Con respecto a la ley de indulto, promulgada por el parlamento, el filósofo Gabriel
Liiceanu notaba recientemente, en un canal de televisión: "...Se ha hablado, en una entrevista, sobre la dignidad... está herida su dignidad, se ha llegado demasiado lejos, la dignidad no es respetada en las prisiones" y después se preguntaba retóricamente: "¿Es respetada en los hospitales, en las escuelas, en los niños que se quedan en aulas en frío, en los trenes de Rumanía, en las carreteras?" La actitud que tomó el conocido filósofo es justificada. En los años 50, en las prisiones del régimen comunista, en condiciones de exterminación, estaban encarceladas personas como Mircea Vulcănescu, Petre Țuțea, Alexandru Paleologu etc. Muchos de aquellos detenidos políticos no han vuelto a salir vivos detrás de las rejas. Ninguna voz pública, ningún foro, ninguna institución ha podido hacerse escuchar entonces en Rumanía (RPR/RSR) para pedir su liberación a causa de las condiciones inhumanas en las que estaban detenidos en prisiones. Los diputados de MAN y los gobernantes no movían un solo dedo por los encerrados de manera arbitraria y sin tener en cuenta los más elementales derechos humanos. Era un mundo al revés. A veces el Occidente desaprobaba en voz baja, y la opinión pública occidental creía que en el campo de deportación comunista del Este se fraguaba un mundo mejor y más justo. Y vaya que el mundo al revés regresa decenios después, de un modo igual de flagrante y de ilegítimo. Ahora los diputados y gobernantes dan leyes de indulto y sacan de las cárceles a los degenerados, depravados, bandidos y asesinos y, sin duda alguna, a los grandes corruptos, que son responsables del estado deplorable de las cosas de la actual Rumanía. Si la elite rumana podía ser encerrada en las prisiones comunistas en condiciones de exterminación, la elite de los estafadores, mafiosos y criminales es repuesta en libertad, en nombre de los derechos humanos. Un Mircea Vulcănescu, al cabo de una obra dedicada al país, tenía que morir en la cárcel, un Dan Voiculescu, luego de estafar el país, tenía que ser sacado 7 años antes de la cárcel, para darse la gran vida y disfrutar de la libertad para siempre. El actual régimen político, resultado de una combinación que pretende ser socialista-liberal, es en realidad una nueva versión del obsesivo decenio.