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NATURALEZA HUMANA DEL PROFESIONAL

Por: Miguel David Ramírez


Proyecto Humano

¿A qué hemos vividos esclavos por mucho tiempo?, podría ser el interrogante que
muchos profesionales podrían estarse haciendo y que en nuestro camino profesional
también nos hacemos. Hemos dejado que la materialización de nuestras profesiones solo
esté basada en el asunto del Dios dinero, dejando de manera circunstancial, la naturaleza
del profesional ese que encuentra en su simple quehacer la gratificación monetaria y no la
del verdadero sentido del profesional, no por la materialización de nuestra época, sino por
la brecha que existe en cuanto al estatus y el poder.

Es la totalidad de las masas lo que nos ha absorbido dejando nuestro verdadero interés a
un lado, o ¿acaso nuestro interés cuando se es niño va más allá de poder jugar y tener
tiempo para hacer travesuras? es este mismo sentido que le hemos perdido a nuestras
profesiones la de disfrutar lo gratificante de aprender en nuestros entornos y de poder
hacerlo de manera libre, cocreando la necesidad de cada vez encontramos a nosotros
mimos en la profesión, no se es mas profesional por el poder adquisitivo que se tiene, se
es mas profesional en la experiencia que deja el verdadero aprendizaje significativo que
involucra tantas cosas, pero que a su vez las obviamos simplemente por no encontrarles
sentido, puede ser que el sentido mismo no lo da nuestra profesión, sino nuestra vida y
nuestra existencia.

Es la dignificación de nuestra existencia la que carga un sentido particular a la profesión,


es el deseo por desempeñarnos como personas, pero sobre todo debe ser el interés de
apropiarnos primero de nuestra humanidad, esa tan intangible que se escuda bajo una
profesión y que se blinda bajo el argumento técnico adquirido en la academia, pero sin
sentido mismo desde nuestra profesión. Puede decirse que es tan profesional aquel
agricultor que acaricia la tierra, como lo es tan profesional aquel cirujano que moldea el
cuerpo. ¿Qué de similitud hay en ellos? Hemos sido agricultores de nuestra existencia,
hemos plantado y hemos cosechado a través de nuestros años, pero también hemos sido
cirujanos que operamos nuestra alma, le hemos quitado, como también le hemos puesto
apéndices que nos exige nuestra sociedad, pero que en ultimas siguen siendo órganos
obsoletos porque nuestra alma siempre será la misma y es desde allí que la concepción
como profesionales debe ser simplemente un asunto de humanidad, porque cuando se es
humano, se es persona y cuando se es persona, somos seres íntegros, construidos y
moldeados, sí, tal vez bajo el mismo molde impuesto por una necesidad física, pero más
allá de ello puestos a la disposición del universo, ese que se nos abre ante la posibilidad
de desempeñar un perfil, una profesión, una construcción del ser.

No podemos entonces quedarnos en la pobreza del espíritu, ni en la riqueza del cuerpo,


debemos apoderarnos de la figura del profesional del mañana, del hombre y la mujer
sensible ante los procesos circunstanciales de nuestro entorno, del profesional integro
capaz de reconocerse a sí mismo como persona, como ser, como alma, pero sobre todo
como humano.

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