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NUESTROS DÍAS
II
De acuerdo a la antropología simbólica, todo fenómeno, desde el de carácter
natural hasta el de carácter social, es conceptualizado por la sociedad que lo
percibe o experimenta, constituyéndose, así, un concepto o símbolo común cuyo
significado se comparte en la sociedad. Asimismo, dicho concepto se sitúa en el
trasfondo cultural desde el cual la sociedad lo toma y reproduce. Dicho concepto
común se transmite de una generación a otra por medio de la reproducción
perpetua de los conceptos hallados en el trasfondo cultural. Cada nueva
generación de la sociedad reproduce los conceptos por automático 1, lo cual
implica que al pasar, el concepto, de generación a generación pueda tener
1) Los conceptos pueden ser reproducidos por largos períodos generacionales
sin alterarse la sustancia de su contenido.
reproduce el concepto por automático, es decir, no necesariamente lo crea sino
simplemente reproduce el que yace ya en el trasfondo cultural de la sociedad, el
que se encuentra ya “definido” por las generaciones precedentes; por
consiguiente, tampoco lo evalúa al asimilarlo. Esto nos lleva a otra cuestión: en
efecto, los conceptos, aunque sean reproducidos por automático por las nuevas
generaciones de la sociedad y puedan pasar largos períodos generacionales sin
sufrir modificaciones, también pueden sufrir modificaciones que las posteriores
generaciones van añadiendo inconsciente o conscientemente, influenciadas por
movimientos, eventos u otros fenómenos socio-históricos que acontecen en la
sociedad. De hecho, si dichos movimientos, eventos o fenómenos socio-históricos
tienen fuerte impacto en la sociedad, pueden, incluso, romper por completo, o al
menos casi por completo, con la concepto que se tiene de un fenómeno. Tal es el
caso, por ejemplo, del movimiento científico consolidado en el siglo de las luces,
cuyo impacto fue tan contundente que terminó imponiendo a la ciencia sobre la
religión y la filosofía para abordar el estudio de los fenómenos, generando un
cambio de conceptualización de los fenómenos: la muerte ya no tuvo que ver con
asuntos divinos sino biológicos. Y también es el caso, por dar otro ejemplo, del
rompimiento de la conceptualización que los indígenas tenían de la muerte
después de la aculturación que perpetró Occidente: ya no era otra etapa de un
ciclo sino un punto y seguido2 de un tiempo lineal.
EL ¿SINCRETISMO? OCCIDENTAL-PREHISPÁNICO
Es necesario que primero analicemos un tema en particular: el sincretismo. Me es
necesario abordarlo antes que todo puesto que de esto se desprende el carácter
de la relación entre el mundo indígena y el mundo occidental, relación que
esclarece el porqué de la imagen que se ha creado del indio a partir de la colonia.
Diagrama 1:
Fenómeno Concepto
(Ej: Muerte) o Símbolo común
conceptualización
abstracción
producción
Sociedad
(agentes Producto =
Agente ajeno
interpretación
Fuente primaria
locales) (cronista,
(iconografía,
antropólogo,
práctica social,
etc.)
recurso lingüístico,
etc.)
producción
Producto = Fuente secundaria
explica o describe
(explica o describe la interpretación, no el concepto
nativo)
1. Al leer detenidamente las crónicas de Bartolomé, se da uno cuenta de la tendencia a la exageración. Si bien es
necesario considerar esto, tampoco debe considerarse ilegítimo, pues después de todo no todo lo que narra
podría ser producto de su imaginación, además que muchas de sus descripciones también se corroboran en otras
fuentes.
Por otro lado, las fuentes secundarias, es decir, las crónicas descritas por
quienes no participaban de la sociedad indígena prehispánica, también pueden
contener datos duros, o sea, datos de carácter objetivo o cuantitativo. Si un
cronista, como Sahagún, nos habla, por ejemplo, sobre los conocimientos
astronómicos elevados que tenían los indígenas, constituye un dato duro, puesto
que los datos que presenta se pueden corroborar, por ejemplo, aprendiendo el
mecanismo del calendario, de modo que se revele por sí misma la rigurosidad de
la astronomía indígena, cosa la cual hasta la NASA ha reconocido.
3 Creo que está de más mencionar que con esto no estoy negando la práctica del sacrificio en general,
simplemente estoy señalando la naturaleza y carácter de los datos que contienen las fuentes, y estoy señalando
el cuidado con que se deben tratar dichos datos. Aunque, respecto a la práctica en general, también tengo mis
dudas basado en reflexiones exhaustivas que he hecho sobre dicha materia, apoyado también por herramientas
epistemológicas y lingüísticas pero que no cabe mencionar aquí porque excede el tema y además tendría que
extenderme mucho más de lo que aquí tengo delimitado.
LA HERENCIA
Antes de proseguir, debo dejar claro que el verdadero enfrentamiento que tuvieron
los indígenas en la conquista fue más allá de carácter geográfico-racial (indígenas
contra españoles), más allá de carácter religioso (religión indígena contra religión
católica); fue, precisamente, de carácter cultural, es decir, fue entre la cultura
indígena y la cultura occidental. En efecto, la cultura es el marco general que
engloba a todas las instituciones, incluyendo la religión. La religión, por tanto, sólo
es uno de los campos que conforman el marco general que es la cultura. Si bien la
religión en aquel entonces ocupaba gran parte del marco general cultural (al
menos más que en nuestros días), el enfrentamiento no fue solamente de índole
religiosa, sino militar, epistemológico, político, ideológico, etc., es decir, fue de
carácter cultural. Prueba de ello es que a partir de la colonia los indígenas se han
enfrentado no sólo a los españoles católicos, sino se han enfrentado a los criollos
católicos, a los mestizos católicos y, en nuestros días, a los mestizos “laicos” (que
continúan reproduciendo la cultura occidental), representados por el gobierno que
en nuestros días continúa marginándoles y oprimiéndoles. Tanto el español
católico, como el criollo católico, el mestizo católico y el mestizo laico han sido
partícipes de la cultura occidental. Por tanto, queda claro que el verdadero
enfrentamiento que han venido teniendo los indígenas es de carácter cultural:
cultura indígena contra cultura occidental. Este argumento nos sirve para explicar,
a continuación, la reproducción de los conceptos en la sociedad occidental de
América.
¿Cómo ha llegado hasta nuestros días la imagen despectiva del indio creada
en la colonia? ¿Por qué en la actualidad la seguimos reproduciendo, habiendo
desterrado a los colonos hace dos siglos? Porque, como ya se ha explicado, los
conceptos pasan de generación a generación por medio de la reproducción de
éstos al ser aprehendidos del trasfondo cultural. También explicamos que una
sociedad puede bien pasar largos períodos en que las generaciones van
reproduciendo el mismo concepto, o puede bien ir añadiendo nuevos matices al
concepto conforme pasan las generaciones, o puede bien romper por completo, o
casi por completo, con el concepto si deviene un evento, movimiento u otro
fenómeno socio-histórico que perturbe fuertemente la conceptualización social y,
por tanto, los conceptos sociales. El hecho de que tras la independencia colonial
se siga reproduciendo la imagen despectiva del indio creada en la colonia se debe
a lo que acabamos de demostrar: el conflicto ha sido y es entre la cultura indígena
y la cultura occidental; si bien se desterró a los colonos, no se desterró a la cultura
occidental, la cual ha prevalecido bajo distintos régimenes hegemónicos y es
representada por la sociedad que la reproduce: los mexicanos occidentales.
Aunque la cultura occidental desarrolló un matiz propio en la Nueva España, no
dejó ni ha dejado de ser occidental. Esto deja claro que el evento de la
independencia colonial no tuvo tal reforma conceptual, no conllevó un rompimiento
en la conceptualización del mestizo occidentalizado; no ha habido un evento o
movimiento en la sociedad que impacte a tal grado que perturbe el concepto que
tenemos del indio y lo prehispánico, aunque han habido intentos de ello. Como
herederos de la cultura occidental, rechazamos implícitamente las raíces
prehispánicas porque el concepto que tenemos de ello, creado en la colonia, las
desprestigia ante nosotros mismos. Es por esto que yo veo, en lo general, una
aculturación gradual que en aspectos particulares parece un simple sincretismo.
CONCLUSIÓN
En nuestros días quedan claras las consecuencias que genera la imagen
despectiva del indio creada en la colonia: la continua marginación de lo indígena y
la gradual erradicación de las raíces. Quien no crea posible esto último, debe ver
las estadísticas que indican, por ejemplo, la decreciente población indígena y la
creciente población occidentalizada, o la cantidad de lenguas indígenas al borde
de la extinción, entre ellas la más popular: el náhuatl. (Si bien se implementan
medidas para combatir la extinción del náhuatl, no parece haber el mismo interés
por rescatar otras lenguas. Además, el asunto en general no se soluciona
implementando medidas para salvar a una lengua en particular, ya que el
problema no se presenta sólo en el ámbito lingüístico, sino en la cultura en
general).