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PROGRAMA INTERUNIVERSITARIO de HISTORIA POLITICA Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani™ westre de 2001 EL CASO BOMARZO: OPERA Y DICTADURA EN LOS ANOS SESENTA* Esriwan BucH* La pera Bomarzo, de Alberto Ginastera y Manuel Mujica Lainez, fue excluida del re- pertorio del teatro Coldn el 14 de julio de 1967. Esta decisidn del teniente general Juan Carlos Onganfa, dos meses despues del estreno triunfal de fa obra en Wastington y tres semanas antes de su anunciada presentacién en Buenos Aires. se inscribe en una serie de actos de censura que su gobierno impulsé de modo sistematico, coma un ver- dadero eje de su politica en el campo cultural. La medida contra Bomarzo es contem- pordnea de las que afectaron a la pelicula Blow up, de Michelangelo Antonicni, basa- da en un cuento de Julio Cortazar, y a la pieza de teatro El regreso (Homecoming), de Harold Pinter, dirigida por Leopoldo Torre Nilsson. La lista de las obras censuradas por su dimensién erstica © moral durante 1a Hamada Revolucin Argentina (1966- 1973) resulta bastante imponente, comparada con la situacion en otros paises occiden- tales en aquellos afios. 0 con otras épocas de la historia argentina, con [a sola excep- cidn del denominado Proceso de Reorganizacién Nacional (1976-1983). Las acciones contra obras de arte constituyen un aspecto particular de la agresi- va campafia de “moralizacin” de la vida publica lanzada. al dia siguiente del golpe de Estado del 28 de junio de 1966, por unos militares preocupados por los pelos lar- 205, los besos en las plazas. la penumbra en las discotecas. las relaciones extraconyt- gales, los homosexuales. “Buenos Aires: Ia noche se apaga’ diré la revista Primera Plana en agosto.? Esta campana tiene implicaciones politicas directas, pues, segtin ex- plicard uno de sus responsables, “a través de las publicaciones obscenas y pornogra- + Bl presente articnto fue eserito en el marco de una investigacién financiada por unci becade la John Siston Guggenheim Memorial Foundation, Bl aitordesea agradecer especialmente a Josefina Ludmet, Leopoldo Brizuela, Robert A. Potash, Loris Zanatts, Chistel K, Converse. Andrea Giunta, Diana Pasoli, Luts A. Romero, Sofia Fisher, Aurora Natola-Ginastera, Eduardo Amau, Tommaso y Emma Cascella, asi come alos drhitros de la primera version de este texto ‘s+Ecole dle Hanites Etudes en Sciences Sociales (EUBSS1. Paris, 2) Véase Anclrés Avellaneda, Censura anteritarivara y cirtura. Argentind 1960-1982, 2 vol, Bsns AiTes, CEAL, 1986. 2 Primera Phan. 9 de agosto de 1966, 109 ficas. el comunismo desarrolla una de sus formas de subversion”. Asi. la cuestion se- xual es sélo una faceta del avanee global del poder militar sobre fa sociedad civil. que Incluye un agcionar igualmente represivo en cuestiones politieas @ ideoldgieas, como resultado de la inscripeién det régimen en Ta cruzada “occidental y cristiana” contra el comunismo. A la prohibicién de los partides politicos y de las reuniones conside- radas tales, a la intervencidn de las universidades y a Ja “Noche de los bastones lar- gos", se suman acciones de censura en el campo cultural motivadas por razenes di- rectumente politicas -entre muchos y muy diferentes ejemplos, el cierre de la revista Tia Vicenta, pot un dibujo de Landrdi donde Ongania era comparado con una morsa- la prohibicion de la pelicula Ler hora de los hornos, de los peronistas Femando Sola nas y Osvaldo Getino, o la clausura de Ia instalacion ET bariv, de Roberto Plate, en el Instituto Di Tella, 2 causa de los graffiti obscenos contra el presidente realizaios por algunos visitantes Mis alld de la variedad de sus objetos y de los métodos utilizados, que van de los actos de censura propiamente dichos (preventivos) a las acciones poticiales 0 judicia- les (represivas)." todo elle constituye una politica coherente, Puede sin duda verse en ella el retlejo de la alianza entre el ala antitiberal del ejército, representada por el ge- neral Onganfa, y el sector preconciliar de La Iglesia catlica. liderado por el cardenal arzobispo de Buenos Aires, y vicario castrense, Antonio Caggiano. Pero si la Revolu- cidn Argentina se especializ6 en un moralismo represivo que debfa marcar a fuego su memoria. en muchos aspectos no hizo mas que continuar una linea progresivamente instalada en el escenario argentino desde comienzos de la década. O, por dar una te- cha precisa aunque algo arbitraria, desde la prohibicién de Lofite por la Municipali- dad de Buenos Aires en 1959, un episodio que, aunque similar a las reacciones susci- tadas por el libro de Nabokov en otros paises. no iba a constituir en la Argentina un caso limite, sino una suerte de caso piloto: pronto fe seguiria, por ejemplo, la conde- na judicial de Carlos Correas y los responsables de la Revista Centro, del centro de estudiantes de Filosofia y Letras de la UBA, por la publicacién de un cuento de tema homosexual, “La narracién de la historia’.S El comisario Margaride, figura emblema- tica de la época de Ongania, se habja hecho famoso ya bajo el gobierno de Arturo Fron- dizi: y cuando en 1967 la cuestién de Bomarzo lego a la Comisién Honoraria Aseso- ra para la Calificacién de Espectaculoy Teatrales, varios de sus miembros, designados por la Direceién de Cultura de Ia Municipalidad, Hevaban ya seis afios en sus cargos. 8c ‘avin en Primera Plana, 9 de agosto de 1966. 4 Paca un analisis de esta distin “Du Finition juridique de fa comsure”. en Lar Censure cx Brance al'ére démncratique (1848-..1.60, P. Oty. Baw selas, Complexe, 1997, pp.13-24 § Carins Conreas, “Lat narracion de la historia’, Revista Contry, nim, 14, cuarto trimestre de 1959, Buenos Aires © Revista Avidaside nim, 1200, septiembre de 1967 itn de navio (R) Knrique Green Urien an, weave Maxime Bru droit a la métaphure : sur Vintér8i de la dé Ho Asi. desde una perspectiva amplia, Bomarzo no es mas que un pequeno capitulo en Ia historia de Ta censura en la Argentina, la cual esta atin por escribirse.? Sin em- bargo. es suficientemente singular como para merecer por si mismo un anélisis deta- lado. El escandalo desatado en 1967 por la prohibicién de la obra de Ginastera y Mu- jica Lainez se distinguié, por su repercusién puiblica y por su légica discursiva, de las reacciones que siguicron a los otros episodios. Esta vez, las protestas. discusiones y gestiones oficiales u oficiosas duraron meses, e involucraron a importantes, y muy di- ferentes, actores de la vida nacional. Sus efectos se extendicron a la prensa extranje- ray hallaron eco en la Embajada de los Estados Unidos: “Este caso se diseutid duran- te varias semanas en el seno del gobierno argentino, con resonancias cuasi politic eseribird el embajador Edwin Martin el 27 de julio, en un aerograma confidencial al Departamento de Estado, resumiendo lo que denomina the Bomarzo Affair.® Es que. al tomar por blanco una 6pera escrita por dos miembros de la Academia de Bellas Artes, identificados con el establishment y repetidamente galardonados por el Estado, e] régimen desarticulaba, sin proponérselo, la legibilidad de su propia po- Iitica cultural, Lo extrafo de la situacién fue observado por el compositor vanguardis- ta Juan Carlos Paz. rival de Ginastera en el campo musical contemporaneo, quien de- finié al episodio como un “deplorable anacronismo”, fo cual, viniendo de él. podia aludir tanto @ la censura en comp al género de la obra censuradat: la Opera es -septin su definicién un “especticu- lo anacrénico gritante. aullante y gesticulante, con acompaiiamiento de orquesta”.” La decisién de medir una obra de “alta cultura” con la misma vara moral que los teatros de revistas —blanco habitual de 1a citada comisisn honoraria tenia sin duda sentido desde una perspectiva fundamentalista, pero iba en contra del horizonte de recepeién del género y. por Io tanto, de la experiencia hist6rica de grupos que, ineluso en fos cat- sos en que apoyaban al gobierno. reconocian en [a libre frecuentacién de esas obras a Ja vez un valor ético y un elemento de su identidad social, En cuanto a los autores, su papel de victimas de La censura militar no cuadraba, por ejemplo, con el retrate de Mu- ica que poco después harian Solanas y Getino, como emblema de “una intelectuali- dad sumisa al poder neocolonial”. Sa propésito de vanguardistas y/o izquiertistas la represion siempre podfa ser inteligible en términos de un “algo habrain hecho”, mu- cho mas dificil resultaba entender qué habian hecho estos dos ilustres gorilas: dificil ante todo para ellos mismos, sobre todo para Ginastera. i. con sus“extremas |... | dignos del periodo victoriano™ 7 Ademas de los textos Ue Andrés Avellineds, que cubren el periodo {960-1983 cabe mencionar e! Ihre de Femando Ferreira Unie historia de fe censura, Viokenvia x prosceipeicn em ka Argendina del sighs ¥X, Bucaos Aires, Norma, 2000; muy incomplete sin embargo, y dlecepeionante desde el punto de vista ths toriogrifieo * Aemgrama A-5S del 27 de julio 1967, firmada porel embajador Edbwin Martin. POL. 2-1 ARG, National Avehires, Maryland. EL rdtulo “the Bomarzo Affair” ya es utilizada por The Buenos Aires Herad el 24 de Julio de 1967. “This case way debuted several weeks and took on yuasi-political tones within the GOA * Resp iviomes de fa Flor, 1994, p83. y Altai, ensiones, atangues. invensirudes (Memorias ir). Busnes Al la Flor. 1987, p, 124 sivamente, Alturas, éenstones, ateqees, inreusiedades (Memoria ni). Buenus Aires os, Rdiclones de Ht Que el escenario —imaginario por efecto de la prohibicién misma- de toda esta discusién haya sido el teatro Colén, simbolo de la pertenencia de la Argentina a la tra- dicidn det arte lirico occidental, refuerza su indole extraordinaria, al conferirle un ca~ racter de ejemplo. Una pretensién didactica tal vez inseparable de todo acto de censura publica, pero, en este caso. como se vera, directamente invocada por sus responsables. Todas estas anomatlias hacen del uffuire Bomarzo un modo de discutir el rol de la cen- sura en la definicidn de las relaciones Jegitimas entre el arte y li sexualidad, el arte y Ja moral, el arte y la politica. ¥ también. de contribuir a incorporar al debate sobre ar- te y politica en la Argentina de tos afios sesenta “ciertas formas dc la cultura” que, co- mo habria de deplorar Victoria Ocampo."” se hallaban por cierto alejadas de las preo- cupaciones de “la mayoria de la turbulenta juventud contemporiinea”, pero no por ello habian desaparecido del juego institucional de los campos antisticos: las que =lla Ha- ma “las mas altas”, las que nosotros podemos Harmar las mas i se Bomarzo. op. 34. segunda opera de Alberto Ginastera, en dos actos y quince escenas, cuenta la vida de Pier Francesco Orsini, duque del Renacimiento italiano. un joroba- do que. protegido por su abuela, propicia la muerte de su padre mediante actos de ma- gia, deja morir a su hermano mayor por odio, manda matar a su hermano menor por celos, y muere envenenado por el hijo adoiescente de este tiltimo, por venganza. Du- rante el desarroflo de la obra, el persenaje se ve distrazado de mujer y violentado por sus hermanos, vive una humillante escena de impotencia con una prostituta, se en- ciende por su esclwwo negro Abdul, result incapaz de consumar su casamiento con una bella aristécrata, suetia con orafas erdtivas que se transforman en pesadillas, asis- te al acto sexual de una joven pareja, se masturba ante la estatua de un Minotauro, se horroriza ante su propio cucrpo reflejado en Los espejos, se enamora de su propio ros- tro pintado por Lorenzo Lotto y, finalmente, proyecta su atormentada vida sexual en Jos monstruos de piedra que manda esculpir en su jardin —incluida la “Boca del In- fiero”, ante Ia cual. a pesar de la inmortalidad predicha por su astrlogo, agoniza, inmortalmente arrepemtido-, La Opera de Ginastera, atonal y dodecafénica, con par- tes microtonales y aleatorias. y una orquesta exuberante en la que se destaca la per- cusion, ha sido a menudo descrita como “neoexpresionista”’ y es cierto que, més alld del eclecticismo del lenguaje musical, el despliegue de la violencia atectiva interior del personaje recuerda el mundo alucinado de Woezeek, de Alban Berg. modelo rei- vindicado por ef argentino. Al mismo tiempo, la obra busca abiertamente, por su es- tilo lirico. su estructura dramética y su tema histérico, inscribirse en la gran tradicion operistica. en particular verdiana, como una suerte de Rigoletta contemporineo, en 6 Su, nim. 325, julio-agosto 2970, cit, en Silvia Sigal. fielecturles y pester en iu década def vesenta. Buenos Aires, Puntosur. L991 respuesta a lo que Ginastera Hama, por entonees, las “antidperas” de sus colegas vanguardistas,!! E] libreto, escrito por Manuel Mujica Lainez con la colaboraciin de! compositor. esti inspirado en la autobiografia imaginaria del personaje. publicada como una no- vela porel propio Mujiea en 1962, Cuatro adios antes, el escritor habia visitade el Par- que de los Monstruos construido cerea de Roma en él sigio Xvt por el verdadero du- que de Bomarzo, Vieino Orsini (1523-1585). En realidad, éste no era jorobade ni. que se sepa. impotente. Et jardin de Orsini, poblado de grandes estatuas de piedra, es wn monumento del manierismo que su creador, inspirado por una filosotfa epictire habia ideado como escenario de goces terrenales y también, implicitamente, como res- puesta pagana al nuevo puritanismo que kt Iglesia venia tratando de imponer al mun- do cristiano desde el Concilio de Trento (1545-1563)."? Asi, las relaciones conflicti- vas entre Bomarzo y Roma no son cosa de la Argentina de los afios sesenta, sino una historia que remonta a los origenes del Jugar. Cafdo en el olvido durante siglos, el jar- din seri “redescubierto” despus de la Segunda Guerra Mundial. primero por Salva- dor Dali, quien, faseinado por sus ruinas. pensard un momento en comprarle: luego por el escritor André Pieyre de Mandiargues, el cual, en un libro publicado en 1957, deseribiné ef sensual contacto de sus pies descallzos con las estatuas gigantes de Orsi- ni, propeniendo la primera leetura sadiana y psivoanalitica de la obra.!* la idea que retoma Mujica, al presentar el jardin como una ilustracién de et traumatica vida afectiva del duque, agregdndole un elemento clave que, de hecho. le- jos de hacer de la historia de Bomarzo un desafio a Ja Iglesia, la presenta como un chento moral en sentido cristiano: la joroba del personaje simboliza sus muchos pecados, su sucio de inmortalidad se transforma en un deseo de arrepentimiento eter- y su muerte es el justo castigo que aguarda a quien, por su conducta sestal de viada (travestismo, bisexualidad, masturbacin, voyeurismo), por sus ereencias heterodoxas (astrologia, alquimia) y por sus crimenes (conspiracion, asesinato), se aleja de Dios. Este libro, primera “novela histérica” def autor de favitados en ef Pa- raiso, combina la sensibilidad decadentista tardia, ya explota alta clase porteiia, con una erudicién proliferante y a menudo fantasiosa, Igual que en sus textos anteriores. lo guia una sistematica prudencia en la descripeién de las si tuaciones erdticas, justificada por la voz del propio narrador: “Como Estas son las memorias sinceras de un seftor cautivo del Diablo y no una novela pornografica -aun- que no sé de qué modo las clasificars la imprevisible censura actual— no abundaré en pormenores”.4 ¥ de hecho, la novela de Mujica, lejos de ser percibida por el est da en sus retratas de la 4 Alberto Ginastera, “Como y por qué escrihi Bomarzo” manuscrito dactilngeatiads de la conferenia pro nunciada en el [nstitito Di Tella ef 1 de agosto 1967, Archivo Aurora Natol 1° Vease Horst Bredekamp y Wolfram Janzer, Vicius+ Orsini ef Saar Basco di Bomarso. Un priteipe atte ed anarchic, Roma, Edizion dell Elefante, 1989, 1. Andre Proyare de Manitiargues, Les nnstres dle Bonar, Paris, Grasset, 1957 18 Bomarsia Barcelona Ciretlo de Loctares, 1973, p. 184, Primers edicidin, Buenos Aires, Sudamericana, 1962. blishment portefio como una “novela pomogratica” o una amenaza a los valores ctis- tianoy, le valdrd a su autor sucesivamente el Premio Nacional de Literatura y el Pre- inio John F. Kennedy. Tampoco despertard reticencias morales su primera colabora- cidn con Ginastera, la Cantata Bomarzo. estrenada en 1a Biblioteca del Congreso. en Washington, en 1964. y retomada exitosamente al afio siguiemte en el teatro Colén. Fa 1967. en cambio, la puesta de la pera, a cargo de Tito Capobianco. parece ha- ber explotado de manera bastante directa el erotismo del tema, al presentar en la es na tv a la cortesana Pantasitea con Jos senos casi desnudos (la cantante Joanna Simon hablaré de una topless opera). y al “ballet erético” de la escena XI con un vestuario cuya audacia causaria el retiro de tres jvenes hailarinas en visperas de su esireno en los Estados Unidos. Pero estas imagenes mits 0 menos osadas no contradecfanen prin- cipio la reeseritura tilocristiana de la historia original, atin mas explicita en el libreto que en la novela, pues siempre podian ser interpretadas como una ilustracién del mal En efecto, la obra comienza y acaba (segtin una estructura en flashback que los auto- res reivindicaran como un signo de modernidad} con la muerte del monsiruoso peca- dor, comentada por un nifio pastor, emblema de fa inocencia, quien, ignorande Jos tor- mentos atonales del resto de fa partitura, canta una melodia modal: “No me cambin en vi pobreza ! por el dugue de Bomar: Esia intencin moral prolonga lo que era ya el gesto principal de fa primera 6pe- ra de Ginastera, Don Rodrigo, op. 31, basada en un libreto del dramaturgo espaitol Alejandro Casona, y estrenada con gran éxito en el teatro Colén en 1964. Alli el per- ic, tiltimo rey visigodo de Espafa, viola a la hija de su principal vasallo.el cual. para vengarse, desata contra él la invasién arabe que a Rodrigo le costara su trono y ala peninsula ibérica, durante siglos, su identidad cristiana, lo cual Heva al héroe a un acto de contricién saludado al final de la obra por todas las campanas de las iglesias del reino. que evoca una baterfa de campanas distribuidas en (odo el teatro. Dios per- dona al pecador sincetamente arrepentido. Alberto Ginastera, catélico practicante, au- tor en 1938 de un Sa/mo 150 en latin para coro y orquesta, op. 5, y en 1946 de las Hie remiue Propherae Lamentationes para coro mixto a capella, op. 14, fundador en 1958 de la Facultad de Artes y Ciencias Musicales de la Universidad Catdlica Argentina, no abandonard, en los avios siguientes, el deseo de vincular su fe religiosa y su obra creadora. En abril de 1966, entrevistado al llegar a Buenos Aires luego del esireno de Don Rodrigo en Nueva York, menciona entre sus proyectos fa épera Bomar:o, pero tambign una cantata para solistas, tres coros mixtos y orquesta de percusién. una Pa- sién basada en uno de los Evangelios en su versisn latina, En latin, y no en castella- no, subraya el compositor: soni Y no para Hevar la contra al Concilio Vaticano, que ordena el reo en Ta lengua del pue- blo pats [sic], sino como reaceién a la posible corriente de musica fail u que ello puede dar lugaw: Seria lamentable quy por el atfn de “popularizar™ el officio religioso, que es un i4 objetve nity importante, se perdiera una tridicién no menos importante, que es lace com poner miisica de la mayor jerarqeit y aspiracién posible para honrar al Seaor De hecho. tales declaraciones no podfan dejar de constituir una réplica al Conei- lio Vaticano, el cual habia extendido a la miisiea las recomendaciones sobre el uso de Ja lengua verndicula en la liturgia. ¢ invitado a “los compositores verdaderamente ¢ris- tianos” a componer “obras que presenten las caracteristicas de verdadera miisica sa- cra que no s6lo puedan ser cantadas por las mayores scholae cantorum, sino que tam- bign estén al alcance de los coros mas modestos. y fomenten La participacisn activa de tila la asamblea de los fieles”.!* Ginastera coneretard su proyecto de una Pasicn ct hatin algunos alios mas tarde, en 1974, con Turhae ad Passionem Gregorianem., op. 43, estrenada al afio siguiente en Filadelfia, y ejecutada en el teatro Colénen 1980 La confrontacién entre la trayectoria personal y artistica de Ginastera y la conde- na militar y eclesidstica contra Bomarzo lleva a plantear la pregunta: gqué fall? ,C6- mo fue que uno de los mayores exponentes del pensamiento catélico y nacionalista argentino en el campo musical se convirtié ev la victima de un régimen que. de acuer- do con sus antecedentes, hubiera debido hallar en él a un excelente aliado en el terre- no cultural? see Et derrocamiento del presidente radical Arturo Ilia Hevi al poder a un militar intima- menic ligado a los circulos catdlicos preconciliares. el general de caballeria Juan Carlos Ongania, un hombre cuya principal referencia externa en lo que hace a un mo- delo social corporativo y, en particular, al rol de la Iglesia como tutor de La moral pUiblica. es por entonces la Espaiia del general Franco.'7 Sin embargo, su pertenencia a lat tradicién del nacional-catolicismo argentino no le impedird delegar la conduce| de la politica econémica en el sector liberal que representa el ministro Adalberto Krie- ger Vasena.® Esta orientacién industrialista, al fortalecer los vinculos con el mundo desarrollado, ya a contribuir st un ambiente de modernizacidn que. sobre todo en el SS Chari, $.de abril de 1966. 1 SConstitueiin sobre bt sa Decteraciunes. Dacumentos pontificies conplementarias, Madrid, Biblioteca de Autores Cristinnes. 1968, cap. Vi, “La miisiea Sagrada”. pp. 198s. 1 Vase Cats de Llera, “Prensa ¥ censura en of faunguisits 11936-1966)". Hispania Sucra, 47, Madre. 1995, Cabe agregar que, 1 Andrés Avellaneds, “n diferencia de oitos easos templates ile consara. cont por ejemplo el de Ia Espaita tranquists. no hubo nunes en kt Argentina una oficina dhe con conmraizada’s vol. 1. p. BS. 8 Véanse en particular Gregorio Selser, I Onganiain, 2 vals.. Buenos Aires, Carlos Sumonta Atain Rouguig, Peder niitar y sociedad politica ex ha Argentina. #-1943-1972, Buenos Aires, E L982, cap. 7: ¥ Liliana De Riz. La politi en saspentso, 196617976, Bucnoy Aires, Pandés, 2000, cada liturgia [1963}. Concilie Varicane 0 Constituciones. Deesetes: come lo set dL 1973 neee, is campo cultural, debia cncerrar para el régimen un potencial contestatario —de all lat Sensibilidad exacerbada det nuevo “eaudillo” ent el terreno de kas artes, y las posibles “moral pliblica”-. En par- jones de su régimen en torno de a cuestion de ka ticular, los catdlicos antiliberales no podran olvidar facilmente sus antiguas teticen- cias ame unos Estados Unidos earacterizados, mis alld de su propia componente puritana, por una tradicin de intervencién débil del Estado en ta regulacién de tas libertades individuales. En plena guerra de Vietnam, sin embargo. estas diferencias pasan a segundo pli- no frente al anticomunismo y el antiperonismo que comparten todos los miembros del gobierno y sus apoyoy en [a sociedad civil. La inscripcidn del Ejéreito argentino en la logica de la guerra fria, es decir, la redefinicion de sus tareas en funcidn de una defen- sa del “mundo libre” antepuesta al nacionstismo tradicional. habia conducido a sus generales. ya antes del golpe de 1966, a hacer propia fa famosa “ductrina de seguei- dad nacional” inspirada por el Pentdgono. Y en ese campo. el gobierno de la Revolu- ci6n Argentina parecer estar dispuesio a ir miis lejos que la mayoria de sus pares la- linoamericanos, al impulsar, por ejemplo, durante una reunién celebrada en Buenos Aires en febrevo de 1967, un proyecto de militarizacién de la QEA. Este fracasard a pesar del apoyo abierto del delegado de Jos Estados Unidos ante la conferencia.el em- bajador Edwin Martin." ef mismo que en los dias previos al golpe —como Ie relata Robert A, Potash— hubfa, sin embargo, comunicado a un enviado personal de Onga- nia su oposici6n al derrocamiento del régimen constitucional.2 Durante Ja Revolucién Argentina, la admiracién o, al menos, el alineamiento con los Estados Unidos constituye un punto de encuentro elective entre tos nuevos cruzi dos del anticomunismo, los partidarios de una economia liberal de mercado, y un sec~ tor del campo cultural sensible tanto a la ideologia det panamericanismo como a las posibilidades de proyeccidn internacional abiertas por las politicas culturales de la OEA y la Alianza para e] Progreso, Este ultimo era, de modo ejemplar. el caso de AL herto Ginastera. cuya fulgurante carrera internacional por cierto nada tenia que ver con Ja de un estandarte del catolicismo argentino. Ya en 1941, Aaron Copland habia “descubierto” al entonces joven compositor en el marco de una gira por Latinoaméri- ca auspiciada por la oticina de Asuntos Interamericanos del gobierno estadounidense. y apoyado su pedido de una beea Guggenheim, que en 1946 introducir a Ginastera en el ambiente musical nosteamericano.2! A partir del estreno, en 1958, del Segundo cuarteto para cuerdas, op, 26, su primera obra integralmente dodecalSnica. los fes- tivales interamericanos de Washington organizados por la OEA se convierten en su © Veéanse Juan Archibald Lamis, De Chapalicpec al Bewxle. Politiew exterior argemina 1995-1980. Buenny Aires. Emece. 1984. p.165, 2" Rober A. Potash, Ffcjérerte ¥ fa potitce en ka Argentina, 1962-1973. De le caida de Froncdct at la vests actin pevomista. vol. 1. Buenos Aires, Sudamericana 1994. p. 258 y pp. 265-266. £1 Yéase Aaron Copfand. “Los componitares de Sulamériea™ | 1981], arom Copland habla sobre misies Buenos Aites, Ediciones Sigh Veinte, (967. p. 159. 116 principal vector de proyeccién a escala mundial. Luego del triunfo de Cartata para América magica, op.27. en 1960, con sus claras resonancias panamericanistas, esta carrera (sin precedentes en América Latina desde Villalobos) aleanza un punto culmi- nante con el eneargo de Bemarze por la Washington Opera Society. Dirigida por el norteamericano Julius Rudel, con el tenor mexicano Salvador Novoa en el papel pro- lagénico. la obra se estrena cl 19 de mayo de 1967 en el Lisner Auditorium de la capital norteamericana, en presencia del vicepresideme Humbert Humphrey. ef sub- secretario de Estado Eugene Rostow, el senador Ted Kennedy y otros importantes personajes. Se trata de un acontecimiento artistico patrocmado por el Estado argerino en el indis alo nivel, Ginastera y Mujica Lainez. viajan a Washington como “enviados ex- traordinarios y ministros plenipotenciarios” del gobierno. en virtud de un decreto del presidente Ongania que les otorga “el rango diplomatico que exteriorice el respaldo del Estado nacional a las empresas culturales”. y con pasajes pagados por la cancille- ria que dirige Nicanor Costa Méndez.2? En Washington, el embajador Alvaro Alsogaray y st hija Maria Julia son los principales operadores de este gran evento artistico-mun- dano, que comienz:t con una charla de los dos autores en la biblioteca det Departa- mento de Estado y culmina con una recepcidn exclusiva en la Embajada Argentina, transfigurada por unos decorados que reproducen los “monstruos” de Benarzo, “EL mundo diplomatico de Washington sabe ahora que cl ingenicro Alsogaray no séte se comphice en conversir sobre vacunos. créditos e industrias, sino que representa a un pais que también exporta ante y civilizacién”, comentard en Buenos Aires ki revis Panorama, en un Momento en que, come lo analiza las plisticos argentinos se hallan lanzados, por carriles muy diferente: también los a tuna ambi- Andres Giunt ciosa conquista del mercado norteamericano.?* Una de las iro s del affaire Bomarzo es el que fuera precisamente este articulo triunfal el que, junto a otros recortes periodisticos, contribuyera a desenesdenar en Buenos Aires la censura de 1a épera. En efecto, esa cronica del estreno en Washing ton venia acompaiiada de un articule del influyente critico musical Jorge D'Urbano, que deseribia una obra en donde se veia “una constante referencia al hecho sexual en sus mds variadas posibilidades”.24 Y sera precisamente Ia notoriedad de la épera, con la perspectiva de su presentacin en el “escenario mayor de Buenos Aires” eve tea- tro Colon que Ongania venia utilizando sistemdticamente para mostrar su buena in- sereion en Ia alta clase portefia~, la que convertiré a la historia del duque jorobado en una especie de test para la influencia del sector catdlico mis conservador de la alian- zat ofivialista > De Méndez. Krieger Vasena y F Aguilar. publicudo en el Bate fot mit, 1.347, fechade en Buenos Aires el 2 de marzo de 1967, fou. firmas de Ongamia, Costs in Ofieial el V7 de abril de 1967 2 Vase Andrea Giunta, banguardia, ineriucionatisme y politica Arte argeniian en tos ares sesente, Buenos Aires, Paid, 2001 4 Forge D’Urhane, “Caleulada andacia™ en Panoranna, julio de 1967, p. 56. 7 En Los primeros meses de gobierno, esa tendencia habia sido encamada por el ea- pitin de navio (R) Enrique Green Urien, cufiade del presidente. quien desde un cargo relativamente menor (jefe de ft Direccién General de InspeeciGn de la Municipalidad de Buenos Aires) habia conducido la “eruzada moralizante” hasta que una pelea en- tre Green y el intendente Eugenio Schettini llevé a fa renuneia del primero, tras lo cual, comentard poéticamemte e] embajador Martin: fove in Buenos Aires renurned fiom the underground" Lucgo de esta inflexién, sin embargo, las cuestiones de moralidad se: guiran siendo prioritarias tanto para el gobierno en general como para el entorno di recto del jefe de Estado -comenzando por su propia mujer, Maria Green de Ongania, particularmente escandalizada por una puesta de Oscar Araiz de La consagracion de Ja primavera en el teatro Colén, durante una velada de gala en honor del principe del Japon a ta que asiste junto a su esposo el 17 de mayo de 1967-. Poco después de es- tc incidente, una vez. conocidos en los circulos oficiales los articulos sobre el estreno, de la pera de Ginastera en Washington, la implicacién personal del general Ongania, en Ia politica moralizadora en cuestiones artisticas se expresard de modo ejemplar en torno de Bomarze. Durante ta velada de gala del 9 de Julio, en el Salén Dorado det teatro Colén, el presidente, “molestisimo™ y con el dedo indice extendido, segtin el re- cuerdo del director de] teatro Enzo Valenti Ferro, le dice a su antiguo amigo y cama- rada de armas, ef coronel (R) Eugenio Schettini: “Miré, Eugenio, vos me sacds Bo- marzo Mahana mismo, o yo te cierro el teatro mafiana mismo™.?? Asi, la censura de Bomarzo es una decisin personai de Ongania, como Lo sugie- ren también los diarios de la época y los informes confidenciales de la embajada nor- teamericana.’® Sin embargo, no seri el presidente quien asuma pdblicamente la me- dida, sino el intendente Sehettini y su hermano Juan, secretario de Cultura de la Municipalidad, de quien depende el teatro, El 14 de julio de 1967, e1 gobierno muni- cipal firma el decreto 8276/67, por el cual “excltiyese a la Gpera *Bomarzo’ del reper- torio que sera representado en el teatro Colén durante la presente temporada”? Los considerandos sefialan que “a las autoridades del Municipio ley corresponde adoptar las medidas necesarias para el resguardo de Ja moralidad puiblica”, y que el estreno en Washington ha permitido “tomar conocimiento cabal de los aspectos caracteristicos de dicho especticulo, en cuyos quince cuadros se advierte permanentemente la tefe- tencia obsesiva al sexo, la violencia. y la alucinacién, acentuada por la puesta cn cs SS Vaave el reportaje de José Eliaschey en revista Cente de (de agosto de 1966. Edwin Mastin, Aerograma AS del 22 Ue julio de 1967, CUL LST ARG. Nativoad Are hives, Maryhand, 2 Tentimonio de Enzo Valenti Fer, entrevista con el autor, Buenos Aares. 1¥de octubre de (999, La Fese aparece com trascendido en publicaciones perindisticas de la epoca, entre elles ef Corer le tar Tarde del 18 de julie 1967. La implicacidn personal del yeneral Onganis es sefialuda por el embajador Martin on su ya citade Aerogram AAS Decrete 8.276/67. kechado en Buents Airesel [4 de julio de 1947, con firms de F, Sehettini, JS J.C, Oneto ¥ C.J. Garcia Diaz. publicado en el Botetin Municipal de te Ciadlad de Buenos Aues, 19 de julio de 1967. pp. 4616-4617 hettini, 1s. cena, la masa coral, los decorados. la vorvografia y todos los demas elementos concu- rrentes”. El texto agrega que “sin entrar a juzgatr los valores artisticos de la obra ni los méritos relevantes en e] émbito musical y titerario de sus autores, fuera de toda dis- cusién. [...| desile el punto de vista de Ta (utela de los intereses de la moral pribiea re- sulla inadecuada la repsesentacién de la meneionada obra para ser offecida a la pobli- eidn de ka Ciudad de Buenos Aires” Eldecreto se apoya en el dictamen de la Comisién Honoraria Asesora para la Ca- lificacion Moral de Espectacutos Teatrales, 1a cual, tal vez involunturiamene, habia dejado en claro el argumento politico que subyacia a tan extraordinaria decision: "Con- sidero que es necesario un enérgico ejercicio de caricter para privar al teatro Colén de una 6pera creada por dos eminentes representantes de la cultura argentina que cons- tituyen sobrados motivos de orgullo para las letras y la musica del pais, perc esa pri vacidn es indispensable si se quiere mantener el principio de autoridad sin el cual es invitil cualquier obra de gobicmo”. Asi, segtn el “presidente accidental” de la comi- sion asesora, Candide Fernindez, la reafirmacién de la autoridad del general Onganiat ex la motivacidn altima de un gesto cuyos responsables saben muy bien que desper- tara reacviones indignadas. EL 19 de julio. al dia siguiente de la publicacion det deereto 8.276, Alberto Ginastera le envia a Manuel Mujica Lainez el siguiente telegrama: “Bomarzo prohibida por re- Jaciones con una osa. Alberto”. Al parecer, las alusiones al animal tutelar de la fa- milia Orsini en uno de los cuadros de la 6pera habian hecho creer a algunos funcio- narios que fa zoofilia formaba parte, también, del cavilogo de perversiones del duque de Bomarzo, Mujica se hulla en ese momento ep Rio de Janeiro, en represeniacion de Ja Academia Argentina de Letras, alojado por su amigo el embajador Mario Amadeo, el cual le anuncia él mismo lo que considera “una noticia muy rara”.! La identidad de! mensajero tiene relevancia. Amadeo, antiguo canciller del efimero presicente Lo- nardi, era la principal figura del Ateneo de la Repdblica, un circulo dedicado a la de- tensa de “la esencia de la nacionalidad, es decir, su tradici6n caislica e hispanics a la vez", que por entonces cuenta entre sus filas a miembros del gobierno, tales como el canciller Costa Méndez y ciertos responsables del drea cultural? Ello muestra ta di- ficultad de la discusién en torno de Bomarzo, la cual, lejos de resumirse a una con- frontaci6n entre catdlicos y liberales, vera a los propios catélicos vercanos al gobier~ no dividirse en funcion de sus diferentes sensibilidades y alianzas personales. La ama original se halla expueste en La Cass de Manuel Mupica Laine "Fl Paraiso". Cru Chics, ide Coniobs, Argent 1 Manuel Mujiea Lanes, Mis goregrafias, Albin 7. citado en Oscar Hermes Villorde, Mancthe, Une vide de Manuel Mujica Latine2, Buenos Aives, Planeta, 1091. p. 264 Rouguig, Prvder mifitar.....p. 260 Ho revista Confirmado. que habia sido uno de los principales voceros del golpismo. in- terpretard el episodio como “un enfrentamiento directo entre el poder municipal ¥ la Cancilleria argentina’ —un diagnéstico sin duda incompleto que. al mismo tiempo, ilustra la complejidad de la situavién-, “Tambien se dice que el incidente podri usado contra el embajador Alsogaray, a causa de su estrecha asociacién con Ja puesta de Romurzo en Washington”, observard por su parte la embajada norteamericans.! La prohibicidn de Bomarzo le valdra a sus responsables algunos apoyos extusiais- tas. entre ellos el de Luis Alberto Murray, un periodista nacionalista cercano al gobier- no, quien atacaré personalmente a Mujiea Lainez, “un excritor —dice— del que podri prescindirse sin producir el vacio total, y de cuya vida privada no nos ocuparemos”. Esta frase indica que la homofobia no es la tiltima de las motivaciones de los censo- res, ante una obra que por cierto incluye, mediante el personaje mudo del esclavo Abdul, una disereta alusién a la homosexualidad. En los dias siguientes se wie a las voces de condena de la obra Solange Soulas de Beccar Varela, de una familia oligar- quica ultraconservadora. * lo mismo que Eduardo Varela Cid, Jorge Meyer (puesto por el gobiemo al frente de la editorial Eudeba). la Corporacién de Abogados Catélicos Sun Aifonso Maria de Ligorio y. de modo atin mas significative. la influyente revista catdlica Esquiti. Esta va a atacar. 4 través de Bomarzo, una cultura “adulteradamente™ concebida ue incluye, de hecho, la tolalidad del arte moderno: “Porque en nuchas realizaciones contemporiineas se manchan telas con esperpentos incomprensibles, se destruye la armonia det verso y se elude toda motivacién superior, Se olvida que ‘el alma de ja cultura es Ja cultura del alma’, y que toda cultura legitima esté situada en una direeciGn teocéntrica y no antropocéntriea”. 7 Mais vigorosas y may numerosas que Las defensas de la censurt son, sin ertbargo, Jas criticas. El primero en protestar es el propio Ginastera. quien ademas de de ar tras- lucir su indignacién por “un caso flagrante de censura” confiesa a los diarios -y no se trata de mera retori stoy tan sorprendido por la resolucién que no puedo salir de mi asombro”."* Mujica, para no comprometer a su amigo Amadeo. esperaré volver a Buenos Aires antes de denunciar un “absurdo asunto melaneslico”. Con el coner de los diay 3 multiplicarse. El simple anuncio perio- distico de la “prohibicién™ de la obra obliga al intendente Schettini a ponerse at la de- fensiva, y aclarar que “la pera *Bomarzo’ no ha sido prohibida ni califieada”, ya que ser ss Jas deelaraciones de repudio } Canfirmade. 27 de julie 1967 MAcrogramat AAS, citado. “fi alse rumened that the tacident ny Be aves agutnst Ambassador Mbeaganaty fir view of his cfove assixiation with ‘Bemuarse' uf the time tas pa ons ine Washington” Luis Alberto Mustay, Bien, intendente!” Solicitud en La Naciion, 21 de julio 1967 1 esta VL, rim, 379, 313 de julio. 1967 ® Buenas Aires Herald y Ed Miande, 20 de julio de 1967. EF Murdo, 28 de jaliv de 1967, at Hapotenusa, jalier de 1967 120 su “exclusion” del repertorio det teatro constituye. segtin él, un derecho que kt Muni- cipalidad ejerce en su calidad de “empresaria”.*" Asi, nada impide en principio darla en otro lado. a costa, eso si, de exponerse at una prohibicién a posteriori —un argumen- fo que, sumado a las diticullades técnicas, disuadiré a quienes. como Leopoldo Torre Nilsson. querrdn dar Bomarzo en el teatro Colisco—, Pero ni el argument liberal de la municipalidad “empresaria”, por cierto dificil de aplicar a una autoridad que se con= sidera tutora de la moralidad publica, ni el juego semsntico exclusion/prohibicion, lo- gratan evitar que la medida sea percibida como un acto de censura, y denunciada como tal. “El estupor es uniinime. esti en la calle y es preciso hacer algo pare repara este golpe asestado a nuestro prestigio cultural y a nuestra posibilidad de crear algo mas que las tonterfas ofrecidas por las series de television”. dice ef periodista Edmun- do Eichelbaum, agregando que “los fundamentos citados serviréan para acabar de un plumazo con toda nuestra cultura y nuestra tradicién”.*! Este dltimo argument, recurrente durante la crisis, guarda relacién con una idea ya avanzada por el propio Ginastera, y desarrollada por el eritico musical de La Na- cién, Emilio Giménez, quien habia asistido al estreno en Washington: “Advierto con pavor que una gran cantidad de 6peras deberdn desaparever del repertorio tocal”” —por ejemplo. dice, Rigoletto. Simon Buccanegra, Boheme, Traviata, Salome Giménez es también, por entonces. el eritico de la revista Criterio. érgano de los eatdlicos “fi- berales”, cuya actitud confirmard las divergencias en el interior mismo del sector e- t6lico, al denunciar pocos dias mas tarde el “arbitrario ejercicio del poder” y el “peli- groso atin paternalista” det gobierno. Pronto salen al cruce de la medida algunas de Jas instituciones mais caracteristicas del establishment liberal. La Sociedad Argentina de Escritores y ta Academia Nacional de Bellas Artes. que cuentan ambas entre sus miembros a Mujica Lainez (y. la segunda, a Ginastera), redactan declar de pro- testa. El Hibreto ya es conocido a través de la novela: la obra, dice la Academia, “pu- do haber sido representada cn la forma de su presentacion original. o en cualquier otra establecida de comin acuerdo con los directores del teatro, come es comin en casos semejantes” -una propuesta de negociacién en toro de la puesta que, sin embargo, no encontrani eco en las autoridades—4 También expresaran su discontorridad la Asociacién Argentina de Actores, la Confederacién de Maestros, la Agripacion Demoenitica Argentina. el Rotary Club. ef Centro Argentino del PEN Club Inter- nacional, la Sociedad Argentina de Artistas Plasticos, la Asociacin de Cronistas Cinematograficos (sensibilizada por fa censura a Blow up). La gama de apoyos a los creadores de Bonzarzo incluye ademiis a personalidades identiticadas con un ciones 2» Declaraciones de Exigenio ilo de 1967, SU ET Mundo Vespertina, 20 de julio de 1967. 2 Cataddo en EF Muendo, 20 de julio de 1967, Craerio, W ds agosto de 1967 #7 Declaracish reproduc on varios diartys ef 2? de pli. 1967 Schettini dilundidas por la ageneia UPL, pubitwadts en varios diaries el 20 de cultura contestaria © modernist: escritores Como Ernesto Sabato, Alejandra Pi- zamik. HA. Murena 0, desde Francia, Julio Cortazar; algunos criticos y artistas plisticos. como Jorge Romero Brest. Jorge Glusberg. Roberto Aizenberg. Jorge de la Vega 0 Libero Badii, entre otros.2* Y rapidamente. ef escindalo en tomo de ta “Opera verde” amenaza con poner al gobierno en ridicule, como se ingenin en mos- trarlo los humnoristas Landrd, quien nombra a Ginastera y Mujica “subdirectores" ima- ginarios de su nueva revista, o Tato Bores. que dedica al tema un sabroso mandlogo televisivo: “Papa. papa, 2qué es Bomarzo? —Calktte la boca, involente! ;De donde siteaste esa palabrout?""% Enel caso de Romero Brest. director del Centro de Artes Visuales de! Instituto Di Tella, su solidaridad era también la de un colega, pues desde 1962 Ginastert dirigia en el mismo instituto el Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales, finan- ciado por la Fundacién Rockefeller. Y en el Di Tella Ileno de gente se desarrolla, el de agosto. la conferencia de Ginastera y Mujica Lainez “Como escribimos Bomar- . principal protesta publica durante toda Ja crisis, En ese medio, la indignacién undnime, incluyendo a los discipulos y cotaboradores del compositor. Sin embargo. no todos se movilizan con el mismo fervor. El compositor italiano Luigi Nono, de co- nocida militancia comunista, quien se halla por entonces en Buenos Aires invitado por Ginastera, decide retirar una obra suya del repertorio del Colén, en seftal de protest Pero este gesto induce Ja revista Andfisis a comentar que “entre Los asistentes no pue- de menos que recordarse que ni antes ni después del hecho compositor argentino al- guno ha tomado actitud de este tipo, ni ninguna otra que entraiie solidaridad rotun- da” 7 Es verdad que, en el ambiente musical, a los eriticos D"Urbano, Giménez. o Juan Pedro Franze se unen algunas figuras del establishment clasico, tales como Jeannette Arata de Erize, presidenta del Mozarteum Argentino, ¢ inchiso el periddico Buenos Aires Musical. fundado por cl propio director del Colén. Enzo Valenti Ferro. pero no los otros compositores argentinos, “Ciertos lideres de la comunidad musical argenti- na han presionado al Gobierno para que permita la presentacién de ‘Bomaryo", Asi- misino se rumorea que algunos importantes compositores argentinos, cuyas obras no han tenido en Estados Unidos el mismo éxito que las de Ginastera, han utilizado su influencia, directamente o a través de amigos, para alentar Ia anulacién de ka repre- sentacién”, dice un informe de kv embajadka norteamericana.* El estatuto incierto de estos “rumores”, que no mencionan otras fuentes, impide identificar a los “importan- 28 La Nuviéin, Vb de agontes de 1967 4 Tato Bores. mondkige ditdide cf 30 de julio ke 2967 por Heleonce, “Transeripeisn en los archives de la Casa de Manuel Mujica Laine, 27 Analisis. 7 de agosto cle 1967 *Aemngrama AAS, citado, “A nusuber of leaders 1 the Argentine musical cumienuity have brett prey ware te Bear ont the Gavernment m perstaate ite pernit ‘Bomarzo’s0 he presented. 1s rama red that a rye of Feuadins Argentine compasess whee works fave not found favor in she United States as have those of Ginastera, used thet nifiucnce directly ar though friends ts enconrage cancellation if te por formance 122 tes compositores” en cuestidn, pero cuesti creer que algin compositor argentino de aquella época, salvo eventualmente el propio autor de Bomarze, pueda haber tenido stfiviente influencia en los circulos del poder militar, Aun asi. sera palpable la falta de entusiusmo de los pares de Ginastera, Algunos de ellos, por cierto, condenan la pro= hibicin. al ser interrogados por la revista Gente: Carlos Guastavino, Pascual de Rogatis o Juan Carlos Paz, quien ademas deseribisd en sus cuadernos privados “un bromazo de muy lamentable y penosa ausencia de humor y de respeto hacia una mi nifestacidn artistica” Pero ello no dara lugar a ninguna accién, ni colectiva ni indi- vidual: © incluso habrd quien, como Roberto Garefa Morillo, retome el argumento det intendente Schetlini al observar que “el Colén se reserva el derecho de suspender de su programacién [a obra que quiera”. Ocurre que, paradéjicamente. el que la calidad artistiea de Ginastera y Mujica Lainez estuviera “fuera de toda discusién”, como dice el decreto 8.276, s6lo es una evidencia para los propios censores, no asi para los colegas/rivales de los interesados Luego de la publicacion de fa novela Bomiarzo, la eleccion de temas histéricos euro- peos ya le habia valido a Mujica la critica agresiva de varios eseritores de izquierda, como Juan José Sacr.’! Y en 1967, el destino de la Spera no conmoverd, por ejemplo. ala revista Ef Escarabajo de Oro. dirigida por Abelardo Castillo, 1a cual. sin embar- g0. durante todo ese aio no escatima las criticas a la censura y al gobierno en general Sin duda, el académico Mujica Lainez estaba suficientemente alejado de la sensibili- dad politica y estétiva de estos grupos para que juzgaran oportuno pronunciarse sobre su “caso”. el cual —dicho sea de paso no hari mas que multiplicar las ventas de sus libros, disminuyendo asi sus posibilidades de ser percibido como una victima. Desde la izquierda peronista, ya se ha citado el virulento retrato que el film Lu hora de lox hornoy dedica al autor de la novela Bomar=o, mostrandolo —junto a Alberto G nastera— bajo la rubrica “La violencia cultural”. con el siguiente comentario en off “El pensamiento de Mujica Lainez es también el de una intelectualidad sumisa al po- der neocolonial, La inteligencia del sistema. Una élite que traduce al castellano la ideo- logia de los paises opresores”*° Asi. el ala mits puritana de la izquierda revoluciona- ria ~aquellos que. como Solanas y Getino, engloban en su condena ideologica a la totalidad de las actividades del Instituto Di Tella~ va a coincidir con la derecha ca- 1Gliga en su desprecio por el decadentismo de Mujica y su amhicién de “vivir en Venecia” cuanto al compositor, ta koyica interna del eampo musical parece haber sido mas rte que la percepeién de una amenaza comin. En sus cuadernos éntimos, Juan 2 Alturas. (Memnocias 10. p. 88. 8 Gente, 27 de julio WOT ST Hermes Villon, Momach...p 249 © Sobre ef grupo Cine Liberactén, vase Mariana Mestman, “Consideraciones sobre fa eonsfuenci de raicleos mteteciusles ¥ scetores del mevimienia ahrero, 196N-1969". en Cultwrer y petites eu des ens ‘60. Bens Aires, Instituto de Investigaciones “Gino German” - UBA, 1997, pp. 222.223 Carlos Paz ironizara por cierto sobre el “bromazo” yue constituye kt prohibicisn, pero también reaccionara indignado ante “el ruidoso affaire en tomo a Bomarzo y tos consi« guientes rfos de tinta que esté provocando”’ a causa de le sugerencia difundida en algu- nos medios —“cuyo origen se me hace sumamente sospechoso, dados los métodos publicitarios y promoeionales a que se nos ha habituado"= de que la épera de Ginaste- ta putdiera ser “la primera obra dodecatiinica eserita en el pais”. Esta actitud, por par- te de quien ya en 1934 habia escrito su Primera composicidn dodecafomea. ilustra con claridad ef hecho de que fa fractura en ct campo musical de los aios ses iemente honda como pasa que ni siquiera exista consenso cn torno del poder consagra- rorio del Colin. susceptible de ser defendide como fuente de fegitimidad auténoma. Solo el antiguo director del teatro, Juan P, Montero. quien habfa alcanzado a programar Bomarzo pocos dias antes de ser desplazado por cl régimen de Onganfa. denuneiard pre- cisamente la perdida de la autonomia que representa la intervencidn del gobiemo. En cambio, su sucesor, Valenti Ferro, un antiguo conocido y cokaborador de Ginastera, tra- tard en vano de hacerse olvidar por todos. y reaccionard exasperado ante los periodistas que lo acosan con preguntas sobre su eventual renuncia*+ Prohibidos los partidos politicos, enajenads buena parte de ka izquierda por raz0- nes ideolégicas, la querella de Bomiarzo se despliega asi cn un espacio relativamente restringido, que sin embargo deja amplio margen para las controversias. Perticular- mente relevante resulta el comentirio que en [a revista Primera Plana publica Maria- no Grondona, que fee uno de Jos principales vocerus de! golpe contra lia, quien en Su entusiasmo no habla dudado en ver al “caudillo” Onganéa como un “nuevo Moi- sé" Estimulado por el caso Bomarzo. Grondona se lanza ahora a criticar laconcep- ci6n “excesiva, insuticiente y paternalista” del gobiemo—excesiva, segtin explica, por anteponer kt moral putblica a otros valores. ¢ insuficiente, por reducir lo moral a lo se- sual-, La eritiea de fondo, en todo caso. es claramente politica. “La exclusién de Bo- marco. sin constituir estrictamente un atentado contra la libertad, contribuye ¢ aumen- lar Ta inquienud pliblica acerca de esta materia”, dice Grondona, ya que ta cuestion de la “libertad intelectual” es indisociable de la “libertad personal” supuestamente garan= tizada por el Estatuto de la Revolucisn Argentina. Asi. el episodio se inscribe en una serie de “transgresiones coneretas a los derechos constitucionales” de las que se ha hecho culpable cl gobierno. “incluyendo [...] la prohibicién de los partides politi- cos" Pareve evidente que el affaire Boriaro le habra costado al régimen de Onga- nfa una dosis apreciable de apoyos liberales. y que, mas alld de la intransigencia del gobiemo. que mantendré a Bomarze alejada del teatro Colén hasta 1972. durante ta presidencia del general Agustin Lanusse, el episodio habr:i tenido un resultaco inver- enta es suficien- SS atnaras...pMernarias ot), pp, $3.9 82. St Respectivannemte. Chari, 24 Ue jutio tke L997, v Confirmuadto, UT de julio de 1967, S Daniel #L Mazzi. “Periedisme y politica en los altos "60: Primera Plana 9 el gop Wie rien. 7, Buenos Aires, ISM. pp. 27-2. 9. 230, tar de 1966". Exarepasades, “ Marine» Grondona, “Bomnar20", Primera Plane 5 de julio de 1967, 124 so ul retuerzo de La autoridad presidencial que habie sido, al fin y al cubo. su motiva- cidn mas profunda. ee Si, en el plano politico, la ligica de] esedindalo suscitado por ka prokibicion de Bomar 2 Corresponde a una confrontacién entre distintos grupos de poder y viertos rearesen- itantes de la sociedad civil. los argumentos de cada uno aspiran, naturalmente. asituar- se en un plano doctrin; clusive filoséfico, Estos debates prolongan, en general sin saberlo, algunos temas recurrentes en kt historia de la censura. Por cierto, tan an- tiguos son esos temas, que cualquier discusiGn sobre los peligros morales del arte pa- rael Estado siempre podria comenzar por una releciura de La Repiiblica de Platon, En cuanto @ la Iglesia caldlica, a partir de San Pablo. se podrd retener, sin exclusivismos. fa instauracién del Index Librorum Prohibitorum por el Concilio de Trento. Y, por su- puesto, la idea de perseguir textos y/v obras de arte y/o sus autores respectivos no es en absoluto un privilegio de la “civilizacién occidental y cristiana’, como Salman Rushdie puede atestiguar. En un plano diferente, las actitudes diversas en torno de la virculacidn de textos nazis recuerdan que ni siquiera las democracias ovcidentales con- lempordneas creen en la ilegitimidad radical de fodo control de la circulacién de tex- 10s, Y aun si los cambios en las dltimas deadas han inducido a algunos autores a ha- blar de una era “post-pornogratica’ los diferentes eddiges penales incluyen, hasta hoy en dia, instrumentos eventuadmente capaces de reprimir la circulacién de objctos caracterizados por su “obscenidad”, Asi, la historia de la censura puede parecer mo- nétona, los argumentos evolucionar poco, cada nueva obra actualizar el eterno com- bate del arte en el jardin del bien y del mal Pero al mismo tiempo eada obra censurackt es nueva, por lo tanto diferente. obli- ga cada vex a reformular las viejas preguntas. Ninguna obra ha sido censurada por to- dos los regimenes, ningtin régimen ha censurado todas las obras, lo cual se explica por lo diverso del mundo de kas obras y del mundo de los regimenes. A ki variedac de los tendmenos historicos se agrega la de kas definictones tedricas de la censura, desile una forma restringida que Ja limita al control previo por un Estado o una instituc 6n (en particular la Iglesia), hasta una concepcién global que abarea los mecanismos de ex- clusién instaurados de facto por la Iigica liberal del mercado.** En todo caso. hay sin duda una historia moderna y occidental de la censura, cerean a la problemitica plan- teada por el caso Bonmarzo. Tenia raz6n Juan Carlos Paz al hablar de “anacronismo™ todo este episodio en la Argentina de los afios sesenta constituye un avatar tardio de un dispositive de control de ki "moralidad publica” que los Estados occidentales ha- 5 Walter Kendrick, Phe Scena Muse, Pornagraphy in Mfextorn Cuiture, Nuova York, Veking Press, 198? ap. 8 neste Ultimo sentido, Sue Curry hansen, Censorship. The Knot tha Binds Power and Kmuactedge, Nuova York/Osford, Oxford University Press, 1991 bian organizado durante el siglo NIN. cn respuesta a una modernidad que, a. ampliar de modo drumitico la proporeién y extraccidn social del piblico consumidar de lite- ratura y especticulos, habfa multiplicado los supuesto peligros de “corrupcién moral” y “degeneracidn™ del cuerpo social, hajo la influeacia simultanca de la pornogratia y el anarquismo. ¥ el hecho de que algunos movimientos religiosos (en particular los. calvinistas) se hubieran contado entre los principales agentes de esta politica a ta vez moralista y antisubversiva no habia impedido que incluso los Estados laicos,ampara- dos por los discursos “cientificos” de la medicina y la psiquiatria positivistas. asumie~ ran dicho control como una de sus tareas especificas.*” as. Desde ese punto de vista, la Argentina habia seguide una via “normal”. aun si la influencia de la Iglesia eatdlica habia introducido, a partir de los afios ireinta, una va- riante importante en el esquema del Estado laico, reactualizada cada vez que el “mi- to de ka Nacién catéliea” vuelva a ser de actualidad, como en 1943 0 en 1966." El consenso en torno de fa legitimidad de este accionar preventivo y/o represivo explica que, durante todo el affaire, incluso las eriticas mas duras contra el “paternalismo™ del gobiemo no vayan hasta cuestionar la idea de que el Estado deba ser un tal garante de la moral puiblica en algunos casos. En 1989, el propio Mujica Lainez, respondiendo a una encuesta de ka revista Sier sobre Ia prohibicién de Lolita, habia condenado en los términos mas enérgicos la medida contra ese “libro admirable”. pero ello ne le habia impedido observar que “ya fuera de la 6rbita de lo literario que implica un nivel de calidad artistica, creo que un poder politico debe censurar las publicaciones pornogri- ficas evidentemente nocivas™.$! una posicién cuyo eco resuena en el ya citade pasaje de Bomarzo, negando que ésta fuera una “novela pornogrética™ Asi, lo que se discute es el estatuto de los objetos, es decir las obras. que consti- tuyen cl lugar legitimo de aplicacién de ese principio. En otras palabras. las rel nes entre el arte y la moral. En efecto, si la pornografia rara vez fue defendida por Tazones estéticas © morales, fa contradiccién entre la funcién de tutela del Estado y ta reivindicacién de la autonomia del arte y Ja experiencia estétiva habia complicado el debate desde el comienzo, dando lugar a escéndalos recurrentes y compromises du- dosos. Los juicios contra Flaubert y Baudelaire por Madame Bovary y Les Fleurs du mal forman parte tanto de la historia como del mito fundador de la literatura moder- na. ritualmente evocado en cada nuevo caso de censura contra una obra literaria. Y o- & Anmie Stora amarre, L’Enjer de hen’ République. Censeury et Parnogeaphes 4881-19143, Paris, Imago, 1990 Loris Zanaita, Perrin y ef mit de ka Natcide Cutclien. Ietevia jor tte en fas origeies del nereinisaa 194-7945, Buenos Aives, Sudamericana, 199, pp, M4 y 49: Juan José Sebreli, “Historia seereta de tos homosexuales en Buenos Aires”. Bycrifen sabre eweritos, citlades bajo eiudades, Buwtos Artes, Sudamericana. 1997, p, 309. Revista Siar, mim, 260. septiembre-eetubre de 195% p, 6 62 Bn particular, Patrick Nee. “1857 = Le double proces de Madame Bovary et des Few ae mal” La cen sin en France... pp. 198s: y Pierre Bourdieu. Les Regles de ari, Paris, Pointy-Seuil, 199. 126 si estos episodios de 1857 siempre podian achacarse aun Second Empire antiliberal y antidemocratico, afios més tarde los mismos censores que en la Francia de fa Troivitme République perseguirén implacablemente a los aficionados a la literatura infer” de la Bi- erdtica, estarin dispuestos a conservar sus libros en la famosa seecién ” bliothégue nationate. La opera, naturalmente, no habia escapade a las controversias. Si nos Jimitamos: al siglo veinte, en 1908 el estreno de Salomé de Richard Strauss, basada en fa obra de Osear Wilde. y programada por Gustav Mahler en la Opera de Viena, habia chocado ‘contra Ja censura imperial, apoyada por una parte de la prensa conservadora: pero ca- si al mismo tiempo la obra era aclamada por el piblico de Dresde. dindole iaso fac~ wo entrada en el repertorio operistico.*! Con el correr del tiempo, Ja antigua centrali- dad de la épera en el sistema de géneros quedara relegada por el ange de la cultura de masas, desplazandove kt cuestion de la censura hacia el cine, la televisién y la musi- ca popular: ta literatura y, en menor medida, las artes plasticas conservarin su perti- nencia. aun con efectos sociales menores, no asi un arte lirico de impacto piiblico ca- da vez. mas restringido. Es por ello por lo que en épocas posteriores sélo la turia de Stalin contra la sensualidad de Lady Macbeth de Mtsensk, de Shostakovich, en 1936. y la exclusion de Gperas “degeneradas” como Wozzeck. de Berg..o Jonny spiel auf, de Krenek, durante el Tercer Reich, parecen comparables a la historia de Bomarzo. la cual, en ese sentido, resulta indudablemente anacronica, Por otra parte. en estos casos las reacciones oficiales habian sido motivadas tan- to por el libreto como por la musica. El articulo de Pravda que desencadend la de: paricién de la Gpera de Shostakovich de los teatros soviéticos llevaba por tituls “Caos en vez de mtisica", y para los nazis el atonalismo del judio Schoenberg y sus disefpu- Jos. o Jas alusiones al jazz en la obra de Krenek, representahan la quintaesencia de ka ~mntisica degenerada”, Los militares argentinos, en cambio, evitardn erigirse 2n criti- cos musicales, por tolerancia estética tal ve7 0. 1o cual es mas probable, por simple in- diferencia ~en particular, tratdndose de una masica que ninguno de los censores habia escuchado-. La Academia de Bellas Artes. ul denunciar la medida, observard que “una Opera es, ante todo, una obra de creacién musical. La musica no puede nunca ofender ala moral, ni piiblica ni privada. sea cual fucre la intencién o el tema sobre el que hu- biese sido escrita”. A lo cual la revista Esquiié replicara secamente que “nadis diseu- te la mtisica”, pues “no es la misica la que ofende, sino los gestos, las vestimentas y el lenguaje de los protagonistas. ¥ sobre todo, cf espiritu negativo. desconsolador, sen- sualista y morboso de los personajes”. Sin embargo, la comisién honorara habia © Storw-Lamame. Fifer. pe 1 Sander L. Gilman, "Strauss and the pervert”. Reading Opera, A. Grows & R. Parker eds., Princeton University Press. LU88; Rico Spaass ~ Saline, Derrick Putfet ed., Cambridge Opera Handbooks. 1989, 68 Anuieé Lischke, “L’Opera et la Censure, “Lady Mucheth” lace Katerina Ismailoa™, £ tuairsedne Opera tion. 141, Paris, septiombre-octubre 1991. pp. 1-28 1 beguiti not 37. transcrito en su informe, sin comentarla. una mencidn periodistica de los *pasaajes alea- torios” de la partitura. Esto Hevard a Ginastera a aducir. durante su conferencia en el Di Tella, que dicho dictamen enumeraba lay técnicas aeatorias entre los “horveres por- nogrdficos” de la obra, antes de agregar lo que sera su declaracién mas abiertamente iticd durante toda ba erisis: Les aseguro que aleatoria no es una mela palabra, ai tiene un significado terible y se- ade los com creto, Emplean esta teniea, con toda naturalidad y sin censura, la mayo) posilores contemporiaeos en todas partes del mundo. A menos «ue el significado de “li- bertad” que implica ts palabra aleatoria, sea consideralo ya en la Argentina, como una maka palabra.” Se equivocaba, sin embargo, Ginastera: la mtisica no entrabst en las preocupacio- nes de fos funcionarios. con excepcidn de las “masas corales” citadas como uro de los factores agravantes de “la referencia obsesiva al sexo. lit violencia. y la alucinacié y tal vez de los “demas elementos concurrentes” igualmente evocados por el decreto 3.276, En cambio, el hecho de que se tratara de una pera presentada en el Colén, un teatro de fuerte carga simbélica, y por ende politica a pesar de su débil impacto social. lgida la delicada cuestion de la representacién artistica de valores morales, Pa- ra los poderes autoritarios, ef teatro siempre habia sido particularmente sospechoso, precisamente a causa de kt presentacidn piiblica y directa de temas sociales. Pero el estatuto de las performing aris, a su vez, no es mis que un aspecto particular de toda una problematica vinculada con el principio mismo de fa mimesis. En este sentido, un buen antecedente es el juicio a Les Fleurs du mal: en 1857. el principal argumento del abogado delensor de Baudelaire ya habia sido que el poeta, al mostrar el mel, habia querido inspirar en sus Tectores el anor del bien. Ello no habia convencido al ibu- nal. segiin el cual el dato moral causado por la mostracién del mal no podia ser anu- lado por tal propdsito diddetico, Tampoco habia aceprado el argumento secundario de la detensa ~a saber: que fa condena del libro de Baudelaire no era coherente cnn la to- terancia hacia otros poetas igual mente “culpables”—. puesto que el caricter € emplar, y por lo tanto excepcional, del veredicto era el que garantizaba a éste su eficacia.® El abogailo de Baudelaire, por lo demas, no haba invocado la peligrosa idea eshozada por el poeta en sus cuademos intimos segtin la cual el arte se rige. si, por fa moral, pe- TO por una moral que le es propia —una separacién entre estética y moral que, aos mas tarde, haliard su formulacién mas radical en ka famosa frase de Oscar Wilde: “Los li- bros no pueden ser ni morales ni inmorales. Estin bien o mal escritos, eso es todo voly #8 Céinw y por que p10. * Vee el dasvier sole el juicio a Les Ptewrs die mal.en Chartes Bauiledsire, CReeres veniplées 5, Paris Gallimead-Pleéhate. 1974. pp. 1166-1224 Oscar Wikle. The Picture ef Dorian Gray [1881 | Londtes, Pengnin Books, 194 pS En la Argentina de 1967. ef tema de la autonomi del arte con respecto a li moral serd desarrollado, entre otros, por Jorge D’Urbuno, particularmente molesto por ta uti- lizacién que el gobierno ha hecho de su eritica del estreno en Washington -un articulo que, aunque relativamente severo en la apreciacién estética de la obra de Ginastera y Mujica Lainez. por cierto no pretendia poner en tela de juicio su legitimidad moral, mucho menos promover una forma de censura-. Atacando la “desconcertante inma- durez oficial”, D’Urbano esgrimira una razén estética: obra de ante ur Slo puede ser jusgada en custo obra de arte. No existe otro criteria de apreciacion. De lo contrario la “Divina Comedia” podria ser considerada como un libelo politico o “Hamlet come una incitacin ai matricidio. Y la Intendencia Munici- pal se equivecur. como se ha equivocado en esta ocasibn, toda vez que trate un pro- ducto artistico como si fuera un producto de opinisn © propaganda, |...] El quid de ka cuestin reside en que los del contexte antistico. ¥ gue cuanto mayor es la calidad de una obra, menos significa- asumen los detalles.” Juntos que trata una obra de arte no pueden ser separados, cién generic Efectivamente. ése era el quid del problema: el cuestionamiento de la autonomia del arte con respecto a 14 moral ser el nucleo de una intervencién que dard el golpe de gracia a toda esperanza de una eventual revisién de la medida, El cardenal Caggia- no. arzobispo de Buenos Aires, se expresa sobre Bomarzo el 11 de agosto, en forma de una entrevista publicada por el diario Clarin. Todo indica que su palabra, casi un mes después del comienzo del esciindato, era esperada por ambos lados como una suerte de arbitraje —dada, en particular, la buena retacién de Ginastera con monsehor Octavio Derisi, rector de la Universidad Catdlica Argentina (UCA), y préximo a Cag- giano-. Mujica Laine. comentard poco después de ta publicacién de la entrevista: “Cuando me enteré de que el arzobispo de Buenos Aires terciaria en la polémica tuve Ja esperanza de que su palabra, de meditada mesura, aplacaria los dnimos y disipari sombras. Ha sucedido lo opuesto”.”! La revista Primera Plana hard la siguiente lec- tura: “De inmediato. en circulos vinculados con el Gobierno. se interpreté el anatema de Caggiano como la consecuenci de una solicitud de las autoridades, sometidas a una Logica ola de 1n”.7?Y de hecho, apenas cuatro dias después, las palabras del cardenal resonarin directamente en una declaracin del general Ongania, que pa- rece haber sido la tniea intervencisn publica del presidente en el debate: digna Las medidas adoptadas en ef orden municipal [para prohibir la representacién de cier- Las obras musi les. leatrales y cinematogréficas de reconocido prestigio| guardan com- FP Muon 21 de julio de 1967. “1 Carta abierts de Mujien Laine al eardenal Caggiano, Charéi, 21 de agosto de 1967, © Primera Phan, V5 de agosto de 1967. 129 pleta coherencia von el pensamiento de ia Revolucién Argentina y del gobierte nacio- nal. Llevaremos a cabo todas Las at masivos de comunicacién y de cultura se pongan al servicio de la corrupciin de kas costumnbres, El argumento estético no puede prevalecer sobre la concepcidn moral que inspira esta politics.” jones necesarias para evitar que los medios La entrevista del “ilustre prelado” Caggiano. presentada por Clarin como “la palabra de la Iglesia argentina”. comenzaba con un comentario que denotaba una au- iéntica perplejidad: “Se comprende que quienes desconocen y niegan los valores espirituales légicamente nieguen también la doctrina de fa [glesia sobre las relaciones entre la moral y el arte. Pero lo grave es que hay quienes se dicen catdlicos y recla- man una libertad absoluta para cl arte, como si fuera un valor absoluto”.”* En otras palabras, e} episodio perturba el discurso de la jerarquia eclesidstica proxima al go biemo: la denuncia de la colusién entre comunisme, ateismo ¢ inmoralidad. Fren- te asta situacin anémala, la estrategia utilizada resulta particularmente Ilamativa, Desde comienzos de los afios sesenta, el cardenal Caggiano habia encarnado, en el seno de la Iglesia argentina, el ala mas hostil al proyecto reformador y ecuménico del Concilio Vaticano II, al cual habian adherido importantes sectores del catolicismo. local. Sin embargo, Caggiano, en raz6n de su cargo, habia encabezado la delegacién de obispos argentinos. resumiendo su posicién conservadora con el tema: “Retor- ma de la Iglesia, no: eventual reforma en la Iglesia, si”.75 Pero ello no le impedira en 1967 justificar la censura de Bemarzo citando un decreto del Concilio, dedivado en realidad no al arte sino a “los medios de comunicaci6n social”, una diferencia que. ilustra por sf misma el desplazamiento hist6rico de los objets que se suponen capa- ces de influenciar lox comportamientos morales: Dado que. no rara vez. [as controversias que surgen sobre este tema tienen su nrigen en . el Concilio proclama que la primacfa del orden moral objetivo ha de ser aceptada por todos. puesto que es ¢! tinieo que supera y con- grnentemente ordena todos los demas érdenes humanos, sin excluir el arte, falsas doctrinas sobre ética y este Luego de esta cita, Caggiano comenta: “No hay, pues, lugar a dudas, El arte es un gran valor, pero no es 1in valor absolut”. Refutado el argumento de la aulonomia del arte, queda el del rol moral de la mostracién del mal. Fl decreto del Concilio ha- bia tenido en cuenta el argumento del abogado de Baudelaire; pero slo para marcar sus limites: 8 Lar Prenst, 16 cle agosto de 1967, cit, en Avellaneda, Censeoa... vol. 191 74 Posieida de la Iglesia wespeeta de “Bomarzo™, Clair, 11 de agusto de 1967 * Loris Zanatta, La Chiesa argentina verse il Vatienna Bh. Dibuttte teoloxgico ¢ slinanmas he inter e. La fase prepavatoria 1989-1962), manuscrito dactilogratiads, p. 80, Véase tambien, def mismo, If “yaat di Com cilio” della Chiesa argentina, Radicgrafis di un Episcupaty al Vaticano it. Prana sesstane et ierses sione, Ottobre 1962-Seriembre 1964. manuscri dactilografiado 130 La narravién, deseripei6n y represent lio de los medios de comunicacién social, servir para conocer y describir mejer al hom= bre y para hacer que mejor resplandezca y se exalte la verdad y el bien mediante opor- unos y logrados efectos dramiticos: sin embargo, para que no produzcan miyor dano gue utilidad a las almas han de atemperarse plenamente alas leyes morales, sabre todo ise trata de cosas que merecen el maximo respeto o que ineitan mas facitmente al hom- bre, marcado por el pecauo original, a deseos cepravados. 1 del oval moral puede. sin duda, con el a Pucde parecer desconcertante ¢! intento de justificar un gesto de censura median- te el Concilio Vaticano, uno de cuyos efectos habfa sido, precisamente, la abolicién del famoso Index Librorum Prohibitorum.™ Es un hecho, sin embargo, que el decre- to sobre los medios de comunicacién social menciona la responsabilidad de las auto- ridades en la regulacién de las conductas morales, aun si su tema principal es el rol de a “prensa catdlica” y la “prensa honesta”, y no los mecanismos de represi6n.”? Al pe- riodista que le seffiala que “el Concilio no habla de censura”. el arzobispo contesta: “EL Concilio no desciende a pormenores en cuanto al modo de restricciGn”, eligiendo ci- tar, en este dltimo sentido, textos de Pio x1 y Pfo XI indudablemente mas explicitos. Cabe preguntarse entonces para qué evocar el decreto de 1963 si, como Caggiano lo afirma en la misma entrevista, “Ia Iglesia no ha tenido antes del Concilio una posicién y después de é] oira, en este problema tan importante”, Pero acaso fa intencién haya sido precisamente ésa, la de difundir una lectura conservadora del Concilio, bien ale- jada de Ia que por aquel entonces hacen. por ejemplo. los curas tercermundistas. e in- cluso los catdlicos liberales que, desde Criterto, critican la medida “paternalista™ del gobiemo. Falta determinar cémo la norma se aplica al caso particular, es decir, por qué la Opera Bomarzo es capaz de incitar a “deseos depravados”. Sobre este punto,

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