MANIJA
Laureana Cardelino
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Cardelino, Laureana
Manija / Laureana Cardelino. - 1a ed.
La Plata : Pixel, 2017.
60 p. ; 17 x 13 cm. - (Saga relámpago)
ISBN 978-987-3646-14-0
bukicardelino@gmail.com
tavopaolini@gmail.com
rociosibecas@gmail.com
(Pixel Editora)
celealessio@gmail.com
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brón sobre poéticas desconocidas que, quién sabe,
tal vez sean luces preciadas en un futuro no muy
lejano. Y si no es así, no importa, el trabajo
mismo nos ilumina los días y queremos compartirlo.
Abrimos las ventanas para escuchar sus voces y aquí
están; abrimos la puerta a los lectores, el juego
es para todos.
Lo importante es el puntapié.
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Encordado
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para hablar de rescate.
Encontré un cuerpo como un cable
en un tablero precioso y vi:
el cobre es el material del corazón.
Las puntadas se suceden una atrás de la otra
el hilo entra en la tela y en el papel
le pone orden a lo que estaba suelto
junta, une partes iguales, una cuerda fina
que ata como un beso de él.
A cada rato me acuerdo.
Estar cuerdo sería estar
atado a la mente, a la razón. Perder la cordura
sería como soltarse desde adentro a uno mismo.
La cuerda otra vez enlazando mundos
conexiones concretas
como los botones del televisor
de mi abuela que hacían un ruido
compacto cuando cambiábamos de canal
porque adentro las cuerdas, los cables
estaban transfiriendo la información
una orden que recibían a través de nuestros
dedos pulsando cuadrados de colores.
Recuerdo, vuelvo a pasar por el corazón
que eso era recordar.
Me acuerdo, me ato otra vez a la idea
y a la imagen lejana pero fuerte.
Me tiro un cable, un hilo dorado
hermoso que me permite volver
a transitar algo vivido y amado. Celebro
que se pueda hacer para adelante también.
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A futuro. Confeccionando una red.
Estoy de acuerdo, no sabemos nada, menos del amor
y creo que es mejor no preguntarle a nadie.
Sigamos por el aire pensando
pasando entre los edificios
haciendo interferencias
y que las pantallas se llenen de rayas.
Darle cuerda a esta manija interna
luminosa, la carne adentro del cable.
Algo encontré y estoy tratando
de enlazarlo, a ver si lo puedo hilvanar.
Sería algo así como ser un nudo
una cuerda y otra cuerda y las que sean
necesarias para armar y sacar
de adentro hacia fuera, transmitir y recibir
ondas invisibles: radio.
¿Te acordás lo que sentiste cuando nos vimos
la primera vez? ¿O ahí en el árbol?
Recuerdo, vuelvo a pasar por el cuerpo
una cuerda, cuerpo con cuerpo anudados.
Eso estoy enviando en un mail
y también cuando le cambio
las cuerdas a la guitarra, son hilos gruesos
de bronce y otros más finos de acero
plateados. Un encordado nuevo
que de verdad te llegue
como a mí me llegan las señales
que me manda mi abuela para cuidarme.
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Tela y corazón
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con una etiqueta y una foto
de unas viñas, como una calle
fina de tierra fértil
que huele a uvas y a verde mojado.
El vino y su olor en la copa despiertan
un pensamiento o un sueño
que sucedió esa noche
hoy se refleja en toda la casa
no solamente adentro de mí.
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Plano secuencia
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pero no voy a barrer el barro ahora
mi abuela me dijo que barrer de noche trae mala suerte.
No sé si será cierto, pero es una buena excusa
para postergar la tarea.
Además estoy fumando.
Me siento en una banqueta
miro por el ventanal, todo
parece muy quieto afuera
la noche sobre el pino
y el pasto y los fierros
y las maderas apiladas.
Las cosas en las cajas descansan
apretadas. Esperan a que pase algo
como yo acá que las imagino ahí adentro.
Pero no pasa nada.
Ahora camino por el living,
hay un cambio en el agitarse
de los álamos. Eso debe pasar
ahora que es de noche
y yo debería estar dormida
pero estoy parada observándolos
por las ventanas altas que dan a la terraza
y me doy cuenta
de que algo de ese viento
que los mueve se mete por debajo
de las puertas y de los muebles
que están en el piso
y los llena de un polvillo o una tela invisible
que les saca toda su familiaridad
se ven distintos
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como si fueran más pesados
o más viejos. El motor de la heladera
se despierta y empieza a hacer ruido
un ruido continuado. La repisa está torcida
y la madera bastante opaca y gastada
los libros mal ordenados igual quedan bien
se ven los lomos apilados de todos colores
editoriales y encuadernaciones.
Apago lo que queda del pucho
que es nada, vuelvo a la cocina
y tal vez es porque hay tanto
silencio que parece que tiene que pasar
algo, como en las películas cuando
se busca acentuar la intensidad
en la falta de sonido.
Gran recurso.
Genial.
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Jilguero
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de mis viejos y cuando nadie me vio
le abrí la jaula. En Grecia hay una isla
que se llama Amorgós, hay ahí unos pajaritos
hermosos que nunca había visto.
Se llaman cardelino, como yo.
Cónicos, esbeltos, afilados, de color pálido.
Las alas muy distintivas tanto posadas como en vuelo
negras con ancha franja alar amarilla
manchas blancas de tamaño variable.
La cola negra escotada con puntas blancas.
Común en todo el balneario, come la flor del cardo
y baja a tomar agua en los charcos.
Es un animal exótico asilvestrado, de origen europeo
fue introducido en Uruguay, y no hay
muchos. Anda en pequeños grupos, casi siempre en lo alto.
Es un pájaro cantor, el jilguero europeo
del latín carduelis: jilguero.
Desde tiempos antiguos es criado en cautiverio
debido a su canto, trinos parecidos a los de los canarios
pero con un toque de silvestre.
Cuando quiere, Wikipedia arroja un poco de poesía.
O sea que en mi nombre está la palabra canción.
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Ciclismo
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y nos reímos fuerte
al lado de un carrito de comida
que tiene una luz más veloz que nosotras
directa, blanca, pegando desde arriba a un señor
que nos mira y se pregunta
cómo hicimos para arrojarnos a las bicicletas
y salir ilesas.
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Cassettes
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Amaba romper
el envoltorio transparente
y apretado que tenían
cuando los comprábamos
y salía la tapa de cristal nueva
sin las rayas que después
se le iban haciendo con el roce.
Escribí con microfibra negra
con una letra tan prolija como
desconocida y hermosa
en el papel brillante
para anotar con tan poco
espacio entre tema y tema.
Pegué los autoadhesivos
con la misma delicadeza
en el cassette, una tarea que logró
estirar un poco los segundos.
Existió y existe
lado A / lado B
en todas las cosas
pero ya no tengo auto
con pasacassette ni tengo
una cassettera que ande.
En la acción de dar vuelta el cassette
sucedían cosas
en las casas de mis amigos
el cigarrillo se dejaba en el
cenicero, el vaso se llenaba
con cerveza y espuma
nos dábamos un beso
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gritábamos, hacíamos
el ademán de estirar
el brazo para llegar más rápido
al equipo y apretar la tecla
que abría la puertita.
Y después volvíamos al cigarrillo
y al vaso lleno y al beso
que nos llenaba.
El lado B solía ser
el más esperado.
Sucedían cosas en la calle
todo el tiempo
que ingresaban y atravesaban
el filtro de los auriculares del walkman
la esponja negra redonda
y la vincha metálica.
No se escuchaba igual que
afuera.
Estábamos protegidos
y en paz en nuestro alegre
ir solos cantando y caminando
las canciones nos hablaban
nos hacían sentir
nos hacían pensar
todo diferente
no tan lejano
menos horrible
como ahora.
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Oración
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miro el termo de telgopor y entiendo todo.
Dice: cualquier lugar es tu lugar.
Cualquier época es tu época
con esta forma de transportarte en las ideas
claras que vienen solas cuando tocás la tierra
y te arrodillás porque tenés que hacerlo
para arar cuando parece que oraras.
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Formas muy extrañas
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para que esté más tranquilo
o no y se revuelva en una cama
o esté solo pero bien.
Cuando una parte del cuerpo duele
o está enferma, no.
Cuando todo mi cuerpo te llama
ahí sí.
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Dirty work
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Kraftwerk
La púa va despacio
como planeando en el surco del disco
y yo armo pilas con los libros.
Los voy a poner en cajas
hasta que fabrique algo
una biblioteca más grande
o una caja de cristal en la terraza.
Voy a necesitar un martillo nuevo
ya rompí dos.
Mientras tanto, suena Kraftwerk
como un martillo que galopa solo
sobre el riel del tren que ya no pasa.
Las canciones alemanas siempre hablan
de lo más moderno
lo mejor más mejor lo más hermoso
más moderno que el amor moderno
en los setenta.
El loop se inventó así
la máquina en la música
la máquina es la música
y cuando el disco se acaba
hay que darlo vuelta con la mano
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lo doy vuelta
temazos.
Sigue la precisión
y esta pasión manija
los sintetizadores analógicos.
Pobres los que piensan
que la máquina hizo mal.
La comida está en el horno
pollo al curry con hinojo, papa y cebolla.
Pobres los que piensan.
Abro un vino y canto el estribillo sin letra
lo doy vuelta
mientras bailo y me desplazo por la cocina
y el living, que ya está más despejado
y no hay nada más
que tirarme estos pasos
entre las máquinas apagadas
los libros apilados
y las partes de teclados
al son de la más maravillosa
música electrónica.
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Máquina que hace
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Él piensa en el mar, él está pensando
en las vacaciones, este verano caminó
descalzo sobre la arena, se dejó mojar
por el agua fría, esquivó aguas vivas
bajo un día muy soleado.
Un lanchón entra al mar con el deber de la pesca.
Un chico pierde el celular en la orilla
y el mar se lo traga para siempre.
Lo busca con sus manos que no ven
que no encuentran, en la primera rompiente.
Una tarea inútil y el sol le acaricia la espalda.
Por el océano pasan cables que conectan
todo: el paisaje, la gente, las cosas.
La máquina que hace lo mueve todo.
Cómo se hizo esa máquina y los cables y el agua.
Un sistema de piezas chiquitas soldadas en plaquetas
con cables de colores, así me gusta imaginar
que es el cerebro de ese puente de hilos
negros que hacen posible
la comunicación y el hipertexto.
Salgo, cierro el portón, el tractor
alquilado sigue, rojo y negro tirando
un ruido de motores ardientes, está nublado
los pajaritos se animan a bajar, buscan
lombrices, aparecieron culebras pequeñas
viboritas con cabeza, ojos, mandíbula
serpenteando como serpientes que son
en el sonido del cuerpo fino sobre la tierra
que se está moviendo ahora, lento.
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Tus preguntas
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esta idea, esta imagen concreta que pasó
cortando como un reflejo recién nacido.
Bien dirigida, esa pregunta es una fuerza
algo para atesorar y seguir pensando.
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Manija
Mi preocupación ahora
son las manijas de los muebles
de la cocina.
Los que están bajo la mesada
con los cajones y estantes
y los de arriba que tienen
puertitas que abren levantando
donde puse los vasos transparentes
y los rosas.
No puedo hacer ningún movimiento.
Me da paja y miedo.
Hay mucho viento afuera
es julio y hay sudestada.
Me hablás del fuego
que no va a afectar
a la temperatura de las piezas
que tienen otro sistema.
Ni el humo les va a llegar.
Lo pienso y lo veo
dividiendo parcialmente los espacios
no nos tapa ni interfiere.
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Ahora imaginás una pantalla
que es como un biombo
y la bajás haciendo un ruidito
con tu boca y tus dientes
y me imagino una persiana
gris y pesada de negocio.
¿Qué es lo que estamos negociando acá?
Volvamos al tema que me preocupa.
Las manijas abren
todo el tiempo cosas.
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Arroyo y piedra
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¿Cómo sé que es una esquina, si no hay nada?
Pero es esa esquina, el pasto está muy alto al sol
y el hilito de agua se pierde en el reflejo
de nubes cortas y rápidas.
Mi boca se abre sola para decirte
cosas que pienso cuando apoyo
la cabeza en la almohada, no puedo hacer nada
más que decirte una parte, mentirte con la verdad
ese vértigo y el mismo deseo pienso mientras te nombro
estás cerca, corazón, de este arroyo
a ver si te traen para acá, hacia esta línea mal trazada
en el mapa de la provincia de Buenos Aires.
Soy la sensación terrible del que pesca
un solo pez en toda la mañana y le da
pitadas al cigarrillo esperando
que la suerte cambie abajo del puente.
Soy el agua que se estira perfumada sobre las piedras
afiladas, brillantes y lisas que forman
el suelo del comienzo, el que podemos percibir.
Después, más abajo, no sé qué hay.
Duermo poco estos días, estoy contenta
una ciudad se despega de mí, de este recorte verde y liso
y ya quedó lejos, con vos y todos los demás adentro.
El paisaje posterior, el exterior, se me viene encima.
Duermo entre dos partes sin fronteras ni líneas
o estoy despierta en el despegue, eso es mejor.
Este campo no es lugar para ninguna de esas cosas
quiero volver, no digas todavía no todavía no
como si todo esto no existiera, como si quisieras
romperme el corazón.
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Una vez una piedra quebró el vidrio
de la ventanilla del micro en que viajaba
y no me hizo nada.
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Lo dije
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Despejado
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que se abre entre el hueco
del mueble y la pared
entre lo que va con dirección
y lo que atraviesa y rompe.
Con la punta de la lengua
y no con melancolía
qué esperar
qué hacer.
Estar tranquilos, relajados
comiendo almendras
en un ambiente acolchonado y tibio
igual de grande que un galpón abandonado
hecho de chapa y ladrillo
albergue de aire y de voces con eco
de silencio compacto, viento detenido
llanura de porlan en el piso y en el techo
abovedado algo del calor que se eleva
de nuestro contacto que ya no se contiene.
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Romance con labrador
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que en otra vida no existen.
Mientras tanto escribís para adentro
y yo te doy un mate recién arreglado.
La zona oscura de sudor en tu camisa playera
me enternece y entra de a poco un viento
anticipando la tormenta. Con una rama fina
toco la orilla del mar.
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Un beso
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también estar en este colectivo
donde viaja gente parada y donde
intentan robarme el celular.
Vuelve tu cara, un beso
me bajo y sigo caminando.
Prendo otro cigarrillo y ahora
se refleja la luz naranja de la brasa
en un vidrio polarizado de un auto
que pasa despacio cuando intento
pensar y cruzo, suelto el humo y ahora son tus manos
las que vuelven, tiro la colilla y la piso.
Un destello en el asfalto dice que queda
poco tiempo de luz de la tarde
apuro el paso
pasan cosas en la calle
hay un torneo de vóley y se escuchan
las zapatillas haciendo un chirrido
y un auto clava los frenos justo antes
de que yo pase.
Hay algo en este cielo azul
que es más que la perfección de la luz
directa en el empedrado de la 63.
Un primer plano de la calle
pasan cosas todo el tiempo
hoy es fumar y evocarte.
Voy para mi casa y no puedo
lograr que el humo se desprenda
de mí naturalmente sin dejarme
esta sensación en los pulmones
que a la luz escapa.
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Celosías
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Estoy en la peluquería sentada con la cabeza
en el secador de pelo naranja
tengo un casco de un marciano
soy una marciana o el marciano sos vos, soy yo.
No sabía que las luces de la calle que va a mi casa
eran tan atentas
y serviciales, me acompañaron en todo mi trayecto
con un resplandor apenas visible, se iba apagando
a mis espaldas
mientras pisaba el pasto para no pisar el barro
y después el asfalto y los lomos de burro
el portón y las celosías que conservan la pintura original
no las usamos y eran de las puertas que reciclamos
para hacer dos grandes ventanales.
Cristal.
Chapa.
Las pisamos y se mueven.
Las usamos como caminos
pero son puentes.
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Seducción
“Are you not weary of ardent ways...?”
James Joyce, A Portrait of the Artist as a Young Man.
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La comunicación me incomoda cuando voy encerrada
pero igual pregunto cosas
sobre un libro y sobre San Telmo.
No hay lugar para el pensamiento.
Comunicación real, decís.
Esa manía de apagar la luz
que tienen los colectiveros
dejándonos afuera de lo que estábamos leyendo
obligándonos al ejercicio de la charla.
Hablamos, dejándonos llevar al lado de una ventanilla
vemos pasar las construcciones, los countries
los monoblocks del Doke que siempre son
un gran cartel con lucecitas que se apagan y se prenden.
No hay lugar
pero quienes están adentro del edificio frente al televisor
arrojan una luz que tiembla.
Alguien cruza en este momento y a oscuras
el puente aéreo que conecta los dos bloques
y no se ve la ropa eternamente colgada de las ventanas.
El cartel de leds que tapa la parte superior está roto
no le andan algunas letras.
Pienso en las letras que faltan.
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Todo mi amor también acá para Juan Pedro
y Valentina.
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Este libro se imprimió en los talleres
gráficos de