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CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA

Con el paso de los años, hemos sido testigos de los crecientes cambios que ha
venido afrontando nuestra nación, cambios que van desde lo histórico hasta lo
socio cultural; incluso cambios que comprometen nuestro ordenamiento
jurídico-constitucional. Dichos cambios se deben en gran medida a los
denominados coloquialmente “procesos de paz” o “diálogos de paz. No solo por
esto nuestro país es objeto de cambio, sino también por la constante evolución
ideológica de los habitantes de nuestro país, habitantes que pasaron de ser un
simple cuerpo de individuos que desconocían sus propios derechos, o
simplemente desconocían su propia historia, a habitantes que incluso hoy en
día están más informados de la situación de su entorno, e incluso han tenido la
oportunidad de decidir el curso que tomara su país en torno al conflicto armado,
como es el caso del plebiscito en los ya citados diálogos de paz.
Para entrar en materia de conflicto y post conflicto, que es el objeto de este
ensayo; quisiera iniciar, con el aspecto histórico que dio origen al conflicto
armado colombiano.
Evaluando en un aspecto amplio el conflicto armado en Colombia, casi que de
forma obligatoria nos tendremos que remitir, a la eterna lucha entre liberales y
conservadores, pasando por conflictos que van desde la Guerra de los Mil Días
(1889-1902), donde des pues de una sangrienta lucha, se alza la hegemonía
conservadora en el país, relegando a si al partido liberar, a atender sus
directrices. A partir de este acontecimiento, se dan las llamadas hegemonías
liberales-conservadoras, donde el partido que ganaba el poder, hacia una
constitución, cuando el bando contrario se fortalecía, se daba otra guerra civil y
generalmente una nueva constitución. A raíz de estos sucesos, se generaban
grupos armados, que asesinaban a los grandes caudillos de su adversario
político, tal como es el caso del asesinato del líder liberal, Jorge Eliecer Gaitán;
también se dan otros acontecimientos violentos como el Bogotazo.
Desde este punto histórico, se inicia el periodo conocido como “la violencia”
que va desde 1948 hasta 1953, donde liberales y conservadores se organizan
en autodefensas, y se da inicio a una guerra partidista entre compatriotas.
Generándose así una cantidad de guerrillas liberales o conservadoras, que
perpetraban masacres contra quienes no compartían su filiación política.
Toda esta etapa sangrienta, encuentra un cese de derramamiento de sangre,
con la llegada del Frente Nacional, el cual fue un acuerdo llevado a cabo entre
liberales y conservadores, con el fin de terminar el conflicto y alternarse los
periodos de poder. Aparentemente este acuerdo entre ambos bandos, brindo
una especie de falsa paz, Ya que aquellas autodefensas que habían perdido
sus tierras en “La Violencia” deseaban volver a recuperarlas. El primer
presidente del Frente Nacional, fue el liberal Alberto Lleras Camargo, quien
ordena acabar con las autodefensas liberales con un bombardeo; ante tal acto,
las autodefensas liberales se sienten traicionadas y cambian su objetivo inicial,
que fue apoyar a los liberales y defenderse de los gobiernos conservadores, y
a partir del año 1958, se convierten en guerrilla, su fin es pelear contra el
Estado Colombiano, basados en su ideología comunista asimilada y acogida
por los éxitos de los grandes comunistas del momento en aquella época, como
lo fue la revolución cubana, o la revolución maoísta en china. Nace así las
FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), como una guerrilla de
carácter campesina comunista. De esta forma surgen otras guerrillas como el
ELN y el EPL.
Con el fin del Frente Nacional en el año 1974, se evidencia un país más
violento que al inicio, han surgido nuevas guerrillas fortalecidas, que exigen sus
derechos ante el estado y manifiestan su opinión de formas radicales.
Es hasta el año 1982 con la llegada a la presidencia de Belisario Betancourt,
que se promueve un tratado de paz con las guerrillas, este presidente, trata de
firmar Amnistías con las distintas guerrillas, pero lamentablemente no consigue
suficiente apoyo político para llevar a cabo tal empresa. De esta manera las
guerrillas se aprovechan de la buena voluntad del gobierno y se fortalecen
nuevamente, se destacan actos como la toma del Palacio de Justicia por parte
de la guerrilla urbana del M-19. A esta situación se suma la ola de narcotráfico
que azota el país, los narcos poderosos empiezan a comprar tierras y se
convierten en grandes terratenientes del país.
Los guerrilleros ven en los narcotraficantes, una gran fuente de recursos para
financiar su guerra contra el Estado, y empiezan a secuestrar a los miembros
de los grandes carteles narcotraficantes del país, exigiendo grandes sumas de
dinero por su libertad. Los narcotraficantes se cansan de esta situación y creen
sus propios ejércitos particulares, estos grupos paramilitares combatían a las
guerrillas y defendían a sus patrones, los narcotraficantes.
Es hasta el año 1990 con el gobierno de Cesar Gaviria Trujillo, con la reforma
constitucional “Movimiento de la séptima Papeleta”: con la propuesta de la
reforma, que se consigue la desmovilización de 7 grupos armados. En aquel
momento se estuvo cerca de firmar la paz con las FARC, este grupo pretendía,
veinte puestos en la asamblea nacional constituyente, pero no era posible
otorgárselos, ya que con veinte miembros de las FARC y más los miembros del
M-19 el resultado sería una Nacional Constituyente de mayoría comunista.
Con el tiempo se trató de negociar nuevamente con las FARC, como fue el
caso en el gobierno de Pastrana, pero este también fue un fracaso y la guerrilla
nuevamente se fortaleció. Con el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, tampoco fue
diferente el trato con las FARC, en este caso se acrecentó la lucha contra esta
guerrilla y no se solidifico acuerdo alguno.
Remitiéndonos ahora a la actualidad, con el gobierno del presidente Juan
Manuel Santos, se ha avivado el sueño de la paz, mediante los diálogos
promovidos por el gobierno y las FARC; que tuvieron su inicio en Oslo,
Noruega y su terminación en La Habana, Cuba. Este acuerdo uno de los más
prometedores fue sometido al plebiscito, en el cual el pueblo colombiano, voto
por la opción del no, este resultado, inesperado, obligo al gobierno a renegociar
nuevamente el acuerdo, tomando en cuenta las objeciones de los partidarios
del no. Después de este proceso, finalmente se firmó el 24 de noviembre en
Bogotá; este nuevo acuerdo, que fue ratificado por el Senado de Colombia y la
Cámara de Representantes el 29 y 30 de noviembre del año 2016.
Este acuerdo final entre las FARC y el Estado Colombiano, ha sido objeto de
crítica para muchas personas, dado que existe cierta incertidumbre sobre el
eficaz cumplimiento de los puntos señalados en este acuerdo, o como se
llevarán a cabo estos mismos; acuerdo que de una u otra forma termino con un
grupo más que sembró la zozobra en nuestro país.
Asuntos como la desmovilización, la seguridad ciudadana, la reinserción, pero
especialmente la parte de una recomposición o reconstrucción social es donde
se debe hacer especial realce para que así la paz, que, aunque no es absoluta
empiece a construirse desde las ciudades y grandes urbes de nuestro país, y
de esta forma acoger y estar preparados para los retos tanto sociales como
jurídicos que implica el denominado posconflicto.
Desde mi punto de vista, y habiendo analizado el trayecto histórico de nuestro
país y sus diferentes conflictos, este es el momento en que el Estado
Colombiano, debe mostrarse fuerte, como una verdadera entidad política
soberana, argumentando sus posiciones y objeciones, sin ceder terreno y
mostrarse débil, pues te grupo guerrillero ha demostrado tener dobles
intenciones a lo largo de la historia, como es el caso de las negociaciones en el
Caguan.
Respecto a los objetores totales del acuerdo de paz, pienso que este acuerdo,
era necesario ya que, la misma historia colombiana es confidente, y da fe, de
que el derramamiento de sangre y la vía violenta, solo genera más violencia. La
guerra ha causado una gran cantidad de víctimas; por el lado militar, no se ha
encontrado una solución a este conflicto, ni las FARC han sometido a Colombia
al estado Socialista de sus sueños, ni el Estado Colombiano ha erradicado esta
guerrilla. Lo único que queda es sentarse y dialogar por la vía diplomática,
como se dio en este caso.
En cuanto al tema de las víctimas, es un tema difícil de analizar, ya que estas
se cuentan por miles, y es necesario abarcar a la vez el tema de los victimarios,
ya que estamos hablando de temas como la restitución de tierras, reparación
de daños morales, entre otros. Esta parte en especial, del posconflicto, es una
de las que más me cuesta analizar, dada la complejidad que realmente implica,
ya que a su vez podría desencadenar un nuevo conflicto por inconformidad, ya
que cada quien, tanto víctima como victimario, tratara de sacar su parte en este
proceso alegando justicia en esta nueva etapa.
Bien sabido es, que el posconflicto es lo que nos espera y lo que estamos
viviendo actualmente, y naturalmente existe cierta incertidumbre de cómo se
desarrollara con el pasar de los años esto proceso; no sabemos qué hechos
puedan desencadenarse a raíz de los inconformismos y dilemas que puedan
surgir.
A manera de conclusión, siempre, hay dudas que asaltan nuestro pensamiento,
como la siguiente: ¿este proceso de paz, y el posconflicto, demostraría que el
crimen paga? Vemos como los líderes de esta guerrilla que tantos delitos
contra la humanidad cometieron, ostentarán el día de mañana curules en el
Congreso de la Republica e incluso, los miembros de sus filas de más bajo
rango, recibirán una reinserción a la vida civil, con dinero que nosotros los
colombianos de manera “honrada” obtenemos con el sudor de nuestra frente.
Como la anterior hay diversas dudas generadas a partir de lo que acontece en
nuestro país, más exactamente en el ámbito del posconflicto. Tendremos que
esperar, y creer que esta, no sea una guerra disfrazada de paz.

Por otra parte, consideramos que la temática del conflicto armado que se
presenta en la exposición tiene relación con la clases que hemos visto donde
se puede mencionar que el conocimiento es un procedimiento constante,
donde los datos que brinda el lenguaje no son un reflejo objetivo de la
humanidad y Proporciona códigos, valores y juicios que se desarrollan en el
contacto cotidiano con otras personas.y Muestras de PODER
De manera que, la colonialidad ha influenciado a esta violencia que se ha
presentado y que ha perdurado en Colombia ya que la colonialidad forma parte
integral de los procesos de la modernización occidental, por tanto, no es
simplemente un estado de cosas que se opone a la modernidad y le precede.
Situación que se evidencia en tres fenómenos: el racismo, el eurocentrismo y la
occidentalización (violenta o consentida) de los estilos de vida. Los cuales a su
vez, son el reflejo de las tres facetas de la colonialidad: el poder, el saber y el
ser.
Conocimiento es un procedimiento constante, donde los datos que brinda el
lenguaje no son un reflejo OBJETIVO de la humanidad y Proporciona códigos,
valores y juicios que se desarrollan en el contacto cotidiano con otras
personas.y Muestras de PODER
Debido a que, la colonialidad del poder, se relaciona con un tipo de “clasicación
social”, según el cual la concentración de riqueza y privilegios sociales en las
colonias, al igual que la división social del trabajo, se de en conforme a la raza
y el fenotipo de los individuos, “blancos” en la cúspide, luego los “indios” y por
ultimo, los “negros”. Dinámica clasicatoria que no solo evidencia las
continuidades históricas entre los tiempos coloniales y los mal llamados
tiempos “poscoloniales”, sino también el cómo las relaciones coloniales
permean tanto las esferas económica-política y jurídica-administrativa de los
centros en relación a las periferias, al igual que las configuraciones relacionales
y epistémicas, es decir, la dimensión cultural de las sociedades colonizadas
Para hablar de la colonialidad del saber podemos decir que el único
conocimiento “válido”, es aquel generado primero en los centros de poder, para
luego, desde allí, ser distribuido desigualmente hacia las periferias y a los
sujetos periféricos, que se limitan a ser receptores pero nunca productores de
conocimiento y asi generando como consecuencia que se implicara un
combate permanente contra la multiplicidad epistémica del mundo y la
imposición de una sola forma válida de producir conocimientos, muchos de
ellos con pretensiones de validez universal.
El sometimiento de las poblaciones latinoamericanas a las lógicas coloniales se
ha hecho la mayoría de las veces, a través de la violencia, en muchos casos,
esgrimiendo como argumento la superioridad de los modos de vida
occidentales que tiene como base lo se podría decir como el yo-conquisto. Esta
la colonialidad del ser, donde el “ser” es un atributo que le pertenece al
colonizador, mientras que a las poblaciones coloniales lo que les caracteriza es
el “no-ser”, y por tanto, carecen de “mundo”, de un lugar válido de enunciación
y construcción propia de su ser, de ahí que los sujetos “otros” siempre serán
una construcción de quienes detentan el poder, una suerte de afuera
constitutivo que da vida a las identidades hegemónicas, a la idea de un
“nosotros” expresión del poder hegemónico.
De manera que, luego se presenta la decolonilidad Un conocimiento que en el
caso de las compresiones que pudiéramos tener en relación al pasado del
conflicto armado en Colombia implicaría subvertir los supuestos
epistemológicos básicos que han referenciado la construcción de las historias o
ciales. Aquellas que emergieron en el contexto del nacimiento de los estados
nacionales, a partir de dicotomías convencionales expresadas en la relación
entre neutralidad y veracidad. Así, la memoria como opción decolonial sería
aquella que permita, en primer lugar, evidenciar las relaciones de poder
presentes en la configuración de las historias hegemónicas; y en segundo
lugar, desvirtuar las prácticas que han concebido una única historia nacional,
heroica, etnocéntrica y sobre todo, política en un sentido bastante tradicional,
lineal en el tiempo y patriarcal. Por lo tanto, La opción decolonial permitiría
entonces, acabar con la domesticación de la memoria por las historias
hegemónicas, aquellas que han tomado la forma de una suerte de historia
natural: historia científica, objetiva, dueña de los únicos dispositivos de verdad
y de legitimación posibles, atemporal(es), universal(es).

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