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MITOS

Mito Griego de la Creación

En un principio solo existía el Caos. A continuación, Gea o la Madre Tierra engendró por si misma
a Urano, o el Firmamento Estrellado.

Gea se unió a Urano y tuvo varios hijos.

En primer lugar nacieron seis Titanes varones: Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Japeto y Crono, que
era muy perverso, y seis Titánides mujeres: Tía, Rea, Temis, Mnemósine, Febe y Tetis.

Luego Gea y Urano tuvieron otros hijos, Los Cíclopes. Arges, Estéropes y Brontes.

Y más tarde fueron padres también de los Hecatonquiros, tres monstruos gigantes con cien brazos
y cincuenta cabezas cada uno.

Urano era malvado y cada vez que Gea iba a dar a luz, los retenía en el vientre de Gea, no
permitiendo que nacieran.

Cansada Gea de sufrir, ya que sentía que estaba por explotar, urdió un maléfico plan. Dio a luz una
hoz de acero brillante y buscó la ayuda de Crono, el más perverso de sus hijos para que le cortara
los órganos genitales mientras dormía.

Crono esperó agazapado que Urano roncara placidamente y con la hoz provista por su madre,
Gea, lo castró tirando sus órganos al mar.

Crono mantenía encadenados a todos los monstruos en las profundidades de la tierra.

La sangre derramada, volvió a fecundar la tierra. De allí nacieron las Erinias, espiritus vengadores
de los crímenes de sangre, Los Gigantes y las Ninfas Melíades o de los árboles de fresno. Del
órgano que cayó al mar nació la diosa Afrodita, que encontraron flotando en una concha marina.

Crono se unió a Rea, pero también tenía la mala costumbre de comerse a sus hijos, entonces el
menor, Zeus, lo destronó y conquistó el dominio del mundo.

Los Titanes que estaban confinados en las profundidades, no estaban de acuerdo y se sublevaron
agitando la tierra, sacudiendo las montañas y causando todo tipo de terremotos y maremotos.

Zeus, pensó que si los soltaba se calmarían, pero apenas los liberó de su prisión, comenzaron a
arrojarle rocas y amontonar montañas. Este desastre duró diez años.

Zeus deseaba poner orden de una buena vez y para siempre, entonces descendió hasta el Tártaro
donde se encontraban encadenados los Cíclopes y los Gigantes de cien brazos y les pidió ayuda
para acabar con el flagelo de los Titanes.

Estos accedieron de buena gana y cuando por fin volvieron a ver la luz del sol se llenaron de
energía y se lanzaron a la batalla con todas sus fuerzas. Tembló la tierra y se sacudió el cielo hasta
que los Titanes quedaron sepultados bajo una montaña de rocas arrojadas por los monstruos de
cien brazos. Los que sobrevivieron fueron arrojados al Tártaro y nunca más volvieron a salir de allí.
Dédalo y Talo

Dédalo era natural de Atenas.

Era un gran constructor. Fue reconocido como el primer escultor que trabajó el mármol haciendo
hermosas estatuas. También era arquitecto. Muy habilidoso en el uso de las herramientas. Pero
Dédalo era muy celoso.

Junto a Dédalo trabajaba su sobrino Talo, un joven muy ingenioso. Talo un día encontró en el
campo una mandíbula de serpiente y se inspiró para inventar el serrucho, forjando en el hierro una
serie de dientes semejantes a los de la serpiente. Cuando Dédalo vió el invento le agarro un
ataque de celos y arrojó a Talo desde un precipicio.

Como no pudieron acusarlo por falta de pruebas, lo condenaron al destierro. O sea que tenía que
marcharse de Atenas.

Dédalo y el Laberinto

Dédalo entonces partió hacia la Isla de Creta, donde fue muy bien recibido por el rey Minos. Por
entonces escaseaban en la isla los arquitectos y escultores y lo tomó a su servicio.

Allí Dédalo se dedicó a crear espléndidas obras de arte.

En esos momentos, la isla de Creta estaba asolada por un terrible monstruo, con cuerpo de
hombre y cabeza de toro llamado Minotauro, que sembraba el terror en toda la isla.

El rey Minos le encargó a Dédalo una construcción subterránea para encerrarlo. Dédalo, que era
muy ingenioso, entonces construyó un laberinto. Esta construcción tenía tantos pasadizos, rodeos
que no llevaban a ninguna parte, vueltas y sinuosidades que una vez que alguien entraba se hacía
imposible encontrar la salida.

El Minotauro quedó encerrado en el centro del laberinto, de esa manera volvió la tranquilidad a
Creta.

El rey Minos le encomendaba cada día más trabajo y Dédalo estaba cansado y quería irse de
Creta pero el rey Minos no se lo permitía.

Icaro y Dédalo

Ante la negativa del rey Minos para que Dédalo abandonara Creta, Dédalo comenzó a maquinar la
forma de escapar.

Como Creta era una isla era prácticamente imposible escapar por mar. El rey Minos tenía una flota
importante y lo capturaría.

Dédalo había tenido un hijo con una esclava en Creta, su nombre era Icaro. Entonces decidió que
escaparía con su hijo por aire.

Inspirándose en el vuelo de los pájaros, construyó entonces dos pares de alas. Unas para Icaro y
otras para él. Acopió gran cantidad de plumas que fue fijando a la estructura con cera de abejas y
luego las adaptó con un arnés a su espalda y sus brazos.

Cuando ya estaba todo preparado le dijo a su hijo:- Icaro, si quieres huir conmigo de esta isla,
préstame atención y sigue mi consejo. Es necesario que vueles en la mitad de la atmósfera. Si
vuelas muy bajo la humedad y el vapor del agua empaparán las plumas, éstas serán muy pesadas
y caerás al mar. Y si vuelas muy alto, el calor del sol derretirá la cera, se desprenderán las plumas
y también caerás al mar.

Una vez que terminó de dar todas las explicaciones, Dédalo se lanzó al espacio. Icaro lo siguió
como un pichón que sale por primera vez del nido. Pero Icaro pronto se entregó al placer del vuelo
con entusiasmo. La vista era maravillosa y comenzó a volar más y más alto acercándose
peligrosamente al sol. Es así que las plumas comenzaron a desprenderse de la estructura hasta
que Icaro cayó fatalmente, ahogándose en el mar.

Teseo y el Minotauro

El rey Minos había encerrado en el laberinto al temible monstruo Minotauro.

A su vez, Minos había impuesto un terrible tributo sobre la ciudad de Atenas: Cada nueve años
debían enviar siete muchachos y siete muchachas para ser alimento del terrible monstruo.

Atenas ya había enviado dos grupos de jóvenes para alimentarlo. Esta sería la tercera remesa de
jóvenes enviados. Uno de los siete jóvenes se llamaba Teseo.

Antes de entrar al laberinto conoció a Ariadna, una hija de Minos que se enamoró de él y decidió
ayudarle.

El problema no era solo matar al Minotauro sin armas, ya que no se les permitía entrar armados al
laberinto, sino poder encontrar la salida en tan intrincados pasillos.

Ariadna, entonces, sin que nadie lo advirtiera, le entregó a Teseo un carretel de hilo. Gracias a
esto, Teseo pudo encontrar la salida del laberinto después de matar a puñetazos al Minotauro.

Teseo salvó de este modo a todo el grupo y se escapó llevando a Ariadna consigo.

Jorge Luis Borges en su cuento La casa de Asterión nos muestra otra faceta de este temible
monstruo.

Gordio y el Nudo Gordiano

Gordio era un pobre campesino.

Un día vio que un águila se había posado en la vara de su carro de bueyes. Como el águila seguía
instalada en la vara, sin inmutarse, entonces Gordio decidió dirigirse a Telmiso en Frigia , porque
allí había un oráculo confiable para preguntarle qué podía significar esto.

Antes de atravesar la puerta de entrada a la ciudad, encontró a una bella joven que poseía el don
de la profesia. No bien vio el carro con el águila, le dijo a Gordio que debería ir directamente a
ofrecerle sacrificios a Zeus y le pidió que la dejara acompañarlo.
-Por supuesto. Respondió Gordio. Y agregó –Eres una joven muy inteligente, ¿Quieres casarte
conmigo?

-Primero hay que ofrecer sacrificios, dijo ella.

Entonces se dirigieron hacia la ciudad.

Ellos no sabían que el rey de Frigia había muerto subitamente y como no tenía hijos no se conocía
al sucesor.

Pero un oráculo vaticinó:-!Su nuevo rey se acerca con su futura esposa en un carro tirado por
bueyes! . Ellos entraron con la carreta en la plaza e inmediatamente todas las miradas se posaron
en ellos y en el águila que todavía seguía parada sobre la vara de la carreta.

Inmediatamente proclamaron- ¡Aquí está nuestro nuevo Rey!.

Como agradecimiento le dedicó el carro y los bueyes a Zeus.

Gordio había enganchado el carro a la vara con un nudo muy particular.

Un oráculo vaticinó:-El hombre que pueda desatar el nudo se convertiría en el dueño y señor de
Asia. La carreta quedó entonces en la Acrópolis, durante siglos, bajo la atenta vigilancia de los
sacerdotes de Zeus.

En el año 333 antes de Cristo, Alejandro de Macedonia, También conocido como Alejandro Magno,
pasó por la ciudad y cortó el nudo con su espada en un acto de soberbia.

El Rey Midas y Dionisio

Midas era el rey de Macedonia. Fue el primer hombre en plantar un jardín de rosas.

Le gustaba disfrutar de la buena vida, las fiestas, escuchar música y pasarla bien.

Una mañana un jardinero le dijo: -Hay un Sátiro completamente borracho tirado en tu rosedal.

-¡Traedlo inmediatamente ante mi presencia! Dijo Midas

El sátiro resultó ser Silenio.

Silenio había viajado con Dionisio a la India y tenía muchas e interesantes anécdotas para relatar.
Midas se entretuvo cinco días escuchando atentamente las historias de ese continente lejano, sus
ciudades, sus barcos y sus gentes.

Al terminar, sin mediar ningún castigo por aplastar sus rosas, lo envió sano y salvo con Dionisio.

Dionisio, agradecido le dijo a Midas: -¡Pídeme lo que quieras y te lo concederé! Midas, eligió tener
el poder de convertir en oro todo lo que tocase. Y así le fue concedido.

Al principio resultaba muy divertido hacer rosas o pájaros de oro. Pero por error convirtió a su
propia hija en estatua de oro.

Y más tarde la desesperación se apoderó de él cuando tenía hambre y su comida se convertía en


oro o cuando tenía sed y el vino se convertía en oro.
Llorando le pidió ayuda a Dionisio: -¡Por favor, Dionisio, libérame de este castigo. Mi propia hija es
una estatua de oro y no puedo ni beber ni comer. Estoy muriendo de hambre y de sed. Ayúdame!

Dionisio se rió a carcajadas y lo mandó a lavarse las manos para quitarse el toque mágico a un río
de Frigia llamado Pactolus, cuyas arenas son todavía doradas. Y le devolvió la vida a su hija.

Las Orejas del Rey Midas

La diosa Atenea había inventado la flauta doble. Cuando la soplaba conseguía arrancarle
hermosas melodías.

Una noche, en que Atenea estaba tocando la flauta en un banquete, Hera y Afrodita comenzaron a
reírse en secreto.

Atenea se preguntaba porqué. Entonces se sentó ala orilla de un arroyo a tocar y cuando vio su
aspecto ridículo, con las mejillas hinchadas mientras soplaba la flauta, la arrojó al arroyo con una
maldición para el que la encontrara.

Tiempo después, Marsias encontró la flauta en el arroyo y consiguió arrancarle deliciosas


melodías. Tanto que decidió competir con el dios Apolo.

Apolo llamo a las musas y al rey Midas que tanto apreciaban la música para que actuaran como
jurado. Marsias tocaría la flauta y Apolo la lira.

Los dos tocaron sus instrumentos pero el jurado no pudo ponerse de acuerdo porque ambos dieron
un espléndido concierto.

Entonces Apolo dijo: Te reto a que toques tu instrumento al revés como lo hago yo. Apolo dio
vuelta la lira y siguió tocando.

-¡Yo no puedo hacer eso! Replicó Marsias.

-Entonces Apolo gana, dijeron las Musas.

-Eso es muy injusto -dijo el rey Midas- su instrumento no se lo permite.

Como las musas eran nueve, Y Midas solo uno, ganaron ellas.

Apolo dijo entonces a Marsias:-¡Tu debes morir, por retar a al mismo dios de la música a una
competencia! Y diciendo esto lo mató.

Después a Midas lo llamó burro y le tocó las orejas que comenzaron a crecer al instante,
convirtiéndose en orejas de burro.

El Rey Midas avergonzado, corrió a cubrirse las orejas con un gorro frigio. No quería que nadie se
enterase de su desgracia.

Pero su peluquero no tuvo más remedio que enterarse cuando lo fue a visitar para que le cortase el
cabello. Midas lo amenazó de muerte si le contaba a una criatura viviente el secreto de sus orejas.

El secreto quemaba en el pecho del peluquero, necesitaba repetirlo desesperadamente.


Entonces viendo que no había nadie a su alrededor, cavó un hoyo a la vera del río Pactolus, se
agachó y susurró dentro del hoyo: -El Rey Midas tiene orejas de burro.

Tapó el hoyo con arena, asegurándose que su secreto estaba bien enterrado y se fue aliviado.

Pero una caña comenzó a brotar y les susurró a las otras hierbas:

-El rey Midas tiene orejas de burro. Pronto los pájaros escucharon la noticia.

Justamente pasaba por el lugar un hombre llamado Melampo, que comprendía el lenguaje de los
pájaros. Melampo le contó a sus amigos y luego fue delante del rey Midas y le dijo:

-¡Quítate el sombrero, quiero ver tus orejas de burro!

El rey Midas, sorprendido, primero le cortó la cabeza al peluquero y más tarde se mató a si mismo
por la vergüenza.

Perséfone, La Hija Perdida

Había una vez una diosa llamada Demeter que tenía una hermosa hija llamada Perséfone. La
joven tenía grandes ojos verdes y una cabellera de bucles dorados. Vivía con su madre en un
departamento del palacio en el monte Olimpo y de vez en cuando bajaba a los prados a recoger
flores en compañía de sus amigas.

Un día, el dios de los muertos, Hades, que vivía en el centro de la tierra, rodeado de tinieblas, se
enamoró profundamente de Perséfone.

Como Hades era muy astuto no se animó a acercarse sin antes pedir permiso a Zeus, el más
importante de todos los dioses del Olimpo. Zeus, no le contestó ni si ni no, pero le guiñó un ojo.
Entonces Hades, trazó un plan para cumplir su deseo.

Un día que Perséfone, estaba recogiendo flores tranquilamente con sus amigas, se alejó distraída
del grupo para recoger un narciso. En ese momento la tierra se abrió y de allí surgió el dios de los
muertos en un carruaje negro. La secuestró y la llevó con él sin dejar ningún rastro.

Las amigas no habían visto cómo Perséfone se había esfumado sin dejar rastro alguno. Así que
nada pudieron decirle a Demeter, la madre, que sufrió por la desaparición de su hija.

Demeter, desesperada comenzó a buscarla. Se disfrazó de anciana y comenzó a recorrer toda


Grecia buscando alguna pista sobre su hija. Durante nueve días ni comió ni bebió.

Cuando los reyes de Eleusis la vieron, le ofrecieron quedarse con ellos en el palacio para cuidar de
sus hijos.

Un buen día, el hijo mayor de los reyes le dijo:

-Diosa Demeter, tengo malas noticias. Un pastor me contó que vio un carruaje siniestro, guiado por
un rey calzando una armadura negra, se llevó a una joven que gritaba muerta de miedo. La tierra
se abrió y ambos desaparecieron en sus entrañas. Pienso que podría ser tu hija Perséfone.

Demeter, reconoció a Hades por la descripción del pastor, pensó que Zeus tenía algo que ver en
este asunto y decidió vengarse.
Como Demeter era la diosa de la agricultura, recorrió Grecia prohibiendo a los árboles dar fruto, a
los pastos crecer y a las semillas germinar. Al poco tiempo el ganado no tenía como alimentarse y
comenzó a morir. Si esto continuaba, los hombres pronto morirían también por falta de alimento.

Zeus se asustó y trató de convencerla enviándole riquísimos regalos,joyas y oro, pero Demeter no
los aceptó.-No quiero tus regalos. Solo quiero a mi hija Perséfone de vuelta en mi casa.

Zeus, viendo que era imposible convencer a Demeter, llamó a Hermes y lo envió al Tátaro para
darle un mensaje al dios Hades.

- Por favor, devuelve a Perséfone o todos estaremos perdidos ya que los humanos están en serio
peligro debido a la falta de alimento.

Hades le respondió:

-Solo puedo enviar a Perséfone de vuelta a su casa, mientras no haya probado el alimento de los
muertos.

Perséfone estaba tan triste que se había negado a probar bocado desde el día de su secuestro.

Entonces Hades le dijo:

- Hermosa Perséfone, parece que no eres feliz a mi lado. No has probado bocado desde el día en
que llegaste. Cada día estás más delgada y si sigues así pronto morirás. Mejor que vuelvas a tu
casa.

Pero un jardinero que escuchó la conversación dijo:

-¿Cómo que no ha probado bocado? Yo la vi comer granadas de tu huerto esta mañana.

Hades se sonrió satisfecho. La subió a un carruaje y la llevó junto a su madre, que apenas la vio se
abrazó a ella llorando de felicidad.

Pero Hades le dijo:

-Diosa Demeter, tu hija Perséfone ha comido siete granadas de mi huerto, por lo tanto debe
regresar al Tártaro conmigo.

Demeter, furiosa respondió:

-Si eso ocurre, jamás levantaré la maldición que pesa sobre la tierra. Todos los hombres y los
animales morirán.

Zeus, espantado por la respuesta de Demeter, envió a su esposa Hera a a negociar con los dioses.

Finalmente Demeter aceptó que el príncipe de las tinieblas se case con Perséfone. Su hija debía
pasar siete meses al año con Hades, un mes por cada granada que comió y cinco meses junto a
Demeter, su madre.

Por esa razón la tierra florece y fructifica en primavera y verano, cuando Perséfone visita a su
madre y la tierra está triste y seca en otoño e invierno, cuando Perséfone está junto a Hades.
Orféo y Eurídice

Había una vez una Musa llamada Calliope. Ella tenía un hijo llamado Orfeo.

Orfeo, además de ser un gran poeta, tocaba muy bien la lira, deleitando a todos los que lo
escuchaban. Tanto hombres como animales quedaban extasiados con su música. Hasta los
árboles y las rocas se movían y cambiaban de lugar solo para escuchar sus dulces melodías.

Orfeo estaba casado con Eurídice, su bella esposa, de la cual estaba sumamente enamorado.

Un día mientras recorrían el bosque tomados de la mano, Eurídice, sin querer, pisó una serpiente
venenosa que estaba dormida. La serpiente, furiosa por haber sido despertada tan abruptamente,
le mordió el tobillo y Eurídice murió envenenada a los pocos minutos.

Orfeo, desesperado por recuperar a su esposa, decidió descender al Tártaro para buscarla y
traerla de vuelta a la vida.

Orfeo tomó la lira, y mientras tocaba, encantaba a todos los que se cruzaban en su camino. Hasta
el can Cerbero, el perro de tres cabezas custodio del Tártaro, lo seguía como un cachorrito manso.

Orfeo continuó su largo recorrido encantando con su melodía a uno tras otro hasta llegar hasta el
mismo trono de Hades, el rey de los muertos, que fascinado por los suaves acordes de la lira, le
preguntó:-¿Qué vienes a buscar aquí, Orfeo?

-Quiero a mi esposa Eurídice de vuelta conmigo. Respondió Orfeo.

-¡Ah! Escúchame bien. Dijo Hades-Permitiré que Eurídice regrese contigo con una sola condición:
-Deberás caminar sin mirar atrás hasta que llegues a plena luz del sol. Eurídice te seguirá mientras
tocas la lira y no sufrirás daño alguno.

Orfeo, feliz comenzó a entonar la más dulce de las melodías mientras Eurídice lo seguía a la
distancia. Pero Orfeo estaba tan ansioso por volver a verla, que pronto olvidó la condición impuesta
por Hades y cuando faltaba solo un minuto para salir a la luz, volteó la cabeza para mirarla y perdió
a Eurídice para siempre.

El Triste Final de Orféo

Un día ,el dios supremo del Olimpo, Zeus dijo:-Mi hijo Dionisio, también conocido como Baco,
merece ser nombrado dios por haber inventado el vino. Y lo elevó al rango de dios.

Orfeo se negó a adorarlo como dios diciendo:

- Dionisio no puede ser dios. Es un mal ejemplo para los mortales ya que está borracho la mayor
parte del día. Me niego a ofrecerle sacrificios a un borracho.

Cuando Dionisio escuchó el comentario se enojó tanto que envió a un grupo de Ménades, mujeres
embriagadas todo el tiempo, a perseguirlo.

Cuando las Ménades lo encontraron, Orfeo estaba placidamente dormido junto a su lira. Si hubiera
estado despierto tocando su lira ellas habrían quedado encantadas por su música.

Entonces, las Ménades, le cortaron la cabeza y la arrojaron a un río cercano. Luego cortaron el
resto del cuerpo en pedacitos.

Las Musas encontraron los trozos de Orfeo y apenadas por la triste desaparición del músico, los
enterraron a los pies del monte Olimpo, donde los ruiseñores entonaron de allí en más dulcísimos
cantos.

La cabeza de Orfeo floto río abajo hasta llegar al mar, donde un barco de pescadores la atrapó en
sus redes y le dieron sepultura.

Zeus permitió que se pusiera la lira de Orfeo en el cielo, formando la constelación llamada ¨ La
Lira¨

Atenea y Aracne

Cuenta la leyenda que había una hermosa joven llamada Aracne. Era muy habilidosa en el arte de
entretejer la lana, y por ese talento era reconocida.

Las Ninfas bajaban muchas veces hacia su morada para admirar sus trabajos y quedaban
embelezadas por sus magníficos bordados.

En una ocasión le preguntaron si la diosa Atenea le había enseñado a trabajar la lana, pero Aracne
se defendió como si la hubieran insultado:-¡Nadie me ha enseñado el oficio! Si Atenea quiere venir
a competir conmigo, que venga!

Atenea la escuchó. Entonces se disfrazó de anciana para acercarse sin despertar sospechas y le
dijo suavemente: -Acepta los consejos de esta anciana. Tú puedes alcanzar la gloria con tu oficio
pero jamás podrás eclipsar a una diosa inmortal, como Atenea.

Aracne se ofuscó aún más:- ¡Que venga y teja! ¡Ya veremos quién gana!

Entonces, Atenea se quitó el disfraz de anciana, se sentó a su lado y comenzó a tejer. Durante
horas y sin descanso se dedicaron a trazar intrincados y hermosos bordados.

Atenea hizo un magnífico trabajo, pero nada pudo decir del bordado maravilloso de Aracne.

La diosa, despechada destrozó en mil pedazos el trabajo de su competidora y ésta al no poder


soportar esa humillación, intentó ahorcarse.

Atenea se compadeció de la joven y la salvó de la muerte pero luego le dijo: -¡Eres una
desgraciada! ¡No vas a morir, pero a partir de ahora, tu vida penderá siempre de un hilo!

Aracne, fue convertida en araña y desde entonces no cesa de tejer colgada de un hilo.

La Manzana de la Discordia

Cuenta la leyenda, que cuando Peleo y Tetis se casaron. enviaron invitaciones a la fiesta para
todos los dioses . como no querían tener problemas en un día tan especial, decidieron que lo mejor
sería no invitar a Eris, conocida como La Discordia.
Eris se enojó tanto que se apareció en el banquete de bodas de todos modos. Furiosa se dirigió a
la mesa donde se encontraban las diosas más hermosas: Hera, Atenea y Afrodita y arrojó ua
enorme manzana con una inscripción tallada que decía: "Para la más Hermosa".

Hera dijo: Debe ser para mí. Pero al instante, Atenea y Afrodita también reclamaron la manzana y
pusieron a Zeus como árbitro.

Zeus, no quería tomar parte por ninguna de las diosas ya que sabía que por lo menos dos de ellas
terminarían haciendo reclamos por su intervención o lo que es peor, enemistadas con él y decidió
sacarse el problema de encima.

No se le ocurrió nada mejor que enviar a las tres diosas ante el joven y hermoso Paris para que
decidiera él.

Una a una las diosas fueron desfilando ante él cubriéndolo de promesas.

-Prometo darte poder y riquezas si me eliges- Dijo Hera.

Atenea le prometió: -Si dices que yo soy la más bella, te otorgaré gloria en las guerras y fama por
doquier-.

Pero , la sensual Afrodita, que era muy astuta, le ofreció la mujer más hermosa por esposa y esto
lo convenció definitivamente.

Afrodita obtuvo la manzana de oro y de allí en más Hera y Atenea se convirtieron en sus peores
enemigas.

Afrodita , fiel a su promesa le ayudó a Paris a conseguir el amor de Helena, que se convertiría en el
motivo de la famosa guerra de Troya.

Eco y Narciso

Eco era una ninfa que habitaba en el bosque junto a otras ninfas amigas y le gustaba cazar por lo
cual, era una de las favoritas de la diosa Artemisa.

Pero Eco tenía un grave defecto: Era muy conversadora. Y además en cualquier conversación o
discusión, siempre quería tener la última palabra.

Cierto día, la diosa Hera salió en busca de su marido Zeus, al cual le gustaba divertirse entre las
ninfas. Cuando Hera llegó al bosque de las ninfas, Eco la entretuvo con su conversación mientras
las ninfas huían del lugar.

Cuando Hera descubrió su trampa la condenó diciendo:- Por haberme engañado, a partir de este
momento pederás el uso de la lengua. Y ya que te gusta tanto tener la última palabra solo podrás
responder con la última palabra que escuches. Jamás podrás volver a hablar en primer lugar.

Eco, con su maldición a cuestas se dedicó a la cacería recorriendo montes y bosques. Un día vio a
un hermoso joven llamado Narciso y se enamoró perdidamente de él. Deseó fervientemente poder
conversar con él, pero tenía la palabra vedada. Entonces comenzó a perseguirlo esperando que
Narciso le hablara en algún momento.
En cierto momento, en que Narciso estaba solo en el bosque y escuchó un crujir de ramas a sus
espaldas y gritó:- ¿Hay alguien aquí?

Eco respondió: -Aquí.

Como Narciso no vio a nadie volvió a gritar: -Ven

Y Eco contestó: -Ven

Como nadie se acercaba, Narciso dijo:- ¿Por qué huyes de mí? Unámonos

La ninfa, loca de amor se lanzó entre sus brazos diciendo:- Unámonos

Narciso dio un salto hacia atrás diciendo:- Aléjate de mi! Prefiero morirme a pertenecerte!

Eco respondió: -Pertenecerte.

Ante el fuerte rechazo de Narciso, Eco sintió una vergüenza tan grande que llorando se recluyó en
las cavernas y en los picos de las montañas. La tristeza consumió su cuerpo hasta pulverizarlo.
Solo quedó su voz para responder con la última palabra a cualquiera que le habla.

Narciso no solo rechazó a Eco, sino que su crueldad se manifestó también entre otras ninfas que
se enamoraron de él. Una de esas ninfas, que había intentado ganar su amor sin lograrlo le suplicó
a la diosa Hera que Narciso sintiera algún día lo que era amar sin ser correspondido y la diosa
respondió favorablemente a su súplica.

Escondida en el bosque, había una fuente de agua cristalina. Tan clara y mansa era la fuente que
parecía un espejo. Un día Narciso se acercó a beber y al ver su propia imagen reflejada pensó que
era un espíritu del agua que habitaba en ese lugar. Quedó extasiado al ver ese rostro perfecto. Los
rubios cabellos ondulados, el azul profundo de sus ojos y se enamoró perdidamente de esa
imagen.

Deseó alejarse, pero la atracción que ejercía sobre él era tan fuerte que no lograba separase .Muy
por el contrario deseó besarlo y abrazarlo con todas sus fuerzas. Se había enamorado de si
mismo.

Desesperado, Narciso comenzó a hablarle:- ¿Por qué huyes de mí, hermoso espíritu de las aguas?
Si sonrío, sonríes. Si estiro mis brazos hacia ti, tú también los estiras. No comprendo.

Todas las ninfas me aman, pero no quieres acercarte.- Mientras hablaba una lágrima cayó de sus
ojos. La imagen reflejada se nubló y Narciso suplicó: -Te ruego que te quedes junto a mí. Ya que
me resulta imposible tocarte, deja que te contemple.

Narciso continuó prendado de si mismo . Ni comía, ni bebía por no apartarse de la imagen que lo
enamoraba hasta que terminó consumiéndose y murió.

Las ninfas quisieron darle sepultura, pero no encontraron el cuerpo en ninguna parte. En su lugar
apareció una flor hermosa de hojas blancas que para conservar su recuerdo lleva el nombre de
Narciso.

Perseo y Atlas

Cuando Perseo mató a la Gorgona, se llevó la cabeza consigo y partió volando lejos, hasta la tierra
donde vivía el rey Atlas.
Atlas era un hombre de tamaño descomunal. Su mayor orgullo era su jardín ya que sus árboles
daban frutos de oro.

Perseo se presentó diciendo que venía de visita en calidad de huesped, pero Atlas , desconfiado,
temiendo que quisiera robarle sus frutos dorados lo echó.

Atlas era un gigante y Perseo no se animaba a enfrentarlo. Entonces le ofreció como obsequi la
caja que escondía la cabeza de la Gorgona.

Perseo abrió la caja mientras apartada sus ojos y levantó la cabeza de la Gorgona.

Al instante Atlas quedó convertido en piedra. Su cuerpo aumentó de tamaño hasta convertirse en
una montaña.

Perseo y el Monstruo Marino

Luego de convertir al gigante Atlas en piedra, Perseo voló hasta el país de los etíopes cuyo rey era
Cefeo. La reina de los Etíopes, Casiopea en un alarde de orgullo por su belleza se comparó con las
Ninfas del Mar. Estas en represalia enviaron a un monstruo marino para que devastara la costa.

El rey Cefeo, preocupado consultó al oráculo y este le ordenó sacrificar a su bella hija Andrómeda
al monstruo para apaciguarlo.

El rey, entonces mandó encadenar a su hija a una roca junto al mar para ser devorada por la bestia
del mar.

Perseo, cuando se acercó a la costa en su vuelo divisó a la hermosa doncella encadenada frente al
mar y, sin dar crédito a sus ojos se acercó a ella para preguntarle la razón de su triste destino.

Andrómeda, llorando desconsoladamente le confesó que su destino era ser la víctima que calmaría
la furia de los embates del monstruo del mar.

Mientras conversaban el monstruo marino se acercaba a la costa. El rey Cefeo y la reina Casiopea
eran testigos desgraciados del final trágico de su hija ya que nada podían hacer por ella.

Perseo, al ver la hermosura de Andrómeda y la desesperación de sus padres se presentó y ofreció


exterminar al monstruo, pidiendo al mismo tiempo como recompensa a su hija en matrimonio.

Los padres aceptaron encantados y le prometieron además una boda real.

Perseo sin titubear se lanzó en feroz lucha contra la bestia marina. Le clavó su espada, el
monstruo se retorció y devolvió el ataque con furia descontrolada. Perseo, con sus alas esquivaba
los coletazos y le clavaba la espada en cada sitio libre que encontraba.

Poco a poco fue guiando la furia del monstruo hasta la costa ya que sus alas estaban mojadas y
cuando lo tuvo cerca le partió una roca entre los ojos y el monstruo echando agua y sangre por la
nariz, murió tras un atronador aullido.

El rey de los etíopes y su esposa desencadenaron a la doncella de la roca. Felices y agradecidos


con Perseo, le ofrecieron la mano de su hija.
LEYENDAS.
Por: Luis Enrique Ferro Vidal

La leyenda que aquí se narra es una de las de mayor tradición y difusión en


la ciudad de Guanajuato; ella guarda celosa fragmentos del vivir y sentir
cultural de su gente.

Desde mi punto de vista, Guanajuato es como una ciudad sacada de un cuento de hadas
donde no pasa el tiempo. Es una casa mágica rodeada de sierras y montañas, bajo un cielo
azul, y cuyos inquilinos no pueden salir de ella pero viven con tranquilidad y se recrean
libremente.

Definitivamente es una ciudad con una arquitectura de lo más extraña, lo cual se debe a que
está construida sobre una cañada. Pero hay otra razón de índole sociohistórica. Como se
sabe, las leyendas y tradiciones medievales hablaban de grifos, gorgonas, amazonas y otros
seres fantásticos, así como de tierras paradisiacas que contaban con alimentos exquisitos y
desconocidos, de ciudades de oro y de extraños sitios donde se encontraba la fuente de la
eterna juventud. Leyendas que entraban por los oídos de aventureros y exploradores del Viejo
Mundo y les despertaban su imaginación y su codicia; de esta forma se lanzaron al mar, en
busca de esas tierras, a sabiendas de que habrían que atravesar grandes peligros.

Motivados así por las leyendas y por la ciencia, los europeos arribaron a nuevos continentes,
unos para conquistarlos y otros para instaurar la Utopía de Tomás Moro. De esta manera
llegaron al orífero territorio llamado Guanajuato. Fue en 1542 cuando fray Sebastián de
Aparicio consumó un camino que comunicaba a la ciudad de México con Zacatecas; los
arrieros, al transitar por este camino, encontraron el mineral a flor de tierra, lo que trajo como
consecuencia el establecimiento de grupos mineros, que empezaron a constituir el principio de
la ciudad de Guanajuato.

La ciudad no tuvo una planificación previa, sus edificios fueron construidos de acuerdo con la
ubicación de las minas. Seguramente por ello los habitantes dicen que los cimientos de
Guanajuato son de oro, pero soy del pensar que parte de esos cimientos son sus leyendas,
una de las cuales hemos de tratar aquí.

Antes de continuar diré que la leyenda como acto cultural es un mito histórico, pero no porque
tenga sentido de ilusión o fantasía, como muchos piensan. El mito es algo más, algo que une
y nos recuerda el origen del mundo, nuestra relación con las divinidades, y ningún hombre
religioso puede negar la verdad que encierran esas narraciones, ya sean escritas o de
tradición oral. Es en el mito donde se establece, a través de palabras, alegorías y símbolos, la
realidad trascendente, donde se muestran los valores éticos y morales de un pueblo. Ahora
bien, el mito es una narración sacra donde sus personajes son dioses o héroes civilizadores,
pero la leyenda es el mito de lo profano porque en ella el narrador tiene la libertad de expresar
acontecimientos pasionales, cómicos, épicos, etcétera, en los cuales se habla de personas y
lugares especiales que se recuerdan de generación en generación. Esa es la razón por la que
digo que la leyenda es el mito de la historia, porque nos muestra las pautas sociales e
históricas de un pueblo, aunque en ocasiones tengan un tinte mágico y fantástico.
La leyenda de la que he de hablarles es una de las de mayor tradición; tiene como escenario
un callejón de sesenta y ocho cms de ancho, tamaño exacto para proporcionar una historia
que perdura hasta nuestros días y que nos narra un encuentro de enamorados con trágico fin.
Esta leyenda esconde parte del vivir y del sentir cultural de Guanajuato, y versa así:

Se cuenta que doña Carmen era hija única de un hombre intransigente y violento, pero como
suele suceder, el amor triunfa a pesar de todo. Doña Carmen era cortejada por don Luis, un
pobre minero de un pueblo cercano. Al descubrir su amor, el padre de doña Carmen la
encerró y la amenazó con internarla en un convento; según su padre, ella debía casarse en
España con un viejo rico y noble, con lo cual el padre acrecentaría considerablemente sus
riquezas.

La bella y sumisa criatura y su dama de compañía, Brígida, lloraron e imploraron juntas y


resolvieron que la dama de compañía le llevara una misiva a don Luis con las malas noticias.

Ante ese hecho don Luis decidió irse a vivir a la casa frontera de la de su amada, que adquirió
a precio de oro. Esta casa tenía un balcón que daba a un callejón tan angosto que se podía
tocar con la mano la pared de enfrente.

Un día se encontraban los enamorados platicando de balcón a balcón, y cuando más


abstraídos estaban, del fondo de la pieza se escucharon frases violentas. Era el padre de
doña Carmen increpando a Brígida, quien se jugaba la misma vida por impedir que el amo
entrara a la alcoba de su señora. Por fin, el padre pudo introducirse, y con una daga que
llevaba en la mano dio un solo golpe, clavándola en el pecho de su hija.

Doña Carmen yacía muerta mientras una de sus manos seguía siendo posesión de la mano
de don Luis, quien ante lo inevitable sólo dejó un tierno beso sobre aquella mano.

A través de esta leyenda podemos darnos cuenta de que en el siglo XVI y XVII no se podía
dar el casamiento de ciertas clases sociales con otras de inferior categoría, y que tener una
hija significaba poder obtener un orden jerárquico mayor dentro de la escala social. También
vemos que por aquellos tiempos no existía una división tan tajante en la disposición urbana,
con esto quiero decir que las clases sociales no se distinguían por zonas habitacionales, sino
en los espacios públicos. Los amores tendían a realizarse a escondidas, pues los padres no
aceptaban la relación si el muchacho no llenaba los requisitos de abolengo y de riqueza. Cabe
aclarar que estamos hablando tal vez de una clase media alta, entre la cual en cuestión de
amor siempre era necesaria la participación de una chaperona para recibir cartas a
escondidas.

Aún en la época en que existía el casino en la ciudad de Guanajuato era de muy mal gusto
que se viese a una doña Carmen con un don Luis. Si la dama asistía con sus padres al
casino, el caballero buscaba la forma de internarse con los músicos al recinto de juego, en
esos momentos con solo mirar a la dama bastaba, y después de una escapada furtiva se
colmaba el espíritu de los enamorados.

En la actualidad se ha acabado la fiebre del oro y el pobre convive, juega, estudia, entre otras
actividades, con el rico. Hoy no existen clases sociales tan marcadas; muchos de los
habitantes se conocen desde la infancia y podemos ver cómo un individuo con licenciatura o
doctorado platica con el bolero, sin distinciones ni reverencia alguna. La zona urbana sigue
siendo igual que antaño, lo único que se mantiene es el apellido: “éste es el hijo de fulanito”, o
“tu padre es sutanito”. Ahí todos conocen las historias individuales de los sujetos, aunque sea
de oídas, y entre los habitantes no hay nada que esconder. Quien quiere que su hija se case
con una persona de valía económica, la manda a buscar partido a León, Guadalajara, la
Ciudad de México o al extranjero. Aún el padre tiene dominio sobre estos aspectos del amor,
y antes de aceptar una relación formal el joven debe ser presentado a la familia para averiguar
sus intenciones, y después el padre y la madre buscarán entre sus conocidos las referencias
del muchacho.

Lo más seguro es que si la joven encuentra en su fuero interno un amor intenso, buscará la
manera de escabullirse con la ayuda de sus chaperonas amigas y tal vez hasta con la de su
madre.

Los enamorados buscarán el lugar exacto, un sitio de poco tránsito para establecer su relación
sin peligro alguno. Pobre de ese amor si el padre se da cuenta o se entera de esas salidas,
porque Guanajuato retumbará con el grito de “¡Ah, pérfida, con ese no!” Con esa pequeña
interpretación podemos decir que la leyenda del Callejón del Beso no nada más es histórica,
sino también ahistórica, se mantiene en el tiempo del vivir de los guanajuatenses. Se recuerda
esta leyenda porque refleja de manera simbólica la vida amorosa de los inquilinos de esa casa
vieja. La leyenda se ha convertido en tradición, y los turistas, lo mismo que algunos oriundos,
ritualizan ese encuentro en el tercer escalón del callejón, donde todo se sella con un beso, en
el lugar indicado de dos casas que se yerguen como si estuvieran entre dos columnas, una
femenina, la otra masculina, para elevar de esta forma al cielo ese amor. La forma del beso es
lo de menos, el amor es lo que cuenta, de modo que tú no te asuste si un día visitas esta
ciudad y escuchas el grito de “¡Ah, pérfida, con ese no!”; al contrario, alégrate porque estás en
el momento exacto de la rememoración de aquel amor entre doña Carmen y don Luis.

Leyendas Mayas
by Jaime on 17/10/2013

Hace mucho tiempo existió una joven princesa que era adorada por su cabello que parecía
golondrina y la llamaron Cuzan que en Maya significa golondrina, cuando esta joven
princesa llego a edad de contraer matrimonio el rey decidió casarla con el príncipe Nan
Chan y Cuzan acepto y dio gracias a su padre el rey pero después de encontró con un joven
Chalpol y desde el momento en que se vieron se enamoraron y estuvieron viéndose en
secreto y juraron siempre amarse.
Cuando el rey se dio cuenta de esto mando a matar a Chalpol y la princesa Cuzan le rogo a
su padre el rey que le perdonara la vida y que ella ya no volvería a verlo, en eso llego un
hechicero con la noticia de que el rey había pedido que Chalpol no fuera ejecutado, pero en
sus manos traía un escarabajo el cual era Chalpol, inmediatamente la princesa tomo el
escarabajo y lo abrazo fuertemente y le dijo que ahora si nadie podría separarlos jamás.
Leyenda del Popo y el Itza

Para nuestros ancestros, los antiguosmexicanos que habitaron en la cuenca lacustre del
altiplano central, el culto a los poderes de la naturaleza, expresados en el aire, la lluvia y
por supuesto, el fuego, gozaba de capital importancia.

Sin duda, una de las mayores preocupaciones que tuvieron los mexicas, fue el mantener en
constante satisfacción a su dios principal Huitzilopochtli, capturando decenas de guerreros
enemigos para después sacrificarlos en lo alto del llamado Templo Mayor de Tenochtlitlan,
ofrendando así su sangre o, de ser necesario, entregando su vida misma en el campo de
batalla para con ello, poder acompañar al astro rey durante su trayecto del oriente al cenit,
justo en el punto donde se desarrolla la máxima expresión solar del día.

Según las antiguas tradiciones indígenas que fueron rescatadas en los textos de los frailes y
religiosos del siglo XVI, podemos advertir una hermosa leyenda de amor entre dos jóvenes
mexicanos, personificados como el Popo y el Izta, quienes fueron inmortalizados en la
imagen de los enormes volcanes: En algún tiempo, un joven guerrero mexicano se enamoró
de una doncella a la cual juró su amor por la eternidad.

Como todo buen hombre de su época, el valiente guerrero Popocatépetl tuvo que partir al
campo de batalla; a su regreso, al intentar reencontrarse con su amada, se encontró con que
ésta, había muerto trágicamente; al enterarse, prefirió entregarse a su sufrimiento y
obedeciendo a su juramento, decidió acompañarla por el resto de la vida.

Con el paso de los años, pero sobre todo, con el paso continuo del tiempo, ambos jóvenes
fueron cubiertos por las formaciones y los caprichos que la madre tierra crea sobre la faz de
la tierra. Fue de esta manera que la joven pareja quedo formalmente unida bajo la tutela de
los dioses.

Y ahora ellos, uno cerca del otro, como eternos enamorados, se cortejan conformando el
marco perfecto para coronar a la gran ciudad de México…

El mito del Quinto Sol es un mito mesoamericano. Se refiere a la creación del mundo, el
universo y la humanidad; forma parte de la Cosmovisión mesoamericana.

Según este, la Tierra ha pasado por cinco etapas diferentes desde su creación, regidas cada
una por un sol.

El primer Sol se llamaba Nahui-Ocelótl (Cuatro-Ocelote o Jaguar), porque el mundo,


habitado por gigantes, había sido destruido, después de tres veces cincuenta y dos años, por
los jaguares, que los aztecas consideraban nahualli o máscara zoomorfa del dios
Tezcatlipoca.
El segundo Sol, Nahui-Ehécatl (Cuatro-Viento), regida por Quetzalcóatl, desapareció
después de siete veces cincuenta y dos años al desatarse un gran huracán, que transformó a
los sobrevivientes en monos.

El tercer Sol, Nahui-Quiahuitl (Cuatro-Lluvia), desapareció al cabo de seis veces


cincuenta y dos años, al caer una lluvia de fuego, manifestación de Tláloc, dios de la lluvia,
de largos dientes y ojos enormes. Los habitantes de la tierra eran en su mayoría inmorales y
perversos, y los sobrevivientes se transformaron en pájaros y guajolotes.

El cuarto Sol, Nahui-Atl (Cuatro-Agua), cuya regente fue Chalchiutlicue acabó con un
terrible diluvio, después de tres veces cincuenta y dos años, al que sólo sobrevivieron un
hombre y una mujer, que se refugiaron bajo un enorme ciprés (en realidad, ahuehuete).
Cada uno de estos soles corresponde a un punto cardinal: Norte, Oeste, Sur y Este,
respectivamente. En él sucedió que todo se lo llevó el agua y la gente se convirtió en peces.

El quinto sol, Nahui-Ollin (Cuatro-Movimiento), porque está destinado a desaparecer por


la fuerza de un movimiento o temblor de tierra, momento en el que aparecerán los
monstruos del Oeste, tzitzimime, con apariencia de esqueletos, y matarán a toda la gente.
Quetzalcóatl, junto con Xólotl, creó a la humanidad actual, dando vida a los huesos de los
viejos muertos con su propia sangre.

El Sol presente se sitúa en el centro, quinto punto cardinal y se atribuye a Huehuetéotl, dios
anciano del fuego, porque el fuego del hogar se encuentra en el centro de la casa.

Para los aztecas y mayas el Quinto Sol fue creado en la antigua ciudad de Teotihuacan. El
mito intenta dar explicación/justificación a ciertos fenómenos cosmológicos presentes en
los pueblos prehispánicos:

 Necesidad lógica de fundamentación universal


 Temporalización del mundo en edades o ciclos.
 Idea de los elementos primordiales.
La casa del trueno

Cuentan los viejos que entre Totomoxtle y Coatzintlali existía una caverna en cuyo interior
los antiguos sacerdotes habían levantado un templo dedicado al Dios del Trueno, de la
lluvia y de las aguas de los ríos.

Eran tiempos lejanos en los que aún no llegaban los hispanos ni las portentosas razas,
conocidas hoy como Totonacas, que poblaron el lugar que después llamaron Totonacan.

Y siete sacerdotes se reunían cada tiempo en que era menester cultivar la tierra y sembrar
las semillas y cosechar los frutos, siete veces invocaban a las deidades de esos tiempos y
gritaban entonaban cánticos a los cuatro vientos o sea hacia los cuatro puntos cardinales,
porque según las cuentas esotéricas de esos sacerdotes, cuatro por siete eran 28 y
veintiocho días componen el ciclo lunar.

Esos viejos sacerdotes hacían sonar el gran tambor del trueno y arrastraban cueros secos de
los animales por todo el ámbito de la caverna y lanzaban flechas encendidas al cielo.

Y poco después atronaban el espacio furiosos truenos y los relámpagos cegaban a los
animales de la selva y a las especies acuáticas que moraban en los ríos. Llovía a torrentes y
la tempestad rugía sobre la cueva durante muchos días y muchas noches y había veces en
que los ríos Huitizilac y el de las mariposas, Papaloapan, se desbordaban cubriendo de agua
y limo las riberas y causando inmensos desastres.

Y cuanto más arrastraban los cueros mayores era el ruido que producían los torrentes y
cuanto más se golpeaba el gran tambor ceremonial, mayor era el ruido de los truenos cuanto
más relámpagos significaba mayor número de flechas incendiarias. Pasaron los siglos…

Y un día arribaron al lugar grupos de gentes ataviadas de un modo singular, trayendo


consigo otras costumbres, y otras leyes y otras religiones. Se decían venidos de otras tierras
allende el gran mar de turquesas (Golfo de México) y tanto hombres, como mujeres y
niños, tenían la característica de estar siempre sonriendo como si fueran los seres más
felices de la tierra y tal vez esa alegría se debía a que después de haber sufrido mil penurias
en las aguas borrascosas de un mar en convulsión habían por fin llegado a las costas
tropicales, donde había de todo, así frutos como animales de caza, agua y clima hermoso.

Se asentaron en ese lugar al que dieron por nombre, en su lengua Totonacan y ellos mismos
se dijeron totonacas. Pero los sacerdotes, los siete sacerdotes de la caverna del trueno no
estuvieron conformes con aquella invasión de los extranjeros que traían consigo una gran
cultura y se fueron a la cueva a producir truenos, relámpagos, rayos y lluvias y torrenciales
aguaceros con el fin de amedrentarlos.

Llovió mucho y durante varios días y sus noches, hasta que alguien se dio cuenta de que
esas tempestades las provocaban los siete hechiceros, los siete sacerdotes de la caverna de
los truenos. No siendo amigos de la violencia, los totonacas los embarcaron en un pequeño
bajel y dotándoles de provisiones y agua los lanzaron al mar de las turquesas en donde se
perdieron para siempre.

Pero ahora era preciso dominar a esos dioses del trueno y de las lluvias para evitar el
desastre del pueblo totonaca recién asentado y para el efecto se reunieron los sabios y los
sacerdotes y gentes principales y decidieron que nada podría hacerse contra esas fuerzas
que hoy llamamos sencillamente naturales y que sería mejor rendirles culto y pleitesía,
adorar a esos dioses y rogarles fueran magnánimos con ese pueblo que acababa de escapar
de un monstruoso desastre.

Y en ese mismo lugar en donde había el templo y la caverna y se ejercía el culto al Dios del
trueno, los totonacas u hombres sonrientes levantaron el asombroso templo del Tajín, que
en su propia lengua quiere decir lugar de las tempestades. Y no sólo se rindió culto al Dios
del Trueno sino que se le imploró durante 365 días, como número de nichos tiene este
monumento invocando el buen tiempo en cierta época del año y la lluvia, cuando es
menester fertilizar las sementeras.

Hoy se levanta este maravilloso templo conocido en todo el mundo como pirámide o
templo de El Tajín en donde curiosamente parecen generarse las tempestades y los truenos
y las lluvias torrenciales. Así nació la pirámide de El Tajín, levantada con veneración y
respeto al Dios del Trueno, adorado por aquellas gentes que vivieron mucho antes de la
llegada de los extranjeros, cuando el mundo parecía comenzar a existir.

Fin

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