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4. EL ENCUADRE

1. ALGUNAS CUESTIONES GENERALES


ACERCA DEL ENCUADRE

El encuadre se constituye como un conjunto de prescrip-


ciones y de prohibiciones que enmarca un límite de espacio-
tiempo donde es posible que se desarrolle una tarea, como
puede ser la de habitar un vínculo en una pareja o una fami-
lia, una institución, un tratamiento psicoanalítico u otros.
Cualquier actividad humana en el campo de la cultura re-
quiere, desde su misma definición una zona delimitada entre
lo prescrito y lo prohibido. La tarea habrá de ceñirse a unj,
principio que atañe al conjunto, y no al deseo y la voluntad de'!
uno solo por sobre el de los otros. En la sesión psicoanalítica
el conjunto se constituye con el analista y el paciente, sea és-
te individuál, pareja o familia. Por cierto, todos los conjuntos
se regulan por un encuadre dado por las estipulaciones que
coadyuvan a su funcionamiento. Desde allí se puede conside-
rar qué es y cómo se valora su cumplimiento o su transgre-
sión, siendo lo primero sólo una aproximación imposible de
lograr.
El encuadre tiene varias razones: una es de tipo científico
y se refiere a las condiciones de máximo rigor posible para
realizar una observación dada: tratar de tornar constantes al-
gunos elementos, dando así lugar al despliegue de las varia-
bles, que para nuestra tarea es el proceso psicoanalítico. Tam-
bién hay una razón práctica, que es la de proteger tanto al

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paciente como al analista del surgimiento de cualquier tipo de comienzos de sesión. Se podría afirmar que cada ses~ón es
arbitrariedad dependiente del deseo de uno o de otro. Consti- única en sí misma y diferente. Sin embargo, con, el bempo
tuye un recurso de profundo respeto al tiempo y el espacio de ocurre un proceso de rutinización tanto para el paCIente com,o
cada uno, de modo de dar un marco compartido para asegurar para el analista, adquiriendo la sensación, segurament~ erro-
la posibilidad de entrar y, especialmente, de salir del proceso nea -y así lo afirman los terapeutas-, de que ~os comIenz.os
regresivo propio de la sesión. Protege al paciente de las incur- son todos iguales. Ciertamente cada persona tiene un ~s.blo
siones regresivas de su analista y de sus propias ramificacio- que resulta de la combinatoria en el yo de las reglas retoncas
nes inconscientes puestas en juego por la contratransferencia, con las que expresa su personalidad. No obstante, como cada
y protege al analista del invasor amor de transferencia. Como sesión es un momento de encuentro con otro tiene un margen 4
se desprende de estas razones, contiene un fuerte principio de incertidumbre que lo hace bastante original. Ver~o como
ético basado en la solidaridad, en la defensa contra la arbitra- igual a los otros caracteriza un trastorno ~n la capacidad de
riedad de los "mejores" deseos, pero deseos al fin, que pujan observación apoyado en dificultades de onge~ I.nconsClente.
con su fuerte tendencia a ser cumplidos. Es muy frecuente el comentario, en las supervisiones, de que
Es en psicoanálisis y entre los autores argentinos donde el las sesiones "comienzan como siempre"; al correrse ~e esa po-
análisis del encuadre ocupa un lugar destacado; varios analis- sición y volver a preguntar se observarán de inmedIato alg~-
tas han hecho aportes sistemáticos, originales y profundos so- nas particularidades novedosas de ese encuentro, ~un~ue qUI-
bre este tema (Rodrigué, 1966; Bleger, 1967; Zac, 1968). A su zá sería mejor decir desencuentro, respecto de que ~acIente el
vez, algunos analistas y otros que no lo son han criticado la terapeuta esperaba encontrar (el de la sesión anterior y no el
noción de encuadre superponiéndola a normas rígidas, es de- de ahora) y qué terapeuta el paciente esperaba ver (el de la
cir vaciadas de contenido por la aplicación de una cierta orto- sesión anterior y no el actual). Algo semejante ocurre, Y lo he-
doxia. Ello ocurre si se toma como encuadre sólo las reglas de mos descrito, en la pareja matrimonial así como en las r~la-
aplicación de una técnica como si' fueran una imposición del ciones familiares, establemente inestables por .antonomasIa.
analista. En ese caso se trata de un error en su conceptualiza- Tomando como ejemplo las condiciones soclOcult~ral~s en
ción o de problemas de contra transferencia. Su rigidez puede las que se despliega nuestra tarea, la larga expen~ncIa .~n
darse por inseguridad del terapeuta, y verse estimulada in- nuestro país, hasta 1991, así como en otros de la alta inflación
conscientemente en toda época o lugar donde el autoritarismo mensual, con su incidencia en la inestabilidad del encuadr~,
parece la forma de manejo predilecta en los asuntos institu- observamos las situaciones clínicas que se desarronaro~ preci-
cionales, políticos y sociales. Lo es desde alguna vertiente psi- samente en este aspecto. Los casi permanentes cambios ~el
coanalítica regida por personalidades donde la reformulación valor de nuestra moneda llevaban a un cambio en los P:r~c~os
teórica adquiere una modalidad carismática o, dicho de otro de los productos; para tratar de mantener el poder adquisitívo
modo, donde el deseo del líder es tomado como marco y encua- de los honorarios, en el trabajo privado hacíamos ,reaJ~stes
dre para el trabajo analítico. cuando los pacientes podían absorberlos, lo cual implicaba
El encuadre tiene una condición paradójica: procura dar una constante acomodación de esta dimensión del encu~~re,
estabilidad a la relación creando las mejores condiciones para que variaba lo estipulado inicialmente ~n el ~ontra~o analítico.
conocerse, lo cual incluye una facilitación para el desconoci- Los conflictos referidos a la pertenencIa social solían ser de~-
miento porque transcurrido un tiempo suele darse por senta- plazados a la persona del terapeuta, a quien se le re.quena
do que el otro ya es conocido, con lo que se produce el oculta- I sostener una estabilidad que bloqueara o neg~ra t~da ~r;esta-
miento de aspectos que resultan sustraídos a la circulación bilidad social angustiante. La ruptura de la IdeahzaclOn del
del intercambio emocional. Todo encuadre estable tiene esta terapeuta dejaba al descubierto brechas en relación con la per-
doble particularidad. Tomemos, por ejemplo, en el análisis los tenencia tanto respecto de los objetos originarios, dadores de

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r
estabilidad y sostén, como en relación con la representación dos por el mismo paciente, pues se trata de su persona y su
del país que, además de la de los padres, son constitutivos de propia intimidad. Su ser adulto, con sus aspectos o conflictos
la identidad. Por lo pronto, si el terapeuta no está advertido, también llamados infantiles, crea las condiciones para el tra-
lo estable del encuadre puede albergar y encubrir situaciones tamiento de su mundo interno. Dicho en otros términos, el
conflictivas que escapan al análisis. Pero algo semejante ocu- paciente trae al personaje niño o bebé interno sufriente para
rre con los tratamientos llevados a cabo en países de moneda ponerlo en contacto con el analista.
estable. Allí, cuando este aspecto económicoes fijo, están da- Algo un poco diferente se da en el tratamiento psicoanalí-
das las condiciones para el silenciamiento de significados in- tico de niños, donde los padres deciden a su buen saber (o no
conscientes con potencialidad para despertar ansiedad. saber) y entender (o no entender) la oportunidad del trata-
Uno de nosotros tuvo la experiencia de supervisar mate- miento y la elección del terapeuta. Dícese que se hacen cargo,
rial clínico en países como Suecia, Suiza o Gran Bretaña; allí del yo del paciente. Idéntica argumentación se da en las si-
se encontró con que los analistas consideraban como no ma- tuaciones donde un familiar se hace cargo del paciente con
terial algunos hechos clínicos incluidos en el acto de pagar manifestaciones psicóticas; sin embargo, no parece ser lo mis-
los honorarios. Por lo tanto, sin saberlo, era escamoteado del mo. El niño constituye su psiquismo con los padres, algo no
análisis. En alguno de ellos, el que los honorarios provinie- anda bien y ellos lo traen frecuentemente tocados por un sen-
ran de las agencias de ayuda social y, además, que esto fuera timiento de culpa en la suposición de haber dañado a quien
siempre así, no era considerado un conflicto para interpretar, debían constituir y en quien, a su vez, ubican al bebé interno:
aunque apareciera con el discurso del paciente. Sólo después' el materno y el paterno. Aunque generalmente no reconocido
de replantearlo, los colegas comenzaron a verlo como mate- por los terapeutas de niños que hacen entrevistas de padres,
rial pertinente referido a las ansiedades ligadas a estos as- éstos también traen simultáneamente el conflicto de pareja.
pectos fijados e inamovibles, hasta el momento vinculados al La persona con un trastorno psicótico está en una situación
pago de los honorarios. diferente: no es reconocida como algo propio por la familia, co-
Uno de los elementos del clásico trabajo de Bleger (1967) f mo alguien que les pertenece, que forma parte del mismo con-
trata de la ubicación y fijación en el encuadre, dada su condi- junto. Se les enfrenta, se les opone y es vivido como el que po-
ción de estable, de los funcionamientos psicóticos que, por lo ne en evidencia algo que debería permanecer oculto. Por lo
tanto, resultan silenciados, ya que pasan inadvertidos para la general un sentimiento persecutorio atraviesa a la familia, y
observación. Todos aquellos que trabajamos tanto con pacien- se relaciona tanto con el temor a ser dañados como a que un
tes individuales como con pacientes-pareja o familia sabemos daño se ponga en evidencia. En la psicosis algo ya constituido
muy bien de la sutileza de los funcionamientos psicóticos o se muestra lesionado. En ambas situaciones son los padres o
perversos que, implantados en la vida cotidiana, resultan si- algún familiar quienes se hacen cargo de fijar las cláusulas
lenciados merced al encubrimiento en lo estable, en un inten- del contrato, y tanto al niño como al paciente psicótico sólo les
to de contrarrestar el surgimiento de ansiedad ante lo inesta- queda aceptar. Se opondrán o lo aceptarán a su manera, y a
ble de todo encuadre vincular. veces tendrán la posibilidad de reelegir, y el analista, de bus-
car ser reelegido.
El tradicional punto de vista basado en el criterio médico
2. ACERCA DEL CONTRATO CON EL PACIENTE hace que el adulto por lo general vaya al médico solo; que la
madre y/o el padre lleven al niño al pediatra, y si el paciente
Cuando un futuro paciente individual adulto desea tratar- tiene un padecimiento agudo, otro se encargue de hacer los
se, los arreglos que involucran la búsqueda y la elección del arreglos médicos pertinentes. En estas descripciones el cuer-
futuro terapeuta y la formulación de un contrato son acorda- po del paciente marca su individualidad, y los acompañantes

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no tienen el cuerpo comprometido y no consideran a su propia da por un sujeto que falsifica sus percepciones en una rela-
mente puesta en juego. ción de dependencia y enloquecimiento, y aparecer como una
En el tratamiento psicoanalítico de la familia o de la pare- persona despejada pero insegura con otro sujeto que ofrezca
ja se produce una ruptura de este punto de vista, pues consi- cierto reconocimiento aunque difiera con él.
deramos que el paciente es el conjunto vincular. Ésta es la Boszormenyi-Nagy (1965) planteó por su lado algunas de
respuesta para la pregunta acerca de cuáles integrantes son las dificultades del enfoque relacional. Una de ellas es del or-
pacientes, si aquellos con síntomas o aquellos con distorsiones den de la motivación; al ser considerada como individual, se
~ en el contacto con la realidad aunque sin síntomas. Para cier- le plantea el problema de cómo considerar las distintas moti-
ta psicopatología psiquiátrica clásica, el síntoma sigue descri- vaciones de los integrantes de una familia para reencontrar
biendo aquellas manifestaciones egodistónicas. Una psicopa- algo así como una red desiderativa. Esto puede reconsiderar-
tología psicoanalítica cambia el énfasis de lo considerado se conceptualizando un tipo de conflicto y de sufrimiento deri-
como síntoma, a través de las nociones de conflicto psíquico, vado de las vicisitudes de la pertenencia a un vínculo y no só-
representaciones inconscientes, ansiedades, defensas, puntos lo de una alteración en el mundo objetal o interno. Se abre así
de fijación, etcétera. la posibilidad de conocerse a cada uno, a los otros y a la es-
Véase por ejemplo una definición de Liberman (1976): tructura vincular misma en la que están incluidos. La bús-
queda del tratamiento puede estar superpuesta a la deposita-
F Todosíntoma neuróticoes una tentativa de expresiónde un ción del síntoma en el miembro sintomático y expresarse
fragmento de la vida pretérita, que vuelve a ponerse en activi- como que él debiera ser ayudado-tratado, en tanto el que
dad, por lo tanto un síntoma es una secuenciade mensajes, que "ayuda" se auto considera o se ubica defensivamente como el
por la naturaleza del procesoprimario (condensaciones)expresa que ha de "colaborar" con el terapeuta para tratar a aquél.
una serie de afirmaciones(omensajes)que deberán ser decodifi- Esta nueva circunstancia definida como vincular por el ana- ~
cadospor el terapeuta (pág.56). lista replantea la noción de contrato y¡con quién/es y entre
quiénes se establece. .
Las alteraciones de carácter, las adicciones tradicionales y En algunas circunstancias se plantea el interrogante acer-
no tradicionales y empalmadas con la publicidad cultural am- ca de la conveniencia de tener tratamientos varios, individual
plían y borran los límites de aquellos que en las primeras dé- y/o familiar o de·pareja. Según nuestro criterio, se excluye
cadas se consideraban síntomas por antonomasia. que un mismo terapeuta se haga cargo de ambos tratamien-
,. Bateson (1972) distingue entre pacientes patentes y laten- tos. Uno de los obstáculos proviene de la escisión que se insta-
tes, los primeros son los sintomáticos y los últimos son aque- laría en su mente como defensa al participar de dos situacio-
llos que, teniendo distorsiones más o menos severas, no son nes emocionales con estructuras diferentes, debiendo ser fiel
considerados como enfermos. Otra clasificación de psicopa- a cada una de ellas: una con personajes internos y otra con
tología vincular de diferente nivel de complejidad es la que personas que llevan el mismo nombre de parentesco. Ello ge-
hemos expuesto anteriormente (Puget y Berenstein, 1988; Be- nera una confusión y ubica al terapeuta frente a una misión
renstein, 1990), donde lo perturbado es la estructura relacio- , imposible: separar en su mente dos contextos, aquel donde es
nal de los yoes ligados. Esta formulación se basa en la idea de vigente la representación de los objetos internos, por una par-
que cada vínculo genera en el yo una subjetividad que le es te, y la correspondiente fantasía inconsciente de los persona-
propia, de manera tal que cada yo, si estuviera ligado con otro jes, y por otra las personas con los cuales aquellos se constitu- r
yo diferente, cambiaría el vínculo y por lo tanto la subjetivi- yeron y donde el mismo yo es uno de esos personajes. En otro
dad del yo. Una persona puede mostrarse altamente pertur- contexto, deberá discriminarse a su vez y diferenciar y dife-
bada en un tipo de vínculo y no en otro, puede verse confundí- renciarse de las personas ligadas ahora en una trama inter-

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fantasmática cumpliendo con la representación de ciertos per- de lo inconsciente, la del complejo de Edipo, la de las identifi-
sonajes familiares. caciones, la de la transferencia-contratransferencia, de la in-
Un argumento metapsicológico en apoyo de esta hipótesis terpretación como instrumento terapéutico. Si los esquemas
es que la estructura individual involucra el mundo interno y referenciales no fueran compartidos, el conflicto surgiría no
las relaciones de objeto, y la estructura de pareja y/o familiar sólo entre los terapeutas sino en el paciente o en la familia
tienen como base el mundo vincular y la Estructura de Pareja donde se jugaría el componente proyectivo de aquéllos.
y/o Familiar Inconsciente (Berenstein, 1976, 1981). Son dos Se presenta una situación similar a la de las familias u
tratamientos distintos con meta diferente. Volviendo a decirlo otras instituciones donde el conflicto a nivel de los padres; a
brevemente, en uno las construcciones se reconocen en una di- nivel gerencial, si se tratara de una empresa, o a nivel del
mensión de interioridad donde los otros están como represen- staff, si fuera un hospital, se expresa en los hijos, en el primer
taciones del yo y a éste pertenecen. En el mundo vincular de- caso, en los empleados, en el segundo, o en los pacientes, en el
bería conceptualizarse el espacio inter, "entre" los yoes, en el tercero. Lo que se llama trabajo en equipo incluiría la comu-
cual cada uno obtiene su sentido en el vínculo con el otro. En- nicación entre los distintos terapeutas a nivel de los enfoques
tonces dos serían los terapeutas para los dos tipos de trata- generales, sus teorías presupuestas, los criterios técnicos, pe-
mientos, de donde deriva otra cuestión: si se comunican entre ro debería excluir el relato del material clínico, por lo demás
sí. Esta propuesta surge cuando se piensa en los dos encua- incompartible por lo inefable de la experiencia analítica, y cu-
dres como dos tratamientos interdependientes pasando por al- ya revisión debería pasar por otro tipo de experiencia, como ~
to las diferencias técnicas y principalmente meta psicológicas. por ejemplo la supervisión o la discusión de casos en un mar- 1)
Sería del orden de una ilusión pensar que cuando un terapeu- co adecuado.
ta individual habla de su paciente con un terapeuta familiar
que lo tiene como un integrante más junto a otros, están ha- ""

blando del mismo paciente o de los mismos personajes. 3. LA ESTABILIDAD Y LAS ALTERACIONES DE~ ENCUADRE
Por el lado de los analistas, muchos de los argumentos pa-
ra no considerar válido al psicoanálisis de familia o de pareja El encuadre también puede ser considerado una herra-
tienen un doble carácter: el desconocimiento y la resistencia mienta del terapeuta, básicamente una actitud y un posicio-
que se mantiene activa, como la que surgía respecto del psi- namiento mental. Como dijimos anteriormente, una parte se
coanálisis a principios de siglo, pero ahora más sofisticada. da a conocer mediante una serie de estipulaciones, y como ta- I
En nuestra experiencia como psicoanalistas de pacientes les se espera que sean dichas y aceptadas o reformuladas co-
individuales que se tratan a su vez en familia o pareja con mo un acuerdo de partes. Se espera que volver a esas estipu-
otro terapeuta, así como siendo psicoanalista de un conjunto laciones , como las de los contratos, no sea necesario, salvo en ~
vincular de los cuales algunos se analizan individualmente caso de conflicto surgido cuando alguno no pueda atenerse al
con otro analista, no hemos tenido necesidad de "hablar" con compromiso contraído. Por más exhaustivas que sean las
el otro terapeuta y no recordamos haber padecido ni haber prescripciones, nunca serán completas, y siempre es posible
hecho padecer al otro terapeuta de interferencias ni exclusio- que surjan divergencias en su interpretación. Lo mismo ocu-
nes, o de haber hecho participar o haber participado de ma- rre con las estipulaciones de tipo social: a veces se explicitan,
lentendidos, situaciones emocionales todas ellas derivadas de a veces son dadas por dichas, a veces se vuelven a formular
los mecanismos disociativos y proyectivos propios y desplega- en caso de discrepancia y otras veces se las supone inamovi-
dos desde el compromiso contratransferencial con el paciente bles. Cuando son implícitas establecen un sobreentendido que
de que se trate. Para que ello no ocurra ambos terapeutas de- puede -y suele- evolucionar hacia malentendido. Nuestra ex-
berían compartir algunas teorías básicas del psicoanálisis: la periencia como psicoanalistas nos lleva a pensar que cuanto

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más explícitas las estipulaciones, tanto menor es la ambigüe- cional del otro. Si se constituye en condición del vínculo, cual-
dad de la relación; sin embargo, lo inconsciente igualmente quier modificación despertará la vivencia de lo catastrófico.
encuentra la manera y las vías para abrirse camino. Uno de Aquí los valores ideales se establecen alrededor de la fijeza, y
estos caminos se revela con las ambigüedades expresadas, así la seguridad se apoyará en encontrar al otro siempre en el su-
como aquello que se llama "alteraciones" del encuadre. Presta puesto mismo lugar y tiempo, y con el mismo imaginado esta-
el soporte para la transferencia tanto de los objetos internos \ do emocional. Desde esta suposición, cualquier variación es
con los cuales el yo ha establecido una relación como con los 1: sentida como amenaza de desorganización del yo.
personajes familiares o del zócalo inconsciente sobre el cual Las alteraciones del encuadre son un elemento caracterís-
se erigen esas relaciones. De esta manera las llamadas "alte- tico de él. Cuando son ocasionales indican algo ocurrido en el
raciones" serán una vía de acceso para conocer la evolución de proceso que ha pasado inadvertido para los que están interac-
las estipulaciones. tuando en él. Para una relación pautada con un horario esta-
Una de las fuentes de estabilidad se apoya en la ilusión de \ ble, como pueden ser las sesiones psicoanalíticas, una llegada
contar con un otro, un vínculo, un objeto, una idea en un tiem- tarde suele significar algo no analizado de la sesión anterior o
po y un espacio fijos, lo que conlleva la posibilidad de reencon- 19oque, siendo un efecto, va a producir efecto a su vez en la
trarlos supuestamente cuando el yo lo requiera. Es una condi- esión. De la misma manera una ausencia indica el cambio de
ción oscilante y variable en el ámbito del estado emocional y un significado escindido. Cuando la alteración del encuadre
vincular donde las relaciones oscilan entre dos extremos: el de se convierte en estable, lleva a interrogarse acerca de qué es
la "fluidez" y su opuesto, el de la "rigidez". La "fluidez" del en-o lo que perdió vigencia y pasó inadvertido por lo cual los yoes
cuadre es esa condición de casi imposibilidad de reencontrar al siguieron funcionando como si el tiempo y las condiciones vin-
objeto donde se supone que está, porque lo que éste jerarquiza ulares fueran las mismas. Cambia el contexto sin que los
e idealiza es su inestabilidad cuando esta cualidad es tomada yoes lo acepten, y ello indica una 'patologización del vínculo
como espontaneidad. En realidad se trata de un espontaneís- ompartidamente desmentida, ya que se trata de aspectos de
mo, y cuando la madre funciona con esta característica lleva al ' I relación con esa porción del mundo exterior ligada a la per-
fracaso de la posibilidad de memoria de la experiencia. Imagi- epción del otro.
némonos la relacíón entre un bebito y una mamá donde ésta El encuadre terapéutico debe ser sostenido más que man-
surge en cualquier lugar en un tiempo siempre variable y ubi- t, nido, es decir que se trata de una actitud mental y no sólo
ca a su vez a aquél cada vez en un espacio diferente y se pre- de una serie de estipulaciones enunciadas inicialmente, nun-
senta en cada oportunidad en un estado emocional variable. ca completas por más exhaustivas que se suponga que son. Es
Supongamos que esta mamá erige como un valor ideal lo que más compartido que el hecho de ser dicho por uno y aceptado
ella llama "espontaneidad" y jerarquiza su no estabilidad ba- por el otro, y sirve para mostrar a ambos yoes la posibilidad
sada en una situación inconsciente donde se angustia cuando de un acuerdo. Desde el lugar del terapeuta es preciso dife-
vivencia las condiciones de la relación estable como un encie- r nciar la capacidad de aceptar e interpretar las variaciones
rro. El infante lo registrará como falta de una base, que es el que de todos modos sobrevendrían de la necesidad de mante-
registro de una experiencia emocional de contacto en un tiem- nerlo invariable como una imposición, y por lo tanto de la
po-espada sobre la cual el yo inscribe la experiencia de apo- identificación con un superyó analítico necesariamente seve-
yarse. Se puede ampliar esta descripción hasta incluir al pa- ro. Desearíamos incluir la idea de que el sostén del encuadre
dre y a toda la familia. stá relacionado con la función del padre en tanto regula y le-
'"La "rigidez", en cambio, es la cualidad emocional resultan- gisla acerca de algún orden para la vida mental y vincular,
te de fijar y tratar de obstaculizar cualquier variación en la tal como fueron descritas más arriba. Se relaciona más con un
necesariamente cambiante ubicación témporo-espacial-emo- lugar que con la persona, lugar desde donde se enuncia y se

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sostiene una ley que comprende incluso a quien la legisla. mo realizada y si es cuestionada por el otro puede desencade-
"Ley" se acerca aquí más al sentido jurídico de norma que de- nar una crisis de violencia. Véase el siguiente comienzo de
ben cumplir todos, que en su sentido matemático de regulari- una entrevista familiar.
dad de eventos. La función del encuadre está estrechamente Son el padre, la madre y el hijo, un niño de 6 años. Los pa-
relacionada con la ley y también con el papel paterno, e im- dres sacan sus cigarrillos con total naturalidad. No pregun-
pregna fuertemente el lugar del analista. tan al terapeuta si fuma o si tiene inconveniente en que ellos
~ El encuadre, por su misma característica de permanencia, lo hagan. Tampoco registran la falta de ceniceros. Para ellos
r se presta a ser silenciado, y entonces sus alteraciones eviden- obviamente fumar no era nada fuera de contexto, en tanto és-
cian alguna crisis cuyo significado remite a otras crisis vincu- te fuera pensado como implícitamente compartido. Al analis-
lares o individuales. Cuando estos momentos del vínculo son ta se le planteó la disyuntiva de aclarar que él habitualmente
superados, éste evoluciona hacia mayor complejidad y se pro- pedía que no se fumara en el consultorio, con lo cual sugeriría
duce su actualización a través de una re estipulación de las a su vez un nuevo contexto a ser compartido. Así lo propuso y
condiciones actuales del VÍnculo.Para ello el paso previo es la desencadenó una respuesta verbal violenta. Le dijeron al te-
elaboración de su significado, así como la de la ilusión de rapeuta que les quería imponer sus costumbres, que él quería
mantener una estabilidad de por vida. Así como de la vivencia hacerlos a su imagen y semejanza, que no había ningún mal
de amenaza frente a los cambios posibles. en fumar. Luego dijeron que no podían aguantarse y posible-
- El encuadre del tratamiento familiar y de pareja habrá de mente tuvieran que interrumpir la entrevista, que todos los
contener y a su vez ser contenido por el encuadre de esa fami- terapeutas o fumaban o permitían hacerlo.
lía/pareja, a condición de que no se confundan. Hay un tipo A su manera convalidaban las razones, como ocurre con to-
particular de familia que hemos llamado "con trastornos con- dos aquellos para quienes las convicciones limitan la observa-
\textu~les". Se caracteriza porque sostienen, sin saberlo y sin ción a los que son iguales a sí mismos y desechan a los que
c~est~o~arlo, un conjunto de estipulaciones que, siendo idio- son diferentes, y por lo tanto quedan con un mundo uniforme
smcr~~lCas, supo~en .aplicables a todo el mundo. Desde ya, pero recortado. La existencia de una restricción sólo posibilita
también le son adjudicadas al terapeuta, quien forma parte reunirse con quienes comparten un mismo sistema de reglas,
de "todo el mundo", con quien creen haberse puesto de acuer- y de allí surge una generalización enunciada como "Todo el
do bajo el supuesto de que llevaría adelante el tratamiento mundo funciona de la misma manera".
cumpliendo con las expectativas familiares. Estos supuestos Este tipo de trastorno deriva de una rigidez del encuadre
no son comentados porque los miembros de la familia se ex- bastante específica: no se puede prever la posible y necesaria
pondrían a reconocer que son peculiares y propios y porque formulación de las estipulaciones cuando se dan condiciones
podría llevar a revisar sobre qué base fueron constituidos. nuevas, lo que acarrea un impedimento para volver a decidir
- Sur~e el fenómeno de lo obvio, expresión de un significado si se sigue juntos. Un tipo peculiar de escisión se da entre el
propio al cual se le otorga la cualidad de compartido con total nivel de la explicitación contextual y el nivel "meta", aquel
o~i,sión del otro. De ~ignificado pasa a intencionalidad, adju- que incluye las formulaciones que admiten con el cambio de
dicándole a ese otro, idéntico propósito. En realidad es una circunstancias cambiar las estipulaciones en lo que son con-
proyección de la propia intencionalidad y de las creencias con textos variables. La violencia es resultado de ello, e induce a
desco~ocimiento de la alteridad. Lo obvio lo es tan sólo para unificar los diferentes puntos de vista que deberían poder di-
uno mismo y se basa en un sobreentendido: el yo no entiende ferenciarse y estipularse para configurar un encuadre para
q~e .no entiende que el otro es otro, y supone que eso es enten- compartir.
dimiento, Para cumplir con lo obvio se requiere una formula-
ción de la relación que no sea explícita ni formulada, se da co-

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4. LO SILENCIOSO DEL ENCUADRE Y LO SILENCIADO EN ÉL Una familia formada por los padres y dos hijas buscó un
t rapeuta de reconocida filiación católica. Una de las hijas te-
Los vínculos estables facilitan el silenciar e inmovilizan los nía una actividad vinculada al psicoanálisis, ya de por sí vivi-
diferentes y conflictivos aspectos de los yoes. Su relación se d como algo extraño. La otra tenía un novio judío, lo cual
sostiene sobre un criterio de economía, como es evitar un re- nstituía un serio escollo para el sentimiento de pertenencia
planteo permanente de las condiciones a partir de las cuales 1\ la comunidad religiosa. El padre, diciéndose muy colabo-
se generó el encuentro inicial, así como de aquello que hubo r dor había aceptado, así como los otros integrantes, el en-
que dejar de lado. La estabilidad de lo silenciado se presta pa- . uadre del tratamiento con cierta resistencia. Solía decir rei-
ra alojar y no cuestionar las condiciones iniciales, con lo cual t radamente que los psicoanalistas no le gustaban, así como
siguen siendo vigentes. tampoco el quehacer de la hija. Los psicoanalistas, agregaba,
Bleger (1967) señala que lo instalado en el encuadre es el imponían la libertad sexual a sus pacientes. En realidad sur-
aspecto fusional de la relación entre el yo y el objeto, y por gían estas ocurrencias porque se sentía en la obligación de de-
esa misma condición transcurre en silencio. Es como si la re- jar sentado un principio, o sea enunciaba una serie de convic-
lación se manejara con la máxima: "Quien calla otorga", el ciones (Berenstein, 1986) personales haciéndolas pasar por
malentendido, podríamos agregar. En este caso se puede familiares, como parte del encuadre familiar, después de ad-
creer que el tiempo no pasó y, por ejemplo, que en la relación judicarle al terapeuta imponer sus creencias a los pacientes.
de pareja el enamoramiento no cedió lugar a la desilusión. En En esta sesión relató que el día previo había entrado en la ca-
los encuadres terapéuticos, durante las épocas de inflación, el sa y la hija estaba en el living con dos muchachos. Como no
reajuste de los honorarios producía en casi todos los pacien- toleró el impacto, se limitó a saludar a la hija y siguió de
tes -en algunos más que en otros- una verdadera herida largo. Había quedado a la expectativa de que la hija le pre-
narcisista, porque el terapeuta al reajustar mostraba su in- sentara a los jóvenes; como ésta se sorprendió, no lo hizo, y el
vulnerabilidad no sólo a la pérdida del valor adquisitivo, sino padre respondió con un desconocimiento, anulando la percep-
al impacto social. También se constituía una herida narcisis- ción de ajenos o extraños a la familia. El mismo terapeuta lo
ta para el terapeuta, para quien estar habituado a hacer los era, y era tratado de forma similar. Al decir que no aceptaba
reajustes de honorarios no le impedía sentir cada vez más a los psicoanalistas mostraba su desconocimiento de éste y lo
violencia y malestar. El enojo y la frustración provenientes tomaba como un pretendiente más que, aspirando a incorpo-
de la pertenencia social se desplazaba a la relación con el rarse a la familia idealizada, podría trastornar el marco y las
paciente. Además el analista se hacía presente como un suje- normas que regulaban esas relaciones familiares. La madre
to con necesidades propias que el paciente debía satisfacer, entró poco después en la casa y, usando una estrategia distin-
ya no estaba sólo ligado a su deseo soberano. El reajuste ade- ta, saludó a los jóvenes pero no se lo comentó al padre -según
más hablaba del tiempo transcurrido y el desgaste vital pro- dijo, para preservarlo-. Pero entonces lo excluía y realizaba
yectado en la moneda, así como ponía en evidencia un espacio una alianza con la hija. Lo comentó en la sesión con cierta
inestable y una pertenencia tambaleante. Todo aquello que violencia y angustia, y a punto de ponerse a llorar por lo que
diferencia a un sujeto de otro hace surgir un punto de angus- suponía que desencadenaría una disputa.
tia y es susceptible de pasar por tres vicisitudes: a) ser pues- Mencionó que cuando se refieren al terapeuta, en la casa
to en palabras; b) transformarse en un trastorno, una suerte lo llaman por el nombre. En las sesiones una de las hijas tu-
de ruido, como expresión de la fisura en el vínculo, o e) ser si- teaba al terapeuta.! Éste habitualmente no lo hacía con sus
lenciado en el vínculo y, luego de una transformación, erigir-
se en un conflicto individual.
Veamos otra viñeta de una sesión familiar. 1. Acerca del problema del tuteo, surge la relación entre los modelos so-

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pacientes. La familia contó que fue a la Recoleta (un barrio de h bía plegado el padre y cuya presencia podía estar silencia-
alta clase social) y hablaron de alguien llamado Pilar, dando d en el encuadre familiar comenzó a "hablar" en el marco
por sentado que el terapeuta sabía a quién se referían. Sin el 1 análisis y en la trama de la transferencia a través de la
anunciarlo explícitamente, sugirieron, a propósito del novio puesta en evidencia de una particularidad del encuadre.
de la hija, que a nadie podría gustarle un judío. "Nadie", des-
de ya, incluía al analista. No era explícito si la no aceptación Lo silenciado se transfiere e instala en el encuadre tera-
de los jóvenes en la casa fue porque eran judíos o por el carác- p utico por acción de las mismas estipulaciones inconscientes,
ter sexualizado de la relación. El terapeuta estaba investido que, si bien fueron vigentes en algún momento constitutivo
emocionalmente con incertidumbre, incógnita y desconfianza el 1encuadre familiar o de pareja, no fueron actualizadas por
después de haber sido rápidamente incluido en la familia. las circunstancias cambiantes de la vida. Algo similar sucede
El terapeuta señaló que daban por compartidas las creen- ion las convicciones personales o familiares que ocupan gene-
cias familiares al tomarlo a él mismo como "un muchacho ralmente el lugar de lo silenciado. Las convicciones son for-
aceptable" y no sentir ni hacerla sentir un extraño no tomado mulaciones explicativas sobre la base de generalización con la
en cuenta, para reforzar lo cual no sólo el padre sino también t. xtura propia de los delirios, y frecuentemente se relacionan
la hija lo incluían a través del tuteo, a sabiendas de que él no .on aspectos vinculares a los cuales es necesario conservar
los tuteaba. La respuesta fue de profunda molestia primero y Hin que sean hablados.
agresión luego, a través de la ironía de exagerar un trato su- ¿Qué entendemos por aspectos silenciados o silenciosos "
puestamente respetuoso refiriéndose a él como doctor. el 1 encuadre? Abarca aquello no hablado y no pensado, y
El hermano de la madre y su esposa eran psicoterapeutas "demás no sintomático, por lo cual el pacientenoSe da por
y la pareja de padres de esta familia estaba en conflicto con enterado de su propio padecer, dado que el sufrimiento perso-
ellos, no obstante lo cual una de las hijas se había identifica- nal y vincular está cubierto de creencias encubridoras y, por
do con su profesión. Esta trama identificatoria donde la ofer- el splazamiento, es atribuido a otros motivos circunstanciales
ta de modelo provenía de los objetos maternos a los cuales se y no estructurales. Ello opera mediante la mutilación de la
p sibilidad de observación, y cuando ésta se hace evidente se
l' gistra como una verdadera amenaza.

cioculturales y el encuadre terapéutico. Este problema fue considerado por En el encuadre familiar hay algunas facilitaciones para la
Berenstein, S. y Fondevila, D. (1988). Algunos terapeutas tratan de usted a instalación de zonas silenciosas y silenciadas dadas por el en- i
los padres y tutean a los hijos si son niños o adolescentes, trasladando sin
cuadre estable, como son en la vida familiar los lugares en la
modificación el uso social. Convendría pensar esta particularidad. Frecuente-
mente "tutear" al terapeuta incluye una resistencia de parte de la familia y mesa, los lugares de la pareja en la cama, en algunas familias
contrarresistencia del analista, por la cual establece una alianza con los pa- quiénes pagan determinados gastos y quiénes se hacen cargo
dres, como si fuera un representante de ellos escindiendo a los hijos, a los el otros, etcétera. Una característica de la fijeza de algunas
cuales se alían los aspectos infantiles del propio terapeuta separándolos del posiciones es que dejaron de discutirse, ya no se revisan, por
mundo de los adultos. Cuando los terapeutas dicen que no tutear a los hijos
es una manera de establecer distancia, y si lo hacen, de acortarla, superpo-
lo cual raramente son habladas y cuando se convierten en
nen el marco social con el terapéutico y colaboran a silenciar partes de la es- sintomáticas su análisis es fuente de intensas resistencias.
tructura vincular e impedir su emergencia en la sesión. La medida de la vio-
lencia familiar la da la dificultad del terapeuta de cambiar esta modalidad y
el temor a ser desconsiderado, distante, frío. agresivo, etcétera. 5. ACERCA DE LA PRIVACIDAD y EL ENCUADRE FAMILIAR
Cabría plantearse si la mejor manera de "querer" a los pacientes es
aceptando el tuteo y/o besarlos, o siendo más y mejor terapeuta; esto es, in-
terpretándolos más y mejor a pesar del recorte narcisista incluido en toda El hecho de analizarse un conjunto de personas que for-
restricción. man parte de una familia plantea nuevas cuestiones éticas

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, respecto de los tratamientos analíticos individuales. Una de ante la mirada del terapeuta que ha de funcionar como testi-
ellas es la re consideración de los espacios íntimo, privado y go y veedor obligatorio de esta actuación familiar. Cuando el \
público. Ello está en directa consonancia con los nuevos en- pago es el resultado de una elaboración, transcurre en silen-
1 cuadres médicos donde se reformulan las categorías de lo po- cio y con menos componente de mostración. De la primera
sible, lo permitido, lo deseado. Uno de los temas que plantean manera expresa el anhelo ilusorio de distribuir la tarea igual
numerosos interrogante s éticos es, por ejemplo, la fecunda- para todos y negar la diferencia inherente tanto a los lugares
ción asistida, el uso del vientre de otra mujer para anidar un como a los yoes. Entonces acuerdan "aportar cada uno lo su-
hijo propio. Otro tema es el de la llamada muerte con digni- yo" para subvencionar el tratamiento. En ese caso es conve-
dad, o la ingeniería genética y la posibilidad de elegir el sexo niente revisar el aspecto resistencial de esta modalidad. En
o las características del nuevo ser. Todos estos temas ponen otras ocasiones esta forma de pago es una forma de conexión
de relieve cuestiones complejas ligadas a la toma de decisión con el encuadré; algunas veces opera como un borramiento de
conjunta, que va más allá de las decisiones individuales. Ello diferencias que busca expresarse con el pago repartido. El I
también es relevante en un tratamiento que involucra a más factor económico que regula las relaciones de pareja y de fa- I
de uno, por lo cual se requiere una decisión basada en un de- milia tiene algo de específico y también sobre éste se desPla-J
seo conjunto de conocer las posibles causas del sufrimiento zan algunas de las particularidades vinculares como las se-
vincular. Si el deseo de uno es suficiente para emprender un \ xuales, las del lenguaje o las de la lucha por el poder.
tratamiento individual y el paciente ha de asumirlo comopro- En el psicoanálisis individual los estados emocionales del
pio, para un tratamiento familiar será necesario lograr una paciente circulan en la intimidad de su mundo y su puesta en
articulación de varios y no de uno solo. Uno de los integrantes palabras se inscribe en lo íntimo de la sesión. Que el espacio
puede tener el deseo de saber acerca del origen; en otro puede de la sesión tenga esta característica pareciera desprenderse
prevalecer el deseo de dominio a través de lo que supone que del encuadre y de la misma tarea, ya que ésta se aparta de lo
sabrá; en otro, el deseo de adquirir un poder, y en otro reto- cotidiano familiar o social tanto en la estructura del diálogo
marlo si lo perdió. Sin embargo, es imprescindible contar o como en el lugar de los interlocutores.
construir una base común dada por la pertenencia a la estruc- En el psicoanálisis de familia los contenidos emocionales; .•
tura vincular, de la cual se desprende algo así como una co- con el lugar de intimidad antes mencionado, pasan a circular
munida2 de deseos e intereses por repararla para sí y para en el campo vincular, están expuestos a la mirada, la escucha
los otros. Los observables desde el punto de vista del encua- y el escrutinio de los otros y del terapeuta, aunque a éste le
¡ dre son el requerimiento compartido de acordar para una ta- sean concedidos ese lugar y acceso peculiares. En la sesión sé
rea frecuentemente dolorosa y larga, además de los horarios y produce, entonces, un pasaje de lo íntimo a lo privado; un pri-
número de veces por semana, alguna forma de pago. vado peculiar que "se ejecuta a la vista de pocos", pues las
Veamos este último punto. Por lo general, en las familias personas de la familia viven juntas antes y después de la se-
se hace cargo uno solo del pago, a veces el padre, y en las pa- sión y constituyen un espacio diferenciado de lo público. En el
rejas podrán ser uno o ambos, según cómo han investido esta encuadre vincular se da, en el mejor de los casos, una separa- I
función. Pero aunque pague uno solo, los otros se ven confron- ción instrumental entre el adentro y el afuera de las sesiones.
tados con la situación de participar de alguna manera, sea en- Un primer índice de este trabajo vincular lo provee un acuer- ¡
trando en la repetición de un funcionamiento familiar infantil do mediante el cual la tarea de analizar los conflictos se va
caracterizado como "papá paga", sea con cualquiera otra mo- dejando poco a poco para el marco del tratamiento. Aprenden
dalidad acorde con la situación vincular. por la experiencia que las discusiones eternas son repeticio-
A veces la conducta infantil es negada y re activamente de- nes sin salida, por lo cual las sesiones pasan a ser un lugar
ciden "pagar cada uno su parte", dramatizando una escena específicoy calificado. En el peor de los casos se teme razona-

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blemente que una vez puestas en palabras las agresiones ver- flieto y el sentimiento de culpa, es fuente de resistencia y lle-
bales se conviertan en ataques y reproches, y surjan desbor- va al supuesto de protección al vínculo, cuando en realidad
des imposibles de contener dentro del estricto marco de la se- sólo restringe la zona de contacto. Una de las consecuencias
sión, dado que el final de ésta no coincide con la elaboración de esta modalidad es la producción de mayor daño en los
de una tensión vincular. Surge entonces el malentendido y su lugares y los espacios familiares. Lo privado es un espacio
transformación en reproches en la casa o en otros ámbitos. vincular diferenciado donde tiene lugar un intercambio propio
Ello implica una alteración del encuadre, ocasionalmente aso- que ha de ser preservado de aquellos que, se supone, no de-
ciado a un mal uso de las sesiones a veces inevitable, que es ben ver ni escuchar. Pero, por otra parte, es una experiencia
en realidad la continuación del maltrato familiar. El encua- común que el conflicto vincular exacerba justamente la nece-
dre del tratamiento familiar funciona delimitando un área de sidad de exhibición, por lo cual precisamente los ojos son
análisis con la expectativa de que hablar, escuchar y ser in- requeridos para desplegar ante ese tercero el conflicto en sus
terpretado el vínculo en su sentido inconsciente otorgue la po- diferentes variantes sadomasoquistas o exhibicionista-voyeu-
sibilidad de modificar la estructura interfantasmática, y por ristas. La expansión del conflicto es vivida como promiscui-?
lo tanto las posiciones en el vínculo. dad, dada la necesidad de ser desplegado ante terceros, lo
. ¿Pero cuánto se puede decir en cada encuadre? Cuando la cual no es tanto causa como consecuencia de la patologización
sesión es familiar, uno de los temores resistenciales es que los del vínculo. La agresión lo torna cuasi abierto, en tanto el
hijos sean un obstáculo para "decir todo", aludiendo el imagi- amor concierne a la privacidad, por requerir cierto límite a la
nario "todo" a la sexualidad. Si la sesión es de pareja, el obs- mirada de los otros a fin de protegerse y proteger al otro de
táculo puede ser atribuido a la presencia del otro, ya que si no toda irrupción que los altere.
estuviera sí podría decirse el ilusorio "todo", como ilusoria- Con el análisis, la vincularidad restituye una privacidad
mente sería factible en otro encuadre, o sea en el individual. basada en un nuevo criterio de estar juntos, algo diferente del
En el análisis individual el paciente tampoco puede decir nterior, donde predominaba la fusión. Esa nueva espaciali-
todo. Ese "todo" al que el yo aspira forma parte de una ilusión dad ubica lo interno como propiedad del sujeto (esto es dentro
de origen narcisista: en el intento de lograrlo permanente- de él, dentro del límite siempre fluctuante de la subjetividad)
mente se corre y se desplaza. La renuncia al "todo" tiene como y crea un lugar en el vínculo para la privacidad de un espacio
base el reconocimiento de un área vincular de no acceso al intersubjetivo. Aquello propio de conjunto donde el yo mora
otro con quien, si bien es posible identificarse como con un se- con otros que no conoce, regido por valores, se coloca en el es-
mejante, habrá que aceptar que será irremisiblemente ajeno. pacio sociocultural, escenario de lo público.
El surgimiento de preocupación y cuidado por el otro com- La privacidad alterada por el conflicto vincular pone en •
prende también su preservación, y para ello se supone necesa- videncia el fenómeno del secreto. Cuando éste se torna ne-
rio evitarle el contacto con aquellos aspectos de la propia inte- cesario para mantener la estructura, funciona como un ba-
rioridad atractivos y temibles, que despiertan la fantasía de luarte del que se hace depender, en la fantasía, la misma
ser "metido" o "sumergido" en un lugar que tanto puede des- xistencia de la familia. En ese caso el secreto es cuidado y
pertar atracción y excitación inundante como violencia desme- mantenido, erotizado e ilusoriamente conservado como lugar
Ip dida. La fantasía de escena primaria, con sus múltiples reco- del que depende el fundamento vincular. Un cierto tipo de se-
vecos inductores de excitación, es una tentación siempre al creto funciona como resultado de una escisión entre conocer y
acecho en las sesiones familiares, cuya modulación se opera saber: frecuentemente su contenido es conocido por todos pe-
mediante la vigencia del encuadre y la tarea interpretativa. ro se lo acompaña de un acuerdo donde algunos son ubicados
La fantasía de lesionar la privacidad en las sesiones vincu- y se ubican en el lugar de un no saber. Esta cualidad de des-
lares anticipa el registro de un daño ya producido por el con- .onocimiento se sostiene desde el yo si no desea conectarse

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con una situación de exclusión dolorosa. También es un factor de lo inconsciente. Por ello nos ocuparemos con más detalle
de retracción y vacío vincular, ya que zonas más o menos am- del análisis familiar de los propios terapeutas en el capítulo
plias resultarán excluidas del intercambio. Cuando el secreto 13. Pero volviendo al seminario citado, en la propuesta y con
se explicita, dándose a conocer aquello que permanecía oculto; la espontaneidad de la resistencia surgieron distintos motivos
cuando se menciona su contenido y se hace público, surge, para oponerse. Un primer argumento consideraba no ético el
sorprendentemente, que ya era conocido.Cuando su significa- involucrar en la experiencia analítica a otros familiares, ya
do es develado produce alivio y mayor complejización vincu- que ello los expondría a una situación emocional inicialmente
lar. En otras ocasiones el relato del secreto es equiparable a no buscada y a un esclarecimiento no deseado. Aunque esta
abrir una nuez vacía (Puget y Wender, 1979). Cuando la pro- respuesta pone el acento en una dificultad, también encubre
hibición autoimpuesta o impuesta a los otros refuerza el se- una fuerte defensa y expresa un obstáculo del propio terapeu-
creto, lo convierte en virulento y tóxico. Estas cualidades se ta, como veremos más adelante.
definen por el efecto producido en la mente del otro o de los El psicoanálisis de familia replantea la cuestión de la pr'i-
otros que se encuentran en una situación contradictoria: por vacidad, puesto que en este encuadre han de considerarse
un lado les está vedado el pasaje a la palabra, pero al mismo también cuestiones de cada uno, lo cual replantea cuestiones
tiempo no pueden no estar en contacto con su contenido. Pa- éticas con su correlato en los valores y las decisiones acerca
rafraseando a Freud, teniendo ojos para ver y oídos para es- de qué se debe decir y qué no, la consideración de los bordes
cuchar nada puede escapar al ser humano, por lo cual la cons- entre lo íntimo, lo privado y lo público, la cuestión de la lega-
titución de un secreto sólo puede darse en una estrecha lidad o clandestinidad, la enunciación de verdades o menti-
relación inconsciente entre quien lo propone y quien lo acepta ras.
para estar dentro-fuera de él. Aunque cualquier tema o aspec- Veamos un breve ejemplo.
to del mundo familiar puede investirse de secreto, algunos Una familia planteaba un dilema desgarrador. Uno de los
asuntos se prestan especialmente: la adopción de un hijo; al- hijos tenía una limitación mental crónica, por la cual, a dife-
guna relación ilegítima de los padres; o de los padres de los rencia de los hermanos, debía depender emocional y económi-
padres, alguna estafa entre miembros de la misma familia· camente de los padres, al grado de no poder subsistir de otra
algún acontecimiento susceptible de asociar dolor con ver- manera. Esta situación los preocupaba, dado que sin los pa-
güenza, como el que un antecesor se haya salvado del campo dres el destino dei hijo sería incierto. La actividad del joven,
de concentración habiendo hecho "cualquier cosa" para ello y dentro de sus posibilidades, era de casi permanente cuestio-
haya surgido alguna duda acerca del recurso empleado, et- namiento a los padres. En ocasiones se ponía físicamente vio-
cétera.
lento con alguno de ellos. Los padres, así como también los
hermanos pero especialmente aquéllos, se mostraban agota-
dos y con hondo resentimiento, encubierto re activamente co-
6. ACERCA DE LA ÉTICA Y EL ENCUADRE FAMILIAR mo lástima. Estaban irritados hacia el paciente y hacia el te-
rapeuta, que no solucionaba su padecimiento. Esta situación
En cierta oportunidad en un seminario de Psicoanálisis de era contradictoria: para poder "descansar" del contacto agota-
Familia surgió la idea de que los terapeutas pudieran anali- dor con el hijo sugerían la idea no totalmente explicitada de
zarse con la propia familia para acceder a áreas inconscientes internarlo. Alguien debía enunciar esa fantasía, con lo cual
vinculares. Éste es un tema complejo no sólo porque intervie- ellos, al no poder darle cabida, la combatirían sin poder evi-
ne más de una persona, porque pone a los familiares en el ca- tar, sin embargo, que la idea se presentara. Entonces dirían
mino de analizarse a partir de la propuesta de uno, sino por- que de ninguna manera se desharían del hijo, porque eso se-
que propone una complejidad métapsicológica para la noción ría abandonarlo y condenarlo a su suerte. Pero a la vez lo te-

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rapeuta. El primero se configura en sí como modelo identifi-
nían como un perseguidor permanente, con lo cual deseaban
catorio pero a veces los yoes suponen que la pertenencia con-
librarse de él. Surgían fantasías de alguna enfermedad inter-
siste en tenerlo como emblema de normalidad. Del segundo,
currente que el buen Dios podría disponer para dar una so-
los analistas estamos preservados. El analista del paciente
lución sin el acuciante sentimiento de desear matarlo. El de-
individual está más protegido y menos expuesto que el ana-
seo de muerte de un ser querido equivale a matarlo en la
lista de familia y pareja, el cual está más a merced del impac-
fantasía, y esto es algo que ninguna familia o persona podría
to valorativo. Como se sabe, una posibilidad para conocer los
aceptar sin tener un desgarrante sentimiento de culpa y de propios valores es el análisis familiar o de pareja del propio
vergüenza frente a la víctima, a los otros, a sí mismo y al terapeuta de familia y de pareja, que le permitiría relacionar- "'
mandato social de: "No matarás". se con su deseo y con su estructura vincular. Ello le facilita-
La escisión entre sanos y enfermos plantea a su vez una ría tratar a este tipo particular de paciente multipersonal y
si~uación antiética cuando se carga de prejuicio con el surgi- ofrecer el marco en el que esa familia o pareja pueda desple-
~ment~de la segregación, que -aunque basada en las mejores
gar al máximo sus posibilidades vinculares.
mtenclOnes- está al servicio de la represión o del repudio ha-
cia algún miembro, instituido como causa y no como resultado
del conflicto vincular, al que, por lo tanto, se lo aísla.
Una cuestión asociada con la sanción de alguien es la del
poder ejercido por unos y delegado en otros en el efecto de
marginar a alguno de los miembros, como suele suceder con
las personas con funcionamiento psicótico. Inevitablemente l~
presencia del analista y su marco de referencia pone en sus-
penso las creencias familiares y lleva a revisarlas lo cual se
incluye en la disposición a hablar todos delante de' todos has-
ta el límite de lo posible. Restringir a un ser humano el uso
de la palabra implica un cercenamiento de su condición de su-
jeto?, lo priva del acceso al campo .intersubjetivo, lo que es
particularmente agresivo a nivel familiar. El mantenimiento
de secretos o de una formación vecina; el pacto de silencio,
cuando resulta de un acuerdo en no hablar, ya sea de las ex-
peri~n~ias pasadas o de las actuales, desconocen el daño y el
sufrimiento como significaciones transmitidas y mantienen
u?a irracionalidad portada por los sostenedores del pacto y
dispuesta a ser transmitida a los hijos y a los hijos de éstos.
Por lo cual, una opción ética consiste en hacerse cargo cada
uno de su parte de irracionalidad, en lugar de transmitirla y
mantenerla en los que lo siguen.
Otra de las opciones éticas consiste en sostener una acti-
tud profundamente respetuosa de las posibilidades de cada
familia o pareja que nos toca tratar, y en la medida de nues-
tras posibilidades no imponer el modelo sociocultural ni el
modelo de familia o pareja identificado con los valores del te-

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