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Módulo IV: Otros Valores.

4.1.- El orden.

¿Qué virtud es esa del orden?

Podríamos decir que un alumno tiene el valor


del orden cuando se comporta de acuerdo con
unas normas lógicas, necesarias para el logro
de algún objetivo deseado y previsto, en la
organización de las cosas, en la distribución del
tiempo y en la realización de las actividades, por iniciativa propia, sin
que sea necesario recordárselo.

El desarrollo del valor del orden, como todos los valores morales,
tiene dos facetas: la intensidad con que se vive y la rectitud de los
motivos al vivirla. Ocurre, en ocasiones, que el orden llega a ser un fin y
convendría aclarar, desde el principio, que este valor debería ser
gobernado por la prudencia.

El orden es un valor que podemos encontrar como base de muchos


otros valores humanos. Su acción directa nos ayuda a disponer de más
tiempo, a ser eficaces, aumentar el rendimiento y ser previsores. El
orden nos proporciona tranquilidad, confianza y seguridad, nos evita
disgustos, contratiempos y nos hace más felices.

El orden en la edad de nuestros niños de los 7 a los 12 años es el


que nos ocupa. Con el uso de la razón, los niños deben querer y
aprender a vivir el orden, pueden comprender que en casa, el orden
facilita la convivencia familiar, a través de pequeñas normas de
conducta que permiten efectuar las responsabilidades en un horario
básico (comida, trabajo, descanso), y es a través de pequeñas normas de
conducta que permiten efectuar las responsabilidades en un horario
básico, de comida, trabajo, estudio, aseo y descanso; habrá que exigirles
que las cosas estén ordenadas pero con criterios propios de la edad. Para
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ello conviene, durante algún tiempo, supervisar las actividades en las


que no tienen experiencia y que supongan orden.

Desde luego que al hablar del valor del orden, no nos referimos
fundamentalmente al orden material de las cosas, también al orden de la
persona como es el autodominio, la serenidad, sentido de la economía y
ahorro, higiene y limpieza.

Debemos conseguir que los hijos vayan adquiriendo una


progresiva autonomía y que se responsabilicen de sus obligaciones sin
tener que recordárselas constantemente. Puede colaborar en la
organización de casa, pero en los espacios donde realizan sus
actividades y en las cosas que utilizan donde deben responsabilizarse:
habitación, materiales de trabajo, juguetes, etc. Necesitan que les demos
pautas concretas para ordenar las cosas y les facilitemos las condiciones
para que puedan hacerlo; sitio adecuado para cada cosa, pero sin que les
suponga un esfuerzo desproporcionado. Después, hay que dejarles que
lo hagan ellos mismos aunque los padres lo hagan mejor.

No dejarnos llevar por el estado de ánimo y exigir unos días unas


cosas y otros no.

"Las palabras convencen, pero el ejemplo (principalmente de los


padres) arrastra"

Para tener más orden en tu vida:

- Dedica tiempo a tu familia, conversa con tus padres, con los abuelos y
tus hermanos.

- Lleva una vida espiritual de acuerdo a los preceptos que Dios ha


ordenado, tanto a gentiles como a judíos, éstas son normas de conducta
que facilitan y hacen nuestra vida mejor.

- Planifica en qué vas a usar el dinero que te dan tus padres, ahorra un
poco.

- Distribuye tu tiempo, así serás puntual, cumplirás según lo previsto y


obtendrás el respeto de tus maestros y compañeros.
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- Cuida tu persona por dentro y por fuera: Conserva un buen aspecto


personal aún los fines de semana y en temporada de vacaciones;
planifica un horario fijo para el descanso y las comidas.

-Da un correcto uso a las cosas y serán más durables; igualmente


mantén la limpieza y cuidado de todo, aún más si usas algo prestado.

Adquirir el valor del orden va mucho más que acomodar cosas y


objetos, es poner todas las cosas de nuestra vida en su lugar. Por
ejemplo nadie sale del trabajo a media mañana para ir a jugar un partido
de baseball con los amigos, tampoco a nadie se le ocurre amar
perdidamente a su mascota y desatender a sus hijos. Sin embargo el
desorden puede estar disfrazado muy sutilmente y es fácil darle tres o
cuatro horas más al trabajo y no estar con la familia, y uno puede
sentirse muy tranquilo porque "está poniendo en orden sus
prioridades". Sí, el trabajo es importante, pero tiene su espacio y sus
límites. Igualmente ocurre con aquella persona que decide no tomar una
oportunidad única de trabajo porque le implica sacrificar un poco de su
familia.

El valor del orden debe ayudarnos a darle a cada cosa su peso, a


cada actividad su prioridad. A cada afecto el espacio que le corresponde.

4.2.- La obediencia.

La obediencia es una
actitud responsable de
colaboración y participación,
importante para las buenas
relaciones, la convivencia y el
trabajo productivo.

Una de las cosas que más


trabajo nos cuestan es someter
nuestra voluntad a la orden de otra persona. Vivimos en una época
donde se rechaza cualquier forma de autoridad, así como las reglas o
normas que todos debemos cumplir. La soberbia y el egoísmo nos hacen
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sentir autosuficientes, superiores, sin rendir nuestro juicio y voluntad


ante otros pretextando la defensa de nuestra libertad.

Parece claro que el problema no radica en las personas que ejercen


una autoridad, tampoco en las normas creadas para mantener el orden,
la seguridad y la armonía entre las personas, está dentro de nosotros
mismos. Debemos evitar caer en el error de "sentir" que obedeciendo
nos convertimos en seres inferiores y sumisos caracterizados por una
libertad mutilada. Por el contrario, la obediencia nos lleva a practicar
una libertad más plena, porque echamos por la borda el pesado lastre de
la soberbia y la comodidad. ¿No son acaso una fuerte atadura e
impedimento para obedecer cabalmente?

¿Por qué nos cuesta tanto trabajo obedecer?


Razones puede haber muchas, tal vez la más común se da cuando
no reconocemos la autoridad de la persona que manda, por considerarla
inferior, inepta, molesta o necia; cada vez que la actividad a realizar es
contraria a nuestro gusto y preferencia; porque catalogamos las cosas
como poco importantes, o debemos hacer a un lado nuestra comodidad
y descanso. Cualquiera que sea el caso el resultado es el mismo: un
actuar mecánico y porque "no nos queda más remedio", lo cual resta
mérito a todo lo bueno que pudiéramos lograr.

No podemos negar que en algunas ocasiones obedecemos


gustosamente, pero lo hacemos por la simpatía que tenemos hacia quien
lo pide, o definitivamente no nos cuesta trabajo cumplir con la
encomienda. Entonces cabe preguntarnos si la obediencia en nosotros es
un valor o es una postura que tomamos de acuerdo a las circunstancias.

Debe quedar claro, la obediencia no hace distinciones de personas


y situaciones, para que sea realmente un valor, debe ir acompañada de
nuestra voluntad de hacer las cosas, agregando nuestro ingenio y
capacidad para obtener un resultado igual o mejor de lo esperado. Por
tanto, el obedecer es un acto consciente, producto del razonamiento,
discriminando todo sentimiento opuesto hacia las personas o
actividades.
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Esto nos lleva a considerar la manera en la que reaccionamos


frente a las normas que exigen un cumplimiento: con facilidad
desobedecemos las leyes de tránsito, buscamos la manera de simplificar
cualquier tipo de trámites, cumplir con menos requisitos o no hacer fila
para hacer un pago en la ventanilla correspondiente. No podemos
pensar que el mundo debe girar alrededor de nuestros caprichos,
sometiendo todo a la aprobación de nuestro juicio.

La obediencia requiere docilidad, traducida en seguir fielmente las


indicaciones dadas. Si consideramos que algo no es correcto podemos
expresar nuestro punto de vista, pero nunca hacer algo distinto o
contrario a lo que se nos ha solicitado.

Además de ser dóciles debemos tener iniciativa, que consiste en


poner de nuestra parte "lo que haga falta" para cumplir mejor con
nuestra tarea. Muchas veces se manifiesta a través de los pequeños
detalles: La portada y presentación final de un informe, limpiar y
colocar perfectamente los muebles que cambiamos de lugar, acomodar
en la despensa los víveres que compramos.

Ese toque personal y final que ponemos a las cosas complementa


magníficamente nuestra obediencia, porque es una manera de
identificarnos plenamente con el deseo de quien lo ha pedido, que en el
fondo, es la esencia de obedecer.

En algunos casos y circunstancias, las personas que tienen


autoridad pueden solicitar acciones contrarias a la dignidad de las
personas y ajenas a los principios morales, como mentir, calumniar,
robar... en estos y otros casos, no estamos obligados a obedecer porque
nos convertimos en cómplices de acciones reprobables, de las cuales no
nos gustaría ser los afectados.

Aunque el aprender a obedecer parece un valor a inculcar


solamente en los niños, toda persona puede, y debe, procurar su
desarrollo. Veamos algunos puntos que te ayudarán a cultivar mejor
este valor:
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- La obediencia no se determina por el afecto que puedas tener hacia la


persona que manda, concéntrate en realizar la tarea o cumplir el encargo
que se te encomienda. Tu sentir en nada cambia el contenido de la
orden.

- Ejecuta las peticiones u órdenes sin calificar si son de tu agrado o


no.

- Toda encomienda es importante. Si es aparentemente simple,


evita pensar que no corresponde "a tu categoría". Si no cumples
con las cosas pequeñas, jamás cumplirás con las cosas que
consideras como "grandes".

- No te quejes por los continuos encargos que recibes. Por una


parte se tiene confianza en tu capacidad; por otra, ¿no crees que
estás encubriendo tu pereza?

- Procura eliminar de tu persona esa visión mediocre de "sólo


cumplir". Ten iniciativa: termina las cosas al detalle dando un
toque final a todo lo que hagas, es la diferencia entre obedecer y
cumplir, y eso, es lo que hace un trabajo bien hecho.

La obediencia nos hace sencillos porque nos enfocamos en la tarea


a realizar y no en criticar a las personas; generosos por la disponibilidad
de tiempo, el interés y entusiasmo que ponemos al servicio de los
demás, generando confianza al actuar responsablemente.

Podemos ver que la obediencia es una actitud responsable de


colaboración y participación, dejando atrás el "hacer para cumplir", que
eso lo hace cualquiera. Poner lo que está de nuestra parte es lo que hace
de la obediencia un valor, no sólo importante, sino necesario para las
buenas relaciones, la convivencia y el trabajo productivo.1

1 Todo este tema lo puedes abordar en la siguiente dirección:


http://www.proyectosalonhogar.com/Diversos_Temas/Obediencia.htm
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4.3.- La generosidad.

-Es el valor que nos hace mejorar como personas, es


pensar y actuar hacia los demás, hacia afuera. Es el
hábito de dar y entender a los que nos rodean.
Comparado a menudo con la caridad como virtud.

-La generosidad es la puerta de la amistad, el


cimiento del amor, la estrella de la sociedad.

-Dar sin esperar nada a cambio, entregar la vida, volcarse a los


demás, ayudar a los que nos necesitan, dar consuelo a los que sufren,
eso es generosidad. Y no es un valor pasado de moda.

-Al hablar de la generosidad, estamos hablando de una


manifestación del amor. Se puede entender el amor como radical
vibración del ser hacia el bien.

La generosidad, como virtud, permite a la persona transferir la


posibilidad radical de amar en unos actos de servicio. Los motivos que
tiene la persona en cada momento serán diferentes pero como «Dios es
Amor» es lógico que el motivo final tenga que ser por amor de Dios.

Es una forma de altruismo y rasgo de la filantropía, por lo que


debe reflejar la pasión del individuo en su ayuda. Un ejemplo común
de la verdadera generosidad pueden verse en las personas anónimas
que prestan servicios en muchas organizaciones no lucrativas.

Practicando la generosidad en silencio, sin reflectores y sin


anuncios en los medios sociales, es la única manera de que, no
perdiendo su esencia, nos proporcione paz interior.

Aunque la generosidad va a menudo de común acuerdo con


caridad, mucha gente en el ojo del público desea el reconocimiento de
sus “Buenos Actos”, como si no comprendieran que la generosidad
caracteriza al corazón noble y compasivo. Más allá del acto caritativo,
implica el desarrollo de una cierta sensibilidad – o compasión – que nos
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vuelve dispuestos a dar nuestra posesión mas preciada, que somos


nosotros mismos.

Así nos preparamos para recibir y valorar cada día lo que la vida
nos ofrece, y siempre estamos listos para dar lo que sea necesario.
Porque practicar la generosidad ejercita al corazón: cuanto más se da,
más se fortalece. Además de que todos y cada uno de los seres humanos
tenemos algo para dar: dinero, talento, tiempo o una simple oración.

Cada día podemos ser generosos en acciones pequeñas, esto nos


va abriendo el corazón poco a poco, y descubrimos que nunca hay
pérdida. En cambio, nos fortalecemos y podemos superar el temor de
ser vulnerables, porque es una virtud que nos eleva y nos pone en
sintonía con nuestra esencia divina. Esto nos permite situarnos en el
lugar del otro y comprender, en un instante, el regalo indicado para la
persona indicada en el momento preciso.

Pero no se trata sólo de dar. Se puede acusar una falta de


generosidad en una persona que no está dispuesta a recibir, que no deja
a los demás ser generosos con ella.

Una persona generosa se distingue por:

 La disposición natural e incondicional que tiene para ayudar a los


demás sin hacer distinciones.

 Resolver las situaciones que afectan a las personas en la medida de


sus posibilidades, o buscar los medios para lograrlo.

 La discreción y sencillez con la que actúa, apareciendo y


desapareciendo en el momento oportuno.

Ser generoso es algo que muchas veces requiere un esfuerzo


extraordinario. Para vivir mejor esta virtud en lo pequeño y cotidiano, es
de gran utilidad poner en práctica las siguientes medidas:
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 Procura sonreír siempre. A pesar de tu estado de ánimo y aún en


las situaciones poco favorables para ti o para los demás.

 Sé accesible en tus gustos personales, permite a los demás que


elijan la película, lugar de diversión, pasatiempos, la hora y punto de
reunión.

 Aprende a ceder la palabra, el paso, el lugar; además de ser un acto


de generosidad denota educación y cortesía.

 Cumple con tus obligaciones a pesar del cansancio y siempre con


optimismo, buscando el beneficio ajeno.

 Usa tus habilidades y conocimientos para ayudar a los demás.

 Atiende a toda persona que busca tu consejo o apoyo. Por más


antipática o insignificante que te parezca, considera en ti a la persona
adecuada para resolver su situación.

 No olvides ser sencillo, haz todo discretamente sin anunciarlo o


esperando felicitaciones.

El volverse generoso contribuye al natural fluir de los dones del


universo a través de cada uno.

Sin embargo, la generosidad supone utilizar la voluntad para


acercarse al bien. Se trata de una entrega, una decisión libre de entregar
lo que uno tiene. No se trata de repartir lo que uno posee de cualquier
modo, de abandonarlo.

Valorar lo que se tiene es una de las facetas básicas de la


generosidad.

No debemos caer en el error consistente de dar objetos tangibles


como un mal menor, por no tener que molestarse en dar algo que cueste
mayor esfuerzo. Un ejemplo sería un padre que regalase muchas cosas
a sus hijos en compensación por no pasar tiempo con ellos.
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Podemos ser generosos con el tiempo llenándolo de actividad o


creando un ambiente propicio para aumentar un sentimiento de hogar,
de sosiego, de tranquilidad, de seguridad, de unidad. De hecho se
podría definir la disponibilidad como «generosidad del propio tiempo».
Y ser generoso con el tiempo significa estar dispuesto a sacrificar para el
bien de los demás algo que se guarde para la propia utilización.

Por todo lo que hemos dicho, es evidente que la persona necesita


motivos para esforzarse a ser generoso. Tiene que utilizar su voluntad
en serio y orientarla con su razonamiento.

Es indudable que la persona generosa no es esa que únicamente se


esfuerza con las personas que denomina « simpáticas », sino esa que, de
acuerdo con una jerarquía de valores, presta su atención a los que más lo
necesitan. Por eso se puede decir que una de las motivaciones reales
para ser generoso es ver el resultado positivo en la otra persona.

El dar interesado es muy diferente. No suele conducir al


desarrollo de la virtud de la generosidad. Significa que la persona está
pensando, en primer lugar, en las consecuencias para él, y en segundo
lugar, muy en segundo lugar, en las consecuencias para la otra persona.
El dar interesado conduce más bien al egoísmo y la avaricia.

La generosidad nunca nos debe llevar a satisfacer los caprichos de


los demás. Y por eso se trata de actuar prudentemente. Ya sabemos que
ninguna virtud tiene sentido sin el apoyo de la prudencia. En este caso,
se trata de una actitud de servicio, pero un servicio llevado a cabo
mediante decisiones prudentes. Hace falta saber lo que se persigue y
decidir y actuar congruentemente.

Precisamente por eso, conviene reconocer que la labor principal de


los padres consiste en dar a sus hijos un conocimiento profundo de los
criterios que deberán regir en sus vidas y luego dejarles actuar,
encauzando su actividad cuando haga falta.
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En lo que se refiere a la generosidad, habrá que encauzarles desde


antes para que sigan actuando, con más iniciativa personal, en favor de
los demás. Por eso, la generosidad desarrollada necesita de la fortaleza:
la capacidad de acometer y luchar para algo que se sabe vale la pena.

Es imprescindible que los actos de generosidad no queden


aislados de la intencionalidad de la persona. Si, en el fondo, la persona
no vive la generosidad por una convicción profunda de que los demás
tienen el derecho de recibir su servicio, de que Dios le ha creado para
servir, difícilmente existirá una generosidad permanente en desarrollo.

Por eso, es más importante el concepto de «darse» que el de dar.


Se puede dar, como vimos antes, sin identificarse con lo dado, sin
simpatizar con la otra persona. El acto queda así como una señal visible
a los demás, pero que, a la vez, engaña. Lo que buscamos es un dar
incondicional, que es lo mismo que decir «darse».

Pero para darse hace falta saber lo que uno es y auto poseerse en
cierto grado. Se confunde muchas veces los dos conceptos «darse» y
«abandonarse». No se trata de dar cualquier cosa a cualquier persona en
cualquier momento. Eso es abandonarse, dar sin criterio o, mejor dicho,
dejarse robar sin valorar las propias posesiones.

Pero no hay que ser tacaños con la generosidad ni comodones.


Hay mucha gente que podría consolarse con nuestra ayuda si hacemos
un esfuerzo superior. ¿Cada cuánto tiempo vamos a visitar enfermos a
un hospital? ¿Por qué no visitar a enfermos terminales? Sí, es duro, sí a
veces es deprimente, y por supuesto que es más divertido salir a pasear
que ir a un hospital público a ver gente que muy pronto se va a morir.

¡Pues precisamente como nadie lo hace, es el momento de que


alguien lo haga! Nadie nos va a dar un aplauso, o una medalla por
hacerlo, pero vamos a volcarnos hacia los demás, el brillo no importa, lo
que importa es que a pesar de nuestros defectos y miserias, podemos
hacer una diferencia en la vida de alguien.
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El más bello ejemplo de generosidad y caridad se puede extraer


de la vida de la Madre Teresa de Calcuta. En cierta ocasión, la madre
Teresa y las Misioneras de la Caridad habían recogido, de un desagüe
de la ciudad, a un anciano que tenía la mitad de su cuerpo comido por
gusanos. Las hermanas lo cobijaron en su albergue, limpiaron los
gusanos de su cuerpo enfermo y lo acostaron en una cama con sábanas
limpias. El hombre antes de morir les sonrío y dijo; "He vivido como un
animal en las calles, pero voy a morir como un ángel, amado y cuidado".
Es esta la generosidad o caridad que la Madre Teresa de Calcuta predica
cuando nos dice que hay que dar y amar hasta que nos duela.

Ser generosos aunque hoy en día inusual, no es difícil, también es


parte de nuestra naturaleza. Entendamos que el Yo debe dejar un poco
de lugar a los demás y entregar lo que uno tiene. En silencio, sin
reflectores. Ahí, donde está la paz.

«LA GENEROSIDAD MAS QUE UNA PALABRA, VIRTUD, O


SIMPLEMENTE UN ACTO, ES UN SENTIMIENTO Y AL AMPARO
DEL AMOR, ESTE SENTIMIENTO SE HACE UNA MANIFESTACION
DEL AMOR DE DIOS. El DIOS AMOR QUE NOS LLAMA A VIVIR EN
EL AMOR FRATERNO COMO FORMA UNICA DE VIDA».

4.4.- La paciencia.

Si nuestra época pudiera


tener un nombre se llamaría
“prisa”. ¿Cómo esperamos que
nuestra vida tenga más cordura
y sea más amable a los demás si
todo lo queremos “ya”?

Nuestra vida se
desenvuelve a un ritmo
vertiginoso: demasiada prisa para hacer, para llegar, para resolver
asuntos personales y del trabajo, fricciones que surgen cada día con las
personas, citas urgentes. Si nuestra época pudiera tener un nombre se
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llamaría “prisa”. Por eso es necesario hacer un alto en el camino y


reflexionar un poco sobre el valor de la paciencia, para no dejarnos
abrumar y tampoco seguir esa carrera loca que va a toda marcha. ¿Cómo
esperamos que nuestra vida tenga más cordura y sea más amable a los
demás si todo lo queremos “ya”?

La paciencia es el valor que hace a las personas tolerar,


comprender, padecer y soportar los contratiempos y las adversidades
con fortaleza, sin lamentarse; moderando sus palabras y su conducta
para actuar de manera acorde a cada situación.

Al encontrarnos con personas que a nuestro juicio siempre son


molestas, inoportunas o “lentas”, podemos caer en el error de fingir una
actitud paciente, es decir, dar la apariencia de escuchar sin alterarse ni
expresar emoción, buscando escapar de la situación lo más rápido
posible dando respuestas breves y un tanto cortantes, eso sí, procurando
que no se den cuenta para no herir los sentimientos; a esto se le llama
indiferencia, insensibilidad ante el estado de ánimo de los demás.

Uno de los grandes obstáculos que impiden el desarrollo de la paciencia,


es, curiosamente, la impaciencia de esperar resultados a corto plazo, sin
detenerse a considerar las posibilidades reales de éxito, el tiempo y
esfuerzo requeridos para alcanzar el fin:

- El hacerse de demasiadas actividades produce ansiedad y prisa,


quedando un amargo sabor de boca y mal humor por no terminar todo
lo que hemos iniciado. En pocas palabras, debe haber moderación, ser
conscientes de nuestros alcances para evitar contraer demasiados
compromisos que posiblemente no podamos cumplir.

- Otro ejemplo clásico se da en el ámbito laboral con el personal de


reciente contratación, su curriculum y proceso de selección muestran los
conocimientos y capacidad necesarios para desempeñar el puesto, sin
embargo, cada labor específica requiere de un proceso de adaptación a
las políticas, modalidades, normas y estilos del centro de trabajo; no se
puede descartar a una persona a las dos semanas de iniciar su
desempeño por no lograr una rápida adaptación.
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- El ahorrar puede ser una forma de medir nuestra paciencia, no


importan las cantidades ni la frecuencia con que se acumulen, la
constancia nos llevará a reunir la suma necesaria para adquirir el auto,
el juguete o realizar ese viaje que tanto hemos soñado. Si quitamos la
vista del objetivo, terminaremos por gastar lo poco que hemos reunido,
y nuestra meta será cada vez más lejana e inalcanzable.

- Aunque en tono irónico se dice que son los hijos quienes nos
proporcionan una fuente inagotable de paciencia, no deja de ser
verdadero en cierta forma. La impaciencia que manifiestan los padres,
en gran parte se debe al querer que los hijos razonen y actúen como
adultos, “¿es que no piensas?”, “te dije que lo hicieras así...”, son
algunas de las más comunes frases empleadas por los padres en su
desesperación. No debemos olvidar que la madurez se da con el tiempo,
la experiencia y la formación que reciben los hijos. Claro está que hay
chicos que son más traviesos, el reto es tener la habilidad para educarlos
pacientemente y de la mejor manera posible.

Existen otros retos no menos importantes para el desarrollo de la


paciencia, que se refieren específicamente al hecho de soportar y tolerar
las contrariedades inesperadas; por ejemplo:

- Soportar las molestias del clima a través del arduo trayecto a la oficina
y la escuela, con cientos de autos circulando a nuestro alrededor. - Ser
tolerantes al realizar tareas con otros, ante su falta de destreza,
conocimiento o pericia para realizar las cosas. Se da con el trabajador
que no ha entendido como presentar un informe, con la empleada del
hogar que no sabe como deseamos que limpie la casa, con los hijos que
no entienden las matemáticas... La paciencia debe llevarnos a enseñar la
manera de hacer las cosas, al ofuscarnos los resultados suelen ser
totalmente contrarios a nuestros deseos.

- La predisposición que tenemos al acudir a aquel lugar donde


“siempre me hacen perder el tiempo”. ¿Por qué disgustarnos
innecesariamente?, lleva una revista o un libro para ocupar tu
tiempo mientras haces fila en una ventanilla o en la sala de espera
del consultorio.
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- Mostrar “buena cara” cada vez que nuestro jefe o compañero de


trabajo, nos pide que le hagamos el mismo favor de siempre. En vez
de mostrar impaciencia y hacer las cosas de mala gana, lo más sano
es contar con esa actividad como si fuera fija, dentro de nuestro
tiempo y quehaceres, sólo así podremos realizarla gustosamente.

Nada ganamos con la desesperación, antes de reaccionar


debemos darnos tiempo para escuchar, razonar y en su momento
actuar o emitir nuestra opinión.

La paciencia siempre tendrá sus recompensas: mantener y


mejorar las relaciones con la pareja y los hijos, los compañeros de
trabajo (incluyendo jefes y subordinados); tener amistades duraderas;
obtener los resultados deseados en aquella labor a la que hemos
dedicado mucho tiempo y esfuerzo.

La persona que vive el valor de la paciencia, posee la


sensibilidad para afrontar las contrariedades conservando la calma y
el equilibrio interior, logrando comprender mejor la naturaleza de las
circunstancias generando paz y armonía a su alrededor.

Los autores eminentes se distinguieron siempre por la paciencia y


perseverancia en su labor. No brotaron sus obras con la impetuosidad
del rayo, sino que las elaboraron pacientemente con belleza y gracia, sin
dejar en ellas vestigio del esfuerzo realizado al componerlas.

'Sabido es cuán necesitado andaba el gran escritor inglés Thomas


Carlyle mientras escribía su 'HISTORIA DE LA REVOLUCION
FRANCESA'.

Al dejar listo el primer tomo para la imprenta, prestó el


manuscrito a un vecino, quien descuidadamente lo dejó por el suelo, y la
criada lo recogió para encender el fuego, creída de que eran papeles
inútiles.

Cabe suponer el amargo disgusto del escritor; pero no era Carlyle


hombre que fácilmente cediese a la desesperación, y al cabo de algunos
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meses había rehecho el quemado manuscrito, después de volver a


consultar cientos de volúmenes'.

Le rogaron a Charles Dickens que leyera en público alguna de sus


narraciones, y respondió diciendo que le faltaba tiempo, pues tenía la
costumbre de leer diariamente un mismo trabajo durante seis meses
antes de leerlo en público, porque confesaba que el único mérito de sus
producciones era la humilde, paciente y prolongada atención con que
las componía.

Charles Darwin se pasó 15 años verificando 'EL ORIGEN DE LAS


ESPECIES'.

Los libros de memorias de hombres tan eminentes como


Hawthorne y Emerson nos informan del enorme y perseverante trabajo
que emplearon en libros cuya lectura acabamos en una hora.

Montesquieu tardó veinticinco años en componer 'EL ESPIRITU


DE LAS LEYES', y Adam Smith estuvo diez atareado en 'LA RIQUEZA
DE LAS NACIONES'.

Un condiscípulo se burló cierta vez de Eurípides, porque había


estado tres días para escribir tres líneas, cuando él había escrito ya
quinientas, a lo que repuso Eurípides: 'Pero tus quinientas líneas
quedarán muertas y olvidadas, mientras que mis tres vivirán
eternamente'.

Ariosto escribió de dieciséis formas distintas su 'DESCRIPCION


DE UNA TEMPESTAD' y empleó diez años en 'ORLANDO FURIOSO',
del que sólo pudo vender cien ejemplares a seis reales. Adán Tucker
trabajó diez y ocho años en su 'LUZ DE LA NATURALEZA'.

Las obras maestras de literatura se compusieron línea por línea,


párrafo por párrafo y algunas se rehicieron doce veces. Lucrecio empleó
casi toda su vida en la composición del famoso poema 'DE RERUM
NATURA'.
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Rousseau, cuyo estilo es tan elegante y ameno, dice de su propia


labor: 'Mis manuscritos, emborronados, raspados, con tachones e
interlíneas y apenas legibles, atestiguan el trabajo que me costaron.
Todos los rehice cuatro o cinco veces antes de darlos a la imprenta...
Volví y revolví en mi mente algunas cláusulas durante cinco o seis
noches antes de transcribirlas al papel'.

Beethoven aventajó tal vez a los demás compositores en paciente


fidelidad y persistente aplicación. Difícilmente se encontraría en su
música una línea que no la hubiese compuesto y corregido lo menos
doce veces.

Edward Gibbon escribió nueve veces su autobiografía, y en


invierno y verano estaba en su gabinete a las seis de la mañana,
trabajando durante veinte años en su magistral obra 'DECADENCIA Y
CAIDA DEL IMPERIO ROMANO'.

Platón escribió de nueve modos distintos la primera frase de su


'REPUBLICA', antes de ponerla en limpio. Virgilio tardó siete años en
escribir las 'GEORGICAS' y doce en componer la 'ENEIDA', quedando
tan descontento de este poema, que le dieron tentaciones de levantarse
de su lecho de muerte para entregarlo a las llamas.

4.5.- La laboriosidad o el trabajo.

Trabajar es sólo el primer paso,


hacerlo bien y con cuidado en los
pequeños detalles es cuando se
convierte en un valor.

Alguna vez un cómico dijo


"Tan terrible es el trabajo que hasta
pagan por hacerlo", sin embargo el trabajo es un valor fundamental.
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Cuando alguien se refiere a nosotros por “ser muy trabajadores”


nos sentimos distinguidos y halagados: los demás ven en nosotros la
capacidad de estar horas y horas en la escuela, en la casa o en la oficina
haciendo “muchas cosas importantes”. Efectivamente esa puede ser la
razón, pero existe la posibilidad de carecer de un sistema de trabajo que
nos lleva a “trabajar” más tiempo de lo previsto. Esto se identifica con
claridad cuando iniciamos varias tareas y sólo terminamos algunas,
generalmente las menos importantes (las que más nos gustan o se nos
facilitan), además de ir acumulando labores que después se convertirán
en urgentes.

La laboriosidad significa hacer con cuidado y esmero las tareas,


labores y deberes que son propios de nuestras circunstancias. El
estudiante va a la escuela, el ama de casa se preocupa por los miles de
detalles que implican que un hogar sea acogedor, los profesionistas
dirigen su actividad a los servicios que prestan. Pero laboriosidad no
significa únicamente "cumplir" nuestro trabajo. También implica el
ayudar a quienes nos rodean en el trabajo, la escuela, e incluso durante
nuestro tiempo de descanso; los padres velan por el bienestar de toda la
familia y el cuidado material de sus bienes; los hijos además del estudio
proporcionan ayuda en los quehaceres domésticos.

Podemos, fácilmente, dar una apariencia de laboriosidad cuando


adquirimos demasiadas obligaciones para quedar bien, aún sabiendo
que no podremos cumplir oportunamente; también puede tomarse
como pretexto el pasar demasiado tiempo en la oficina o la escuela para
dejar de hacer otras cosas, como evitar llegar temprano a casa y así no
ayudar a la esposa o a los padres.

Al crear una imagen de mucha actividad pero con pocos


resultados se le llama activismo, popularmente expresado con un
“mucho ruido y pocas nueces”. Es entonces cuando se hace necesario
analizar con valentía los verdaderos motivos por los que actuamos, para
no engañarnos, ni pretender engañar a los demás cubriendo nuestra
falta de responsabilidad.

La pereza es la manera común de entender la falta de laboriosidad;


las máquinas cuando no se usan pueden quedar inservibles o funcionar
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de manera inadecuada, de igual forma sucede con las personas: quien


con el pretexto de descansar de su intensa actividad -cualquier día y a
cualquier hora- pasa demasiado tiempo en el sofá o en la cama viendo
televisión “hasta que el cuerpo reclame movimiento”, poco a poco
perderá su capacidad de esfuerzo hasta ser incapaz de permanecer
mucho tiempo trabajando o estudiando en lo que no le gusta o no le
llama la atención.

Para ser laborioso se necesita estar activo, hacer cosas que traigan
un beneficio a nuestra persona, o mejor aún, a quienes nos rodean:
dedicar tiempo a buena lectura, pintar, hacer pequeños arreglos en casa,
ayudar a los hijos con sus deberes, ofrecerse a cortar el pasto... No hace
falta pensar en grandes trabajos “extras”, sobre todo para los fines de
semana, pues el descanso es necesario para reponer fuerzas y trabajar
más y mejor. El descanso no significa “no hacer nada”, sino dedicarse a
actividades que requieren menor esfuerzo y diferentes a las que
usualmente realizamos.

Podemos establecer pequeñas acciones que poco a poco y con


constancia, nos ayudarán a trabajar mejor y a cultivar el valor de la
laboriosidad:

- Comenzar y terminar de trabajar en las horas previstas. Generalmente


cuesta mucho trabajo, pero nos garantiza orden para poder cubrir más
actividades.

- Establecer un horario y una agenda de actividades para casa, en donde


se contempla el estudio, el descanso, el tiempo para cultivar las
aficiones, el tiempo familiar y el de cumplir las obligaciones domésticas
o encargos.

- Terminar en orden y de acuerdo a su importancia todo lo empezado:


encargos, trabajos, reparaciones, etc.

- Cumplir con todos nuestros deberes, aunque no nos gusten o


impliquen un poco más de esfuerzo.
20

- Tener ordenado y dispuesto nuestro material y equipo de trabajo antes


de iniciar cualquier actividad. Evitando así poner pretextos para buscar
lo necesario y la consabida pérdida de tiempo e interés.

- Esmerarnos por presentar nuestro trabajo limpio y ordenado.

Cuando nos decidimos a vivir el valor de la laboriosidad adquirimos la


capacidad de esfuerzo, tan necesaria en estos tiempos para contrarrestar
la idea ficticia de que la felicidad sólo es posible alcanzarla por el placer
y comodidad, logrando trabajar mejor poniendo empeño en todo lo que
se haga.

El trabajo es mucho más que un valor: es una bendición.

Decálogo de La Laboriosidad:

1. Laboriosa es la persona que ama el trabajo y trata de hacerlo bien.

2. La laboriosidad lleva consigo el afán de aprovechar el tiempo, de


concentrarse en el trabajo y de no abandonar actividades a medio hacer.

3. Haga el trabajo con entusiasmo, de buena gana, con empeño, aunque


esté cansado y le suponga esfuerzo.

4. Un enemigo de la laboriosidad es el afán de moverse mucho,


confundiendo este valor con el activismo. Piense en las hormigas o en
las abejas. Huya de la precipitación.

5. Una manera de perder el tiempo es hacer muchas cosas, dispersas, y


no acabar ninguna de ellas. Otra forma de perder el tiempo es hacer las
cosas mal, pues hay que repetirlas.

6. Un enemigo grande de la laboriosidad es la falta de diligencia; es


decir aplazar las cosas, llevar un ritmo cansino, no tener iniciativas…

7. Respete el tiempo de los demás: sea puntual. No interrumpa el trabajo


21

de otros. Prepare las reuniones. Estudie los asuntos antes de hablar con
otra persona. Así su tiempo y el de los demás será más productivo.

8. Laboriosidad es hacer en cada momento lo que se debe hacer; no lo


más urgente ni lo que más le gusta. Primero lo Primero.

9. Cuando esté cansado haga una actividad que le exija menos esfuerzo;
cambie de ocupación. Distribuya los distintos trabajos a lo largo del día
y la semana según el nivel de dificultad y su capacidad productiva.

10. El trabajo cuando se hace por valores y con valores desarrolla la


personalidad del ser humano, proporciona prestigio profesional,
incrementa las propias capacidades, sirve para sacar adelante la familia
y contribuye al bienestar social. El trabajo es una bendición de Dios.

4.6.- La perseverancia.

La perseverancia es un esfuerzo que implica


continuidad para lograr lo que nos propusimos.
Es un valor fundamental en la vida para obtener
un resultado concreto. La perseverancia y la
fortaleza son valores que van unidos de la mano
ya que sin la fortaleza podemos darnos por
vencidos y no hacer lo que nos propusimos.

La perseverancia es alcanzar la meta


propuesta y buscar soluciones a las dificultades
que puedan surgir en el camino. El ejemplo del cuervo nos puede
iluminar:

Un viejo cuervo vagaba por el desierto, y le dio sed. No había nada


en varios días. Finalmente, se encontró una jarra que tenía un poco de
22

agua en el fondo. El pájaro trataba de beberla, pero su pico no alcanzaba


a llegar hasta el fondo de la jarra.

Al principio no sabía qué hacer. Parecía que no iba a poder beber


de esa agua. Entonces, tuvo una idea. Comenzó a dejar caer piedritas
dentro de la jarra. Sólo podía agarrar con el pico una piedrita a la vez,
pero él insistió y vio cómo el nivel del agua subía un poco. Una a una
continuó echando las piedras, por un momento casi se rinde, llegó a
pensar que era inútil tanto esfuerzo. Pero después de haber arrojado las
suficientes piedritas, el agua al fin subió y el cuervo pudo beber y saciar
su sed.

Si queremos aprender a ser perseverantes debemos:

-Ejercitar diariamente nuestra fuerza de voluntad, luchando contra la


flojera, el descuido y la indiferencia.

-No desanimarnos ante los problemas, ellos existen para ser


resueltos, usemos nuestras habilidades, y si sentimos que no podemos
pidamos ayuda a nuestros semejantes.

-Debemos estar claros en la meta que nos propongamos, si estamos


seguros, no sentiremos miedo.

-Mantengamos la alegría y la honestidad en todo lo que hagamos, la


disciplina y el trabajo no deben ser algo molesto.

-Cuando contamos con este valor sentimos orgullo y gusto al lograr


nuestras metas, y es lo que nos ayuda a luchar por lo que queremos. Tal
vez no lo logremos de inmediato, incluso nos sea difícil o creemos que
23

así es, pero al final al ver los resultados de nuestro esfuerzo veremos que
valió la pena ser constantes.

La perseverancia es un esfuerzo continuo. Es un valor


fundamental en la vida para obtener un resultado concreto; siempre es
gratificante iniciar un proyecto, existe una gran ilusión, sueños y
esperanzas.

La perseverancia es signo de madurez, estabilidad y confianza en


nosotros mismos. Cuando estudiamos y queremos terminar nuestra la
escuela o llegar a ser profesionales, necesitamos de la perseverancia para
alcanzarlo, porque necesitamos asistir a clases, cumplir con nuestras
obligaciones, estudiar para los exámenes, etc. Todo lo que hagamos por
alcanzar esa meta se enmarca en el valor de la perseverancia.

El combustible para que la perseverancia pueda moverse


largamente es el de la visión a largo plazo y la profundidad. Los seres
humanos somos hedonistas, es decir, preferimos el bien inmediato. Una
persona puede utilizar una droga porque en el momento de
administrársela a su cuerpo percibe sensaciones que le gustan, pero no
le importa que su cuerpo se dañe en el largo plazo. Eso provoca que
hagamos grandes tonterías en nuestras vidas por obtener satisfacción
instantánea.

El punto es que con la perseverancia, debemos tener la fortaleza de


no dejarnos llevar por lo fácil y lo cómodo, a cambio de obtener algo
más grande y mejor en el futuro. Si vemos la vida con superficialidad
entonces nos dejaremos llevar por las cosas inmediatas.
24

No es suficiente con hacer una lista de propósitos buenos, para ser


perseverantes se necesita trabajar y en ocasiones sacrificar algunos
gustos o tiempo. Por ejemplo, en año nuevo decimos que vamos a
cumplir nuestras metas pero al poco tiempo las abandonamos por no ser
perseverantes. La perseverancia es la firme decisión de alcanzar
nuestros propósitos o metas. El ser perseverantes realza nuestras
virtudes como ser trabajador y cumplido, ser responsable y sincero,
además nos ayuda a sentir la satisfacción del triunfo dándonos paz y
subiendo nuestra autoestima.

A veces nos olvidamos de la sabiduría popular, pero no sería mala


idea reflexionar solo un momento el viejo refrán: "El que persevera
triunfa".

Cualquier meta que emprendamos debe estar acompañada de los


medios que vamos a utilizar para conseguirla, y pensar qué nos hace
falta para alcanzarla. Estas herramientas son nuestras habilidades,
posibilidades y conocimientos, y pensar cómo aplicarlas es nuestra
misión.

La perseverancia requiere sentido común y pensar que tal vez no


lo logremos de inmediato; sin embargo es importante volverlo a
intentar, porque la perseverancia brinda estabilidad, confianza y es un
signo de que estamos madurando o tomando conciencia de nuestra
responsabilidad ante las cosas.

¿Cómo desarrollar la perseverancia?

-Siendo constantes en nuestras actividades y prevenir los obstáculos.

-Teniendo firmeza en las dificultades y en la búsqueda del bien.


25

-Enfrentando los retos sin miedo, con un compromiso pleno y decidido


para cumplir con nuestra vocación, sea lo que sea.

-Aprendiendo a valernos por nosotros mismos y trabajar con empeño


para alcanzar nuestras metas.

-Tomando conciencia de que nadie puede responder por nosotros.

-Transformando nuestros sueños en realidad.

-Teniendo proyectos factibles y no vivir de ilusiones desmesuradas.

Valores ligados a la perseverancia:

Honestidad, Fortaleza, Sinceridad, Autoestima, Tolerancia, Prudencia,


Lealtad, Humildad, Empatía, Responsabilidad.

Frases de Perseverancia:

-Si te caes siete veces, levántate ocho. (Proverbio chino)


-¡Caer está permitido. Levantarse es obligatorio! (Proverbio ruso).

-Si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia, sólo será


cuestión de tiempo recoger sus frutos. Thomas Carlyle.

-Es duro caer, pero es peor no haber intentado nunca subir. Teodoro
Roosevelt.

-La victoria pertenece al más perseverante. Napoleón 1.


26

-Nuestra mayor gloria no está en no haber caído nunca, sino en


levantarnos cada vez que caemos. Oliver Goldsmith.

-Las grandes obras son hechas no con la fuerza, sino con la


perseverancia. Samuel Jonson.

-El que la sigue la consigue. Refrán popular.

-El modo de dar una vez en el clavo es dar cien veces en la herradura.
Miguel de Unamuno.

-Puedes llegar a cualquier parte, siempre que andes lo suficiente. Lewis


Carroll.

4.7.- La fortaleza.

Es vencer los obstáculos

con[` la ayuda de la inteligencia y

la voluntad, ser capaces de

derrotar los miedos que nos

impiden dar a nuestra vida su

verdadero sentido.2

Si tenemos fortaleza podemos

conseguir lo que nos proponemos por

difícil que esto sea, nos da tranquilidad frente a las situaciones o

presiones que nos inquietan, es necesaria para que la voluntad sea firme.

2
http://www.xs4all.nl/~trinidad/dones/fortaleza.html
27

Cuando tenemos una voluntad fuerte es más fácil decir “no” a

todo aquello que puede influir negativamente en nuestra persona, y

somos capaces de reflexionar para superar cualquier conflicto en la vida.

Todos podemos superar dificultades o adversidades.

Podemos decir que el valor de la fortaleza es indispensable en el

desarrollo humano, para resistir las influencias de aquellas personas que

quieren dañar nuestra integridad o de aquellas que nos presionan para

hacer algo que no queremos hacer, contrario a los valores que nos

enseñan en casa o en la escuela.

Con la fortaleza podemos elegir actividades que nos ayudan a

nuestra superación personal; así, seremos coherentes en el pensar y en el

hacer y tendremos la firme voluntad de elegir lo bueno y desechar lo

malo.

Si pensamos en las actividades diarias, veremos que se necesita

resistir algunas molestias, y al hacerlo, sabemos con claridad que al final

va a resultar que era necesario vencerlas por nuestro propio bien.

¿Cómo desarrollar la fortaleza?

La puedo lograr sí...

• Hago un esfuerzo para resistir las tentaciones.

• Emprendo acciones de mejora personal.


28

• Acepto opiniones de personas que nos quieren y desean lo mejor

para nosotros.

• Soy congruente con lo que digo y pienso.

• Hago un esfuerzo por superar las dificultades.

• Reflexiono acerca de la importancia del esfuerzo y de ser

constante en cualquier actividad de mi vida.

• Fortalezco la voluntad ante pensamientos negativos.

Decálogo de la fortaleza:

• Todo lo que vale exige esfuerzo, disciplina, dedicación. Decídase a

emprender ese camino cada día.

• Cambie la impaciencia por la perseverancia en el empeño. El

tiempo es necesario para alcanzar cualquier objetivo.

• Establezca un horario para su vida y ajústese a él con flexibilidad,

pero con exigencia. No lo cambie por cualquier excusa.

• ¡Atrévase! Corra riesgos, sin dejar de ser prudente. No se asuste

por el miedo a fracasar o por las dificultades que encontrará.

• Planear oportunamente los medios de capacitación que nos

permitan alcanzar las metas.

• Realizar los quehaceres que se necesitan en el hogar aunque

muchas veces no sean de nuestro agrado.

• Tomar decisiones que benefician mi relación con amistades y

amigos.

• Demostrar mi rectitud cuando hago lo que es correcto

constantemente.
29

Para reflexionar

Un día, una pequeña abertura apareció en un capullo; un hombre

se sentó y observó a la mariposa por varias horas, mientras ella se

esforzaba para hacer que su cuerpo pasase a través de aquel pequeño

agujero.

En tanto, parecía que ella había dejado de hacer cualquier

progreso. Parecía que había hecho todo lo que podía, pero no conseguía

agrandarlo. Entonces el hombre decidió ayudar a la mariposa: el tomó

una tijera y abrió el capullo. La mariposa pudo salir fácilmente, pero su

cuerpo estaba marchito, era pequeño y tenía las alas arrugadas.

El hombre siguió observándola porque esperaba que, en cualquier

momento, las alas se abrieran y estirasen para ser capaces de soportar el

cuerpo, y que éste se hiciera firme. ¡Nada aconteció! En verdad, la

mariposa pasó el resto de su vida arrastrándose con un cuerpo marchito

y unas alas encogidas. Ella nunca fue capaz de volar. Lo que el hombre,

en su gentileza y su voluntad de ayudar no comprendía, era que el

capullo apretado y el esfuerzo necesario para que la mariposa pasara a

través de la pequeña abertura, era la forma en que Dios hacía que el

fluido del cuerpo de la mariposa, fuese a sus alas, de tal modo que ella

estaría lista para volar, una vez que se hubiese liberado del capullo.

Algunas veces, el esfuerzo es exactamente lo que necesitamos en

nuestra vida. Si Dios nos permitiese pasar por nuestras vidas sin
30

encontrar ningún obstáculo, nos dejaría limitados. No lograríamos ser

tan fuertes como podríamos haber sido. Nunca podríamos volar.

Pedí fuerza... y Dios me dio dificultades para hacerme fuerte.

Vive la vida sin miedo, enfrenta todos los obstáculos y demuestra que

puedes superarlos.

La fortaleza es un don, una virtud que nos asegura contra el temor

de las dificultades, de los peligros y de los trabajos más pesados que se

presentan en la ejecución de nuestras tareas. Pues es una disposición

habitual que el Espíritu Santo pone, en el alma y en el cuerpo para hacer

y sufrir cosas extraordinarias, para acometer las obras más difíciles, para

exponerse a los más espantosos peligros y para soportar los trabajos más

rudos y las penas más amargas.

4.8.- El patriotismo.

El Patriotismo (de patriota >del francés

patriote >del latín patriota >del griego patriotes,

patris + otes, perteneciente a la tierra del padre) es

un pensamiento que vincula a un ser humano con

su patria. Es el sentimiento que tiene un ser

humano por la tierra natal o adoptiva a la que se

siente ligado por unos determinados valores,


31

cultura, historia y afectos. Es el equivalente colectivo al orgullo que

siente una persona por pertenecer a una familia o cofradía. Concepto

que refiere al amor por la patria, pudiendo ser entendida ésta en un

sentido más amplio que la nación o el Estado.

Es un valor que nos hace vivir plenamente nuestro compromiso

como ciudadanos y fomentar el respeto que debemos a nuestra nación.

A la persona que cae en la exageración y /o la mitomanía en pro de

defender su patria se la denomina chovinista, (términos relacionados

son jingoísta y patriotero).

Durante el proceso de emancipación de América Latina (1808-

1826), en el que jugaron un importante papel las denominadas

sociedades patrióticas, sus principales líderes fueron, asimismo,

denominados patriotas.

En varias ocasiones nos damos tiempo para reflexionar sobre el

camino por el que va nuestra vida: trabajo, familia y amigos son la

constante necesaria e indispensable para medirnos; pero rara vez o

nunca, pensamos en nuestro actuar como ciudadanos, en lo que significa

haber nacido en un país y la responsabilidad que se desprende de este

hecho.

Tal vez para muchos, el ser patriota consiste en el orgullo de

haber nacido en un país rico en recursos o de gran tradición cultural;

para otros significa portar los colores nacionales en un evento deportivo

o en el viaje al extranjero; algunos más sólo sienten pertenecer a su país

en la fecha de una celebración nacional y sólo como pretexto para


32

organizar una fiesta con sus amigos. Cabe cuestionarnos si el verdadero

patriotismo se vive o es un sentimiento ocasional y por tanto pasajero.

La conciencia parece despertarse cuando aparecen los desastres,

las guerras y otros sucesos extraordinarios resaltando el patriotismo y la

solidaridad, pero el todo pasa y volvemos al ritmo de vida habitual. No

es posible esperar la aparición de calamidades para darnos cuenta de

nuestra capacidad de entrega y trabajo gustoso por los demás.

¿Pero cómo lograr ser patriota en un país que sólo tiene problemas

de toda índole? Son muchos los argumentos que podemos enunciar para

absolvernos de esta responsabilidad: economía, seguridad, desarrollo,

conflictos internos, decadencia cultural, falta de valores... pero debemos

asumir que el desarrollo y construcción de un país se logra con el

esfuerzo y trabajo personal, sumado al de todos los compatriotas.

En lo cotidiano las personas tienden a compararse con otras

naciones “en las que se vive mejor”, y tal vez deberíamos comenzar por

adquirir las cualidades que admiramos y elogiamos en los habitantes de

otras latitudes y colaborar positivamente al enriquecimiento de nuestra

cultura, reconociendo que la patria nos ha proporcionado las

condiciones indispensables para lograr nuestro desarrollo intelectual,

social, moral y económico.

El patriotismo se manifiesta por los valores que transmitimos

como ciudadanos conscientes: trabajo, conducta, modales, respeto a las

normas y costumbres, pero podemos suponer que de poco sirve tener

una actitud recta cuando se transige con la trampa, el abuso y la pereza.

El verdadero patriota puede quejarse de su nación observando sus


33

errores y deficiencias, pero al mismo tiempo busca y propone los medios

para poder solventarlos, pues no es correcto contemplar cómo el país se

hunde cada día más sin que hagamos algo al respecto.

La manera de comenzar a vivir y transmitir a los demás la

importancia de vivir este valor, no se logra necesariamente con grandes

campañas, todas son muy buenas e indispensables, pero se necesita del

trabajo y esfuerzo diario de cada uno de nosotros.

¿Cómo adquirir esa conciencia de unidad y pertenencia con tu

patria?

- Realiza tu trabajo con dedicación y esmero, es lo más justo y

necesario para ser productivos.

- Preocúpate por el cuidado del medio ambiente; pagar tus

impuestos, si te corresponde; acude a las urnas cuando sean

elecciones para cargos públicos.

- No menosprecies todo aquello que tu país te facilita: escuela,

comunidad, servicios, costumbres... Si no eres capaz de respetar tu

entorno, jamás se despertará en ti el amor a la patria.

- Participa en actividades de servicio comunitario atendiendo

enfermos, ancianos, niños discapacitados... que es una forma de

colaborar al desarrollo social.

- Visita museos, asiste o participa en la promoción de actividades

culturales que tengan como finalidad el dar a conocer los valores,

costumbres y tradiciones nacionales.


34

- Procura conocer la historia, pues nos descubre el esfuerzo por

construir una nación, el verdadero sentido de las tradiciones y los

hechos que han conformado la situación actual. De esta forma

estamos en condiciones de descubrir la raíz de los males,

comprenderlos y tomar decisiones para corregirlos y prevenir en

la medida posible su repetición.

- No hay que olvidar que además de vivirlo personalmente y con

nuestra familia, debemos mostrar y enseñar a la gente a realizarlo

con ilusión, demostrando que somos capaces de vivir en paz y de

ser felices construyendo el país que nos pertenece.

4.9.- La sencillez.

La sencillez es esencial,
sólo puede surgir cuando
empezamos a comprender el
significado del conocimiento
propio.

Creemos que es una


expresión externa, pocas
posesiones, ropas, cosas, pero eso no es sencillez. La verdadera sencillez
sólo puede originarse interiormente, y de ahí proviene la expresión
externa. Lo que uno es en su interior fluye al exterior.
35

Interiormente somos prisioneros, aunque en lo externo


parezcamos muy sencillos. Deseos, apetitos, ideales, de innumerables
móviles somos esclavos. Y, para encontrar la sencillez debemos ser
libres.

Al investigar nuestro ser nos hacemos cada vez más libres y más
sensibles. Cualquier forma de autoridad o coacción, interna o externa,
contribuye a la insensibilidad. Ninguna forma de coacción puede
conducir a la sencillez, al contrario, cuanto más reprimes, sustituyes,
sublimas, menos sencillez existe, aunque exista cierta apariencia.

Si uno no es sencillo no puede ser sensible a los árboles, a los


pájaros, a las montañas, al viento, a todas las cosas que existen en el
mundo que nos rodea. Y si no hay sencillez, uno no puede ser sensible al
mensaje interno de las cosas. La mayoría de nosotros vive muy
superficialmente, en el nivel superior de la conciencia (la mente). Allí
tratamos de ser reflexivos e inteligentes, lo cual es sinónimo de
religiosidad; allí tratamos de que nuestra mente sea sencilla, mediante la
coacción, mediante la disciplina. Pero eso no es sencillez. Cuando
forzamos la mente superficial a ser sencilla, tal imposición no la torna
ágil, flexible, rápida, sino que sólo consigue endurecerla.

Ser sencillo en todo el proceso de nuestra conciencia es


extremadamente arduo. Porque no debe existir ninguna reserva interior,
tiene que haber ansia por averiguar, por descubrir el comportamiento de
nuestro ser. Y eso significa estar alerta a toda insinuación, a toda
sugerencia, darnos cuenta de nuestros temores, de nuestras esperanzas,
investigar y liberarnos de todo eso constantemente. Sólo entonces,
cuando la mente y el corazón son realmente sencillos, cuando están
36

limpios de sedimentos, seremos capaces de resolver los múltiples


problemas que se nos plantean.

El saber no resolverá vuestros problemas. Es sólo mediante la


experiencia directa como se resuelven nuestros problemas; y para tener
experiencia directa ha de haber sencillez, lo cual significa que debe
haber sensibilidad. El peso del saber embota la mente. También la
embotan el pasado y el futuro. Sólo una mente capaz de ver lo que es, el
presente, de instante en instante, puede hacer frente a las poderosas
influencias y presiones que ejerce constantemente sobre nosotros todo lo
que nos rodea.

Por eso el hombre religioso no es, en realidad, el que viste una


túnica o el que ha hecho votos, sino aquél que es interiormente sencillo,
aquél que no está "transformándose" en algo. Una mente así es capaz de
una extraordinaria receptividad, porque no tiene barreras, no tiene
miedo, no va en pos de nada y es, por lo tanto, capaz de recibir la gracia,
de recibir a Dios, la verdad o como te plazca llamarlo. Sólo entonces
puede haber felicidad, porque la felicidad no es un fin, es la expresión
de la realidad.

A partir de aquí surge una sencillez, una humildad que no es


virtud ni disciplina. La humildad que se consigue deja de ser humildad.
Una mente que se vuelve humilde ya no es humilde. Sólo cuando se
tiene humildad (no una humildad cultivada) puede uno hacer frente a
las cosas apremiantes de la vida; porque entonces no es uno mismo lo
importante, no mira uno a través de las propias presiones y del sentido
de la propia importancia. Uno observa el problema tal cual es y entonces
puede resolverlo.
37

La sencillez es la acción que no resulta de una idea, es creatividad


y mientras no haya sencillez somos como polos de atracción para el
daño, el sufrimiento y la destrucción.

No se puede buscar y experimentar, llega como una flor que se


abre en el momento justo, cuando uno comprende todo el proceso de la
existencia y la vida de relación.

No hay que buscarla, surge tan sólo cuando no hay "yo", cuando la
mente no está atrapada en especulaciones, en conclusiones, en creencias,
en imaginaciones (Acción que no es resultado de una idea). Sólo una
mente libre puede hallar la verdad, recibir aquello que es
inconmensurable, que no puede nombrarse. Eso es sencillez.

Es extraño el deseo de alardear ante los demás, de ser alguien. La


envidia es odio y la vanidad corrompe. Parece tan difícil e imposible ser
sencillo, ser lo que somos y no presumir.

Siempre puede uno aparentar, ponerse una máscara, pero ser lo


que es constituye una cuestión muy compleja; porque uno está siempre
cambiando, nunca es el mismo y cada instante revela una nueva faceta,
una nueva profundidad, una superficie nueva.

La sencillez atrae al instinto, la intuición y el discernimiento para


crear pensamientos con esencia y sentimientos de empatía. Sencillez es
la conciencia que llama a las personas a replantearse sus valores.

La sencillez crece en las raíces sagradas, personificando una


riqueza de virtudes y valores espirituales que se manifiestan en las
actitudes, las palabras, las actividades y el estilo de vida. La sencillez es
hermosa y, como la luna, irradia frescura, en contraste con el resplandor
38

del sol. La sencillez es natural. Puede tener una apariencia corriente y


carente de atractivo para aquellos cuya visión está acostumbrada a lo
superficial, o a lo erudito. Sin embargo, para aquellos que poseen el
discernimiento sutil de un artista, un vislumbre de sencillez es suficiente
para reconocer la obra maestra.

La sencillez combina la dulzura y la sabiduría. Es claridad en la


mente e intelecto, ya que surge del alma. Los que personifican la
sencillez están libres de pensamientos extenuantes, complicados y
extraños. El intelecto es agudo y despierto. La sencillez invoca al
instinto, la intuición y el discernimiento para crear pensamientos con
esencia y sentimientos de empatía. En la sencillez hay altruismo, el que
personifica esa virtud ha renunciado a la posesividad y está libre de los
deseos materiales que distraen el intelecto haciéndolo divagar hacia
territorios inútiles. Carecer de deseos no significa arreglárselas sin nada,
o tener la vida de un asceta. Al contrario, uno lo tiene todo, incluyendo
la satisfacción interna. Esto se refleja en el rostro -libre de
perturbaciones, debilidades e ira- y en la conducta, con una elegancia y
una majestad extraordinarias, pero a la vez ingenua. Sencillez es ser el
niño inocente y el maestro sabio. Nos enseña a vivir con sencillez y a
pensar de forma elevada.

Las personas que viven con sencillez, generalmente disfrutan de


una relación cercana con la naturaleza. Su moral proviene de las
tradiciones perennes que funcionan en armonía con las leyes de la
naturaleza. Las hierbas se convierten en sus remedios naturales. La luna
y las estrellas son las lámparas que los alumbran. El mundo natural es el
aula en la que estudian. Esto no significa que todos debamos adoptar
este estilo de vida. Sin embargo, se puede aprender de la naturaleza.
39

Cuando se observa la ética de la sencillez, casi no hay desperdicio.


Todos los recursos se valoran: el tiempo, los pensamientos, las ideas, el
conocimiento, el dinero y las materias primas.

De la sencillez surge la generosidad. La generosidad es compartir


con un espíritu altruista los ingresos ganados a pulso. Compartir los
propios recursos conjuntamente y de forma cuidadosa es recuperar para
las actividades humanas, el sentido de la familia. La sencillez es algo
más que ofrecer dinero y posesiones materiales, es dar de uno mismo
aquello que no tiene precio: paciencia, amistad y apoyo. Con el espíritu
de dar prioridad a los demás, los que adoptan la sencillez ofrecen su
tiempo gratuitamente. Esto lo hacen con amabilidad, sinceridad, e
intuiciones puras, sin expectativas ni condiciones. Como resultado, esas
personas cosechan frutos abundantes de las semillas que se sembraron
con sus acciones generosas. Nada esperaron pero...

La sencillez es verdad. La belleza de la verdad es tan sencilla que


funciona como la alquimia. No importa cuántos disfraces se presenten
ante ella, la luz de la verdad no puede permanecer escondida; alcanzará
a las masas con un lenguaje muy sencillo y, al mismo tiempo profundo.
Los mensajeros de la verdad siempre han personificado formas
comunes, han llevado vidas sencillas, y han adoptado medios simples
para impartir sus mensajes. Viven y dicen la verdad, ofreciendo belleza
a las vidas de los demás. Su sencillez y esplendor pueden compararse
al joyero. Fiel a la integridad de su profesión, el joyero hace todas y cada
una de sus joyas preciosas y perfectas, pero él sigue siendo sencillo.

Hoy en día la belleza está definida por las industrias de la moda y


la estética, propagada por los ricos y los famosos y aceptada por las
masas. La belleza, sin embargo, no se encuentra sólo en la apariencia,
40

como dice el proverbio. La belleza, en su forma más sencilla, elimina la


arrogancia de las ropas caras y de vivir de forma extravagante. Va más
allá del rico y del pobre. Es apreciar las pequeñas cosas de la vida que a
veces no son visibles ni aparentes para el resto del mundo. Sencillez es
apreciar la belleza interna y reconocer el valor de todos los actores,
incluso del más pobre o desafortunado. Es considerar que todas las
tareas, incluso la más humilde, tienen valor y dignidad.

La sencillez reduce la diferencia entre “lo que tengo” y “lo que me


falta” demostrando la lógica de la verdadera economía: ganar, ahorrar,
invertir y compartir los sacrificios así como la prosperidad, de manera
que pueda haber una mejor calidad de vida para todos los seres
humanos, independientemente de donde hayan nacido.

Sencillez es la conciencia que dirige una llamada a la gente para


que replantee sus valores.3

4.10.- La sociabilidad.

La sociabilidad es el valor que nos

impulsa a buscar y cultivar las relaciones

con las personas, compaginando los mutuos

intereses e ideas para encaminarlos hacia un

fin común, independientemente de las

3
http://www.proyectosalonhogar.com/Diversos_Temas/Sencillez.htm
41

circunstancias personales que a cada uno rodean.

Suele definirse como la «calidad de sociable» y sociable (del latín

sociabilis) es el «naturalmente inclinado a la sociedad o que tiene

disposición para ella».4

Podríamos decir que la sociabilidad es el valor que nos impulsa a

buscar y cultivar las relaciones con las personas compaginando los

mutuos intereses e ideas para encaminarlos hacia un fin común,

independientemente de las circunstancias personales que a cada uno

rodean.

La sociabilidad es un canal de comunicación que puede sentar las

bases para tener nuevos amigos, elegir a la persona adecuada para

formar una nueva familia o comenzar una nueva empresa, en base al

intercambio de gustos, aficiones e intereses que se comparten y dan

como resultado una relación más trascendente.

Este valor es el camino para mejorar la capacidad de comunicación

y de adaptación en los ambientes más diversos.

El Hombre es un ser social por naturaleza.

El hombre, «animal social», está naturalmente inclinado a la

sociedad, es sociable por naturaleza; la sociabilidad es, pues, una virtud

humana y social. Caben infinitos grados en esta sociabilidad, así como

diversas motivaciones desde la puramente egoísta y material que

racionalmente nos impulsaría a tratar con otros para servirnos de ellos,


4
RODRÍGUEZ, A. PERPIÑÁ: Sociología general, Madrid 1956.
42

hasta la espiritualista y cristiana que nos lleva a la fraternidad como

ideal de la sociedad. «No hay nadie en el género humano a quien no se

deba amor, si no ya por la mutua reciprocidad, sí por la propiedad de la

común naturaleza» 5 «Nadie vive para sí solo. El artesano, el soldado, el

labrador, el comerciante, todos sin excepción, contribuyen al bien

común y al provecho del prójimo. El que sólo vive para sí y desprecia a

los demás es un ser inútil», «no a todos concedió (Dios) saberlo todo,

sino a uno la medicina, a otro la arquitectura, a otro otra arte, a fin de

que por necesitar unos de otros mutuamente nos amemos». 6

Aquel que a sí mismo se disocia y separa del cuerpo social se

reduce a vivir no según las costumbres de los hombres, sino como las

fieras. En realidad no puede ser hecho así, porque el hombre en ningún

caso puede vivir sin el hombre. Pero conservar la sociedad es la

comunidad; esto es, prestar auxilio para que podamos recibirlo. La

naturaleza de los hombres les inclina a huir de la soledad y buscar la

comunicación y sociedad con los demás.7

Según la doctrina cristiana, el hombre, dotado de naturaleza social,

ha sido puesto en la tierra para que viviendo en sociedad y bajo una

5
S. Agustín, Epístola 130
6 San Juan Crisóstomo, Homilías.

7 Lactancio, Lib. VI, cap. X.


43

autoridad ordenada por Dios cultive y desarrolle plenamente sus

facultades.8

«El hombre está naturalmente ordenado a vivir en comunidad

política, porque no pudiendo en la soledad procurarse todo aquello que

la necesidad y el decoro de la vida corporal exigen como tampoco lo

conducente a la perfección de su ingenio y de su alma, ha sido

providencia de Dios que haya nacido dispuesto al trato y sociedad con

sus semejantes, ya doméstica, ya civil, la cual es la única que puede

proporcionar lo que basta a la perfección de la vida».9

Relación individuo-sociedad.

En la moderna sociología, el valor de la sociabilidad es

generalmente aceptado y potenciado como nota esencial de la

personalidad. Así, entiende Ayala que la contraposición «individuo-

sociedad» en que se ha debatido la Sociología de manera tan infecunda

durante mucho tiempo es una contraposición inepta y falsa tan pronto

como se le quiere dar un alcance de realidad; sólo es lícita como juego de

conceptos; en la realidad ambos términos se implican esencialmente con

reciprocidad perfecta. Los únicos centros de actividad, de sentimientos,

de funciones, de voluntad que conocemos son los propios individuos.

La única sociedad que conocemos es aquella en la que todos se

encuentran ligados entre sí, a través del tiempo y del espacio, por las

mutuas relaciones que ellos mismos han ido creando o heredando. La

8 Pío XI, Quadragesimo anuo, 47.


9
León XIII, Inmortali Dei, 4.
44

única experiencia que poseemos es la que, como individuos, hemos

adquirido. Sólo a la luz de sus luchas, de sus intereses, de sus

aspiraciones, de sus temores y esperanzas podremos atribuir cualquier

función o meta a la sociedad. Y, a la inversa, sólo al hecho de que ellos

formen parte de la sociedad se debe el que los individuos se hallen

dotados de intereses, aspiraciones y fines. La naturaleza humana

solamente puede progresar en sociedad. La relación entre el individuo y

la sociedad no es unilateral, ambos son esenciales para la comprensión

del otro.

Sociabilidad En Relación Con Otros Valores:

*Sociabilidad-Amistad

Al tener contacto con personas diferentes, tenemos la posibilidad

de aprender de su experiencia y obtener otra perspectiva de la vida para

mejorar nuestra persona, para más adelante poder contribuir a su

desarrollo personal y así comenzar un espiral sin fin, en el cual todos

nos vemos beneficiados.

El lograr una verdadera amistad no necesariamente es el resultado de la

sociabilidad, pues depende de otras disposiciones. Este valor es un

medio que facilita el acercamiento y la comunicación con las personas.

La sociabilidad es un canal de comunicación que puede sentar las

bases para tener nuevos amigos, elegir a la persona adecuada para

formar una nueva familia o comenzar una nueva empresa, en base al


45

intercambio de gustos, aficiones e intereses que se comparten y dan

como resultado una relación más trascendente.

No podemos imaginar al género humano sin amistad; sería

concebir un género inhumano.

Se realiza aquella expresión de la Escritura: un amigo que ama a

otro como a su propia alma. El papel de la amistad es ése.

La verdadera amistad resulta de afinidades profundas y de la

necesidad de establecer una convivencia que no es la de cualquier

hombre con otro cualquiera, sino la de este hombre con alguien, en

virtud de las peculiaridades que ambos poseen y que hacen que se

comprendan y se estimen más definidamente.

*Sociabilidad-Solidaridad

El hombre es un ser gregario por naturaleza como hemos visto, y

no ha de vivir para si, sin pensar en los demás, ya que estaría faltando a

su propia naturaleza.

La versión cristiana de la sociabilidad se orienta al sentido de

solidaridad altruista, basada en los principios supremos de la caridad y

del amor al prójimo, superando su sentido utilitario y -en cierto modo-

ineluctable.
46

*Sociabilidad-Respeto

El respeto ayuda a mantener una sana convivencia con las demás

personas, se basa en normas de diferentes sociedades e instituciones.

Hay una frase muy conocida que dice: "No hagas a los demás lo

que no quieres que te hagan a tí". Vivimos en sociedad y algo que hace

al hombre sociable es la facultad de respetar a los demás.

*Sociabilidad-Civismo

El civismo es uno de los valores que diferencia al hombre de los

demás animales. El ho0mbre dándose cuanta que para ser sociable hay

que llevar pautas mínimas de comportamiento que nos permitan

convivir en paz y libertad, respetando los otros, los objetos públicos y el

entorno natural.

Otras valores con que podríamos relacionar con la sociabilidad

serian: la paz, responsabilidad, amabilidad, humildad, piedad, unidad,

tolerancia social, ayudad, caridad, generosidad, entre otros.

Actitudes que dificultan la vivencia de este valor.

En términos generales, existen algunas actitudes que dificultan la

vivencia de este valor y debemos sortearlas para lograr su desarrollo y

vivencia cotidiana:

-Dejarnos llevar por la primera impresión que nos provoca el

encuentro con las personas (el semblante, la expresión o el vestido),


47

pues de forma casi automática abrimos o cerramos nuestra

comunicación por una simple apreciación.

-Irrespetar y no aceptar la forma de ser de los demás. Esto se

traduce en catalogar a las personas (serio, tímido, aburrido, poco

competente, etc.) según como se comporten en determinado ambiente,

los excluimos y desplazamos de nuestro círculo sin conocerlos lo más

mínimo y posiblemente formando una opinión equivocada respecto a su

persona. Quien comete este error es porque no ha comprendido que las

personas no son ni se comportan según su gusto.

-Cuando nuestro lenguaje es rebuscado y poco natural. A nadie le

agrada encontrar a una persona que se empeña obstinadamente en

hablar de su profesión y empleando el vocabulario propio de su

actividad sin motivo alguno; es de mal gusto utilizar palabras y

expresiones poco usuales y sacadas del diccionario para incluirse en

cualquier momento; ni qué decir del lenguaje vulgar y grosero...

-El irrespeto en todo momento. La excesiva familiaridad en el trato

con personas que acabamos de conocer o con quienes hemos tenido

poco contacto puede entorpecer una prometedora relación; el hecho de

que sea alguien amigo o conocido de nuestros íntimos, no garantiza que

comparta las bromas, las ideas, el sentir y el trato que tiene entre sí el

grupo.

-La indiscreción y la indiferencia por conocer lo mínimo en una

persona para crear confianza.

-No caer en la cuenta que todo tiene su momento y lugar. Hay

quienes conocen a un médico y casi inmediatamente procuran obtener


48

un punto de vista profesional a un mal que se padece, como una especie

de consulta particular, lo cual es molesto e incómodo para el

profesional, sobre todo si es en una reunión social y quien lo solicita es

alguien con quien en ese momento ha coincidido.

4.11.- El pudor.

• Es un medio necesario y eficaz para dominar los instintos, hace


crecer el amor verdadero e integra la vida efectiva y sexual, en el
marco armónico del ser.

• El pudor es un mecanismo instintivo, propio de la castidad, que


protege con la vergüenza la intimidad sexual
• Es un muro protector de la pureza.
• Es un sentimiento de recato y de vergüenza, en lo que se refiere a
la esfera sexual, representa un elemento fundamental de la
personalidad
• Pudor no es miedo al cuerpo desnudo, sino respeto a él.

• Los filósofos personalistas aclaran más estas cuestiones pues


consideran que el pudor es una característica de la persona.
49

El pudor tiene dos funciones:

a) Intenta ordenar nuestra actitud hacia la castidad.


b) Trata de evitar que se cosifique el cuerpo. El pudor protege a la
castidad.

El pudor como tradición cristiana.

• La realidad del pudor es de las primeras cosas que se encuentran


en la Biblia.

• La página fundamental del Génesis que narra el pecado de Adán


representa un punto de referencia esencial para la misma reflexión
contemporánea sobre el pudor.

“Los dos estaban desnudos, el hombre y su mujer, sin avergonzarse


uno de otro" (2,25); por el contrario, después del pecado se manifiesta
el sentimiento del pudor como pudor sexual verdadero y propio ("se
dieron cuenta de que estaban desnudos", 3,7)

• Desde el comienzo de la Biblia, aparece muy estrecho el nexo entre


sentimiento de pudor y sentido de pecado.
• Desde el comienzo de la Biblia, aparece muy estrecho el nexo entre
sentimiento de pudor y sentido de pecado.

¿Experimentan del mismo modo el pudor la mujer y el hombre?

• Hay una gran distinción entre la forma que tiene de experimentar


el pudor la mujer y el hombre.

• La mujer es más difícil que vea al hombre como un objeto de


placer. En ella pesa más lo afectivo que lo sexual, es más sensible a
percibir en el hombre las cualidades de una masculinidad
psíquica.
50

• El hombre, sin embargo, tiene una sexualidad más fuerte que hace
que la afectividad quede relegada. Es más fácil que vea en la mujer
un objeto de placer; de hecho, en un primer momento.

4.12.- El optimismo.

Forjar un modo de ser entusiasta,

dinámico, emprendedor y con los pies

sobre la tierra, son algunas de las

cualidades que distinguen a la persona

optimista.

El optimismo es el valor que nos ayuda a enfrentar las dificultades

con buen ánimo y perseverancia, descubriendo lo positivo que tienen las

personas y las circunstancias, confiando en nuestras capacidades y

posibilidades junto con la ayuda que podemos recibir.

La principal diferencia que existe entre una actitud optimista y su

contraparte –el pesimismo- radica en el enfoque con que se aprecian las

cosas: empeñarnos en descubrir inconvenientes y dificultades nos

provoca apatía y desánimo. El optimismo supone hacer ese mismo

esfuerzo para encontrar soluciones, ventajas y posibilidades; la

diferencia es mínima, pero tan significativa que nos invita a cambiar de

una vez por toda nuestra actitud.

Alcanzar el éxito no siempre es la consecuencia lógica del

optimismo, por mucho esfuerzo, empeño y sacrificio que pongamos,

algunas veces las cosas no resultan como deseábamos. El optimismo es


51

una actitud permanente de “recomenzar”, de volver al análisis y al

estudio de las situaciones para comprender mejor la naturaleza de las

fallas, errores y contratiempos, sólo así estaremos en condiciones de

superarnos y de lograr nuestras metas. Si las cosas no fallaran o nunca

nos equivocáramos, no haría falta ser optimistas.

Normalmente la frustración se produce por un fracaso, lo cual

supone un pesimismo posterior para actuar en situaciones similares. La

realidad es que la mayoría de nuestros tropiezos se dan por falta de

cuidado y reflexión. ¿Para qué sirve entonces la experiencia? Para

aprender, rectificar y ser más previsores en lo futuro.

El optimista sabe buscar ayuda como una alternativa para mejorar

o alcanzar los objetivos que se ha propuesto, es una actitud sencilla y

sensata que en nada demerita el esfuerzo personal o la iniciativa. Sería

muy soberbio de nuestra parte, pensar que poseemos el conocimiento y

los recursos necesarios para salir triunfantes en toda circunstancia.

Cualquiera que ha sido campeón en alguna disciplina, llegó a

colocarse en la cima por su esfuerzo, perseverancia y sacrificio, pero

pocas veces, o mejor dicho nunca, se hace alusión a su optimismo, a esa

entrega apasionada por alcanzar su fin, conservando la confianza en sí

mismo y en las personas que colaboraron para su realización. El

optimismo refuerza y alienta a la perseverancia.

El optimista no es ingenuo ni se deja llevar por ideas

prometedoras, procura pensar y considerar detenidamente todas las

posibilidades antes de tomar decisiones. Si una persona desea iniciar un


52

negocio propio sin el capital suficiente, sin conocer a fondo el ramo o

con una vaga idea de la administración requerida, por muy optimista

que sea seguramente fracasará en su empeño, ya que carece de las

herramientas y fundamentos esenciales para lograrlo.

Se podría pensar que el optimismo nada tiene que ver con el resto

de las personas, sin embargo, este valor nos hace tener una mejor

disposición hacia los demás: cuando conocemos a alguien esperamos

una actitud positiva y abierta; en el trabajo, una personalidad

emprendedora; en la escuela, profesores y alumnos dedicados. Si

nuestras expectativas no se cumplen, lo mejor es pensar que las

personas pueden cambiar, aprender y adaptarse con nuestra ayuda. El

optimista reconoce el momento adecuado para dar aliento, para

motivar, para servir.

El paso hacia una actitud optimista requiere de una disposición

más entusiasta y positiva, es tanto como darle la vuelta a una moneda y

ver todo con una apariencia distinta:

- Analiza las cosas a partir de los puntos buenos y positivos,

seguramente con esto se solucionarán muchos de los

inconvenientes. Curiosamente, no siempre funciona igual a la

inversa.

- Haz el esfuerzo por dar sugerencias y soluciones, en vez de hacer

críticas o pronunciar quejas.

- Procura descubrir las cualidades y capacidades de los demás,

reconociendo el esfuerzo, el interés y la dedicación. Esto es lo más

justo y honesto.
53

- Aprende a ser sencillo y pide ayuda, generalmente otras personas

encuentran la solución más rápido.

- No hagas alarde de seguridad en ti mismo tomando decisiones a

la ligera, considera todo antes de actuar pues las cosas no se

solucionan por sí mismas. De lo contrario es imprudencia, no

optimismo.

La Fuerza del Optimismo.

En el transcurrir de la historia de la humanidad, los diferentes


pueblos y culturas han engendrado hombres que de diversas maneras
sobresalieron por encima de sus contemporáneos. Muchos de sus
nombres aparecen en los diccionarios enciclopédicos o en obras
literarias, porque todos hicieron algo que los hizo trascender y pasar a la
posteridad como triunfadores. Hablo de profetas, científicos, artistas,
inventores, deportistas, políticos, estadistas, líderes.

Estos personajes, admirados a través de los tiempos, no sólo


alimentaron un sueño, sino que estuvieron convencidos de poder
realizarlo y decidieron no desmayar en el empeño. Se sabe que una
fuerza superior les empujaba cuando ascendieron por las cuestas
escarpadas de la vida y, cual luz divina, les iluminaba los caminos más
oscuros: EL OPTIMISMO.

Uno de los secretos de los triunfadores es, sin dudas, cultivar el


optimismo. Cuando lo han incorporado definitivamente a su manera de
actuar, siempre han estado cargados de ánimo, con buena disposición y
marcados por una firmeza a toda prueba.

Mas, ¿qué es, justamente, este término tan repetido y necesitado


por todos? Se trata de un sistema filosófico que atribuye al universo la
mayor perfección posible como obra de un ser infinitamente perfecto.
También se entiende como la propensión a ver y juzgar las cosas bajo el
aspecto más favorable, acoger siempre la arista positiva de la realidad y
54

cultivar la certeza de que es posible alcanzar los objetivos, sin espacio


para el desánimo.

El optimismo implica una fuerza superior en el hombre, le da la


seguridad de que puede, de que es posible cualquier empeño por difícil
que sea. Cuando actuamos con optimismo es menos probable que
alguien nos frene o que algo nos amilane, porque, pese a los escollos, no
renunciamos al fin propuesto y, en consecuencia, lo obtenemos.

Las personas impregnadas en esa cualidad tienen más


posibilidades de éxito, porque el éxito comienza con la voluntad, con la
seguridad en sí mismo. Esta confianza en lo propio no consiste en
pensar que somos más, sabemos más o estamos por encima de todos,
sino en creer que podemos llegar a ser tanto como se desee. Si usted
considera que está vencido, ya lo está, pues la predisposición a fallar lo
hace vulnerable psicológica y físicamente. En cambio, si cree que puede,
si se siente seguro de que puede, podrá.

Es cierto que cualquiera pierde una batalla, pero el optimista


nunca la pierde antes de echarla. Incluso, cuando ocurre lo peor, piensa
que es mejor perder una vez que seguir perdiendo; entonces intenta,
ante todo, prepararse para la próxima ocasión, en la que tratará de
recuperar lo perdido o alcanzar lo propuesto.

Dos hombres intentan escalar la cumbre de una elevación. Ambos


llevan sogas, garfios, y alimentos energéticos. Están, aparentemente, en
igualdad de condiciones. ¿A cuál podemos apostar como posible
ganador? A quien, además de los avíos, lleva consigo la certeza de que
llegará a la cima: al optimista. Porque su estado anímico le otorga una
predisposición favorable que lo pone en ventaja.

La persona optimista es más propensa a insistir hasta abrazar el fin


anhelado.

Quienes disponen de una voluntad emprendedora suelen


encontrar en otros, que hicieron realidad sus propósitos, una verdadera
inspiración y alimentan así el optimismo. Esto es: "si ellos pudieron, yo
55

también". Pero, el que lo hizo primero necesitó de una firmeza mayor


que le permitió asegurar: " aunque nadie lo ha logrado, yo lo haré". Esta
disposición estuvo cargada de optimismo, evidentemente.

4.13.- La humildad.

La humildad es sin duda una


virtud heroica, el camino más corto
para alcanzar la santidad o la dicha
de ser colocado en la eternidad
feliz.

Expongo el tema de la
humildad desde una sabia y
sopesada reflexión que realiza el
Pbro. Dr. Francisco Fernández
Carvajal, quien aborda este valor
desde criterios inteligibles y
racionalmente aceptables. El
desarrolla el valor de la humildad
de este modo:

I. Narra San Mateo en el Evangelio de la Misa10 que Jesús se retiró


con sus discípulos a tierras de gentiles, en la región de Tiro y de Sidón.
Allí se le acercó una mujer que, a grandes gritos, imploraba: “¡Señor,
Hijo de David, apiádate de mí! Mi hija es cruelmente atormentada por el
demonio.” Jesús la oyó y no contestó nada. Comenta San Agustín que
no le hacía caso precisamente porque sabía lo que él tenía reservado: no
callaba para negarle el beneficio, sino para que lo mereciera ella con su
perseverancia humilde. 11

La mujer debió de insistir largo rato, de tal manera que los

10 Mt 15, 21-28

11 Cfr. San Agustín, Sermón 154 A,4


56

discípulos, cansados de tanto empeño, dijeron al Maestro: Atiéndela y


que se vaya, pues viene gritando detrás de nosotros. El Señor le explicó
entonces que Él había venido a predicar en primer lugar a los judíos.
Pero la mujer, a pesar de esta negativa, se acercó y se postró ante Jesús,
diciendo: “¡Señor, ayúdame!”

Ante la perseverante insistencia de la mujer cananea, el Señor le


repitió las mismas razones con una imagen que ella comprendió
enseguida: “No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los
perrillos.” Le dice de nuevo que ha sido enviado primero a los hijos de
Israel y que no debe preferir a los paganos. El gesto amable y acogedor
de Jesús, el tono de sus palabras, quitarían completamente cualquier
tono hiriente a la expresión. Las palabras de Jesús llenaron aún más de
confianza a la mujer, quien, con gran humildad, dijo: “Es verdad, Señor,
pero también los perrillos comen de las migajas que caen de las mesas
de sus amos.” Reconoció la verdad de su situación, “Confesó que eran
señores suyos aquellos a quienes Él había llamado hijos.”.12 El mismo
San Agustín señala que aquella mujer “fue transformada por la
humildad y mereció sentarse a la mesa con los hijos”.13 Conquistó el
corazón de Dios, recibió el don que pretendía y una gran alabanza de
del Maestro: “¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase como tú quieres. Y
quedó sanada su hija en aquel instante.” Sería seguramente más tarde
una de las primeras mujeres gentiles que abrazaron la fe, y siempre
conservaría en su corazón el agradecimiento y el amor al Señor.

Nosotros, que nos encontramos lejos de la fe y de la humildad de


esta mujer, le pedimos con fervor al maestro: ”Buen Jesús: si he de ser
apóstol, es preciso que me hagas muy humilde.

El sol envuelve de luz cuanto toca: Señor, lléname de tu caridad,


endiósame: que yo me identifique con tu Voluntad adorable, para
convertirme en el instrumento que deseas... Dame tu locura de
humillación: la que te llevó a nacer pobre, al trabajo sin brillo, a la

12 Idem. Sermòn 50 A, 2-4

13 Ibídem
57

infamia de morir cosido con hierros a un leño, al anonadamiento del


Sagrario. Que me conozca: que me conozca que te conozca. Así jamás
perderé de vista mi nada”.14 Sólo así podré seguirte como Tú quieres y
como yo quiero: con una fe grande, con un amor hondo, sin condición
alguna.

II. Se cuenta en la vida de San Antonio Abad que Dios le hizo ver
el mundo sembrado de los lazos que el demonio tenía preparados para
hacer caer a los hombres. El santo, después de esta visión, quedó lleno
de espanto, y preguntó: “Señor, ¿Quién podrá escapar de tantos lazos?”.
Y oyó una voz que le contestaba: “Antonio, el que sea humilde; pues
Dios da a los humildes la gracia necesaria, mientras los soberbios van
cayendo en todas las trampas que el demonio les tiende; mas a las
personas humildes el demonio no se atreve a atacarlas”.

Nosotros, si queremos servir al Señor, hemos de desear y pedirle


con insistencia la virtud de la humildad. Nos ayudará a desearla de
verdad el tener siempre presente que el pecado capital opuesto, la
soberbia, es lo más contrario a la vocación que hemos recibido del Señor,
lo que más daño hace a la vida familiar, a la amistad, lo que más se
opone a la verdadera felicidad... Es el principal apoyo con que cuenta el
demonio en nuestra alma para intentar destruir la obra que el Espíritu
Santo trata incesantemente de edificar.

Con todo, la virtud de la humildad no consiste sólo en rechazar los


movimientos de la soberbia, del egoísmo y del orgullo. De hecho, ni
Jesús ni su Santísima Madre experimentaron movimiento alguno de
soberbia y, sin embargo, tuvieron la virtud de la humildad en grado
sumo. La palabra humildad tiene su origen en la palabra latina humus,
tierra; humilde, en su etimología, significa inclinado hacia la tierra; la
virtud de la humildad consiste en inclinarse delante de Dios y de todo lo
que hay de Dios en las criaturas.15 En la práctica, nos lleva a reconocer
nuestra inferioridad, nuestra pequeñez e indigencia ante Dios. Los

14 J. Escrivá de Balaguer, Surco n. 273

15 Cfr. R Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior, vol. II, p. 670
58

santos sienten una alegría muy grande en anonadarse delante de Dios y


en reconocer que sólo Él es grande, y que en comparación con la suya,
todas las grandezas humanas están vacías y no son sino mentira.

La humildad se fundamenta en la verdad16, sobre todo en esta


gran verdad: es infinita la distancia entre la criatura y el Creador. Por
eso, frecuentemente hemos de detenernos para tratar de persuadirnos
de que todo lo bueno que hay en nosotros es de Dios, todo el bien que
hacemos ha sido sugerido e impulsado por Él, y nos ha dado la gracia
para llevarlo a cabo. No decimos ni una sola jaculatoria si no es por el
impulso y la gracia del Espíritu Santo17; lo nuestro es la deficiencia, el
pecado, los egoísmos. “Estas miserias son inferiores a la misma nada,
porque son un desorden y reducen a nuestra alma a un estado de
abyección verdaderamente deplorable”18. La gracia, por el contrario,
hace que los mismos ángeles se asombren al contemplar un alma
resplandeciente por este don divino.

La mujer cananea no se sintió humillada ante la comparación de


Jesús, señalándole la diferencia entre los judíos y los paganos; era
humilde y sabía su lugar frene al pueblo elegido; porque fue humilde,
no tuvo inconveniente en perseverar a pesar de haber sido
aparentemente rechazada, en postrarse ante Jesús... Por su humildad, su
audacia y su perseverancia, tuvo una gracia tan grande. Nada tiene que
ver la humildad con la timidez, la pusilanimidad o con una vida
mediocre y sin aspiraciones. La humildad descubre que todo lo bueno
que existe en nosotros, tanto en el orden de la naturaleza como en el
orden de la gracia, pertenece a Dios, porque de su plenitud hemos
recibido todos19; y tanto don nos mueve al agradecimiento.

16 Santa Teresa, Las Moradas, VI, 10

17 cfr. I Cor 12,3

18 R. Garrigou Lagrange, o. c., vol. II p. 674

19 Cfr 1 Cor 1,4


59

III. “A la pregunta ‘¿cómo he de llegar a la humildad?’


corresponde la contestación inmediata: “Por la gracia de Dios” (...).
Solamente la gracia de dios puede darnos la visión clara de nuestra
propia condición y la conciencia de su grandeza que origina la
humildad”20. Por eso hemos de desearla y pedirla incesantemente,
convencidos de que con esta virtud amaremos a Dios y seremos capaces
de grandes empresas a pesar de nuestras flaquezas.

Junto a la petición, hemos de aceptar las humillaciones,


normalmente pequeñas, que surgen cada día por motivos tan diversos:
en la realización del propio trabajo, en la convivencia con los demás, al
notar las flaquezas, al ver las equivocaciones que cometemos, grandes y
pequeñas. De Santo Tomás de Aquino se cuenta que un día fue
corregido por una supuesta falta de gramática mientras leía; la corrigió
según lo indicaban. Luego, sus compañeros le preguntaron por qué la
había corregido si él mismo sabía que era correcto el texto tal como lo
había leído. Y el Santo contestó: “Vale más delante de Dios una falta de
gramática, que otra de obediencia y de humildad”. Andamos el camino
de la humildad cuando aceptamos las humillaciones, pequeñas y
grandes, y cuando aceptamos los propios defectos procurando luchar
con ellos.

Quien es humilde no necesita demasiadas alabanzas y elogios en


su tarea, porque su esperanza está puesta en el Señor; y Él es, de modo
real y verdadero, la fuente d e todos sus bienes y su felicidad: es Él
quien da sentido a todo lo que hace. “Una de las razones por las que los
hombres son tan propensos a alabarse, a sobreestimar su propio valor y
sus propios poderes, a resentirse de cualquier cosa que tienda a
rebajarlos en su propia estima o en la de otros, es porque no ven más
esperanza para su felicidad que ellos mismo. Por esto son a menudo tan
susceptibles, tan resentidos cuando son criticados, tan molestos para
quien les contradice, tan insistentes en salirse con la suya, tan ávidos de
ser conocidos, tan ansiosos de alabanza, tan determinados a gobernar su
medio ambiente. Se afianzan en sí mismos como el náufrago e sujeta a

20 E. Boylan, El amor supremo, Vol. II p. 81


60

una paja. Y la vida prosigue, y cada vez están más lejos de la felicidad.”.

Quien lucha por ser humilde no busca ni elogios ni alabanzas; y si


llegan procura enderezarlos a la gloria de Dios, Autor de todo bien. La
humildad se manifiesta no tanto en el desprecio como en el olvido de sí
mismo, reconociendo con alegría que no tenemos nada que no hayamos
recibido, y nos lleva a sentiremos hijos pequeños de Dios que
encuentran toda la firmeza en la mano fuerte de su Padre.

Aprendemos a ser humildes meditando la Pasión de Nuestro


Señor, considerando su grandeza ante tanta humillación, el dejarse
hacer “como cordero llevado al matadero”, según había sido
profetizado,21 su humildad en la Sagrada Eucaristía, donde espera que
vayamos a verle y hablarle, dispuesto a ser recibido por quien se
acerque al Banquete que cada día preparar para nosotros, su paciencia
ante tantas ofensas... Aprenderemos a caminar por este sendero si nos
fijamos en María, la Esclava del Señor, la que no tuvo otro deseo que el
de hacer la voluntad de Dios. También acudimos a San José, que empleó
su vida en servir a Jesús y a María, llevando a cabo la tarea que Dios le
había encomendado.

4.14.- La Audacia.

Es la habilidad que tiene la


persona de actuar. Es una
persona atrevida, intrépida,
temeraria y valiente. Una
persona audaz, se puede
desenvolver en múltiples áreas,
es creativo, líder, inteligente,
además de habilidoso. A
diferencia de las personas que
son tímidas, cobardes, apocado.

21 Is 53, 7
61

Emprende y realiza acciones que parecen poco prudentes,


convencido, a partir de la consideración serena de la realidad con sus
posibilidades y con sus riesgos, de que puede alcanzar un bien.

La mala utilización de dicha virtud es, la osadía, por la cual realiza


acciones poco prudentes pero no a partir de la realidad y ni mucho
menos son para conseguir un bien, sólo para alimentar un egoísmo.

Por tanto, la audacia debe ser moderada por la razón. Entonces se


convierte en la hermana menor de la fortaleza.

La acción rápida que conlleva la audacia es recomendable después


de la reflexión previa, que es un acto de la conciencia.
La verdadera virtud de la audacia no es la imprudencia, ni osadía
irreflexiva, ni simple atrevimiento. La audacia es fortaleza, virtud
imprescindible para la vida del alma.

La lucha denodada dará a tu espíritu fortaleza, el andar con


esfuerzo continuado hará de ti un héroe, camina siempre con la debida
audacia acompañada del necesario discernimiento.

La Audacia como pasión.

En su primera acepción, la audacia es una pasión del apetito

irascible, que acomete el mal difícil o arduo inminente para superarlo o

destruirlo, movido por la esperanza de la victoria y de alcanzar el fin

deseado. En este sentido, es un movimiento instintivo del hombre,

delante del cual se presentan unas dificultades que le impiden conseguir

algo que puede y desea lograr. El hombre, cuando ve un bien difícil pero

posible, lo desea y espera, y ante los posibles obstáculos que se

presentan a sus ojos dificultando su consecución, siente un movimiento

pasión de acometerlos con audacia para vencerlos. En esta acepción, la


62

audacia se opone a la pasión del temor, que le hace retraerse ante las

dificultades cuando le parecen insuperables, o cuando no le compensan

del bien que busca. Naturalmente, la vehemencia de esta pasión

depende fundamentalmente de la mayor esperanza del bien: cuando la

esperanza de conseguir algo es firme, ésta incita a superar y destruir los

impedimentos, y entonces surge un fuerte movimiento de audacia. Y, a

su vez, la pasión de la esperanza aumenta cuando el poder propio del

hombre físico, moral, intelectual y el que tiene de otra persona, son

mayores; y, en el orden fisiológico al que también hace referencia la

pasión, la audacia aumenta con el vigor corporal, la salud y la juventud.

Evidentemente, esta pasión, que puede ser más o menos intensa en los

distintos caracteres y en las distintas situaciones, no entra en el campo

de la moralidad: es una premisa, que se da en mayor o menor grado en

cada persona.

La Audacia como virtud humana.

La audacia como virtud humana es un aspecto concreto de la

magnanimidad, por la que el ánimo del hombre tiende a cosas grandes,

y busca la virtud y el bien a toda costa. Y cuando las dificultades que se

presentan en esa búsqueda son grandes y tratan de empequeñecer el

ánimo para que desista de afrontarlas, la audacia mueve al hombre para

acometer la empresa decididamente. Para que se dé la virtud, se

requiere, por tanto, que haya esperanza racional de un auténtico bien,

de algo que objetivamente perfecciona al hombre y le lleva hacia su fin.

No puede ser audaz quien se lanza tras la consecución de algo que no


63

lleva al hombre hacia su plenitud, hacia Dios, en su vida sobre la tierra.

La audacia verdadera debe hacer relación, en última instancia, al último

fin, ya que todas nuestras esperanzas naturales aspiran a realidades que

son como reflejos y sombras confusas de la vida eterna. Sería desvirtuar

la realidad del hombre, si se tratara de sustituir la verdadera esperanza

(aun en los hombres que no tienen la verdadera fe), por una simple

esperanza terrena, configurada al margen de su relación con Dios y sus

promesas, como pretende hacer el marxismo en sus diversas

manifestaciones.

Y cuanto más grande es la empresa que el hombre desea y espera

realizar, cuanto mayor recta estima tiene del bien y mayor claridad en su

relación con el fin último, mayor debe ser la audacia. Mas a esta

esperanza ha de unirse la intervención de la prudencia: la audacia,

virtud racional, sigue a la deliberación de la inteligencia, en la que se

consideran todos los peligros que amenazan, dentro de las más diversas

situaciones hipotéticas posibles, de modo que se dé una justa proporción

entre el bien que se busca y los peligros que hay que afrontar; y al

mismo tiempo, considerar las fuerzas de que dispone el hombre para

vencer esas dificultades. En el plano humano, estos medios son las

virtudes, la experiencia, los posibles medios exteriores necesarios, la

ayuda de otras personas y, principalmente, el auxilio de Dios, «de quien

esperamos el socorro, no sólo de beneficios espirituales, sino también

temporales». Por tanto, la audacia está entre dos extremos: la

pusilanimidad y la cobardía, de un lado, que obligan al hombre, bajo


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capa de falsa prudencia, a no acometer empresas grandes que llevan

consigo dificultades y peligros, y, de otro lado, la temeridad y la

presunción, por las que el hombre se arriesga sin necesidad o sin contar

con las debidas fuerzas.

La Audacia, virtud cristiana.

«Quienes están en buenas disposiciones con la divinidad son más

audaces». Nadie como un cristiano tiene motivos y razones para vivir

esta virtud. En primer lugar, el cristiano apoya su audacia en una

esperanza sobrenatural, por la que se le han prometido con certeza

bienes que superan toda expectativa natural, y que deben buscarse por

encima de todo peligro, aun a costa de la propia vida. Y todas las

actividades del cristiano cobran su pleno sentido cuando a su intrínseca

pero limitada bondad se añade la de ser camino y medio para llegar a

Dios: «Trabajad no por el manjar que se consume, sino por el que dura

hasta la vida eterna». Junto a eso, la esperanza cristiana tiene la certeza

de alcanzar dichos bienes, porque en Cristo tenemos

«La esperanza como segura y firme áncora de nuestra alma». Y para

conseguir lo que el cristiano busca, cuenta no sólo con sus exiguas

fuerzas, sino con el mismo Cristo, que «es la esperanza de la gloria», y

en el que Dios nos ha dado todas las cosas: «Si Dios está por nosotros,

¿quién contra nosotros? El que ni a su propio Hijo perdonó, sino que le

entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo después de habérnosle

dado a Él dejará de darnos cualquier otra cosa?».


65

Finalmente para esa consecución, el cristiano cuenta con la oración

de petición infalible: «Así como nuestro Salvador ha obrado y realizado

en nosotros la fe, fue asimismo saludable que nos introdujera también

en la esperanza viva, enseñándonos la oración con que más

comúnmente nuestra esperanza se alza hacia Dios». La oración y la

esperanza están esencialmente implicadas. La oración es la

exteriorización y manifestación de la esperanza, es «interpretativaspei»;

en ella se expresa la esperanza misma. Es lógico, por tanto, que la

audacia sea específicamente virtud cristiana; y lo es, precisamente, en la

medida en que se apoya en la humildad, que busca la ayuda de Dios,

conociendo la flaqueza humana, y huye de la presunción.

El cristiano busca la recta edificación de la ciudad temporal,

descubriendo en todas las situaciones el sentido trascendente que tiene

su tarea: sabe que no puede apoyarse solamente en sus propios medios -

inadecuados para este fin-, sino que cuenta con el auxilio y el poder de

Dios. Y, por ello, está dispuesto a afrontar todos los peligros, con la

mirada puesta en la grandeza de lo que intenta y con la seguridad de

que no está solo: « ¡Dios y audacia! La audacia no es imprudencia. La

audacia no es osadía». Estas actitudes, para quien no vive la fe y la

esperanza, carecerían de sentido y estarían fuera de la prudencia

humana o parecerían locuras; pero se presentan en el cristiano con la

claridad y certeza que le dan el vivir esas virtudes teologales.


66

La Audacia en el ámbito profesional.

La audacia es el nombre del juego. Cuando se miran las grandes

hazañas empresariales, siempre se encuentra un común denominador:

gente audaz, que toma riesgos y explora sin temores nuevos territorios.

Hay que mirar lejos con inteligencia y audacia, y luego perseverar. Y

audacia para atreverse a reinventarse para el hacer de manera diferente.

Frases sobre la audacia.

La audacia te permite abrir nuevos caminos.

Pon un gramo de audacia en todo lo que hagas.


Baltasar Gracián.

Con audacia se puede intentar todo, mas no conseguirlo todo.


Napoleón I.

El tacto en la audacia es saber hasta dónde se puede ir demasiado lejos.


Jean Cocteau.

Hay momentos en que la audacia es prudencia.


Clarence S. Darrow .

Con la audacia se encubren grandes miedos.


Marco Anneo Lucano.
67

4.15.- La lealtad

Leal proviene del latín


legalis, o sea, “lo que es
conforme a la ley”. La persona
leal es la persona “de ley”, un
ser que asume el deber de
cumplir lo prometido y
mantener las “reglas de juego”
que libremente ha querido
asumir. Lealtad es fidelidad al
compromiso de defender lo que
creemos y quienes creemos.

Entre las definiciones más acertadas que he podido encontrar con

respecto a la Lealtad están:

• La lealtad tiene que ver con el sentimiento de apego, fidelidad y

respeto que nos inspiran las personas a las que queremos o las

ideas con las que nos identificamos. Los que son leales poseen un

alto sentido del compromiso y ello les permite ser constantes en

sus afectos y cumplidores de su palabra.

• La lealtad es un corresponder, una obligación que se tiene con los

demás. Es un compromiso a defender lo que creemos y en quien

creemos.

• Lealtad significa fidelidad, franqueza, nobleza, honradez,

sinceridad y rectitud.
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• Es un compromiso a defender lo que creemos y en quien creemos.

La lealtad es un valor, pues quien es traidor se queda solo.

Cuando somos leales, logramos llevar la amistad y cualquier otra

relación a su etapa más profunda. Todos podemos tener un amigo

superficial, o trabajar en un lugar simplemente porque nos pagan.

Sin embargo la lealtad implica un compromiso que va más hondo:

es el estar con un amigo en las buenas y en las malas, es el trabajar

no solo porque nos pagan, sino porque tenemos un compromiso

más profundo con la empresa en donde trabajamos, y con la

sociedad misma.

Una historia para pensar:

Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando


llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le
aconsejó que se metiera a su cabaña. Casi de inmediato llegaron los
cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra. El
hombre, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente
señalaba la cabaña donde se había escondido.

Los cazadores no comprendieron las señas de la mano y se


confiaron únicamente en lo dicho con la palabra. La zorra al verlos
marcharse, salió sin decir nada. El leñador reprochó a la zorra por que
no le daba las gracias a pesar de haberla salvado, a lo que la zorra
respondió: Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran
dicho lo mismo.

**La lealtad es una llave que nos permite tener auténtico éxito
cuando nos relacionamos. La lealtad es un valor que no es fácil de
69

encontrar. Es, por supuesto, más común aquella persona que al saber
que puede obtener algo de nosotros se nos acerque y cuando dejamos de
serle útil nos abandona sin más. Es frecuente saber que alguien
frecuenta un grupo contrario porque le da más beneficios. Y lo que
acaba ocurriendo es que nadie confía en ese tipo de personas.

La lealtad es esencial en la amistad. Los conocidos se hacen amigos


a través de la lealtad mutua. La lealtad es un esencial en la amistad que
se ha desarrollado en el compromiso de corazones entre dos personas.
En una relación de corazón a corazón la lealtad desarrolla la confianza
mutua.

Es nuestro deber el ser leal a aquellos que dependen de nosotros:


familia, amigos, nuestros empleados o nuestro empleador. La lealtad es
amor bondadoso en acción. La lealtad es potenciada por la energía que
viene hacia nuestro cuerpo al cuidar nuestras actitudes y pensamientos.
La lealtad desarrolla nuestra alma en conciencia, transformándonos en
la creación más hermosa posible de un ser humano.

Como vemos, la lealtad se relaciona estrechamente con otras


virtudes como la amistad, el respeto, la responsabilidad y la honestidad
entre otras.

¿Qué puntos debemos trazar para llegar a ser leales?

Ser fieles a nosotros mismos y a nuestras ideas (la coloque en


primer lugar, ya que la considero la más importantes de las tres; si
no te eres leal a ti mismo, nunca lo serás con los demás).

Respetar y corresponder a las personas que nos quieren y son


buenas con nosotros.
70

No abandonar a nuestros amigos en los momentos difíciles, ni


dejarnos tentar por quIenes nos invitan a traicionarlos a cambio de
dinero, poder u otra oferta parecida.

¿Cuales obstáculos nos impiden ser leales?

La falta de convicciones e ideales, que hace que las personas se


dejen guiar por los impulsos más inmediatos y estén siempre
dispuestas a irse con quien mejor les parezca.

La idea de que el trabajo es un mal necesario que se realiza por


obligación, como un castigo, con el único fin de obtener una
remuneración, lo cual lleva a muchos trabajadores a ponerle
precio a su lealtad para con sus empleadores.

La cultura de la infidelidad, que hace que hombres y mujeres


sientan horror del compromiso y rompan permanentemente sus
promesas amorosas.

Podemos ver como actitudes desleales:

• Las críticas que se hacen de las personas, haciendo hincapié en sus


defectos, lo limitado de sus cualidades o lo mal que hacen su trabajo.

• Hablar mal de nuestros jefes, maestros o de las instituciones que


representan.

• Divulgar las confidencias que se nos han hecho.

• Quejarnos del modo de ser de alguien y no ayudarlo para que se


supere.

• Dejar una amistad por razones injustificadas y de poca trascendencia,


como el modo de hablar, vestir o conducirse en público.

• El poco esfuerzo que se pone al hacer un trabajo o terminarlo.


71

• Cobrar más del precio pactado.

Como vemos, la Lealtad se relaciona estrechamente con otro


Valores como la Amistad, el Respeto, la Responsabilidad y la
Honestidad entre otras.

No basta contradecir las actitudes desleales para ser Leal, es


necesario detenernos a considerar algunos puntos:

• En toda relación se adquiere un deber respecto a las personas. Como


la confianza y el respeto que debe haber entre padres e hijos, la empresa
con los empleados ( sus clientes más inmediatos ) y sus clientes externos,
entre los amigos, los alumnos hacia su escuela, etc.

• Es necesario reconocer los valores que representan las instituciones o


aquellos que promueven las personas con sus ideas y actitudes. Nunca
será buena idea que una persona que se preocupa por vivir los valores,
trabaje en un lugar donde se hacen fraudes o impera la corrupción.

• Se deben buscar y conocer los valores permanentes para cualquier


situación, de otra forma se es "leal" mientras se comparten las mismas
ideas. La persona que convive en un ambiente de diversión malsana y
excesos, pronto se alejará y comenzará a hablar mal de aquellos que
dejaron de participar de sus actividades.

• La Lealtad no es consecuencia de un sentimiento afectivo, es el


resultado de una deliberación mental para elegir lo que es correcto. El
mentir para encubrir las faltas de un amigo (en la casa, el trabajo o la
escuela) no nos hace leales, sino cómplices.

• Si se coloca como valor fundamental el alcance de objetivos, se pierde


el sentido de cooperación. La persona que participa de una actividad
sólo por el éxito que se tiene, fácilmente abandona la empresa porque
las cosas no salen bien o simplemente deja de obtener los beneficios a
que estaba acostumbrado.

• Lo importante es vivir los valores por lo que representan, no por las


personas que en algún momento dictan una norma. Todo trabajo se
debe hacer bien, no por "quedar bien" con el jefe.
72

Concretando. Una persona es leal cuando se mantiene unida al


grupo o persona con la que se ha vinculado. Cuando protege, apoya y
defiende los valores (de amistad, deportivos, familiares, religiosos, las
relaciones laborales con clientes y compañeros de trabajo, etc.) que
promueve la institución a la que se ha vinculado. El vínculo: su
reconocimiento y la apreciación de los valores que representa.

Proverbios sobre la lealtad:

La piedad y la lealtad no te abandonen; átalas a tu cuello,


escríbelas en la tablilla de tu corazón. Así hallarás favor y buena
acogida a los ojos de Dios y de los hombres". (Proverbios 3:3-4)

“Los caminos de la lealtad son siempre rectos.” (Charles


Dickens)

“Iluminados por la lealtad nuestros pasos irán siempre por el


camino recto”.

“Sólo el que manda con amor es servido con lealtad”. (Francisco


de Quevedo)

“Llegar juntos es el principio; mantenerse juntos es el progreso;


trabajar juntos es el éxito”. (Henry Ford)

“Aparta la amistad de la persona que si te ve en el riesgo te


abandona”. (Félix María Samaniego)

Decálogo de La Lealtad:

1. La persona leal, lo es con la empresa, con la familia y con la


sociedad.

2. Hablar mal de alguien que no está presente es una falta de lealtad a


esa persona.
73

3. Pertenencia es tener la “camiseta puesta”, lo cual significa trabajar


como si la empresa fuera de uno.

4. El compromiso con la organización debe ser total. Sin embargo, no se


pueden transgredir los principios, por buscar el beneficio de la empresa
o de algún compañero.

5. La palabra dada es sagrada: sea fiel a ella.

6. Pertenecer a una empresa es identificarse con su Cultura


Organizacional: alinear los propios valores con los valores corporativos.

7. El compromiso y la lealtad son de doble vía: de las personas hacia la


organización y de ésta hacia la gente. Usted haga su parte.

8. Compromiso significa solidaridad para con todos: colaboración,


ayuda mutua… La unión hace la fuerza. Hoy por ti, mañana por mí.

9. El empeño por conservar el buen ambiente es una manifestación de


pertenencia. Por eso declárele la guerra al chisme.

10. Al corregir, cuando sea necesario, hágalo como le gustaría que lo


hicieran con usted. Hable de forma directa y clara, pero con delicadeza.

4.16.- La gratitud.

Es la virtud por la
cual una persona
reconoce, interior y
exteriormente, los regalos
recibidos y trata de
corresponder en algo por
lo que recibió. La gratitud
no significa "devolver el
favor".
74

Ser agradecido es más que saber pronunciar unas palabras de


forma mecánica; Consiste en una disposición interior.

Y encontrarla es posible si tenemos los ojos bien abiertos y el


corazón despierto para descubrir los miles de gestos que nos brindan los
demás a todas horas.

Un proverbio lo confirma: “La memoria del mal tiene larga huella,


la memoria del bien muy pronto pasa. Nuestro mundo necesita una
buena dosis de gratitud y un poco menos de reivindicaciones. Sí: hay
que pedir lo que nos falta y nos corresponde, pero sin olvidar que
también hay que agradecer lo que a veces “nos ha sobrado” y lo que
más valía: el amor que muchos nos han regalado.

Una de esas gratitudes es la de los hijos hacia los padres. Si


vivimos, es porque ellos se amaron y nos amaron.

Gratitud es la palabra mágica que introduce en el hogar la cortesía,


el buen orden y la serenidad.

Lo que debemos los hijos a nuestros padres sigue en pie, a pesar


de todo.

La gratitud con los padres es un deber de cariño elemental.

Gratitud a Dios.

La gratitud con Dios es un homenaje que arranca de lo más


profundo del corazón.

El vivir es un misterio más grande que todas las previsiones, y


sabemos que hay Alguien que teje los hilos, que los entrelaza, que
permite que titubeen y tiemblen por días o meses, y luego los vuelve a
solidificar para que todo siga su curso normal, que no es sino un
75

milagro prolongado: nuestra propia aventura personal. Ese Alguien es,


sí, el Señor de la vida y de la muerte, pero es, sobre todo, un Padre.

Cómo vivir la gratitud.

El camino para vivir el valor del agradecimiento tiene algunas


notas características que implican:

--Reconocer en los demás el esfuerzo por servir.


--Acostumbrarnos a dar las gracias.
--Tener pequeños detalles de atención con todas las personas: acomodar
la silla, abrir la puerta, servir un café, colocar los cubiertos en la mesa,
un saludo cordial.
La persona que más sirve es la que sabe ser más agradecida.
Decir gracias al menor servicio prestado por quien sea,
pronunciando esta palabra sin ninguna entonación, como si
estuviéramos cambiando una simple mirada. Por sí sola, esta palabrita
recompensa todos los trabajos; repara la frase acaso un poco dura que
habíamos dicho anteriormente; equivale a una sonrisa y, a veces, la
provoca; hace feliz al que la pronuncia y a aquel a quien va dirigida.

Es necesario agradecer todo, todo lo que nos sucede:

“-Si tu salud ves languidecer, y pidiéndole a Dios la ves restablecer,


agradece.

-Si de un peligro te viste liberado, agradece.

-Por la familia a la que perteneces, agradece.

-Por el trabajo que realizas con provecho, agradece.

-Cuando sufriendo soledad has encontrado compañía, agradece.

-Cuando siendo optimista día a día tu corazón crece, agradece.

-Si en tus luchas no siempre vences, agradece.


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-Si tu fe la nutres con obras de misericordia, agradece.

-Por la naturaleza y sus innumerables frutos, agradece.

-Por el arcoiris y sus colores relucientes, agradece.

-Cuando la vida te presente contrariedades, agradece.

-Cuando te sientas con vigor corporal y energías positivas, agradece.

*Porque la totalidad de tu existencia es Gratuidad de Dios.

*Porque nada posees que no te haya sido dado”.22

Además, es conveniente agradecer en estas circunstancias:

--Cuando nos abandonó la suerte y caímos “en desgracia”.

--Cuando nos abandonó un ser querido, el esposo o la esposa, un


hijo o una hija.

--También cuando nos cerraron las puertas y todo parecía oscuro.

--Cuando bebas agua, recuerda la fuente. (Proverbio chino).

La gratitud, como ciertas flores, no se da en la altura y mejor


reverdece en la tierra buena de los humildes. (José Martí).

Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan, sin que le


quede obligación de agradecérselo a otro que al mismo cielo! (Miguel
de Cervantes Saavedra).

22Ángeles Fernández, Diómedes Antonio: La Vida en Parábolas. Parábolas Para La Vida”, op. cit.,
Pág. 132.
77

La gratitud de muchos no es más que la secreta esperanza de


recibir beneficios nuevos y mayores.

Delicado es agradecer: 23

“Compartí el vientre de mi madre con mi hermanito Mello. Yo nací


primero, y mis padres no esperaban otro, por lo que mamá en su soledad
no pudo atender al segundo, y a escasos minutos de su nacimiento murió
asfixiado. Yo nací de dos libras y media, muy enfermizo y con escasísima
defensa. Mis seis primeros meses de vida fueron traumáticos, hasta el
punto que papá y mamá ya no tenían recursos para mis atenciones
médicas, y casi estaba para morir. Es entonces cuando la providencia se
hace presente en el Dr. Paúl de Lara Fernández, Pediatra, quien motivado
por los lazos familiares y su amor por los niños, indicó el tratamiento
adecuado que me restauró la vida y la esperanza.
Y un día, a los 28 años de aquel hecho y mientras cursaba mis estudios de
teología, fui al consultorio del Dr. Paúl y le expresé mi sentida gratitud por
el empeño que puso en tratar mi enfermedad, y le entregué con otras
elocuentes palabras de agradecimiento, un merecido regalo, porque
después de Dios él me salvó la vida. Y capté al Doctor Paúl sumamente
impresionado, cargado de emoción y satisfacción, y me dijo: nunca me
había sucedido nada igual. Porque es delicado AGRADECER”.

23 Ibid, Págs. 131-132.


78

Bibliografía:

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Colección Luz No. 16, Amigo del Hogar, Santo Domingo, 1999.

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Parábolas Para La Vida –Para un Crecimiento Positivo-. Impresora del
Nordeste, 2da. Edición, San Fco. De Macorís, 2007.

CARRERAS, Llorens – ELIJO, Pilar- ESTANY, Assumpció- GOMEZ,


María Teresa- GUICH, Ricard- MIR, Victória- OJEDA, Felipa-
PLANAS, Teia- SERRATS, María Gracia: Cómo educar en valores –
Materiales, Textos, Recursos y Técnicas-. Editorial NARCEA, Séptima
edición, Madrid, 1999.

DE ABATE, John: Valores Humanos. Amigo del Hogar, Santiago, Rep.


Dom, 1992.

DE MELLO, Anthony: ¿Es posible el amor verdadero? Buenos Aires:


Lumen. 1994.

E. Boylan, El amor supremo, Vol. II.

J. Escrivá de Balaguer, Surco n. 273

Lactancio, Lib. VI, cap. X.

León XIII, Inmortali Dei, 4.

ORTEGA RUIZ, Pedro y MINGUEZ VALLEJOS, Ramón: Los valores


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PEREZ ESCLARIN, Antonio: Educar Valores y el Valor de Educar –


Parábolas-, Ed. San Pablo, Caracas, 1998.

Pío XI, Cuadragésimo año, 47.


79

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R. Garrigou Lagrange, o. c., vol. II.

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TIERNO, Bernabé: Valores Humanos. Taller de Editores S. A., 12ª


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80

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