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CIENCIAS RELIGIOSAS N 05

El concepto de existencial crístico en el pensamiento teológico de Juan


1
Alfaro, s.j.

Carlos Abrigo Otey


Prof. Instituto de
Ciencias Religiosas UCBC.
Introducción
La relación existente entre lo natural y lo sobrenatural contituye -sin duda- un
problema teológico arduo y profundo que se conecta simultáneamente con otro
problema no menos complejo, que es el de la actitud ontológica de la naturaleza
humana respecto a lo sobrenatural.
Para abordar tales problemáticas, la teología católica ha elaborado y desarrollado
algunos modelos hermenéuticos, entre los que resalta -por su presencia cuantitativa y
significativa en el tiempo- el modelo especulativo-formal, llevado a cabo fundamentalmente
por la Escolástica. Dicho modelo consagró -en relación a la temática en cuestión- cate-
gorías como potencia obediencial, apetito innato, naturaleza pura, etc., lo que en parte
permite verificar la primacía del enfoque especulativo-formal.

No obstante, durante los años inmediatamente previos al Concilio Vaticano II y con el


Concilio mismo, comienza a desarrollarse un modelo hermenéutico de corte más
personalista para referirse a la relación entre lo natural y lo sobrenatural. Este modelo asume
tal relación sobre la base de la filialidad, confianza y comunión viviente que se establece
entre Dios y el hombre en la historia.
En el marco de este modelo surge -entre otros- la figura intelectual del teólogo
jesuita español Juan Alfaro, cuyo principal aporte -pienso- es haber enfocado la relación
de intimidad personal entre Dios y el hombre desde una perspectiva cristocentrica.
Esta perspectiva adquiere en él tal importancia que le otorga el carácter de "principio
hermenéutico primordial"2 y la convicción profunda que no es posible entender una
teología de la gracia al margen de la Encarnación3.
En efecto, para él, el don de Dios a los hombres es su propia Palabra encarnada, lo
que significa que no existe otra gracia fuera de Cristo4, lo que a su

1 Los contenidos de este artículo constituyen parte del tercer capítulo de la tesis de grado "Lo natural y lo
sobrenatural en la obra teológica de Juan Alfar°, s.j., hasta el año 1967. Comentarios y proyecciones"
presentada por el autor -en diciembre de 1996- a la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad
Católica de Chile, como uno de los requisitos para optar al grado académico de Licenciado en Teología.
2 J. Alfaro, Perspectivas para una teología sobre la fe. Revelación cristiana, fe y teología (1989), 113.
3 Cf. J. Alfaro, La gracia de Cristo y del cristiano, Cristología y antropología (1973), 102; El problema teológico
de la trascendencia y la inmanencia de la gracia. Cristología y antropología, 244.
4 Esto no quiere decir que Alfaro postule que previo a la Encarnación no hubiera comuncación de la gracia por
parte de Dios, sino que en la Encarnación se estaría cumpliendo y haciendo concreto el designio de Dios que
otorgaría sentido al hombre y al mundo en virtud de la cristofinalización en que habría sido creado el
universo. Cf. El problema teológico de la trascendencia e inmanencia de la gracia, 254-289; J. Alfaro. Hacia
una teología del progreso humano. Barcelona 1974, 66, nota 1.
la inserción inmediata del Espíritu de
vez constituye el contenido esencial de Cristo en la "totalidad-unidad corpóreo
5
su concepto de existencial crístico , que espiritual"8 del hombre, y mediante el
será la base del contenido del presente hombre, en el mundo9. De este modo,
artículo. ambos -el hombre, y por su intermedio
el mundo- estarían internamente orien-
A . El exist encial erístico com o tados hacia su "cristofinalización"10, y
fundamento ontológico del por Cristo, hacia el misterio personal
hombre y del mundo, en virtud de Dios11, elevando con esto a la perso-
de la Encarnación na humana a su suprema dignidad12.
Así, el existencial erístico se consti-
Para Alfaro, la Encarnación estaría tuiría en la dimensión ontológica más
representando la suprema comunica- profunda de la creación, que conferiría
ción de Dios en sí mismo al hombre, el sentido definitivo de su existencia13,
como donación personal, lo cual signifi- expresada en la cualificación del tiempo
caría que dicha Encarnación implicaría histórico14, que "ha pasado a ser tiempo
la suprema trascendencia de la gracia escatológico, es decir, movimiento que
respecto al hombre y al mundo6, así avanza hacia una meta ultratemporal
como su suprema inmanencia7. en el encuentro con Cristo glorioso15, y
Desde esta perspectiva, el existen- que determinaría en el presente la rela-
cial crístico consistiría -para Alfaro- en

5 Cf. J.M. De Miguel, La teología de Juan Alfaro, Fides quae per caritatem operatur (1989), 22.
6 Pero si la aparición del hombre puede ser explicada como resultado de la evolución inmanente
del mundo, esta evolución alcanza aquí su cumbre última: con la presencia del hombre tiene
el mundo cuanto necesitaba para su desarrollo indefinido. Prolongar la evolución inmanente
del mundo hasta Cristo, encarnación de Dios en el mundo, es una extrapolación injustificable
desde la ciencia y la filosofía, y sobre todo inaceptable para la fe cristiana. Por más que el
hombre, vértice de la evolución, desarrolle indefinidamente su dinamismo espiritual, la encar-
nación no podría ser nunca el resultado inmanente y necesario de este desarrollo, no puede
derivarse de la creación. La unión de lo humano y de lo divino en Cristo no es pensable sino
como el acto de la gracia absoluta de Dios". J. Alfar°, El problema teológico. 255.
7 Cf. Ibíd.. 289-343.
8 J. Alfaro, Hacia una teología. 79. Cf. J. Alfaro, Esperanza cristiana y liberación del hombre,
Barcelona 1972. 165; 182: La gracia de Cristo. 101.
9 Cf. J. Alfaro. Hacia una teología, 67, nota 4.
10 J. Alfaro. La plenitud de la revelación cristiana: su interpretación teológica. Revelación cristiana
fe y teología, 190.
"La ordenación interna del mundo al hombre y la apertura fundamental del hombre a Dios
en sí mismo está de hecho finalizada en Cristo. Lo que ante todo importa es, pues, que la
creación del mundo para el hombre está de hecho ordenada por Dios a la encarnación. El
mundo y el hombre no existen sino como finalizados internamente en Cristo". Ibid. 68. Cf. J.
Alfaro, Fe cristiana y hermenéutica, Madrid 1969, 41; Fe y existencia cristiana, Revelación cris-
tiana, fe y teología, 101; El problema teológico, 228-254; Cristología y antropología en el
Vaticano II, Cristología y antropología, 105-106.
Cf. J. Alfaro, Hacia una teología, 76; Esperanza cristiana, 160.
11 Esto sería así porque para Alfaro dicha finalización interna "crea en el interior de cada hombre
un valor sagrado, reflejo del carácter personal divino de Cristo (de su vínculo filial con Dios),
que exige de los demás hombres el respeto absoluto ante esta nueva dimensión trascendente
de la libertad humana. La dignidad de la persona humana tiene su fundamento último en la
encarnación del Hijo de Dios, a saber, en el carácter personal divino del hombre Cristo, en
quien todos y cada uno de los hombres están destinados a la comunión de vida con el mismo
Padre de todos, Dios". Hacia una teología del progreso humano, 76.
12 Cf. lbíd., 68; 70, nota 7; 72.
13 Cf. J. Alfar°, Esperanza cristiana, 149.
14 J. Alfaro, Hacia una teología, 77.
Por eso, la existencia humana tendería a trascender el tiempo como una forma de buscar
entrar en la "eternidad participada". Ibid., 80.

20
ción del hombre a Dios, a los demás asumió la dimensión histórica del hom-
hombres y al mundo, aunque este no bre, expresada en la dependencia que
lo sepa16. En este sentido, el hombre este tiene de la historia y en su destino
"cristiforme"17 sería -para Alfaro- la a realizarse en ella21. Así, Cristo habría
manifestación concreta de la nueva expresado "su inefable experiencia de
creación 18 . Dios, apropiándose de los conocimien-
tos humanos que las condiciones his-
B. El hombre cristiforme y su tóricas de su tiempo ponían a su al-
relación con el mundo a través cance"22.
del progreso Ahora bien, esto permitiría a nues-
tro autor dar explicación al progreso
Estaría sosteniendo Alfaro que el creciente que tendría la expresión del
existencial crístico en el hombre haría misterio de Dios en Cristo por la Iglesia,
que este establezca una nueva relación la que -iluminada por el Espíritu San-
con el mundo, cuya base sería su trans- to- estaría condicionada en ese progre-
formación, mediante la acción en él. Di- so, por el progreso que -a su vez- el
cha acción del existencial erístico en el hombre estaría realizando en la historia
hombre sería un modo a través del cual de sí mismo y del mundo. De este mo-
prepararía al hombre -y mediante él al do, el desarrollo de la humanidad esta-
mundo- para la participación en la Glo- ría contribuyendo "(como condición y
ria de Cristo19. A partir de esto, sería presupuesto) al progreso mismo de la fe
posible comprender la alta valoración cristiana en su conocimiento creciente
que nuestro autor le estaría otorgando de la revelación divina"23.
al progreso20. Interesante es apreciar en este nivel
De hecho, fundamentaría esta valo- del pensamiento alfariano, los nexos
ración positiva en la misma Encarna- que este autor estaría estableciendo en-
ción, en cuanto -a través de ella- Cristo tre progreso y plenitud:

16 Cf. lbíd., 80.


17 Ibíd., 82; 91; J. Alfar°, Esperanza cristiana, 160.
18 El 'fin del tiempo' está llegando ya ahora', porque Cristo glorificado atrae la humanidad y por
ella al mundo, a la participación en su existencia supratemporal; porque ejerce esta atracción
por su Espíritu en la Iglesia, 'sacramento del futuro': porque la 'nueva creación' del hombre
mediante el Espíritu de Cristo es semilla de vida eterna, comienzo vital de la resurrección
futura; porque esta transformación divinizante de todo el hombre, hasta en su mismo cuerpo,
implica la integración del mundo en la salvación venidera; porque la presencia divinizante del
Espíritu de Cristo en el hombre (y a través del hombre en el mundo) se cumple y expresa
'desde ahora' en la fe, esperanza y caridad, que constituyen la comunión con Cristo, anti-
cipadora de la participación futura en su vida glorificada". Ibíd. 167. Cf, 158.
19 "Es el Espíritu de Cristo el que orienta a la humanidad y en ella al universo a la participación
en la gloria de Cristo; a través de la humanidad glorificada del hombre (...) la creación está
integrada en el destino del hombre, es decir, en su cristofinalización". J. Alfaro, La plenitud,
90. Cf. Hacia una teología, 81; Esperanza cristiana, 160; 180; 204; Fe cristiana. 41; Fe y exis-
tencia, 100-101.
20 Si bien, no soslayaría por ello los elementos negativos que él ve al interior de ese progreso. Cf.
J. Alfaro, Hacia una teología, 99: Esperanza cristiana, 185; El hombre abierto a la revelación de
Dios, Revelación cristiana, fe y teología, 51-53; De la cuestión del hombre a la cuestión de Dios,
Salamanca 1989, 233.
21 Cf. J. Alfaro, Hacia una teología, 88.
22 Ibíd. Cf, J. Alfaro, Esperanza cristiana, 149; 179; J. Alfar°, Encarnación y Revelación, Revela-
ción cristiana fe y teología, 83-88.
23 J . Alfaro, Hacia una teología, 88.
"En la medida que el hombre progresará en el conocimiento del mundo y de sí mismo, estará
más capacitado para poder comprender y expresar el misterio cristiano". Ibíd.

21
En efecto, esto podría verificarse a Dios, lo que para Alfaro significaría ma-
través de la relación que Alfaro haría yor capacidad de decisión humana (y
entre progreso y libertad humana -por responsable) ante la aceptación o el re-
un lado- y progreso (entendido como chazo de la gracia interpelante27.
historia de la humanidad) e historia de
En consecuencia, si el progreso -sin
Cristo (entendida como historia de la
ser gracia. ni exigirla, ni disponer a
salvación24), por otro lado.
ella- estaría contribuyendo a la pleni-
a. Relación entre progreso tud del hombre a través del mejora-
y libertad humana miento de su condición humana en la
dimensión más profunda de su espíritu,
Respecto a esta relación, el autor a saber, su libertad, entonces -según
estaría señalando que el conocimiento y nuestro autor- el progreso estaría en
dominio que continuamente el hombre plena conformidad al mensaje cristiano
va adquiriendo y ejerciendo -respectiva- -que en su esencia consistiría en la vo-
mente- sobre la naturaleza, redundaría cación de cada uno de los hombres, por
en una conciencia cada vez más profun- Cristo, al diálogo del amor con Dios-,
da de sí mismo25, situándolo -por eso- en cuanto perfeccionaría la capacidad
"ante el problema decisivo de su pro- radical del hombre, respecto a la gracia
pia existencia, en el que está inevitable- de Cristo28.
mente implicado el problema mismo de
Dios"26. b. Relación entre progreso (historia
de la humanidad) e historia de la
De esta manera, el progreso estaría salvación
significando para el hombre un conti-
nuo aumento de libertad y por tanto un Sin perjuicio de lo anterior, el nexo
continuo hacerse más hombre, más entre progreso y plenitud se dejaría ver
persona, más dueño de su destino, en con mayor claridad en la mencionada
definitiva, más capacitado para ser in- relación entre historia de la humanidad
terpelado por la gracia al diálogo con e historia de la salvación29.

24 Cf. Ibid., 96.


25 Cf. J. Alfar°, El cristianismo en la sociedad industrial, Cristología y Antropología, 497-498.
26 J. Alfaro, Hacia una teología, 89.
Este problema ha sido -a mi entender- el motivo central que habría inspirado preferentemente
la investigación teológica y filosófica de Alfaro y que tendría su punto culminante con la
publicación -en 1988- de su obra "De la cuestión del hombre a la cuestión de Dios", calificada
por Josep Royira Belloso como "su auténtico canto de cisne" (La obra reciente de Juan Alfaro a
la luz de su propia metodología. Fides quae per caritatem operatur, 37), la cual -según el
mismo Rovira Belloso- le habría absorbido por un decenio, pasando por diversas redacciones,
"la última, como 'dispensae' de un curso de la Universidad Gregoriana, bajo el título Dalla
questione dell'uomo alla cuestión di Dio". Ibíd.
27 La gracia supone la persona; con el progreso crece el hombre como persona (es decir, como
capaz de decisión ante el mismo Dios) y por consiguiente se hace más dramático el riesgo de
su libre 'sí' o 'no' ante el misterio de Dios". J. Alfaro, Hacia una teología, 89.
No hay que olvidar que -para Alfaro- la libertad no se agotaría en su carácter puramente
inmanente, como pareciera manifestarse en lo expresado en esta parte de la proyección de
su pensamiento. Precisamente, en el capítulo anterior de este trabajo se intentaba consta-
tar cómo el autor en sus obras últimas estaría desarrollando el carácter trascendente de la
libertad, concluyendo que dicha trascendencia de la libertad no podría tener su fundamento
último sino en una realidad trascendente y personal; por eso sería don. Cf. J. Alfar°, El hom-
bre abierto, 28-31; De la cuestión, 211-214.
28 "El progreso, que por su acción sobre el mundo logra el hombre en el conocimiento del mundo
y de sí mismo, en la conciencia de su libertad y en las estructuras comunitarias de la existen-
cia humana, no implica por sí mismo sino un perfeccionamiento en esa misma 'capacidad
radical' de diálogo con el Dios de la gracia". J. Alfaro, Hacia una teología. 97. Cf. Ibíd., 90,
29 Cf. J. Alfaro, Esperanza cristiana, 180-181.
22
De hecho, estaría señalando nues- b. 1. Un compromiso con los hombres
tro autor, si el hombre, en virtud de su
cristiformidad, es al mismo tiempo actor Este compromiso se fundaría en el
del progreso y actor del Reino de Cristo hecho que el existencial crístico provo-
en el mundo, no podría hacerse una se- caría una elevación en las relaciones
paración -a modo de una coexistencia interpersonales del hombre, como con-
paralela- ni una identificación radical secuencia de la elevación que este ha-
entre los dos planos históricos mencio- bría tenido -a su vez- al pasar de ima-
nados30; más bien habría que hablar de gen de Dios a Hijo de Dios, en virtud de
una "'coincidencia existencial' ('compe- esa misma gracia de Cristo34. De este
netración') de ambos en el destino de la modo, la unificación de la humanidad
humanidad a una existencia plenamen- quedaría cualificada al participar -aho-
te humana ('cristiforme') en su relación ra- de la misma unidad de Cristo con
a Dios, a los hombres y al mundo"31. Dios en el Espíritu35, lo que significaría
que la unidad de los hombres entre sí
En consonancia con lo anterior, di- tendría un común destino divinizante,
cha coincidencia existencial Alfaro la que habría de hacerse efectivo -en el
estaría fundamentando en el hecho que presente- en la actitud del amor mutuo,
el mismo Cristo sería simultáneamente la cual no sólo sería inseparable de la
"Señor de la historia y de la historia de actitud ante Cristo, sino más bien la
la salvación"32, lo que concretamente expresión y realización concreta de
significaría para Alfaro que la historia esta36 Así, Cristo se haría visible a los
de la salvación tendría lugar en la his- demás hombres, cuando estos, en el
toria de la humanidad33. cumplimiento y expresión de su interio-
Esta coincidencia existencial impli- ridad (a través de su corporeidad) me-
caría -al menos- cuatro aspectos inse- diante las relaciones entre sí, aceptaran
parables entre sí: el valor cristiforme del otro37.

"La historia de la humanidad y la historia de la salvación son distintas (...) en cuanto la


30
historia del hombre no puede por sí misma trascender la duración del tiempo indefinido, ni
orientarse hacia la participación en la vida eterna de Dios: su duración creatural (...) es la del
movimiento indefinido y no la del movimiento hacia 'un más allá del tiempo' (...).
Considerado solamente en cuanto es desarrollo del dinamismo natural del hombre en su
vinculación esencial al mundo, el progreso humano no es por sí mismo historia de la salva-
ción. Pero se debe añadir inmediatamente que esta consideración del progreso es tan legítima
y necesaria como insuficiente y abstracta (como la consideración del hombre exclusivamente
en su ser corpóreo-espiritual, como natura pura, es tan necesaria para comprender la gratui-
dad de su divinización en Cristo y por Cristo, como insuficiente para comprender su existencia
bajo la gracia). El mundo y su transformación por el hombre son para el hombre; pero el
hombre no existe sino llamado internamente por la gracia a la participación en la gloria de
Cristo". J. Alfaro, Hacia una teología. 97-98.
31 Ibíd., 98.
32 'bid., 96-97.
33 Cf. J. Alfar°, En torno a la teología de la liberación. Revelación cristiana, fe y teología, 165.
34 Cf. J. Alfaro, Hacia una teología, 90.
35 Cf. J. Alfar°, Esperanza cristiana, 180: Fe cristiana, 39; Fe y existencia, 100.
36 Cf. J. Alfaro, Esperanza cristiana, 204-205; Fe cristiana, 40; Fe y existencia, 101: Cristianismo
y justicia, Madrid 1973, 32-37.
37 Cf. J. Alfaro, Hacia una teología, 90-92.
"La inclusión de todos y cada uno de los hombres en Cristo hace de cada hombre la concreción
visible de Cristo para los demás hombres. La participación en la filiación divina del Hombre
Cristo comunica a la persona humana un valor 'cristiforme'. La aceptación de este valor
supone la acción interna del Espíritu Santo, que nos llama a la actitud filial para con Dios.
Padre de todos los hombres en Cristo". 'bid.. 91.

23
b.2. Un compromiso con el progreso
con "el Dios que existe para nosotros
El progreso no sólo estaría compro- como amor a todos los hombres en su
metiendo al hombre en cuanto aquel Hijo, Cristo"42; por eso seria una con-
implicaría un aumento de su libertad, y tradicción que se ame a Dios y no se
por tanto un hacerse más hombre, más ame a los hombres, hermanos de su
persona, a través del conocimiento más Hijo amado.
profundo de su propio misterio, sino que Ahora bien, dicho amor al prójimo
además, el hecho de trabajar por el pro- se haría efectivo haciendo algo por él a
greso en sus diferentes aspectos, signifi- través de "su acción transformadora del
caría concretamente para el cristiano mundo, que queda integrada mediante
llevar a cabo la ley de Cristo, cuya ple- el amor y servicio de la humanidad en
nitud estaría en el amor a los hombres, la dimensión por excelencia teologal y
ley que no habría sido impuesta desde cristocéntrica del amor del hombre a
fuera, sino "fundada en la realidad del Dios en Cristo"43.
misterio de Cristo, centro unificador de
la humanidad y de su historia, e inte- Esto le permitiría a nuestro autor
riorizada en cada hombre por la gracia valorar fuertemente "la dimensión intra-
de Cristo, como llamada a la fraternidad histórica de la salvación, como antici-
universal en el Dios del amor, Padre de pación de la plenitud metahistórica"44,
lo que ubicaría a la teología en un es-
todos los hombres en Cristo"38.
cenario que le exigiría apertura cons-
De este modo -para Alfaro- aquel tante a nuevos criterios hermenéu-
que busca en forma desinteresada -me- ticos45.
diante su acción sobre el mundo- el
bien de los otros, es decir su progreso, y b.3. Una proyección del hombre y su
en su conducta reconoce el valor de la obra en el mundo a la nueva vida
persona humana, estaría viviendo del
Espíritu de Cristo39, aunque no lo se- Si -como se ha indicado más atrás-
pa40. En este sentido, "el esfuerzo por el Cristo en su existencia en la tierra ha-
progreso de la humanidad, lejos de ser bría hecho suyo el progreso de la hu-
una tarea profana, pasa a ser una mi- manidad en la historia, expresando
sión sagrada; es convertida en ejercicio en dicho progreso su misterio, entonces
del amor de Cristo a los hombres"41. -estaría deduciendo Alfaro- en su exis-
tencia en el Cielo, Cristo habría de ex-
En efecto, Alfaro estaría señalando presar su gloria en el progreso total de
que amar a Dios implicaría identificarse la humanidad46.

38 J. Alfar°, Hacia una teología, 93; Actitudes fundamentales de la existencia cristiana, Cristología
y Antropología, 448.
39 En este sentido, "el cristiano sabe que todo su trabajo por la transformación del mundo al
servicio de la humanidad es el cumplimiento (no una mera consecuencia) de su vinculación a
Cristo". J. Alfaro, Hacia una teología, 93. Cf. El cristianismo y la sociedad, 498.
40 Cf. J. Alfaro, Hacia una teología, 93; 113; 115. El cristianismo y la sociedad, 503.
41 J. Alfaro, Hacia una teología, 92. Cf. Fe cristiana, 41; Fe y existencia, 101.
42 J Alfaro, Esperanza cristiana, 205.
43 Ibíd. Cf. J. Alfaro. En torno. 165; Cristianismo, 36.
44 J. Alfaro, En torno, 165.
45 Cf. J. Alfaro, Teología, filosofia y ciencias humanas; Hacer teología hoy; Escatología, herme-
néutica y lenguaje. Revelación cristiana fe y teología, 123-146; 147-160; 175-186, respectiva-
mente.
46 Cf. J. Alfaro, Hacia una teología, 102.

24
En efecto, según este autor, no sería el mundo. En este sentido, la relación y
el "destilado ético"47, es decir, la dimen- vinculación del hombre al mundo, lejos
sión puramente interior de las decisio- de desaparecer, asumiría una nueva
nes humanas ante Dios, lo que pasaría y más profunda dimensión, entendida
a la nueva vida, sino "su ser personal como su punto culminante52.
auténticamente humano, esculpido por
la dimensión total humana de sus deci- b.4. Una incoación anticipadora de la
siones encarnadas en su acción trans- salvación futura, como gracia de la
formadora del mundo" 48 ; acción que justificación
en el presente tendría como fin cumplir El problema que estaría intentando
-en virtud del existencial crístico en el abordar con esto Alfaro seria el de "la
hombre- lo que faltaría a la Gloria de continuidad y discontinuidad entre la
Cristo, disponiendo positivamente a la existencia del cristiano en el mundo y
creación, con el objeto que se revele ple- la gracia de la nueva vida inmortal"53.
namente en ella el misterio de la Encar-
Este problema tendería a encontrar
nación49.
una solución 5 4 en la doctrina católica
Desde esta perspectiva, el progreso de la justificación, entendida como una
de la humanidad en la historia no ten- "transformación interna y comunión de
dría un sentido indefinido en su movi- vida del hombre con Dios ya en su mis-
miento; antes bien, dicho movimiento ma existencia y acción en el mundo"55.
sería un avance hacia el porvenir ab-
soluto en la definitiva revelación de En este sentido, Alfaro señalaría
Dios en Cristo50, lo que estaría indicando que no sería la acción del hombre en el
-además- que "ya 'desde ahora' ha mundo la que crearía el futuro abso-
comenzado el fin del tiempo"51. luto, sino que dichas acciones ten-
drían su fundamento en el mismo Dios,
En definitiva, la nueva vida, la nue- Quien a través de la gracia absoluta de
va creación del hombre resucitado, que- Cristo y el don anticipado de su Espíri-
daría marcada para siempre por la tu, crearía en el corazón del hombre el
propia historia de este, generada en la dinamismo que lo llevaría al encuentro
autorrealización de su acción en y sobre definitivo con Dios56. Desde esta pers-

47 J. Alfaro, Esperanza cristiana, 202, en que Alfaro atribuye esta frase a K. Rahner.
48 lbíd.
49 Cf. J. Alfaro, Hacia una teología, 102.
50 Cf. 'bid.. 113-114.
51 Ibíd., 113.
"El `ya ahora' de la salvación del hombre y del mundo pertenece a la inmanencia de la gracia,
es decir, a la renovación del hombre por el Espíritu Santo, al 'ser nuevo' del hombre en Cristo.
El 'todavía no' expresa la trascendencia de la salvación, que esperamos como don absoluto y
revelación plena de Dios en Cristo". Ibíd., 101. Cf. J. Alfaro. El cristianismo en, 508.
52 La mutua relación 'mundo-hombre' se ha cumplido definitivamente. En el hombre divinizado
la creación toda y la historia son integrados en la plenitud de Cristo". J. Alfaro, Esperanza
cristiana, 194. Cf. El cristianismo en, 509; Fe cristiana, 39; 49-50; Fe y existencia, 100-101;
105; Cristología y Eclesiología, 107-108.
53 J. Alfaro, Esperanza cristiana, 200.
54 Especialmente frente a aquellas tendencias que verían la esperanza en el futuro trascendente
como una huida respecto al compromiso en el mundo: "No se puede negar el hecho histórico de
que determinadas actitudes ascéticas cristianas, basaban la 'huida del mundo' en la concepción
de la obra del hombre en el mundo como lo absolutamente caduco y perecedero, carente de valor
para la vida eterna. Tal concepción permanece todavía, más o menos consciente, en no pocos
cristianos de nuestros días. Más aún, no faltan entre los teólogos modernos quienes para poner
de relieve la gratuidad absoluta de la salvación como don imprevisible de Dios, piensan que nada
de lo que el hombre hace en el mundo prepara y anticipa la salvación futura". Ibíd., 199-200.
5 5 Ibíd. 200.
5 6 Cf. lbíd.

25
pectiva, la justificación del hombre -en dad del hombre, y por él, del mundo)
virtud de la presencia del Espíritu de respecto al destino pleno de la humani-
Cristo en él y en la Iglesia, entendida dad en su relación a Dios, a los hom-
esta como signo visible y eficaz de la bres y al mundo, está afirmando -al
salvación escatológica- se constituiría mismo tiempo- que Cristo es el mismo
en principio vital de la resurrección fu- Señor de ambos planos históricos, y
tura 57, en el ya ahora de la salvación que -en consecuencia- es en la historia
del hombre (que dada su cristiformidad, de la humanidad donde definitivamente
ya sería un nuevo ser) y del mundo58 y se da la historia de la salvación.
no meramente en su garantía59.
Supuesto esto, es posible concluir
En coherencia con lo anterior, nues- que los contenidos del pensamiento de
tro autor estaría señalando que la "fe Alfaro tratados en el presente artículo,
'justificante' pertenece a la 'nueva crea- refuerzan la idea de una intrinsecidad
ción' del hombre por Cristo, a la 'adop- de la gracia, dada por el existencial
ción filial', es decir a su renovación in- erístico del hombre y del mundo, en vir-
terior por el Espíritu de Cristo"60. Así, tud de la Encarnación.
sería sólo Dios por Cristo el que gratui-
tamente justificaría y salvaría al hom- En efecto, la inmanencia de la gra-
bre pecador, al crear en él la fe como cia está dada aquí por el hecho que di-
aceptación de su palabra reconcilia- cho existencial erístico implica en lo
toria61, y obrar en consecuencia. Por más profundo de la conciencia del hom-
eso -insistiría Alfaro- "la fe en la que el bre una luz interior, una facultad de co-
hombre recibe el don de la justificación, nocer, una experiencia íntima de con-
pertenece al 'ser gratuitamente-justifi- fianza filial en Dios, en definitiva, una
cado' del hombre"62. tendencia cristofinalizante para él, y por
él, para el mundo.
Sin perjuicio de ello, la trascenden-
cia de la gracia está implicando aquí la
Epílogo autodonación eterna de Dios; no obs-
tante las notas distintivas están deter-
Sin duda, la dimensión cristológica minadas por el hecho de la Encarna-
que introduce Alfaro en la discusión ción: Así queda de manifiesto que se
acerca de la relación entre lo natural y trata de una autodonación del Padre,
lo sobrenatural, constituye una cualifi- realizada en Cristo, no implicada nece-
cación del criterio hermenéutico exis- sariamente en la creación63.
tencial personal que el autor usa -con-
temporáneamente- para abordar dicha La paradoja está dada aquí por el
relación, otorgándole -a su vez- mayor aspecto histórico que posee la deifica-
sentido al aspecto práxico-histórico. ción que la Encarnación comporta; es
decir, por la fase histórica imperfecta en
De hecho, al afirmar Alfaro que en- la que dicha deificación se va dando. En
tre la historia de la humanidad y la definitiva, la paradoja está en la tensión
historia de la salvación existe una coin- provocada por el ya, pero todavía no de
cidencia existencial (dada la cristiformi la salvación definitiva.

57 Cf. J. Alfaro, Hacia una teología, 100.


58 Cf. Ibíd., 101: 113-114.
59 Cf. 'bid., 79.
60 J. Alfaro, Fe cristiana, 45: Fe y existencia, 103.
6 1 Cf. I bld.
62 Ibíd.
63 Cf. J. Alfaro, El problema teológico, 254-255.

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