Está en la página 1de 10
[SIRVANSE UN CUENTO! O un montén de cuentos, de aqui, de alld, y de todos lados Pajarito Remendado convida a todos los chicos con cuatro libros nuevos cada mes. Cuentos de grandes autores argentinos, Cuentos tradicionales de Latinoamérica. Cuentos clasicos universales Papelitos con adivinanzas, humor y poesia. ‘Y anoolvidarse: todos los meses cuatro nuevos huevitos del Pajarito Remendado, "GUSTAVO ROLDAN. UN PAJARO DE PAPEL fi gan a a ee peg 0 8 ng - nea i Git, 008 SOPHIE Rtt chat pai oh rem orsasoaes aoe WeHile eEett= Hi © Si ya tenés un barrilete (si no, hace- lo), ga quién te gustaria dirigirle un mensaje? ‘© 4Cémo seriael tuyo? zEscrito, secre- to, con forma 0...? © Ya sabemos que el telegrama en ba- rrilete no es recibido por nadie, qué ‘manera inventarias para dejar un men- saje y que sf sea recibido? © gTe imaginaste alguna ves volando | en barrilete? eden escribir sobre estas cosas (las que (quieran)a Gustavo Roldan, Coleccién del Pajari- to Remendado, Ediciones Colihue, Diaz Vélez 5125-1405 Buenos Aires. {iMiren que los esperamos! Sintieron otra vez los pies en el bal- dfoy un nudo en la garganta. No dije- ron nada, como si'las palabras se les metieran para adentro. Attilio pateé una rama, como con bronea. - —EI sol hace arder los ojos —dijo Juan, paséndose un dedo. —Bra el més hermoso de! mundo — dijo Pedro. ‘Volvieron un pooo tristes. Pero tam- bién contentos. En la pieza del Negro quedaban papeles de colores y trozos de cafia. Conseguir piolin era lo de menos. Mientras caminaban, el Negro dijo: =A vos, Atilio, gno te dio un poco de miedo mirar el mar? Gustavo Roldan UN PAJARO EDICIONES COLIHUE El viento se levé las voces y las mez- cl6 con la luz, y de un golpe arrancé el hilo de las manos distraidasdel Negro. El barrilete se perdié junto al sol. Corrieron. Casi quisieron volar mientras velan los tltimos coletazos del piolin, Pero el viento era mas ré- pido y més largo que los gritos. Todos se tiraron hacia atrés sin- tiendo salpicaduras de agua salada. El olor del mar era insoportable. —Es el pulpo —dijo Miguel—. Los pulpos inmensos tienen ese olor. —Y las ballenas. —iNo se muevan tanto! (Esto esté Meno de tiburones! —jBah, no me pueden hacer nada! —jAllé, allé! Una sirena! jMiren una sirena! —iNo nos va a creer nadie! » —1¥ un centauro! ;Comoel que vien ‘un libro! —iLos centauros no viven en el mar! —Habré sido en una isla, entonces. 1¥o los vil La siesta era tibiay silenciosa. Ape- nas un rumor de chicos escapados se mezclaba con ¢l rumor de las hojas de os drboles. ‘A esa hora el barrio entero parecia, dormir, y habla que moverse despacio , ara no despertarlo. ‘BL Negro lleg® al bald{o con el barri- lete nuevo. Atilioy Juan y Pedro—los més gran- des— le haofan de escolta, sin dejar que los otros tres —los més chioos—se demasiado. ‘Puede volar més alto.que todos! ‘hice yo solo! —dijo el Negro—. {Me Ilevé como mil horas! ‘Todos rodearon al barrilete cuidén- dolo del viento. Acomodaron una y ‘otra vez los tiros y, vibrando como los flecos, completaron el ritual de hacer a = aa asf de grande! —f¥ esté Meno de barcos! |Y seguro que algunos son barcos piratas! —jAquél! ;Aquél de.allé. sf que es un barco piratal —jAllé, miren alla! ;Hsas son balle- nas! —i¥ el pulpo! jMiren ese pulpo! —jCuidado! {Cuidado con los ten- téculos! 7 camino do una rama con él pie. Ya se sabe, las amas sueltas son enemigas de los ba- Triletes. 3 i 3 iBigmee me 1o hnubiara,imagitiada , yo sabia que el mar éra bilidad, y la cola, la solté levantando la mano. Como quien se despide. El barrilete se movié para un lado y ‘Los chicos se juntaron mirando las ‘manos del Negro que dejaba correr el entre ‘—¥a ya, ya va —decia el Negro, tra- tando de calmar los apuros. —Esste sos vos, y éste vosy éste vos, ¥ vos y vosy vos, y yo. ¥ ahora nos subi- mos al barrilete, EI Rubio y Miguel miraban sin en- tender del todo, hasta que vieron o6mo ponta Atilio su miifiequito en el piolin. —iQué barbaro!—gritéentusiasma- do el Negro cuando lo vio elevarse—. iAhora voy yo! Uno tras otro los mufiecos fueron subiendo hasta perderse en la altura: — {Qué se puede ver desde tan alto? —{No te das cuenta? Todo el pueblo. Era hermoso ver desde lo alto, y las cosas se volvfan cada vez més chiqui- tas. Miraron para un lado y para el otro. Miraron me ell, miicho ms ‘Cuando estuvieron en la parte més alta, prendidos a los flecos del péjaro de papel, vieron el mar. Primero habia sido el monte y la la- guna, después los rios y las ciudades, y después el mar. Algunos ya lo cono- fan, pero desde la orilla, que no es lo mismo, Miraron hacia arriba, cada vez mas arriba, donde la inmensa cola del pé- jaro de papel apenas era un hilo finito. —Yo le mando un telegrama —dijo Pedro alzando una hoja del suelo. Contun dedo le hizo un: aru Jero en él centro y le pas6 el palito con 4 punta del poli. Hizp avanzar el pa Ly 10 06. at como sin ganas, el pay aes ar. De repente tomdim- sibiendo cada vez més i- die despate soperdiode ido al barrilete. —jQué idea! —grité Atilio—. ;Qué idea! —y alzé una hojadediario ante la mirada curiosa de los chicos. Por un instante el barrilete fue olvi- dado, mientras todos seguian los mo- vimientos de las manos de Atilio que doblaban y cortaban el diario, -~Cual es la, idea? —preguntaron Juntos el Rubio y. Ratil. — Fa ve, ya, yal —aijo Atilio— iv SAY baplegé siete maufequitos de pax pel unidos por las manos. Los sepans

También podría gustarte