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“Todo el sentido del trabajo iniciado aquí es pues el de mostrar la

inanidad de una afirmación como esta: “una filosofía construida


more geometricoexcluye absolutamente la hipótesis de un sujeto
creador de sentido, y al mismo tiempo, toda concepción del
lenguaje donde este sería expresivo de mis representaciones”.
Mostrando que el sujeto en cuestión ya no es por cierto el sujeto
filosófico sino lo que llamo el sujeto del poema”.
“Spinoza no fue un erudito, sino un pensador”.

***
No se piensa “para” la época sino para escapar de ella y para
ventilarla. Spinoza poema del pensamiento nos devuelve al más
imprudente de los pensamientos, aquel que piensa “contra” el
orden, aquel que se dirige a la invención de pensamiento y a la
alegría que hace vivir. Es una imprudencia inventiva que exige
enfrentarnos al lenguaje, convertirlo en poema.
Para Meschonnic Spinoza funciona exactamente en este sentido:
como un antídoto contra el aplastante dominio del signo en las
representaciones del lenguaje. Y esta es la principal contienda de
la que nos habla este libro, la del pensamiento intempestivo
contra las teorías del lenguaje que borran el afecto en el
concepto.
“No se trata impunemente al lenguaje como una herramienta. Eso
vuelve sordo” para pensar lo que un cuerpo “le hace al lenguaje”.
En Spinoza la sistematicidad filosófica es poemática y crítica. Y
sin embargo, su explosividad afectiva no acaba de estallar,
metida como está en la máquina de lectura universitaria, cuya
insistencia en los marcadores lógicos y en los asuntos de la
lengua no deja escuchar. Es lo que pasa cuando la filosofía opera
como actividad intelectual meramente explicadora –el
comentario–, dentro del orden y no contra él. Se acomoda en lo
teológico político, en la metafísica dominante, tradicional, que
todo lo somete a la separación entre cuerpo y pensamiento. Es
este el reproche central que Henri Meschonnic dirige a los
filósofos: el hecho de moverse siempre dentro del espacio de la
analítica y la pedagogía, en el horizonte del signo, en el que el
poema queda reducido a un filosofema y el ritmo al sentido.

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