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Y YO SIN PERRO

Cuando el día 11 de marzo volví del colegio y supe que durante los siguientes 15 días no podría
volver pensé: “Bueno, un descanso. Unas mini vacaciones. Aprovecharé para hacer un
montón de cosas que tengo pendientes”.

Sin embargo no tomé conciencia de cuánto cambiarían nuestras vidas por culpa de un virus, un
maldito virus que ha puesto patas arriba el mundo entero.

Según pasan los días empiezo a estar harta de ver sólo a mis padres, de no poder correr ni
saltar en el parque, de no abrazar a mis amigas, de no poder irme de vacaciones a Asturias a
ver a mis abuelos.

Eso sí, después de esto ya me siento preparada para ser astronauta y viajar al espacio o vivir en
un submarino y explorar las profundidades del mar como en 20.000 Leguas de Viaje
Submarino.

¡¡Todo esto y yo sin perro!!

Aunque si lo pienso, hay gente que habitualmente está así, encerrada entre cuatro paredes
aun no existiendo el coronavirus. La gente mayor que casi no sale de casa o vive en residencias
de ancianos, la gente que vive casi aislada en pueblos prácticamente abandonados, los presos,
etc.

Esta situación extrema saca a la luz por parte de todos nosotros cosas muy buenas pero
también cosas malas.

Por mi parte intento sacar lo positivo de esta situación. Como mi padre ahora trabaja desde
casa estoy todo el día con él, cuando antes sólo le veía de noche; puedo mimar y achuchar más
a mi gata, cepillarla el pelo a diario y jugar con ella.

Como no tengo perro, que no os lo he dicho, estoy intentando convencer a mi gata para que
salgamos de paseo y que haga pipi y popo en un árbol, pero de momento no la veo muy por la
labor. Y ya van tres semanas que hablo con ella así que…..me quedo sin salir. ¡Qué cabezota
es!!

Sólo pido que esto acabe en breve, que sigamos estando sanos sin este maldito virus y por
favor, que sea pronto porque casi un mes sin que me dé la luz del sol voy a parecer Drácula.
¡No como mi padre que dice que ya se siente como Nelson Mandela!

Natalia (mamá) y Malena Mir (6ºB)

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