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PASTORAL
INTERPRETACIÓN BÍBLICA
Material Escrito para el Alumno
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sin intención, nos descarría, o nos hace poner en el texto toda clase de ideas
extrañas.
Así pues, la mayoría de los protestantes y católicos, cuando leen textos acerca de
la iglesia en adoración, automáticamente se imaginan a la gente sentada en un
edificio con bancas, parecido a los de ellos. Cuando Pablo dice: “No proveáis para
los deseos de la carne” [Romanos 13:14], la gente en la mayoría de las culturas
tiende a pensar que “carne” significa el “cuerpo” y, por tanto, que Pablo se refiere
a los “apetitos corporales”. Pero la palabra “carne”, como Pablo la usa, rara vez se
refiere al cuerpo –especialmente en este texto– sino a una tendencia humana;
algunas veces llamada “la naturaleza pecaminosa”. Entonces, sin mala intención,
el lector interpreta al leer, y desafortunadamente, con demasiada frecuencia
interpreta de manera incorrecta. Esto nos lleva además a hacer la observación de
que en todo caso, el lector de una Biblia en castellano ya toma parte en la
interpretación. La traducción es en sí una forma de interpretación. Su Biblia,
cualquiera que sea la traducción que use, que es su punto de partida, es en
realidad el resultado final de mucho trabajo erudito. Continuamente, los
traductores tienen que decidir los significados y sus decisiones van a afectar el
entendimiento del lector.
Los buenos traductores, por lo tanto, toman en consideración el problema de
nuestras diferencias idiomáticas, pero no es una tarea fácil. En Romanos 13:14,
por ejemplo, ¿traduciremos “carne” porque esta es la palabra que Pablo usó, y
entonces esperaremos a que un exégeta nos diga que aquí “carne” no significa
“cuerpo”? ¿Deberemos ayudar al lector y traducir “naturaleza pecaminosa” porque
eso es lo que la palabra de Pablo significa? Por ahora basta decir que el hecho de
la traducción en sí ya ha puesto al lector en la tarea de interpretar.
La necesidad de la interpretación también se encuentra al observar lo que ocurre
alrededor de nosotros todo el tiempo. Un vistazo a la iglesia contemporánea, por
ejemplo, pone muy en claro que no todos los “significados sencillos” son tan
sencillos para todos. Es interesante observar que la mayoría de los que en la
iglesia moderna dicen que las mujeres deben callar en la iglesia, con base en 1
Corintios 14:34-35, al mismo tiempo niegan la validez de hablar en lenguas y
profetizar, que están en el mismo contexto en que aparece el pasaje sobre el
“callar”. Y los que afirman que tanto las mujeres como los hombres deben orar y
profetizar, fundados en 1 Corintios 11:2-16 a menudo niegan que deban hacerlo
con la cabeza cubierta. Para algunos, la Biblia enseña “claramente” el bautismo de
los creyentes por inmersión; otros creen que pueden defender con la Biblia el caso
del bautismo de infantes. Tanto la “seguridad eterna” como la posibilidad de
“perder la salvación” son predicadas en la iglesia, aunque no por la misma
persona. No obstante, se afirma que ambas doctrinas son el significado sencillo de
los textos bíblicos. Sin embargo, todos estamos leyendo la misma Biblia y
tratamos de ser obedientes a lo que el texto signifique “sencillamente”.
Además de estas diferencias reconocibles entre los “cristianos que creen en la
Biblia”, también surgen muchas cosas extrañas. Se pueden reconocer las sectas
falsas, por ejemplo, porque tienen otra fuente de autoridad además de la Biblia.
Sin embargo; no es así con todas, y en todos los casos tuercen la verdad con su
selección de textos de la Biblia. Todas las herejías imaginables, desde el
arrianismo [que niega la divinidad de Cristo] de los Testigos de Jehová, hasta el
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bautismo por los muertos entre los Mormones, o la manipulación de serpientes
entre las sectas de los Apalaches, afirman que tienen sus “bases” en un texto.
Aun entre la gente más ortodoxa en teología muchas ideas extrañas ganan
aceptación en varios campos. Por ejemplo, uno de los movimientos actuales entre
los protestantes americanos, especialmente los carismáticos, es el llamado
evangelio de salud y riqueza. Las “buenas nuevas” son que la voluntad de Dios
para sus hijos es la prosperidad económica y material. Uno de los abogados de
este “evangelio” comienza su libro con un argumento a favor del “sentido sencillo”
de la Escritura y afirmando que él le da el primer lugar a la Palabra de Dios
durante su estudio. Dice que lo que cuenta no es lo que pensamos que dice sino
lo que en realidad dice. Él busca el “significado sencillo”. Pero uno comienza a
dudar de lo que en realidad sea el “significado sencillo”, cuando se dice que la
prosperidad económica es la voluntad de Dios, con base en un texto como 3 Juan
2: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas
salud, así como prospera tu alma” un texto que en realidad no tiene que ver en
nada con la prosperidad económica. Otro ejemplo toma el significado sencillo de la
historia del joven rico (Marcos 10:17-22), precisamente como lo opuesto de “lo que
en realidad dice”, y atribuye la “interpretación” al Espíritu Santo. Con todo derecho,
uno puede dudar de si en verdad se busca significado sencillo; tal vez el
significado sea lo que tal escritor quiere que el texto signifique, para apoyar sus
propias ideas.
Dada toda esta diversidad, dentro y fuera de la iglesia, y todas las diferencias aun
entre los eruditos, quienes parecen conocer “las reglas”, no hay que maravillarse
de que algunos arguyan a favor de la eliminación de la interpretación, a favor de la
lectura solamente. Sin embargo, ya hemos visto que esa es una opción falsa. El
antídoto contra la mala interpretación no es la ausencia de ésta, sino la buena
interpretación, fundada en el sentido común.
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Hay, por supuesto, quienes creen que la Biblia es meramente un libro humano, y
que contiene solamente palabras humanas escritas en la historia. Para estas
personas, la tarea de interpretación se limita a la inquisición histórica. Su tarea,
pues, es puramente histórica. ¿Qué significaban estas palabras para las personas
que las escribieron? ¿Qué pensaban ellas acerca de Dios? ¿Cómo se entendían a
sí mismas?
Al contrario, hay quienes piensan que la Biblia es solamente un libro de relevancia
eterna. Como es la Palabra de Dios, tienden a considerarla como una colección de
proposiciones para ser creídas y mandatos para ser obedecidos, aunque siempre
seleccionen mucho entre las proposiciones y mandatos. Hay, por ejemplo,
cristianos que, con base en Deuteronomio 22:5 (“No vestirá la mujer traje de
hombre”), arguyen al pie de la letra que la mujer no debe usar pantalones. En
cambio, la misma gente no toma la pie de la letra los otros mandatos de esa lista,
que incluyen la construcción de un parapeto alrededor del techo de la casa (v. 8
“harás pretil a tu terrado”), no sembrar la viña con semillas diversas (v. 9) y hacer
flecos en las cuatro puntas del manto (v. 12).
La Biblia, sin embargo, no es una serie de proposiciones y mandatos; no es
simplemente una colección de “Los dichos del Jefe Dios”, como si Él nos mirara
desde el cielo y dijera: “Ustedes que están allá abajo, aprendan estas verdades
Número 1, sólo hay un Dios, y soy Yo. Número 2, Yo soy el creador de todas las
cosas, incluso la humanidad...” y así sucesivamente, hasta la proposición número
7.777 y el mandato número 777.
Estas proposiciones son verdaderas, por supuesto; y se encuentran en la Biblia
(aunque no en la misma forma). Un libro como el descrito antes nos hubiera
facilitado las cosas. Sin embargo, afortunadamente, esa no es la manera que Dios
escogió para hablarnos. Antes bien, Él decidió hablar sus verdades eternas dentro
de las circunstancias y sucesos particulares de la historia humana. Esto es
también lo que nos da esperanza. Precisamente, como Dios escogió hablar en el
contexto de la historia humana real, esto nos anima porque las mismas palabras
nos hablarán una y otra vez en nuestra propia historia “real”, como ha ocurrido a
través de la historia de la iglesia.
El hecho de que la Biblia tenga un lado humano es lo que nos anima; también nos
estimula, y es la razón que necesitamos para interpretar. Se deben tener en
cuenta dos cosas a este respecto:
Al hablar a través de personas reales, en una variedad de circunstancias, durante
un período de 1,500 años, la Palabra de Dios fue expresada en el vocabulario y
patrones de pensamiento de aquellas personas y fue condicionada por su cultura,
sus tiempos y sus circunstancias. Es decir, la Palabra de Dios para nosotros fue
ante todo, su Palabra para ellos. Para que ellos la oyeran, sólo se les podía dar a
través de sucesos, y en el idioma que ellos pudieran entender. Nuestro problema
es que estamos demasiado separados de ellos por el tiempo y algunas veces por
el pensamiento. Esta es la razón principal por la cual hay que aprender a
interpretar la Biblia. Para que la Palabra de Dios acerca del uso de pantalones por
las mujeres o de que la gente construya pretiles alrededor de los terrados nos
hable a nosotros, primero necesitamos saber lo que significa para los oyentes
originales, y por qué.
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Así que la tarea de interpretar incluye la participación del estudiante/lector en dos
niveles. Primero, hay que oír la Palabra que ellos oyeron; se debe tratar de
entender lo que se les dijo en ese tiempo y lugar. Segundo, se debe aprender a oír
la misma Palabra en este tiempo y lugar.
Uno de los aspectos más importantes del lado humano de la Biblia es que para
comunicar su palabra a los humanos de todas las condiciones. Dios decidió usar
casi toda clase de comunicación disponible: historia narrada, genealogías,
crónicas, toda clase de leyes, varios géneros de poesía, proverbios, oráculos
proféticos, adivinanzas, dramas, bosquejos biográficos, parábolas, cartas,
sermones y revelaciones.
Para interpretar debidamente los textos bíblicos en sus circunstancias originales,
uno no sólo debe saber unas reglas generales que se aplican a todas las palabras
de la Biblia, sino aprender las reglas especiales que se aplican a cada una de las
formas o géneros literarios, y la manera como Dios nos comunica su Palabra en
nuestro tiempo, a menudo difiere de una forma a otra. Por ejemplo, necesitamos
saber cómo un salmo, que con frecuencia se dirigía a Dios, funciona como Palabra
de Dios para nosotros, y saber la diferencia entre los salmos y las “leyes”, que
solían dirigirse a gente que vivía en situaciones culturales que ya no existen.
¿Cómo nos hablan tales “leyes”? y ¿en qué se diferencian de las “leyes” morales,
que son siempre válidas en todas las circunstancias? Tales son las preguntas que
surgen de la naturaleza dual de la Biblia.
El modo intuitivo.
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El interés principal del intérprete se relaciona con la pertenencia y la aprobación
personal del mensaje en su propia situación. Las consideraciones hermenéuticas
se dejan a un lado o bien se minimizan. En términos más técnicos, el Sitz im
Leben (la situación vital) desaparece y el Sitz im Glauben (la situación de fe) se
vuelve prominente. Se da por sentado que el lector moderno tiene acceso directo
al significado del texto antiguo, siempre que pueda leerlo en su propia lengua. No
hay conciencia alguna del papel de la cultura, ya sea en relación al texto o en
relación al intérprete moderno. El supuesto básico es que la situación del lector
contemporáneo coincide en buena medida con la situación que representa el texto
original.
Mensaje mensaje
Bíblico bíblico
Original . . . . . . . . . . . . . . hoy
Diagrama 1
El modo científico.
Contexto
Original . . .
mensaje mensaje
bíblico bíblico
original . . . . . . . . hoy
Diagrama 2
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El modo contextual
Contexto contexto
Original . . . . . . . . contemporáneo
Mensaje mensaje
Bíblico bíblico
Original . . . . . . . . hoy
El CIRCULO HERMENEUTICO
Los elementos del círculo hermenéutico. Los elementos que entran en juego en
el círculo hermenéutico son cuatro:
La cultura receptora
Ningún intérprete vive en el vacío. Vive en una situación histórica concreta, en una
cultura, de la que deriva no sólo su lengua, sino también sus patrones de
pensamiento y de conducta, sus métodos de aprendizaje, sus reacciones
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emocionales, sus valores, intereses y metas. El conocimiento de Dios sólo es
posible cuando la Palabra se encarna en la situación del intérprete.
La Escritura
En cierto modo, la Biblia ha de leerse “como cualquier otro libro”, lo cual significa
que el intérprete tiene que tomar en serio el hecho de que está frente a un texto
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antiguo con sus propios horizontes culturales. Su tarea es hacer que el texto
mismo hable, sea que él esté de acuerdo con dicho texto o no. Si lo teológico
depende de lo histórico entonces el esfuerzo del intérprete debe consistir en
entender lo que significa el texto en su situación original. Su tarea es lograr que el
texto hable por sí mismo y con ese fin inevitablemente tiene que tomar contacto
con los horizontes del texto por la vía del contexto literario, de la gramática, de la
historia, etc.
La teología
Ya sea en forma de “teología bíblica” o en forma de “exposición de la Biblia”, la
teología es el resultado de una fusión de los horizontes de la cultura receptora y
de los horizontes del texto, sin cuya fusión la transposición del mensaje bíblico de
una situación concreta en el pasado a una situación concreta en el presente, no
puede darse. Tal teología será relevante a una cultura particular en la medida en
que esté expresada en símbolos y estructuras mentales que forman parte de dicha
cultura y se ocupe de las cuestiones y los intereses que surjan en ese contexto.
Será fiel a la Palabra de Dios en la medida en que está basada en la Escritura y
tenga el poder que proporciona el Espíritu para el cumplimiento del propósito
divino.
Teología
El proceso interpretativo involucra una continua toma de contacto mutua entre los
horizontes del texto y los horizontes de la cultura receptora. Ni nuestro
entendimiento del texto ni nuestra comprensión de la situación concreta resultan
adecuados, a menos que ambos interactúen constantemente y se corrijan
mutuamente.
Los cambios pudieron ser introducidos por error o intencionalmente. Los errores
involuntarios se pudieron deber a: la confusión de renglones (saltos por comienzos
o finales idénticos o similares, saltos transversales), los efectos de la memoria,
influencia de paralelos, errores de lectura-escritura-dictado, omisiones o adiciones,
división errónea. Los cambios intencionales quizás nos choquen más que los otros
errores, porque hemos desarrollado la concepción del carácter sagrado e intocable
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de las Escrituras. Pero en un primer momento no existía esa fijación por escrito, y
lo que se quiso hacer fue mejorarlo. Así se introdujeron modificaciones estilísticas,
asimilación de textos paralelos, cambios de definiciones históricas y geográficas,
integración de cambios anteriores superpuestos en un mismo manuscrito,
identificación de personas mediante el agregado de un nombre, correcciones de
citas del Antiguo Testamento, correcciones de errores reales o supuestos,
modificaciones dogmáticas o teológicas, modificaciones gramaticales.
Comenzando siempre con los criterios externos y prosiguiendo luego con los
internos. Los externos se refieren a los testigos; los internos, al contexto, estilo,
estadística de términos, mundo teológico del autor. Si todos coinciden, la decisión
será fácil y certera. Los criterios externos tienen prioridad para la decisión.
Criterios externos:
La lección más y mejor apoyada por los mejores testigos pueden ser la original.
Debe tenerse en cuenta la calidad de los testigos, sobre todo su fecha y el tipo de
texto: el mejor es el Alejandrino; el más alejado y cambiado es el Koiné.
Al tratarse de manuscritos de una misma rama, su peso queda reducido al de uno
solo.
Hay que confrontar los grupos de testigos entre sí.
Se debe tener en cuenta el influjo de los paralelos y del texto de la versión griega
del Antiguo Testamento, la llamada Septuaginta (LXX).
Hay que prestar atención a la relación entre las variantes.
Criterios internos:
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Conviene tener conocimiento del estilo de cada autor, su vocabulario, el contexto
de sus pasajes, sus enseñanzas en general.
Conviene tener presente que las palabras de Jesús en los Evangelios tienen un
trasfondo arameo.
MÉTODO HISTÓRICO-CRÍTICO
Todo texto escrito, antes de llegar a nosotros, pudo haber pasado por diversas
vicisitudes: relato oral, colección de otros escritos, citas incorporadas o agregadas,
cambios. Se trata pues de la historia del texto, o mejor dicho, de su prehistoria.
Hay una serie de cambios constatables y que los autores introducían sobre sus
textos base. Son ellas: mejoras estilísticas, reducciones, ampliaciones, empalmes
o yuxtaposiciones, aclaraciones, cambios de sentido, ordenamiento de datos.
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Veamos el funcionamiento de estas dos reglas básicas con un ejemplo. Se trata
del estudio de la historia sinóptica de la curación de la suegra de Pedro.
Los tres EvSin tienen este texto. Las semejanzas permiten suponer
dependencia(s) literaria(s); las diferencias indican que hubo cambios.
Los tres textos tienen un desarrollo común:
La llegada de Jesús.
Presentación de la enferma y de su enfermedad.
La intervención de Jesús;
La constatación de la curación;
la consecuencia de la curación.
Al salir de la sinagoga.
Entonces se levantó y
salió de la sinagoga, y
Y vino Jesús a casa de Vinieron a la casa de entró en la casa de Simón.
Pedro. Simón y Andrés, con
Y vio a la suegra de Jacobo y Juan.
éste postrada en Y la suegra de Simón La suegra de Simón tenía
cama, con fiebre. estaba acostada con una gran fiebre;
fiebre; Y le rogaron por ella.
Y en seguida le hablaron E inclinándose hacia ella,
de ella. reprendió a la fiebre,
Entonces él se acercó,
Y ésta la dejó;
Y toco su mano, Y levantándose ella al
Y la fiebre le dejó; Y la tomó de la mano y la instante, les servía.
Y ella se levantó, y le levantó;
servía. Y le dejó la fiebre
Y ella les servía.
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Los tres coinciden luego en la indicación del servicio de la sanada.
Las coincidencias entre Mt y Mc permiten pensar en dependencia literaria; lo
mismo que las coincidencias entre Mc y Lc. Mt y Lc coinciden en esta historia
juntos con Mc; por lo demás cada cual coincide por separado en varios puntos con
Mc.
Mc ocupa pues un lugar intermedio entre Mt y Lc; o sea, Mt y Lc, respectivamente
y cada uno por su lado, están más cerca de Mc que entre si. Esto permite
establecer las siguientes relaciones literarias: Mt y Mc por su parte, y Lc y Mc por
otra. No se puede hablar de una relación literaria directa entre Mt y Lc.
La descripción del proceso curativo también es más sobria que en Mc. La bella
frase sobre el efecto de la curación quedó igual.
El giro la levantó de Mc, omitido por Mt, es transformado en se levantó,
subrayando mejor el efecto del milagro y confirmándolo.
El cambio de Simón (Mc) por Pedro (Mt) se explica recordando que Mt ya lo había
presentado así en Mt 4:18.
Como Mt estructura una escena de pareja (Jesús y la enferma), la lógica pide que
la sanada al final le sirva a Jesús, no a ellos como en Mc.
Mc y Lc: él entró en casa de Simón de Lc es más pulido que el vinieron de Mc.
Nuevamente hay omisión de Andrés y de la compañía de Jesús.
La exégesis del NT considera como texto original el texto final, fruto de un proceso
complicado de elaboración. Ello amplía la concepción de la autoría: si bien cada
redactor final es a la vez autor original, no es el único creador: hay un trabajo
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colectivo previo, llevado por él a su culminación. Se puede hablar pues de una
autoría comunitaria.
Funciones de la CL del NT
Cada persona tiene su estilo personal de comunicación, ya sea oral o por escrito.
El estilo es una manera de hablar o de escribir peculiar y privativa de una persona;
es como un sello de expresión de su personalidad. Además del estilo personal de
cada persona también existen formas más o menos típicas para los grupos. El
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estilo es personal; pero las formas, los géneros literarios y las fórmulas no son
obra de un solo individuo aislado; son producto de convenciones, reglas,
tradiciones, costumbres, exigencias.
Géneros y/o formas: a las unidades de las que están compuestos los géneros
mayores. Se trata de parábolas, milagros, dichos, etc.
Fórmulas: a los giros o maneras de hablar breve, expresiva y fija; unidades breves
de tipo confesional y litúrgico; fórmulas de fe y doxologías.
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análisis de unidades menores: la parábola, la historia de milagro, la disputa; o más
pequeñas: un dicho de seguimiento, una confesión, una doxología.
Sitz im Leben (SiL) es una expresión alemana que significa ubicación en la vida.
Para el material evangélico conviene hablar de un triple SiL surgido de los distintos
momentos:
La vida y proclamación del mismo Jesús.
La vida de las primeras comunidades que transmitían esas piezas e la misión, la
enseñanza, el culto;
La misma obra literaria en cuestión o la escuela que la produjo (escuela de
evangelistas, misioneros, predicadores, maestros).
Evangelios
Epístolas o Cartas
La Carta comienza con el nombre del emisor, luego viene el del destinatario y
después la fórmula de saludo. Este encabezamiento se llama prescripto. Después
puede ir a un agradecimiento o una intercesión. Luego de la parte principal de la
carta, el llamado cuerpo, vienen los saludos; y en el caso del NT, también hay
deseos de bendición y doxologías. Pablo empleó esta forma que hizo escuela en
la literatura epistolar cristiana.
Apocalipsis
El género apocalíptico es una creación literaria judía. Las obras completas más
antiguas que se conservan son parte de 1 Henoc (siglo III a.C.) y el libro de Daniel,
ubicado entre los “Escritos” en la Biblia judía (Ley – Profetas – Escritos) y entre los
Profetas en la Biblia cristiana. La apocalíptica floreció enormemente en la época
intertestamentaria y neotestamentaria.
Para la correcta comprensión del género apocalíptico debe tenerse en cuenta que
este género es expresión de una determinada comprensión de la historia. El autor
apocalíptico parte de la idea de que toda la historia universal se desarrolla según
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un plan previamente trazado por Dios. Este plan puede descubrirse en la historia
pasada, y así es posible verificar en qué momento o etapa uno se encuentra
ahora. El momento actual del autor es comprendido como tiempo final, sometido al
poder del mal y en el que los justos, buenos y creyentes padecen creciente
persecución. La confrontación entre ambos poderes, el de Dios y el del mal,
culminará con una batalla final en la que triunfará Dios luego de una intervención
espectacular. Entonces comenzará el nuevo eón. Este tiempo de salvación
retribuirá con creces a los fieles perseguidos.
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Una vez hecha la descripción formal del texto, se lo califica según una tipología de
géneros, formas y fórmulas.
Luego se pasa al SiL, preguntando qué ambiente, esfera o ámbito de la vida de la
iglesia primitiva pudo haber producido este tipo de unidad.
Dentro del ámbito del NT pueden identificarse tres matrices. Son ellas:
EVANGELIOS EPISTOLAS
Material verbal Material litúrgico
Dichos proféticos Textos sacramentales
de salvación relatos de institución de la Cena del
de amenaza Señor
de advertencia textos bautismales
palabras apocalípticas Confesiones de la fe o credos
Dichos sapienciales Himnos
Dichos jurídicos o legislativos Fórmulas de fe
Fórmulas Doxología
Reglas para la comunidad Material parenético
Los “Yo soy” Catálogo de virtudes y pecados o vicios
Dichos de seguimiento Tablas de deberes domésticos o cuadro
Comparaciones de moral familiar
comparaciones Tablas o catálogos de deberes
imagen ministeriales
hipérbola
paradoja
metáfora
género parabólico
comparación más completa/parábola
parábola
ejemplarización/narración de ejemplos
alegoría
Agrupación y composición de dichos
Material histórico:
Narraciones cortas (paradigmas)
Diálogos-disputa
Diálogos doctrinales
Historia de milagros
curaciones
exorcismos
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revivificaciones
salvación de peligro
donaciones
castigo
Narraciones cristológicas
La historia de la pasión y resurrección
Otras narraciones históricas.
Los autores del NT recurrieron a tradiciones del AT, del ambiente judío y del
mundo helenístico (y romano, en menor escala), para ayudarse a expresar sus
mensajes mediante imágenes o motivos conocidos por sus lectores. Así
iluminaban sus contenidos mediante hechos significativos de la historia conceptual
y religiosa de su mundo. La historia del concepto y de sus tradiciones
complementará la compresión que brinda el contexto literario inmediato del
término. La CTrad del NT identifica pues esas tradiciones que aparecen en el NT,
investigando su origen, su historia y su aplicación concreta.
El paso metodológico de la CR sirve para investigar las intenciones del autor que
armó la obra final, su trabajo específico y detallado, sus situaciones históricas y la
de sus lectores, así como su mensaje. De esta manera el recorrido vuelve a
rehacer el camino que anduvo el autor desde el material crudo hasta el texto
actual.
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La CR permite precisar los ensambles que hizo el autor con todos los elementos
previos y propios; los cambios que impuso, los retoques, las omisiones, los
agregados; la estructuración final que imprimió a su obra.
Marcos
Mateo
Al mismo tiempo Mt quiere hacer ver a sus lectores que en Jesús y con él se
cumplen las Escrituras del Antiguo Pacto, siendo los seguidores del Mesías así los
herederos de las promesas divinas. Esto lo presenta mediante una serie de citas
de reflexión: Mt 1:22-23; 2:5-6, 15, 17, 18, 23.
Lucas
Lc tiene varias líneas peculiares. La acción del Espíritu Santo ocupa un lugar
preponderante en su obra. Temas menores son la relación con Israel, la ciudad de
Jerusalén, Abraham, la oración, los samaritanos. Un tema fundamental es
Jesucristo Hijo de Dios. La línea preponderante cosiste en el hecho de que Lc es
el portavoz de pobres, pecadores y despreciados, más que los otros evangelistas.
Juan
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Jn tiene varios acentos específicos. Están por ejemplo los malentendidos joánicos:
Nicodemo, la mujer samaritana, los discípulos, los judíos constantemente
malentienden o malinterpretan las palabras de Jesús. Con este recurso el
evangelista puede aclarar dudas sobre la misión de Jesús, inculcar reiteradas
veces un mismo tema, profundizar contenidos difíciles para sus lectores. Las
breves notas redaccionales crean entonces la satisfacción en el lector por el hecho
de que él sí entiende las cosas.
LA IMPORTANCIA DE LA CR DEL NT
La CR del NT analiza los medios literarios y las características del redactor final de
una obra, sus tendencias, sus metas, transformaciones literarias y teológicas de
sus fuentes. Busca describir las líneas teológicas maestras de cada escrito. Ayuda
a comprender los procesos de relecturas, interpretación y reinterpretación que se
produjeron en la época neotestamentaria.
PASOS EXEGETICOS
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Para tener el mejor texto, podemos apoyarnos en varias versiones como: RVR,
BJ, NVI, DHH entre otras.
UBICACIÓN HISTORICA Y LITERARIA
Empleo de Introducciones al AT/NT, Comentarios, artículos de revistas
especializadas.
Identificar: autor, fecha y lugar de composición, estructuración de la obra,
destinatarios.
CRITICA LITERARIA. Verificar la delimitación propia del texto.
Delimitar subunidades internas en base al cambio de personajes, temas, lugares,
etc.
CRITICA DE GENEROS Y FORMAS.
Identificar el género específico, su forma, el sitz im Leben.
CRITICA DE LA TRADICION.
Rastreo de tradiciones a partir de un análisis de conceptos claves.
CONCEPTOS CLAVES.
Uso de diccionario teológico y concordancia.
CRITICA DE LA REDACCION. Indicios de intereses teológicos y prácticos.
OTROS ANALISIS: La fenomenología, historia de las religiones, lectura socio-
analítica, análisis feminista, lectura psicoanalítica.
ESTRUCTURAS MANIFIESTAS.
12. HERMENÉUTICA: Transferir el núcleo del testimonio a la actividad.
Bajo estos parámetros los estudiosos unen esfuerzos por explicar la historia de la
formación y transmisión de los manuscritos bíblicos (sobre los que se basan
nuestras traducciones contemporáneas), y reconstruyen un “texto matriz” cercano
a lo que pudo haber sido la copia del texto "original", haciendo uso de muchos
manuscritos. Para tal fin se desarrollan criterios metodológicos a partir de la
experiencia de escribir y copiar manuscritos en la antigüedad, al igual que del
sentido común y probabilidades (crítica textual). No se puede interpretar la Biblia
a menos que hayan textos que interpretar, sean estos escritos en los idiomas
originales o traducidos al castellano.
Una vez que se tiene el texto bíblico reconstruido, se procede a identificar las
posibles líneas de pensamiento o tradiciones (orales o escritas) de donde el autor
de un texto bíblico dado pudo haber tomado sus ideas y modificado las mismas en
el texto que finalmente escribió (crítica de fuentes). Pero las tradiciones de las
que los autores bíblicos dependieron para escribir sus mensajes no son estáticas;
más bien atraviesan un proceso histórico en el que cambian de significado dentro
y fuera de la Biblia, con el correr de los años y el paso de un contexto a otro
(crítica de la historia de la tradición). De particular importancia es el cambio de
"tradición oral" a "tradición escrita", y la forma o género literario que el mensaje
adquirió en el texto bíblico, luego de un largo y complejo proceso de creación,
modificación y edición de sus ideas, a la luz de nuevas circunstancias sociales
(crítica de formas). Como parte de este proceso que se enfoca en el origen y
desarrollo de las tradiciones, también se presta atención a cómo un autor bíblico
utiliza la información en el texto bíblico. Por eso es importante concentrarse en su
trabajo redaccional o editorial. No es sólo lo que el autor escribe, sino también
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cómo presenta la información y lo que todo esto tiene que decir sobre su teología
y propósito al escribir (crítica de la redacción).
Por cuanto los textos bíblicos se refieren constantemente a personajes, eventos,
circunstancias, fechas y lugares especiales en un contexto socio-cultural concreto
y distante del nuestro, para entender mejor la Biblia es imprescindible determinar
la veracidad de tal información, al igual que el significado de los textos bíblicos a la
luz de su trasfondo geográfico, histórico-político, socio-económico, cultural,
filosófico y religioso (crítica histórica o del trasfondo social). Lo que el autor quiso
decir y como los destinatarios pudieron haber entendido su mensaje, es clarificado
por este acercamiento. Finalmente, la Biblia, por ser una colección de
documentos en un solo libro y haber cumplido funciones históricas específicas en
la comunidad de creyentes que los preservó, interpretó y compiló, debe ser vista
como Escritura e interpretada como un todo y producto final, sobre todo a la luz de
la fe. Además, pasajes individuales de la Biblia se utilizan para interpretar otros
textos (como por ejemplo la interpretación cristológica del AT) (crítica canónica).
Los centros de las estructuras nos indican el núcleo teológico. Los textos bíblicos
son desafiantes, proponen algo qué hacer, cambiar o apelan a una valoración.
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Emisor Objeto Receptor Eje de la comunicación
Cuadrado semiótico
Negativo Positivo
No-positivo No-negativo
Es fácil interpretar mal esta regla. Cuando afirmamos que debemos leer la
Biblia como cualquier otro libro se puede tomar en este sentido. Creemos que la
Biblia es singularmente inspirada e infalible, y esto la coloca en una categoría
especial por sí misma. Pero para asuntos de interpretación la Biblia no se reviste
de alguna magia especial que cambie sus patrones literarios básicos de
interpretación. Esta regla simplemente es la aplicación del principio del sensus
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literalis (sentido literal). En la Biblia un verbo es un verbo y un nombre común es
un nombre común, igual que en cualquier otro libro.
Pero si la Biblia ha de ser interpretada como cualquier otro libro, ¿qué decir
de la oración? ¿No deberíamos buscar la ayuda de Dios para interpretar el Libro?
¿No es prometida la iluminación divina a este libro en una forma que difiere de
otros libros?
Cuando formulamos preguntas acerca de la oración y la iluminación divina,
entramos a un terreno en el cual la Biblia es definitivamente diferente de otros
libros. Para el beneficio espiritual de aplicar las palabras de la Escritura a nuestras
vidas, la oración es enormemente útil. Para iluminar el significado espiritual de un
texto el Espíritu Santo es esencialmente importante. Pero para discernir la
diferencia entre la narración histórica y la metáfora, la oración no es de gran ayuda
a no ser que implique una intensa súplica a Dios para que nos dé mentes claras y
corazones puros para vencer nuestros prejuicios. La santificación del corazón es
vital para que nuestras mentes sean libres a fin de oír lo que la Palabra nos está
diciendo. También debemos orar pidiéndole a Dios que nos ayude a vencer a
nuestra inclinación a la pereza y que nos haga estudiantes diligentes de la
Escritura. Pero las llamaradas místicas no suelen ser de mucha ayuda en el
trabajo básico de la exégesis. Peor aún es el llamado método espiritual de la
“picada de azar”.
La “picada de azar” se refiere al método de estudio bíblico por el cual una
persona ora pidiendo la guía divina y después hace que su Biblia se abra donde
sea. Entonces, con sus ojos cerrados, la persona “pica” con su dedo en la página
y recibe la respuesta de Dios donde sea que el dedo apunte.
Sea lo que fuere, la Biblia es un libro que comunica información verbal. Esto
significa que está llena de palabras. Los pensamientos se expresan a través de la
relación entre estas palabras. Cada palabra en particular contribuye algo a la
totalidad del contenido expresado. Cuanto mejor entendamos las palabras
utilizadas individualmente en las declaraciones bíblicas, tanto mejor seremos
capaces de comprender el mensaje total de la Escritura.
Probablemente el más grande avance en el conocimiento bíblico que
hemos visto en el siglo XX ha sido en el área de la lexicografía. O sea, que hemos
incrementado notoriamente nuestro entendimiento del significado de las palabras
contenidas en la Biblia. El instrumento exegético más valioso que tenemos en el
presente es el Diccionario teológico del Nuevo Testamento por Kittel. Esta serie de
estudios de palabras comprende gruesos volúmenes, y como obra de referencia
bien vale la pena. Comprende una serie de cuidadosos estudios del significado de
las palabras clave encontradas en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, una palabra
como justificar puede ser examinada en un volumen en particular. La palabra se
somete a un análisis exhaustivo en cada texto conocido en que aparece. Su
significado se sigue a través del período de Homero y la Grecia clásica, su uso
correspondiente en la traducción griega del Antiguo Testamento (la Septuaginta),
su uso en los evangelios, en las epístolas, y en la historia de la primera iglesia.
Ahora un estudiante de la Biblia, en lugar de buscar una palabra en un diccionario
normal donde pudiera encontrar una frase de definición con sus sinónimos
correspondientes, puede recurrir al diccionario de Kittel y encontrar cuarenta o
cincuenta páginas de explicación y delineación detallada de todos los usos y
matices sutiles de la palabra. Podemos averiguar cómo Platón, Eurípides, Lucas, y
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Pablo usaban una palabra en particular. Esto agudiza grandemente nuestro
entendimiento del lenguaje bíblico y también facilita la exactitud de las
traducciones modernas de la Biblia.
Normalmente hay dos métodos básicos por medio de los cuales se definen
las palabras: por etimología y por uso habitual. Vemos una palabra como
hipopótamo y nos preguntamos lo que significa. Si supiéramos griego sabríamos
que la palabra hipos significa “caballo” y la palabra potamos significa “río”. Por
tanto, tenemos hipopótamo, o “caballo de río”. El estudio de las raíces y los
significados originales de las palabras puede ser muy útil para sacarle jugo a un
término. Por ejemplo, la palabra hebrea para gloria originalmente significaba
“pesado” o “de mucho peso”. Así, la gloria de Dios tiene que ver con su
“ponderosidad” o “significado”. No lo tomamos a la “ligera”. Pero el definir palabras
meramente en términos de su significado original nos puede meter en todo tipo de
problemas.
Además de los orígenes y las derivaciones, es extremadamente importante
para nosotros estudiar el lenguaje en el contexto de su uso. Esto es necesario
porque las palabras sufren cambios en su significado dependiendo de cómo se
usen.
Palabras con múltiples significados. Hay gran cantidad de palabras en la
Biblia que tienen múltiples significados. Solamente el contexto puede determinar el
significado particular en que allí se usa.
Un ejemplo de palabra con múltiples sentidos es la palabra justificar. En
Romanos 3:28 Pablo dice: “Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe
sin las obras de las ley”. En Santiago 2:24 leemos: “Vosotros veis, pues, que el
hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe”. Si la palabra
justificar significa lo mismo en ambos casos, tenemos una contradicción
irreconciliable entre los dos escritores bíblicos sobre un asunto que concierne a
nuestros destinos eternos. Lutero se refirió a la “justificación por la fe” como el
tema sobre el cual la iglesia se mantiene firme o cae. El significado de la
justificación y la pregunta de cómo se lleva a cabo no es una mera insignificancia.
Sin embargo, Pablo dice que es por fe aparte de obras, y Santiago dice que es por
obras y no por fe sola. Para complicar más el asunto, Pablo insiste en Romanos,
en que Abraham es justificado cuando cree en la promesa de Dios antes de ser
circuncidado. Tiene a Abraham justificado en Génesis 15. Santiago dice: “¿No fue
justificado por las obras Abraham nuestro padre cuando ofreció a su hijo Isaac
sobre el altar?” (Stgo. 2:21). Santiago no ve a Abraham justificado hasta Génesis
22.
Esta cuestión de la justificación se resuelve fácilmente si examinamos los
posibles significados del término justificar y los aplicamos a los contextos de los
pasajes respectivos. El término justificar puede significar (1) restaurar a un estado
de reconciliación con Dios a aquellos que se hallan bajo el juicio de su Ley o, (2)
demostrar o vindicar.
Jesús dice, por ejemplo: “La sabiduría es justificada por todos sus hijos” (Lc.
7:35 VRV). ¿Qué trata de decir? ¿Trata de decir que la sabiduría restaura la
comunión con Dios y salva de su ira? Obviamente no. El significado sencillo de
sus palabras es que un acto sabio produce buen fruto. La reclamación de
sabiduría es vindicada por el resultado. Una decisión demuestra ser sabia por sus
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resultados. Jesús habla en términos prácticos, no teológicos, cuando usa la
palabra justificado de esta manera.
¿Cómo utiliza Pablo la palabra en Romanos 3? Aquí, no hay disputa. Pablo
habla claramente acerca de la justificación en el máximo sentido teológico.
¿Y qué de Santiago? Si examinamos el contexto de Santiago podremos ver
que está versando con una cuestión diferente a la de Pablo. Santiago dice en el
2:14: “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene
obras? ¿Podrá la fe salvarle?” Santiago pregunta qué clase de fe es necesaria
para salvación. Está diciendo que la fe viva lleva consigo obras. Él dice que una fe
sin obras es una fe muerta, una fe sin vitalidad. El punto en cuestión es que la
gente puede decir que tiene fe viva cuando en realidad no la tiene. La declaración
es vindicada o justificada cuando se manifiesta por el fruto de la fe, o sea, las
obras. Abraham es justificado o vindicado a nuestros ojos por sus frutos. En cierto
modo, nuestra declaración de justificación de Abraham es justificada por sus
obras. Los reformadores lo comprendieron así cuando afirmaron que “la
justificación es por fe sola, pero la fe no va sola”.
Se ha producido un sinnúmero de controversias y han nacido herejías
simplemente por no haber advertido la multitud de significados que con frecuencia
tienen las palabras.
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está diciendo Jesús que le pidamos a Dios que no nos seduzca ni nos atrape en el
pecado? En absoluto.
El problema desaparece rápidamente si examinamos las otras partes del
paralelismo. El pasaje dice: “No nos metas en tentación, más líbranos del mal”.
Este es un ejemplo del paralelismo sinónimo. Las dos partes dicen virtualmente la
misma cosa. El ser: “metidos en tentación” equivale a estar expuestos al ataque
furioso del maligno. La “tentación” no es del tipo de la que habla Santiago, la cual
comienza con las inclinaciones internas de nuestra propia codicia pero con una
ocasión externa de “prueba”. Dios sí pone a sus hijos a prueba como lo hizo con
Abraham y Jesús en el desierto.
La apariencia de paralelismo también puede enriquecer nuestro
conocimiento de los conceptos bíblicos. Por ejemplo, ¿cómo entendía la mente
hebrea la noción de la bienaventuranza? Escuche las palabras clásicas de la
bendición hebrea y trate de avistar su intención:
Jehová te bendiga y te guarde;
Jehová haga resplandecer su rostro
sobre ti, y tenga de ti misericordia;
Jehová alce sobre ti su rostro, y
ponga en ti paz. (Núm. 6:24-26)
Si examinamos la estructura paralela de la bendición somos enriquecidos
no sólo por un conocimiento más profundo de la bienaventuranza sino también por
lo que tiene en mente un judío con la medida total de “paz”. Nótese que los
términos paz, gracia y guardar se utilizan en forma sinónima. Paz significa más
que la ausencia de guerra. Significa experimentar la gracia de Dios siendo
protegido por Él. ¿Qué significa ser guardado a personas que viven una vida de
carácter peregrino? La historia de los judíos es la historia del exiliado que
constantemente se enfrenta a la inestabilidad de la vida. Ser bendecido por la
gracia de Dios y experimentar paz se relacionan entre sí.
¿Pero qué es la bienaventuranza? Note que en las dos últimas partes de la
bendición la bienaventuranza es por imágenes de contemplación del rostro de
Dios: “el Señor haga resplandecer su rostro...[o] alce sobre ti su rostro”. Para el
judío el grado máximo de bienaventuranza viene de estar tan cerca de Dios como
para ver su rostro. Lo que se le prohibió al hombre en el Antiguo Testamento fue
contemplar el rostro de Dios.
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diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.. (Mt.
5:27-28)
También nótese:
Oístes que fue dicho: no cometerás adulterio. Pero yo os
digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya
adulteró con ella en su corazón. (Mt. 5:27-28)
En ninguna parte de estos pasajes dice Jesús que la ira sea tan mala como
el crimen o que la lujuria sea tan mala como el adulterio. Lo que sí dice es que si
una persona se reprime de matar pero odia a su hermano o le insulta, no ha
cumplido con el significado de la ley contra el crimen. El crimen es un pecado,
pero también lo son el odio y la calumnia.
La clave de la enseñanza de Jesús es que es la Ley tiene una aplicación
más amplia que su letra. Si se mata a alguien se viola la letra de la ley; si se odia a
alguien se viola el espíritu. El dice: “Cualquiera que matare será culpable de
juicio”. Es decir, que lo que Jesús dice es que tanto la ira como el crimen son
pecados. No que sean iguales en cuanto a sus resultados perjudiciales ni que
sean igualmente horrendos. Ni siquiera dice, como muchos han implicado, que el
castigo para ambos sea igual. El asunto es que todo pecado será castigado, no
que todo castigo será el mismo. El principio bíblico de la justicia no establece
diferencia entre grados de maldad y grados de castigo.
Con respecto al adulterio, Jesús dice que cuando hay lujuria una persona
ha cometido adulterio en su “corazón”. Lo importante es que, aunque la letra de la
ley se haya guardado, el espíritu de la ley ha sido quebrantado; el pecado es más
que un acto externo. Dios está interesado en nuestro corazón, así como en el
acto. Los fariseos se jactaban de su rectitud engañándose a sí mismos al creer
que guardaban toda la ley porque guardaban la letra.
Toda la idea de los comentarios de Jesús en cuanto a la Ley se introduce
con esta declaración:
No penséis que he venido para abrogar la ley o a los
profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque
de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una
jota ni un tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya
cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de
estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los
hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos;
mas cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado
grande en el reino de los cielos. (Mt. 5:17-19)
Este pasaje nos enseña claramente que a Jesús le interesa que guardemos
la letra de la ley. No es importante meramente la letra, sino que la más “pequeña
letra” o “trazo” debe ser guardada y obedecida. Pero Jesús va más allá de la letra
y se interesa por el espíritu. Él no pone al espíritu en contra de la letra, sino que
añade el espíritu a la letra. Aquí está la clave: “Porque os digo que si vuestra
justicia no fuere mayor que la de los escriba y fariseos, no entraréis en el reino de
los cielos” (Mt. 5:20). Los fariseos se percataron de la letra; los cristianos deben
percatarse de la letra y del espíritu. Jesús pone este prerrequisito para la entrada
a su reino. Sus comentarios en cuanto al crimen y el adulterio siguen este
concepto y aclaran su principio.
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Regla 9: Tenga cuidado con las parábolas
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Aquí, el juicio de Dios involucra el darles a las personas “corazones gordos”
como un juicio por su pecado. Es un castigo equitativo. La gente no quería
escuchar a Dios, así que les quitó su capacidad para oírle.
Jesús frecuentemente utiliza las palabras: “Quien tenga oídos para oír, oiga”. La
forma en que Jesús utiliza esta frase, enfáticamente sugiere que no todo aquel
que “oye” sus palabras está oyéndolas en el sentido especial que Él quiere.
Si Jesús ha de ser tomado en serio con respecto a estas parábolas,
debemos reconocer un elemento de encubrimiento en ellas. Pero esto no significa
que el único propósito de una parábola sea el de oscurecer u ocultar el misterio
del reino a los impenitentes. Una parábola no es una adivinanza. Fue compuesta
para ser entendida, al menos por aquellos que estaban abiertos a su sentido.
Asimismo, debe considerarse que los enemigos de Jesús sí tenían algún
entendimiento de las parábolas. Por lo menos el suficiente para enfurecerse por
ellas.
Al tratar el aspecto del “encubrimiento” de las parábolas, hay que tener en
mente un factor muy importante. Las parábolas fueron dadas a personas que
vivieron antes de la cruz y la resurrección. En aquel tiempo la gente no tenía el
beneficio del Nuevo Testamento completo como fundamento que les ayudara en la
interpretación de las parábolas. Gran parte del material parabólico se relaciona
con el reino de Dios. Cuando las parábolas fueron dadas había muchas ideas
falsas populares en cuanto al significado del reino en las mentes de los que
escuchaban a Jesús. Por tanto, las parábolas no siempre eran fáciles de entender.
Incluso los discípulos tenían que pedirle a Jesús una interpretación más detallada.
Otro problema con la interpretación de las parábolas se halla en la pregunta
acerca de la relación entre la parábola y la alegoría. Cuando Jesús interpreta la
parábola del sembrador lo hace en forma alegórica. Esto nos podría llevar a la
conclusión de que todas las parábolas tienen un significado alegórico y que cada
detalle tiene un significado “espiritual” específico. Si nos acercamos a las
parábolas en esta forma, nos estaremos metiendo en problemas. Si tratamos a
todas las parábolas como alegorías, en breve descubriremos que las enseñanzas
de Jesús se convierten en una masa de confusión. Muchas de las parábolas
simplemente no se prestan a una interpretación alegórica. Podrá ser divertido,
especialmente en las predicaciones, permitir que nuestra imaginación vague
libremente buscando el significado alegórico de los detalles de las parábolas, pero
no será muy edificante.
La forma más segura y probablemente la más exacta de tratar las parábolas
es la de hallar un punto central básico. Como método práctico, evito la alegoría de
las parábolas a excepción de los lugares del Nuevo Testamento donde claramente
se indica un significado alegórico. Algunas parábolas tales como el hijo pródigo
obviamente tienen más de una intención. Algunas son símiles extensos; otras son
historias comparativas; otras tienen una aplicación moral obvia. Inclusive mi regla
empírica de “un significado central” no puede ser aplicada rígidamente. Una vez
más, la regla básica es la de tener cuidado al tratar con las parábolas. Aquí es
donde la consulta de varios comentarios será extremadamente útil y con
frecuencia necesaria.
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Regla 10: Tenga cuidado con la profecía vatídica
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Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está
escrito en él.
Una vez más Jesús dice en Mateo 11:13-15: “Porque todos los profetas y la ley
profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de
venir”.
Por tanto, tenemos a Juan el Bautista diciendo sencillamente que él no es
Elías y a Jesús diciendo que sí lo es. Pero nótese cómo Jesús hace la
declaración. La limitó precediendo sus palabras con “si queréis recibirlo”. Es
evidente que Jesús tenía algo un tanto misterioso en mente. Acaso la respuesta a
este enigma se encuentre en la anunciación del nacimiento de Juan por el ángel
Gabriel: “E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías” (Lc. 1:17).
El enigma puede resolverse señalando que Juan no era realmente la
reencarnación ni la reaparición de Elías. Pero en cierto sentido era Elías; vino en
el espíritu y poder de Elías. Esto podría explicar el misterioso prólogo de Jesús,
así como la negativa de Juan. Sin embargo, el punto significativo es la forma en
que Jesús trató la profecía del Antiguo Testamento. Al menos en este caso, Jesús
dio libertad para el cumplimiento y no insistió en cuanto a la verdadera identidad
de Elías y Juan el Bautista.
De todos los tipos de profecía, la apocalíptica es la más difícil de tratar. La
literatura apocalíptica se caracteriza por un alto grado de imágenes simbólicas que
en ocasiones nos son interpretadas y otras veces quedan sin interpretar. Los tres
libros más prominentes que encajan dentro de esta categoría son los de Daniel,
Ezequiel y Apocalipsis. Es muy fácil confundirse con los símbolos de Daniel y el
drama del Apocalipsis del Nuevo Testamento. Una clave importante para la
interpretación de estas imágenes es la de buscar el significado general de tales
conceptos en la Biblia misma. Por ejemplo, la mayoría de las imágenes en el libro
del Apocalipsis se encuentran en otras partes de la Biblia, particularmente en el
Antiguo Testamento (P.E. Ap. 1:15 y Dn. 10:6 y 2:33-34).
La interpretación de la profecía puede resultar tan compleja que el
proporcionar cualquier fórmula detallada para ese fin traspasa las barreras de este
libro. El estudiante de la Escritura haría bien en realizar un estudio especial acerca
de la categoría de esta literatura bíblica. Una vez más, el énfasis general está en
ser cuidadoso. Debemos acercarnos a la profecía cuidadosamente, con una
actitud sobria. Si lo hacemos, los resultados del estudio de los libros proféticos
serán de gran provecho.
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Bibliografía:
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