexo
en el reino? Pudiera ser como cuestión de hecho que los ángeles no tienen sexo y
que esa sea la razón por la que no se casan; pero la Biblia no lo dice. ¿No sería
posible creer que los ángeles no se casan por otros motivos que no sean el de no
tener sexo? La deducción de la sexualidad angelical es una posible inferencia del
texto, pero no es una inferencia necesaria. Hay mucho en la enseñanza bíblica de
la naturaleza del hombre como masculina y femenina que sugiere enfáticamente
que nuestra sexualidad será redimida pero no aniquilada.
Otro ejemplo del tratamiento descuidado de las implicaciones se puede
observar en la naturaleza del cuerpo de resurrección de Jesús. Aquí también
vemos descripciones del cuerpo glorificado de Jesús como la de ser un cuerpo
con la capacidad de pasar sin impedimento a través de objetos sólidos. El
fundamento bíblico de esta aseveración se encuentra en Juan 20:19: “Cuando
llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas
cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los
judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: “Paz a vosotros”. Lea
cuidadosamente las palabras del texto. ¿Dice que Jesús “perdió su forma material”
y flotó a través de la puerta? No; dice que las puertas estaban cerradas y que
Jesús entró y se puso en medio de ellos. ¿Por qué menciona el autor que las
puertas estaban cerradas? Posiblemente para indicar la forma sorprendente en
que Jesús apareció. O, quizás meramente para acentuar lo que realmente dice,
que los discípulos tenían miedo de los judíos. ¿Es posible que Jesús haya venido
37
a sus atemorizados discípulos, quienes se encontraban amontonados tras las
puertas cerradas, abriera la puerta, entrara, y empezara a hablarles? En esto
también, quizás Jesús de hecho penetró a través de la puerta, pero el texto no
dice eso. El construir una visión del cuerpo resucitado de Jesús sobre la base de
este texto involucra una especulación sin fundamento y una exégesis descuidada.
También son problemáticas las deducciones extraídas de afirmaciones
comparativas. Veamos un pasaje famoso de 1 Corintios que ha causado mucho
tropiezo. Pablo dice con respecto a las virtudes del celibato y el matrimonio: “De
manera que el que da a su hija virgen en casamiento hace bien, y el que no la da
en casamiento hace mejor” (7:38). ¿Cuántas veces no ha oído usted decir que
Pablo se oponía al matrimonio o que él dijo que el matrimonio era malo? ¿Es eso
en realidad lo que dice? Claro que no. Él hace una comparación entre lo bueno y
lo mejor, no entre lo bueno y lo malo. Si una cosa se dice que es mejor que otra,
eso no implica que una sea buena y la otra mala. Hay niveles comparativos de
virtud.
La regla básica es la regla del cuidado: la lectura cuidadosa de lo que
realmente está diciendo el texto nos salvará de mucha confusión y distorsión. No
se necesitan grandes conocimientos de lógica, simplemente la sencilla aplicación
de sentido común. A veces el acaloramiento de la controversia lleva a la pérdida
del sentido común.

Regla 5: Determine cuidadosamente el significado de las Palabras

Sea lo que fuere, la Biblia es un libro que comunica información verbal. Esto
significa que está llena de palabras. Los pensamientos se expresan a través de la
relación entre estas palabras. Cada palabra en particular contribuye algo a la
totalidad del contenido expresado. Cuanto mejor entendamos las palabras
utilizadas individualmente en las declaraciones bíblicas, tanto mejor seremos
capaces de comprender el mensaje total de la Escritura.
Probablemente el más grande avance en el conocimiento bíblico que
hemos visto en el siglo XX ha sido en el área de la lexicografía. O sea, que hemos
incrementado notoriamente nuestro entendimiento del significado de las palabras
contenidas en la Biblia. El instrumento exegético más valioso que tenemos en el
presente es el Diccionario teológico del Nuevo Testamento por Kittel. Esta serie de
estudios de palabras comprende gruesos volúmenes, y como obra de referencia
bien vale la pena. Comprende una serie de cuidadosos estudios del significado de
las palabras clave encontradas en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, una palabra
como justificar puede ser examinada en un volumen en particular. La palabra se
somete a un análisis exhaustivo en cada texto conocido en que aparece. Su
significado se sigue a través del período de Homero y la Grecia clásica, su uso
correspondiente en la traducción griega del Antiguo Testamento (la Septuaginta),
su uso en los evangelios, en las epístolas, y en la historia de la primera iglesia.
Ahora un estudiante de la Biblia, en lugar de buscar una palabra en un diccionario
normal donde pudiera encontrar una frase de definición con sus sinónimos
correspondientes, puede recurrir al diccionario de Kittel y encontrar cuarenta o
cincuenta páginas de explicación y delineación detallada de todos los usos y
matices sutiles de la palabra. Podemos averiguar cómo Platón, Eurípides, Lucas, y
38
Pablo usaban una palabra en particular. Esto agudiza grandemente nuestro
entendimiento del lenguaje bíblico y también facilita la exactitud de las
traducciones modernas de la Biblia.
Normalmente hay dos métodos básicos por medio de los cuales se definen
las palabras: por etimología y por uso habitual. Vemos una palabra como
hipopótamo y nos preguntamos lo que significa. Si supiéramos griego sabríamos
que la palabra hipos significa “caballo” y la palabra potamos significa “río”. Por
tanto, tenemos hipopótamo, o “caballo de río”. El estudio de las raíces y los
significados originales de las palabras puede ser muy útil para sacarle jugo a un
término. Por ejemplo, la palabra hebrea para gloria originalmente significaba
“pesado” o “de mucho peso”. Así, la gloria de Dios tiene que ver con su
“ponderosidad” o “significado”. No lo tomamos a la “ligera”. Pero el definir palabras
meramente en términos de su significado original nos puede meter en todo tipo de
problemas.
Además de los orígenes y las derivaciones, es extremadamente importante
para nosotros estudiar el lenguaje en el contexto de su uso. Esto es necesario
porque las palabras sufren cambios en su significado dependiendo de cómo se
usen.
Palabras con múltiples significados. Hay gran cantidad de palabras en la
Biblia que tienen múltiples significados. Solamente el contexto puede determinar el
significado particular en que allí se usa.
Un ejemplo de palabra con múltiples sentidos es la palabra justificar. En
Romanos 3:28 Pablo dice: “Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe
sin las obras de las ley”. En Santiago 2:24 leemos: “Vosotros veis, pues, que el
hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe”. Si la palabra
justificar significa lo mismo en ambos casos, tenemos una contradicción
irreconciliable entre los dos escritores bíblicos sobre un asunto que concierne a
nuestros destinos eternos. Lutero se refirió a la “justificación por la fe” como el
tema sobre el cual la iglesia se mantiene firme o cae. El significado de la
justificación y la pregunta de cómo se lleva a cabo no es una mera insignificancia.
Sin embargo, Pablo dice que es por fe aparte de obras, y Santiago dice que es por
obras y no por fe sola. Para complicar más el asunto, Pablo insiste en Romanos,
en que Abraham es justificado cuando cree en la promesa de Dios antes de ser
circuncidado. Tiene a Abraham justificado en Génesis 15. Santiago dice: “¿No fue
justificado por las obras Abraham nuestro padre cuando ofreció a su hijo Isaac
sobre el altar?” (Stgo. 2:21). Santiago no ve a Abraham justificado hasta Génesis
22.
Esta cuestión de la justificación se resuelve fácilmente si examinamos los
posibles significados del término justificar y los aplicamos a los contextos de los
pasajes respectivos. El término justificar puede significar (1) restaurar a un estado
de reconciliación con Dios a aquellos que se hallan bajo el juicio de su Ley o, (2)
demostrar o vindicar.
Jesús dice, por ejemplo: “La sabiduría es justificada por todos sus hijos” (Lc.
7:35 VRV). ¿Qué trata de decir? ¿Trata de decir que la sabiduría restaura la
comunión con Dios y salva de su ira? Obviamente no. El significado sencillo de
sus palabras es que un acto sabio produce buen fruto. La reclamación de
sabiduría es vindicada por el resultado. Una decisión demuestra ser sabia por sus
39
resultados. Jesús habla en términos prácticos, no teológicos, cuando usa la
palabra justificado de esta manera.
¿Cómo utiliza Pablo la palabra en Romanos 3? Aquí, no hay disputa. Pablo
habla claramente acerca de la justificación en el máximo sentido teológico.
¿Y qué de Santiago? Si examinamos el contexto de Santiago podremos ver
que está versando con una cuestión diferente a la de Pablo. Santiago dice en el
2:14: “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene
obras? ¿Podrá la fe salvarle?” Santiago pregunta qué clase de fe es necesaria
para salvación. Está diciendo que la fe viva lleva consigo obras. Él dice que una fe
sin obras es una fe muerta, una fe sin vitalidad. El punto en cuestión es que la
gente puede decir que tiene fe viva cuando en realidad no la tiene. La declaración
es vindicada o justificada cuando se manifiesta por el fruto de la fe, o sea, las
obras. Abraham es justificado o vindicado a nuestros ojos por sus frutos. En cierto
modo, nuestra declaración de justificación de Abraham es justificada por sus
obras. Los reformadores lo comprendieron así cuando afirmaron que “la
justificación es por fe sola, pero la fe no va sola”.
Se ha producido un sinnúmero de controversias y han nacido herejías
simplemente por no haber advertido la multitud de significados que con frecuencia
tienen las palabras.

Regla 6: Note la presencia de paralelismos en la Biblia

Una de las características más fascinantes de la literatura hebrea es su uso


de los paralelismos. El paralelismo en las lenguas antiguas del cercano oriente es
común y relativamente fácil de reconocer. La habilidad para reconocerlo cuando
ocurre ayudará mucho al lector a entender el texto.
El paralelismo puede definirse como una relación entre dos frases o
cláusulas que se corresponden en similitud o se relacionan. Hay tres tipos básicos
de paralelismo: sinonímico, antitético y sintético.
El paralelismo sinónimo ocurre cuando diferentes partes de un mensaje
presentan el mismo pensamiento en una forma de expresión ligeramente alterada.
Por ejemplo:
El testigo falso no quedará sin
castigo, y el que habla mentiras no
escapará (Pr. 19:5)
Venid, adoremos y postrémonos;
arrodillémonos delante de Jehová
nuestro Hacedor (Sal. 95:6)
El paralelismo antitético ocurre cuando las dos partes se encuentran en
contraste la una con la otra. Pueden decir lo mismo pero en forma negativa:
El hijo sabio recibe el consejo del
padre; más el burlador no escucha
las reprensibles. (Pr. 13.1)
O:
La mano negligente empobrece; más
la mano de los diligentes enriquece.
(Pr. 10:4)
40
El paralelismo sintético es un poco más complejo que las otras formas. Aquí
la primera parte del pasaje crea un sentido de expectación, el cual se completa
con la segunda parte. También puede avanzar en un movimiento progresivo “en
escalinata”, hasta alcanzar una conclusión en la tercera línea:
Porque he aquí tus enemigos, oh
Jehová, porque he aquí perecerán tus
enemigos; serán esparcidos todos los
que hacen maldad (Sal. 92:9)
Aunque Jesús no hablaba en poesía, la influencia de la forma de
paralelismo se encuentra en sus palabras.
Al que pida, dale; y al que quiera
tomar de ti prestado, no se lo
rehúses. (Mt. 5:42)
O:
Pedir, y se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad, y se nos abrirá. (Mt.
7:7)
La habilidad para reconocer los paralelismos con frecuencia puede aclarar
aparentes dificultades en el entendimiento de un texto. También puede enriquecer
grandemente nuestra percepción de fondo de varios pasajes. En la versión de
Reina Valera de la Biblia hay un pasaje que ha causado tropiezo a muchos. Isaías
45:6-7 dice:
Yo Jehová, y ninguno
más que yo, que formo la
luz y creo las tinieblas,
que hago la paz y creo la
adversidad. Yo Jehová
soy el que hago todo
esto.
Se me ha preguntado acerca de este versículo en muchas ocasiones. ¿No
nos enseña claramente que Dios crea el mal? ¿No convierte esto a Dios en el
autor del pecado? La resolución a este pasaje problemático es sencilla si
reconocemos la presencia obvia de un paralelismo antitético en Él. En la primera
parte encontramos luz en contraste con la oscuridad. En la segunda parte, la paz
se encuentra en contraste con el mal. ¿Qué es lo opuesto a la paz? La clase de
“mal” es aquel mal que se opone, no a la bondad sino a la “paz”. En una reciente
traducción inglesa, dice “Causando el bien y creando calamidad”. Esta es una
versión más exacta de este pensamiento expresado por paralelismo antitético. Lo
importante de este pasaje es que finalmente Dios trae la bendición de bienestar y
paz a los píos, pero les visita con calamidad cuando actúa con juicio. Esto dista
mucho de ser originalmente el creador del mal.
Otro pasaje problemático que exhibe una forma de paralelismo se
encuentra en la oración del Señor. Jesús instruye a sus discípulos a orar. “No nos
metas en tentación” (Mt. 6:13) Santiago nos advierte: “Cuando alguno es tentado,
no diga que es tentado de parte de Dios” (Sg. 1:13). ¿No nos sugiere la oración de
Jesús que Dios puede tentarnos, o cuando menos meternos en tentación? ¿Nos

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está diciendo Jesús que le pidamos a Dios que no nos seduzca ni nos atrape en el
pecado? En absoluto.
El problema desaparece rápidamente si examinamos las otras partes del
paralelismo. El pasaje dice: “No nos metas en tentación, más líbranos del mal”.
Este es un ejemplo del paralelismo sinónimo. Las dos partes dicen virtualmente la
misma cosa. El ser: “metidos en tentación” equivale a estar expuestos al ataque
furioso del maligno. La “tentación” no es del tipo de la que habla Santiago, la cual
comienza con las inclinaciones internas de nuestra propia codicia pero con una
ocasión externa de “prueba”. Dios sí pone a sus hijos a prueba como lo hizo con
Abraham y Jesús en el desierto.
La apariencia de paralelismo también puede enriquecer nuestro
conocimiento de los conceptos bíblicos. Por ejemplo, ¿cómo entendía la mente
hebrea la noción de la bienaventuranza? Escuche las palabras clásicas de la
bendición hebrea y trate de avistar su intención:
Jehová te bendiga y te guarde;
Jehová haga resplandecer su rostro
sobre ti, y tenga de ti misericordia;
Jehová alce sobre ti su rostro, y
ponga en ti paz. (Núm. 6:24-26)
Si examinamos la estructura paralela de la bendición somos enriquecidos
no sólo por un conocimiento más profundo de la bienaventuranza sino también por
lo que tiene en mente un judío con la medida total de “paz”. Nótese que los
términos paz, gracia y guardar se utilizan en forma sinónima. Paz significa más
que la ausencia de guerra. Significa experimentar la gracia de Dios siendo
protegido por Él. ¿Qué significa ser guardado a personas que viven una vida de
carácter peregrino? La historia de los judíos es la historia del exiliado que
constantemente se enfrenta a la inestabilidad de la vida. Ser bendecido por la
gracia de Dios y experimentar paz se relacionan entre sí.
¿Pero qué es la bienaventuranza? Note que en las dos últimas partes de la
bendición la bienaventuranza es por imágenes de contemplación del rostro de
Dios: “el Señor haga resplandecer su rostro...[o] alce sobre ti su rostro”. Para el
judío el grado máximo de bienaventuranza viene de estar tan cerca de Dios como
para ver su rostro. Lo que se le prohibió al hombre en el Antiguo Testamento fue
contemplar el rostro de Dios.

Regla 7: Note la diferencia entre el proverbio y la ley

Un error muy común en la interpretación bíblica y la aplicación es darle a un


proverbio el peso y la fuerza de un absoluto moral. Los proverbios son pequeños
aforismos diseñados para expresar consejos prácticos. Reflejan principios de
sabiduría para una vida devota. No reflejan leyes morales que deban aplicarse a
absolutamente toda situación concebible.
En Proverbios 6:4-5 se ilustra claramente cómo los proverbios pueden
contradecirse si se toman como absolutos sin ninguna excepción. El versículo 4
dice: “Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, no seas tú también
como él”. El versículo 5 dice: “Responde al necio como merece su necedad, para
que no se estime sabio en su propia opinión”. Por lo tanto, hay veces en que es
42
imprudente responderle a un necio de acuerdo con su insensatez, y hay ocasiones
en que es sabio contestarle a un necio con necedad.
Según vamos distinguiendo entre el proverbio y la ley, también debemos
distinguir entre los diferentes tipos de leyes. Los dos tipos básicos de ley que
encontramos en la Biblia son la ley apodíctica y la ley casuística. La ley apodíctica
expresa absolutos y va seguida de una forma directa personal tales como “harás”
o “no harás”. Encontramos con claridad esta forma de ley en los Diez
Mandamientos.
La ley casuística se expresa en la forma “si...entonces” de declaración
condicional. Este es el fundamento de la llamada jurisprudencia. La forma
casuística nos da una serie de “ejemplos” que actúan como pautas para hacer
justicia. Esta forma es similar a nuestro uso y concepto del presente en el sistema
legal americano. Por ejemplo, Éxodo 23:4 instruye: “Si encontrares el buey de tu
enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo”. Nótese que la primera cláusula
es casuística y la segundo apodíctica. Aquí se dan instrucciones explícitas en
cuanto a devolverle al enemigo su buey o su asno. Pero si me encuentro con la
vaca o el camello de mi enemigo descarriándose, ¿tengo que devolverlo? La ley
no lo dice. La jurisprudencia proporciona la ilustración del principio, pero el
principio tiene una gama de aplicabilidad obviamente más amplia.

Regla 8: Observe la diferencia entre el espíritu y la letra de la ley

Había una gran variedad de legalistas en los tiempos del Nuevo


Testamento. El primer y más famoso tipo es el que legislaba reglas y órdenes más
allá de las que Dios había ordenado. Jesús reprendió a los fariseos por concederle
a la tradición de los rabinos la misma autoridad que la Ley de Moisés. El atribuirle
autoridad divina a las leyes humanas es el tipo máximo de legalismo que existe.
Pero no solamente existe este tipo. El incidente del viaje en el día sabático ilustra
el otro tipo de ley más frecuentemente encontrado. El obedecer la letra al mismo
tiempo que se viola el espíritu lo convierte a uno técnicamente en justo pero
realmente corrupto.
Otra manera en que se tuerce el sentido de la ley es obedeciendo el espíritu
de la ley pero desconociendo la letra. La letra y el espíritu se encuentran
inseparablemente ligados. Los legalistas destruyen el espíritu y el antinomiano
destruye la letra.
Hay gente que alega: “Bueno, ya codicié a esa mujer (o a ese hombre). Más
me vale seguir adelante y cometer adulterio ya que soy culpable del delito a los
ojos de Dios”. Esta no es solamente una gran distorsión de lo que Jesús dijo, sino
que combina la felonía de la lujuria con la medida total del pecado de adulterio.
Vea lo que Jesús dice al respecto y compruebe si es tan cándido como
afirman sus críticos:
Oísteis que fue dicho a los antiguos: no matarás; y
cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os
digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será
culpable de juicio; y cualquiera que le diga: Necio a su
hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le

43
diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.. (Mt.
5:27-28)
También nótese:
Oístes que fue dicho: no cometerás adulterio. Pero yo os
digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya
adulteró con ella en su corazón. (Mt. 5:27-28)
En ninguna parte de estos pasajes dice Jesús que la ira sea tan mala como
el crimen o que la lujuria sea tan mala como el adulterio. Lo que sí dice es que si
una persona se reprime de matar pero odia a su hermano o le insulta, no ha
cumplido con el significado de la ley contra el crimen. El crimen es un pecado,
pero también lo son el odio y la calumnia.
La clave de la enseñanza de Jesús es que es la Ley tiene una aplicación
más amplia que su letra. Si se mata a alguien se viola la letra de la ley; si se odia a
alguien se viola el espíritu. El dice: “Cualquiera que matare será culpable de
juicio”. Es decir, que lo que Jesús dice es que tanto la ira como el crimen son
pecados. No que sean iguales en cuanto a sus resultados perjudiciales ni que
sean igualmente horrendos. Ni siquiera dice, como muchos han implicado, que el
castigo para ambos sea igual. El asunto es que todo pecado será castigado, no
que todo castigo será el mismo. El principio bíblico de la justicia no establece
diferencia entre grados de maldad y grados de castigo.
Con respecto al adulterio, Jesús dice que cuando hay lujuria una persona
ha cometido adulterio en su “corazón”. Lo importante es que, aunque la letra de la
ley se haya guardado, el espíritu de la ley ha sido quebrantado; el pecado es más
que un acto externo. Dios está interesado en nuestro corazón, así como en el
acto. Los fariseos se jactaban de su rectitud engañándose a sí mismos al creer
que guardaban toda la ley porque guardaban la letra.
Toda la idea de los comentarios de Jesús en cuanto a la Ley se introduce
con esta declaración:
No penséis que he venido para abrogar la ley o a los
profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque
de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una
jota ni un tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya
cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de
estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los
hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos;
mas cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado
grande en el reino de los cielos. (Mt. 5:17-19)
Este pasaje nos enseña claramente que a Jesús le interesa que guardemos
la letra de la ley. No es importante meramente la letra, sino que la más “pequeña
letra” o “trazo” debe ser guardada y obedecida. Pero Jesús va más allá de la letra
y se interesa por el espíritu. Él no pone al espíritu en contra de la letra, sino que
añade el espíritu a la letra. Aquí está la clave: “Porque os digo que si vuestra
justicia no fuere mayor que la de los escriba y fariseos, no entraréis en el reino de
los cielos” (Mt. 5:20). Los fariseos se percataron de la letra; los cristianos deben
percatarse de la letra y del espíritu. Jesús pone este prerrequisito para la entrada
a su reino. Sus comentarios en cuanto al crimen y el adulterio siguen este
concepto y aclaran su principio.
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Regla 9: Tenga cuidado con las parábolas

De todas las formas literarias que encontramos en la Escritura, la parábola


con frecuencia se considera la más fácil de entender e interpretar. La gente suele
disfrutar los sermones basados en parábolas. Como que las parábolas son
historias concretas basadas en situaciones normales, parecen más fáciles de
tratar que los conceptos abstractos. Sin embargo, desde el punto de vista del
erudito del Nuevo Testamento, las parábolas presentan dificultades únicas de
interpretación.
¿Qué es tan difícil acerca de las parábolas? ¿Por qué no pueden
simplemente ser presentadas e interpretadas? Hay varias respuestas a estas
preguntas. Primero, existe el problema de la intención original de la parábola. Es
obvio que Jesús era afecto a usar la palabra como medio de enseñanza. Sin
embargo, la pregunta enigmática es si utilizaba las parábolas para elucidar sus
enseñanzas o para oscurecerlas. El debate se enfoca en las palabras misteriosas
de Jesús encontradas en Marcos 4:10-12.
Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le
preguntaron sobre la parábola. Y les dijo: a vosotros os es dado
saber el misterio del reino de Dios, más a los que están fuera,
por parábolas todas las cosas para que viendo, vean y no
perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se
conviertan, y les sean perdonados los pecados.
Jesús procede a dar una explicación detallada de la parábola del sembrador
a sus discípulos. ¿Qué trata de decir con que las parábolas no serán percibidas
por aquellos a quienes no les haya sido dado el secreto del reino de Dios?
Algunos traductores se han sentido tan ofendidos por este dicho que
efectivamente han cambiado las palabras del texto para evitar el problema. Tal
manipulación textual no tiene ninguna justificación literaria. Otros ven en estas
palabras una alusión al juicio de Dios sobre los corazones endurecidos de Israel y
son un eco de la comisión de Dios al profeta Isaías. En la famosa visión de Isaías
en el templo (Is. 6:8-13) Dios le dice: “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?”
Isaías se ofreció voluntario diciendo: “¡Heme aquí, envíame a mí!” Dios respondió
a las palabras de Isaías diciendo:
Anda, y di a este pueblo:
oíd bien, y no entendáis;
ved por cierto, mas no comprendáis.
engruesa el corazón de este pueblo,
y agrava sus oídos,
y ciega sus ojos,
para que no vea con sus ojos,
ni oiga con sus oídos,
ni su corazón entienda,
ni se convierta, y haya para él sanidad.

45
Aquí, el juicio de Dios involucra el darles a las personas “corazones gordos”
como un juicio por su pecado. Es un castigo equitativo. La gente no quería
escuchar a Dios, así que les quitó su capacidad para oírle.
Jesús frecuentemente utiliza las palabras: “Quien tenga oídos para oír, oiga”. La
forma en que Jesús utiliza esta frase, enfáticamente sugiere que no todo aquel
que “oye” sus palabras está oyéndolas en el sentido especial que Él quiere.
Si Jesús ha de ser tomado en serio con respecto a estas parábolas,
debemos reconocer un elemento de encubrimiento en ellas. Pero esto no significa
que el único propósito de una parábola sea el de oscurecer u ocultar el misterio
del reino a los impenitentes. Una parábola no es una adivinanza. Fue compuesta
para ser entendida, al menos por aquellos que estaban abiertos a su sentido.
Asimismo, debe considerarse que los enemigos de Jesús sí tenían algún
entendimiento de las parábolas. Por lo menos el suficiente para enfurecerse por
ellas.
Al tratar el aspecto del “encubrimiento” de las parábolas, hay que tener en
mente un factor muy importante. Las parábolas fueron dadas a personas que
vivieron antes de la cruz y la resurrección. En aquel tiempo la gente no tenía el
beneficio del Nuevo Testamento completo como fundamento que les ayudara en la
interpretación de las parábolas. Gran parte del material parabólico se relaciona
con el reino de Dios. Cuando las parábolas fueron dadas había muchas ideas
falsas populares en cuanto al significado del reino en las mentes de los que
escuchaban a Jesús. Por tanto, las parábolas no siempre eran fáciles de entender.
Incluso los discípulos tenían que pedirle a Jesús una interpretación más detallada.
Otro problema con la interpretación de las parábolas se halla en la pregunta
acerca de la relación entre la parábola y la alegoría. Cuando Jesús interpreta la
parábola del sembrador lo hace en forma alegórica. Esto nos podría llevar a la
conclusión de que todas las parábolas tienen un significado alegórico y que cada
detalle tiene un significado “espiritual” específico. Si nos acercamos a las
parábolas en esta forma, nos estaremos metiendo en problemas. Si tratamos a
todas las parábolas como alegorías, en breve descubriremos que las enseñanzas
de Jesús se convierten en una masa de confusión. Muchas de las parábolas
simplemente no se prestan a una interpretación alegórica. Podrá ser divertido,
especialmente en las predicaciones, permitir que nuestra imaginación vague
libremente buscando el significado alegórico de los detalles de las parábolas, pero
no será muy edificante.
La forma más segura y probablemente la más exacta de tratar las parábolas
es la de hallar un punto central básico. Como método práctico, evito la alegoría de
las parábolas a excepción de los lugares del Nuevo Testamento donde claramente
se indica un significado alegórico. Algunas parábolas tales como el hijo pródigo
obviamente tienen más de una intención. Algunas son símiles extensos; otras son
historias comparativas; otras tienen una aplicación moral obvia. Inclusive mi regla
empírica de “un significado central” no puede ser aplicada rígidamente. Una vez
más, la regla básica es la de tener cuidado al tratar con las parábolas. Aquí es
donde la consulta de varios comentarios será extremadamente útil y con
frecuencia necesaria.

46
Regla 10: Tenga cuidado con la profecía vatídica

El trato de la profecía vatídica (que predice) tanto en el Nuevo como en el


Antiguo Testamento es una de las formas de interpretación bíblica que más ha
sufrido el abuso. Las interpretaciones abarcan desde el método escéptico
naturalista, el cual virtualmente elimina la profecía vatídica, al desorbitado método
de ver en cada evento contemporáneo un cumplimiento “claro” de una profecía
bíblica.
Los métodos de alta crítica funcionan a veces basados en la suposición de
que todo cuanto sugiere predicción del futuro y cumplimiento de las profecías
indica una interpolación posterior en el texto. La suposición implícita es que la
predicción del futuro con resultados exactos es imposible (P.E. “El gran fiasco”.
Por tanto, cualquier suceso relacionado debe indicar que la predicción fue inscrita
o insertada en una fecha posterior a la del “cumplimiento”. Esto implica fraude
teológico y no debe ser tomado en serio. El problema es el “prejuicio” en el sentido
clásico del término; el texto ha sido “prejuzgado” partiendo de suposiciones
injustificadas.
Por otra parte, algunos pensadores tradicionalistas insisten en que cada
detalle de la profecía bíblica debe llevarse a cabo sin dejar lugar a predicciones
simbólicas o que tengan una gama más amplia de significado.
Si examinamos la forma en que el Nuevo Testamento trata la profecía del
Antiguo Testamento, descubriremos que en algunos casos se apela al
cumplimiento de la letra (tal como el nacimiento del Mesías en Belén) y el
cumplimento de una gama más amplia (como el cumplimiento de la profecía de
Malaquías en cuanto al regreso de Elías).
Examinemos la profecía de Malaquías y la forma en que es tratada en el
Nuevo Testamento para vislumbrar la complejidad del problema de la profecía. En
el último capítulo del Antiguo Testamento leemos lo siguiente:
He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga
el día de Jehová, grande y terrible. Él hará volver el corazón
de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia
los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con
maldición (M. 4:5-6).
Con esta profecía del regreso de Elías termina el Antiguo Testamento.
Después, durante cuatrocientos años no se escucha voz de profecía en la tierra de
Israel. Entonces, de repente, Juan el Bautista aparece en escena. La especulación
corre imperiosa en cuanto a la identidad. En el Evangelio de Juan leemos que los
judíos enviaron una delegación de sacerdotes levitas de Jerusalén para inquirir
acerca de la identidad de Juan (Jn. 1:19-28). Primero le preguntaron: “¿Eres tú el
Mesías?” Y Juan respondió negativamente. La siguiente pregunta que se le
formuló fue: “¿Eres Elías?” La respuesta de Juan fue inequívocamente: “No soy”.
El problema de la relación de Juan el Bautista con Elías se combina en las
palabras de Jesús acerca del asunto en Marcos 9:12,13:
Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las
cosas, ¿y cómo está escrito del Hijo del Hombre, que
padezca mucho y sea tenido en nada? Pero os digo que

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Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está
escrito en él.
Una vez más Jesús dice en Mateo 11:13-15: “Porque todos los profetas y la ley
profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de
venir”.
Por tanto, tenemos a Juan el Bautista diciendo sencillamente que él no es
Elías y a Jesús diciendo que sí lo es. Pero nótese cómo Jesús hace la
declaración. La limitó precediendo sus palabras con “si queréis recibirlo”. Es
evidente que Jesús tenía algo un tanto misterioso en mente. Acaso la respuesta a
este enigma se encuentre en la anunciación del nacimiento de Juan por el ángel
Gabriel: “E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías” (Lc. 1:17).
El enigma puede resolverse señalando que Juan no era realmente la
reencarnación ni la reaparición de Elías. Pero en cierto sentido era Elías; vino en
el espíritu y poder de Elías. Esto podría explicar el misterioso prólogo de Jesús,
así como la negativa de Juan. Sin embargo, el punto significativo es la forma en
que Jesús trató la profecía del Antiguo Testamento. Al menos en este caso, Jesús
dio libertad para el cumplimiento y no insistió en cuanto a la verdadera identidad
de Elías y Juan el Bautista.
De todos los tipos de profecía, la apocalíptica es la más difícil de tratar. La
literatura apocalíptica se caracteriza por un alto grado de imágenes simbólicas que
en ocasiones nos son interpretadas y otras veces quedan sin interpretar. Los tres
libros más prominentes que encajan dentro de esta categoría son los de Daniel,
Ezequiel y Apocalipsis. Es muy fácil confundirse con los símbolos de Daniel y el
drama del Apocalipsis del Nuevo Testamento. Una clave importante para la
interpretación de estas imágenes es la de buscar el significado general de tales
conceptos en la Biblia misma. Por ejemplo, la mayoría de las imágenes en el libro
del Apocalipsis se encuentran en otras partes de la Biblia, particularmente en el
Antiguo Testamento (P.E. Ap. 1:15 y Dn. 10:6 y 2:33-34).
La interpretación de la profecía puede resultar tan compleja que el
proporcionar cualquier fórmula detallada para ese fin traspasa las barreras de este
libro. El estudiante de la Escritura haría bien en realizar un estudio especial acerca
de la categoría de esta literatura bíblica. Una vez más, el énfasis general está en
ser cuidadoso. Debemos acercarnos a la profecía cuidadosamente, con una
actitud sobria. Si lo hacemos, los resultados del estudio de los libros proféticos
serán de gran provecho.

Estas reglas prácticas de interpretación no cubren cada problema técnico


que encontramos en la Escritura. Son ayudas y guías para nuestro estudio. No
ofrecen ninguna forma mágica para el éxito perfecto en el entendimiento de cada
texto de la Biblia.
Pero sí ofrecen ayuda no solamente para reconocer problemas especiales
en la Biblia sino también para resolverlos.

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Bibliografía:

BERKHOF, Luis. Principios de interpretación bíblica. CLIE. Barcelona. 1989.


BEUCHOT, Mauricio. Perfiles esenciales de la hermenéutica. México. UNAM.
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