Miro por la ventana y pienso: <<Ojalá que vengas pronto y te acuestes
conmigo>>. O por lo menos te recuestes. Me conformo con que, dándome el perfil, me lances una de esas que abarcan todo el cuarto y miran sin mirar, un vistazo de águila, un cerrar de ojos que al abrirse, animen la boca que los sostiene, sonriente y sonrojada; así tú, haciendo gala de radical simpleza, habrías de venir a infundirme vida y sacarme del precipicio, pero tristemente vives en algún lejano lugar tras el cristal, o en la ilusión de la mirada que lo contempla.